Ciencia y Tecnología para el Futuro de la Humanidad Dr. Lino Barañao Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, ARGENTINA [email protected] Este siglo será decisivo para el futuro de la humanidad. Tenemos que hacer frente a los desafíos surgidos del éxito biológico que obtuvimos como especie. Se espera que las mismas capacidades que posee el cerebro humano para comprender y controlar nuestro entorno -que fueron imprescindibles para nuestro desarrollo- nos permitan superar esta etapa crítica. En el año 2050 habrá 9 mil millones de personas en este planeta y esto plantea demandas acuciantes en cuanto a la estabilidad de los alimentos, la energía, la salud y la política. La primera pregunta es entonces ¿Puede la ciencia alimentar al mundo? Como se dijo en este Foro hace años, desde ahora hasta el año 2050 vamos a tener que producir tanta cantidad de alimentos como la que hemos consumido en toda nuestra historia. Esto implica un aumento del 70% con respecto a las cifras actuales. Tomando como referencia el modelo de eficiencia actual, sería necesario incorporar a la agricultura una superficie equivalente a la de Brasil, que claramente no está disponible. La intensificación sustentable de la agricultura mundial sólo puede lograrse a través de la incorporación de tecnologías que requieren una mejor comprensión de algunos procesos biológicos clave. Se han realizado importantes mejoras en las prácticas agrícolas y la modificación genética ofrece ahora la posibilidad de obtener variedades resistentes a la sequía que son necesarias para disminuir las pérdidas inherentes al impacto del cambio climático. No obstante, estas mejoras sustanciales aún no pueden motorizar la nueva "revolución verde" que satisfaga nuestras necesidades. Para obtener logros transformadores que puedan mejorar la eficiencia en el uso de la energía solar por las plantas, es necesario rediseñar procesos de fijación de nitrógeno y fotosíntesis. Estos avances se consideran factibles en el futuro a largo plazo. En cuanto a la producción de energía, hay un consenso general en que asistimos al final de la era de los combustibles fósiles. Se están desarrollando numerosas alternativas al carbón, petróleo y gas natural, desde la electricidad generada por parques solares hasta los biocombustibles elaborados a partir de plantas. La ampliación de estas fuentes alternativas de energía, sin embargo, ha demostrado ser un desafío. Nuevamente, es necesario avanzar en nuestra comprensión de algunos procesos físicos y biológicos básicos. Lo que está claro es que hasta que se concrete la promesa de la fusión nuclear, parece que hay un largo camino por recorrer en este campo, ninguna de estas fuentes únicas de energía alternativa será suficiente para sustituir a los combustibles fósiles. Por lo tanto un enfoque ecléctico, que implica el uso de una combinación de fuentes de energía y tecnologías, así como la mejora de la eficiencia de los procesos industriales parece ser la única solución razonable a mediano plazo. La salud mundial también se verá afectada por un planeta superpoblado. Los patógenos mortales que fueron confinados a pequeñas poblaciones en el pasado reciente, ahora pueden extenderse por todo el planeta en el plazo de días. La aparición de nuevos virus producto de la recombinación entre cepas animales y humanas y bacterias resistentes a antibióticos, será una amenaza cada vez más frecuente. Será necesario contar con nuevas tecnologías para el rápido desarrollo de las vacunas y una continua búsqueda de nuevos antibióticos. A fin de garantizar la estabilidad política y la convivencia pacífica en el futuro será necesario contar con el aporte de las ciencias sociales. Ahora sabemos que el cerebro no es una "tabula rasa", sino que viene con software incorporado. El problema es que nuestro cerebro no ha cambiado significativamente en los últimos 150 mil años y por lo tanto, está más preparado para hacer frente a un pequeño grupo de compañeros que a las "supertribus" típicas de nuestra civilización actual. De hecho, el investigador escocés Rubin Dunbar ha demostrado que hay un límite en el número de amigos que se puede tener y ese número es 150 (denominado “número de Dunbar”). Este es el tamaño típico de una tribu en Siberia y el número promedio de amigos en Facebook. Nuestro comportamiento instintivo determina nuestra tendencia a diferenciarnos de nuestros vecinos y agruparnos en pequeñas comunidades. Cualquier característica se puede utilizar para este propósito: las preferencias basadas en el color de piel, dialecto, religión o equipo de fútbol. De esta manera, aún cuando se resuelvan todos los problemas mencionados, aún tendremos que afrontar el problema de la naturaleza humana que ha sido moldeada en un contexto muy diferente durante miles de años. La única manera de superar este problema es a través de una mejor comprensión de las raíces biológicas de nuestra conducta. El futuro de la humanidad dependerá de nuestra capacidad para desarrollar una economía que no sólo debe ser eficiente en el uso de los recursos, sino también inclusiva en el aspecto social. Este es el objetivo de la propuesta de Crecimiento Verde. Y el crecimiento verde requiere de materia gris. Eso significa que nuestro primer deber ahora es entrenar a los científicos y tecnólogos que tendrán que hacer frente a los enormes desafíos que prevemos. Estos recursos humanos tienen que estar completamente equipados no solo con los antecedentes científicos, sino también con el marco ético que orientará sus acciones. La ciencia y la tecnología constituyen herramientas poderosas. Pero las herramientas se deben utilizar con prudencia. La sabiduría es una forma superior de conocimiento que implica un profundo respeto por los demás seres humanos (sin distinciones), así como por el medio ambiente. La sabiduría es un valor central en la cultura japonesa. Por lo tanto, no podemos pensar en un lugar mejor que Kioto para debatir estos temas.