1 Eje 2: Escuela: función de la escuela. La escuela como institución y como organización. AMSAFE. 2012 MATERIAL DE AUTORIA: MAG GABRIELA ANDRETICH 2 Eje 2: Escuela: función de la escuela. La escuela como institución y como organización. AMSAFE. 2012 MATERIAL DE AUTORIA: MAG GABRIELA ANDRETICH Para recorrer su lectura, a modo de “señales”: A-CONTENIDOS B-ACTIVIDADES C-TEXTOS (PRESENTADOS EN LA BIBLIGORAFIA DEL PROGRAMA) Textos y actividades LA ESCUELA COMO INSTITUCIÓN Y LA ESCUELA COMO ORGANIZACIÓN LA ESCUELA Y RELACIÓN CON EL ESTADO LA ESCUELA COMO COMPONENTE DEL SISTEMA EDUCATIVO. 1- ACTIVIDAD Comparen a la Administración Central de la educación de su provincia con la de cualquier otro organismo o empresa privada que conozca y realice inferencias sobre las necesidades de formación de personal y equipamiento que la primera requiere para un funcionamiento equivalente en eficiencia. Puede compararla con el de una empresa de servicios cualquiera con la que se vincule cotidianamente (telefónica, de energía, de correos, bancaria, fabril, etc.). Lo institucional y lo organización. La escuela como organización y la escuela como institución Concepto dialéctico de institución, diferencia con organización (remitir a cuadernillo Pensando en las instituciones educativas. AMSAFE) 3 2-ACTIVIDAD: reflexionar en qué instituciones está inserto cada uno y de qué organizaciones forma parte en la vida cotidiana, integra grupos? LA PRÁCTICA DOCENTE VISTA DESDE LA MIRADA DIÁLÉCTICA DE LA INSITUCIÓN MATERIAL DE SACRISTÁN SOBRE PRÁCTICAS DOCENTES (fotocopia del texto) 3-ACTIVIDAD: pensarse como directivos en cada una de las instancias. Qué prácticas realizan en cada uno de estos niveles de la institución. Prácticas del director de primaria, de media, de inicial. ¿Cuáles son las prácticas específicamente educativas de los directores? ¿QUÉ ES LO INSTITUCIONAL? MATERIAL: PENSANDO EN LAS INSTITUCIONES AMSAFE. Gabriela Andretich Dinámica Institucional ¿cómo analizar la dinámica institucional de la escuela? SITUACIONAL- HISTÓRICO, MATERIAL-SIMBÓLICO, MANIFIESTO-LATENTE MATERIAL DE DINÁMICA INSTITUCIONAL DE LIDIA FERNÁNDEZ (fotocopias) Ver: http://analisiscorti.blogspot.com/2009/09/fernandezlidia.html MATERIAL DE CORA ESCOLAR (fotocopias) MATERIAL DE LUCÍA GARAY (en este archivo) ¿Qué es lo organizacional? LA ORGANIZACIÓN MATERIAL DE SCHLEMENSON. Análisis organizacional y empresa unipersonal. Organización, administración, gestión escolar Problema histórico por la equiparación de la organización escolar con otras organizaciones. 4- ACTIVIDAD “Lo que importa no es tanto el contenido formal de la enseñanza como la experiencia cotidiana vivida. La división jerárquica del trabajo productivo se refleja en las líneas de autoridad administración-profesores-alumnos. La alienación del trabajador respecto del producto y el proceso de su trabajo lo hace en la alienación –falta de control y de implicación- del alumno respecto del contenido y el método de su aprendizaje y su motivación mediante un sistema de recompensas extrínsecas. La fragmentación del trabajo se refleja en la competencia escolar institucionalizada y en la clasificación y evaluación pretendidamente meritocráticas. 4 Más aún: la correspondencia llega hasta el punto de diferenciarse por niveles de educación, de acuerdo con los distintos niveles de la estructura ocupacional que estarán llamados a alcanzar los estudiantes. En los niveles inferiores de la empresa y la escuela se subraya la disciplina externa, el sometimiento a normas; en los niveles intermedios de una y otra, la predecibilidad y la seriedad o fiabilidad, es decir, la disposición a trabajar sin una continua supervisión directa; en los niveles superiores, en fin, la interiorización de las normas de la institución.” 1 El carácter polémico de este texto se presta para la reflexión personal y, de ser posible, para el debate grupal. Pregunta: ¿En qué medida su experiencia como docente avala las afirmaciones de este autor? Realicen similar actividad con los textos de Drucker y Paro que se incluyen a continuación: Hablando de las instituciones modernas, el autor afirma: “…son todas instituciones de un solo objetivo. Son herramientas de la sociedad para responder a una necesidad social específica, ya sea fabricar o vender autos, suministrar un servicio telefónico, curar a los enfermos, enseñar a los niños a leer o dar cheques de beneficio a trabajadores desocupados. No obstante, para realizar esta contribución única y específica, necesitan a su vez una considerable proporción de autonomía. Necesitan ser organizadas a perpetuidad, o por lo menos por períodos prolongados. Necesitan disponer de una cantidad considerable de los recursos de la sociedad, de tierra, materias primas y dinero, pero sobre todo de personas, y especialmente del recurso más escaso de todos, gente altamente capacitada y educada. Y necesitan un cantidad considerable de poder sobre la gente, y para colmo, poder coercitivo 2. Es muy fácil olvidar que en el pasado no tan lejano, sólo los esclavos, los siervos y los convictos tenían que estar en el trabajo a una hora establecida para ellos por otro. Esta institución (se refiere a las instituciones modernas) tiene –y debe tener- poder para otorgar o retirar reconocimiento social y recompensas económicas. Cualquiera sea el método que usemos en la selección de personas para tareas y promociones –la designación desde arriba, la selección de personas por los pares y hasta la rotación entre empleados- siempre se trata de la decisión de poder adoptada más para el individuo que por él, y sobre la base de criterios impersonales que están más relacionados con el objetivo de la organización que con el objetivo del individuo. Por lo tanto, el individuo queda, por necesidad, sometido a un poder basado en el sistema de valores de cualquier objetivo social específico para el cual la institución haya sido creada. Y el órgano a través del cual este poder es ejercido en la institución es el órgano que llamamos administración. Esto es nuevo y no tiene precedente. Todavía no tenemos un teoría política ni social al respecto.”3 (Peter Drucker es uno de los autores norteamericanos de mayor prestigio en el ámbito de las ciencias de la administración)4. 1 Fernández Enguita, Mariano: “La escuela en el capitalismo democrático”; Universidad de Sinaloa; 1997, pág. 132. El destacado en negrita es nuestro. 3 Una teoría política y social al respecto ¿podría ser compatible con una organización institucional y un sistema de vida democráticos?. 2 5 NOTA: Procuren orientar la reflexión sobre el modelo de organización y gestión escolar que el texto de Drucker implícitamente sugiere A este texto, en un coloquio imaginario, el brasileño Vitor Paro podría responder de la siguiente manera: “ En una sociedad en la que, al menos en el nivel de la justificación del orden social vigente, la coerción física pura y simple es condenada, la administración capitalista precisa echar mano de recursos, al mismo tiempo eficientes y disimuladores, que le permitan ejercer, con legitimidad, al menos aparente, el control exigido para la expansión del capital”.5 NUEVA PERSPECTIVA. MICROPOLÍTICA EN LA ESCUELA Material Cuadernos de pedagogía. ortodoxia y alternativas (fotocopias) Material .la organización escolar: contexto y texto de actuación. Joaquín gairín sallán (en este archivo) LA ESPECIFICIDAD DE LAS ORGANIZACIONES ESCOLARES Material: SANTOS GUERRA. LA LUZ DEL PRISMA 5-ACTIVIDAD: reflexionar acerca de las contradicciones de las escuela en el entorno próximo: escuela, comunidad, contexto socio político. ¿cómo trabajar las contradicciones desde la dirección escolar? ACEPCIONES DEL CONCEPTO DE GESTIÓN. GESTIÓN COMO GOBIERNO DE LA ESCUELA MATERIAL. Capítulo del libro la GESTIÓN ESCOLAR EN CONDICIONES ADVERSAS (en este texto) 4 Drucker, Peter F.:”Las fronteras de la administración – Donde las decisiones del mañana cobran forma hoy”; Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1987, págs. 172 y 173. 5 Paro, Vitor H.: op. cit., pág. 61. 6 ACTIVIDAD: De acuerdo lo presentado en la charla más las experiencias propias, analizar en qué, cómo y dónde (con ejemplos) pueden encontrar los elementos de la gestión escolar que a continuación se detallan –y que detallan la forma en la Gestión Escolar se diferencia de otro tipo de gestiones y organizaciones. Predominan las relaciones interactivas e intersubjetivas, por lo general de tipo primario, vehiculizadas preferentemente a través de actos de habla. Se observa una fuerte incidencia de los componentes emocionales, valorativos e ideológicos en las interacciones; vinculable a su vez con la especificidad pedagógica de la función escolar. Crece la presencia de actores originalmente no previstos en el modelo institucional todavía vigente, por lo general, procedentes del medio circundante (padres, vecinos, etc.), permeando dichas interacciones, particularmente las relacionadas con funciones no específicas que tienden a diversificarse y desarrollarse (asistenciales, sociocomunitarias, económicofinancieras, etc.). Las presiones convergentes (y contradictorias) para provocar una mayor participación de nuevos actores, democratización de los estilos de relación y diversificación de compromisos y funciones, exigen forzar situaciones y posibilidades para encontrar espacios y tiempos para interactuar, no previstos por la normativa vigente y las condiciones de trabajo predominantes. La pertenencia a un sistema de excepcional magnitud, complejidad y dispersión geográfica (dentro del ámbito de lo público), y la permanente tensión entre lo normado y las exigencias de cada medio y organización concretos, plantean, a su vez, un margen de autonomía escasamente respaldado por dicha normativa y, mucho menos, por la disponibilidad de medios. Las interacciones orientadas a la gestión remiten a su vez, permanentemente y de múltiples maneras, a un tipo peculiar de relaciones: las que tienen lugar a partir de la convivencia cotidiana entre niños (alumnos) y adultos (maestros, directivos, etc.), con todas sus implicancias (el tejido de vínculos afectivos que les es propio; las depositaciones sociales e institucionales que las enmarcan, la asimetría de saberes y poderes desde la que se constituyen, etc.). La asistencia más o menos forzada a la escuela (M.A. Santos Guerra, 1995) de los objeto/sujetos de su cometido, los alumnos, sobre todo de los niños mayores y adolescentes, (leyes de obligatoriedad, presión familiar y social por el logro de reconocimientos simbólicos y de credenciales que exige el sistema económico, etc.), en forma diaria y durante largos períodos de tiempo, agrega una tensión adicional al contexto de convivencia: un permanente juego entre libertad y coacción. La ambigüedad de los fines organizacionales, la dificultad para precisar objetivos y mucho más para evaluar procesos y resultados, las expectativas de logros ubicadas por lo general en el mediano y largo plazo y la 7 sobrevivencia institucional casi con independencia de estos logros, frente a las demandas y urgencias cotidianas, a los conflictos y, también, a las gratificaciones diarias, expone permanentemente a la pérdida de rumbos, de perspectivas y exigencias autocríticas. Dentro del común denominador de la escasez, la diversidad enorme de condiciones concretas de trabajo y de medios socioculturales de actuación en que se segmenta el sistema educativo, exige de actitudes y aptitudes personales y de saberes y prácticas profesionales muy diversificadas por parte de los equipos responsables. Como resultará fácil observar, todas estas exigencias personales y profesionales transcienden con holgura lo que se pretende desarrollar como "competencias" específicas de directivos, mediante gran parte de los currículos actuales de capacitación. Como ya hemos dicho, desde nuestra perspectiva, los mismos deberían sustentarse en criterios y conocimientos generados a partir de la investigación empírica de la diversidad de situaciones escolares que hemos señalado. Paradojalmente, en el contexto del paradigma vigente, abundan las ofertas de formación standarizadas y elaboradas a partir de aportes teóricos "prestados" por otros ámbitos organizacionales. GOBIERNO ESCOLAR El gobierno de la escuela en sus orígenes. El gobierno escolar luego del período de consolidación del sistema educativo. El gobierno con la implementación de la Ley federal. La política educativa actual. MATERIAL DEL SEMINARIO: Historia de la Política y Gestión educativas argentinas. Gabriela Andretich. julio de 2003.La dirección de escuelas primarias públicas: ¿Cerca o lejos de la burocracia estatal? MATERIAL COMPLEMENTARIO: http://www.sistemasmart.com.br/alas/arquivos/alas_GT13_Myriam_Feldfeber.pdf Reconceptualización de la gestión. UNER Material: La gestión escolar en condiciones adversas. Santillana. 2001. Cantero y otros 6-ACTIVIDAD. A partir de las reflexiones y críticas varias que se realizan a fines del siglo XIX y principios del XX, revisar las políticas educativas actuales (nacionales y provinciales) que afectan particularmente a los directores de escuela. Compararlas con las de los ’90. Es posible este tipo de gestión intersubjetiva? 8 Material: conferencia de Germán Cantero. III congreso latinoamericano de administración escolar. Componentes que describen casos significativos. Lectura de la realidad, formación, estilo de gestión…. AUTONOMÍA. Director como SUJETO POLÍTICO MATERIAL: Prácticas institucionales y derecho a la política. Germán Cantero Texto: “ANÁLISIS INSTITUCIONAL DE LA EDUCACIÓN Y SUS ORGANIZACIONES”. Escuela de Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de Córdoba Lucía Garay Algunos Conceptos para el análisis de las Instituciones Educativas. Comencemos seleccionando algunos conceptos del cuerpo teórico del Análisis Institucional para abrirnos camino en el tratamiento de la educación y sus instituciones. Algunos son construcciones o adecuaciones aplicables solamente al análisis de la educación. Conceptos y teorías que dan cuenta de fenómenos institucionales específicos del campo educativo o escolar. Después de 25 años de investigación e intervención estamos en condiciones de reconocer aquellas construcciones teóricas y metodológicas eficaces, en tanto nos aproximan calificadamente a la realidad institucional concreta y a rechazar otras por su poca validez o riqueza. Los conceptos y teorías institucionales son atrapantes, seductores, por lo que hacemos transposiciones al campo institucional de la educación sin mayor reflexión y confrontación empírica. 9 Necesitamos ser cautelosos y críticos; sobre todo si los resultados de un análisis van a servir de soporte a proyectos o a la práctica en general. No es una advertencia de peligros, puesto que no creo ni en las advertencias ni en los “peligros” del análisis, solo en su falta de eficacia, inocuidad, pérdida de tiempo, de medios y de paciencia de los demás. Lucía Garay 1993 La Educación es una función humana y social que siempre existió y seguirá existiendo con el hombre. Las sociedades se dan, instituyen, modos de organizar y realizar esta función. La Escuela es una institución. Un momento particular, histórico, de organizar la educación. Es la Institución Educación hegemónica de la Modernidad. Hegemónica, quiere decir que desplazó y absorbió otras instituciones educativas anteriores o contemporáneas a ella. Se instituyó de tal modo que impregnó la vida social y cultural de escolarización, haciendo difícil reconocer otras formas educativas no escolares. Un buen ejemplo, es la educación popular de adultos; otro modelo de educación que lucha por instituirse fuera del modelo escolar. Necesariamente contra la escuela. En nuestro país perdió la batalla: lo poco que hay en educación de adultos tiene la marca escolar registrada. La escuela es algo más que una institución. Es una Institución de Instituciones. Dentro de ella, en cada establecimiento, existen muchísimas instituciones pedagógicas y sociales que la atraviesan formando su tejido institucional. El trabajo, la religión, el dinero, familiares, en fin, una diversidad de instituciones sociales y culturales. Además, instituciones pedagógicas: “el maestro”, “la dirección”, “el recreo”; desde las que conservan su función y sentido activo (los exámenes) hasta las que han perdido su funcionalidad y sólo conservan valor simbólico (el guardapolvo blanco). Esta institución se expande cada vez más. Se hace universal, planetaria. Escolariza la sociedad, le pone su sello. En algunas sociedades más que en otras. La nuestra es una sociedad escolarizada. En su territorio y en las representaciones. Tanto que la pensamos como un fenómeno natural. Naturalización que da cuenta de su grado de institucionalización. Tal ha sido su desarrollo en este siglo que podemos atribuirle un origen divino. Producto de dioses o demonios pero del origen de lo sagrado. Sin embargo, la escuela está conmovida por una profunda crisis lo que demuestra que es un producto estrictamente humano. Presentemos más sistemáticamente el concepto de INSTITUCIÓN. En el discurso acerca de la educación “lo institucional” es presentado como algo diferente de la educación como proceso y como práctica. “Dimensión institucional de las prácticas educativas”, “determinantes institucionales del currículo”, “papel de lo institucional en la calidad de la educación”, “diagnóstico institucional”, “planeamiento institucional”, “proyecto institucional”; como estas encontramos muchas afirmaciones que incluyen en concepto. Aluden a dos realidades que tienen existencia más allá de los actos individuales de los actores en el escenario educativo. 10 Primero, refieren con el término institución a los establecimientos educacionales; organizaciones observables en espacios y tiempos concretos: escuelas, colegios, institutos, facultades, etc. Segundo, a configuraciones de ideas, valores, significaciones instituidas, que se expresan, con diferente grado de formalización, en Leyes, Normas, Pautas, Códigos. Pueden estar escritas, pero no necesariamente; pueden conservarse y transmitirse oralmente sin figurar en ningún documento. Este sistema de leyes, normas, pautas serías objetivaciones de aquellas ideas (ideales), valores y significaciones. Las instituciones serían como “lógicas” que regulan una actividad humana (la educación, en este caso), caracterizan o se pronuncian valorativamente con respecto a ella, clarificando lo que debe seres decir lo que está prescripto-, lo que no debe ser- lo proscripto-, así como aquello que es diferente u opuesto. (Baremblitt, G. 1992). El Establecimiento, con su Organización, sería el escenario concreto donde la institución toma cuerpo. La escuela como institución, configuración de representaciones, se materializa en la “Institución- Establecimiento”. No toda institución tiene un establecimiento como forma de concretización específica. Hay formaciones sociales y culturales instituidas que no se realizan en un establecimiento, ni tienen expresión jurídica o normativa explícita; en el ámbito educativo es difícil encontrarlas, más aún después del proceso de escolarización de la sociedad. El establecimiento, las prácticas cotidianas y las representaciones mentales del individuo serían las instancias más singulares de “concretización” de las instituciones, así como las hemos caracterizado: configuración de representaciones (ideas), significaciones, normas… Es decir, como instancia simbólica. Metodológicamente, y a los fines de la investigación diagnóstica, el establecimiento es una unidad de análisis. Efectivamente, allí aparecen todas las instancias de “lo institucional”, desde la sociedad hasta los sujetos cuyas prácticas las producen, reproducen y cambian. Esta caracterización de institución parece simple y transparente, nunca es así. Cada institución contiene otras u se imbrica dentro de otras. No siempre se materializan en organizaciones ni establecimientos, a veces todos ellos forman complejos de gran tamaño y extensión, los sistemas educativos, por ejemplo. Como lógicas regulatorias de las actividades humanas a veces son explícitas, pero no siempre. Pueden estar funcionando como lógicas subyacentes u ocultas, subsidiarias o periféricas a otra institución (la escuela, respecto al Estado, por ejemplo). Una institución es, en realidad, un producto instituido. Ha estado precedida de un proceso de constitución al que llamamos INSTITUCIONALIZACIÓN. Suponemos que ha tenido un momento de origen, difícil de establecer con certeza. Generalmente esta génesis es reinventada desde el presente, imaginario retrospectivo que conforma la “mitología de los orígenes”, la cual tiene valor simbólico para los sujetos que lo inventan y reinventan. Es una fuente de sentido a las identificaciones con la institución. Hay otro aspecto del proceso de institucionalización, de valor más sociológico y político que auxiliaría en la comprensión de los funcionamientos actuales de la institución. Una institución para ser 11 generada supone otras instituciones que le sirven de plataforma de despegue. Necesita de distintas instituciones, desplaza algunas, reabsorbe otras; nace y se institucionaliza en oposición a otras instituciones o complementariamente (la escuela en relación al Estado-Nación). El proceso de institucionalización tiene, por lo menos, tres planos. Uno con la sociedad y con la etapa histórica que ha creado las condiciones (objetivas y subjetivas) que posibilitan el surgimiento e institucionalización. Otro, en la sociedad con la creación de condiciones y mecanismos que aseguren su reproducción. En el caso de la escuela como institución este proceso lo denominamos “escolarización”. Por último, la institucionalización en los individuos, se denomina socialización institucional a este proceso. Podría decirse que la institucionalización, en tanto proceso concreto, deja sus marcas en las estructuras, en la dinámica, en las prácticas, en los logros y fracasos, en los conflictos al interior de la organización, en cada establecimiento. Ella produce y es producida por luchas de fuerzas, movimientos, mutaciones y transformaciones de sus características. Dice Baremblitt “en pocas ocasiones privilegiadas se puede asistir, históricamente, al nacimiento de una gran institución. A lo que sí se puede asistir es a grandes momentos históricos de revolución de una institución, de profundas transformaciones de una institución”. Pueden ser también, momentos de cisma, agotamiento y extinción. Son fuerzas y luchas de fuerzas las que tienden a transformarla, quebrarla o extinguirla. A estas fuerzas se las llama INSTITUYENTES, productoras de nuevas ideas y valores, -o ideas y valores del pasado que se reinstituyen-. Son fuerzas productoras de códigos, símbolos. Generan una nueva institucionalización, otras características institucionales, otro instituido. Ideas, metas, valores sostenidos por fuerzas instituyentes, imaginarios transformadores, utopías sociales o educativas para instituirse deberán plasmarse en muchos PROYECTOS, consensuados, abarcantes de y para el conjunto. Tampoco esto sería suficiente, tendrían que existir condiciones objetivas que lo hagan posible; condiciones objetivas y subjetivas al interior de la institución y en la sociedad. La Institucionalización originaria, como la institucionalización de las transformaciones, es un proceso complejo, no lineal, con avances y retrocesos. Desigual en sus avances y en sus efectos. A veces se esfuman, quedan como utopías deseables, como imaginarios escindidos del hacer; intentos fallidos, fracasos o mutados de modo que se constituyen en remodelaciones de lo instituido. La INSTITUCIÓN es, entonces y a la vez, estos tres componentes: INSTITUIDO, INSTITUYENTE e INSTITUCIONALIZACIÓN. La institución es en sí proceso: el movimiento de las fuerzas históricas que hacen y deshacen las formas. Tiene tres momentos reconocibles: universalidad, particularidad, singularidad que designan a sus tres componentes. (Loureau, 1980). 12 Un momento de universalidad de la ideología dado en lo instituido. Un momento de particularidad de la base social que encarnan las fuerzas instituyentes y, un momento de singularidad de la base material, constituyente de “las formas y el fuego” que garantizara la legitimidad, la duración de esas formas. (Loureau, 1980) Se trata de la institucionalización. La parte del proceso que realiza el traspaso de lo instituyente en instituido. “El conjunto del proceso es la historia, sucesión, interferencia y mezclas de fuerzas contradictorias que funcionan tanto en el sentido de la institucionalización como en el de la desinstitucionalización. Tanto en el sentido de la imposición, reforzamiento, del mantenimiento de las formas como en el sentido de la disolución, de la desaparición, de la muerte de las formas” (Loureau, 1980) En el análisis institucional lo instituido se describe fácilmente puesto que se corresponde con lo dado, lo organizado, con los patrones según los cuales se realiza todo en pro de la institución. Lo instituyente es buscado y reconocido como la potencia organizante, el reino de los imaginarios sociales e individuales de lo nuevo, lo diferente deseado. Objeto de una intención de hacer en pro de la transformación. La institucionalización es una fase activa. El modo en como realmente suceden las cosas. La historia en acción. Por ello, es a mi entender, la fase cuyo conocimiento aporta más claves para comprender e interpretar el escenario institucional. Nos aventuramos a decir que el análisis y la intervención queda, en su articulación política, inscripta en esta fase. La institucionalización es un proceso difícil de ser observado, aunque como lo caracterizamos antes es la instancia más concreta, más real de la institución. A veces se logra en el proceso de análisis poder reconstruirla, hacerla salir de su nivel inconsciente. Con frecuencia, y para nuestra desesperación como investigadores o analistas, sólo captamos acciones fragmentadas y exteriores a la institución misma (el decreto de creación de una escuela: el reglamento de sanciones; la instalación de un reloj para marcar los horarios de entrada y salida). En general lo visible es aquello que tiene que ver con lo instituido. ¿Por qué si la institucionalización es un proceso difícil de ser observado, un movimiento que involucra macrorrelaciones (escuela y sociedad, escuela y estado) y un transcurrir en el tiempo le concedemos tanta importancia? Mas aún teniendo en cuenta que el análisis es, en general, microanálisis de unidades- establecimientos o de partes de ellos. El supuesto básico es que ese establecimiento es un escenario en donde los actores, sus papeles, los guiones y sus productos no se explican por sí mismos. Las fracturas, los conflictos, las funciones, los estilos conllevan las marcas de la institucionalización. Es decir, de los resultados de la lucha entre lo instituido y lo instituyente; de las fuerzas (poderes) que fueron puestos en juego; como de los grupos sociales, actores del campo educativo y escolar, que sostuvieron lo instituyente y/o defendieron lo instituido. 13 Dar cuenta de la institucionalización (de un proyecto, un establecimiento, una reforma, etc.) no solo tiene valor para el análisis, sino para el reconocimiento de aquellos proyectos, ideas, propuestas, prácticas institucionales que quedaron en el camino; que pueden volver a constituirse en el germen de proyectos transformadores. Como podríamos explicar la crisis de la “función docente” sin remitirnos al contradictorio proceso de institucionalización del docente como el especialista legítimo a cargo de la enseñanza escolar. ¿De los momentos y factores que transformaron su posición de “maestro” en el antiguo sentido de quien domina un arte o materia y libremente la entrega a aquellos que elige como discípulos, a la de “docente”- profesional y de esta a la de “trabajador de la educación”? Dar cuenta de la institucionalización es, a la vez, una meta y una operación de la investigación básica para el análisis. Sirve tanto para analizar una institución globalmente, como para comprender y explicar los contenidos y sentidos de una función, por ejemplo. La función directiva en un establecimiento o en el sistema educativo; la función social de la escuela en una comunidad; la función de los “equipos técnicos” en las escuelas; el destino de una reforma curricular, de un consejo directivo, etc. En varios estudios sobre escuelas, al preguntarnos sobre las relaciones entre estas y las comunidades donde se ubican, se nos aparecían grandes diferencias (en la participación de los padres, en la capacidad de convocatoria para sus acciones, en la cooperación) según que la creación fuera el producto de la iniciativa, a veces, la lucha de padres, docentes y vecinos; que fuera una creación producto del accionar de políticos o que, simplemente, fuera una creación establecida desde el gobierno educativo como parte de un plan de expansión. En este ejemplo, es posible ver la diferencia que existe entre reconstruir la historia de creación y reconstruir el proceso de institucionalización. En la primera quizás baste con historiografiar los hechos que culminaron con la inauguración. En la segunda, interesa además dar cuenta de los grupos, sectores, personas que participaron en la creación de las ideas y proyectos que los animaban; de las luchas internas; de la relación que grupos e ideas (instituyentes) guardan con lo finalmente resuelto. La construcción del edificio, su localización, el nombre, su primer directivo, el primer grupo de alumnos, suelen ser los indicadores- resultados de estos movimientos y disputas. En estas luchas entre instituido e instituyente (a veces representados por “las autoridades” y “la gente” o “la comunidad”); o entre fuerzas instituyentes de distinto signo, ideologías o proyectos se generan microhistorias que a modo de corriente subterránea alimentan disputas actuales. Pueden llegar a prefigurar estilos de funcionamiento, rostros de la identidad institucional. “Aquí todo se alcanza después de largas peleas; a veces nos despistamos de lo que estamos discutiendo” (entrevista a un Secretario de una Escuela comercial. Carpeta de casos institucionales. Cátedra, 1992). Una escuela cuyo proyecto original fue producto de encarnizadas luchas internas del grupo de fundadores. Historia Institucional… Historización 14 “La historia como ordenamiento objetivo se halla a merced de los destinos de temporalidades de mecánica distinta. La temporalidad del YO como sujeto de la historia y la temporalidad del INCONSCIENTE bajo la atemporalidad del DESEO” (P. Aulagnier “El sentido perdido, p:65). ¿Qué es en verdad la historia institucional? Esta construcción de Piera Aulagnier sintetiza conceptualmente, al menos para mí, la complejidad de esa dimensión de análisis institucional que denominamos historia. En tanto ordenamiento objetivo, la historia no es otra cosa que la institucionalización a la que antes nos referimos como “historia viva” o historia en actos. Algo más, de todos modos, que una simple cronología de sucesos, una historiografía institucional; igualmente necesaria, como etapa, en el proceso de construcción de datos; insumos indispensables sin los cuales ningún análisis es realizable. Algunos investigadores (Fernández, 1993; Marolla, 1987) coinciden en desintegrar la historia institucional en tres fases: prehistoria, historia, prospectiva. Aunque varían en la selección de dimensiones alrededor de las cuales la historia debería reconstruirse. En nuestros estudios de campo hemos, insistentemente, sostenido la dimensión histórica como una variable a investigar en la institución educativa (ubicados en los establecimientos como unidad de análisis). Nos han sorprendido los magros resultados, por un lado, y las dificultades encontradas en el empeño. En la mayoría de las escuelas el vacío de registros, el vacío de historias se constituyó en “la verdadera historia de la escuela”, más allá de las actas de fundación, un libro con registros de firmas de visitantes notables ante acontecimientos típicos: inauguración del edificio, bodas de plata u oro, acto de donación. Esta historia de sucesos parecía siempre agruparse alrededor de dos elementos organizadores: el edificio y los directivos. Las escuelas parecen instituciones sin memoria. Al menos es cierto que carecen de registros escritos de esa memoria. Existe, a veces, la “memoria anual”; la más de las veces un escueto registro descriptivo esteriotipado, idénticos unos a otros. Nadie ha construido archivos, no sólo de estadísticas, sino de datos socio-demográficos del medio circundante. Es indispensable encontrar una historia técnica; es decir un registro de experiencias curriculares, metodológicas, institucionales, de producciones que se hubieran realizado en el establecimiento; o una historia de la acción cultural y comunitaria. ¿Podemos denominar a estos datos inconexos la historia institucional? La historia viva se encuentra en el lugar de los actores pasados, o en los relatos de los actores actuales de aquella memoria. Pero entonces aquí ya no estaríamos ante un “ordenamiento objetivo de la realidad pasada”. Estaríamos ante un conjunto de representaciones de los sucesos pasados, de reconocimientos que han pasado por una selección cuyos criterios están a merced de otra lógica que la del ordenamiento objetivo, la 15 lógica de la subjetividad. De este modo no estaríamos ante la historia, sino ante la HISTORIZACIÓN de la institución y de la propia historia. Sucesos, espacios, tiempo, actores, propósitos –tanto en cuanto a hechos relevantes como en la trama de la cotidianeidad- se presta a una modificación subjetiva. Es una construcción del pasado, como de la realidad actual, que “se halla en el cruce de la percepción con la fantasía, de la historia con la repetición, del cuerpo con el lenguaje” (Bianchi, 1991). Son reconocidos, a su vez, en tanto son significativos. La significación se construye a su vez por las relaciones que se le atribuyen a un suceso con lo que pasó antes o con lo que puede suceder después. Tanto en el plano de la historia, en tanto ordenamiento objetivo de acontecimientos, como en la historización, ordenamiento subjetivo de los acontecimientos, lo que interesa es el “sentido” de los sucesos en su relación con los contextos que los producen (historia) y el sentido del reconocimiento y la significación de esos sucesos en relación con la subjetividad. Lamentablemente no podemos introducir más claridad a la explicación. Si sabemos distinguir estas instancias históricas en el funcionamiento institucional; en una unidad académica universitaria se produce en 1989 una significativa deserción de alumnos en la segunda mitad del año, índices muy superiores a las tendencias anuales. Un año después se desencadena un conflicto entre grupos docentes y de conducción alrededor de la implementación del nuevo plan de estudios, iniciado dos años antes. El grupo opositor significaba la deserción como causada por el plan a cuyos fundamentos y contenidos se oponía. La crisis en el contexto social producida por la hiperinflación de 1989 no era relacionada con la deserción, cuando efectivamente y en términos de historia objetiva, lo estaba. Sucesos parecidos se habían producido en muchas unidades universitarias. En los límites del campo institucional, en su dinámica, lo que efectivamente operaba era el sentido que los colectivos habían construido del suceso, sentido anclado en la subjetividad autorreferenciada, y no en el sentido que se desprendía de la realidad del contexto social y económico que lo producía. La Temporalidad Institucional Si volvemos a la noción de fases que presentamos antes, el pasado y el presente cobran sentido en sí mismos en su articulación al futuro. Es decir, a la prospectiva institucional. Se trataría aquí de cómo la institución, los colectivos que la forman o los sujetos, tomados individualmente, perciben y se ubican en la temporalidad. La vida institucional está marcada por el tiempo. En las instituciones educativas el tiempo subjetivo es una dimensión impregnante. Las edades del sujeto que aprende y la etapa del ciclo vital en la que se encuentran los docentes son anclajes de la subjetividad. Cada institución puede desarrollar un modo singular y dominante de ubicarse en la temporalidad. Pueden ubicarse en el presente y actuar como si no tuvieran pasado ni futuro. Pueden “vivir en el pasado”, sumergidos en los recuerdos, añorando. Pueden operar activamente respecto de ese 16 pasado, modificándolo, olvidándolo, proyectándose al futuro. Pueden, por último, vivir esperando y para esperar lo por venir. La historia y la historización institucional no son independientes del modo en que la institución se ubica en la temporalidad. La percepción y la ubicación en la temporalidad (pasado, presente, futuro) de la institución y sus colectivos nos da una medida, en términos de posibilidad y de obstáculos, al cambio institucional. Sea que se caracterice por funcionar en un activismo sin pausa y sin reflexión; sea que viva añorando un pasado esplendoroso o proyectando idealmente un futuro que nunca llega; sea que alcance articulaciones efectivas entre las fases, lo cierto es que ninguna transformación es independiente de la percepción y ubicación de la temporalidad. Un análisis diferente debe hacerse respecto al TIEMPO en la institución. Organización, distribución y uso del tiempo en su relación con las tareas, con la producción y los resultados, son categorías más organizacionales que institucionales. Aquí dejamos planteadas las diferencias entre temporalidad y tiempo y su articulación a fenómenos diferentes en el funcionamiento institucional. Uno, el tiempo, ligado más a la producción; el otro, temporalidad, más articulado al proyecto institucional, y las condiciones para formularlo. La Atribución de Significados a la Historia Institucional Se trataría aquí del lugar y la significación que se le atribuye a la historia en la causalidad y determinación de los acontecimientos del presente y la posibilidad de existencia de un futuro. Existiría una lógica simple y accesible a todos en la atribución de significados al pasado. Lo que pasó antes se entiende como causa lógica de lo que pasó después. “Una excepción a este ordenamiento causal de la realidad lo constituye el fenómeno de la repetición” (Bianchi, 1991). La repetición modificaría esta lógica simple en dos aspectos: en lo temporal y en el lugar del sujeto en la producción de la historia. “La historia se repite”; un acontecimiento (efecto) aparece antes de una causa, o sin otro que le sirva de causa. Pareciera que entre la primera aparición del suceso (que si se le asigna una causa) y su repetición quedará un lugar vacío, sin causa. No hay explicación, sólo automatismo de la repetición. El acontecimiento- repetición es atribuido como proviniendo de un lugar, de alguien, completamente ajeno a los sujetos que sienten que “son juguetes”… del sistema, del poder, de otros… Cuando se le atribuyen a los acontecimientos el significado de repetición, en los términos que hemos descrito, se produce una negación de la historia y un borramiento de la historización. Bianchi destaca que la historia es reemplazada por la idea de destino. Un concepto para designar lo desconocido y lo que no podemos explicar. Ambas nociones, la de repetición y la de destino para rellenar el vacío de causa y significación, si bien provienen de una teoría psicoanalítica del sujeto, son útiles para explicar fenómenos sumamente comunes en el campo institucional escolar. 17 Las “teorías” de docentes y directivos de lo que sucede, sucedió y por qué sucede (secuencia causal) está plagada de “vacíos”, sin causas y sin significaciones. La apelación a la repetición (“incomprensible pero real”) y al “destino” , a que “ya se sabe”, a que “no podría esperarse nada diferente tratandose de la escuela pública” da cuenta de un modo singular (que debe analizarse en su contenido) de significar la historia de las instituciones educativas. Cuanto más releemos nuestros registros de entrevistas más nos convencemos de la importancia de investigar para generar teorías específicas de las instituciones educativas. Efectivamente, así como encontramos estas formas de borramiento de la historia, encontramos una subjetivización desmedida de los sucesos institucionales. Complementariamente, un desconocimiento (¿negación?) de las condiciones estructurales de la realidad y de su papel en la producción de procesos institucionales. Quizás aquí podamos apelar, como hipótesis, a los efectos de los modos de institucionalización. Uno de los cuales es el fenómeno de “escisión” que se produce entre la escuela y el contexto; entre escuela y trabajo; entre teoría y práctica. Al interior de la escuela, entre lo pedagógico y lo laboral, lo pedagógico y lo asistencial. También se impone mencionar los efectos de ciertas teorías que focalizan en las prácticas y en la construcción cotidiana de los núcleos de producción del suceder institucional. Teorías que no toman suficientemente en cuenta lo que son, por un lado, los componentes o dimensiones estructurales que intervienen en toda institución; porque ella se forma a partir de la dialéctica con lo social contextual y a partir de ello incide- dejando distintos márgenes de autonomía- sobre la cotidianeidad y las prácticas. En segundo lugar, no se atiende a la peculiaridad de esta categoría de instituciones, entre las que se cuentan las educativas, que como si fuera una marca de origen, aparece en la institucionalización de mil modos. Tomaré prestado una distinción que hace Enriquez- que me parece en extremo pertinente- entre instituciones de “Existencia” y organizaciones e instituciones cuya finalidad principal es la producción. “A diferencia de las organizaciones cuyo objetivo es la producción limitada, cifrada y fechada (por ejemplo, una empresa puede nacer o morir sin que su nacimiento o su desaparición impliquen consecuencias notables en la dinámica social), las instituciones, en la medida en que inician una modalidad específica de relación social, en la medida en que tienden a formar y socializar a los individuos de acuerdo con un patrón (pattern) específico y en que tienen la voluntad de prolongar un estado de cosas, desempeñan un papel esencial en la regulación social global. En efecto, su finalidad primordial es colaborar con el mantenimiento o renovación de las fuerzas vivas de la comunidad, permitiendo a los seres humanos ser capaces de vivir, amar, trabajar, cambiar y tal vez crear el mundo a su imagen. SU FINALIDAD ES DE EXISTENCIA, NO DE PRODUCCIÓN; se centran en las relaciones humanas, en la trama simbólica e imaginaria donde ellas se inscriben y no en las relaciones económicas.” (Enriquez, en Kaees, ob.cit. pág:84). 18 Las Instituciones Educativas: Instituciones de Existencia Todo conjunto educativo (organización- establecimiento) son instituciones de existencia en el sentido que lo sintetizamos antes. En primer lugar, porque ellas tienen un papel primordial en la formación social global; papel uno y múltiple; desde la regulación, la reproducción y transmisión hacia el cambio y la transformación. En segundo lugar, porque ellas tienen una función esencial para los seres humanos- “función psíquica”, en tanto posibilitan el desarrollo de la identidad de cada sujeto singular; función de socialización, en tanto posibilitan la humanización en términos de “hacerse” un humano reconocible como miembro de una sociedad, y una cultura; función social en tanto posibilitan la constitución de cada sujeto como sujeto social, en el trabajo y las relaciones sociales; funciones aún más básicas como posibilitar, o no, el desarrollo biológica y la sobrevivencia al que, en la complejidad de las sociedades actuales, no se efectiviza sino en las tramas de instituciones (familiares, educativas, terapéuticas). Si quisieramos hablar de las instituciones educativas en términos de “producción”, tendríamos que decir que su objetivo es “producir” sujetos educados, formados, capacitados, críticos, creativos… Lo cual instala en el corazón de la institución la “cuestión del sujeto” y, aunque sus resultados sean lo contrario, desplaza a los sujetos para privilegiar otros fines, la “cuestión del sujeto” reaparece; se hace sentir de mil maneras: en el fracaso, la violencia, la negatividad… Permanecer enmascarada, resistiendo. La importancia que la “cuestión del sujeto” tienen en las instituciones de existencia explica, como lo desarrollamos antes, que no podamos hablar solo de historia y debamos reconocer la historización originada en las relaciones humanas, en la trama simbólica e imaginaria donde ella alimenta sus significados. Es por esta razón que los escenarios educativos se inunden de subjetividad y personalismo; que de tanto trabajo la aventura del análisis en términos de simbolización que implique la confrontación crítica con la realidad. Pero lo más fuerte, y radical, que estas instituciones plantean son los problemas de la “alteridad”… “esto es, de la aceptación del otro en tanto sujeto pensante y autonomo por cada uno de los actores sociales que mantienen con él relaciones afectivas y vínculos intelectuales…” (Enriquez, ob.cit. p:85). No se trata tan sólo de la aceptación. La alteridad también plantea el conflicto y la rivalidad entre los miembros, angustias y peligros específicos, sacrificios y renunciamientos de los propios deseos y las pulsiones. Para resolverlos, o al menos, intentarlo, las instituciones crean valores, emblemas valiosos, normas y reglas que sirven como “ley organizadora” del espacio, el tiempo, la tarea y de la vida social y mental de los miembros que la forman. Para que este “orden simbólico” opere en el sentido de unificar y garantizar su poder regulatorio, también deberá favorecer las manifestaciones del deseo y pulsiones, fantasmas y proyecciones imaginarias a condición de que se metaforicen y metabolicen en deseos socialmente e institucionalmente, aceptables y valorados. 19 La normativa institucional prescribe y proscribe, premia y castiga. Regula pero no resuelve los conflictos, ellos son consustanciales a la vida institucional. Con frecuencia fracasa y reaviva los combates y los deseos de trasgresión. En las instituciones educativas la cuestión del sujeto, en particular los problemas de la alteridad, están siempre al rojo vivo. Por su parte, se trata de una alteridad asimétrica. A veces es asimetría total, adulto- niño; saber- no saber; poder de evaluar, acreditar- carencia de poder. A veces se trata de asimetría parcial, sólo en el eje de saber y el poder (entre dos adultos). Pero, básicamente, las relaciones primordiales (pedagógicas) en las instituciones educativas son asimétricas. Por ello el papel de la ley no es solo regulatoria sino formativa. Las instituciones educativas son instituciones en el sentido neto del término, compromete la existencia humana de modo sustantivo. Por ello resulta tan imperioso estudiar, a la luz de este concepto esencial, el sentido y el contenido que deberían tener tantas temáticas que se trasponen así, superficial y ligeramente: rendimiento, calidad, control de gestión, productividad, gestión directiva, orden y disciplina, excelencia. Quiero decir que el sentido y contenido de estos términos, no podría desconocer la finalidad primordial de estas instituciones: permitir a los seres humanos que allí se forman y trabajan, aprenden y enseñan, a ser capaces de vivir, amar, trabajar, cambiar y, tal vez, crear el mundo a su imagen. Las Instancias en Juego Cuando hablamos de lo institucional usamos una multiplicidad de términos, institución, espacio institucional, ámbito o dimensión institucional. En términos más concreto nos lo representamos como un edificio, un nombre, directivos o jefes, grupos, acciones, horarios… Nosotros nos referimos a ello como “la instancia institucional en sí”, equiparable a la organización en términos de una formación que concreta las instituciones. Se trata de una entidad diferenciable, con límites o barreras estructurales a partir de las cuales son posibles, no solo los procesos internos de autoproducción, sino los intercambios con el exterior, diferenciación, identidad e intercambios solo posibles si existe un campo (interior) delimitado. La constitución de una institución (institucionalización) instituye fronteras, más o menos precisas, más o menos permeables, entre el adentro y el afuera; decide sobre los individuos que la integran, sobre los extraños; genera proyectos, planes, programas; edifica una estructura organizativa; favorece u obstaculiza procesos de cambio; genera mecanismos y modos de regulación de conflictos. En síntesis, produce una cultura institucional… “nociones sistematizadas, sin que se sepa como, admitidas por todos; nociones que dirigen las actividades cotidianas de las que sirven individuos y grupos para orientarse en un mundo que de otro modo permanecería opaco” (Geertz; 1983). En un sentido más puntual la cultura institucional se presenta como un sistema de valores y normas 20 legitimadas por algo sagrado (mítico, religioso, científico, técnico) que atribuye un sentido preestablecido a las prácticas, cierta manera de pensar y sentir que oriente la conducta de los sujetos hacia los fines y metas institucionales. Cultura que tiende a homogeneizar, borrar la individuación en términos de pensar y actuar po sí mismo, para pensar y conducirse según un modelo común. Instancia de la institución en si que para constituirse requiere impedir la discriminación individualista de individuos y grupos, limitar el reconocimiento de los otros a otro análogo estructurados por un modelo común. Sin embargo esos mismos individuos y grupos, que forman lo que denominamos “instancia del sujeto”, reaparecen en cada suceso institucional, acomodándose o resistiéndose, pasiva o activamente. Constituyendo las instituciones y constituyéndose como sujeto psíquico y social. Contradictoria posición de los sujetos en la institución, fuente de lo que denominamos el malestar institucional. Así el individuo no pude advertir como ser humano si no es apuntalándose en el campo social y este campo social no se le aparece sino mediado por las instituciones; mucho más cuanto más complejas son las sociedades. Individuo e instituciones están unidos por lazos de necesidad mutua. Es más, las instituciones siempre están presentes en el interior del sujeto, promoviendo y permitiendo su identificación. Sin embargo, ni la institución, ni la cultura institucional, a través del proceso de socialización que constantemente promueve, puede determinar por completo la conducta de los individuos, sus posicionamientos dentro y respecto a ella. El sujeto se resiste, busca o defiende su derecho a la libertad individual contra el reclamo y la voluntad del colectivo institucional. Pero… no siempre lo busca, ni siempre lo reclama; a veces lo exige de tal modo que se hace nómade o extraño, ataca la integridad y el funcionamiento institucional. En resumen, para comprender una dinámica, conflictos, crisis, desarrollos o desaparición de una institucional no es posible obviar el análisis institucional en la “instancia del sujeto”. Es esencial destacar que tanto las instituciones como los individuos y los grupos se constituyen a partir y siguiendo demandas y criterios de la sociedad. En efecto, la sociedad define culturas. Construye representaciones colectivas, simbólicas e imaginarias, que orienta tanto el funcionamiento institucional como la conducta de los hombres. Se trata, entonces, de la “instancia social” de lo institucional. Efectivamente, las instituciones, más allá de sus fronteras, se apuntalan, encuentran su sentido, en el campo social. Por un lado en los intereses, acciones y luchas de grupos y sectores respecto a ellas; por otro, en los sistemas de normas y valores legitimados que les sirven de fundamento. Instancia de la institución en sí; instancia del sujeto; instancia social. Quedaría mencionar una instancia interinstitucional, campo de articulaciones, oposiciones, inclusiones, etc. en tanto, como lo señalamos antes, toda institución se conforma apoyada en otras, en oposición a otras, absorbiendo otras. Matriz Institucional A esta altura de nuestra comunicación quedan evidentes dos nociones. 21 Que en una institución, una escuela por ejemplo, convergen otras instituciones. Gustamos de decir que la institución está “atravesada” por instituciones de distinta naturaleza. Se trata de atravesamientos que pueden ser evidentes por el efecto que producen en el funcionamiento institucional; pueden, también, operar desde un plano no explícito. Se necesita bastante análisis para sacar a la luz su presencia y su efecto. Puede ocurrir que ellas se modifiquen, en su impacto o efecto, a lo largo de la historia de la institución y la sociedad. Podríamos decir que la institución del trabajo y la del salario tienen mucha fuerza como estructurante de la dinámica escolar hoy; entre otras razones por el papel que el trabajo y el salario tienen en un contexto social en crisis estructural. Tres décadas atrás el impacto de ellas era menor y diferente en su significación. Tres décadas atrás, por su parte, el papel que tenían las instituciones políticas en el escenario educativo era muy significativo y distinto al actual. Medio siglo atrás la incidencia de las instituciones religiosas en la educación era mucho más fuerte y contundente que en la actualidad, al menos en nuestro país. La segunda noción, que vamos a desarrollar más largamente, es que “la institución” es, en realidad, una multiplicidad de instituciones. Metafóricamente, podríamos hablar de los múltiples rostros de la institución. El concepto de instancia es un concepto formal, una categoría. La usamos aquí para referirnos a componentes constitutivos de todo fenómeno institucional. En cada acontecimiento de la vida institucional se van a hacer presentes estas instancias- de la institución en sí, del sujeto y de lo social- construyéndolo. Por su parte, si nos ubicamos en el plano de una institución- establecimiento, los sucesos, acontecimientos y procesos, pueden ser ordenados por otras categorías, también formales, a las que denominamos “dimensiones”. Así hablamos de dimensión normativa; organizacional; ideológica, cultural; también de otras tan singulares como el espacio y el tiempo institucional, dimensión histórica, contextual, de las prácticas. En fin, la categorización puede ser extensísima. Cada corriente teórica privilegia unas y deja de lado otras. Algunas ocupan un lugar central y determinante, otras subordinadas o como efectos. La elección de un sistema categorial, para describir y teorizar lo institucional, contiene siempre una cuota de arbitrariedad. Aunque el estudioso aspira a que las categorías que elige sean las más pertinentes, sensibles y se acerquen lo más posible a como son las instituciones en la realidad, nunca se logra ese ideal isomórfico entre los conceptos que usamos para describir, explicar, teorizar el objeto y el objeto mismo. La Institución, multiplicidad de instancias y multiplicidad de dimensiones. ¡Cuanta complejidad! La institución global, y cada instancia, puede ser analizada según la dimensión de lo instituido, de lo instituyente y de la institucionalización. A esta altura podría pensarse que estamos haciendo un juego clasificatorio de escasa aplicación en la práctica del estudio y el diálogo institucional. Puede que así sea. Reconocemos que si quisiéramos estudiar instituciones educativas, aplicando la totalidad del sistema categorial que estamos describiendo, sería un emprendimiento que nos llevaría 22 años. Se requeriría montar todo un programa de investigación institucional. ¡Así debería ser! En la realidad es imposible; al menos con las condiciones con la que contamos y en las que realizamos las investigaciones. En la práctica nos limitamos a trabajar con una o dos instancias, en una o dos dimensiones. Más allá de estas limitaciones, es importante que mantengamos la exigencia en la teorización; al menos para saber cuanto nos falta. En rigor de verdad, y ya que iniciamos este comentario acerca de lo que sucede en la práctica de la investigación, y la intervención institucional, es muy difícil abarcar una institución, ni un establecimiento en su totalidad; aunque esta fuera la meta y el ideal. Continuemos… De lo dicho hasta aquí diremos el siguiente postulado: El concepto (herramienta) más apropiado para dar cuenta de la multiplicidad de instancias y dimensiones de los fenómenos institucionales, es el concepto de MATRIZ. Matriz, si consideramos a las instituciones como sistemas de instancias y dimensiones. Matriz, si consideramos a las instituciones como formación que mediatiza, y gesta, el advenimiento del individuo humano a su cultura. Matriz, si la tomamos como modelo matrizante, prefigurante, estructurante del sujeto y sus prácticas. (Garay “El sujeto, su hacer y lo institucional”). Por su parte es el concepto de MATRIZ DE DATOS (Galtung; 1968) el que podría contener los datos, sus relaciones, sus entrecruzamientos, de y entre las instancias. Así como una sucesión de matrices nos daría cuenta de los movimientos de cambios o transformación institucional. Lo más relevante es que sólo una Matriz de Datos daría cuenta y respetaría un aspecto fundamental: la LÓGICA TRIPARTITA que es la lógica de los fenómenos institucionales. Efectivamente, todo fenómeno institucional tiene, en su constitución una estructura tripartita de base, (que puede desagregarse como estructura cuádruple, quíntuple, etc.). Lo que esto significa es que la estructura de instancias, dimensiones, variables de cada fenómeno, nunca es binaria, sino ternaria como base mínima. Veamos un ejemplo. Si estuviéramos estudiando un conflicto institucional en un establecimiento escolar (entre el directivo y los docentes) este se localizará en alguna dimensión, o en varias (la organización pedagógica, el trabajo, la autoridad). Otras instancias podrán intervenir, y ser determinantes, el contexto o parte de él (los padres, el sindicato), la historia de la relación docentedirectiva y de la propia escuela. Otro ejemplo. Cuando un sujeto (docente o alumno) se incorpora a un establecimiento, se incorpora, de algún modo, a una triple relación: la del individuo con la institución; la del individuo con el o los grupos y a una relación, menos evidente, individuo con el grupo con la institución (puede ser un grupo marginado) preceden a la incorporación del individuo. En particular si ese grupo está obligadamente preformado por la división del trabajo allí existente. 23 Los ejemplos expuestos nos muestran que la estructura institucional nunca es binaria, aunque en la superficie o al observador aparezca como tal. Quiero completar esto con un llamado de atención acerca de reducir la descripción y el análisis de los fenómenos institucionales a ordenes lógicos binarios. Sistemas categoriales de pares dicotómicos que capturan y reducen la pluralidad y diversidad que caracteriza a las instituciones, los sujetos y a sus prácticas. Esta reducción de la diversidad dialéctica a formulaciones binarias de pares antitéticos (ausenciapresencia; integrado- no integrado; autoritario- democrático), que encontramos en tantas investigaciones y teorías institucionales, ¿es un simple postulado metodológico, una manera de tratar lo institucional porque no se conoce otra, o da cuenta de oposiciones ontológicas? No desconocemos que el dominio de la lógica binaria, la lógica de las computadoras, es un fenómeno de la cultura contemporánea. Como dice Laplanche sostenida, quizás, porque da al hombre una ilusión de dominio, incluso de los prolongamientos angustiantes de su mundo interior, al reducir el universo social y cultural (institucional) a sus células estructurales más esqueléticas. La matriz de datos, producto de nuestro hacer investigativo singular, remite a las otras matrices: a las instituciones históricas concretas, donde seres vivientes actúan, organizados en torno al esfuerzo de producir, educar, asistir… Inmersos en lo cotidiano; en los dramáticos conflictos que producen la interacción, el poder, las identificaciones, los afectos. No como sujetos solitarios sino como miembro de una comunidad, de la sociedad, de otras instituciones. Es decir de un contexto y una historia donde las instituciones se generan y articulan. De este modo será muy difícil que una matriz formal. Producto de nuestra construcción categorial, refleje fielmente las matrices institucionales vivientes. Lo Institucional y Sus Registros. Hechos, Sucesos, Acontecimientos. Lo Simbólico ¿Qué es la materia de lo institucional? ¿Cómo está compuesto? Cuando un directivo de una escuela se refiere a lo institucional (en sus trabajosos “diagnósticos institucionales”), lo hace en términos de hechos observables, cuantificables. Lo humano, instancia del sujeto, se describe en término de relaciones humanas; siempre equilibradas y sin conflictos. Para la ciencia positiva lo institucional se describe solo en términos de variables operacionalizadas en indicadores empíricos. Estas variables estarían articuladas según supuestos de racionalidad y funcionalidad. La relación entre los individuos y la institución estaría ordenada por la misma lógica racional. Cuando repasamos nuestra experiencia institucional, reconocemos, en efecto, esas dimensiones y variables; reconocemos interacciones entre individuos y grupos, sucesos, acontecimientos, productos; todos observables, descriptibles por medio de indicadores, cuantificables. Pero, la racionalidad de los sucesos, la funcionalidad de los comportamientos se nos desdibujan. La lógica que esperamos encontrar, como si la institución fuera un organismo viviente gobernado por el principio de equilibrio, está constantemente desplazada por la irracionalidad, el desequilibrio, la disfuncionalidad. 24 Ejemplificaremos con sucesos en dos escuelas. En una, con un edificio en buenas condiciones, aunque insuficiente ante el crecimiento de la población estudiantil y docente- es decir con “problemas de espacio”- destinan su mejor sala para uso del director. La misma permanece cerrada muchísimas veces ya que el director está ausente por exigencias de la función: reuniones, comisiones de trabajo, trámites. Por su parte, la Secretaría Académica, que por costumbre funciona como lugar de reunión de profesores, ocupa un lugar que es menos de la mitad de la sala de dirección. Otra escuela mantiene celosamente cerrada su sala de maestros, negándole el uso de la misma a los profesores de la escuela secundaria vespertina, con quien comparte el edificio, originalmente suyo. ¿Qué está aquí determinado en la distribución y uso del espacio? Siguiendo un principio de racionalidad el espacio debería distribuirse según las necesidades de las tareas y la cantidad de personas que tengan que usarla. ¿Cómo explicar racionalmente qué diferencias tienen los docentes primarios y secundarios (todas mujeres adultas) para que se le niegue el uso de la sala? Cuando los implicados explican esta evidente irracionalidad aparecen argumentos y sentidos que se originan en otra fuente distinta a los principios de racionalidad y funcionalidad. “Es necesario sostener la imagen de la escuela, de la importancia para la comunidad que valora los detalles; la dirección tiene que tener la mejor pieza, la dirección es la cara de la escuela” (extracto de entrevista, carpeta de casos. Cátedra de Análisis Institucional, 1992). Como se aprecia, es necesario sostener un valor y una imagen a costa de sacrificar las tareas y el bienestar laboral de los docentes. Aquí impera otra lógica: lógica de la disfuncionalidad, que es la que verdaderamente organiza buena parte del hacer institucional. La naturaleza de lo institucional no es, entonces, sólo hechos, sucesos, acontecimientos (registro de los sucederes) observables a través de indicadores empíricos directos. SU FORMA DE SER MÁS ESCENCIAL ES LO SIMBÓLICO, dice Cornelius Castoriadis. “Todo lo que se nos presenta en el mundo social histórico pasa indefectiblemente por la urdiembre de lo simbólico (nosotros lo llamamos registro simbólico de lo institucional). Los actos reales, individuales o colectivos, -el trabajo, el consumo, la guerra, el amor, el parto- los innumerables productos materiales sin los cuales ninguna sociedad podría vivir un instante no son, no siempre ni directamente, SÍMBOLOS. Pero unos y otros son imposibles fuera de una RED SIMBÓLICA.” En primer lugar encontramos lo simbólico en el LENGUAJE y en las INSTITUCIONES. La acción institucional, como todo comportamiento social, no es comprensible fuera de la red simbólica que lo genera y del universo imaginario que ella misma engendra, dentro de un campo determinado de relaciones sociales, en el contexto determinado de una cultura. 25 ¿Cómo orientarnos para comprender la acción institucional, en los ejemplos que hemos relatado? Podemos relevar la presencia o ausencia de acciones, las interacciones, estudiar su frecuencia, evaluar la calidad de las mismas en relación a las funciones institucionales. Todo esto es necesario conocerlo pero, aún así, no podríamos explicar realmente el por qué una acción toma ese curso o tienen tal efecto. Entendemos que para alcanzar esta comprensión tenemos que apelar a desentrañar, reconstruir los SENTIDOS de la acción. Por un lado el sentido que la engendra, que determina su PRODUCCIÓN; por el otro, el sentido que se le atribuye en el RECONOCIMIENTO, que los otros no actores en la situación, le atribuyen. Efectivamente, los SUCEDERES, como sucesión de hechos, interacciones, espacios, tiempos, no tienen SIGNIFICACIÓN en si mismos; no son portadores de significación por sí mismos. Esta, la significación, es producto de una OPERACIÓN DE SIGNIFICAR, investimento de sentido a las acciones, que aparece en las REPRESENTACIONES que los sujetos realizan de ellas. Representación contiene percepción y significación al mismo tiempo. “Es una operación psíquica que permite metabolizar los objetos para hacerlos compatibles con los esquemas, valores e ideales del sujeto” (P. Aulagnier). ¿Cómo puede ser capturado este sentido si, por su parte, los actores no lo portan y, por otra, los actores no son concientes de ello? No ser conciente de esta atribución, no quiere decir, necesariamente, inconsciente; aunque contenidos inconscientes estén presentes en ellas. Quiere decir que la significación está naturalmente incluida en el acto de representar, de pensar. En efecto, toda vez que el pensamiento supera las etapas primitivas de su constitución, contiene la SIGNIFICACIÓN SOCIAL que, por la vía del lenguaje que los enuncia, contienen los objetos y los actos; tanto como las significaciones intrasubjetivas (resignificaciones) que los individuos singulares generan acerca de ellos. Para contestar la pregunta que formulamos antes debemos remitirnos a la INSTANCIA SIMBÓLICA como la fuente de toda significación y de la propia posibilidad de pensar y significar. El Orden Simbólico Cada institución se inscribe en un orden simbólico, social y cultural global, a la vez constituye su propia TRAMA simbólica. Las instituciones educativas tienen en la instancia simbólica una doble inscripción: se generan en el campo simbólico social, son netamente culturales; y tienen respecto a ella un lugar privilegiado en la función de transmisión y reproducción del orden simbólico. Socializan a los individuos en ese orden contribuyendo a formar su identidad social y cultural. También, por supuesto, se constituye la trama simbólica particular. El ORDEN SOMBÓLICO, un componente junto con el universo imaginario de esta instancia, es un sistema de símbolos sancionados. Consiste en atribuir a determinados símbolos (a determinados significantes) unos significados (especificaciones, atribuciones, ordenes, prescripciones, premios, sanciones, etc.) referidos tanto a objetos, acciones, a los sujetos, como a la institución misma. 26 El orden simbólico hace valer los símbolos como tales: hace del vínculo entre los individuos y estos símbolos, un vínculo más o menos forzoso, obligatorio. Los símbolos no sólo designan objetos sino relaciones; conjunto de relaciones posibles, sancionadas, prescriptas. Se trata de ordenar relaciones que trascienden la singularidad de los individuos que, transitoriamente, ocupan una posición o desempeñan una función en la institución. Remiten a la universalidad. Un símbolo es un signo abstracto que significa, designa objetos, actos, sentidos; no contiene nada de la observación directa de ellos. La función “ordenadora” de estos signos es colocar a los objetos y los sujetos (y sus actos) en una red de relaciones articuladas, causales y posibles, regidas por leyes dentro de un sistema. Sistema que engendra las leyes relacionales presentes en la totalidad de los términos del sistema. Hay una porción privilegiada del orden simbólico: es la que designa, en el escenario institucional POSICIONES y FUNCIONES. Maestra, profesor, preceptor, supervisor o director; son funciones y posiciones prescriptas, desde lo simbólico, regidas por una legalidad en el marco del Sistema Educativo. No contienen referencias a las personas singulares, ni a una práctica singular; tienen un nivel de abstracción y universalidad para que abarque a todos. Esta diferenciación conceptual es muy útil para pesar el escenario educativo, habitualmente impregnado de personalismo y subjetividad, que tiende a pensar una función o posición con los atributos de las personas que, temporariamente, ocupan el lugar, y no en términos de los contenidos universales de la prescripción. El carácter unipersonal de la función directiva, la generalizada representación qe que los directores son los únicos responsables de lo que sucede en la institución o que “el prestigio de un establecimiento depende del director que tenga”, están determinados por el orden simbólico instituido, algunos contenidos, explícitamente, en los reglamentos y otros, en las representaciones institucionales. El “autoritarismo” que frecuentemente se imputa a los directivos como producto de su “personalidad autoritaria” (Merton, 1960), su carácter dominante o sus ansias de poder, no suele ser otra cosa que el autoritarismo que, por definición, tiene en el orden simbólico de nuestro sistema educativo, la posición directiva. Por cierto que la persona que ocupa una posición no es neutra, introduce un estilo, a partir del cual puede “jugar la función” acentuando o no el autoritarismo, con flexibilidad o rigidez, incrementando las prohibiciones o transgrediéndolas. Muchas características que las funciones toman, la burocratización, por ejemplo, están en germen en el propio orden simbólico. En situaciones de conflicto institucional, no es lo mismo que un colectivo, a partir de la comprensión de esta diferencia, se proponga cambiar los sentidos y los contenidos simbólicos de una posición, que proponerse modificar a las personas que la ocupan con la creencia que de ese modo 27 modificarán la función. La sorpresa es mayúscula cuando un nuevo funcionario (esperado para que todo cambie) termina comportándose como el anterior. Otra función del orden simbólico, en realidad de la instancia en su conjunto, es crear SENTIDO. Que los sujetos, los colectivos, perciban como legítimas estas posiciones y funciones así como las relaciones que engendran. Legítimas significa percibirlas como necesarias, obligatorias, ideales, emblemáticas. Esta capacidad de determinar sentido y legalidad se la denomina EFICACIA SIMBÓLICA DEL ORDEN SIMBÓLICO. ¿En qué se funda esta eficacia simbólica? En primer lugar en VALORES, es decir IDEAS, afectada de cargas sagradas, trascendentes, mitológicas; pero también científicas y técnicas. En las instituciones de “existencia”, como las educativas, se encarnan en NORMAS LEGITIMADAS que atribuyen un fundamento irreductible y un sentido preestablecido a las prácticas (educativas) y a la vida de los seres humanos que son sus actores; instituyen maneras de pensar y sentir consideradas valiosas para y por el conjunto. El lograr este carácter conjuntista del sentido tiene un papel principal la SOCIALIZACIÓN INSTITUCIONAL. En el caso de los actores escolares, la eficacia del orden está asegurada por un largo proceso de permanencia, de escolarización. Efectivamente, en el caso del docente, se inicia en la institución como alumno (12 o 13 años), pasa por los institutos de formación (3 a 5 años), se refuerza en el perfeccionamiento previo a la incorporación y en la capacitación en el servicio. Desde este orden simbólico se instituyen identidades (ser escolar, estudiante, docente); se imponen nombres que son esencias sociales. Hasta no hace mucho una “maestra” era reconocible como tal en cualquier escenario (¿ahora no?). Su investidura era reconocida hasta en sus posturas corporales, su vestimenta, su lenguaje. Dice Pierre Bourdieu: “Instituir, asignar una esencia, una competencia, es imponer un derecho de ser que es un “deber ser”. Es significarle a alguien lo que es, en el espacio institucional, social y a veces, personal, y significarle que tiene que conducirse consecuentemente a como se le ha significado.” Se significan identidades pero, como lo repetimos varias veces, relaciones; se prescriben y proscriben relaciones; a veces de manera explícita en reglas, a veces de manera implícita indicadas por la “censura” y la autocensura. Un docente puede considerar a alguien “muy mala persona” y rechazar todo contacto con ella. Pero si esa “mala persona” ocupa una posición directiva, no podrá menos que reconocer la autoridad de que está investida (autoridad de función contenida en el orden simbólico) y obligarse a relacionarse con ella. Para que la relación se actúe no es necesario recurrir a sanciones. Actúa eficazmente el orden simbólico en que esta docente está socializada. La eficacia del orden no es absoluta; se deben dar ciertas condiciones para que opere. Condiciones tanto del orden como de los individuos y colectivos a él sometidos. El Orden Simbólico Institucional y el Orden Simbólico Social: 28 El orden simbólico escolar es una construcción que data de varios siglos; aunque sus contenidos y los sentidos que genera, han ido transformándose. Reconocemos si que esta producción no es creación nueva. La creación de lo simbólico no es libre, debe basarse en lo que está. En primer lugar, porque se basa en el lenguaje y este, para los individuos como para la institución, ya están ahí. El carácter simbólico de tres núcleos que vertebran la formación de maestros- lo moral, el conocimiento de su materia y el saber pedagógico- ya están presentes en la formación de los hermanos de las órdenes religiosas en el siglo XII, que fueron los primeros maestros en el sentido que hoy lo concebimos. Se han transformado los contenidos o la importancia de cada uno en distintas épocas, pero los ejes se han mantenido. Por su parte las sociedades construyen, a su vez, sus órdenes simbólicos. La educación como sus instituciones ocupan un lugar en estos órdenes que inciden, necesariamente, en la formación de las tramas simbólicas institucionales. Se podrá deducir que la eficacia de estas tramas será más fuerte cuando el orden simbólico social las confirme y legitime. De igual modo podrá suponerse que la transformación de lo simbólico institucional no es independiente de las transformaciones en lo social. Del mismo modo, es a partir de las relaciones entre la instancia institucional y la social contextual que el orden simbólico puede fracturarse, resquebrajarse, debilitarse. Precisamente el quiebre comienza con una pérdida de legitimidad y, por tanto, de su eficacia para ordenar, organizar las prácticas, los comportamientos, los modos de pensar y sentir. En varias ponencias hemos sostenido que la crisis actual de la educación y de la escuela es una crisis institucional estructural porque, precisamente, se ha roto, ha perdido legitimidad, el orden simbólico unívoco que estructuró las funciones y la vida institucional de la educación y la escuela argentina por más de un siglo. Los Sujetos y el Orden Simbólico: No obstante este reforzamiento que proviene de la instancia social, la autonomía de este orden no es absoluta y su poder organizador de la institución, las prácticas o la vida de los sujetos no es total. Es cierto que los sujetos y los colectivos pueden dejarse dominar por este orden (a veces necesitan que así sea), que enajene completamente sus prácticas pero, es cierto también que hay sujetos y grupos que pueden someter este orden a la reflexión y a la crítica simbolizante lúcida. Esto es posible porque los individuos en tanto SUJETOS, sujetos sociales, sujetos psíquicos, sujetos proyectados históricamente, no son pasivos. Toman POSICIONAMIENTOS en relación a las funciones que desempeñan, a las relaciones que los involucran. Intervienen activamente, POSICIONÁNDOSE, a partir de su capacidad singular de producir sentido y de RESIGNIFICAR introduciendo la SUBJETIVIDAD. Subjetividad que aparece en que y como se piensa, en que y como se vivencia. En los datos de la realidad institucional que se perciben y en los que se ignoran. En la atribución de significación a lo 29 que se percibe, de valores y afectos; en los deseos (o la ausencia de ellos) como intenciones de hacer o no hacer. Los sujetos pueden posicionarse con el silencio, con la no participación, quedándose afuera; con la crítica o la transgresión. Pueden posicionarse conflictivamente o de modo ambiguo. También puede ser que sus posicionamientos coincidan, como en un espacio, con lo prescripto desde el orden simbólico. Si bien cada individuo es una unidad de sujetos múltiples, cada uno operando con su lógica (de allí sus posicionamientos variables y contradictorios), puede privilegiar una instancia: lo social, lo político e ideológico, lo afectivo, lo profesional y técnico, etc. Puede posicionarse desde su identificación (más fuerte) con otras instituciones (la familia, la iglesia, un credo). Puede posicionarse privilegiando la subjetividad intrapsíquica, o desde sus síntomas; o el modo más frecuente, desde el conflicto de dos o más de estas instancias. Es decir lo domine un posicionamiento conflictivo, circunstancia que incrementará su malestar e, incluso, introducir conflictos institucionales. Precisamente nuestros materiales de investigación en instituciones educativas nos muestran que esta es ka modalidad más frecuente de posicionamiento dentro de ellas; del docente, como de alumnos y estudiantes. Aceptar estos supuestos, muchos confirmados por los datos, implica reconocer que allí, donde suponemos unicidad, homogeneidad, hay heterogeneidad, diferenciación; más allá, por cierto, de la intención de toda institución que tiende y busca esa unicidad y homogeneidad. Esta heterogeneidad no es en absoluto, dispersión. Hacerse sujeto (sujetado a la cultura) es una construcción en la que el proceso de SOCIALIZACIÓN ocupa un lugar central. Socialización mediatizada por las instituciones (lenguaje, familia) que al ser común a una sociedad y a una época, al estar atravesada por el orden simbólico social, genera sujetos que comparten zonas de identidad común, zonas de homogeneidad. “Los otros, el prójimo, en estas condiciones, no es más que otro nosotros mismos, un doble, que debe experimentar sentimientos análogos a los de cualquier participante de la cultura y conducirse según un modelo común” (Enriquez; pág:53, op.cit.). Sin este proceso las interacciones, las relaciones o las instituciones mismas serían imposibles. Identidad mínima, de código y significación, sin la cual tampoco es posible la diferenciación singular. Porque los sujetos son activos en generar sentido, tanto en la producción de sucesos institucionales como en su reconocimiento, es posible comprender por qué ente un orden simbólico unívoco en el sistema educativo, cada unidad institucional, cada establecimiento, reconstruye y resignifica, produciendo redes simbólicas singulares, tramas, relaciones propias, cultura, dinámica escolar diferenciada. En síntesis, una marca (¿identidad?), un perfil institucional que nos hace afirmar, y verificar, que no hay “dos escuelas iguales”. El Registro Imaginario en la Institución: Desde el momento en que los seres humanos nos reunimos en y por la institución, para trabajar, aprender, proyectar, sostener y sostenernos; que compartimos espacios, tiempos y prácticas con un 30 lenguaje común, generamos representaciones, flujo de IMÁGENES, comunes y también singulares. Pero también afectamos, INVESTIMOS, estas imágenes de sentimientos, deseos, miedos… que movilizan o paralizan a partir de que ponen en acción la economía libidinal del individuo humano. Así, algunos sujetos se encierran en sí mismos defendiéndose de imágenes y sentimientos que consideran amenazantes; otros se posicionan resignadamente en la situación; otros se excitan y se manifiestan superactivos; otros no toleran y huyen faltando o enfermándose misteriosamente. Lo cierto es que las prácticas, la propia vida institucional, así como está estructurada por el orden simbólico, también está, en mayor o menor medida, prisionera de estas tramas que, como telarañas, constituyen el UNIVERSO IMAGINARIO INSTITUCIONAL. Veamos ejemplos de situaciones institucionales. Una reunión de docentes de tercer año, segunda sección, convocada a solicitud de ellos mismos para decidir una medida disciplinaria colectiva, lleva mucho tiempo discutiendo sin poder decidir. Personaliza los actos de indisciplina de los alumnos a los que interpreta como “ataques al docente”; da lugar a acusaciones entre ellos sobre sus condiciones de autoridad y hasta de sus competencias como enseñantes. Cree descubrir intenciones maquiavélicas en la preceptora que “acusaría a los chicos”; rechazan la información concreta sobre los sucesos y sobre quienes estuvieron realmente participando. Finalmente no logran acuerdo sobre la medida y se retiran sin decidir. Entrevistados brevemente varios de ellos acerca de “como explican los sucesos”, aparece una imagen común: “la Directora abandona a sus docentes a las agresiones de sus alumnos; no impone autoridad, obligándolos a ellos a asumir el lugar de malos de la película”. La reunión toma este carácter inútil y los docentes se comportan así porque están invadidos de sentimientos, por un lado de abandono, desprotección y, por otro de temor de ser injustos y por tanto a la “venganza” de sus alumnos. Uno podría suponer que estos docentes están unidos, solamente, por el interés común, por la misma posición institucional, y, por lo tanto, su comportamiento para decidir estaría dominado por la racionalidad y la solidaridad de función. Que bastaría articular datos, sucesos, aplicar el reglamento para decidir la sanción. Sin embargo, cada uno de ellos estaba posicionado en la tarea y en la situación también, a partir de la trama imaginaria individual y de conjunto (sobre la autoridad, la directora, los alumnos), por el poder de estos imaginarios y los sentimientos de desencadenan. Si bien todo puede ser objeto de estos imaginarios, hay algunos fenómenos que se hacen privilegiados por su poder organizador de las dinámicas institucionales; tanto más efectivos cuanto más profundo y desconocidos son (fantasmas). También hay que decir que el efecto de los imaginarios depende de sus contenidos, más o menos ligados a procesos primarios, que organizan dinámicas regresivas o progresivas. (Fernández, L. 1994) Estas construcciones imaginarias se edifican, especialmente, en los espacios vacíos de información que la organización deja. En efecto, los sujetos construyen un mundo propio, en primer lugar con lo que está a su alcance, con lo que la organización le permite acceder; en segundo lugar por lo que se “quiere ver y escuchar”, es decir mediatizado por su subjetividad. 31 También las instituciones construirán estos mundos propios: discurso de la institución sobre sí misma. En su registro imaginario, estos discursos, contienen enunciados acerca de lo que la institución es, lo que tiene, lo que le falta, lo que anhela, lo que proyecta; sus zonas periféricas y ocultas, sus héroes y villanos. Verdaderas “novelas”, a veces trágicas o cómicas. Estos enunciados imaginarios cumplen distintas funciones. Una, son usados por la institución para atraer y atrapar en sus metas y demandas, reclamando una identificación y una entrega total. Tratará de ocupar con sus demandas la totalidad del espacio psíquico del sujeto. Otra, en este caso para los individuos, podemos llamarla función TRANSACCIONAL. Los individuos vivencian la realidad institucional como algo complejo, fragmentada, llena de vericuetos, zonas oscuras e incomprensibles. Una manera de explicarse, de asir esta cotidianeidad institucional es, precisamente, generando representaciones imaginarias que funcionan como “explicaciones coherentes” a sus modos singulares de pensar y actuar en estos espacios; a los modos de actuar de los demás, a la institución en su conjunto. Verdaderas teorías que sustituyen el conocimiento objetivo, a la vez que dan soporte y justifican, a modo de transacción, su estar y permanecer en ella. Ubicado el sujeto entre el deseo de irse y la necesidad de permanecer, estos imaginarios son, para muchos, la única negociación posible de este constantemente renovado conflicto. Esto que aparece en el texto dramático de los individuos en la misma institución, aparece en el discurso de la institución sobre sí misma- cuando se encuentra a otras instituciones o a la sociedadTeorías imaginarias, muletillas repetidas; verdaderos mitos elevados al plano de “razones coherentes” de sus éxitos o fracasos, de sus conflictos y sus crisis. Quizás hoy, más que nunca, la escuela, ante su profunda crisis, exhibe en la superficie de su discurso, interno y público, estas teorías imaginarias ante sus crisis y sus fracasos. Negociación consigo misma y con la sociedad que le permite seguir siendo hegemónica aunque sea en pedazos. Por último debemos mencionar otra función del imaginario institucional: ser lo que nunca debe realizarse, sueño imposible, “imaginario radical (Castoriadis, C. 1989), para desde allí proporcionar impulso de búsqueda y elementos creativos indispensables para las ideas y la voluntad transformándola. La tarea que le incumbe es ser fuente de nuevos sentidos; salvaguardar el poder de invención, de creación de nuevos contenidos simbólicos, de emblemas para el cambio. Difícil tarea esta, ya que por su tendencia a la desmesura, y su anclaje en la estructura libidinal, amenaza a la institución y a los individuos, de apresurarlos en la trampa de sus propios imaginarios. Desconocer las condiciones estructurales de la realidad que posibilitarían transforma un imaginario en proyecto realizable. Este universo imaginario encuentra límites y topes, de lo contrario aparece la disrupción, amenaza de disolución; en la instancia del sujeto, la locura. En nuestras investigaciones, se observa que estos topes están puestos por el “orden simbólico”, sea este de naturaleza mítica (se retorna a los mitos de origen o a los fundadores para restablecer el orden), sagrada (se invoca a Dios o a los dioses como 32 “voluntad” que debe restituirse) o científica (se apela a la ciencia para retornan al camino “correcto”) cuando el orden está transgredido, fallado o derrumbado y en su lugar se instala el imperio de los imaginarios. Cuando la transgresión o ruptura alcanza la “ley” como tal y a los “principios del fundamento”, la institución está amenaza de disolución. Cuando hay transgresión “instituyente”, la ley y los principios del fundamento permanecen como organizadores institucionales, pero se transforman los contenidos y sentidos de las tramas simbólicas; aquí hablamos de cambio, de transformación institucional. Acerca del Análisis Institucional: Como verán hemos venido presentando conceptos que tienen como finalidad delimitar y caracterizar nuestro objeto de conocimiento y análisis. Por cierto que en términos genéricos y como tal, aplicables a todo tipo de instituciones. Por su parte, las instituciones son objeto de estudio de una gama de abordajes teóricos. Algunos constituidos en disciplinas instituidas en el escenario de las ciencias sociales y en los espacios académicos. Entre ellas, el Análisis Institucional (AI). El que, por su parte, tiende más a delimitarse por lo que es- como producto de su institucionalización como teoría y como práctica- que por la precisión de su objeto. Esto es así porque el principio de identidad de una disciplina, no procede de una convención subjetiva o de una adopción ideal de identidad; sino de una compleja trama de relaciones, interrelaciones, oposiciones con otras construcciones teóricas. Es decir de su singular institucionalización como disciplina y como práctica. Se impone reconocer que, fuera de los marcos académicos de la enseñanza del AI, ubicados en el lugar de operar (intervenir) en y con instituciones concretas, enfrenta dificultades teóricas y técnicas importantes. Después de 30 años de desarrollos y retrocesos, lo que hoy se conoce como Análisis Institucional, Movimiento Institucionalista u otras denominaciones parecidas, engloba un conjunto heterogéneo y fragmentario de teorías, técnicas, resultados de investigaciones e intervenciones institucionales. Más que eso, el origen de conceptos y teorías remiten a una diversidad de campos: sociología y psicología de las organizaciones, psicoanálisis y teorías del sujeto, sociologías del conflicto y el poder, pedagogía, psicología social, sociología y psicología del trabajo, lingüística, semiología, antropología… Esta dificultad no es solo atribuible al AI y a su carácter de ciencia aplicada y de técnica. La práctica teórica, la tarea de trabajar con conceptos, es la tarea científica más difícil. Si el AI quiere dar cuenta de fenómenos, como son las instituciones, que se producen en la realidad social de los procesos humanos y sus transformaciones, que se producen en el interior, tiene que reconocer que la identidad de esta especie de fenómenos es el resultado de un complejo proceso de interrelaciones, oposiciones y transformaciones y no de una identidad vacía o tautología de la institución consigo misma. Nuevamente aquí se nos aparece la triplicidad lógica de que hablamos antes: la del objeto mismo, por la cual el se va construyendo en la realidad; la de los conceptos con 33 los que se piensan las instituciones y la del sujeto que las piensa, el lenguaje y las condiciones histórico- sociales y materiales en que ese conocimiento es producido. Comprender porque el AI registra altibajos y dificultades en su desarrollo, no es posible si no lo remitimos a esta triple dialéctica. En primer lugar, la institución como objeto de conocimiento plantea obstáculos epistémicos que provienen de la naturaleza misma de los fenómenos institucionales. La institución, como formación social y cultural, es compleja en su multiplicidad de instancias, dimensiones y registros. Como campo de acción de los sujetos, individuales o colectivos, son sombreados laberintos. Producto y productora de procesos, inscripta en la historia social y en la historización singular, conocerlas plantea desafíos teóricos y metodológicos no siempre solucionables. Es llamativo, en relación a la institución educativa, el contraste entre la importancia que el discurso pedagógico concede a “lo institucional” y la escasez de investigaciones y estudios sistemáticos. La institución desarrolla su propia lógica y una multiplicidad de sentidos articulados a la diversidad de funciones que adquiere para la sociedad y los individuos. Efectivamente, allí se satisfacen otras necesidades amén de las educativas: económicas, laborales, de acreditación, asistenciales, de contención psíquica, de poder, de prestigio. Podríamos, entonces, hipotetizar que las dificultades (obstáculos) al análisis provienen de estas dos instancias. De las funciones sociales “no dichas” de la escuela (reproducción de la desigualdad social, legitimación de la injusticia, control social, marginalización) como de las funciones psíquicas (papel de los procesos identificatorios, contención de la ansiedad) que cumple en relación a los individuos. En otras palabras, una fuente de dificultad en el conocimiento de las instituciones, y por ende en la construcción de teoría institucional, proviene de la naturaleza misma de los procesos institucionales, de las funciones y sentidos que adquiere para la sociedad, los grupos y los individuos. Otra característica que tienen los procesos institucionales, en particular en su registro dinámico, es que se hacen visibles, salen del off en que habitualmente aparecen sino como vivencias de que la vida, el trabajo, el aprendizaje, está signado por el malestar, la insatisfacción, la improductividad; o bien en los que, comúnmente, se denomina “efectos no queridos”, “derecho de piso”, “costo social y personal”. En las instituciones educativas se cuela en el fracaso escolar, en los trastornos del aprendizaje, en la desadaptación escolar, en la indisciplina, en la apatía y el ausentismo docente, en la pérdida del sentido del trabajo. Efectos, dramáticamente actuados por los sujetos (docentes, alumnos, directivos). Por otra parte, el discurso institucional de la escuela sobre sí misma, ubica las causas de estos “efectos no queridos” en supuestas carencias o características de los sujetos que las padecen. Falta de inteligencia, de lenguaje, hábitos, de contención familiar, de formación o compromiso, en el caso del docente, se constituyen en “coartadas” que la absuelven de la incriminación. Desde esta posición se constituye un nuevo obstáculo al análisis, en tanto este conlleva la crítica como elaboración simbolizante. 34 Complementariamente, los sujetos viven las crisis institucionales con sufrimiento, lo que hace singularmente doloroso un análisis que trascienda la subjetividad o la ideología; es decir en el sentido en que lo planteamos antes, como elaboración simbolizante. Efectivamente, un proceso de análisis debe producir conocimiento, autoconocimiento institucional e individual, pero no evita el dolor que el encuentro con un “saber más verdadero” produce. Por otra parte, debemos atender al entrecruzamiento entre esta tarea de producción teórica, investigación e intervención institucional y la situación económico- política de la sociedad que origina, niega o rechaza la demanda de esta práctica. Desde este lugar debemos reconocer que el AI ocupa una posición marginal dentro de los enfoques con que hoy se estudian las instituciones o se interviene en su desarrollo. La hegemonía la tiene el Análisis Organizacional, la psicosociología de los grupos y el tratamiento de lo institucional en el encuadre de las “relaciones humanas”. Esta hegemonía es derivada del predominio que en la organización productiva y del trabajo, tiene el modelo de la gran empresa, la organización científica, racionalista e informatizada de la producción, la segmentación y flexibilización laboral; la separación entre dirección, administración y producción; nuevos diseños productivos y nuevos modelos de inserción de los sujetos en la organización y en el trabajo. Los ejes de interés institucional se han desplazado del sujeto en el trabajo, a la eficiencia y calidad del producto. El conocimiento valorado es el conocimiento técnico. Las teorías y estrategias de desarrollo organizacional orientadas por la búsqueda de la calidad total y las técnicas de selección de personal son las “estrellas” del momento. La transformación del Estado, la reconversión económica, la entrada a escena de la llamada sociedad salvaje, hace que los conflictos antes arbitrados por el Estado, sean reincorporados al seno mismo de las organizaciones, de los sectores y los grupos sociales. Estallan conflictos intra e interinstitucionales. Es decir, la crisis conmueve a las instituciones mismas como estructurantes (organizadores) de las prácticas humanas. Se rompen los lazos de solidaridad al interior de los colectivos de trabajo; se desarticulan las funciones de contención y sostén que estos colectivos tenían para los sujetos. Aparecen y se generalizan quiebres personales, comportamientos disruptivos en los colectivos. No todas las instituciones están afectadas, ni de la misma manera. Lo que se observa es la crisis en las instituciones públicas, en particular aquellas que satisfacen funciones sociales y humanas básicas: educación, salud, servicios sociales, justicia… También en este plano aparece la diferenciación y la segmentación. Las unidades más afectadas son las que prestan servicios a los sectores sociales populares. A riesgo de equivocarnos, diremos que son precisamente estas instituciones quienes demandan el análisis institucional: escuelas, hospitales, cooperativas, organizaciones comunitarias. Se impone recordar que el AI, en sus orígenes y primeros desarrollos, aparece unido a movimientos sociales y políticos de las clases subalternas, en las décadas 60 y 70; también a instituciones de servicios (salud y educación); a organizaciones populares (sindicatos, organizaciones barriales, 35 estudiantiles, campesinas). Muy pocas empresas u organizaciones productivas fueron analizadas desde la teoría institucional. Ante este panorama cabría preguntarse acerca del sentido del AI; de los efectos en la construcción teórica, en las estrategias metodológicas de diagnóstico e intervención, en la posición de quienes asumen esta práctica (analistas, asesores institucionales). Trataremos de abordar respuestas centrándonos en el Análisis Institucional de la Educación y sus Organizaciones. Hemos identificado y verificado dos órdenes de cuestiones. Una, que los procesos institucionales emergen, se hacen reconocibles y objetos de diagnóstico y análisis en momentos de crisis y conflicto. Otra, que la demanda proviene de instituciones de servicios que responden a necesidades sociales y humanas básicas, educación y salud por ejemplo. Una de las instancias del análisis que quedará afectada por estas cuestiones es la construcción teórica; tanto la arquitectura conceptual, como las hipótesis relacionales y las claves interpretativas. En tanto el campo institucional es un campo de conflictos, entre instancias, entre el sujeto y la institución, entre la institución y la sociedad, los sucesos institucionales son producidos y productores de conflictos. El sentido, el contenido y la significación de un suceso o proceso no podrá establecerse sino es por referencia a una posición en este campo institucional. Toda investigación de los fenómenos institucionales, aún aquella que busque el conocimiento como valor en sí, al ingresar al escenario empírico ingresa al escenario del conflicto y de hecho y aunque trate de mantenerse prescindente y en distancia quedará connotado por aquel. De allí que la mayoría de los estudios se transforman en alguna medida, en dispositivos de intervención o tienen efecto de intervención. Para que no suceda deberá mantener tal distancia que acabará por obtener resultados superficiales. Aún aquellas investigaciones que son rechazadas o interrumpidas por decisión del colectivo institucional, dejan alguna huella. Lo más frecuente es que la investigación, la búsqueda de datos como las teorizaciones se originen más que en el deseo puro de saber, en una “demanda” de alguien, del colectivo, de los directivos; aunque no esté formulada como tal, sea vaga y difusa. Puede ocurrir que no provenga de adentro de la institución sino del contexto o de la sociedad misma. Estas “realidades” complejizan el análisis incorporando un fenómeno, la implicación, que no tienen el estudio y la teorización de otros objetos sociales. Implicación del conjunto del proceso de investigación y análisis; implicación del investigador o analista, implicación de los resultados. En las investigaciones educativas el fenómeno de la implicación es múltiple y fuerte. Para empezar porque cada quien se ha formado y permanecido muchísimos años dentro de la institución. Este tránsito estará investido de significados, no siempre gratos, estará afectado por valores, marcado por experiencias. Será costoso un reconocimiento de la institución educativa desechando la representación y significación autoreferenciada. Será necesario, para no inhabilitarse, someter sus esquemas a una vigilancia crítica constante. 36 Por su parte, los escenarios escolares son, como en la familia, constantemente críticos. Esta condición se acentúa, cuando más pequeño en edad es el alumno. En general parece estar dominados por la perentoriedad en la resolución de cuestiones. Hemos presentado el Análisis Institucional a través de sus dificultades y limitaciones. No parece un buen comienzo. Sin embargo, los obstáculos existen siempre, lo importante es que podamos someterlos al propio análisis y de este modo sacarlos del universo imaginario en que suele quedar atrapada la propia práctica del análisis. “ EL CASO ANA”* La siguiente situación se desarrolla en una escuela pública de nivel EGB., que atiende a población de clase media que se ha visto afectada por la actual crisis económica y social. Ana es la directora de esta institución en la que trabajan 21 maestros de año y 5 de especialidades. Forma con otras dos compañeras el Equipo Directivo (ED) En el año 2004 observa una disminución en la demanda de vacantes, a punto tal que se presentan dificultades para completar la inscripción en el primer año, con el consecuente riesgo de cierre de secciones y pérdida de fuentes de trabajo, Por este motivo, concreta una reunión con todo el personal para informar sobre el estado de situación, que se lleva a cabo en el mes de febrero. Algunos de los docentes especiales no concurren a la convocatoria; otros se muestran indiferentes, excepto Julio, profesor de Educación Física, quien expresa que éste es “un problema de todos”. Finalmente, las tres secciones de primer año se abren con el mínimo de alumnos, lo cual constituye un riesgo para su futura continuidad. La situación descripta genera en el personal de la escuela, docente y no docente, una dinámica diferente que produce gran movilización; algunos se comprometen con actitudes positivas, mientras que otros evidencian actitudes de recelo y competencia. Sin duda todo esto repercute en los modos de comunicación institucionales. El equipo directivo propone crear un grupo de trabajo para la mejora de la imagen de la escuela. Plantea la idea en la siguiente reunión de personal y solicita que se anoten las personas voluntarias que deseen formar parte del mismo. Laura, docente de 7mo año, se anota enseguida. Roberto, como siempre, se suma rápidamente al equipo; es miembro de casi todos los que se forman en la institución. El resto del personal no manifiesta entusiasmo por añadirse a ellos. De tal manera que el equipo directivo, recurriendo al reglamento interno de la escuela, aplica el artículo que establece que todo integrante del plantel debe formar parte al menos de una comisión o grupo de trabajo. Así pues, dos docentes que incumplían aquella norma, tienen que añadirse para completar el grupo. Ana queda conforme con la distribución de tareas. Los grupos acuerdan reunirse una vez por mes. En agosto, el equipo directivo decide reunirse con los grupos de trabajo. Así se entera de que se han reunido una sola vez y no han podido llevar a cabo una sola acción de las planificadas. Esta situación reflejaba lo que Ana intuía por lo que se escuchaba en los pasillos. 37 Al indagar las causas de porqué la tarea quedó trunca, algunos aducen falta de tiempo, otros evaden las respuestas pero uno de los grupos de trabajo relata que analizaron datos estadísticos y llegaron a la conclusión de que el problema no sólo se encuentra en la disminución de matriculación inicial, sino también en las dificultades para sostener a los alumnos en la escuela. Detectaron un alto porcentaje de alumnos que no concluyen sus estudios o que lo hacen en un tiempo mayor al esperado y, en particular, un alto porcentaje de repitencia en el primer y segundo ciclo. El problema preocupó a este grupo en su momento - ya que no sólo está presente el riesgo de pérdida de fuentes laborales, sino también, los niveles de logros en los aprendizajes del alumnado-. Por este motivo, lo comentaron con otros docentes. Sin embargo, la respuesta que obtuvieron fue desalentadora. Muchos opinaron que, con la poca formación en hábitos en la familia y la falta de motivación por el aprendizaje, “la escuela no puede hacer más que lo que hace”. Incluso un docente les planteó de mal modo “que se estaban metiendo donde nadie los había llamado y que si seguían escarbando podían empeorar la situación”, “nos vamos a quedar sin trabajo”. Decidieron entonces postergar el análisis que estaban realizando ya que “no deseaban entrar en conflicto con sus propios pares”. En base a un caso del curso de capacitación para directores. AMMSAFE. 2004. Texto:La organización escolar: Contexto y texto de actuación Joaquín Gairín Sallán Colección: Aula Abierta Dirección: M. Antonia Casanova Editorial La Muralla, S.L., 1999 Constancia, 33 ñ 28002 Madrid ISBN: 84-7133-663-4 Depósito Legal: M-6.242-1999 1º edición, 1996. 2º edición, 1999. Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos 38 _______________________________________________________________________ ÍNDICE GENERAL INTRODUCCIÓN ................................................................................................... Pág.11 PARTE 1 LA ORGANIZACIÓN COMO APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LA REALIDAD 1. LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS COMO ÁMBITO DE ESTUDIO ................... 17 Una primera aproximación al estudio de la escuela................................................. 17 El sistema educativo............................................................................................ 22 El sistema escolar ............................................................................................... 27 La escuela como sistema .................................................................................... 29 Relaciones del sistema escuela con el sistema entorno ..................................... 33 Hacia una nueva conceptualización de escuela ...................................................... 39 Origen y evolución de la escuela ......................................................................... 39 La escuela en la actualidad ................................................................................. 42 La escuela del futuro ........................................................................................... 51 Una nueva conceptualización del término escuela .............................................. 59 Dimensiones en el estudio de la escuela ................................................................. 63 La dimensión institucional ................................................................................... 65 La dimensión pedagógica.................................................................................... 65 La dimensión didáctica ........................................................................................ 65 La dimensión orientativa...................................................................................... 65 La dimensión organizativa ................................................................................... 66 Las dimensiones específicas ............................................................................... 66 2. LA ORGANIZACIÓN COMO ÁMBITO DE ESTUDIO .............................................. 69 La sociedad y las organizaciones ............................................................................ 69 La organización y las organizaciones ...................................................................... 71 Organización, administración y gestión ................................................................... 79 Hacia un esquema comprensivo de las organizaciones .......................................... 83 Tipología de las organizaciones .............................................................................. 92 La escuela como organización .............................................................................. 102 3. LA ORGANIZACIÓN ESCOLAR ............................................................................ 111 Sobre el concepto de Organización escolar .......................................................... 111 La Organización escolar como práctica y tecnología ............................................. 114 La Organización escolar como conocimiento científico ......................................... 118 La Organización escolar como disciplina ............................................................... 122 Objeto y contenido de la Organización escolar ...................................................... 131 Hacia una especificación del contenido a desarrollar ........................................ 140 Algunas consideraciones finales ........................................................................ 145 4. EL PASADO Y EL PRESENTE DE LA ORGANIZACIÓN ESCOLAR ................... 149 39 Panorámica general sobre el desarrollo de la Organización escolar ..................... 149 Paradigmas en Organización escolar .................................................................... 153 Enfoques globales ................................................................................................. 160 Implicaciones de los modelos paradigmáticos en el análisis de las organizaciones escolares ...................................................................................... 170 El enfoque científico-racional ............................................................................ 174 El enfoque interpretativo-simbólico ................................................................... 181 El enfoque crítico ............................................................................................... 187 Hacia un modelo comprensivo de la realidad organizativa escolar ......................... 198 PARTE II LA ORGANIZACIÓN COMO CONTEXTO PARA LA ACCION 5 EL CURRICULUM COMO REFERENTE ............................................................... 205 El currículum como campo de intervención ........................................................... 205 La escuela como espacio del currículum ............................................................... 209 Currículum, organización e innovación .................................................................. 211 6. LA AUTONOMÍA INSTITUCIONAL COMO REQUISITO ....................................... 221 La evolución de los sistemas educativos ............................................................... 221 La descentralización como propuesta.................................................................... 222 La autonomía institucional como resultado/concreción .......................................... 234 Aspectos conceptuales de la autonomía institucional ............................................ 238 La autonomía institucional ................................................................................ 238 Justificación de la autonomía ........................................................................... 241 Los modelos y niveles de autonomía ............................................................... 247 Los usos y abusos de la autonomía ................................................................. 248 Aspectos contextuales de la autonomía constitucional .......................................... 251 La autonomía de los centros y el sistema escolar ............................................ 251 Autonomía institucional y planificación educativa participativa......................... 257 De la escuela del Estado a la escuela de la Comunidad ................................... 261 Los marcos de actuación................................................................................... 263 Las condiciones que favorecen la autonomía ................................................... 266 Los peligros o los riesgos que cabe afrontar ..................................................... 270 Las dudas y las esperanzas .............................................................................. 273 7. LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS COMO OBJETIVO ........ 277 Problemática conceptual ........................................................................................ 277 ¿Por qué se plantea la calidad?............................................................................. 284 El movimiento de escuelas eficaces como referencia............................................ 292 Algunas problemáticas a considerar ...................................................................... 296 PARTE III LA ORGANIZACIÓN COMO TEXTO PARA LA ACCIÓN 8. EL COMPROMISO CON LA CALIDAD. AREAS CLAVES ................................... 305 40 Hacia una delimitación de los ámbitos de interés .................................................. 305 El contexto externo ................................................................................................ 321 La autonomía institucional como requisito......................................................... 321 El papel de las autoridades ............................................................................... 332 El compromiso de los padres ............................................................................ 334 El contexto interno ................................................................................................. 336 La orientación general del centro educativo ...................................................... 337 El currículum como referencia básica................................................................ 341 La actuación del personal.................................................................................. 345 El liderazgo de los directivos ............................................................................. 348 El papel de los recursos .................................................................................... 355 El seguimiento y evaluación de actuaciones ..................................................... 358 El clima y la cultura como síntesis ......................................................................... 359 Clima y cultura, ¿dos caras de una misma realidad? ........................................ 360 El clima como resultado .................................................................................... 361 A la búsqueda del clima organizacional aceptable ............................................ 363 La cultura como soporte del cambio .................................................................. 364 La modificación de la cultura ............................................................................. 373 9. DE LA ORGANIZACIÓN QUE ENSEÑA A LA ORGANIZACIÓN QUE APRENDE ............................................................................................................. 377 La organización como marco y agente educativo .................................................. 378 La organización que aprende ................................................................................ 381 La naturaleza del aprendizaje perseguido ............................................................. 386 Las condiciones en que ha de darse ..................................................................... 389 Otros requisitos que lo favorecen .......................................................................... 390 10.LAS ESTRATEGIAS DE DINAMIZACIÓN ............................................................. 393 La intervención en centros educativos ................................................................... 393 El sentido de las estrategias .................................................................................. 396 Algunas posibles estrategias ................................................................................. 405 Estrategias de carácter global ............................................................................... 409 El Desarrollo Organizacional ............................................................................ 410 La Revisión Basada en la Escuela ................................................................... 416 La Reunión Departamental............................................................................... 422 El Desarrollo Colaborativo ................................................................................ 425 La Formación en Centros ................................................................................. 428 Otras estrategias de formación ........................................................................ 433 Otras propuestas .............................................................................................. 441 Estrategias operativas ........................................................................................... 450 Estrategias relacionadas con las funciones organizativas................................ 461 Algunas consideraciones finales ............................................................................ 465 A modo de conclusión............................................................................................ 470 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ............................................................................ 471 ÍNDICE DE CUADROS ............................................................................................... 499 41 ÍNDICE DE FIGURAS ................................................................................................. 501 _______________________________________________________________________ CAPÍTULO IV EL PASADO Y EL PRESENTE DE LA ORGANIZACIÓN ESCOLAR Establecido el carácter científico de la Organización escolar y delimitado su contenido nos preguntamos por su realidad. Bien es cierto que indagar sobre el presente no puede hacerse sin considerar el pasado y que ambos (presente y pasado) constituyen a su vez elementos fundamentadores de lo hasta aquí desarrollado. Panorámica general sobre el desarrollo de la Organización escolar No siempre la Organización escolar ha respondido a postulados científicos pudiendo identificar en su desarrollo períodos similares a los que han sufrido todas las ciencias y particularmente, las Ciencias de la Educación. Un análisis de los mitos más importantes que han acontecido en el desarrollo de la O.E. nos ayuda a conocer más profundamente este saber pero, además, puede ayudar a justificar el carácter autónomo, que no independiente, que tiene respecto a otros saberes. La configuración de la Organización escolar hasta llegar a su estado actual puede analizarse a través de tres etapas. a) Etapa precientífica Corresponde al período que García Hoz califica de estudios intuitivos, espontáneos o naturales y que acaba a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Se caracteriza porque la estructuración que se hace de los elementos u órganos escolares obedece al sentido común y no utiliza los conocimientos que proporcionan el análisis de experiencias pasadas. Representa en el tiempo toda la etapa anterior al nacimiento de la Pedagogía como Ciencia, que califica la actuación organizativa de artística y la centra en reflexiones sobre situaciones y actuaciones concretas. Las aportaciones, en tal sentido, son casuísticas y conforman un “recetario” con pocas posibilidades de aplicaciones diferenciadas. Desde la perspectiva de Alberto del Pozo (1978, 1984) que asumimos, podemos considerar en el período citado dos tipos de realizaciones: 1. La teórica, conformada por escritos que ofrecen, en algún sentido, una concepción de la Escuela como institución social. Al respecto, podemos hablar de las utopías, como propuestas que nunca se realizaron o que tuvieron una realidad parcial (La República de Platón, las Instituciones Oratorias de Quintiliano, los escritos de Luis Vives o la Didáctica Magna de Comenio), y de las obras de carácter político que recogen la normativa sobre ella (por ejemplo, los Estudios Generales del Rey Sabio, los escritos de Ratke a los príncipes alemanes, los planes educativos de la Ilustración, los Ayuntamientos de Pedro Simón Abril a Felipe II, etc.). 2. La práctica, integrada por el conjunto de realizaciones escolares de las diferentes épocas que en su momento tuvieron la consideración de modelos. Las escuelas de Victorino de Feltre, las de Saras Patak de Comenio o las de Pestalozzi y Basedou pueden ser ejemplos al respecto. b) Etapa de transición Este período coincide con los primeros intentos de fundamentar científicamente los 42 conocimientos, no siendo ajeno a él el desarrollo que tienen ciencias como la Biología, Antropología o Psicología. La Biología y Antropometría apoyaron la construcción de edificios y mobiliarios con investigaciones y estudios variados; la Psicología y la Higiene posibilitarían, por su parte, la producción de horarios, agrupaciones y técnicas de enseñanza más racionales. La escuela a la medida de Claparède puede ser un ejemplo del conjunto de realizaciones mencionadas. Sin embargo, desde una perspectiva actual, aún no podemos hablar de una concepción de la escuela como organización. La característica principal de esta etapa será, pues, la incipiente sistematización de la Organización escolar como disciplina. Asimismo, la investigación se puede considerar como parcial y se dirige al análisis de los elementos u órganos de la escuela apoyada en el aporte que las demás Ciencias de la Educación le ofrecen. c) Etapa científica A partir de los años 50 comienza un período caracterizado por la aplicación de teorías Organizativas, muchas de ellas procedentes del campo empresarial, que permiten conceptualizar la escuela como realidad organizativa y fundamentar científicamente los análisis y prácticas que se realizan. Aparecen también en esta época las primeras publicaciones, que se plantean el marco conceptual en el que se sitúa la Organización escolar. La Sociología, Sociometría y Relaciones Humanas se añaden a la influencia que ejercen los saberes anteriormente mencionados, potenciando un sentido más dinámico y humano de las organizaciones. Como ya bien señala Arturo de la Orden: “A la escuela, como campo vital de trabajo, se la considera dotada de un clima físico, higiénico y estético; pero, sobre todo, de un clima o atmósfera social, base fundamental de la eficiencia”. (1978b:13) El análisis hasta ahora realizado, aunque sea escueto, permite deducir un desarrollo de la Organización escolar muy reciente. Quizá por ello cabe justificar, como ya se señaló, las lagunas que en su estudio de encuentran. Por otra parte, no puede identificarse la Organización escolar como un apéndice de la Organización empresarial, pues si bien es cierto que han tenido planteamientos parecidos en algún momento, no siempre ha existido esa identificación o más bien similitud por utilizar una misma fuente de información. Cabe, asimismo, apuntar la diferencia de objetivos que presenta una escuela y una empresa, diferencia que supone estructuras distintas y sistemas relacionales también distintos. Al decir de Ciscar y Uría: “Ahora bien, las diferentes teorías no han ido influyendo en la Escuela de una manera sucesiva, según han ido apareciendo; algunas marcan su huella simultáneamente y con diferente intensidad, lo que hace que la evolución de la Organización escolar presente líneas diferentes a las de la empresarial”. (1986:82) Particularmente resulta clarificador, ante los intentos de conectar la Organización escolar y la Organización empresarial, recordar obras y autores significativos en ambos campos. Si consideramos, como la mayoría de los tratadistas, a Taylor (1911) y Fayol (1931) como los ini- 43 ciadores de la organización racional del trabajo, fundamentalmente orientada a las empresas, podemos dar cuenta de preocupaciones, estudios y tratados anteriores y paralelos que hablan de la necesidad de organizar las realidades educativas. Al respecto, pueden recogerse dos casos altamente significativos en España (Pozo Pardo, 1984:16): 1. Laureano Figuerola (1844) clasifica a las autoridades de quienes depende la escuela como directivas o inspectivas y como administrativas o gubernativas, mucho antes de aparecer la Dirección de las escuelas. 2. Pedro de Alcántara (1879), que dedica uno de sus tomos (IX) a las instituciones españolas y extranjeras, presenta una definición de Organización escolar: “conjunto de disposiciones por las que se rigen las Escuelas”. Obras más recientes de autores de principios del siglo XX, como las de Rufino Blanco (1927), Antonio Ballesteros y Fernando Sainz (1934) o la de Hernández Ruiz y otros (1954), podrían añadirse a la lista anterior. No parece necesario señalar la variedad de estudios que aparecen a partir de las obras indicadas. Sin embargo, sí que consideramos conveniente apuntar algunos de los factores que justifican el desarrollo cada vez más creciente que tiene la Organización escolar. Algunos factores que lo justifican son: a) La institucionalización de lo educativo. La creciente intervención del Estado en los procesos educativos deriva en un aumento del sistema escolar y en la necesidad de establecer criterios de racionalidad. b) La creciente complejidad de las instituciones educativas. El sistema escolar no sólo aumenta el número de centros educativos sino también su tamaño y funciones. Este factor, unido a la complejidad de las relaciones que los sistemas democráticos impulsan, genera la necesidad de buscar bases científicas de actuación que permitan atender adecuadamente las exigencias que impone la nueva realidad. c) El desarrollo industrial, que ha potenciado los estudios sobre procesos organizativos e impulsado la Ciencia de la organización y, paralelamente, la preocupación por su incidencia en la realidad escolar. d) El desarrollo de las Ciencias Sociales. Fundamentalmente la Sociología y la Psicología han aportado nuevas orientaciones al estudio del comportamiento de los grupos y de las personas dentro de las organizaciones, facilitando así nuevas perspectivas en la búsqueda de modelos propios de la Organización escolar. e) La experimentación pedagógica, que ha suministrado un tratamiento más científico a la educación y ha proporcionado nuevos instrumentos (mediciones psicopedagógicas, paradigmas de intervención, etc.) de actuación a las organizaciones. f) Los cambios legislativos, que han impulsado en nuestro país modelos de dirección determinada y, consecuentemente, el desarrollo de determinados estudios. g) Los procesos de descentralización y desconcentración, que han vitalizado los centros educativos al proporcionar una mayor autonomía de funcionamiento. Todo ello ha resaltado la importancia en la Organización escolar como un ámbito relevante para solucionar muchos de los problemas que la escuela tiene. De considerarse una disciplina de segundo orden, fundamentalmente en España, pasa a convertirse en un instrumento dinamizador de la actividad educativa y que trasciende lo puramente organizativo. “Así, por primera vez, se recurre a la Organización escolar para resolver problemas 44 didácticos o educativos, manteniendo idénticos los procedimientos anteriores que habían producido fracaso escolar, por ejemplo: - modificar la técnica del agrupamiento escolar, flexibilizándola, para resolver problemas de dificultades lectoras o matemáticas; - recurrir a la participación para eliminar cuestiones de indisciplina, contestación, demasiado frecuentes en el Ciclo Superior de la E.G.B.; - aumentar la eficiencia en los Centros Educativos porque la nueva Organización hace más racional el trabajo”. (Ciscar y Una, 1986:97) Paradigmas en la Organización escolar La evolución histórica de la Organización escolar y el conjunto de factores que la han conformado han fomentado el establecimiento de diversas tendencias. Su análisis se hace imprescindible para orientar con fundamento cualquier programa de actuación y seleccionar los principios y normas que han de facilitar la comprensión y actuación de las organizaciones escolares. Si bien la contribución de teóricos y académicos al campo general de la Organización fue escasa antes de 1950 y prácticamente inexistente antes de 1970, el interés creciente por esta disciplina ha fomentado el desarrollo de múltiples concepciones, teorías y técnicas que fundamentan la acción práctica47. Esta variedad de enfoques conceptuales y terminológicos bien pudieran dar la razón a Harold Koontz cuando habla de la selva de la teoría administrativa. En estas circunstancias, centramos nuestro análisis en conceptualizaciones globales, que nos permitan simplificar el ámbito de estudio y nos posibiliten, consecuentemente, una mayor profundidad. No despreciamos con ello el estudio específico de las diferentes teorías que sobre organización han existido y que han tenido y tienen indudable implicación en el campo de la Organización escolar. Sin embargo, entendemos que su análisis desborda el marco del presente trabajo, pudiendo consultar esquemas de síntesis sobre un enfoque general en Koontz, O'Donell y Wihrich (1985:47-49) y en Chiaveneto (1992:7); o sobre un enfoque psicológico en Weinert (1985:126-127). Por nuestra parte y como aproximación general presentamos los resúmenes de Lussato (1976) y Laffitte (1994). También pueden consultarse en detalle teorías organizativas en las obras de Lussato (1977), Sexton (1982), Zerilli (1985:53-74), Kliksberg (1990) y otras con más orientación educativa como las de Martínez y González (1984), Borrell (1989) o Muñoz y Román (1982). CUADRO 14 Teorías y escuelas de Organización (Lussato, 1976) Campos de las funciones de la empresa. Doctrinas de 47 Política general Tácticas y procedimiento s Estructura y función de las distribuciones Enlaces y comunicacion es Política personal Motivaciones Este contexto de apertura se debe, en opinión de Sáez Carreras (1989:25-29) a cambios sociales y científicos a los que no son ajenos aspectos como cambios de valores en ]a sociedad industrial, creciente conciencia política de corte democrático, críticas a enfoques positivistas y aportaciones epistemológicas como las de Kuhn, Feyerabend o Lakatos. 45 managemen t Escuela clásica (1900) Conservació Procedimiento Unidad de n de s de mando beneficio excepción Determinación Principio de de un abanico autoridad de subordinación Control a todos los Centralización niveles Definición estricta de las tareas Principio de oficialización de los informes Escuela neoclásica (1955) Maximizació n del beneficio asegurando la supervivenci a Objetivos secundarios manifestados en los centros de beneficio. Autocontrol Descentralizaci ón. Áreas de decisión cada vez más amplias hacia lo alto de la jerarquía. Cadenas de información lo más cortas hasta el utilizador con el fin de evitar las pérdidas y la inflación Escuela de las relaciones humanas (1939) Favorece el pleno empleo humano y profesional Adaptación de los grupos a los objetivos a alcanzar Mando participativo. Principio “buttom up” El superior es más bien un agente de comunicación inter e intragrupo Campos de las funciones de la empresa. Doctrinas de managemen t Política general Escuela de Satisfacción Tácticas y procedimiento s Definición de Estructura y función de las distribuciones Unidad de Principio del terrón de azúcar y del palo. Importancia Centralización de los de la sistemas de información estimulación monetarios Enlaces y comunicacion es Toma en Interés financiero. Delegación de las responsabilida des. Competición. Promoción proporcional a los resultados. Política personal Motivaciones 46 los sistemas sociales (1950) máxima del individuo las misiones mando limitado institucionales a los casos de conflicto Personalizació n de Principio del colectivos área de influencia consideración de las comunicacion es informales Toma en consideración del entorno No sectorizada Centralización Descentralizaci ón CUADRO 14 (Cont.) Teorías y escuelas de Organización (Lussato, 1976) Campos de las funciones de la empresa. Doctrinas de managemen t Política general Escuela de Satisfacción los máxima del sistemas individuo sociales (1950) Escuela de la investigaci ón operacional Tácticas y procedimiento s Estructura y función de las distribuciones Enlaces y comunicacion es Política personal Motivaciones Definición de Unidad de Toma en las misiones mando limitado consideración institucionales a los casos de de las conflicto comunicacion Personalizació es informales n de Principio del colectivos área de Toma en influencia consideración del entorno No sectorizada Centralización Descentralizaci ón Optimización Métodos de los PPBS. resultados cuantitativos Racionalizació n de las Las Gestión de informaciones recorrido cuantificadas sofisticada son preponderant 47 (1945) Teoría de los sistemas (1965) elecciones presupuestari as Coordinación de los potenciales para realizar el objetivo del sistema. Grupos de funciones de la empresa. Doctrinas de management Escuela clásica (1900) Regulación ciebernética global es Cada puesto es una caja negra, después un subsistema Estimación Relaciones humanas Motivaciones Sector comercial Seguridad estabilidad principio de objetivación Todos los enlaces son considerados bajo la forma de flujos unificados por un lenguaje Sector administrativo Sistema jerárquico y oficialización de comunicaciones Sector producción Cadenas de producción. Racionalización de los puestos y las tares Facturas Control del rendimiento Escuela neoclásica (1955) Equilibrio delicado entre motivaciones positivas y negativas. Agresividad comercial Relaciones públicas Importancia de la Marketing formación Grupos de funciones de la empresa. Doctrinas de management Relaciones humanas Motivaciones Sector comercial Sector administrativo Sector producción 48 Escuela de las relaciones humanas (1939) Instauración de un clima favorable Comités Intercambio de puntos de vista Puesta en condiciones favorable del personal. Bienestar confort. Cooperación amistosa. Se da preferencia al grupo sobre el individuo. Escuela de los sistemas sociales (1950) Modelos de resolución de conflictos internos Escuela de la investigación operacional (1945) Aprendizaje programado Líneas de comunicación cortas utilizadas en toda su longitud. Autodefinición de la información Estudios y modelos matemáticos Estudios y modelos matemáticos Estudios y modelos matemáticos Compartimentos Compartimentos Compartimentos de decisión de decisión de decisión Teoría de los sistemas (1965) Utilización intensa de los ordenadores Utilización intensa de los ordenadores Utilización intensa de los ordenadores Estudios y simulación que desemboca en la concepción y en la realización de instrumentos a medida Estudios y simulación que desemboca en la concepción y en la realización de instrumentos a medida Estudios y simulación que desemboca en la concepción y en la realización de instrumentos a medida 1. El amplio desarrollo de teorías mencionado justifica la afirmación de que el campo organizativo está en un momento de reconceptualización, reflejando quizá más tardíamente los problemas, perspectivas y teorías que también afectan al campo de las Ciencias Humanas. Se justifica así la búsqueda de planteamientos globales que permitan clarificar tendencias y, en todo 49 caso, aportar explicaciones más generales que las propias de la teoría específica. Respetando mejor o peor las diferentes perspectivas, los intentos de ordenar la maraña de aportaciones han sido diversos y quedan recogidos en el apartado siguiente. Late, no obstante, la necesidad de determinar ámbitos, enfoques o paradigmas que permitan orientar globalmente los intentos explicativos de la realidad. Enfoques globales Algunas de las aproximaciones clasificatorias que a continuación presentamos evidencian la falta de acuerdo sobre los criterios de ordenación y acusan, en muchos casos, el carácter puntual y operativo con el que se han hecho. Casi habría que dar la razón a González (1990:27) cuando habla de un campo “amplio, complejo y diversificado” en donde se manifiesta un auténtico “ataque de fiebre paradigmática”. Además, CUADRO 15 Teorías de la organización (Adaptación De Miguel, 1991. Por Laffitte, 1994:20) 50 las diferentes aportaciones tampoco han contribuido a que se sepa de la organización de las 51 escuelas, si bien se ha dado pie a visiones diferentes y, en general, más abiertas (Lorenzo, 1994:112). Sin embargo, cabe reconocer un esfuerzo clasificatorio que alcanza su culminación con la consideración de diferentes enfoques paradigmáticos. Y caracterizamos como paradigma al conjunto de supuestos conceptuales en cuyo seno se sostienen, más o menos explícitamente, determinados supuestos teóricos y se valoran ciertas estrategias y metodologías de investigación e intervención. Son en realidad “marcos de referencia”, “estructuras de orientación” o “plataformas conceptuales”. La utilización de paradigmas tiene en nuestro caso, y por otra parte, un carácter instrumental al servirnos como elementos organizadores de la multiplicidad de enfoques, modelos teóricos y desarrollos que nuestra disciplina tiene. No puede suponer, por tanto, una acotación de terrenos delimitados y excluyentes y sí, en todo caso, un recurso de carácter conceptual y metodológico que permite desenvolvernos con un cierto sistematismo. La sistematización que pretendemos hacer sobre el desarrollo teórico de la Organización escolar no es una preocupación exclusiva y creemos compartirla con otros estudiosos del tema 48. Así, Ciscar y Uría (1986:73-80) consideran los enfoques clásico (1900 a 1935), el basado en las relaciones humanas (1935 - 1950) y el conductual y sistémico (1950, hasta la actualidad) como la tesis, antítesis y síntesis de la evolución de las teorías organizativas. Por su parte, Moreno (1978:21) realiza un análisis, bibliográfico fundamentalmente, que le permite diferenciar tres enfoques: a) La tendencia logocéntrica, conformada por aquellos autores (Rufino Blanco, Rafael Ballesteros y Fernando Sainz, Hernández Ruiz y García Hoz, entre otros) que se han preocupado o se preocupan por el carácter científico de la Organización escolar. b) La tendencia de “inspiración empresarial”, que aplica a la escuela los principios y técnicas de acción propios de empresas de producción. Los autores que consideran a la escuela desde la perspectiva organizativa-administrativa podrían incluirse en este grupo y encuentran su fuente inicial en los escritos de Taylor, Fayol y Weber. c) La tendencia humanística, que considera que la persona constituye el centro y eje de toda organización. El sociólogo alemán Max Weber puede considerarse como el iniciador de la tendencia, que incluye autores tan representativos como Sperb (1965), Wiles (1965) y Douglass (1968). Asimismo, Pozo Pardo (19786:l3-14) recoge de Bossing dos tendencias fundamentales en el campo de la Organización escolar: a) Los que, postulando una absoluta libertad de acción para el alumno, son contrarios a una organización a ultranza. b) Los partidarios de una organización mecanizada, casi mecanicista. Los primeros, ajuicio de Pozo Pardo, piensan más bien en modelos flexibles de organización al estilo de las realidades escolares descritas por Morse y Max Vingo (1965), mientras que los segundos se apoyan en esquemas prefijados. Los planteamientos presentados de Ciscar y Uría, Moreno y Pozo Pardo pueden ser considerados como una perspectiva calificada por algunos autores de racionalidad científico-técnica, bajo la que subyace una interpretación de la realidad social como un orden natural, necesario y susceptible de una intervención más o menos aséptica. Conllevan, en realidad, una visión de las organizaciones que se viene cuestionando a partir de los años 70, al igual que ocurre en el campo de la teoría curricular (Pérez, 1983; Escudero, 1984) o de la teoría de la innovación (González, 1986; Escudero 1986; Escudero y González 1987), con la aparición de nuevos enfoques de carácter fenomenológico-interpretativo y de índole crítica. Principalmente, desarrollan estos enfoques autores 48 La preocupación por buscar enfoques globales que simplifiquen el análisis también se realiza desde la Ciencia de la Organización y desde sus ámbitos aplicativos. Así, por ejemplo, Pérez (1994) habla de modelos mecanicistas, psicosociológicos y antropológicos, mientras de Ibarra y Montaño (1987) tratan de desarrollar una teoría de la teoría de la organización a partir de la consideración de diferentes mitos y del estudio de su solución. 52 extranjeros cuyo nivel de elaboración teórica y estado de profundización respecto a nuestra realidad parece ser más evolucionado. Un esquema general que nos aproxima a conocer una clasificación más actual de los diferentes enfoques es presentado en el Cuadro 16 a partir de la aportación de Antúnez (1993). Otras aportaciones que presentan intentos de clasificación son las de Scott (1978, 1981), Burrell y Morgan (1980), Pleffer (1982), Hoy (1982), Ogawa (1985), Ecker (1985), Chiavenato (1992) o Laffitte (1994), entre otros. La contraposición entre modelos racionales y sociales es, en opinión de Scott (1981:127 ss), lo que caracterizaría el estado actual de los estudios sobre organización. Para él, serían tres los períodos que podrían diferenciarse en el desarrollo de la teoría sobre las organizaciones (Scott, 1983). El primero de ellos (años 40 a 60), quedaría definido por el énfasis puesto en la independencia de las organizaciones. Se piensa en ellas como entidades significativas, capaces de acciones autónomas, susceptibles de estudio como sistemas cerrados. El segundo período (años 60 a 70), caracterizado por la interdependencia técnica de las organizaciones con su ambiente, supone su consideración como sistemas abiertos e implica la bidireccionalidad frente al entorno, que proporciona recursos y, a la vez, posibilita productos eficientes. El último período, que vendría desarrollándose desde los años 70, pone su énfasis en la interdependencia cultural y social entre la organización y su ambiente. En virtud de ella, las organizaciones deben ser consideradas como entidades inmersas en sistemas más amplios con los que mantienen una alta interdependencia. CUADRO 16 Enfoques utilizados en el estudio de las organizaciones educativas Bush (1986) Modelos FORMALE S DEMOCRÁ TICOS POLÍTICO S SUBJETIV OS AMBIGUO S Bolman Sergiona House y Deal mi (1981) (1984) (1984) Perspect Enfoque Imágene ivas s/ s modelos RACION AL ESTRUCT TECNOL URALES OGÍA RECUR SISTEM SOS A HUMAN SOCIAL OS POLÍTIC POLÍTIC POLÍTIC OS A A SIMBÓLI CULTUR CULTUR COS AL AL Ellstron (1983) Modelos Borrell (1989) Modelos Muñoz y Roman (1989) Modelos Gonzál ez (1994) Enfoqu es RACION RACIONAL PRODUCTI ALES ES VOS ESTRUCT ESTRUCT URALES URALES SISTEM RECURSO HUMANIST A S AS SOCIAL HUMANOS POLÍTIC OS ANÁRQ UICOS POLÍTICO POLÍTICO CRÍTIC S S O SIMBÓLIC CULTURAL INTER OS ES PRETATIV O 53 Meyer (1983) sostiene, por su parte, que el paso de los modelos racionales a los sociales se ha producido independientemente de la predominancia de los modelos de sistemas cerrados o abiertos. Bajo este presupuesto, considera cuatro períodos en el desarrollo de la teoría organizacional, dependiendo del modelo teórico dominante (Figura 25): a) La organización considerada como un sistema cerrado es analizada bajo los modelos racionales. Esta perspectiva, frecuente hasta los años 30, considera a la organización como un apéndice del sistema social y está específicamente conformada para lograr metas prefijadas. Los autores de las teorías clásicas de la gestión se pueden incluir en esta corriente. b) La organización como sistema cerrado es analizada bajo perspectivas sociales (años 30 a 60). Este enfoque considera la importancia del elemento humano en las organizaciones y a él pertenecen autores como Mayo (1933), Lewin (1943) y Katz y Kuhn (1951). c) La organización como sistema abierto se estudia bajo perspectivas racionales (años 60 a 70), donde la preocupación fundamental se deriva hacia el análisis racional de las estructuras formales de las distintas organizaciones. d) La organización como sistema abierto es analizada bajo la perspectiva del modelo social. Aunque en este caso también se estudia la estructura formal, se aborda desde una multiplicidad de perspectivas que consideran aspectos sociales, políticos, económicos u otros. Este sentido evolutivo que se traduce de las aportaciones de Meyer (1983) es compartido por el análisis que realiza De Miguel (1989:23-27) cuando clasifica los enfoques conceptuales sobre organización a partir de una secuencia dicotómica que contempla perspectivas como: a) Enfoque racional versus social. b) Enfoque estático versus dinámico. c) Enfoque técnico versus cultural. d) Enfoque positivo versus interpretativo. En la línea de los nuevos enfoques superadores de visiones restrictivas, cabe citar también el análisis que Benno Sandler (cit. Sánchez, 1985) hace en la Revista de la Educación de la O.E.A. (Diciembre, 1984) sobre Administración educacional. 54 Figura 26: Dimensiones en el campo de la Organización escolar, según Sander. Bajo los criterios de este autor, el conjunto de teorías denominadas clásicas (Taylor, Fayol y Weber) manifiestan una marcada preocupación por la eficiencia de la administración; es decir, por la máxima producción en el mínimo de tiempo y con los mínimos recursos. La escuela psicosocial (Mayo, Barnard y Simon) 49 agrega a la administración el concepto de eficacia, medida en función del logro de los objetivos institucionales. La diferencia de este concepto respecto al anterior radicaría para Barnard en que, mientras la eficiencia se mide en términos de satisfacción respecto a las motivaciones personales, la eficacia queda siempre ligada a la consecución de los objetivos institucionales. La perspectiva contemporánea (Bermis, Heady y Drucker) incluye el concepto de efectividad, que implica un “compromiso real y verdadero con los objetivos sociales y las demandas políticas de la comunidad, incluyendo su sistema educacional”. Desde esta perspectiva, la efectividad se convierte en un criterio sustantivo, mientras que la eficacia y la eficiencia vienen a ser instrumentales. Los desarrollos teóricos actuales en base a planteamientos políticos y antropológicos permiten hablar de relevancia cultural como el “criterio a cuya luz se analizan los criterios de eficiencia, eficacia y efectividad en la administración pública y educacional”. Se conforman así cuatro paradigmas de administración de la educación 50 mencionados. Pero, también puede hablarse de un modelo global; esto es, “Un paradigma multidimensional de administración de la educación, constituido por cuatro dimensiones interactuantes -económica, pedagógica, política y cultural- y correspondiendo a cada dimensión un criterio administrativo predominante: eficiencia, eficacia, 49 Una aportación que se mueva en estos planteamientos puede verse en Rodríguez (1994). 50 Organización escolar en nuestro contexto. 55 efectividad y relevancia, respectivamente”. A la luz del esquema icónico presentado, y de acuerdo con el autor, se asumen varios supuestos: a) Lo educativo y lo organizativo son realidades globales compuestas por dimensiones a veces complementarias y a veces contrarias. b) El sistema educacional contempla dimensiones intrínsecas de carácter cultural y pedagógico al lado de dimensiones extrínsecas de naturaleza política y económica. c) Las dimensiones instrumentales son reguladas por las substantivas. d) La interpretación y actuación organizativa se basa en la contribución interdisciplinaria. e) La esencia del sistema educacional y del proceso organizativo sigue siendo la persona humana. Participa también de un análisis global de la teoría organizativa González (1986, 1993,1994), quien considera la existencia de tres paradigmas: científico-racional, interpretativo-simbólico y crítico. El paradigma científico-racional, desarrollado ampliamente hasta épocas recientes y con exclusividad en algunos momentos, se plantea el estudio de las organizaciones como entidades racionales encaminadas al logro de determinadas metas. “Desde esta perspectiva, entonces, las organizaciones son concebidas como entidades reales y observables. Como tales entidades, las organizaciones transmiten un sentido de uniformidad en filosofía, metas y procedimientos, y la actividad que ocurre en su seno es propositiva y racionalmente consistente con las mismas”. (González, 1986:47) El paradigma interpretativo-simbólico, frente a la concepción de la realidad social como algo objetivo, externo o independiente del individuo, opone un planteamiento relativista en función del cual la realidad social queda elaborada a través de las experiencias subjetivas de las personas y de sus interacciones con los demás. Las organizaciones en esta concepción se consideran como coaliciones donde los participantes, con diferentes intereses y necesidades, negocian sus metas, significados y acciones para llegar a una dirección común. Por ello, el foco de atención queda localizado en conocer los procesos simbólicos que ocurren en el seno de las organizaciones con el fin de comprender cómo funciona y cómo queda constituida su realidad cotidiana. El paradigma crítico admite el sentido de organización como construcción social, al mismo tiempo que considera que dicha realidad queda mediatizada por la realidad socio-cultural y política más amplia. No se trata sólo de comprender el conjunto de significados que conforman una organización y sus procesos de desarrollo, sino de analizar las razones por las que la realidad se manifiesta así y no de otra forma. Se cuestiona, por tanto, la imposibilidad de elaborar una teoría de la organización exenta de valor y de componentes éticos y se propone, consecuentemente, la toma de conciencia sobre las condiciones de funcionamiento organizativo y la emancipación de las mismas con vistas a transformar la realidad organizativa. 56 Junto a los autores anteriormente citados, participan de los nuevos análisis sobre las organizaciones educativas otros autores como Baldridge y Deal (1983), Culberston (1983), Putman y Pacanowski (1983), Foster (1983), Bates (1985), Owens (1976), Gray (1981), Hoyle (1986a), Campbell y Newell (1989), Tyler (1991), Ogawa (1992), Ecker (1992), etc., que permiten hablar en este campo de una gran riqueza de orientaciones teóricas y de un clima de reconceptualización caracterizado por la búsqueda de modelos alternativos a los existentes. Dedúcese también de todos estos nuevos planteamientos el que la organización educativa no puede ser analizada exclusivamente bajo los presupuestos clásicos de racionalidad. Ya no nos parece válido el estudio que considera a las personas como actores racionales que pueden ser intervenidos en función de metas, estructuras, actividades y resultados. Los factores implicados son múltiples, no suficientemente conocidos y seguramente relacionados de manera muy dinámica. Pero esta última perspectiva que descubre la debilidad teórica en la que se mueve el análisis de la realidad organizativa no puede llevarnos a planteamientos como los de Allison (1983) y Greenfield (1984). Este último, frente a la teoría “científica” de la administración y organización educativa, formula una postura alternativa en la que las organizaciones no aparecen como estructuras susceptibles de ser analizadas bajo leyes generales, sino como artefactos culturales que dependen del significado subjetivo y de la intención de las personas que las conforman. Para él, la perspectiva fenomenológica, asentada en una visión de la organización como construcción social y realidad subjetiva establecida sobre valores, deseos, intenciones y ambigüedades, superaría a la perspectiva sistémica, que asume que los propósitos de una organización vienen dados, son comprendidos y quedan más o menos asumidos por sus miembros. Esta doble constatación hace señalar a Allison (1983:9) cómo desde el paradigma fenomenológico se ven a las escuelas como fenómenos efímeros, no susceptibles de ser conocidos objetivamente y sólo comprensibles a través de las percepciones de aquéllos que las crean, modifican y mantienen por medio de acciones, creencias y valores. Reconociendo la importancia del enfoque de Allison, cabe señalar que la dificultad de analizar el objeto de estudio (la escuela) no justifica suficientemente su consideración como un ámbito efímero y subjetivo. Posiblemente incide también aquí la ya señalada juventud de la Organización escolar, que le hace moverse en el campo teórico como una nube entre nebulosas. Pero más allá de los análisis efectuados, también es lícito reconocer la existencia de una “crisis” en el ámbito teórico de la Organización escolar, como ponen de manifiesto los variados intentos de conceptualizar el ámbito de estudio desde nuevas perspectivas. Esta situación, lejos de ser preocupante, constituye una esperanza si reconocemos que la autocrítica da un sentido dinámico y permite nuevas conceptualizaciones sobre la realidad. Cabe situarse en este contexto con una perspectiva abierta, que nos permita analizar los nuevos enfoques sin olvidar los existentes y graduar sus aportaciones reales a la Organización escolar como ciencia y como tecnología. El análisis más detallado que hacemos sobre las aportaciones de los diferentes paradigmas existentes en el campo de la Organización escolar se apoya en esta idea, recogiendo aportaciones de González (1986, 1993, 1994), Borrell (1989) y 57 Muñoz y Román (1989), por considerarlas de alto interés y ser las más representativas que existen en nuestro contexto. Respetamos, igualmente, la diferenciación paradigmática de Habermas, por ser ampliamente aceptada (Lorenzo, 1994:119) y estar suficientemente asumida. Sus aspectos fundamentales coinciden con la clasificación ya presentada de González (1986) y obedecen al esquema ofrecido por John Clark. CUADRO 17 Niveles de conocimiento (John Clark, l989; 183) El conocimiento... tiene un interés constitutivo... enclavado en una dimensión de la existencia social... Empírico-analítico técnico el trabajo Histórico-hermenéutico práctico la interacción Por autorreflexión liberador el poder Implicaciones de los modelos paradigmáticos en el análisis de las organizaciones escolares Toda categorización de la realidad queda impregnada por los supuestos bajo los cuales se ha realizado. Parece indudable admitir, en tal sentido, que la agrupación de enfoques es restrictiva por lo que supone de búsqueda de lo común frente a lo diferencial. No obstante, la búsqueda de paradigmas posibilita nuevas vías de acceso a la realidad que no pueden ser despreciadas. Los supuestos de base de cada paradigma sostienen concepciones diferenciadas respecto a la realidad y a la posibilidad de su conocimiento. Las diferencias conllevan distintos conceptos de ciencia y, consecuentemente, variados temas de preocupación y de modelos de investigación. Los enfoques teóricos que se pueden agrupar en cada paradigma son variados y no siempre es posible categorizar sus diferencias ni asignar autores de modo exclusivo, exceptuando el caso de autores que plantearon la problemática en primer lugar. Por ello, hemos de insistir en que las asignaciones realizadas deben considerarse más como una aproximación general que como una propuesta de clasificación. El Cuadro 18 y el Cuadro 19 presentan, asumiendo las limitaciones anteriores, las caracterizaciones de las corrientes más significativas existentes en el campo de la Organización escolar. Es indudable que algunas de las simplificaciones realizadas no pueden ser categorizadas tan puntualmente y exigirían de amplias caracterizaciones. Sin embargo, las mantenemos por entender que se ajustan fundamentalmente al ámbito en que se presentan y por considerar que la esquematización hecha obedece a los principios de pertinencia ya mencionados. CUADRO 18 58 Caracterización general de los paradigmas en Organización escolar SUPUESTOS DE BASE DISEÑO, MÉTODO DE (HIPÓTESIS ACCESO AL CONOCIMIENTO IMPLÍCITA) (MODELO INVEST.) Filosofía realista: La realidad puede ser conocida y aprehendida tal cual es. Es externa, inmutable (sólo evoluciona por sí misma). Concepción positivista de la ciencia: hay leyes generales que pueden ser aprehendidas. Existe una teoría universal, aséptica y generalizable. La teoría es un recurso instrumental para la acción. Preocupación por la generalización, establecimiento de relaciones causales, causalidad lineal y objetividad. Diseño centrado en dimensiones externas y observables. Focalización en productos. VISIÓN ORGANIZACIÓN Entidad real y observable: ¿la realidad en sus manifestaciones, cómo se manifiesta la organización? Métodos propios de las ciencias físico-naturales: Contrastación empírica, métodos cuantitativos, Perspectiva unitaria: alta certidumbre y predictibilidad. sistema cooperativo para Deducción. conseguir intereses comunes. El investigador es ajeno al fenómeno y busca la prescripción general, evita la contaminación y busca comprobar hipótesis previas. Filosofía fenomenológica: Diseño centrado en dimensiones internas y subjetivas: valores, metas, La realidad es significativa interacciones: y queda constituida por significados, símbolos, Focalización en los significados. interpretaciones, etc. Es subjetiva. Realidad cultural: la realidad en sus significaciones, ¿cómo es la organización? La ciencia busca resolver problemas. La teoría es Perspectiva pluralista: coaliciones de 59 contextualizada y múltiple. Métodos participantes que negocian Elabora cuadros sus metas. descriptivo/exploratorios, interpretativos amplios y flexibles. Consideran la flexibles. No busca la incertidumbre y la generalización. La teoría ambigüedad y buscan es un recurso informativo identificar las reglas sociales para la práctica social y/o que subyacen en los hechos personal. sociales. Métodos cualitativos, etnográficos e históricohermenéuticos. Preocupación por la Valor a la inducción. comprensión de los fenómenos, identificación de las reglas relacionales, la multidimensionalidad El investigador forma parte del causal y la fenómeno y busca la descripción intersubjetividad. individual. Filosofía emancipadora y liberadora: La realidad construida queda mediatizada por las condiciones de funcionamiento que exigen compromiso con la acción. Ciencia y conocimiento son en última instancia una ideología social que legitima ciertos saberes y acciones. Teoría impregnada de valores y componentes éticos. La teoría supera el sentido instrumental y de práctica personal para incidir en el poder reflexivo. Preocupación por Diseño centrado en Realidad política: la dimensiones pragmáticas: poder, realidad en sus discurso y conflicto. justificaciones ¿por qué la organización se construye Focalización en los supuestos. así? Métodos críticos, dialéctica positiva y negativa. Buscan comprender la realidad, examinar la legitimidad de sus componentes, e implicar a las personas en procesos de cambio. El investigador como crítico pone en evidencia la relación entre hechos, valores e intereses y su conexión con estructuras Perspectiva dialéctica: Lo organizativo como mecanismo de legitimación ideológica, que mantiene la distribución desigual de poder, economía y conocimiento cultural. 60 descubrir contradicciones, históricas y sociales. abandonar la descripción e intervenir en la acción. Corrientes y autores más representativos Ámbito organizacional de mayor interés Estructural: Metas, estructuras, roles y tecnologías Formalista: Decisional: Simon (1957), Cyert y March (1963), March y Simon (1981) Tecnológica-ambiental: Scott (1978,1981). Recursos humanos: Relación individuo-organización: (Mc Gregor (1972), Argyris (1977,1979) Relación entre necesidades e intereses individuales y roles y relaciones formales Psicosocial: Levin, Lippit, White (1939), Maslow (1977), Miskel (1982), Filella (1987) Sociotécnica: Trist y Benforth (1951, Rice (1963) Desarrollo organizativo: Likert (1965), Chisvenats (1961), Hammas (1982), Nesle, Bailey y Ross (1982), Petit (1984), Hall y Ledig (1987), Santibañez (1994) Simbolismo estructural: Carácter simbólico de la estructura Mangham (1978), Weich (1979), Gray (1980), organizativa Clark, McKiblin y Malkas (1980, Keeps (1983), Borman (1983). 61 Proceso constructivo en organizaciones del sistema Obsen (1983), Cohen y March (1983), Elder y significados Coble (1983), Sergiovanni (1983), Edelman (1977), Clark, McKiblin y Malkas (1980) Simbolismo procesual: Político interpretativa: Lo político como una variable de la vida organizacional Cyert y March (1963), Casado y Pérez Yruela (1975), Pfeffer (1978), Pfeffer y Salanick (1978), Balbridge (1983), Ball (1990) Político intervencionista: Habermas (1978), Clark (1981), Foster (1983), Benson (1983), Deetz y Kersten (1983), Bates (1989, 1993) Lo político como perspectiva global y teoría de análisis Clasificación de acuerdo a González (1986) CUADRO 19 Caracterización específica de los paradigmas en Organización escalar Consecuencias Organizativas Ámbitos de investigación analizados can mayor interés Atributos burocráticos y racionales. Especificación de metas. Formalización de impersonales y roles). reglas (normas Dimensiones y tipologías estructurales. Estructura y otros ámbitos burocráticos. Jerarquía, especialización y toma de Modelos organizativos y ambiente. decisiones. Estructura-tecnología-ambiente. No existe un modo único de organizar No todos los modos de organizar son igualmente eficaces Participación, delegación, autocontrol, las de Dinámica grupal y organización. 62 autodirección. Funciones y cualidades del liderazgo. Liderazgo, motivación, fenómenos grupales. La organización como sistema abierto. La organización como sistema social y técnico. El desarrollo organizativo como estrategia de cambio. Gestión colaborativa. Desarrollo de destrezas individuales para trabajo en grupo. Relaciones humanas. Posiciones de autoridad difusas y cambiantes. Estructura y vida organizativa. Estructura y valores sociales. La estructura como mito y valor prevalente Cultura escolar. de la sociedad. Debilidad estructural. Influencia ambiental. Liderazgo El líder coma guía, caudillo. Procesos de planificación y evaluación. Carácter legitimador de la planificación y evaluación. Toma de decisiones. El proceso cooperativo. La toma de decisiones como aglutinador organizativo. La autoridad es limitada. El poder. Las metas como proceso de negociación. Estrategias de negociación. La estructura como resultado de intereses El conflicto. conflictivos. El conflicto como factor inherente a la vida organizativa. Diferenciación entre estructura superficial Relación entre estructura superficial y 63 y profunda. profunda. Compromiso en el cambio organizativo. Condiciones materiales de producción. Desarrollo de sistemas de participación política. El mito y las relaciones de dominio. El compromiso con el cambio. Distribución del poder y formas de dominación. Aunque a través de ambos cuadros pueden conocerse las aportaciones y limitaciones propias de cada paradigma, nos permitimos realizar, a continuación, unos breves comentarios referidos fundamentalmente a las implicaciones organizativas que conllevan. El enfoque científico-racional Bajo este enfoque se sitúan denominaciones como Racional-Tecnológico (Saéz Carreras, 1989), Técnico-Racional (González, 1990), Racional (Peiró, 1990; De Miguel; 1989), Positivista (Carr y Kemmis, 1988), Funcionalista (Putman, 1983; Foster, 1983; Tyler 1991), Tecnológico-Positivista (Greenfield, 1985); Tradicionalista (Peterson, 1985; Bates, 1989; Smyth, 1989; England, 1989), Paradigma de mantenimiento (Hoyle, 1991), Clásico (Smyth, 1989), Establecido (Allinson, 1983), Tecnológico (House, 1988), Racional-Tecnológico (Lorenzo, 1994), etc. Su desarrollo se encuadra dentro del denominado “movimiento de teoría” en el pensamiento organizativo sobre la escuela, que surge a finales de los años 50 en Norteamérica (González, 1994:37). La elaboración de una Ciencia de la Organización escolar, coherente con criterios corrientes e ideas del momento dominantes en la Ciencia Social, es un objetivo prioritario en el que subyace la idea de que las escuelas son realidades objetivas, lineales, neutras y de funcionamiento racional. Caracterización Considerar el paradigma científico-racional supone asumir ideas básicas como las siguientes: 1. Ciencia y teoría no pueden incluir declaraciones que indiquen a los administradores qué hacer, ni prescribir qué constituye una organización deseable. 2. Ciencia y teoría pueden describir qué es y qué existe en el mundo. 3. La investigación útil y poderosa surge sólo de la teoría y es guiada por esa teoría. 4. La teoría mejor y más poderosa está enunciada en afirmaciones hipotético-deductivas, que llevan, por sí mismas, a la cuantificación y expresión en modelos matemáticos. 5. Las ciencias sociales aportan la reserva de ideas a partir de las cuales será elaborada la teoría organizativa y administrativa. 6. Administración y organización son conceptos genéricos. Lo que describe es lo mismo en todas partes y en todos los momentos”. 64 (González,1986:50, citando a Culberston, 1983:13) Las aportaciones de este paradigma al campo de las organizaciones escolares son amplísimas y acordes con el extenso desarrollo que ha tenido en los últimos 40 años. Sin embargo, pueden ser caracterizadas en dos grupos, ya considerados en los estudios más clásicos de organización cuando focalizan su atención en los ámbitos estructurales o en los ámbitos humanos. Para Bolman y Deal (1984:31), el modelo estructural puede ser caracterizado por los siguientes presupuestos: a) Las organizaciones existen para el logro de metas específicamente establecidas. b) Toda organización debería disponerse de acuerdo a sus metas, ambiente, tecnología y participantes. c) Las normas de racionalidad favorecen la eficacia y evitan distorsiones por efectos del ambiente y de las preferencias individuales. d) La especialización favorece niveles más altos de pericia y ejecución individual. e) La autoridad y el establecimiento de normas impersonales favorecen la coordinación y el control. f) Las estructuras pueden diseñarse y desarrollarse sistemáticamente. g) Los problemas organizativos son fruto de inadecuaciones estructurales y pueden solucionarse a través de la reorganización y rediseño de estructuras. Además, subyace en gran parte de estos planteamientos la idea de: a) Las organizaciones son entidades reales, que existen objetivamente, al margen de los individuos que las constituyan. b) Las organizaciones persiguen metas explícitas, y pueden funcionar con niveles altos de certidumbre y predictibilidad. c) Las estructuras y los procesos organizativos pueden ser modelados, predichos y medidos. (González, 1993:164) Pueden distinguirse los enfoques formalista, decisional y tecnológico-ambiental en el desarrollo de este modelo, según sea la estructura formal de la organización (cómo incrementar eficazmente las metas organizativas), el procesamiento de información y la toma de decisiones o el impacto de la tecnología y el ambiente sobre la estructura y el diseño organizativo su preocupación esencial. El interés de los teóricos de los modelos de recursos humanos se centra en el modo como los individuos facilitan o impiden la eficacia organizativa, al mismo tiempo que en conocer las formas como la organización puede crear o bloquear la satisfacción y significado de la persona dentro del marco organizativo, su eficacia y el rendimiento humano de la organización. 65 Las dimensiones consideradas en el ámbito de los recursos humanos enfatizan aspectos como la reducción del conflicto entre ciertas características personales y propiedades de la organización (enfoque relacional individuo-organización), la incidencia de los grupos (enfoque psicosocial), la interdependencia del sistema tecnológico con el sistema social (enfoque sociotécnico) o la importancia de una gestión más colaborativa (enfoque de desarrollo organizacional). Aun en la perspectiva de los recursos humanos, se reconoce un cierto “sentido manipulativo” al pretender mejorar la satisfacción e implicación de las personas no como fin sino como instrumento o medio para lograr conseguir los propósitos institucionales. La organización es así vista como una realidad perfectamente estructurada, a la que se pueden aplicar planteamientos generales. La uniformidad que se busca conseguir, excluyendo los intereses ajenos a la institución, se manifiesta, en una perspectiva taylorista, en la existencia de un solo programa para los alumnos, su agrupamiento rígido, aislamiento del profesor, uniformidad en el diseño de espacios y tiempos, disciplina formal, evaluación como control, aislamiento institucional del entorno y potenciación de un modelo de dirección unipersonal. Esta visión justifica afirmaciones como las recogidas por Lorenzo (1994:123-124) en referencia a la conceptualización de la escuela: “Conjunto rígidamente constituido de funciones, roles, normas y significados que disfruta de una especie de vida propia” (Tyler 1991:39). “Organización externa y formalmente constituida en la que se pueden establecer conexiones claras entre metas, estructuras, actividades y resultados y de la que se espera un comportamiento lógico y racional” (González, 1990:30). “Una organización que se ajusta cómodamente a las características de la burocracia señaladas por Weber: división del trabajo bien definida, jerarquía de autoridad, sistema de reglas y normas, trabajo especializado, impersonalidad en las relaciones, etc.” (Hughes, 1990:2857) Lo que interesa, por tanto, son los aspectos externos y observables, dando así la razón a los que la identifican con metáforas como la “fábrica”, la “empresa” o la “burocracia”. Implicaciones organizativas Las escuelas persiguen, como las demás organizaciones, metas explícitas que cabe delimitar mediante las estrategias más adecuadas. Los propósitos deben surgir como consecuencia de los estudios que se realizan sobre las instituciones que tienen un “mejor funcionamiento”. Se trata de algo absoluto, que no precisa justificación y “que nos viene dado como la forma de ser 'natural' de las cosas” (England, 1989: 89). La prioridad máxima será, por tanto, la de la eficacia, entendida como la “capacidad de la propia organización para lograr sus fines mediante la competencia técnica y profesional de sus miembros”. (Peiró, 1990:69). 66 Esta perspectiva centrada en los procesos técnicos reduce también a un problema técnico el funcionamiento del sistema relacional. La toma de decisiones queda concentrada en el análisis de los procesos de información y en el uso de las estrategias instrumentales más adecuadas; la comunicación debe ser formalizada y explicitada; y la participación se estructura y reglamenta. Los problemas y conflictos son también vistos como disfunciones y patologías que hay que erradicar. Los responsables de la organización se convierten, por tanto, en “ingenieros de sistemas sociales” (England, 1989:92), que manejan de manera mecánica a personas y medios. Se potencia así un modelo vertical y autoritario consecuencia de la separación entre los que diseñan y ejecutan, los que saben y los que aplican. El control resulta así un “producto natural” de la autoridad social (Ball, 1990:134). En síntesis, y como señala Griffiths, “sus teorías comparten muchos supuestos. Asumen que las organizaciones tienen unos objetivos que sus miembros se aferran por alcanzar, que existe un acuerdo sobre las funciones y el conjunto de expectativas de sus miembros (la dimensión nomotética), que la conducta se rige más o menos por un conjunto de normas (estructura burocrática), que la toma de decisiones es un proceso sistemático, que sólo se hace uso del poder legítimo, y que el mérito prevalece sobre la política. La administración, las organizaciones y su comportamiento se rigen esencialmente según un orden y una racionalidad y funcionan con independencia de los individuos que las integran”. (1977:1) Aportaciones y limitaciones Sea cual sea el modelo considerado, lo cierto es que las aportaciones del paradigma científico-racional al desarrollo de las organizaciones ha sido amplia. Hay una racionalidad existente (radicada en la estructura o en los individuos) que permite establecer metas, fijar normas y estructurar realidades al mismo tiempo que facilita su control. Por otra parte, la perspectiva de los Recursos humanos ha posibilitado el que las organizaciones puedan ser diseñadas y gestionadas de un modo más satisfactorio y significativo para los individuos. Los estudios promovidos por el movimiento de escuelas eficaces en la línea de este paradigma, también han contribuido a potenciar la investigación (experimental, naturalista y etnográfica) y a delimitar variables de interés para el desarrollo institucional. Sin embargo, esta perspectiva no parece suficiente para comprender una organización escolar. Más allá de los supuestos que sobre racionalidad y certidumbre subyacen, lo cierto es que se dejan de identificar fuerzas menos racionales y no por ello menos importantes. Como señala González: “Así, los teóricos estructurales y los de recursos humanos pasarán bastante por alto las dinámicas políticas y de conflicto dentro de la organización y se centran más en cuestiones relativas a cómo canalizar y limitar los procesos conflictivos a fin de minimizar sus consecuencias disruptivas. Por otra parte, tampoco se abordan los aspectos simbólicos y culturales de la vida organizativa, la cual, en última instancia, va a ser gestionada a través de soluciones eminentemente técnicas y racionales”. (1986:93) 67 Hay, en realidad, una preocupación por los aspectos más estructurales y externos que lleva a abandonar los procesos internos de las organizaciones y el conjunto de valoraciones, creencias y supuestos personales que también contribuyen a conformar el funcionamiento de la organización. Los enfoques estructuralistas dan importancia al proceso técnico y subordinan a él los intereses de las personas, además de partir de procesos jerarquizados y basados en la especialización de funciones. Olvidan, así, la organización informal, la naturaleza “débilmente estructurada” o “desacoplada” de las instituciones y su carácter peculiar, además de la dificultad de delimitar objetivos en contextos ambiguos. Como señala Chiavenato: “En el fondo, la burocracia se ha revelado como un proceso esencialmente conservador y contrario a la innovación (...) Si bien la burocracia había presentado una respuesta adecuada a las condiciones del siglo XIX, se ha mostrado tremendamente vulnerable a las condiciones contemporáneas”. (Cit. Muñoz y Román, 1989:120) Si bien el enfoque de relaciones humanas considera a la persona, la reducción de variables organizativas al individuo, al grupo y a la organización informal es reduccionista al significar: a) por una parte, un olvido de las variables de estructura y contexto que afectan tanto al individuo como a la organización y b) por otra parte, ignorar otras aportaciones como la sociología, la técnica o la economía. Además, puede considerarse el riesgo de reducir a paternalismo la consideración de las necesidades humanas del trabajador y su participación, el optimismo exagerado sobre la posibilidad de integrar las necesidades del individuo y de la organización, el ignorar las diferencias individuales y la reducción de la conducta humana a las necesidades jerarquizadas y a las motivaciones derivadas de éstas (Muñoz y Román, 1989:95). El paradigma científico-racional no considera, por otra parte, algunas de las caracterizaciones ya mencionadas que configuran a la escuela como organización de rasgos específicos. Recordaremos tan sólo algunas que parece olvidar: a) Las metas definidas pueden caracterizarse de ambiguas y vagas, lo que exige estructuras de decisión que permitan hacer frente a la incertidumbre y al conflicto (Baldbridge, 1983). b) La ambigüedad de los medios que incluye la complejidad de la persona humana y de sus relaciones se une a la ambigüedad de las metas. c) Las escuelas son muy vulnerables a la incidencia del ambiente externo, dadas las especiales relaciones que mantienen con él, pero también lo son el ambiente interno por la baja interrelación y de trabajo independiente de sus miembros. No podemos deducir de todo ello que los autores encuadrados en este paradigma olviden los valores inherentes a las metas y a las estructuras de las organizaciones, más bien ocurre que abogan por una clara separación entre hechos verificables y valores. Mientras estos últimos quedarían sometidos a la acción democrática, los primeros serían objeto de acciones administrativas científicamente fundamentadas que permitirían realizar los valores con el mínimo esfuerzo. Hay, 68 pues, una clara separación entre procesos políticos y procesos técnico-administrativos que se ve reforzada por los estrictos mecanismos de control que se establecen en base a las normas y reglas de la organización. Igualmente, cabe rechazar la asignación que se ha hecho a este paradigma de considerar la escuela como una organización algo cerrada. La importancia del ambiente queda puesta ya de manifiesto en las corrientes estructurales tecnológico-ambientales, que evidencian la importancia dada al modo como las escuelas gestionan sus relaciones ambientales. Sin embargo, los estudios conllevan un esfuerzo por categorizar variables que puede chocar con análisis que apuntan a relaciones más dinámicas, flexibles y, por lo tanto, difíciles de catalogar. El enfoque interpretativo-simbólico Este enfoque parte de una visión de la escuela y de la organización más personalista y centrada en los procesos. Conocido bajo nombres como paradigma Interpretativo (Bates, 1989; González, 1990, 1993, 1994; Greenfield, 1985), Intepretativo-Simbólico (Sáez, 1989, Lorenzo 1994), de Acción (Hoyle, 1991), Cultural (House, 1988; Muñoz y Román, 1989), Fenomelógico y Holístico (Rattray y Parrot, 1989), considera a las organizaciones como una creación social, producto de la interacción de personas que se movilizan de acuerdo a sus concepciones y presupuestos personales. Plantea, en realidad, los llamados límites cognitivos y lógicos de las organizaciones, recogiendo así tradiciones ya apuntadas hace tiempo (March y Simon en 1958 y Olsen en 1965 ya hacen mención a estos límites) y aportaciones propias de otros campos (los conceptos simbólicos desde la psicología freudiana, la simbología en la antropología, el valor de la imagen en ciencia política), etc. No obstante, el fenómeno simbólico ha sido especialmente estudiado dentro de la teoría organizacional cuando se hace referencia a imágenes tan representativas de la escuela como “anarquía organizada” o “sistema débilmente acoplado” (Ecker, 1992) 51 . El paradigma interpretafivo-simbólico se interesa por el significado de las acciones sociales, al considerar que la realidad está constituida por imágenes que la mente de las personas crean y a las que les conceden autoridad. Al decir de Greenfield, “Las organizaciones son los significados que encontramos en nuestras vidas, independientemente de cómo esos significados llegan a estar ahí. El yo no puede escapar a la organización”. (1985:5241) Y como también señala González: “Se presta atención, en definitiva, a las categorías personales y sociales con las que los sujetos dan sentido a su realidad, a los procesos de negociación por los cuales los individuos definen y valoran situaciones, a los motivos y razones que subyacen a las conductas de los sujetos”. (1986:53) 51 Una aproximación al tema de la ambigüedad, la racionalidad y los simbolismos organizativos puede verse en Borrell (1989: 113-118) 69 Por ello, las vías de acceso a la realidad deben ser diferentes a las propugnadas por el paradigma anterior. Los planteamientos cualitativos adquieren aquí una mayor importancia, aunque no pueda señalarse que esta sea su diferencia esencial; esta radicará para Putman (1983:42) en los supuestos de partida sobre la realidad social y sobre la adquisición del conocimiento, que conforman los diferentes diseños, métodos y procedimientos de investigación. Los supuestos son, pues, diferentes y pueden quedar sintetizados, de acuerdo con Bolman y Deal (1984:149-150), en: 1. Lo más importante no es lo que ocurre sino el significado de lo ocurrido. 2. El significado de un acontecimiento queda determinado por lo que ocurre y por las interpretaciones que hacen las personas de lo ocurrido. 3. Los acontecimientos y procesos más significativos en la organización son generalmente ambiguos e inciertos: con frecuencia se hace difícil saber qué ocurre, por qué y qué va a ocurrir. 4. La ambigüedad e incertidumbre restan valor a procesos racionales para el análisis, la resolución de problemas y la toma de decisiones. 5. Ante la incertidumbre y ambigüedad, las personas crean símbolos con el fin de reducirla, resolver la confusión y aumentar la predictibilidad. Los acontecimientos considerados en sí mismos pueden seguir siendo ilógicos, azarosos, fluidos o con poco significado, pero los símbolos humanos hacen que los veamos de otro modo. Otras anotaciones realizadas con este enfoque son presentadas por Sáez Carreras (1989:4552) haciendo referencia a 52: La realidad social como realidad construida, cuyo contenido son los símbolos y significados compartidos por los hombres en su interacción. La naturaleza del conocimiento educativo es subjetiva, no neutra ni universal, lo que da importancia al contexto de actuación. Las interpretaciones de las acciones no son definitivas, son contingentes y redefinibles en función de nuevos datos o nuevos contextos. Bajo estos supuestos es lógico que se caracterice la escuela como una “construcción cultural”, resultado de los significados e intenciones compartidas entre los miembros de la comunidad educativa. “Las organizaciones son esencialmente estructuras de realidades sociales que descansan en las mentes de sus miembros que las concretan en series de reglas y relaciones”. (Morgan, 1990:118) Conocer la escuela exige, por tanto, analizar e interpretar lo que sucede internamente, adquiriendo así gran importancia el conjunto de mitos, ritos, metáforas e imágenes que pueden servir para comprenderla mejor. 52 Este planteamiento podría explicar la influencia que la hermenéutica (Gadanes) y sus diversas corrientes, el interaccionismo simbólico (Blumer) y la fenomenología (Seiffert), han podido tener. 70 “Lo realmente importante en cualquier hecho, no es éste en sí mismo, sino el significado de lo que ocurre”. Bolman y Deal, 1984:149) Implicaciones organizativas Los supuestos que caracterizan a las realidades escolares como organizaciones de metas ambiguas, tecnología problemática y participación fluida constituyen un marco idóneo para el desarrollo de una gran cantidad de símbolos, entendiendo por tales los modos en que los miembros de una organización representan para sí o para los demás la propia organización, sus procesos o los acontecimientos que en ella ocurren. A través de fantasías compartidas, mitos, historias, etc., se desempeñan funciones clarificadoras, simplificadoras y reductoras de la incertidumbre, y se aportan medios de actuación frente a la confusión, la impredictibilidad o la amenaza. Contribuyen así a dar estabilidad a la organización, estableciendo y perpetuando la tradición organizativa, legitimando la práctica existente y ayudando a enfrentarse a problemas o a ignorar aspectos que podrían ser problematizadores. Corresponde a este enfoque la utilización de ritos y ceremonias como las tomas de posesión, las despedidas, las celebraciones, los homenajes, las fiestas, el reparto de diplomas, etc. También, la utilización de imágenes que hablan de un funcionamiento similar al modelo de cubo de basura (“Garbage can model”, de Cohen, 1972)53, o de una escuela como anarquía organizada (March y Olsen, 1976) o un sistema débilmente articulado (Weick, 1976). También, el mantenimiento de fantasías y mitos puede tener efectos negativos al distorsionar nuestra atención. “Así se mantienen los mitos de la necesidad de cambio, de la racionalidad organizativa, del experto neutral y objetivo, etc., aunque haya evidencias que los contradigan, porque el abandonarlos supondría un aumento de incertidumbre”. (González, 1986:100) Morgan (1990) insiste en el carácter transmisor de verdades o errores cuando recoge ejemplos de mitos frecuentes en la organización relacionados con: cambio organizacional planificado, necesidad del cambio, racionalidad de la organización, el control y la evaluación, el valor del experto o el hecho de que la autoridad conlleva la responsabilidad. Y es que los mitos se inician y se transmiten sin someterlos a comprobación o falsación, al contrario de lo que sucede con las teorías que se verifican o refutan conforme a procedimientos racionales Sea como fuere, los contenidos no claramente racionales de los que hablamos tienen un sentido adaptativo fácilmente detectable cuando se piensa que toda la parafernalia simbólica anticipa respuestas más que responde a condiciones. Participa de esta opinión Gray (1980:39) cuando manifiesta: “(...) la mayor parte de la conducta de los miembros en una organización está basada más en supuestos sobre lo que va a ocurrir que en lo que „realmente‟ está ocurriendo”. 53 El proceso de toma de decisiones es vago, caprichoso, depende de quienes intervienen en la discusión, de sus intereses momentáneos, preocupaciones inmediatas y del agotamiento físico o temporal existente El proceso se repite cada toma de decisiones como si se tratara de un cubo de basura que se retira cuando esta lleno de tal forma que parece se evacuan los problemas no se solucionan de manera estable. 71 Representa este enfoque, en suma, la concepción de la vida organizativa como una realidad significada, interpretada y vivida con cierta ambigüedad por las personas que la integran. Se reconoce así la existencia de una cultura que es conformadora y queda conformada por la realidad organizativa: es la cultura escolar de la que hablan autores como Sarason (1982), Berg y Walin (1982), Purkey y Smith (1985) o Saphier y King (1985). De un modo más específico, el reconocimiento de una cultura propia da un sentido especial a las estructuras y procesos organizativos. La estructura proporciona símbolos internos que ayudan a las personas a desempeñar sus papeles al mismo tiempo que constituye un factor de adecuación a las exigencias sociales: las estructuras quedarán legitimadas mientras reflejen las expectativas legales y sociales independientemente de si son o no mera apariencia. La tradición interpretativo-simbólica también ha analizado procesos y dinámicas organizativas como el liderazgo, la planificación, la toma de decisiones o la evaluación, considerándolos como ámbitos a través de los cuales se mantiene la legitimidad y estabilidad de la organización. Así, el líder es visto como un aglutinante cuya tarea básica en transmitir rituales y mitos y, en definitiva, mantener la fe en la organización. La planificación y la evaluación, aparte de legitimar a la organización, servirán para mantener una imagen de racionalidad y eficacia más externa que real. La innovación será un proceso interno resultado del intercambio, la negociación y el consenso sobre nuevos significados y proyectos de acción. La débil articulación que parece configurar a la escuela contribuye, no obstante, a cumplir funciones que parecen esenciales a ese modelo organizativo. González (1986:102) las recoge de Weick como sigue: - Algunas partes de la organización pueden mantenerse intactas aunque no estén funcionando según las exigencias. - La escuela y cada una de sus partes puede ser más sensible a exigencias externas. - Se posibilita una adaptación más rápida a las demandas ambientales. - Se toleran mejor los cambios y situaciones nuevas. - Las deficiencias a un nivel no afectan directamente al todo. - La autonomía de los actores en el sistema se ve incrementada. - Se ahorran recursos que de otro modo serían utilizados en la coordinación del sistema. 1976:6 y ss) Aportaciones y limitaciones La relativa novedad del planteamiento delimita un conjunto de análisis que consideramos insuficientes para ser definitivos. No obstante, nos permiten aproximaciones de interés como las realizadas por Muñoz y Román (1989:166-167): a) Una contribución conceptual significativa es el planteamiento sobre las relaciones entre cultura y organización: “cómo esta forma parte de una cultura que la posibilita y condiciona; cómo y en qué modos son diferentes las organizaciones en las diversas culturas espacio-temporales; cómo la organización contribuye a la elaboración y cambio de cultura” (pág. 166). b) Se mira a la organización como creadora de una cultura propia. Ritos, ceremonias, convenciones, etc., lejos de no tener sentido y de parecer realidades improductivas, se revitalizan como un medio importante de comunicar, difundir y reforzar los valores comunes. c) El enfoque cultural descubre elementos irracionales en principios consagrados de la teoría 72 racional de la organización. De esta forma, procesos y contenidos de planificación, ejecución o control adquieren sentido aunque no tengan mucho que ver con una ejecución racional de los fines de la organización. d) El enfoque cultural aporta nuevas metodologías, cualitativas, etnográficas o naturalistas, aplicables al estudio de las organizaciones. La nueva perspectiva ha contribuido, por otra parte, a restablecer la importancia de los sentimientos y de determinadas actuaciones (símbolos, fiestas, ...) cuando no se participa de una cultura común. También a mejorar el conocimiento entre la cultura social y el funcionamiento institucional. Las limitaciones a las que más a menudo se hace referencia son de carácter conceptual, metodológicas y operativas. Desde la perspectiva conceptual, llama la atención la falta de acuerdo sobre lo que se ha de entender por cultura y por manifestación de cultura; también, sobre las dificultades para evitar degenerar en estereotipos y prejuicios de base cuando se realizan estudios superficiales o se hace un uso indebido de los análisis culturales. La escuela debe estar atenta también a la reproducción interna que haga de estereotipos y procesos culturales externos: sistemas de clasificación, formas de organizar el poder, valor de la cultura común. Por otra parte, el enfoque es calificado de subjetivo (relativo, parcial y normativo en sus teorías (Hoyle, 1991), ya que no conduce al cambio y transformación y solamente sirve a su comprensión. Desde el punto de vista metodológico, además del insuficiente desarrollo y difusión de las técnicas naturalistas y etnográficas, se plantean problemas de ejecución como el que afecta la ambivalencia a que puede dar lugar la interpretación de símbolos. “El símbolo, por un lado, explica y da sentido reduciendo la incertidumbre y la ambigüedad; así los signos de jerarquía y poder; la inoperancia de las reuniones frente a su utilidad relacional. Pero el símbolo también puede distorsionar y camuflar; así el certificado o título de médico o de maestro legitima el ejercicio de la medicina o la docencia, acreditando públicamente que se sabe curar o enseñar, aunque en ocasiones pueda no ser así; o la etiqueta de control de calidad tranquiliza al usuario”. (Muñoz y Román, 1989:167) Por otra parte, el relativismo (todas las opciones son intrínsecamente igual de valiosas) y la influencia de las opciones personales hacen que la verdad o falsedad resulte algo aleatorio. Asimismo, se olvida el contexto social y político que delimita los significados construidos (Clark, 1989:177). Operativamente, el peligro está en el fomento de “culturas potentes”. Su desarrollo puede favorecer la implicación personal y mejorar la producción, pero no puede hacerse en base a la represión de culturas minoritarias o el aislamiento del entorno. También encuentra problemas operativos Bush (1986) cuando señala la dificultad de este enfoque en aspectos como los siguientes: 73 a) Conciliar su carga de ambigüedad con las estructuras que se encuentran en la mayoría de escuelas y universidades, donde varios aspectos del modelo burocrático están funcionando (responsabilidades clasificadas, unos horarios, unas normas,...). b) Los modelos ambiguos no se acomodan bien a las organizaciones de carácter estable y en períodos de estabilidad, cuando parece que padres y profesores reclaman una cierta estabilidad en las instituciones. Por último, no hemos de olvidar que un enfoque prioritario o excluyente de otros enfoques de estudio de las organizaciones corre el riesgo de olvidar el referente de aspectos como la influencia de la estructura, la distribución del poder, la importancia de los resultados, los fines “colectivos” que no responden a intereses particulares, etc. A esa idea nos debe conducir el análisis de contradicciones que expresa Tyler cuando señala: “¿Cómo podemos explicar la continuidad de la estructura formal de la escuela si tan insatisfactoria parece para profesores y estudiantes? El modelo de organización escolar del enfoque interaccionista, con sus profesores sobrecargados y agobiados, sus despegados alumnos y sus directivos manipuladores parece carecer de cohesión interna”. (1991:109). El enfoque crítico El enfoque crítico, también conocido como paradigma critico (Carr y Kemis, 1988; Sáez, 1989), Político (González, 1990; Howse, 1988) o del Cambio Radical (Hoyle, 1991), corresponde al tercer tipo de racionalidad planteado por Habermas. De raíz marxista, intenta superar visiones positivistas e interpretativas para llegar a planteamientos que buscan la transformación social, cultural, política o educativa. De alguna manera, trata de superar defectos fundamentales en el estadio de las escuelas como: - Haber soslayado o tratado marginalmente el análisis sociológico. - Estar deformado por el uso de modelos e imágenes inadecuados. - Tener desconcertantes desviaciones de orientación epistemológica y paradigmática. (Tyler, 1991:17) Caracterización El paradigma crítico, desarrollado en los últimos años, defiende una lectura de carácter ideológico para los fenómenos sociales y los procesos de adquisición y desarrollo del conocimiento. La organización como tal se considera una construcción social mediatizada por la realidad sociocultural y política más amplia, lo que exige para su comprensión valorar las condiciones que la configuran y que le dan un significado particular. Late aquí una visión de la realidad mediatizada por mecanismos superestructurales de dominación que, al decir de Bates (1989:43), impregnan lo social, lo cultural, lo epistemológico y lo 74 educativo. La educación sería, por tanto, una construcción interesada y no libre como señalarían los interpretativistas. Vista la organización como una nueva política, su caracterización la resumen Bolman y Deal (1984) en cinco proposiciones: 1. La mayoría de las decisiones importantes en las organizaciones conlleva distribución de recursos escasos. 2. Las organizaciones son coaliciones compuestas de individuos y de grupos de intereses, como por ejemplo niveles jerárquicos, departamentos, grupos profesionales, grupos étnicos. 3. Los individuos y los grupos de intereses difieren en sus valoraciones, preferencias, creencias, información y percepciones de la realidad. 4. Los objetivos y las decisiones organizacionales emergen de variados procesos de negociación, pactos y luchas. 5. Debido a la escasez de recursos y al endurecimiento progresivo de las diferencias, el poder y el conflicto son características centrales de la vida organizacional. Los modelos políticos participan por tanto de las características que Bush (1986) menciona: a) Se centran más en los grupos que en la institución como unidad. b) Se basan en los intereses y grupos de interés. c) Hay con frecuencia conflictos en las organizaciones. d) Los fines de la organización son ambiguos y perseguidos de muchas formas. e) Las decisiones surgen después de un proceso de negociación. f) El concepto de poder es central. g) Tiene importancia la influencia externa en la toma de decisiones. h) Son particularmente apropiados para entender la distribución de recursos en las instituciones educativas. Pero, además, la tradición crítica busca cambiar la realidad y en tal sentido se diferencia del paradigma interpretativo-simbólico. De hecho, el reconocimiento de una realidad socio-histórica y de intereses delimita situaciones y fenómenos que superan la “objetividad”. Asimismo, se intenta superar la sobreinsistencia en los significados personales por entender que todo está mediatizado por los intereses personales o de grupos y por los conflictos que su imposición y control generan. El interés emancipante y liberador queda de manifiesto en las tareas que asignan Deetz y Kersten (1980:148) al investigador crítico: a) Describir y comprender la realidad social de la organización. b) Examinar, criticar, la legitimidad del consenso y el conjunto de actividades y fuerzas que se desarrollan en una organización. c) Educar, esto es, desarrollar la capacidad de los diferentes miembros de la organización para implicarse en la autoformación y en los procesos de toma de decisiones. 75 “En definitiva, en el paradigma socio-crítico se abandonan y cuestionan los intentos de elaborar una teoría científica de la organización exenta de valor y de componentes éticos; se cuestiona asimismo la pretensión de elaborar un discurso meramente descriptivo de “cómo” se construye la realidad organizativa. En su lugar se propone elaborar un discurso crítico sobre la organización que posibilite no sólo su comprensión sino también la toma de conciencia de las condiciones de funcionamiento organizativo y la emancipación de las mismas con vistas a transformar esa realidad organizativa”. (González, 1986:57) Representa, pues, el compromiso con la acción política y el cambio: “La ciencia educativa crítica tiene el propósito de transformar la educación; va encaminada al cambio educacional. Objetivos como el explicar (característico del planteamiento positivista de la investigación educacional) o el de entender (característico del planteamiento interpretativo) son meros momentos del proceso de transformación, antes que finalidades en sí mismas”. (Carr y Kemmis, 1988:168) La no separación de los hechos de sus valores inherentes impulsa el análisis de la práctica y el compromiso con el cambio. Asimismo, plantea coherentemente procesos participativos y colaborativos, tanto en la definición de problemas como en la definición de los fines y en la elección de técnicas e instrumentos. Considerar el paradigma crítico supone, por otra parte, diferenciar las corrientes Político interpretativa y la Político intervencionista. La primera se centra en el análisis de los procesos políticos dentro de las organizaciones (establecimiento de metas, toma de decisiones, diseño organizativo, etc.) y supone, en tal sentido, la incorporación de la política como una variable más e importante que hay que considerar. La corriente político intervencionista es la que realmente implica un cambio de enfoque, al considerar lo político como perspectiva global y punto de partida para el análisis de las instituciones. Elabora, consecuentemente, todo un discurso crítico en torno a la organización y a las aportaciones teóricas existentes, con el fin de llevar a los participantes a la autoconciencia de las contradicciones implícitas y a su intervención en la transformación de la vida organizativa. Lorenzo (1994:144) considera, por su parte, el criterio de extensión que le permita hablar de dos orientaciones: a) Micropolítica, centrada en el análisis de los procesos de poder dentro de las instituciones. b) Macropolítica, que enlaza con análisis de carácter más general y relacionados con estudios de las condiciones sociales y económicas que envuelven a las instituciones. La “imagen” predominante en el aspecto macropolítico ha sido la reproductora, si bien actualmente se abre paso a una perspectiva más positiva que reconoce la capacidad transformadora 76 de la escuela (Codd, 1989). La perspectiva micropolítica tiene un representante cualificado en Ball (1989,1990), que aporta un esquema de análisis de la organización diferenciado en conceptos y teminología del tradicional (Cuadro 20). CUADRO 20 Conceptos clave para el análisis organizacional (Ball, 1989:25) Perspectiva micropolítica (enfoque explícito) Ciencia de la organización (enfoque explícito implícito) Poder Autoridad Diversidad de metas Coherencia de metas Disputa ideológica Neutralidad ideológica Conflicto Consenso Intereses Motivación Actividad política Toma de decisiones Control Consentimiento Considera también el autor mencionado (Lorenzo, 1994:153) dentro de este enfoque planteamientos últimos y actuales como el Desarrollo Organizativo y su actual versión del Paradigma Colaborativo, aunque tengan una filiación de origen incluso racional-tecnológico (pág. 153). También Morgan (1990) hace referencia a diferentes perspectivas que analiza según las variables de interés, conflicto y poder (Cuadro 21). Por último, Etkin, en el prólogo de su texto sobre “La doble moral de las organizaciones”, realiza una nueva aproximación a partir de un análisis crítico del funcionamiento institucional. “El análisis de la perversidad es una visión que consiste en recorrer el velo que oculta a la injusticia y la desigualdad detrás de la ideología, el dogma, la hipocresía, el doble discurso, la persuasión o la mentira institucional. Queremos explicar cómo esas realidades destructivas no son eventos aislados o anormalidades transitorias sino actitudes recurrentes que se constituyen en rasgos de la cultura organizacional”. (1993:XIX) Más adelante: “Lo positivo es que las organizaciones funcionan aportando a sus integrantes y al medio social, aun cuando es posible que incluyan órdenes destructivas en sus prácticas cotidianas, en particular cuando recorremos su realidad desde la óptica de sus grupos componentes y desde los intereses particulares de otras organizaciones”. (Pág. 319) CUADRO 21 77 Marcos de referencia en el análisis organizacional (Morgan, 1990:176-177) Las organizaciones pueden entenderse como mini-estados donde la relación entre individuo y sociedad es paralela a la relación entre individuo y organización. La visión unitaria, pluralista y radical de la organización, puede caracterizarse en los siguientes términos. Unitario Pluralista Radical Intereses Pone el acento en la consecución de objetivos comunes. La organización es vista como una unidad bajo el paraguas de las ambiciones comunes y esforzándose hacia su consecución a modo de un equipo bien integrado. Pone el acento en la diversidad de los intereses individuales y de grupo. La organización es observada como una coalición poco ligada la cual tiene sólo un interés transitorio en los fines formales de la misma. Pone énfasis en la naturaleza opositora de los intereses contradictorios “de clase”. La organización es vista como un campo de batalla donde fuerzas vivas (por ejemplo, dirección y sindicatos) luchan por la consecución de fines claramente incompatibles. Conflictos Considera el conflicto como un fenómeno extraño y transitorio que puede ser eliminado por medio de la apropiada acción directiva. Cuando éste crece se atribuye generalmente a las actividades de desviacionistas y creadores de problemas. Observa los conflictos como algo inherente e irradicable característico de los asuntos de la organización y acentúa sus aspectos potencialmente positivos o funcionales. Observa los conflictos de la organización como inevitables y como parte de más amplios conflictos de clase que eventualmente cambiarán la estructura de toda la sociedad. Se reconoce que los conflictos pueden ser sofocados y así a menudo existen como latentes más que con características manifiestas en las organizaciones y en 78 la sociedad. Poder Ignora ostentosamente el papel del poder en la vida de la organización. Conceptos como autoridad, liderazgo y control tienden a preferirse como medios de describir las prerrogativas de la dirección para guiar la organización hacia la consecución de los intereses comunes. Observa el poder como una variable crucial. El poder es el medio por el que se acentúan y resuelven los conflictos. La organización es vista como una pluralidad de poseedores de poder extrayendo el mismo de una pluralidad de fuentes. Observa el poder como un rasgo clave de la organización, como un fenómeno que está desigualmente distribuido y seguido por la división de clases. Las relaciones de poder en las organizaciones son vistas como reflejo de las relaciones de poder en la sociedad en general, y próximamente vinculadas a más amplios procesos de control social, por ejemplo, el control del poder económico, el sistema legal y la educación. Implicaciones organizativas La imposibilidad de “despolitizar” una organización es, quizás, la gran aportación de este enfoque. Concebir la Organización escolar como una actividad con sentido transformador conlleva: a) Entenderla como una actitud educativa más, que no puede ser desposeída de este carácter y que injustifica la separación que a veces existe entre lo organizativo y lo educativo. b) Comprender que la organización tiene una estructura profunda que no siempre coincide con la estructura formalizada. De hecho, puede identificarse como una “zona de negociación solapada” entre coaliciones, grupos y personas que defienden intereses propios aunque no siempre la manifiestan así. c) Dar sentido y proyección social a la escuela como organización inmersa en una determinada realidad. Un “proceder crítico” tendría para Bates (1986:49-50) tres componentes: - Reflexionar sobre las metáforas que se intercambian dentro de la escuela y renegociarlas en función de un acercamiento a los valores liberadores. 79 - Reconstruir igualmente los ritos escolares. - Utilizar y dominar el lenguaje como mecanismo de control en las negociaciones sobre la actividad escolar. Revitaliza, por otra parte, el discurso sobre el poder, introduciendo elementos importantes en relación a los procesos de conflicto y negociación. Las diversas fuentes de poder presentadas por Morgan (1991:146) proporcionan un conjunto de ideas que pueden servir para mejorar los intereses y resolver o perpetuar los conflictos de la organización. No obstante el valor que tienen como herramienta de trabajo, cabe reconocer que aún subsiste demasiada ambigüedad sobre lo que es y representa este constructo. “Mientras hemos identificado numerosas fuentes de poder; que están probablemente lejos de ser exhaustivas, es difícil afianzar exactamente lo que es el fenómeno. Sabemos que tiene mucho que ver con los modelos asimétricos de dependencia, por lo cual una persona o unidad puede llegar a depender de otra de manera desequilibrada, y que también tiene mucho que ver con la capacidad para definir la relación de otros, de forma que les llevan a percibir y establecer la relaciones que uno desea. De todas formas, está lejos de ser claro si el poder debería ser entendido como un fenómeno de comportamiento interpersonal o como la manifestación de los factores estructurales profundos. No está claro si la gente tiene y ejerce poder como humanos autónomos o son simples portadores de las relaciones de poder que resultan de fuerzas mas fundamentales. Estas y otras cuestiones -como si el poder es un recurso o una relación, si hay una distinción entre poder y procesos de dominación y control social, si el poder se une en última instancia al control del capital y la estructuración de la economía mundial, o si es importante distinguir entre la manifestación actual del poder y del poder potencial- continúan siendo materia de considerable interés y debate entre los interesados en la sociología de la organización”. (Morgan, 1991:172-173) Un análisis del poder institucional nos ha de llevar a analizar las fuentes de poder (autoridad) y sus manifestaciones (legal, carismática, unipersonal, colegiada, etc.). Asimismo, la forma de ejercer el poder (vertical, horizontal y vertical ascendentes, en terminología de Peiró, 1990) y las resistencias que encuentra. El ejercicio del poder puede llegar a imponer los fines de la organización o buscar el equilibrio entre prestaciones y contraprestaciones. Surgen así referencias al conflicto y la negociación como vías de construcción y reconstrucción de las organizaciones. También a la toma de decisiones que se convierte en la “sustancia” (así llamada por Ball) de la práctica de la Organización. En realidad, el análisis y convivencia de los tópicos anteriores es la consecuencia de la multiplicidad de objetivos que conviven en las organizaciones: - Intereses del individuo dentro de la organización, como retribución económica, condiciones de trabajo, carrera profesional, etc. - Intereses extraorganizacionales del individuo de tipo personal, familiar y social. - Intereses de grupos formales e informales de la organización: recursos económicos para un departamento, autonomía, acceso a la información. - Intereses de grupos y organizaciones ajenas, como sindicatos, grupos financieros, etc. 80 (Muñoz y Román, 1989:130) Y en la confluencia de esos intereses será importante el mantenimiento de un ética. Como ya sostiene Popkewitz desde 1980, cuando analiza los diferentes paradigmas desde la perspectiva pedagógica, las teorías educativas son teorías morales. La organización en este contexto aparece como algo más que “(...) un mero conjunto de prácticas administrativas; aparece como un compromiso con la verdad y con valores humanos como la justicia, libertad y respeto por las personas”. (Codd, 1989:137) Esta opción ligada a valores sociales y políticos por encima de los académicos afecta a todos los que intervienen en la organización y, particularmente, a los directivos. El administrador se concibe como un analista, es la estructura ideológica del centro en relación a la realidad social, que trata de comprenderla y de hacer efectivos los valores de igualdad, liberación de la autoridad o persona, la justicia y la autoderminación (England, 1989:82). Se retoma así un compromiso educador por encima del compromiso gestor. También la innovación y el cambio adquieren perspectivas más globales. Como dice González (1990:42), “el análisis político-crítico de la escuela y el cambio son inseparables”. De hecho, queda comprometido con una acción más general como es la mejora social o la “lucha hacia un mundo mejor” (Bates, 1989b:42). Los enfoques críticos han tenido, por otra parte y tradicionalmente, manifestaciones adversas si nos atenemos a la distribución de poder que se ha dado en las instituciones. Muñoz representa vectorialmente la situación de algunas de las propuestas que han existido: CUADRO 22 Escuela, poder y libertad (Muñoz y Román, 1989:146) 81 Se añade así la participación como otro gran tema a considerar. Sea la participación directa o indirecta, lo cierto es que tiene indudables implicaciones en la práctica organizativa. De ella pueden depender opciones de valores, la forma y contenido de los procesos de control, la realidad de la escuela frente al entorno o la posibilidad de convertir en cierto el carácter instrumental de las organizaciones. Aportaciones y limitaciones Como en el enfoque interpretativo, los análisis realizados son importantes pero aún insuficientes para dar estatuto de acuerdo a las diferentes opiniones que se han manifestado y que recogemos a continuación. La consideración de la escuela desde el paradigma socio-crítico representa una visión más dinámica que la dada por los otros enfoques considerados, al cuestionar el carácter apriorístico de las metas, patentizar la diversidad de intereses y aportar una visión más amplia de la organización. Por otra parte, evidencia las contradicciones de las organizaciones en general y de las escolares en particular, al mismo tiempo que las considera como factor de cambio. Este compromiso con la acción supone, en realidad, una nota claramente distintiva que exige mejorar la vida organizativa con nuevos sistemas de participación. Esta visión crítica de la organización representa una superación indudable de los criterios de racionalidad del paradigma funcionalista, y quizá de la perspectiva aséptica propia de los enfoques centrados en las relaciones humanas, pero es posible, también, que se sobreestime la inevitabilidad del conflicto o se subestime la posibilidad de desarrollar estrategias colaborativas sin intereses partidistas dentro de las organizaciones. Particularmente puede ser válida esta perspectiva en organizaciones escolares cuyos valores implícitos conllevan finalidades en la dirección mencionada. “La perspectiva política es un importante antídoto a la antiséptica racionalidad que, algunas veces, caracteriza la perspectiva racional y al optimismo ingenuo que, algunas veces también, presenta la teoría de los recursos humanos”. (Bolman y Deal, 1984:216) La concreción de enfoques políticos en propuestas organizativas ha supuesto, por otra parte, el resaltar la importancia de los valores de grupo, destacar la importancia de las actitudes de respeto y comunicación por encima de los métodos y contenidos, el establecer relaciones iguales entre técnicos y usuarios y el fomentar procesos de autonomía ligados al reparto de poder. 82 La primera limitación de este enfoque proviene de la exclusividad con que se presenta. No creemos que se puedan ignorar las aportaciones de los anteriores sin caer en un sesgado reduccionismo. “(...) en la organización cuenta lo legal, lo explícito y lo invisible, lo objetivo y lo subjetivo, los hechos y los significados, las estructuras, infraestructuras y superestructuras. Y en la formación del futuro profesor y del futuro pedagogo esto no se debe olvidar”. (Lorenzo, 1994:155) Habría que distinguir, asimismo, entre los análisis micro y macropolíticos. Como señalan Musgrove (1971) y Tyler (1991:57), los procesos internos de la escuela dependen más de la vida organizativa de las propias escuelas que de las grandes influencias externas donde es más patente la lucha de clases. Metodológicamente, la mayoría de las investigaciones son estudios de casos y relatos de organizaciones políticas en acción que proveen de una rica información. Pero falta mucho por estudiar en la dinámica política de las diferentes organizaciones, permaneciendo muchos procesos insuficientemente explorados (Bolman y Deal, 1987). Los modelos políticos son vistos primariamente como descriptivos y exploratorios. “Se definen como retratos realistas de los procesos de la toma de decisión en colegios y universidades. No pretenden ser teorías normativas o prescriptivas que ayudan a los profesores para la autoevaluación o la mejora”. (Borrell, 1989:109) La confianza en el cambio a partir de las escuelas resulta así cuestionada. “Es imposible cambiar ésta, actuando sólo desde una parcela de la misma; un cambio profundo de la sociedad requiere cambios en las estructuras más esenciales de la misma, siendo la estructura educativa una de ellas, pero puede y debe considerarse que la clave del cambio se halla más en la política y en la economía”. (Muñoz y Roman, 1989:148) Reconocer lo anterior ha de evitar, por otra parte, caer en una actitud de negativismo, impotencia y pesimismo. El cambio es posible pero quizá no debe ser traumático y si progresivo, lo que puede conseguirse a partir de propuestas sitemáticas, continuas y que toman en cuenta actitudes positivas, colaborativas y liberadoras. El enfoque crítico apoya toda racionalidad en el agente del conocimiento infravalorando el objeto de dicho conocimiento. El criterio de “intereses” mencionado por Habermas ignora la naturaleza de los fenómenos objeto de análisis: ¿por qué no se habla de la emancipación de la teoría crítica-emancipadora?, como señala De la Torre (1992:162). 83 Hacia un modelo comprensivo de la realidad organizativa escolar Como hemos visto, el panorama teórico actual presenta un conjunto amplio de concepciones que explicitan el reconocimiento de múltiples realidades e implican variadas aportaciones metodológicas. Este espectro conceptual no fácilmente categorizable supone, en realidad y para mí, un conjunto de propuestas analíticas que se diferencian por focalizar su atención sobre aspectos distintos de la realidad escolar. La “ley del péndulo” parece cumplirse también aquí donde se pasa de priorizar el ámbito estructural, al humano y de este al personal, en un intento de determinar las categorías últimas de lo organizativo. Desde nuestro punto de vista, la dispersión de enfoques no es tal sino el resultado de la visión analítica de los teóricos cuando abordan un objeto tan complejo como es la realidad organizativa. Por otra parte, hay que considerar, como ya dijimos, que la Organización escolar es una disciplina relativamente reciente, lo que explica el carácter más exploratorio que conceptualizador con que pueden ser vistas muchas de las aportaciones descritas. Señalar la complejidad de la institución escolar no supone más que reconocer algunos de sus rasgos más característicos como organización: Es precisamente, la complejidad de las organizaciones escolares la que justifica la dificultad de abordar globalmente su estudio, pero también los análisis paradigmáticos corroboran el carácter multidimensional de la realidad escolar que se han realizado. Por una parte, la escuela, como objeto de reflexión y de práctica, puede ser considerada como “un fenómeno/realidad en la que convergen componentes materiales, estructurales y funcionales relativamente objetivos”; por otra, “componentes representacionales, culturales y socio-contextuales, constituidos básicamente por los individuos y grupos que pertenecen a la escuela”; pero también, “componentes políticos, ideológicos y sociológicos, dialécticamente generados por y desde el conflicto, los intereses de clase, e incluso, la cultura dominante, etc.” (González, 1986:137). El hecho de hablar de orientaciones diferentes no debe llevarnos necesariamente a considerarlas enfrentadas. Se trata más bien de distintos niveles de análisis que la perspectiva histórica ha ido evidenciando. Es más, podríamos aventurar la hipótesis de que son abarcadoras y complementarias. Cada nivel de análisis supone una conceptualización más amplia que permite una mayor profundidad en el estudio de la organización. Si los planteamientos calificados de racionales se plantearon la organización en sus manifestaciones, los simbólicos lo hicieron en su realidad y los críticos profundizaron en las razones de esa realidad. Por otra parte, es difícil pensar que pueda plantearse una perspectiva crítica sobre una realidad aún no conocida. Los paradigmas científico-racional e interpretativo-simbólico aportan, en tal sentido, la materia prima para la elaboración del paradigma crítico. De igual modo, los simbolismos de una organización no son totalmente abstracciones puras sino que se fundamentan en estructuras conocidas y en propósitos manifestados por las organizaciones. Todas las aportaciones de las que hablamos vienen para nosotros a profundizar en alguno de los componentes (objetivos, estructura, sistema relacional y acción directiva). Así, el conjunto de paradigmas señalados vienen perfectamente orientados a explicar y fundamentar el sistema 84 relacional, con excepción de algunas corrientes del paradigma científico-racional (las estructurales) que inciden, aunque sólo sea de manera descriptiva, en la delimitación de objetivos y estructuras. “Cada uno de los enfoques vistos anteriormente subraya ciertas dimensiones y aspectos de las escuelas y deja de lado, por así decirlo, otros; y es así porque los temas, las cuestiones, los aspectos que vemos en la escuela como organización no es algo independiente de cuál es la lente que utilizamos para mirarla. Pero no sólo importa a qué atendemos cuando queremos comprender las organizaciones escolares y su funcionamiento; importa también el discurso que hacemos sobre la mismas y las implicaciones que todo ello tiene de cara al trabajo en y con las escuelas. Evidentemente, el discurso y la práctica organizativa difieren sustancialmente si utilizamos uno u otro enfoque, al igual que ocurre en otros ámbitos educativos como el currículum, el cambio y la mejora escolar, el asesoramiento a centros, etc.”. (González, 1994:55) Se constituye, pues, el sistema relacional como el factor clave de la organización y el centro de mira de las aportaciones de simbólicos y críticos. Y es que en el sistema relacional está la persona humana como el elemento más esencial, pero impredecible en sus comportamientos, de toda la organización. Intervenir sobre tal agente será, por tanto, incidir en lo más relevante y posibilitar, en consecuencia, los cambios más sustanciales y permanentes. Ahora bien, admitir la potencia motora del sistema relacional no debe suponer menospreciar los otros componentes del modelo -objetivos, estructura- ni desconocer las íntimas relaciones que les unen. Muy a menudo los críticos se han preocupado de realizar análisis ideológicos exhaustivos sobre la escuela pero poco han aportado en relación al desarrollo de estructuras organizativas adecuadas y potenciadoras de su forma de ver la realidad; de la misma forma que tampoco lo han hecho los autores que han definido el llamado paradigma interpretativo-simbólico. Particularmente, será importante analizar en el sistema relacional el papel que juegan los directivos y la importancia de las estrategias de dinamización (Gairín, 1992) en lo que afectan a procesos de comunicación, participación, toma de decisiones y resolución de conflictos. Creemos, por tanto, que los modelos presentados en las páginas 83 y 92 no han agotado sus posibilidades de estudio y permiten la elaboración de conocimiento y el desarrollo de la tecnología correspondiente. Como apoyo a esta perspectiva, apuntamos a continuación algunos elementos sobre los que podría dirigirse la actividad investigadora. La consideración de los objetivos y metas de las instituciones se ha realizado desde el prisma científico-racional bajo un enfoque fundamentalmente funcionalista (cómo redactarlos, qué ámbitos deben definir), que se ha completado gracias a la perspectiva participativa y negociada que le imprimen los nuevos enfoques. Así, la visión tradicional debería superarse considerando a nivel de metas la exigencia social y el resultado de la dinámica necesidades sociales- necesidades individuales- necesidades de grupos educativos próximos (profesor, alumnado, padres, etc.). Si bien los estructuralistas han analizado profusamente el papel de la estructura en las organizaciones y sus relaciones con el ambiente, siempre han supuesto la estabilidad de esta 85 dimensión en clara contradicción con los planteamientos críticos. El desarrollo de marcos teóricos que permitan concretar estructuras flexibles y no necesariamente permanentes resulta, por tanto, una perspectiva necesaria y aún no abordada. Por último, y en referencia al sistema relacional, parece necesario profundizar en los que se refieren a la organización identificándola con un sistema natural, anarquía organizada, organización primitiva, etc. En realidad, cabe avanzar en los análisis que permitan establecer un mejor conocimiento de la débil articulación con que se define a la organización escolar en relación a procesos de autonomía personal e institucional, a factores de cambio, a procesos técnicos y constructivos de sistemas de significados u otros que pudieran definirse. Queda así patente que la realidad escolar no sólo es un sistema complejo y distintivo respecto a otras organizaciones, también lo es multifacético y multidimensional. Hablamos de multifacético en la medida en que puede ser analizado desde diferentes ámbitos (sistema de objetivos, sistema estructural y sistema relacional), pero también caben múltiples perspectivas en cada uno de ellos, como evidencian los enfoques analizados y sus múltiples implicaciones. La escuela, desde el punto de vista organizativo, queda así considerada como una realidad integrada e integradora que permite avanzar hacia el establecimiento de una teoría con capacidad de explicación general y aplicable a situaciones particulares. La consideración de los diferentes enfoques con que se ha analizado la organización escolar permite caracterizarlos como perspectivas de análisis que previsiblemente puedan integrarse en un futuro bajo modelos como el que apuntábamos anteriormente. Coincidirían en esta perspectiva integradora Moreno (1978:11), Sander (Sánchez, 1985:117), González (1986,1993,1994), Antúnez (1993) y Lorenzo (1994). El primero señala: “Existe, es evidente, la posibilidad de pensar en una tendencia integradora que conciliase en una primera concepción las tres variantes anteriormente citadas. En esta línea, y con esta inspiración, comienzan ahora a publicarse los actuales Tratados de Organización escolar”54 . Benno Sander nos habla, por su parte, de un paradigma multidimensional, y González (1986:126 y ss) justifica ampliamente la conveniencia de un pluralismo teórico en el campo de la Organización escolar. También cree ver Tort (1985:17) una cierta relación o línea de pensamiento común en las tendencias organizativas modernas. El análisis empírico que realiza Lorenzo (1994:165-174) descubre la existencia de manifestaciones y expresiones en los centros educativos que son muestra de los diferentes planteamientos analizados. Su aportación concluye en las siguientes proposiciones: 1. Existen tres paradigmas como modo o plataforma de pensar la Organización escolar. 2. Existen sólo parcialmente: No hay planteamientos unitarios del mismo paradigma para todas las categorías extraídas para las creencias de los directivos. 3. En consecuencia, existen como tales paradigmas implicados, mezclados, unos con otros en sus dimensiones constitutivas. 4. No hay ninguno que, en solitario, integre y admita la complejidad de los tres paradigmas y la 54 Las variantes a que se refiere Moreno son los enfoques logocéntrico, de inspiración empresarial y humanístico ya desarrollados anteriormente. 86 complejidad de las escuelas. (1994:174) Por su parte, Antúnez señala: “Las teorías y modelos que intentan explicar las organizaciones educativas no son sino propuestas que deberían ser consideradas de forma concurrente. Más que una visión permanente de las organizaciones a través de uno u otro modelo de forma invariable e independiente sugieren una visión simultánea a través de todos ellos o, tal vez desde una posición más realista, utilizarlos como elementos de análisis a través de un proceso integrador. No sería oportuno analizar con los mismos parámetros (enfoque o perspectiva) un centro escolar de reciente construcción que otro que ya lleva años funcionando o a dos centros de titularidad pública y privada respectivamente”. (1993:50) Finalmente, Muñoz y Román (1989:220) destacan cómo la práctica cambiante puede aconsejar el uso de una u otra perspectiva. La elección de un determinado modelo, dicen, estará condicionada por los fines, los participantes, el entorno y las circunstancias. Una visión integradora de los tres enfoques nos parece, a la vista de las nuevas opiniones, como algo deseable. Y no es que se busque el eclecticismo, sino que se reconoce la necesidad de las tres perspectivas para explicar íntegramente los fenómenos sociales (como también dice Sáez, 1989:22) y los organizacionales. Y hablamos de tres en un intento de superar propuestas que hablan de integrar dos enfoques (fenomenológico y critico -Foster, 1986-, empírico y crítico -England, 1989-) o de dimensionar uno sobre los demás (Tyler, 1991, en relación al estructuralismo a partir Bernstein, o a partir del enfoque político propio de England, 1989). Por otra parte, es asumible la propuesta de nuevos paradigmas que intentan integrar lo que resulta complementario y compatible de los anteriores. Así, se considera el paradigma emergente (Schwartz y Ogilvy, 1979; Guba y Lincoln, 1985) como integrador de concepciones teóricas y superador de antagonismos metodológicos de enfoques naturalistas y positivistas. Asimismo, se pueden mencionar el paradigma colaborativo (Escudero, 1992) o la perspectiva ecológica (Lorenzo, 1994), con evidentes raíces en enfoques críticos y sistémicos, respectivamente. Por nuestra parte, abordamos una propuesta centrada más en la naturaleza de lo que hay que conseguir y en el proceso coherente, que en el análisis exclusivo de los procesos o en la descripción de la realidad organizativa. 87 Texto: LA GESTIÓN ESCOLAR EN CONDICIONES ADVERSAS. Editorial Santilana. 2001. Germán Cantero, Susana Celman, Zunilda Ulla, Gabriela Andretich y otros. CAPÍTULO 5. Gestión: otra mirada es posible 5.1. El contexto de nuestra opción: Propone una forma de mirar el contexto global en el que se inscribe el problema de la gestión escolar como una opción teórica, ética y práctica. Hablar hoy de gestión escolar suscita adhesiones entusiastas o serias objeciones, según los contextos e interlocutores. No se trata, como algún desprevenido podría suponer, de diferencias sutiles o fútiles que a veces apasionan el debate académico. Se trata de una relación más o menos conflictiva entre actores sociales que se disputan la hegemonía o, al menos, cuotas de poder sobre los procesos educativos nacionales. Políticos de la educación, consultores internacionales, gremialistas y empresarios debaten hoy sobre el rol de la escuela en el marco de los profundos cambios económicos y sociales que se han operado en el país. Para algunos actores, se trata de producir en el sistema público de enseñanza los ajustes estructurales que restan concretar en el aparato del Estado. Para otros, la prioridad reside en la escuela como formadora de nuevas aptitudes y actitudes de cara a la inserción competitiva del país en la economía globalizada. Otros en cambio, sin desconocer estos imperativos, ponen el acento en la escuela como generadora de futuros ciudadanos y trabajadores lúcidos frente a sus derechos y deberes sociales y políticos. En este contexto, el tema de la gestión escolar es colocado en el centro de la polémica. Se trata concretamente de que las escuelas asuman un modelo de gestión funcional al nuevo orden imperante o desarrollen otro que las fortalezca en su autonomía relativa. Y esto sucede porque, como ocurre en tiempos de inflexión histórica, la educación es revalorizada simultáneamente como herramienta de reproducción y de cambio desde diferentes intencionalidades. Como veremos más adelante, en unos y otros subyace una concepción más o menos clara de que la gestión no es sólo 88 un proceso de valor instrumental sino que debe ser valorada también como componente del curriculum total de las instituciones escolares. La escuela es y ha sido la arena donde se dirimen los intentos de dominación ideológica de las sociedades modernas, pero también es y ha sido la tierra fértil del pensamiento crítico y liberador. En este sentido, siempre ha estado expuesta a la pretensión de subordinarla funcionalmente a los objetivos del proyecto político hegemónico. Pero, paralelamente y muchas veces, es y ha sido la fragua de un pensamiento resistente, alternativo, libertario, posibilitador del disenso y, por ende, de una sociedad que da cabida a la pluralidad y reclama la tolerancia. En otras palabras, una misma institución es y ha sido pretendida como instrumento de dominación y como sostén de una sociedad más democrática. Ahora bien, si esto es así, cómo se entiende que en toda la década de los ‟90 desde el proyecto político vigente se haya reclamado una creciente identificación funcional de la escuela con las demandas del nuevo orden imperante y al mismo tiempo se haya sostenido el discurso de la autonomía escolar. Esta aparente contradicción es un problema semántico que remite a por lo menos dos maneras diferentes de entender la autonomía: como facultad gerencial necesaria para la implementación de políticas o, en cambio, como atribución de docentes profesionales, como prerrogativa de educadores. Cada una de ellas pone el énfasis en dos caras de una misma moneda: de un lado, la escuela como primera instancia de un aparato sectorial del Estado y, al mismo tiempo, como la mano larga de la administración educativa, del otro, la escuela como organización social primaria, en la que directivos, docentes, alumnos y padres, se constituyen en mediadores críticos de políticas públicas y adecuan propuestas curriculares oficiales a necesidades propias. Más aún, en muchos casos las escuelas, gestadas por el propio entorno vecinal, son instituciones donde la propiedad social y el patrimonio del estado se fusionan de hecho.6 En síntesis, en la escuela convergen dos presiones, una tendiente al cumplimiento de prescripciones centrales y, otra orientada a la satisfacción eficaz de necesidades singulares. Haciendo abstracción de todo contexto, estas presiones intentarían conciliar intereses y necesidades nacionales, provinciales y locales mediante una equilibrada articulación curricular. Pero la realidad, en todos los planos, no es producto de equilibrios armoniosos sino de las luchas que expresan estos intereses y necesidades, muchas veces contradictorios. El contexto nacional actual puede ser descripto como el proceso de instalación de la sociedad global de mercado, con sus rasgos de segmentación y exclusión social, y como la propagación del discurso de la competitividad como “primer mandamiento cultural”. “Como en otras épocas, los misioneros de la nueva fe quieren que la educación sea el vehículo privilegiado para su implantación generalizada. Ese es el origen del discurso sobre la educación como inversión, sobre la centralidad de la formación de los recursos humanos y, ya en el terreno de 6 Un caso análogo lo constituyen, por ejemplo, las escuelas privadas llamadas parroquiales, donde las contribuciones y, sobre todo, los esfuerzos de los vecindarios son de tal magnitud que resulta difícil deslindar la propiedad social de la privada. 89 las torpezas que toda gran misión comporta, (de) los intentos por reducir la educación, o mejor dicho, el ser humano a su función económica como potencial trabajador” . “También como en otras épocas la escuela es visualizada como el ámbito apropiado para gerenciar con eficiencia y eficacia esta nueva campaña civilizadora de las grandes mayorías; este reduccionismo que prioriza las funciones de instrucción, de capacitación de esta nueva versión del hombre unidimensional, productor y consumidor de la postmodernidad” (Juan Antonio Fernández, 1995). “¿Será necesario aclarar en estos tiempos de turbulencia y confusión que estas palabras no apuntan a negar la necesidad de una positiva integración entre la producción, el trabajo y la educación, sino a demandar por la integralidad de esta última, lo que equivale a sostener una utopía de plenitud humana?”7 Posicionarse críticamente en relación al contexto descripto implica adoptar una postura también crítica sobre la pretensión del poder central de convertir a las escuelas en sucursales de esta empresa civilizadora, procurando hacer de los directores los gerentes del sistema educativo. Las concepciones actuales de administración asignan al gerente de sucursal el papel de un dúctil, plástico, creativo y por ende autónomo implementador de políticas y directivas de la casa matriz. Pero su autonomía consiste en encontrar la forma más eficiente y eficaz, con la cooperación del personal y de los propios clientes, de conseguir los objetivos de un directorio cuya política está fuera de discusión. Las políticas educativas nacionales de esta década se han caracterizado por presentar a lo que hemos calificado de torpe reduccionismo como la única alternativa posible, como evidencia que no admite debate en la sociedad argentina. Implementar el modelo se ha convertido en un mandato que requiere gerentes dóciles y eficientes para una escuela devenida en sucursal de una empresa mayor. En este contexto, es comprensible que se haya remozado la vieja tendencia a comprender las organizaciones escolares por analogía con otras organizaciones sociales, mediante un esfuerzo por captar lo que tienen en común; más aún, por transferir a las primeras los aportes del paradigma dominante en las ciencias de la administración sobre determinadas organizaciones: las empresas y las burocracias (S.Ball,1989), es decir, aquellas que históricamente han sido objeto del interés de la política y la economía como ciencias y como prácticas sociales. Más aún, epistemológicamente, la administración moderna es inescindible de las demandas de conocimiento aplicado de las sucesivas revoluciones industriales. Pretender una transferencia acrítica de un saber así sesgado por su historia a otras organizaciones sociales como las escuelas, los hospitales o las organizaciones voluntarias, arriesga arrojar una mirada también sesgada sobre las mismas. Sin embargo, esto ha sido una constante a lo largo del siglo. Esto no sólo condujo a desdeñar la importancia de conocer por sus especificidades a otras organizaciones, diferentes de empresas y burocracias, sino que llevó a subestimar por mucho tiempo 7 Cantero, Germán y Celman, Susana: “Gestión Escolar. Otra mirada es posible”, Congreso Internacional de Educación, UBA, Buenos Aires, 1996. 90 la investigación empírica sobre sus prácticas institucionales y, en el caso de las escuelas, a marginar a los actores de la escena escolar de la construcción de este conocimiento. De esta manera, se demoró la elaboración de un corpus teórico particular, indispensable para encarar cambios profundos en estas instituciones. En la práctica, esto sirvió para legitimar formas de organización escolar diseñadas para sistemas educativos centralizados, fuertemente prescriptivos y, ya remozados los conocimientos y modificados los contextos, sigue sirviendo a los mismos fines.8 En efecto, hoy, en el marco de un nuevo modelo global de organización social que procura consolidarse y que cuenta con los aportes más recientes del mismo paradigma científico, se intenta modernizar a las organizaciones escolares para adecuarlas a las exigencias de la sociedad de mercado emergente. Esto que puede sonar a vulgarización de un discurso que para sus defensores se funda en establecer las íntimas relaciones entre acumulación de capital humano y aceleración del crecimiento económico, no sólo arriesga a dejar fuera del debate a las razones últimas y profundas de la educación pública, sino que puede convertirse en una cruda realidad, a partir de que, en un contexto de ajuste económico, los programas que se aparten de las prioridades y las urgencias del modelo carecerán de financiamiento. Resumiendo, se trata de construir un sistema apto para atender demandas masivas, mediante unidades de servicio con capacidad operativa para responder con eficiencia y eficacia a los requerimientos locales y globales que se privilegian en la agenda de políticas públicas: los de formación de recursos humanos. Como hemos dicho, la dirección estratégica de este sistema está en proceso de recentralización, luego de haber concluido la etapa de transferencia de la administración de los servicios nacionales a jurisdicciones menores, las provincias. Desde las simplificaciones sistémicas, a las que son afectos, por ejemplo, algunos actores de la escena económica, una estructura de este tipo requiere a su vez de gerencias operativas (los directores de escuela y sus equipos), bien entrenadas en técnicas de gestión concebidas en la lógica de la producción industrial y de la competencia de mercado (S.Ball,1994). Desde esta perspectiva, la gestión escolar, como las gestiones de cualquier tipo de organización son, en primer lugar, un conjunto de procedimientos a ser utilizados como herramientas al servicio de objetivos organizacionales. Estos procedimientos han sido investigados, asociados con el éxito empresario y hasta cierta forma estandarizados en su uso. Frente a todo esto, si sostenemos que es posible repensar a la gestión escolar en vista de otro proyecto político-educativo, necesitamos apelar a otro andamiaje teórico. 8 La centralización directiva y descentralización operativa que hoy rige en la gran empresa transnacional por el desarrollo de las tecnologías informáticas y de telecomunicación, está vigente en el sistema educativo argentino gracias a estas tecnologías y, sobre todo, a la gran dependencia financiera de las provincias. En este contexto, la transferencia de servicios nacionales operada en 1992 sirvió para una desconcentración de conflictos y de gestión administrativa, para multiplicar la capacidad de llegada directa de la jurisdicción central al interior por medio de grandes programas autónomos de asistencialidad, asesoramiento y capacitación (Plan Social Educativo, PRISE, RFDFDC,etc.) y para fortalecer y recentralizar la dirección estratégica del sistema. 91 Esta alternativa político-educativa incluye sí, entre otras prioridades, la preocupación por una forma de articulación entre educación, trabajo y producción, pero la supedita a la satisfacción de necesidades de formación más amplias y profundas de índole personal y social, como lo son las de naturaleza ética y las que atañen al derecho de los individuos y grupos sociales a educarse para participar en la dirección de los cambios que los habrán de afectar, para generar condiciones políticas y sociales que les permitan debatir el contenido de esos cambios. (J.A.Fernández,1995). El andamiaje teórico al que apelamos, no sólo intenta aportar a la comprensión de la complejidad y densidad intrínseca de los fenómenos institucionales, sino que procura hacerlo además desde el conocimiento hasta ahora acumulado sobre la especificidad de las organizaciones escolares. Desde este soporte conceptual, la gestión escolar ya no es entendida primariamente como un conjunto de procedimientos preestablecidos, sino como cierto tipo de interacciones con propósito de gobierno que tienen lugar entre los actores de la escena escolar desde el ejercicio de una autonomía relativa. En este caso, el foco está puesto no tanto en el conjunto de prácticas que se propician y prescriben para una “buena gestión” desde una experiencia externa acumulada, sino en las múltiples estrategias y modos resolución de las contingencias cotidianas que se despliegan en cada escuela, a partir de diferentes historias institucionales, grupales y personales y de problemáticas y necesidades propias. Se trata de una mirada que pone en foco lo idiosincrásico de las gestiones escolares como modo de captar toda la riqueza de sus especificidades, para proponerse luego, entonces sí, hacer un aprovechamiento contextuado y tamizado de los aportes que proceden de la investigación de otras organizaciones sociales. Cabe acotar que en algunos ámbitos estas posturas, con todos sus matices, coexisten y conviven por necesidades estratégicas de construcción política; en otros, predomina la confrontación abierta. En todos los casos, las fronteras y perfiles de estas posiciones fluyen en el cauce turbulento y apasionante de la crisis y la transformación societal en que estamos inmersos. Pero como la visibilidad se opaca en los escenarios turbulentos, es preciso intentar una lectura precavida de tantos documentos y materiales bibliográficos donde los términos se confunden, donde los significados se cambian en un paso de manos, en una verdadera “ensalada neoliberal” (Adriana Puiggrós, 1995). Clarificar entonces la ideas en torno a la gestión escolar no es una cuestión menor. Las opciones al respecto habrán de condicionar las prácticas institucionales y proyectarse más allá del ámbito doméstico de la escuela, hacia una dimensión mucho mayor. En efecto, el modelo y estilo de gestión escolar que se instale y predomine en el futuro estará íntimamente ligado al modelo societal que, con alguna contribución de la escuela, se irá conformando en el transcurso y resolución de la larga crisis de este fin de siglo. Ello requiere, en primer lugar, aceptar que estamos frente a una temática que, desde la perspectiva que hemos esbozado, se encuentra en pleno proceso de construcción teórica y que, como siempre ocurre en estos casos, será fruto de una empresa colectiva, que admite los aportes más modestos, a condición de que sean fundados. 92 En tal sentido, expresamos la necesidad de desprender al concepto de gestión del trasfondo semántico que lo asocia al mundo de los negocios o al de los negocios de terceros (cuando se habla de gestor) y remitirnos a su acepción más general (hacer diligencias para la consecución de algo). En segundo lugar, proponemos despegar al concepto de gestión del de administración, utilizándolo sólo para designar los servicios que prestan las personas dentro de una organización y diferenciándolo de las actividades relacionadas con los “componentes no humanos...como locales, finanzas y equipamientos”, haciendo propia una acotación de Gimeno Sacristán9. En tercer lugar, sugerimos la conveniencia de concentrarnos en la acepción más elemental de gestión: un tipo particular de interacción humana. Por último, invitamos a dar un paso más: adjetivar este concepto con las especificidades que en nuestro medio diferencian a las escuelas de otras organizaciones sociales, para luego destacar y valorar aspectos característicos de aquellas que gestionan en condiciones adversas. 5.2. Otra mirada es posible y necesaria: Plantea la necesidad y posibilidad de otra perspectiva teórica en materia de gestión escolar, capaz de orientar prácticas específicas para problemas también específicos: los que plantea la escuela como una institución social particular, y los que se derivan del tipo de escuela que nos presenta el mayor desafío pedagógico: aquella que, en la adversidad, atiende a niños de sectores populares. En el marco de las exigencias teóricas, éticas y practicas del contexto descripto, nos permitimos entonces proponer algunos elementos conceptuales a tener en cuenta en futuras precisiones, que aspiramos sean fruto de nuevos aportes que incluyan también a los protagonistas de la escena educativa: a) De acuerdo con su naturaleza y direccionalidad, la gestión escolar consiste en un proceso de tipo interactivo e intersubjetivo, ubicado en un ámbito organizacional y orientado al gobierno de las escuelas, que incluye dinámicas interpersonales, grupales e institucionales, de carácter reflexivo e intencional que, en cada caso concreto, combinan y acentúan distintas estrategias, mediante el recurso a la autoridad y la influencia, para la satisfacción de determinados intereses y el logro de un conjunto de objetivos. b) En este proceso se combinan interacciones de tipo comunicacional (diálogo entre actores), cooperativas y conflictivas. c) Se trata, en consecuencia, de relaciones intersubjetivas que ponen en juego toda una trama compleja y profunda de comportamientos, actitudes, motivaciones, representaciones, etc., donde los componentes emocionales, valorativos e ideológicos tienen una fuerte incidencia y se entretejen con los de tipo cognitivo y tecnológico, requiriendo para su comprensión de un abordaje multidisciplinario. 9 Gimeno Sacristán, José: Investigación e innovación sobre la gestión pedagógica de los equipos de profesores, citando a Husen, T, pág. 66; en La Gestión Pedagógica de la Escuela, Justa Ezpeleta y Alfredo Furlán (Compiladores), UNESCO/OREALC, Santiago de Chile, 1992. 93 d) Comprenden a directivos, docentes, padres, vecinos, etc. (pueden incluir en algunos casos a ciertos alumnos), pero son formalmente conducidas/coordinadas por los primeros e informalmente por distintas combinaciones de liderazgos de cualquiera de ellos. e) Son fuertes demandantes de tiempos institucionales pero avanzan sobre otros tiempos, como los laborales y familiares. f) Cuando las condiciones lo permiten, tienen lugar en los espacios comunes de las organizaciones escolares (tomando una expresión de Santos Guerra, los que vinculan el “archipiélago de aulas”), pero los desbordan más allá de los límites físicos de estas instituciones. A su vez, articulan en y/o desde el espacio escolar procesos que se desarrollan en otros ámbitos (las propias aulas, las familias, el barrio, el sistema educativo, etc.). g) Dependiendo de los diversos niveles de complejidad de las organizaciones escolares (que incluyen a las pequeñas escuelas unidocentes)10, se concretan en múltiples modalidades de interacción formal e informal entre directivos, de éstos con los docentes, entre docentes (áreas, ciclos....), entre padres, docentes y/o directivos, etc. (reuniones, talleres, encuentros, diálogos interpersonales, etc.). h) Son mediaciones o articulaciones entre la normatividad, las condiciones de trabajo y las prácticas de los actores. i) Se plantean, explícita e implícitamente, la consecución de un conjunto de logros institucionales referidos a lo pedagógico, pero, según la adversidad del medio, la riqueza de los proyectos o la índole de los establecimientos, incluyen con mayor o menor peso objetivos socioculturales, asistenciales, económico-productivos, etc., llegando a veces a la atrofia de su especificidad educativa. j) Por estar orientadas al gobierno de las escuelas (J.G.Sacristán,1992), sugieren como un foco privilegiado de análisis las situaciones de toma de decisiones, pero pueden implicar un conjunto mucho más amplio de momentos que anteceden y suceden a las mismas, hilvanando un proceso, que incluye el análisis de situaciones problemáticas, la elaboración de visiones propositivas y normativas al respecto, la formulación y reformulación de proyectos y compromisos de acción, la concepción de estrategias de construcción de viabilidad, acciones de ejecución propiamente dichas y permanentes evaluaciones. Todo lo expuesto implica, a su vez: - Interacciones que persiguen objetivos de control y resistencia, de reproducción y cambio, a través de procesos que combinan de diferente forma, según las instituciones, circunstancias y actores, el diálogo, la negociación y la confrontación; intentando para ello legitimar discursos (vinculados con el reconocimiento de determinados individuos, con procesos de identificación, con la 10 En el caso de las escuelas unidocentes o de “maestro único”, tan comunes en el medio rural, las interacciones de gestión institucional se entremezclan en parte con las interacciones áulicas de enseñanza-aprendizaje, pero incluyen también todas aquellas que vinculan a la escuela con el resto del sistema educativo (supervisores, personal de otras escuelas próximas, etc.) y con padres y vecinos. En el universo cuantitativo de nuestra investigación se destacó, precisamente, una escuela de este tipo por su estilo de gestión y su proyecto interinstitucional con un establecimiento análogo. 94 adscripción a ciertos marcos de referencia ideológica, con aquello que se acepta o estimula y que se rechaza o estigmatiza como no deseable). (Perspectiva micropolítica). - Interacciones orientadas organizar y coordinar el trabajo, a definir canales de comunicación formal e informal, a manejar información, a distribuir y utilizar el tiempo y el espacio, a administrar recursos, etc. (Perspectiva organizacional y administrativa). - Interacciones que intentan ampliar la legitimidad de las decisiones y la pertinencia de los proyectos (acciones que promueven la participación de los distintos actores de la escuela y su entorno comunitario; que se orientan hacia el análisis de los problemas, las necesidades y demandas del medio, etc.) (Perspectiva sociocomunitaria). - Interacciones orientadas a articular modelos y proyectos curriculares, más o menos explícitos; condiciones, necesidades y requerimientos concretos para su desarrollo, y prácticas cotidianas de enseñanza-aprendizaje. Esto incluye procesos colectivos de diferente amplitud, que pueden a veces desbordar el espacio escolar, por los que se llega a privilegiar ciertos saberes, adoptar determinadas teorías del aprendizaje, desarrollar criterios y estrategias didácticos, seleccionar materiales y recursos, etc. (Perspectiva pedagógico-didáctica). Ahora bien, si tuviéramos que diferenciar a la gestión escolar de la que tiene lugar en otras organizaciones sociales, ¿en qué rasgos de la caracterización precedente habría que buscar entonces su especificidad? En primer lugar, cabe recordar que cualquier intento de este tipo debe enmarcarse en los trabajos ya realizados con respecto a estas especificidades en un ámbito más amplio que comprende a los procesos de gestión: el de la organización e institución escolar. Algunos de ellos, como los trabajos de Stephen J. Ball, M.A. Santos Guerra y de nuestra compatriota Lidia Fernández, han resultado particularmente inspiradores. En segundo término, debe tenerse en cuenta que no es posible hablar de características distintivas de la organización y de la gestión escolar en abstracto. Estas, en la medida que remiten a una conformación institucional histórica más o menos común, admiten también rasgos comunes que permiten comparaciones más allá de fronteras geográficas y culturales, sobre todo en este final de siglo de acelerada globalización. Sin embargo, estos cotejos se tornan insuficientes a la hora de intentar desarrollar, a partir de ellos, criterios de intervención sobre organizaciones concretas. Para esto es necesario profundizar en estas especificidades a partir de investigaciones en ámbitos más acotados. De acuerdo con las fuentes consultadas y con trabajos y experiencias propias, al momento de encarar esta investigación teníamos en claro que, en el ámbito de nuestro país, la gestión escolar que conocíamos se diferenciaba de la gestión en otras organizaciones sociales porque en ella: - Predominan las relaciones interactivas e intersubjetivas, por lo general de tipo primario, vehiculizadas preferentemente a través del habla. 95 - Se observa una fuerte incidencia de los componentes emocionales, valorativos e ideológicos en las interacciones; vinculable a su vez con la especificidad pedagógica de la función escolar. - Las presiones convergentes (y contradictorias) para provocar una mayor participación de nuevos actores, democratización de los estilos de relación y diversificación de compromisos y funciones, exigen forzar situaciones y posibilidades para encontrar espacios y tiempos para interactuar, no previstos por la normativa vigente y las condiciones de trabajo predominantes. - La pertenencia a un sistema de excepcional magnitud, complejidad y dispersión geográfica (dentro del ámbito de lo público), y la permanente tensión entre lo normado y las exigencias de cada medio y organización concretos, plantean, a su vez, un margen de autonomía escasamente respaldado por dicha normativa y, mucho menos, por la disponibilidad de medios. - Las interacciones remiten a su vez, permanentemente y de múltiples maneras, a un tipo peculiar de relaciones: las que tienen lugar a partir de la convivencia cotidiana entre niños (alumnos) y adultos (maestros, directivos, etc.), con todas sus implicancias (el tejido de vínculos afectivos que les es propio; las depositaciones sociales e institucionales que las enmarcan, la asimetría de saberes y poderes desde la que se constituyen, etc.). - La asistencia a la escuela más o menos forzada (M.A. Santos Guerra, 1995) de los objeto/sujetos de su cometido, los alumnos, sobre todo de los niños mayores y adolescentes, (leyes de obligatoriedad, presión familiar y social por el logro de reconocimientos simbólicos y de credenciales que exige el sistema económico, etc.), en forma diaria y durante largos períodos de tiempo, agrega una tensión adicional al contexto de convivencia: un permanente juego entre libertad y coacción. - Está constantemente expuesta a la pérdida de rumbos, de perspectivas y exigencias autocríticas. Esto se explica por la ambigüedad de los fines organizacionales que caracteriza a la escuela 11, por las dificultades para precisar objetivos y mucho más para evaluar procesos y resultados, por expectativas de logros ubicadas generalmente en el mediano y largo plazo y por la sobrevivencia institucional casi con independencia de estos logros, centrada más bien en la atención a las demandas, urgencias, conflictos y gratificaciones diarias. - La diversidad enorme de condiciones concretas de trabajo y de medios socioculturales de actuación en que se segmenta el sistema educativo (dentro del común denominador de la escasez), exige de actitudes y aptitudes personales y de saberes y prácticas profesionales muy diversificadas por parte de los equipos responsables. Como resultará fácil observar, todas estas exigencias personales y profesionales transcienden con holgura lo que se pretende desarrollar como “competencias” específicas de directivos, mediante gran parte de los currículos actuales de capacitación. Los mismos deberían sustentarse en criterios y conocimientos generados a partir de la investigación empírica de la diversidad de situaciones escolares que hemos señalado. Paradojalmente, en el contexto del paradigma vigente, abundan las ofertas de formación estandarizadas y elaboradas a partir de aportes teóricos “prestados” por otros ámbitos organizacionales. 11 Esta característica no debería verse como una minusvalía de la escuela con respecto a otras organizaciones sociales, sino como un rasgo inherente a una organización de composición plural y funcionamiento democrático, que aspira para sus docentes la autonomía propia de ciudadanos críticos y educadores profesionales. 96 Luego de estas diferenciaciones, aún resta una más. Es la que se origina en la gestión escolar que se desarrolla en la adversidad y ha sido objeto de esta investigación. Retomando lo ya hemos expuesto al respecto (Ver Cap.3: Adversidad y Sectores Populares), podemos caracterizar a la gestión en condiciones adversas como un tipo de interacciones generalmente tensadas, permeadas y enervadas por el malestar docente (psíquico y físico) que provoca esta adversidad, por las dificultades de comunicación que imponen las diferencias culturales entre maestros y alumnos, por la pobreza de recursos y de estímulos para el aprendizaje, por el riesgo permanente de dilución de lo pedagógico en una diferenciación creciente de roles y funciones, particularmente asistenciales, por el aislamiento y la soledad que muchas veces acompañan la docencia rural, por la atmósfera escolar de violencia subyacente y manifiesta que se respira en las escuelas urbano-marginales, por la dispersión de edades entre los alumnos que provocan el ingreso tardío y la repitencia, etc. Como se infiere de esta investigación, sólo unos pocos se sobreponen a estas condiciones y confirman la regla de fracaso anunciado que históricamente ha marcado el futuro de una importante proporción de la población argentina. En el marco de todas estas especificidades, si ahora se hace el esfuerzo de comparar a la gestión de las escuelas con las que tienen lugar en otras organizaciones sociales, como las empresas, quizás sea más fácil advertir las grandes diferencias que las separan. ¿Equivale esto a desechar todo lo que provenga y se sugiera desde las ciencias de la administración de empresas para un mejor manejo de los asuntos escolares? Por cierto que no, pero el situarse desde la especificidad de lo escolar permite discernir, tamizar y seleccionar a estos aportes en función de sus propósitos, contextos, historias y significados de origen y evitar transferencias forzadas y remedos improcedentes. Lamentablemente, la historia de la organización y administración escolar ha sido exactamente inversa. Se trata de una historia de apropiación de saberes y prácticas por analogía que, dicho sea de paso, nunca terminaron de calar hondo, quizás porque, precisamente, rara vez se hicieron desde el conocimiento de lo propio. Desde este conocimiento es posible entender las razones que fundamentan nuestra opción por un concepto de gestión que, lejos de reducirse a un conjunto de procedimientos estandarizables para logros más eficientes y eficaces, abarca al conjunto de interacciones que hemos descripto y algunas de estas interacciones cualifican de tal modo las gestiones que establecen diferencias notables entre escuelas y entre éstas y otras organizaciones sociales. En efecto, la concepción de gestión que se intentó construir articulando diversos aportes y elaboraciones propias desde un esfuerzo por captar las especificidades de la organización escolar nos condujo a la afirmación de que su núcleo reside en procesos interactivos e intersubjetivos que no sólo son mediaciones entre la normatividad, las condiciones de trabajo y las prácticas de los actores, a manera intermediaciones adjetivas entre componentes sustantivos, sino a manera de trama de interacciones entre sujetos que no sólo define dibujos y texturas diferentes sino potencialidades distintas que cualifican, identifican y por ende diferencian los procesos y resultados de cada gestión. En otras palabras la interacción no es sólo el vehículo de la gestión sino el contenido que la cualifica. 97 Contribuyen a esta cualificación la singularidad de cada colectivo escolar que se nutre tanto de las diversas expresiones sociales que conlleva cada individuo (como portador de cultura, representaciones, sentidos, etc.) como de la singularidad de las historias, contextos, capacidades, caracteres y energías que cada uno pone en juego. Aportan también a esta diferenciación sustantiva el grado de apertura y transparencia de estos vínculos que, por estar orientados al gobierno de las instituciones escolares, constituyen un aspecto significativo del curriculum real en el que se gestará un modo de asumir lo público y en el que se jugará el futuro de nuestras democracias. Cabe ahora una pregunta ¿hubiéramos podido captar todas estas cualidades si en lugar de centrar en análisis con el gran angular de la gestión, nos hubiéramos circunscripto a un aspecto de la misma: el de la dirección escolar? Estamos persuadidos que encarar investigaciones como ésta desde la óptica de la dirección, es decir, de un tipo particular de interacciones que emanan de la figura del director o del equipo directivo, desvía del trayecto que permite abarcar esta rica urdimbre entretejida de procesos colectivos y confluencias de aportes individuales. El concepto de gestión, por el contrario, incluye a todos los protagonistas de las interacciones con propósito de gobierno. Esto significa no sólo que estamos incluyendo a otros actores que no pertenecen al equipo directivo formal (maestros de grado, profesores, personal administrativo y de maestranza, padres, alumnos, vecinos, etc.) sino que abarcamos a las interacciones que pujan por reformar, cambiar o transformar el orden establecido. En otras palabras, desde esta propuesta alternativa el concepto de gestión estaría incorporando interacciones micropolíticas, de naturaleza instituyente en relación al poder instituido en las escuelas. De esta manera, sin desconocer el papel central y decisivo del director en nuestra cultura escolar, ampliamos la mirada para dar cabida (en el contexto de una tradición directiva y personalista como la argentina) a la consideración de eventuales minorías que intentan hacer oír su voz y democratizar así a las instituciones que debieran ser, precisamente, escuelas de democracia. Como será fácil discernir, esta postura resulta además antitética de la gestión concebida como management o técnicas de dirección y gestión de las empresas (gerenciamiento). ¿A quién se le ocurriría admitir en el ámbito empresario un juego democrático de amplitud equivalente al que aquí hemos planteado? La empresa privada sólo puede ofrecer un modelo de gestión democrática devaluada, ya que históricamente nunca ha podido superar la contradicción de intereses que subyacen a la relación capital y trabajo con la primacía del primero sobre el segundo. Quizás sea ésta la razón por la cual el modelo empresario resulta de fácil adopción y gran funcionalidad en las escuelas cuyos idearios y/o proyectos de rentabilidad, según los casos, están fuera de discusión y condicionan todo intento de participación. Otra distinción que es necesario plantear es la que deslinda a la gestión del contexto semántico de la administración, en el que las relaciones entre sujetos y entre éstos y los sistemas aparecen indiferenciadas. Esto probablemente tiene su origen en una historia que condujo a esta disciplina a centrar sus preocupaciones prácticas y teóricas en el sentido último de los procesos bajo estudio (el lucro en el caso de las empresas) y no tanto en los procesos mismos. No podría haber sido de otra forma cuando epistemológicamente subordinó su desarrollo a las demandas de los poderes económico y político. Estos, por encima de toda otra consideración, le requirieron siempre aportes 98 para maximizar la productividad y las ganancias, en el primer caso, y tornar más eficientes y eficaces los mecanismos de dominación y legitimación. De esta forma, en su proceso de construcción social, este concepto se impregnó de una significación que ha llevado a colocar en el mismo plano a las relaciones del hombre con la naturaleza y a las relaciones de los hombres entre sí; al no admitir que al interior del proceso administrativo de racionalización del trabajo (que permitió el dominio del orden natural y tornó en humana a nuestra especie), las relaciones de coordinación de ese esfuerzo humano colectivo no debían devenir en relaciones de dominación de unos hombres sobre otros, so pena de convertir a éstos en recursos, enajenándolos de su condición de sujetos (V.H. Paro, 1986). Si las escuelas fueran simples lugares de instrucción, todo el esfuerzo de gestión estaría centrado en facilitar condiciones técnicas y resultados mensurables y en administrar eficientemente los esfuerzos, y los directores deberían comportarse como gerentes de una gran empresa pública o de un directorio privado. Pero estas instituciones “son agencias contradictorias comprometidas con formas morales y políticas concretas. En palabras más simples, producen conocimiento y dan al estudiante su sentido del lugar, valor e identidad. Al hacerlo, le enseñan representaciones, cualidades particulares, relaciones sociales y valores que presuponen historias y modos de estar en el mundo.” “Por ello, las escuelas y los procesos en los que están comprometidas no son inocentes; es decir, no son instituciones neutrales en las que se da al alumno una capacidad de trabajo o el instrumento privilegiado que es la cultura, sino que están profundamente implicadas en formas de inclusión y exclusión, origen de valores y verdades morales muy determinados”12 En tiempos de una “cultura de masas dominada por los principios del egoísmo, del consumismo y de la estandarización”13 es bueno recordar que, entre otras cosas, la “educación es la producción de ciudadanos y de la responsabilidad de la ciudadanía como una forma de conducta ética que hace aparecer primarios conceptos como comunidad, solidaridad y bien público”. 14 Pero no se trata de poner la gestión educativa al servicio “de una clase de moralidad que se imponga como una censura bajo la forma de una serie de „deberes‟ abstractos. Al contrario, la ética tal y como se define aquí es, como dice Richard Kearney, el conjunto de prácticas entre uno mismo y los demás que te obliga a „tomar una decisión ética, a decir: aquí me planto...aquí y ahora estoy ante alguien que necesita de mí una respuesta ética”15. ¿Significa esto que la preocupación por cuestiones sustantivas deja a la gestión desobligada de la eficiencia procesal? Todo lo contrario, la eficiencia es una obligación de todo emprendimiento en un contexto de escasez, sobre todo cuando se trata de recursos públicos; sin embargo, ella debe subordinarse a los deberes fundamentales, esto es: la eficacia pedagógica. No sabemos cuán eficientes han sido las gestiones cuyos logros en condiciones adversas comprobamos como excepcionales en esta investigación. Más bien diríamos que imponer condiciones inaceptables de trabajo y funcionamiento escolar y reclamar por la eficiencia es una doble y cínica falta de respeto. Pero sí sabemos que algunas de estas gestiones han sido eficaces, y lo han sido porque subordinaron su actuación, precisamente a principios éticos, porque 12 Giroux, Henry A.: “Educación y ciudadanía para una democracia crítica. Más allá de la ética de lo trivial.”; en revista Aula Nº1, pág. 77, abril de 1992. Giroux, H.A.: Ibídem, pág. 79. 14 Giroux, H.A.: Ibídem, pág, 78. 15 Giroux, H.A.: Ibídem, pág. 79. 13 99 entendieron que ser profesional de la educación es profesar, no sólo en sentido de ejercer una práctica social legitimada en el conocimiento pertinente, sino en el de fundar esa práctica en la adhesión a ciertos principios y concepciones y de hacerlo involucrándose personalmente, con la pasión de quien compadece. Texto: Trabajo de Seminario de Maestría en Política y Gestión de la Educación. Universidad Nacional de Luján. SEMINARIO: Historia de la Política y Gestión educativas argentinas. Profesor: Daniel Cano Autor del trabajo: Gabriela Andretich, Julio de 2003. La dirección de escuelas primarias públicas: ¿Cerca o lejos de la burocracia estatal? Introducción En general los directores de escuela desarrollan una actividad intensa que se caracteriza por ejercer un gran número de tareas de naturaleza muy variada, realizadas en períodos cortos de tiempo, de manera muy fragmentada y –por lo tanto sometida a múltiples interrupciones- y utilizando medios fundamentalmente verbales. Entre las principales actividades que les he visto hacer incluyen: representar a la institución ante la comunidad educativa (ceremoniales, atención de autoridades, padres, etc.); convocatoria y presidencia de reuniones que se desarrollan en la escuela, distribución de los recursos existentes según las necesidades más urgentes y responder por ellos, mediar y coordinar organismos paraescolares, acompañar y asesorar a las/los maestros/as en su labor pedagógica. Son también responsables de cuestiones administrativas como liquidación de sueldos, firma de libretas y de la circulación de toda la información al interior de la organización. Aún más, lo que he percibido es que son ante todo, ejecutores de políticas educativas. La hipótesis exploratoria con que comienzo este trabajo es la siguiente: pareciera que los directivos de escuelas públicas se encuentran hoy ante una fuerte dualidad: por un lado son funcionarios del Estado, con una fuerte carga burocrática, a la vez que son presionados a llevar adelante un trabajo colegiado al interior de la escuela. Me pregunto, entonces si la dirección, queda sumergida en una especie de pugna entre distintas formas de gobierno?. Para avanzar en el análisis de lo que sucede con la dirección de escuelas, recuperaré conceptos centrales en relación al tema, luego veré qué implica esto de ser un burócrata, incorporando aquí básicamente el análisis de Weber; más adelante me adentraré en quién y qué se le exige en la actualidad a un director de escuela primaria pública. El espacio temporal que intento abarcar es fundamentalmente de 1993 hasta la actualidad; esto, sin embargo no es posible sin un previo rastreo histórico de lo sucedido en la génesis de nuestro sistema educativo. La política, lo público, lo estatal y el gobierno Voy a hablar de escuela primaria pública en Argentina. Esta, obviamente, no es la misma que la de hace un siglo atrás, ni siquiera la de hace 20 o 30 años. Hablar de público hoy, contiene elementos 100 particulares que es necesario dilucidar. Se me ocurre fundamental relacionarla con la política; ¿qué es hoy la política? ¿Qué ha pasado con materia de política educativa en esta última década? Hasta el término “primaria” queda permido, pues las reformas implantadas a partir de la década del 90 en distintos sectores –entre ellos la educación- modifican la estructura del sistema educativo y ya no tenemos nivel primario sino EGB 1, 2 y 3. Todo el proceso de transformación operado gracias a la “sobredósis de neoliberalismo”16 implica revisar el concepto de lo público y su relación con la política. También habrá que recuperar el concepto de gobierno para poder estudiar lo sucedido específicamente con el gobierno escolar. Retomaré ahora y a lo largo del trabajo algunas conceptualizaciones de Max Weber. Para la lectura de las mismas –como dice Julio Pinto17- se exige hacerlo desde el horizonte cultural de nuestro tiempo, por medio de un necesario distanciamiento crítico que nos evite caer el círculo hermenéutico. Es decir, comprender que un texto clásico se autonomiza no sólo en las circunstancias históricas que estimularon esa reflexión, sino de la propia internacionalidad del autor; transformándose en un discurso abierto que permite su proyección sobre situaciones políticas y diferentes. Weber dice “…por política entendemos solamente la dirección o la influencia sobre la dirección de una asociación política, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado”18. “Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder “por el poder”, para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere”19. Esta misma obra20 nos remite al concepto de Estado “como aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio, reclama (con éxito) para sí el monopolio físico de la violencia física legítima”. También expresa que el Estado es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima. Para subsistir necesita, por tanto, que los dominados acaten la autoridad que pretenden tener quienes dominan; es decir, necesitan legitimar su accionar. La relación que establece entre este y la política es que si el Estado es la única fuente de “derecho” a la violencia; la política es entonces la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los diferentes Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos que lo componen. Me parece interesante, en orden al tema de los directores de escuela, empezar a pensar en ellos como funcionarios de un Estado y como tales -dice Weber- están políticamente condicionados, dependen directamente de los intereses en torno a la distribución, la conservación o la transferencia del poder. 16 Expresión vertida por el presidente venezolano Hugo Chávez en su visita a la Argentina para la asunción del presidente Kirchner. Mayo 2003. Pinto Julio (1996): “Max Weber actual”, EUDEBA. 18 Pinto Julio (1996): “Max Weber actual”. Citando a Weber “Escritos Políticos” Pág. 308-309 19 Max Weber “El político y el científico”. Alianza Editorial. 1° ed. 1980 Op. Cit. Pág. 84. 17 20 Pinto Julio (1996): Op. Cit. Citando a Weber “Escritos Políticos” Pág. 309. 101 Desde la perspectiva Weberiana, la política se refiere necesariamente a lo estatal, ahora bien, lo estatal no se puede identificar con lo público. Tal vez para el contexto de este autor sí lo era, sin embargo, hay actualmente distintas posiciones que explican la relación entre lo público y lo estatal. Hay una tendencia, emancipatoria, social y crítica que sostiene que todo lo público es estatal; incluso la educación es vista desde aquí como una cuestión de Estado. En esta corriente se ubica, por ejemplo, la postura de Oscar Oszlak. Hay en ella una defensa de la perspectiva “estatista” en el sentido de que el Estado se haga cargo de los problemas sociales, atienda el interés general de la sociedad que eligió a sus miembros a través del voto. Habría otra tendencia más actual, y de raigambre anglosajona, que considera el espacio de lo público como una esfera que abarca mucho más que el campo de actividades del Estado para ampliarla de forma de involucrar las conexiones entre lo público y las expresiones de la sociedad. Seguramente, por la influencia de esta corriente de pensamiento y el de políticas públicas que conlleva, (en el sentido que la de Valenti21 de que son publicitadas y de que expresan preferencias de políticas agregadas del público ciudadano en diversas materias) es que se habla actualmente de escuelas públicas de gestión privada. En este sentido, y para el caso de las escuelas estudiadas me ocuparé sólo de las públicas de gestión estatal. Me referiré entonces a la escuela pública como aquella que sirve para proporcionar igualdad de oportunidades a una población diversa; más allá de que este gesto educador del Estado incluyó históricamente una mirada tutelar, de control, propia de la época donde la escuela pública se constituye y legitima, que en nuestro país fue lo que legitimó a la civilización, por encima (o a costa de) la barbarie. No debemos olvidar que el sistema público escolar ha ofrecido igualdad de oportunidades a sectores económicos diferenciados y ha transmitido una base de conocimiento común (Puigróss 1999). Para el análisis del concepto de gobierno, recupero primero su significado del diccionario: conducir, llevar a buen puerto; gobernar el timón de una nave, manejar y remar. Me remito luego, a la vertiente más tradicional, la que comienza con Aristóteles y hace referencia a estructuras, a grupos de personas y a proceso. Continúo con la tradición jurídica, para quienes el gobierno significa el conjunto de los órganos por medio de lo cuales se forma o se aplica la voluntad del Estado. En un sentido más restringido, indica solamente aquella categoría de órganos que explica una de las fundamentales formas de la actividad del Estado, aquella que, teniendo carácter permanente y desarrollándose sin interrupción aparece más ligada con la personalidad estatal y toman impropiamente el nombre de Poder Ejecutivo; en ninguno de los casos Gobierno puede ser sinónimo de Estado.22 En este último concepto el gobierno, que está en estrecha relación con el de Estado, se hace referencia a la estructura del poder del mismo y según el modo en que se disponen y operan los elementos y las fuerzas políticas se dan las diversas formas de gobierno (el ordenamiento estatal) monarquía, república, imperio. 21 Valenti Negrini G y Castillo Aleman G: “Interés público y educación superior: un enfoque de política pública”. En página web: http://www.anuies.mx/libros98/lib5/89.htm 22 Enciclopedia jurídica Ameba - tomo XII – Editorial Bibliografía Argentina. Pág. 507. 102 Esta conceptualización, que ha tenido una fuerte impronta en Argentina, deviene del derecho romano, más analítico y con más orientaciones que la otra vertiente jurídica: la anglosajona. Esta última ha generado otro rumbo en el estudio del gobierno donde lo local, por ejemplo, ha tenido mucha importancia. En nuestro país, el desarrollo ha sido muy disímil y hasta hace una década no había una explícita preocupación por el tema del gobierno en las instituciones; la visión ha sido más bien macroestructural. Pueden retomarse, sin embargo, los trabajos de Jorge Etkin23; según él, la política puede verse como una actividad que sirve de contexto a las medidas de gobierno, es “macro”. A nivel organizacional (que es donde se centra este autor) la política es vista como el espacio donde se debaten los propósitos y las ideologías, donde se decide el modelo de organización deseado, las bases de legitimidad de la autoridad. El nivel de gobierno se refiere, en cambio, a la dirección o rumbo del sistema. Etkin habla de gobierno, no como aparato autoritario o uniformador de voluntades. Recupera la etimología de la palabra, desde donde gobierno significa timonear un barco. También lo ve como una función diseñada como un centro de convergencia, como punto articulador en la estructura. “Hacia ese centro decisorio (que no excluye modelos participativos) se orientan los flujos de información que alimentan las políticas y permiten controlar los resultados” (…) “el gobierno refiere a la función que hace acuerdos con los factores de poder, expresa las prioridades de la institución en forma de políticas, decide ajustes frente a los cambios ambientales…”24. Desde una visión de la organización como un sistema, este autor habla de los tres niveles relacionados: la política, el gobierno y la gerencia. Hasta aquí podría pensarse que esta definición encuadraría para los directores de escuelas. Sin embargo, si avanzamos en la misma, encontramos que menciona como funciones del gobierno la asignación de recursos, la evaluación y el seguimiento de las medidas tomadas y el control de la gestión. Para un sistema educativo centralizado como el nuestro, estas responsabilidades no quedan en manos de los directivos sino en las jurisdiccionales, en los ministerios y en la actualidad hasta en el Consejo Federal de Educación. Dejo pendiente esta cuestión sobre la que volveré más adelante para avanzar sobre el concepto de gobierno. El mismo Etkin sostiene la idea de que gobierno conjuga la visión interna de la cohesividad entre los grupos internos y la visión externa de la viabilidad en un entorno con demandas cambiantes (Etkin:2000:51). Cuando se pierde el sustento político o se rompen los vasos comunicantes con la población, los usuarios o asociados, aparecen problemas de gobernabilidad. Se generan entonces, problemas de incapacidad para decidir, falta de sustento en las bases o pérdida de rumbo. En este planteo está presente la visión de gobernabilidad que hace referencia a la ampliación de la esfera de las decisiones de políticas públicas. En la gobernanza moderna, las instituciones estatales y no estatales, los actores públicos y privados participan y a menudo cooperan en la formulación y la ampliación de políticas públicas.25 23 Hago referencia sobre todo a Jorge Etkin (2000): “Política, Gobierno y Gerencia de las Organizaciones”. Prentice Hall Ediciones. Bs As. Etkin Op. Cit. Págs. 309 y 329 respectivamente. 25 Mayntz, Renate (2001): “El estado y la sociedad civil en la gobernanza moderna”. Publicado en Revista del CLARD Reforma y Democracia. Caracas. 24 103 El origen de la gobernabilidad Me parece interesante rastrear el concepto de gobernabilidad. Este surge luego de la crisis del petróleo („70) en los países desarrollados, estos se plantean la preocupación de mantener las democracias. Los Estados democráticos no tenían (ni tienen) la capacidad para dominar los conflictos de una sociedad compleja. Norberto Bobbio26 dice que el tema de la ingobernabilidad al que se encaminaron los regímenes democráticos se puede articular en tres puntos: a) los regímenes democráticos se caracterizan por una desproporción creciente entre el número de las demandas de la sociedad civil y la capacidad de respuestas del sistema político b) la mayor conflictividad social de los regímenes democráticos c) una de las características de la sociedad democrática es la de tener muchos centros de poder. Sostiene que los sistemas democráticos respondieron a esta problemática en dos direcciones: por un lado, con el fortalecimiento del poder ejecutivo y por el otro poniendo nuevos límites a la esfera de las decisiones que pueden ser tomadas con base en la regla típica de la democracia, la regla de la mayoría. Claus Offe por su parte, considera que la versión política para dar respuesta a la ingobernabilidad, se centró en de “aumentar la capacidad de desempeño y de desempeño de la acción estatal, no sólo por la coordinación administrativa interna, sino por la institucionalización de alianzas y mecanismos de armonización entre gobiernos, sindicatos, asociaciones laborales, alianzas de corporaciones regionales y aún asociaciones de consumidores.27 Me encontré con distintos autores que trabajan el tema y aportan a la definición. Por ejemplo la que reconstruye Martínez Nogueira28; él sostiene que “gobernancia” es la capacidad de orientar, impulsar y promover comportamientos sociales no sometidos a las relaciones jerárquicas propias del Estado; hace referencia además al pluralismo de actores, a la multiplicidad de ámbitos institucionales, a los medios formales e informales de interacción entre los sectores público y privado, a las complejas relaciones de interdependencia entre los niveles de gobierno y a la movilización de redes organizacionales que se dan en torno de las políticas públicas. Cabe acotar aquí las dudas que, con respeto al planteo de la gobernanza moderna, son plateadas entre otros, por Remate Mayntz, sobre todo cuando ésta se inclina hacia el mercado y con pretensiones de gobernanza global29. Se afirma que entre el Estado y la sociedad civil se generan formas de relacionamiento de una naturaleza compleja, ambigua y tensa (Martínez Nogueira). Desde mi punto de vista, esta posición se encamina a delegar por parte del Estado tareas históricas que le fueron inherentes. No obstante las objeciones y la diversidad de interpretaciones que pesan sobre la gobernabilidad, este término aparece en la mayoría de las discusiones políticas actuales. Etkin, por su parte y desde una óptica más optimista, aclara que la gobernabilidad es opuesta a los intentos de usar la fuerza unilateral como camino al poder y se encamina al logro de credibilidad y aceptación de las medidas 26 Norberto Bobbio (1996): “Liberalismo y democracia”.Fondo de Cultura Económica. México, pág. 104. Citado en Mauro Aurelio Nogueira “Democracia Política, gobernabilidad y representación” en página Web: http://www.clad.org.ve/0021600.html.com , consultado el día 04/07/03. 28 Roberto Martínez Nogueira (2001): “Los ámbitos de participación”. En Revista Encrucijada, Año 1. Nº 6. UBA, Bs As. 29 ver Remate Mayntz (1998): “ Nuevos desafíos de la teoría de la governance”. Traducción de María Ángela Petrizzo Paéz 27 104 de gobierno. Como se observa aquí, la problemática de la gobernabilidad se relaciona tanto con el nivel global como con lo propuesto para las organizaciones; o sea, a nivel micropolítico. Es en este nivel donde tendría que analizar y preguntarme qué sucede con el gobierno de la escuela. ¿Han penetrado estas orientaciones? Por ejemplo, en la formación de directivos ¿qué perspectivas se analizan acerca del gobierno de la institución? ¿Qué postura lleva explícita al respecto la Reforma Educativa de los '90? El gobierno escolar En el apartado anterior introduje la noción de Gobierno Escolar. Para analizar lo que implica y requiere este en la actualidad, se hace imprescindible recuperar su origen, desde la estructuración misma del sistema educativo argentino. La constitución del sistema escolar y la conformación de un cuerpo estatal para su administración se definen como estrategias de gestión y administración centralizada hace ciento cincuenta años. Su concepción se asocia con la modernidad, con la primer etapa de las revoluciones industriales y con la construcción de las democracias republicanas como forma de gobierno de los estados nacionales.30 Si bien existe consenso en señalar como hito fundamental la Ley 1420, hay un período posterior de al menos tres décadas hasta que se construye definitivamente como aparato burocrático y se consolidan las principales características que lo constituyen como sistema de instrucción pública, de hegemonía estatal y subsidiariedad al sector educativo privado, con una estructura fuertemente centralizada, construida a través de relaciones verticales.31 El aparato escolarizado debía formar al ciudadano siguiendo la concepción sarmientina del sujeto pedagógico. Para ello, la organización escolar debía sostener la determinación de los saberes válidos por imposición, el no reconocimiento de los saberes y capacidades de la sociedad para intervenir en su conducción y el diseño del currículo, la formación extrema de los comportamientos internos, su solemnización, la inculcación patriótica, la disciplina heteródoma, el autoritarismo y la centralización de la dirección, la uniformidad del perfil cultural en que se inscribía la formación de los egresados etc. (...) La institución escolar no era vista, entonces, como una organización de naturaleza social, sino más bien como usina de moralidad, civilización o patriotismo, ajena por completo a intereses particulares, a tensiones o al ejercicio del poder de ningún tipo. Como muchos otros aspectos del discurso educativo, ella misma refería a un plano superior inmaterial, cuasi sagrado e incuestionable”32 Transcribo a continuación otro párrafo que a mi criterio da cuenta cabal de lo que significó el origen del sistema educativo y las características de burocrático que fue adquiriendo, condición ésta, naturalizada en muchos sentidos en el discurso pedagógico actual y que intento desentrañar para poder analizar la dirección de las escuelas primarias en las últimas décadas. 30 Puiggrós Adriana (1993)(Dir.): “Historia de la Educación Argentina. Tomo IV. Editorial Galerna. Bs As. Para el desarrollo histórico me he guiado en buena parte por el trabajo de Horacio Pérez y Mariana Alonso Brá (1997): “La actual reforma educativa argentina y la institucionalización del espacio escolar. ¿De la administración burocrática a la gerencia educativa?”. Trabajo de la maestría en Administración Pública de la UBA presentado al XI Concurso de Ensayos del CLAD. Caracas. En página Web: http://unpam1.un.org/intradoc/groups/PUBLIC/documents/clad/unpam003742.pdf 32 Pérez y Alonso Brá. (1998). Op.cit. 31 105 “División del trabajo, estratificación vertical y restricciones a la iniciativa colectiva de los sujetos escolares quedaron contenidos en el instrumento regulador propio del ámbito estatal: la norma. Constituida en valor absoluto, resultó un importante mecanismo disciplinador al interior del sistema, a la vez que sobre él descansó su reproducción. La norma fijó la “estructura” y los “procedimientos” del sistema, prescribió los modos “adecuados” del quehacer. Y esta prescripción permeó todos los espacios, especialmente el aula. Cumplir normas y normalizar prácticas resultaron dos aspectos de una lógica común de lo escolar (...) Normativización, división del trabajo y estratificación vertical, dificultaron la posibilidad de los docentes de construir un propio saber distante de esta presencia omnímoda de lo normativo y limitaron su capacidad de operar sobre sus propias prácticas en sentidos alternativos; consecuentemente, este lugar neurálgico de lo normativo condujo a una excesiva formalización de las prácticas escolares que se tradujo en una importante rutinización de las mismas y en el desarrollo de rituales fuertemente consolidados.” 33 Desde este modelo imperante, la escuela quedó significada como lugar de aplicación y ejecución lineal de la política educativa definida desde las instancias centrales del aparato burocrático estatal. Las ideas de la época (fines del S XVIII y principios del XIX), resultado de la revolución industrial y la incorporación de la máquina a los procesos productivos produjeron un amplio espectro de teorías que orientaron la forma de organizar las organizaciones industriales y empresariales. La educación se concibió como una organización equivalente a cualquier otra y, por lo tanto, las producciones de administración de la educación se basaron en los mismos fundamentos. Me refiero principalmente a las teorías de la Administración Científica. Una de las características centrales de este paradigma (mecanicista) de organización era la fuerte división del proceso de trabajo en dos instancias: la decisión disociada de la ejecución. Esto nos permite reflexionar acerca del papel que a los directores les cabía en ese momento de la constitución del sistema educativo: reducción de la discrecionalidad de los sujetos, funcionamiento formal, ajeno a toda subjetividad, ritualización de las conductas y estricto cumplimiento de la norma. Este, a su vez, era controlado para garantizar la direccionalidad unívoca de las decisiones; papel éste que le correspondió a los supervisores escolares. Para poder llevar adelante la tarea de ejecutores de los procedimientos requeridos, los docentes y directivos debieron someterse a un determinado modelo de formación. Para esto y aún antes de que se sancionen las leyes básicas del sistema (1870), se fundaron las Escuelas Normales. Allí se les enseñó a estandarizar conductas, ajustarse a las normas y a reproducirlas. En la conformación del magisterio, paralelo a la secularización de la enseñanza, se normatizó la tarea docente en las escuelas a la vez que se reguló la relación laboral a través de la asalarización de maestros y maestras. Si al rastrear la historia de la educación encuentro pocas referencias específicas a la institución escuela, a qué ocurría en los establecimientos educativos y a sus directivos, la respuesta es –en relación al desarrollo que he expuesto recientemente- que el carácter institucional sólo era atribuible a la totalidad del sistema (Pérez y Alonso Brá 1998). La escuela no era pensable con límites propios y sólo cobraba sentido acoplada con instancias de decisión: niveles superiores y de control 33 Pérez y Alonso Brá. (1998). Op.cit. 106 (intermedios). Lo importante no era lo que ocurría en las distintas instancias y espacios del proceso sino en el resultado del sistema en su conjunto. Predominaba, por la tanto, una visión macropolítica que perduró en nuestro país, incluso hasta la década del „90. Esta lógica de estructuración del sistema penetró en la sociedad civil y esto no se dio sólo en el ámbito educativo. Este fue uno de los que ayudó en la consolidación definitiva del Estado, construcción de la nación y en la incorporación de las relaciones sociales de producción capitalista. Antes de continuar con la evolución de lo acontecido en materia de gobierno escolar me parece significativo profundizar el momento de la constitución del sistema por la impronta que tuvo este período fundante en su posterior desarrollo. En este sentido, la conformación de los aparatos burocráticos de los estados nacionales no fue ajena a esta matriz de pensamiento. En esta dirección se inscribe la producción de Max Weber en relación al análisis del “modelo burocrático” como tipo ideal de organización. El concepto de burocracia como forma más apta para las dominación legal racional contiene las notas fijadas por Weber y estas se materializaron con cierta particularidades en los sistemas educativos de nuestro país. Se torna relevante, entonces, hacer un paréntesis para retomar algunas cuestiones fundamentales de la obra del pensador alemán, sobre todo aquellas -que como menciona Pinto, nos ayudan a estudiar la problemática de la burocracia de nuestro país. En el epílogo de la obra de este pensador argentino, se menciona que nuestra democracia –al igual que la de Alemania- surge de un modelo neobismarckiano. Esta circunstancia, continúa diciendo, hace que adquiera singular importancia reflexionar sobre el medio al que recurría Weber para solucionar el mismo problema en su sociedad. Como problemática interesante para este trabajo, vale analizar cómo el paternalismo estatal dio lugar a una burocratización de la vida política que pese a varios intentos, Argentina no pudo dejar atrás y que generó un muy bajo grado de autonomía de los actores sociales con respecto al Estado, entre ellos, los directores de escuela con respecto a sus superiores. Una vuelta sobre el gobierno escolar Por cierto que la obra de Weber no se agota en lo expresado recientemente, pero dado mi interés específico para este trabajo, no continuaré con otros puntos de la misma sino que me detendré en su análisis de la burocracia. La organización burocrática fue considerada por este autor como la forma más eficiente de dominación, como la organización llamada a resolver racional y eficientemente los problemas de la sociedad y, por extensión, de las empresas. La organización burocrática –dice Weber- está diseñada científicamente para funcionar con exactitud, precisamente para lograr los fines para los cuales fue creada, no más, no menos. Avanzados ya sus estudios él mismo pone en duda estas expresiones y reconoce el crecimiento imparable del aparato burocrático. No obstante esta autocrítica, sus análisis de la sociedad capitalista (no sólo de la administración pública sino también de la empresa privada) interesa para poder estudiar los orígenes del sistema educativo argentino, tal como quedó expresado en el apartado anterior; conformación esta que aún hoy no ha sido modificada en sus estructuras básicas. Siguiendo el texto “Economía y Sociedad”, punto II acerca de “Los tres tipos puros de dominación legítima” puedo ir haciendo referencia a los elementos básicos del tipo de Dominación Legal y su 107 relación con el sistema educativo argentino en su génesis. El núcleo de la burocracia son conductas racionales y deliberadas en base a una estructura jerárquica, o sea, que se deben aceptar esas normas y además hacérselas cumplir a los subordinados. Se obedece no a la persona en virtud de sus derecho propio sino a la regla estatuida, la cual establece al propio tiempo a quién y en qué medida se debe obedecer. También el que ordena, obedece, al emitir una orden, a una regla: a la “ley” o al “reglamento” de una norma formalmente abstracta. Con respecto a la normativa creada para el sistema escolar argentino, hay que hacer referencia en primer término a la Ley 1420, a partir de allí (1884) hasta la etapa de consolidación del sistema se sancionan gran cantidad de reglamentos así como leyes provinciales de educación. Este cuerpo regulatorio contiene normativas de todo orden: la conformación de los Consejos de Escuela, el Cuerpo Médico Escolar, requisitos que debían cumplir los inspectores escolares y disquisiciones acerca de cómo llevarían adelante su tarea; el contenido de los textos escolares; categorías de escuelas y maestros; horarios; planes y programas educativos; forma de ascenso de los maestros y directivos, etc.34 Para las escuelas, los estatutos y reglamentos equivalen a la constitución para el Estado. La reglamentación organizacional lo prevé todo, como a la manera de los códigos; es exhaustiva, toca todas las áreas de la educación. Además, las normas son racionales, están adecuadas a los fines de la organización escolar. También son legales porque confieren a las personas investidas de autoridad el poder de coacción sobre los subordinados. El objetivo de la reglamentación es la “estandarización” de las funciones de la organización para que haya economía y racionalidad. Como la normativa estaba pensada para todo el sistema, le cabía a los directivos la función de hacerlas cumplir en el ámbito del espacio escolar. Todo estaba metódicamente organizado por lo que era deber oficial de los directores hacer cumplir la reglamentación. Según Weber, los poderes de mando necesarios para el cumplimiento de los deberes se hayan determinados de un modo fijo, estando bien delimitados mediante normas los medios coactivos que le son asignados (físicos y otros). Para el cumplimiento regular y continuo de los deberes así distribuidos y para el ejercicio de los derechos correspondientes se toman las medidas necesarias con vistas al nombramiento de personas con aptitudes bien determinadas. Casi siempre requieren de una intensa actividad durante largo tiempo así como de pruebas especiales indispensables para la ocupación del cargo. En este sentido, ya se mencionó la formación recibida en las Escuela Normales, además de esta institución, el sistema educativo contó desde fines del S XIX con Conferencias Pedagógicas organizadas desde la superioridad educativa donde se impartían clases para todos los responsables de educar. La gran preocupación puesta de manifiesto en el período de consolidación del sistema en los inspectores escolares, (ya presente en la ley 1420 donde se le atribuían funciones de vigilancia de las acciones que se realizaban en los establecimientos educativos, referidas a la enseñanza, el edificio y las rutinas administrativas) evidencia que rige desde esa época el principio de jerarquía funcional y de la tramitación, es decir, un sistema firmemente organizado de mando y subordinación mutua de las autoridades mediante una inspección de los inferiores por los superiores. 34 Un desarrollo exhaustivo de toda la reglamentación puede consultarse en Puiggrós Adriana (comp.) (1991): “Sociedad y Estado en los orígenes del Sistema Educativo Argentino”. Editorial Galerna. Artículo de Roberto Marengo. Págs. 72 a 175. 108 El principio de la jerarquía agrupa a los cargos y funciones y establece las áreas o tramos de control -las jurisdicciones-. En base a la jerarquía se construyen los escalones y la pirámide burocrática. La jerarquía es en orden y en subordinación y se define con reglas limitadas y específicas. La autoridad y el poder resultante son inherentes al cargo y al "nivel" y no a la persona; su distribución en la estructura reduce al mínimo los "roces", protegiendo al subordinado de la potencial acción arbitraria de su superior, dado que la acción de ambos se procesa dentro de un conjunto mutuamente reconocido de reglas. Los directivos, desde la constitución del sistema burocrático escolar, son funcionarios que persiguen una remuneración fija –no en función del trabajo realizado- sino de acuerdo a las funciones desempeñadas. Las posiciones son establecidas centralmente y clasificadas por grados; el salario y la pensión pagadas a los burócratas vienen determinados por su grado más que por el trabajo que realizan. Este funcionario estuvo desde la época que estoy analizando –tal como menciona Weberen un escalafón que va desde los puestos inferiores (maestros de escuelas de 4ta categoría) a los superiores y mejores pagos (supervisores escolares). Se sigue el sistema de méritos caracterizado por los nombramientos en base a exámenes competitivos, por la imposición de restricciones a movilidad arbitraria y por la garantía y exigencia de la neutralidad política, todo ello asegurado por un cuerpo regulatorio independiente. Un último elemento de la teoría de la burocracia que es importante recuperar al momento de estudiar la tarea directiva, es que los directores son considerados administrativos y no decidores, son –como ya se mencionó- profesionales especializados en hacer cumplir las líneas establecidas por la superioridad. Ellos no pueden disponer de recursos, de medios ni de tecnología, sólo cuidan el patrimonio con la mayor racionalidad posible. Tampoco es común que tomen decisiones, porque aún cuando den la impresión de hacerlo, en realidad, la mayoría del tiempo sólo están aplicando reglas. Directores y autoridad ¿Qué es en esencia la autoridad? Si evocamos también aquí a Weber, diremos que la autoridad escolar es una relación entre roles que se da en la organización educativa. Las relaciones de autoridad se establecen entre actores que ocupan posibles jerarquías diferentes en un sistema legal. La autoridad vendría a ser el poder institucionalizado. Autoridad implica distinción entre actores, diferencia a los que “mandan”, de los que “obedecen”. Hay aquí una relación de subordinación, el funcionamiento de su obediencia es que creen en la legalidad de la misma. Esto legitima la autoridad, es decir, hace que los otros la reconozcan como tal. Su legitimidad se obtiene en dos aspectos: en el origen y en el ejercicio. La legitimidad básica de origen, es la que otorga el cumplimiento de la legislación vigente. El director que haya accedido a su cargo según lo previsto por las normas existentes cuenta con la legitimidad de derecho. Sin embargo, si la autoridad legítimamente constituida incurre en abuso de poder, perderá el reconocimiento que, junto con la obediencia, le otorgó el grupo de subordinados. De este 109 modo, la legitimidad de ejercicio, es la credibilidad que el cuerpo social otorga a quién, teniendo derecho a mandar, lo hace dentro de los cánones de legalidad reconocidos socialmente.35 Esta perspectiva del concepto de autoridad que la refiere al poder conforme al derecho, es la que la diferencia del concepto de dominación ya que Weber consideró que la dominación puede estar en cualquiera de las dos esferas (por órdenes o por derecho); en cambio la autoridad, sólo se relaciona con el derecho. Él aclara que el Estado es el único que tiene derecho a la violencia física. Otro componente del concepto de autoridad, es que la misma puede constituirse por cargo –que tiene que ver con la posición que se ocupa en la escala jerárquica- o por saber. La de los directores es ciertamente por cargo. En toda relación de autoridad hay lo que se llama una zona de indiferencia dentro de la cual cada orden es acatada sin ningún tipo de resistencia, está dentro de la normalidad de la relación. No hay objeción, se le reconoce al otro el derecho a impartir una orden. Ahora bien, en el caso de la autoridad por cargo, esta zona es más o menos constante, en cambio, en la relación por saber, es variable. Otra característica es que en la dominación de tipo burocrática, esa zona de indiferencia es amplia, hay muchos temas en los que no se ponen objeciones; a diferencia del caso del saber, donde la zona es estrecha, la autoridad de quien está por encima en la jerarquía, la de quien detenta el saber, puede ser muy cuestiona y/o criticada. En el tipo burocrático se puede objetar en relación al cómo, en la autoridad por saber, el problema es el qué de la orden; lo que se estaría objetando allí es el contenido. En la educación primaria y sus organizaciones, cuyo objeto es el saber y el conocimiento, paradójicamente se sigue sustentando el tipo de gobierno por cargo. Esto es sencillo de visualizar en las escuelas, pues a diario escuchamos en ellas: “esto es así porque está en el reglamento, no lo discutimos”; “hacemos lo que dice la supervisora”, “vinimos porque el ministro en su mensaje dijo: -le descontaremos el día al maestro que haga paro-”, “no se puede hacer otra cosa, es lo que está estipulado desde la Regional…”. Los dos tipos de autoridad, se pueden asociar a dos formas distintas de gobierno: burocrático y colegiado 36. Estos dos estilos presentan un juego de poder muy distinto. En la autoridad colegiada, se dan muchas posibilidades de que el poder circule, que no sea inamovible; hay además distribución del saber y por supuesto, aparece la posibilidad de abrir la participación. Hago alusión a estos dos tipos de gobierno para analizar la dirección de escuelas primarias públicas en nuestro país desde allí. Evidentemente el modelo burocrático imperante legitimó, a su vez, el tipo de autoridad de los directores por cargo. Estos mantienen modalidades de contratación y acceso vinculados a la administración pública, en tanto empleo del Estado. El magisterio como profesión nace con la creación y desarrollo del sistema de educación primaria. Se constituye entonces, en un empleado público con título específico y misión atribuida desde el Estado nacional (Birgin: 1999). El acceso al cargo está pautado hace décadas por el Estatuto Docente Nacional que establece para 35 Este desarrollo sobre el concepto de autoridad fue retomado de Perassi Zulma “El director de escuela ¿un actor con autonomía o poder?. En Revista Digital Rompan Filas. Año 6, Nº 48, en página Web: http://redescolar.ilce.edu.mx 36 Estas ideas han sido reconstruidas a partir de los apuntes del Seminario de Historia de la política y la historia y las políticas educativas argentinas. UNLU 2002. 110 el empleo docente y el ascenso a los cargos directivos una Junta de Clasificación que organiza los antecedentes del personal y su calificación. Para esto, las juntas se basan en el legajo de actuación profesional de cada uno. En las escuelas primarias, esta se realiza por medio los cuadernos de actuación docente. Como en todo sistema burocrático, vemos que la selección de personas se basa en el mérito y en la competencia técnica y jamás en preferencias personales. Los procesos de admisión, promoción y transferencia de personal son iguales para toda la organización y se sustentan en criterios generales y racionales, siempre tomando en cuenta el mérito y la capacidad del funcionario. Los exámenes, los concursos, las pruebas y las medidas de desempeño, son vitales en el modelo burocrático. Con este apartado sobre la autoridad intento dar cuenta de que, desde su conformación, el sistema de educación primaria se instaló un tipo de gobierno burocrático en las escuelas. Esto no es lo mismo que ha ocurrido con otros niveles del sistema. La escuela secundaria, cuya función inicial fue la de formar dirigentes, establece desde su origen una vinculación distinta a la primaria con la política y el conocimiento. El nivel primario, por su parte, históricamente se vanaglorió de su neutralidad y asepsia política (Birgin:1999). El nivel universitario constituye el ejemplo paradigmático del tipo de gobierno por saber y mantuvo –según los períodos históricos- una fuerte relación con los procesos políticos del país. A partir de este desarrollo, sostengo a modo de hipótesis, que este modelo burocrático de conformación del gobierno de las escuelas primarias públicas no ha variado sustancialmente. Me surgen entonces, una serie de preguntas que en vez de cerrar esta sección del trabajo la abren… ¿Podría el nivel primario modificar sustancialmente el tipo de gobierno instituido? ¿La histórica relación entre Estado y escuela elemental cambiaría el rumbo si se propusiese que las instituciones estén gobernadas de manera colegiada? ¿Resulta viable este tipo de gobierno en la escuela primaria? ¿Los procesos de fragmentación y desinstitucionalización que se están dando en las instituciones no pueden constituirse en arena para transformaciones sustantivas como lo sería la constitución de otra forma de gobierno? El gobierno escolar luego del período de consolidación del sistema educativo No se puede hablar de un Estado monolítico con una única direccionalidad desde 1880 en adelante “…ya que la relación estado/sociedad civil, a través del sistema educativo supuso diversas y complejas articulaciones y penetraciones en ambos sentidos, se podría afirmar que existe un fuerte elemento de continuidad: la construcción y despliegue del estado-nación”37. Objetivo este que se cumplió con la intervención del sistema educativo en el conjunto de la sociedad civil normalizando prácticas y constituyendo sujetos sociales desde una estructura muy centralizada y burocrática. Este modelo centralizado de sistema educativo y por ende de gobierno escolar imperó en nuestro país por mucho tiempo. No es intención de este trabajo hacer un desarrollo histórico acerca del gobierno escolar de la escuela primaria. Aún si lo hiciese, me encontraría con muy pocas referencias o análisis específicos sobre el tema y los escasos trabajos que hay, hacen alusión más bien al gobierno en términos generales del sistema educativo; por ejemplo al llamado bicefalismo en la conducción del sistema. 38 Aparece también la referencia a los Consejos Escolares de Distrito, estos, sin embargo no escapan a la lógica centralizadora.39 37 Pérez y Alonso Brá (1998). Op. Cit. Pág.11. En la búsqueda sobre estos temas hallé un trabajo de Manuel Gómez de la Revista científica de la universidad del Salvador, Año 1, Nº 1 en página Web: http://www.salvador.edu.ar/vc2-1214htm. Consultado el día 04/02/03. El artículo se denomina “Origen del bicefalismo en el gobierno de la educación argentina”, en el mismo se analiza la existencia de dos organismos provinciales que por lo general y más allá de las formalidades del organigrama han venido actuando en paralelo y con competencias superpuestas y/o poco definidas: el Ministerio de Educación provincial formando parte del poder ejecutivo y un cuerpo colegiado que, con distintas denominaciones se puede englobar como Consejo de Educación. 39 En el artículo de Alejandro De Luca: “Consejos Escolares de Distrito: subordinación o participación popular”, en HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN LA ARGENTINA. Tomo II . “Sociedad civil y Estado en los orígenes del sistema educativo argentino”. Dirigido por Adriana Puiggrós. Editorial Galerna. 38 111 Se puede decir que hasta el regreso de la democracia en la década de los 80‟, con la propuesta de los Consejos de Escuela, no ha habido cambios sustanciales en materia de gobierno de las escuelas. Esta iniciativa, data de 1910 y está asociada a ideas de Lisandro de la Torre y otros legisladores demoprogresistas. Es retomada en distintas provincias en diversos períodos históricos pero no ha prosperado salvo excepciones, tal es el caso de la provincia de Buenos Aires donde se los implementó en 1988.40 Si se sigue lo ocurrido con respecto a la centralización/descentralización del sistema, podemos decir que el fuerte proceso centralizador recién comienza a debilitarse con sucesivas transferencias de escuelas nacionales a las provincias en 1956 y luego durante la dictadura militar en la década del „70. Sin embargo, este proceso que concluye en forma efectiva con la transferencia de todas las instituciones educativas que quedaban en la esfera nacional a las provincias en la década del ‟90, no implica que se haya modificado la forma de gobierno de las escuelas primarias; ni tampoco podemos hablar de una descentralización en términos políticos. Esta acción, que en otros momentos podría haber sido festejada como un logro para la autonomía real de las escuelas desde sectores progresistas, tuvo en su lógica de estructuración una línea clara de política educativa tomada desde el Ministerio de la Nación. Esta pretendía despojarse de las decisiones acerca de la educación, sino muy por el contrario, apuntó al traspaso de los servicios educativos con la carga financiera de los mismos a los estados provinciales, conservando en ámbitos centrales las resoluciones sobre cuestiones estratégicas como la formulación de contenidos comunes, la evaluación del sistema en su conjunto y el perfeccionamiento de los docentes entre otros. Concomitante a eso, parece haber sido la fragmentación del sistema educativo en sus distintos niveles y modalidades. Un capítulo aparte merece la organización escolar y lo proyectado para los directores a partir de la sanción de la Ley 24.195 en esta trasformación. El momento de aparición de estas tendencias no es casual; un conjunto de circunstancias, que se habían modificado profundamente, relativizaron la prioridad de las anteriores finalidades o razones de ser del aparato educativo estatal centralizado, y, del modelo escolar adoptado para su implementación, reflejando tendencias, intereses y presiones emergentes de las nuevas condiciones del proceso de acumulación y las restantes implicancias sociales, políticas y culturales de la globalización. Reformas políticas, educativas y su correlato en los funcionarios públicos El Estado argentino en su conjunto ha sido reestructurado en los ‟90, la educación es un sector dentro de los muchos que han sido afectados por el ajuste estructural enmarcado en la combinación de políticas neoliberales y neoconservadoras. Es por ello que la reforma de la educación puede ser Buenos Aires.1991. Se menciona: “...su subordinación era total... esto se debe a una cuestión de principios; la propia existencia de los Consejos Escolares de Distrito es dispuesta por la administración central. No hay fundación espontánea, barrial o vecinal reconocida en la legislación. El poder central, entonces, funda, reglamenta y subordina a los Consejos Escolares de Distrito”. Continúa explicando De Luca que “... la dependencia se manifiesta en la administración de las finanzas y en la disposición de nombramientos respecto de los primero, los CED debían rendir cuentas de todo el movimiento de caja al CNE. Con relación a lo segundo, la cuestión de los nombramientos de personal, coloca a los CED en una posición cercana al ridículo: los puestos que cubre por propia decisión son totalmente irrelevantes comparados con los que quedan bajo la autoridad y nombramiento directo del CNE.” 40 En otro trabajo de maestría he analizado expresamente lo ocurrido con la Ley de Consejos Escolares sancionada en 1989 y reglamentada un año después en la provincia de Santa Fe. En el mismo, me propuse conocer las causas del apático recibimiento que la ley tuvo en las escuelas y en los cooperadores escolares que fueron quienes más la impulsaron. Las conclusiones acerca de las explicaciones de porqué la implementación fue casi nula, me llevaron a las arrasadoras consecuencias del neoliberalismo que recayeron tanto sobre los gobernantes a quienes les tocó decidir la letra de la ley y en los que primaron los postulados conservadores de dejar las decisiones a favor de los núcleos de poder como sobre los padres. Estos aparecieron profundamente afectados por el individualismo y una participación (en la escuela) entendida sólo como la libertad de elección personal por sobre las luchas colectivas que habían sustentando en otros momentos. 112 leída y complementada desde análisis de la administración del Estado en general. Se puede pensar entonces, que ella se dio también durante el proceso de ajuste y desmantelamiento del viejo aparato estatal, donde la fe en las bondades curativas del mercado conspiraron contra la racionalización planificada de las estructuras burocráticas necesarias para el desempeño de tareas irrenunciables. Siguiendo lo expresado por Thwaites41 los ajustes del personal, funciones y estructuras estuvieron signadas por las restricciones presupuestarias. Los directores vivieron –muy lejos del poder político responsable del achique- una serie de recortes al presupuesto educativo que dejó a las escuelas con menos de lo mínimo para subsistir. El planteo de la descentralización copó distintas áreas de gobierno que sufrieron –como la escuelabajo una pronunciación “antiestatista”, una recentralización de decisiones claves. Muchas de ellas pergeñadas por expertos contratados por el nivel central. La subestimación en las capacidades de la burocracia estatal, llevó a constituir en muchos ministerios nuevos planteles, principalmente a través de la contratación de expertos bajo la modalidad de consultorías y financiados con fondos específicos de los organismos de crédito internacional (Thwaites; 2001:73). La burocracia paralela a la que dio lugar, se hizo sentir fuertemente en educación, ya que fue este cuerpo especial el que tuvo a su cargo el diseño y la coordinación de los principales dispositivos pedagógicos y administrativos para poner en marcha la reforma. Se vivenció además, en este sector, la disparidad entre los magros sueldos de los docentes y aún de los directivos y los de estos tecnócratas “de confianza” del gobierno, verdaderos intérpretes de la voluntad del mercado. A diez años de la sanción de la LFE queda demostrada también, en este sector, la hipótesis de Thwaites acerca de que no es tan cierto que las burocracias son el principal obstáculo para producir transformaciones en el sector público, ya que a pesar del proceso reformista implementado, se continúa advirtiendo la fuerte subordinación a los criterios políticos impuestos por el ejecutivo por sobre los niveles burocráticos tradicionales. En educación, esta etapa privatizadora, se tradujo en una provincialización y en el traslado de la responsabilidad de educar a cada comunidad, es decir, retirada de la órbita pública. Muchos trabajos denuncian el fracaso de la reforma educativa, la mayoría de las críticas apuntan a que el aparato burocrático tradicional se mantiene intacto y a él se la sumó el de los nuevos políticosgerentes. El problema de la escisión entre la política y la administración no queda para nada resuelto en materia educativa. Los reclamos y proposiciones que se le proponen asumir a los directivos, desde una mirada gerencial, lo alejan más que acercarlo a las definiciones políticas del sector. En lo que respecta a los directores, toda esta situación, no ayudó sino que por el contrario agudizó la problemática institucional. Se vieron presionados a cumplir con un gran número de consignas provenientes de distintos planes y programas nacionales y/o provinciales con escasa capacitación para ello y con ausencia real de la tan mentada autonomía institucional. La dirección escolar a partir de la implementación de la Ley Federal de Educación 41 Mabel Thwaites Rey (2001): “Tecnócratas o punteros”. En revista Encrucijada Nº 6. UBA. Bs As. 113 No es mi intención hacer un análisis exhaustivo de la reforma educativa, apunto a comprender qué significó esta transformación para la institución escuela y su dirección. Según expresiones vertidas en publicaciones oficiales, se entendió a la escuela como la unidad de cambio, e incluso base de la refundación del sistema educativo. Se propuso organizar nuevos modelos de organización y gestión en torno a una mayor autonomía de estas instancias. Este proyecto se encaminaría gracias a la autonomía de que serían dotadas las escuelas; esta se expresaría con la participación de los diferentes sujetos involucrados en la vida escolar y comunitaria. Pero la participación, como principal exponente queda configurada sólo en la prescripción, es decir, sin la contención normativa para ponerla en marcha, sin la explicitación de las reglas del juego.42 Aparece sí una preocupación por la dirección de las escuelas. Hay una referencia directa al gobierno como la “conducción de un barco”: “… así como una nave necesita un capitán visible y atento para mantener su rumbo, una escuela en transformación requiere un director o equipo de conducción que lidere la tarea educativa” (…) “…la dirección, ya sea una persona o un equipo, es el elemento clave para promover esta transformación porque es quién conduce la tarea…”43. Se planteaba que la transformación sólo sería posible si la dirección enriquece los canales de comunicación, crea espacios participativos, abre el proceso de discusión para adaptar el currículum a la realidad zonal; genera cambios concretos en la organización de la escuela, coordina un proyecto institucional, es animadora de la comunidad y reconoce las dificultades y problemas del entorno escolar par buscar soluciones. Comparto en este tema las ideas de Martínez Nogueira cuando dice que la participación de la población en los procesos de iniciativa y generación de alternativas es esporádica e insuficientemente institucionalizada; y, por sobre todo, la democratización de la gestión pública requiere consolidar los ámbitos de participación durante la implementación de propuestas. Después de más de un siglo de ausencia casi total de políticas dirigidas al gobierno de las escuelas, el programa de transformación pide un cambio radical en los directivos. Lo que se reclama desde el discurso es la emergencia de líderes exitosos, autónomos, eficaces y eficientes; capaces de llevar adelante los principios reformistas de los „90. “Las características que deben poseer aquellos que ejercen el rol de director escolar constituyen el nuevo corpus valoral (casi una nueva “tecnología moral”), que viene a reemplazar a aquel que proponía al director como “transmisor de valores”, “el ejemplo de pulcritud, rectitud y moral”, propio de otros momentos históricos”.44 El líder capaz de llevar adelante una gestión eficiente se corporiza en la figura del director, él es el responsable de llevar a la escuela a la obtención de los resultados esperados. Esto evidencia una racionalidad instrumental, sustento de una óptica economicista, pragmática y administrativa. Son empujados a constituirse en funcionarios de un Estado Patrón, cada vez más mezquino, subsumida su tarea al triste papel de meros jefes de personal que operan en la selección, jerarquización y recorte del personal docente de la escuela; también se convierte en promotor de incentivos: premios por asistencia, plus por zonas desfavorecidas y de proyectos institucionales financiados por organismos internacionales y propuestos por el Plan Social Educativo. (Silvia Vásquez 1997). 42 Peréz y Alonso Brá. Op. Cit. Pág.20 Ministerio de Cultura y Educación de la Nación (1995): “Aplicar la ley, transformar la escuela”. Cuadernillo. 44 Manzione María Ana (2003): “Estilos de gestión de la institución escolar: una aproximación diagnóstica”. Conferencia presentada en el Coloquio Nacional a 10 años de la LFE: ¿Mejor educación para todos? 25 al 27 de junio, Universidad Nacional de Córdoba. 43 114 Muchos estudios acerca de este modelo de gestión esperado, lo catalogan como “gerencial” en el sentido que le da Etkin al término, en tanto allí se buscan los resultados siguiendo líneas políticas (emanadas de la jerarquía), coordinando y aplicando recursos, cuyos principios básicos son la economicidad, la efectividad y la eficiencia en sus decisiones. La gerencia educativa, es vista entonces, como un conjunto de acciones que garantizan el cumplimiento de los objetivos de la institución escolar. Objetivos definidos en un proyecto institucional –expresión de la autonomía escolar- que partiría de un diagnóstico. Los directores gerentes deberían garantizar el cumplimiento de los propósitos a partir de una preocupación técnica que restituya lo pedagógico a su gestión. Con esta perspectiva se estaría intentando modificar la visión tradicional del director que explicitara en puntos anteriores, aquel director sólo ejecutor de decisiones tomadas en niveles superiores del organigrama. Desde mi punto de vista, sin embargo, el estilo de gestión se modificaría si se pudieran concentrar en la dirección de la escuela los tres niveles de los que habla Etkin en una organización: la política, el gobierno y la gerencia. De esta forma, un mismo equipo directivo –aún enmarcado en un sistema nacional de educación- podría definir el tipo de escuela y educación al que aspira para los alumnos (nivel político); decidiría todas las acciones internas y externas para conseguir esa visión (nivel de gobierno) y por último, coordinaría y aplicaría recursos según el rumbo estipulado por ellos mismos (gerencia). ¿Es este el modelo de dirección que se propuso para los directores a partir de 1993? No a mi criterio, pues lo indicado en las publicaciones y discursos está centrado en el nivel de la gerencia operativa. Gobierno, planeamiento y gestión La perspectiva de gobierno escolar sustentada en las últimas décadas puede explicarse también acudiendo a la gestión. El concepto vulgar del término indica que gestionar es tramitar, hacer diligencias conducentes al logro de un negocio o de un deseo cualquiera, el trasfondo semántico lo encontramos en management45. Esta primera aproximación ya nos está indicando un acercamiento a la gerencia en el sentido de la estrategia operativa, la estructura de tareas; es decir, que hay una clara inclinación a la administración y no al gobierno de una organización. La gestión educativa data de los años sesenta en EE.UU., de los setenta en el Reino Unido y de los ochenta en América Latina. Es una disciplina de desarrollo reciente, y es por ello –dice Juan Casassus46- tiene un bajo nivel de especificidad y estructura, es una disciplina aplicada, es un campo de acción. La gestión nace en el mundo de las empresas concebida cono la movilización de un grupo de personas hacia la obtención de objetivos predeterminados. 45 “Técnica de la dirección y gestión de una empresa” Diccionario Larousse,1972. Gestionar: Hacer diligencias para la consecución de algo o la tramitación de un asunto. (Larousse Multimedia, 98). Gestión: Acción de gestionar, administración. Gestión de negocios ajenos, cuasicontrato que consiste en la intervención voluntaria de una persona en los negocios e intereses de un tercero, sin que exista oposición por parte de éste. Gestión presupuestaria, sistema que consiste en aplicar todos los gastos e ingresos al presupuesto del año en que se han producido sin tener en cuenta el año en que han sido adoptados. (Larousse Multimedia, 98). Educational Management: Procedente, casi con seguridad, de la misma raíz latina que la palabra francesa menagement (disponer, regular con cuidado y con maña) y de la italiana maneggiare (hacer las cosas con habilidad y destreza) suele utilizarse en su versión anglosajona, sin traducción castellana, dada la complejidad....Management es una tarea consistente en definir la misión de la organización, dirigir a sus miembros, gestionar sus recursos y organizar sus actividades (Santos Guerra, La Luz del Prisma, págs, 19 y 20).Gerir (portugués) administrar, dirigir; gestao: gerencia, administración, acción de gerir. (Diccionario Portugués – Español, Hamílcar de García,1963). 46 Juan Casassus (2000): “Problemas de la gestión educativa en A.L.:” Documento de UNESCO en página Web: http://www.reduc.cl/congreso/casassus.PDF. Consultado en agosto de 2002. 115 El mismo autor, sostiene que en el período actual, la gestión escolar está fuertemente influenciada por el discurso de la política educativa y por la ejecución de las mismas. Por esto, es importante resaltar que la gestión escolar no es solamente pragmática, sino que la dimensión política está inscripta en sus prácticas. La gestión trata de la acción humana, por ello, la definición que se dé de la gestión está siempre sustentada en una teoría –explícita o implícita- de la acción humana. “Hay distintas maneras de concebir la gestión según sea el objeto del cual se ocupa y los procesos involucrados. En este marco, según sea el énfasis en el objeto o proceso contemplado, se obtienen definiciones que, por una parte, ponen de relieve el hecho de que la gestión tiene que ver con los componentes de una organización en cuanto a sus arreglos institucionales, la articulación de recursos, los objetivos. Por otra parte, se obtienen otras definiciones cuyo énfasis está centrado en la interacción entre personas”47. La gestión está emparentada con la administración y el planeamiento. Desde una visión autoritaria y verticalista de planificación (propia de los años „60), los encargados de planificar estaban separados de los que administraban o ejecutaban los planes. Esta perspectiva sería la que acompañó el proceso de centralización del sistema educativo en América Latina. Según Casassus, en la actualidad, esta postura estaría superada ya que ahora la gestión es vista como más amplia que la administración, no es sólo ejecución de instrucciones. No estoy de acuerdo con esta última afirmación, pues considero que, en los actuales planteos reformistas, se mantiene presente la diferenciación entre quienes planifican y diseñan las grandes líneas políticas educativas de aquellos que las ejecutan. A pesar de existir propuestas importantes de Planificación Estratégica Situacional, como lo es la del chileno Carlos Matus48, esta no ha sido la perspectiva sustentada por la reforma educativa. Ya vimos que los procesos de descentralización sólo lo fueron en lo operativo. Aún cuando admitiéramos con las proposiciones reformistas, que es importante que el director coordine un plan para la escuela (Proyecto Educativo Institucional) y participe activamente en su elaboración, realice actividades de ajuste, intente darle viabilidad, adecue los recursos y evalúe sus acciones; a mi criterio no deja de ser un ejecutor de políticas predeterminadas desde las altas esferas del poder en las que él no tiene ningún tipo de ingerencia. Por lo menos, en los términos en que se lo planteó en este último tiempo, al director sólo le resta –en términos reales- administrar lo poco con que cuentan las escuelas, tratando de convencer a la comunidad educativa de que es el único accionar posible y además, dejarlo plasmado en un proyecto. La realidad que se vive a diario en las escuelas poco tiene que ver con los planteos emancipadores de planeamiento de Matus, en donde se propone una acción humana intencional y reflexiva –de tipo comunicativa- que apunte al tratamiento de problemas sociales desde una transformación de las reglas básicas de juego, es decir, intentando en última instancia, modificar las condiciones de exclusión, marginación y dependencia en la que nos deja situado el capitalismo actual. Es válido aclarar que el mismo Casassus, en las conclusiones del trabajo citado, alude a que a pesar de existir dos grupos de concepciones de gestión: una primera visión tecno-linear-racionalista y otra 47 Juan Casassus (2000): Op. Cit. Pág.4 El economista Carlos Matus, fallecido en 1998, fue ministro de economía en el gobierno de Salvador Allende en Chile. Una vez proscrito de su país se dedica a escribir sobre planificación para los distintos sectores de gobierno nacional, desarrollando una singular teoría de Planeamiento Estratégico Situacional que supera teórica y prácticamente a todo lo que se conoce sobre planificación estratégica de la vertiente empresarial. Su obra más reconocida es “Política, Planificación y Gobierno”. Sus trabajos fueron retomados en toda Latinoamérica, en Argentina se reconocen los escritos de Mario Testa y sus propuestas de planificación para el área de salud. 48 116 emotivo-no linear-holística, la que ha primado es la primera de ellas, sobre todo en materia educativa. Las paradojas de la participación El modelo de dirección propuesto es parte de la retórica discursiva de la reforma. Me pregunto, sin embargo hasta dónde llega este discurso? ¿Cuánto de él internalizaron los directivos? ¿Cuánto aplicaron y cúanto resistieron? ¿Hay coherencia en el mismo? Voy a remitirme a esta última pregunta ya que considero que hay una contradicción importante en el planteo de la reforma. Aunque más que una contradicción puede ser entendida como una estratagema de la postura en sí. Me refiero a que dentro de las premisas del director líder, responsable de la eficiencia, de la calidad está también contenida la necesidad de un constructor de espacios participativos, de un animador sociocultural, inclusor de propuestas. ¿Habla esto de una tendencia hacia un gobierno colegiado? ¿De qué gobierno de escuela se está hablando? Una buena parte de las propuestas para reformar la escuela se sustentan en el postulado de la participación, a la que el director debe dar lugar, canales y contención. Esa participación estaría vehiculizada por la construcción de un proyecto educativo institucional. Este contendría la identidad de cada escuela, sus fortalezas y debilidades, su visión acerca de la educación y los compromisos de acción necesarios para poder llegar a esa imagen objetivo, pensada por la comunidad educativa en su conjunto. Desde la mirada de un planeamiento situacional y participativo, esto pareciera ser un buen camino para comprometer a padres, docentes y organizaciones intermedias cercanas a la escuela, para que queden plasmadas sus necesidades y demandas en el proyecto de escuela “que ellos quieren”. Sin embargo, en el programa oficial, se omiten elementos centrales imprescindibles para poder llevar adelantes una idea de este tipo. Una fundamental es que no se menciona en ningún momento que las escuelas deben proyectar pero sin solicitar recursos (humanos ni materiales) más allá de los que ya cuentan o están previstos en los planes compensatorios. Sí encontré referencias acerca de que los directores pueden pedir que las instancias superiores supervisen los recursos disponibles. En algún sentido, los directores quedarían obligados a administrar la pobreza en la que está sumida gran proporción de las escuelas de nuestro país. Ante esta situación, el gobierno propició y publicitó ejemplos de “buenas gestiones con pocos recursos” 49 y fomentó a las instituciones a la búsqueda de recursos fuera del Estado como encontrar diferentes empresas de la zona que apadrinen la escuela, y, hasta que estas produzcan bienes y servicios para entrar en el juego del mercado. La escuela se convierte de esta forma en productora del tipo de ciudadano pergeñado y requerido por el clientelismo y el consumo, aún el de bienes culturales. La otra punta que asoma con la propuesta de la elaboración del proyecto institucional es la de la concepción de participación y de gobierno a la que se hace referencia. Participación en qué y para 49 Muchos ejemplos fueron relatados y mostrados en la publicación ministerial Zona Educativa. 117 qué?. Este tema ha sido ampliamente estudiado (Sirvent, Beltrán Llavador, Frigerio, Mendel) y ya nadie pone en duda que no podemos llamar participación a cualquier tipo de intervención de la familia (por ejemplo) en la escuela. Participar es tomar parte en las decisiones, es “ser parte de” y cuando digo tomar parte en las decisiones me refiero a las del gobierno, no a las de ejecución. Por años, los padres decían participar en el colegio de sus hijos porque asistían a las reuniones o colaboraban en las ventas que organizaba la cooperadora. Una participación real y no simbólica (Sirvent) es aquella que permite ser parte del gobierno de las instituciones. Evidentemente el programa reformista no marchó por este carril. En ningún momento se habla de modificar el gobierno de las escuelas, sí de cambiar los estilos de gestión imperantes. Puedo decir que, en definitiva, se mantiene el sistema de gobierno centralizado que explicara en otros puntos de este trabajo. Concretamente, no se propone una forma de gobierno colegiado para las escuelas de nuestro país y se ha procurado por todos los medios socavar los intentos en ese sentido como el de los Consejos de Escuela. En las provincias que lograron legislarlos, el contenido de la ley deja claro que las acciones de los consejeros serán “de apoyo” y no decisorias. Decididamente, el pensamiento hegemónico actual ha desplazado la intención de incorporar a las masas al gobierno de la sociedad hacia el “control de las masas”. Con este propósito, el mercado controla la población restableciendo la responsabilidad individual, o sea, diferenciando y atomizando a la sociedad. Busca desactivar las demandas populares y desarticular los intereses organizados y en definitiva despolitizar a la población (Paviglianiti: 1996). Se puede pensar que en estas circunstancias, iniciativas comunitarias como la de los proyectos institucionales o consejos escolares, le sirven al gobierno central para desligarse de muchas funciones que antes les eran propias. ¿No tendrá que ver esto con el concepto de gobernabilidad que introduje anteriormente? ¿Será esta una forma eficaz y distinta de construir el orden social deseado por el neoliberalismo? ¿No se convierten en un dispositivo más de control? Lo que sí es seguro es que no se propone un gobierno colegiado. Aquí entiendo al colegio como una forma de gobierno basada en lo pluripersonal, ante lo unipersonal; la paridad frente a la jerarquía y la colegiatura frente a la burocracia. Colegialidad asociada a la democracia. Sabemos que toda forma de gobierno es histórica y está condicionada. ¿Cuál es el condicionamiento que se impuso en los „90? Seguramente las nuevas reglas de juego social en las que el mercado se convirtió en el principal regulador. Desde aquí, no es de extrañar entonces que en una época en la que el sistema educativo recentraliza la dirección estratégica en la Administración Nacional y descentraliza la gerencia operativa en las jurisdicciones provinciales, circulen materiales que vuelven al modelo empresario de la administración escolar. Eso sí, apelando ahora a modelos de organización más abiertos y flexibles, aptos para captar la ayuda de las comunidades locales y concretar así la transferencia de responsabilidades del Estado a la sociedad civil pero no para hacerlas partícipes de las decisiones.50 Desde la perspectiva sociopolítica imperante a nivel planetario, tanto que hasta se ha dado en llamar pensamiento único, un gobierno institucional democrático es impensable. Desde este marco regulatorio, las organizaciones empresarias y las estructuras burocráticas del Estado pueden ser 50 Esta expresión está contemplada en: Germán Cantero (docente titular) y Gabriela Andretich (docente auxiliar) (2003): “La Organización de las Instituciones Educativas”. Cuadernillo de Educación a Distancia de la Licenciatura en Gestión Educativa. CEMED.UNL 118 gobernadas de forma más o menos participativa, pero no admiten un funcionamiento democrático propiamente dicho. Ni el directorio de una empresa somete sus decisiones al escrutinio democrático de su personal, ni un ministro pone a consideración de los empleados las políticas que tiene el mandato de ejecutar. En el primer caso, los procedimientos democráticos resultan en última instancia incompatibles con los ordenamientos jurídicos y económicos vigentes; en el segundo caso, la instancia democrática ha tenido lugar previamente para legitimar un proyecto político, pero la ejecución se caracteriza por ser eminentemente jerárquica, al menos, esto ha sido así dentro de los sistemas capitalistas y socialistas masivamente experimentados a lo largo de la historia 51. ¿Cerrando o abriendo? Después de todo el desarrollo puedo decir que es innegable que el proceso reformista conlleva un aumento y complejización creciente de las diversas responsabilidades de los directivos. Las expectativas de transformación educativa recayeron sobre ellos en términos de mayores compromisos para los cuales no se contemplaron cambios estructurales y formalizados que contengan las condiciones de producción, reales, de sus prácticas. Tal como lo mencionan Pérez y Alonso Brá 52 y a pesar de la crítica al modelo burocrático, del que partió en gran parte la propuesta de reforma educativa, los directores no están aún liberados de ninguno de los deberes ni de los controles que hasta ahora tuvieron ni se les amplían sus atribuciones en ninguno de los aspectos sustanciales que componen la política educativa. No ha cambiado, en lo sustantivo, la concepción de gobierno escolar. Y desde ese punto de vista, los directores continúan siendo meros receptores y ejecutores de lo que se ha decidido en instancias superiores. Tendrá que ver en los directores, la falta de cambios reales de sus características de burócratas, que esta brinda un efecto protector?. La burocracia da seguridad y obviamente esa seguridad tiene como consecuencia una pobre posibilidad de desarrollo y dificultades para la creatividad, pero al mismo tiempo es una protección contra lo azares y avatares de la vida. (Enriquez.2002:95). ¿Será por esto que se sostiene aún con tanta fuerza? Significa lo expresado hasta aquí que no existe la posibilidad de que haya escuelas donde se intenten procesos democráticos, más allá de las formas de gobierno estatuidas? Ciertamente esto no es así. Sabemos que los directores son mediadores entre las reformas macroestructurales y los destinatarios de las misma (los alumnos). En ese proceso de mediación se involucran múltiples actores con vivencias y características particulares así como diversas lógicas y dimensiones que atraviesan lo institucional, lo laboral, lo pedagógico, lo económico, lo cultural, etc. que hace que se conformen distintos estilos de gestión en el contexto particular de cada escuela, permitiendo incluso la emergencia de perspectivas y formas de entender la dirección con un sesgo distinto al impulsado por la reforma. Me refiero, por ejemplo, a aquellos que ven en la escuela un medio para seguir alentando una democracia menos formal y más sustantiva y hacer de ella uno de los espacios y mecanismos privilegiados de protagonismo y control en la base social. En esta posición ubico a aquellos directores que coordinan pero no acaparan la función de dirección, apuntan más bien a una gestión compartida, que atiende la especificidad de la escuela como organización; dando prioridad a la manifestación del papel político e ideológico que desempeñan las escuelas y los actores institucionales tanto dentro de la organización como en un entorno social más amplio. De este tipo de directores he tenido oportunidad de conocer en procesos de investigación.53 51 .Ídem anterior. Pérez y Alonso Brá. Op. Cit. Pág. 23. 53 Me refiero especialmente al proyecto de investigación del que formé parte: “La Gestión Escolar en Condiciones Adversas”. UNER. 1994-1998. En este trabajo, nos 52 119 Desde otra instancia grupal de enseñanza aprendizaje,54 recupero la idea de que si estamos pensando en un orden social más justo y democrático, debiéramos preocuparnos por una escuela comprendida por sus especificidades como organización, apta sí para asegurar la continuidad histórica de una sociedad, para posibilitar la autorreferencia social, pero apta también para concebir y experimentar formas alternativas de organización en sí mismas educativas para un orden social con estas características. De ahí que ni la empresa ni la burocracia estatal puedan ser tomadas como modelos de gestión para la escuela pública. Esta debe, por el contrario, formar parte del curriculum de la educación democrática de toda una sociedad. De ahí que deba producir su propio modelo de organización y gestión. Esto, claro está, es una asignatura pendiente de la sociedad contemporánea y los ensayos al respecto son todavía escasos. 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Desde este marco, nos permitimos proponer algunos elementos conceptuales para la gestión escolar entre los que destaco: …de acuerdo con su naturaleza y direccionalidad, la gestión escolar consiste en un proceso de tipo interactivo e intersubjetivo, ubicado en un ámbito organizacional y orientado al gobierno de las escuelas, que incluye dinámicas interpersonales, grupales e institucionales, de carácter reflexivo e intencional que, en cada caso concreto, combinan y acentúan distintas estrategias, apelando a "recursos de autoridad e influencia" (Eric Hoyle) para la satisfacción de determinados intereses y el logro de un conjunto de objetivos. 54 Me refiero aquí al cuadernillo de Educación a Distancia de la UNL cuyas ideas centrales pertenecen al titular de la cátedra, profesor Germán Cantero. 120 Jorge Etkin (2000): “Política, gobierno y gerencia de las organizaciones”. Prentice Hall ediciones. Bs As. 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Nogueira Mauro Aurelio: “Democracia Política, gobernabilidad y representación” en página Web: http://www.clad.org.ve/0021600.html.com resultado del día 04/07/03 Perassi Zulma “El director de escuela ¿un actor con autonomía o poder? En Revista Digital Rompan Filas. Año 6, Nº 48, en página Web: http://redescolar.ilce.edu.mx Pérez Horacio y Alonso Brá Mariana (1997): “La actual reforma educativa argentina y la institucionalización del espacio escolar. ¿De la administración burocrática a la gerencia educativa?”. Trabajo de la maestría en Administración Pública de la UBA presentado al XI Concurso de Ensayos del CLAD. Caracas. En página Web: http://unpam1.un.org/intradoc/groups/PUBLIC/documents/clad/unpam003742.pdf Pinto Julio (1996): “Max Weber actual”, EUDEBA. Citando a Weber “Escritos políticos”. Publicado en Revista del CLARD Reforma y Democracia. Caracas. Puiggrós Adriana (1993)(Dir.): “Historia de la Educación Argentina. Tomo IV. Editorial Galerna. Bs As. 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Miradas desde y hacia América Latina”, organizado por la Universidad Nacional de Litoral, en agosto 2009. 121 Germán Cantero “Toca a las educadoras y educadores progresistas (…) elaborar su miedo y crear con él el valor con el cual enfrentarse al abuso de poder de los dominadores. Les toca, por último, realizar lo que es posible hoy, para que mañana se concrete lo que hoy es imposible”. Paulo Freire - (Política y Educación) Múltiples pobrezas y múltiples riquezas: Hace más de veinte años, una querida colega i, al concluir una investigación en un barrio obrero y de pequeña clase media de Buenos Aires, ponía de relieve rasgos de la vida cotidiana y asociativa de aquellos vecinos que debilitaban su trama de solidaridades, inhibían su capacidad organizativa y obstaculizaban su constitución “como sujetos políticos de la democracia”. A estos rasgos los conceptualizó como “múltiples pobrezas”, categoría que se difundió rápidamente en los medios académicos. Entre ellas, la “pobreza de entendimiento” aludía “a los factores que dificultan el manejo de información y el pensamiento reflexivo sobre la misma, y traban la construcción de la memoria colectiva de los sectores populares y la modificación de visiones descalificatorias” con respecto a sí mismos. También se refería a la “pobreza política” o “de participación”, vinculándola con los procesos que entonces y hoy desalientan el protagonismo de estos grupos en diversos espacios sociales, políticos o sindicales y la “creación de nuevas formas de organización”ii. Cabe destacar que estos conceptos no fueron propuestos como mera descripción de una situación que muchos insisten en naturalizar (avalada en los ‟90 desde el poder político con aquella lamentable expresión de pobreza siempre hubo). Todo lo contrario, las categorías de Sirvent invitan a ver ciertas pobrezas en clave de denuncia, denuncia de un despojo que actualiza la memoria del saqueoiii, saqueo que sólo la lucha de sus víctimas y el apoyo de políticas concurrentes pueden reparar. Desde aquellos aportes conceptuales, múltiples acontecimientos y procesos sociales han afectado a estos sectores populares o los han tenido como protagonistas. Entre ellos, la desocupación ha devenido en una situación estructural que pauperiza aún hoy las condiciones materiales de vida de estos sectores, a niveles inaceptables para las posibilidades de este país. En este nuevo contexto de lucha por la sobrevivencia, surgieron nuevos movimientos sociales, en su mayoría organizados territorialmente, que siguen teniendo en esta forma de exclusión un común 122 denominador. Estos, junto a otros, se perfilan hoy como los nuevos sujetos políticos de la democracia a construir. Esta capacidad de reacción muestra la otra cara del campo popular: sus múltiples riquezas, es decir, su fecundidad para una producción cultural de lucha y resistencia que le ha permitido modificar en algo su vida cotidiana y paliar así la violencia que se ejerce sobre él. No sería serio entrar en una lógica contable para ubicar, en un inasible debe de las clases populares, los capitales culturales cuyo acceso les fue negado y los sentidos comunes que éstos hicieron suyos desde la manipulación hegemónica, y colocar luego, en un incomensurable haber, las producciones culturales desarrolladas por ellos en sus estrategias de sobrevivencia y las reacciones de resistencia desde sus núcleos de buen sentido. En cambio, sí habría razones plausibles para afirmar que esta capacidad de reacción es por ahora acotada, que para las grandes mayorías la caracterización de Sirvent sigue vigente. Más aún, la gobernabilidad del sistema que hegemoniza la vida de los pueblos de Latinoamérica parece depender de la expansión y acentuación de estas múltiples pobrezas y del sofocamiento de los movimientos sociales en sus expresiones de ejercicio colectivo de ciudadanía. El nuevo aparato reproductor y la estrategia del miedo: El peso de la responsabilidad por la reproducción social y cultural de este sistema ya no parece depositarse en la escuela, aún suponiendo que alguna vez lo estuvo con la contundencia que le adjudicaron las teorías reproductivistas de los ‟70. Hoy, la mayor responsabilidad por la continuidad del orden hegemónico parece haber recaído en las corporaciones mediáticas que representan los intereses de este orden y de los que mandan a su servicio, parafraseando el título de un viejo libro de los „60iv. A tal efecto, una de sus prioridades es sin duda descalificar y desalentar los protagonismos populares Entre los recursos comunicacionales preferidos por estas corporaciones, el miedo parece llevar la delantera, al menos, en los últimos tiempos. Precisamente, con respecto a estos tiempos de miedo, un escritor entrañable, Eduardo Galeano, escribía hace más de una década: “La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir / Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras / Es el tiempo del miedo / Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo / Miedo a los ladrones, miedo a la policía /Miedo a las puertas sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar / Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir”v. 123 Por su parte y recientemente, un periodista sin miedo, al describir la estrategia mediática de estas corporaciones, exclamaba: “¿Es tan difícil advertir que el vector de todas esas impresiones es el miedo? El fogoneo del miedo. Tengamos miedo, es la orden no escrita (…) Miedo. Cuanto más miedo, más reclusión. Cuanta más reclusión, menos agrupamiento social y menos solidaridad. Fórmula eficaz, cómo que no: asustar a la gente. Porque gente asustada es más o menos igual a gente que cree/apoya/vota al primer mago que el imaginario de los asustados quiera imaginarse como tal”vi. Era también a esta gente, objeto permanente de la manipulación que desinforma, a la que interpelaba con ironía Mario Benedetti: “desinformémonos hermanos / hasta que el cuerpo aguante / y cuando ya no aguante / entonces decidámonos/ carajo decidámonos / y revolucionémonos” vii. Un imaginario a desnaturalizar: Así, un imaginario se construye cuando múltiples acciones convergen para naturalizar, dentro de un magma, de un mundo de significadosviii, aquello que en otras circunstancias hubiera sido absurdo. Como es absurdo contemplar hoy el espectáculo de seis mil millones de sujetos sujetados a las consecuencias de una crisis financiera global desatada por la voracidad insaciable y el juego especulativo irresponsable y frívolo de unos pocos; como es también absurdo, luego de doscientos años de desprendimiento colonial, que América Latina siga con las venas abiertas pujando por parir un mínimo de autonomía regional, entre emergencias revolucionarias y subsistencias reformistas, sin que ni unas ni otras consigan sostenerse en una nueva correlación de fuerzas claramente favorable a las grandes mayorías; como es absurdo que después de un cuarto de siglo de estado de derecho, la sociedad argentina tolere vivir en un país que se ubica entre los de más alta relación positiva entre riqueza y desigualdad. Contribuir a cambiar este imaginario, a la vez “resistente y maleable”ix, puede ser la tarea histórica de la educación y la escuela pública, precisamente en el marco de una coyuntura que parece haberla dejado de lado como instrumento central de reproducción del orden dominante. Pero ésta es sin duda tarea de otra educación y de otra escuela, como concepción, aspiración y construcción epocal. Nuevo sujeto político y otra ciudadanía: Esta construcción implica avanzar en la dirección de un movimiento pedagógico desde la convergencia de múltiples voluntades: políticas, gremiales, sociales e intelectuales. Implica también asumir y proponer a la sociedad otra concepción de ciudadanía: como praxis militante de sujetos colectivos e individuales protagonistas de lo público, tan capaces de gobernar como de ser gobernados, no tanto en el sentido técnico sino político de esta aptitud; una ciudadanía entendida como praxis de lucha por derechos conculcados y protagonismos desalentados. La ciudadanía así concebida, en el contexto de las condiciones históricas de esta sociedad, exige ser planteada como proyecto y como fruto de un largo proceso de conquista; proceso y fruto de otra conquista que se ha iniciado en este siglo y en este continente: la de una democracia radical, sustantiva, que incorpore finalmente al mercado como objeto del debate sobre el reparto de la parte que es de todos x, que es pública y que, por serlo, se decide entre todos. 124 Esta aspiración puede parecer extemporánea y desmesurada en el contexto del proyecto inconcluso del viejo liberalismo, que pretendía una ciudadanía como atributo, membresía y práctica formalmente reconocida, pero cuyo ejercicio quedó siempre librado a las posibilidades de los sujetos individuales. Es decir, de un proyecto histórico que siempre planteó un abismo entre el derecho y el hecho, porque fue concebido desde una naturalización constituyente: que hubiera una clase de hombres que fuera recurso para otra clase. Mientras esta naturalización subsista, no será posible que, al menos en el imaginario social, se instale la convicción que otra ciudadanía más radical es necesaria y posible; mientras este sentido común perviva, “siempre habrá ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, en el contexto de las relaciones de explotación que tienen lugar en el seno de una sociedad donde unos sujetos convierten a otros en objetos al servicios de sus intereses”xi. Transformar estas relaciones forma también parte de la construcción de una ciudadanía radical. Una ciudadanía que para ser descripta con elocuencia, deje atrás los adjetivos de mínima (Cheresky, I:1999), tímida (Rigal, 1997), cliente (Cohen, E. y otros / CEPAL: 2001) y sierva (Capella, J.R:1993). La transformación es posible porque está latente: Hay razones para alentar la convicción que esta transformación es posible, aunque sea una tarea de largo aliento, como todas las que se inician desde el campo de la educación y de la cultura, porque requieren asentarse sobre otro imaginario. ¿Desde dónde sostener que este proyecto es posible? Desde el conocimiento que en una Argentina casi secreta, hace tiempo que éste se inició y sigue latente, como esos arbustos patagónicos, centenarios y achaparrados que han aprendido a torcerse doblegados por la ventisca helada y extienden sus brazos nudosos y fuertes en la dirección de la vida. Más de dos décadas de investigación colectiva e individual, permiten dar cuenta de la tozudez, de la porfía de un puñado de escuelas que han crecido contra el viento de dictaduras, políticas neoliberales y aún de apoyos siempre retaceados.xii Estas escuelas han enseñado y enseñan que la construcción de un currículo de experiencias capaces de liberar subjetividades, de generar autoconciencia y estima de la propia valía, de movilizar capacidades de acción, de organizarse para luchas y protagonismos en el ámbito de lo público, requiere de otra escuela. Recuperando el título de un texto de hace algunos años, estas escuelas enseñan que el derecho a la política comienza en otra escuelaxiii. Desde estas evidencias, muchos investigadores argentinos coinciden en reconocer a sus más significativos maestros en los directivos y docentes de estas escuelas e incluso a sujetos de sus entornos sociales, integrados de alguna manera su gobierno. 125 Explicitar equívocos para despejar el camino: Pero para continuar en esta dirección argumental, es preciso hacer explícitos algunos equívocos consolidados tanto en la academia como en la cultura del sistema educativo. En primer lugar, el equívoco de asociar, de forma casi excluyente, gobierno de la educación con un ejercicio de poder descendente que tiene asiento en las administraciones centrales de los sistemas educativos, sean éstos nacionales o provinciales; sin considerar también que en muchas escuelas hay una insoslayable capacidad de gobierno, desde un margen considerable de autonomía, y que esta autonomía no es otra cosa que esa capacidad autoinstituyente que hace varias décadas propuso Castoriadis y que ampliaron los institucionalistas franceses. Sin embargo, esto requiere recordar que, aún en las condiciones más asimétricas de su ejercicio, el poder es, ante todo, una relación social y como tal puede en algunos casos dejar de ser una relación sobre los otros, en una combinación de manipulación y coerción, y ser una relación para, horizontalizada desde un propósito de construcción conjunta. En segundo lugar, hacer explícito el equívoco de asociar dirección escolar, casi necesariamente, a una modalidad unipersonal, muchas veces personalista y no pocas autoritaria de dirigir las escuelas; ubicando en un cono de sombra a múltiples experiencias de dirección más o menos colegiadas, democráticas y participativas. En ellas, la dirección se convierte más bien en una responsabilidad de orientación compartida, desde la que se orientan las acciones institucionales, en referencia a propósitos consensuados y a través del trabajo coordinado. Es esta orientación la que permite articular la vida cotidiana escolar con un contexto cultural y un espacio social y estructurar, desde esta articulación, proyectos educativos pertinentes. En tercer lugar, despejar la asociación casi mecánica que instaló el neoliberalismo entre gestión escolar y magnasment o gerenciamiento; aquella modalidad de dirección que las reformas de los 80 implantaron en muchos países centrales y que, las de los ‟90, en países como Argentina quisieron instituir. Concepto de gestión que Stephen Ball, siguiendo a Foucault, no vaciló en denunciar como una tecnología moral, al servicio del disciplinamiento de las mentes y los cuerpos en las escuelas de Inglaterraxiv. En tal sentido, cabría preguntarse si la gestión no es, apelando a la vieja y más elemental acepción en nuestra lengua: hacer diligencias para la consecución de algo y admitir, al menos, que esas diligencias son ante todo un tipo particular de interacción humana. Esta interacción, trasladada a las instituciones escolares, consiste además en un proceso predominantemente intersubjetivo, ubicado en el ámbito organizacional y orientado al gobierno de las escuelas” xv. Todavía más, en ciertas experiencias escolares, esta interacción puede llegar a constituir una verdadera praxis institucional, con potencialidades transformadoras y emancipadoras en términos subjetivos y colectivos. Quizás quepa a esta altura recordar que estas distinciones sólo tienen propósito analítico, ya que en las situaciones que plantea el cotidiano escolar distintas modalidades de gobierno, dirección y gestión se combinan según las circunstancias. Lo que sí cabe diferenciar, desde un interés pedagógico y político educativo, es la modalidad que en cada caso predomina y construye identidades institucionales. 126 Pero como contra los sentidos instituidos del lenguaje no es posible luchar en soledad, se ha preferido designar a todas estas prácticas, las de gobierno, dirección y gestión escolar, como prácticas institucionales de gobierno escolar; significando además con el término práctica a todas aquellas acciones que tienen al menos la intencionalidad de producir efectos concretos en situaciones que, desde el ejercicio de la crítica, resultan inaceptables Luego de este intento de despejar equívocos y retornando al relato de los saberes sistematizados en estos años de investigación, cabe ahora afirmar que las prácticas institucionales de estos educadores y de los sujetos sociales de sus entornos escolares enseñan que es posible hacer de estas prácticas un aspecto decisivo del currículo totalxvi y realxvii de sus escuelas, para la educación ciudadana y, por ende, política de sus niños y adolescentes; tanto por lo que estas prácticas han sido en sí mismas como parte de un cúmulo de experiencias educativas, como por otras que ellas habilitaron y alentaron, particularmente en las aulas. Prácticas institucionales como currículo de una ciudadanía radical: En una breve síntesis, estas prácticas consistieron en construir con sus entornos sociales (padres, vecinos, instituciones barriales y referentes locales) una trama de relaciones que ubicó a cada escuela, simbólica y hasta –a veces- físicamentexviii, en el centro de su espacio social de influencia. Son o fueron escuelas que constituyeron para estos entornos la sede de sus iniciativas comunitarias, escolares y no; que se hicieron cercanas a la gente, con maestros siempre próximos para la escucha de necesidades, escuelas abiertas de rostros amigos; escuelas que, a su vez, encontraron en esos múltiples referentes sociales: saberes, asesoramientos, necesidades, proyectos y luchas que dieron razón y sustento a sus propias prácticas y decisiones curriculares. Estas escuelas, han sido para muchos niños su primera experiencia de lo público y de relación con el poder, de un espacio público que los incluyó como protagonistas y de un poder que pudo ser vivido como una relación igualadora. Objeto de apropiación simbólica por parte de los propios alumnos, sus padres y vecinos, estas instituciones no han situado en el afuera a nadie y en sus entornos sociales se han sentido dentro. De esta manera, no se han situado como el último eslabón entre el aparato estatal y la sociedad civil ni han procurado no levantar alambrados imaginarios o físicos en su perímetro. A veces, por el contrario, se las han ingeniado para que sus edificios, a veces objeto de diseños arquitectónicos absurdos, no fueran visualizados como fronteras entre lo social y lo estatal. Estas escuelas, entonces, pueden conceptualizarse como instituciones de borde.xix Borde de contornos fluidos, interpenetrados, donde el interior de lo público estatal y el exterior de lo público social han sido y son, en realidad, un continuo. Esto pareciera ser parte de un proceso que vale la pena estudiar, en el que experiencias micro sociales, como las de estas escuelas y las de organizaciones y movimientos (también incluidos como referentes de estas investigaciones) tensionan los límites entre lo público estatal y lo público social, 127 tal vez para potenciar dialécticamente a uno y otro, desde los intereses de las luchas populares. Otro tanto pareciera ocurrir, quizás de manera más incipiente, desde los procesos macro políticos que tienen lugar en América del Sur, en los que se insinúa la emergencia de formas estatales alternativas; desde nuevas iniciativas de control social a través de experiencias de cogobierno y cogestión; desde un replanteo de las relaciones entre gobierno y comunidades, y desde debates horizontales por el reparto del producto social. En términos estratégicos esto implica la reivindicación de todos los espacios posibles como ámbitos irrenunciables en la construcción de una democracia más sustantiva. Curiosamente algunos intelectuales locales, adhiriendo quizás a filosofías políticas construidas desde sensibilidades y referencias eurocéntricas, alientan el abandono de la arena estatal como campo de disputa, en tiempos en que, precisamente, un orden hegemónico global puja de manera muy dinámica por la construcción de un cierto neocorporativismo informal al interior de los estados nacionalesxx. Regresando al relato central, las experiencias escolares analizadas, en todos los casos observados, ha fundado este tipo de relaciones con sus entornos sociales a través de una práctica previa: la del relevamiento permanente. Este ha consistido en recorrer cotidianamente el espacio urbano o rural en que viven los alumnos, para situarlos y reconocerlos en su realidad, tomando a ésta como objeto de comprensión, problematización y, si cabe, transformación. Obviamente, esto ha sido fruto de un proceso, siempre difícil, que a veces ha requerido de un enorme esfuerzo de descentramiento cultural para ubicarse en la cultura del otro y desde ella entender, enternecerse e, incluso, indignarse. En efecto, esta práctica, generalmente, ha incluido un “relevamiento de la ignominia” xxi, de lo inaceptable como condición de vida de los alumnos y sus familias, siendo para muchos maestros motivo de indignación. Como escribía el denostado Marx hace más de un siglo y medio: “la crítica no es una pasión de la cabeza sino la cabeza de la pasión” xxii o, en palabras de Gramsci, no es posible “saber sin comprender y, especialmente, sin sentir ni ser apasionado‟xxiii. Desde esta voluntad para abrirse, salir de sí, ver, saber, comprender y, a veces, conmocionarse, se impusieron como obvias otras prácticas: hacer de la investigación de niños y adolescentes, de su idiosincrasia y sus necesidades un imperativo y de la revisión autogestionaria de la propia formación una necesidad impostergable. Se impuso así la adecuación del currículo prescripto y la propia organización de la cotidianeidad escolar para que los estudiantes y los propios padres problematizaran sus situaciones de vida y luego, después de haber desnaturalizado su realidad y sus problemas, pasaran al desarrollo de prácticas encaminadas a plantear posibilidades de cambio en estas situaciones, a encontrar algún atisbo de transformación de la realidad, a proponer prácticas alternativas. Estos procesos, que en algunos casos podrían ser significados como expresiones de educación popular en escuelas públicas, hicieron de sus estilos de gobierno, dirección y gestión escolar verdaderas prácticas de educación para la democracia, ensayando múltiples modalidades de 128 participación de todos los sujetos de la vida cotidiana: alumnos (aún los más pequeños), maestros, padres, porteros, cocineras, vecinos… Sin embargo, el núcleo de estas experiencias, de estos modos de acceder a la política como derecho, consistió, precisamente, en una iniciación efectiva de los alumnos en prácticas reivindicativas de sus derechos como niños y en el acompañamiento de sus familias en la lucha por reivindicaciones individuales, sociales. Ninguna de estas escuelas estuvo exenta de crisis, dificultades y conflictos, pero esto pertenece a una intimidad confiada en los contextos de investigación bajo el compromiso de preservarla. Todas ellas fueron y son experiencias frágiles, vulnerables y solitarias por falta de apoyo. Quizás por ello, son también escasas en el conjunto del sistema educativo. Estas deudas de respaldo atañen primero a las políticas públicas de diversas jurisdicciones, pero alcanza a las militancias y apoyos insuficientes de gremios, universidades y sociedad en general. ¿Cómo todo esto fue y es posible? Seguramente habrá quiénes se pregunten cómo esto fue y es posible hoy. Desde lo que surge de la sistematización de registros muy diversos, esto parece haber sido posible por la convergencia en cada escuela de sujetos cuyos procesos de socialización familiar han sido evocados como la matriz de valores y convicciones que los sensibilizaron para relaciones de alteridad de fuerte compromiso. También por personas cuyos trayectos de educación superior, ricos y diversos, tuvieron lugar en contextos históricos movilizadores que “ampliaron perspectivas, desarrollaron capacidades críticas y permitieron comprender realidades sociales y políticas complejas”xxiv, predisponiéndolos a aceptar la diversidad y convivir en democracia. Finalmente, por individuos que articularon sus responsabilidades docentes con diferentes formas de protagonismo social, político, religioso o gremial. Por otra parte, desde lo que surge de entrevistas específicas y de relatos autobiográficos en una investigación propiaxxv, los sujetos centrales de estos y otros casos vinculan también la génesis de sus prácticas con las huellas que les dejaron un conjunto de personajes que ubican como sus referentes en un modo de asumir su condición de docentes, trabajadores y ciudadanos. No se trata sólo de pedagogos o docentes singulares, sino de militantes sociales, políticos y religiosos; de artistas e intelectuales, que retrotraen la memoria a diversas épocas y escenarios. En estas biografías, ellos remiten a un tiempo y lugar de la historia educativa, social y política del país. A manera de muestras fractales, desde cada caso y desde su conjunto particular de referentes, de manera directa o indirecta, es posible reconstruir un momento y aspecto de la historia de la educación argentina: los mandatos normalistas; las visitas domiciliarias de los higienistas; las iniciativas culturales de anarquistas y socialistas, con su preocupación por derrumbar muros entre la escuela y la sociedad; la centralidad y respeto del niño y sus necesidades de los escolanovistas; el rechazo a cualquier forma de discriminación de los viejos liberales; la prioridad efectiva para los hijos de trabajadores que materializaron en hechos las escuelas del peronismo; la opción tajante entre 129 maestro pueblo y maestro gendarme que proponían, con pasión binaria, los docentes militantes de los ‟70; las experiencias de educación popular desde algunas universidades públicas, desde la militancia religiosa de los curas de la Teología de la Liberación con villeros, campesinos e indígenas y desde las cooperativas de teatro en las periferias urbanas; el cine testimonial que generaba conciencia crítica y alentaba al compromiso militante; amigos y hermanos que radicalizaron su lucha política, proponiendo a muchos educadores horizontes éticos heroicos… Como puede observarse, a medida que la historia parece acelerarse resulta imposible obviar un adjetivo que se torna redundante: militante. Luego, la historia se precipita en la larga noche de la pedagogía autoritaria y del terrorismo de estado. Esta vez, por oposición y rechazo los sujetos reconocen otras marcas, marcas indelebles desde las que, todavía hoy, se pide apagar el grabador… La lista continúa pero, desde los testimonios de los docentes, ésta remite a escenarios diversos (conventillos y villas del Gran Buenos Aires; pequeños y medianos poblados de la meseta y la cordillera patagónica; ciudades y campos del Litoral; un asentamiento en el Impenetrable chaqueño y, más allá de las fronteras, en la terra gaúcha de Río Grande do Sul). También evoca rostros y nombres concretos de personajes que ya no están y de otros, entrañables y octogenarios que, a su vez, fueron incluidos en esta investigación. Finalmente, estos testimonios dan cuenta de huellas más lejanas: las que construyeron la matriz de la subjetividad de estos docentes, desde la cultura que les trasmitieron padres proletarios, abuelos inmigrantes, mesas familiares de debate político, miedos y prejuicios de pequeña clase media amedrentada…Algunos son reivindicados como legados que exhiben con orgullo, otros como cicatrices de rupturas que debieron procesar para crecer en autonomía. Desde todas estas historias se llega a estas experiencias, todas iniciadas desde la recuperación de la democracia y registradas desde la década de los ‟90 hasta bien avanzada la actual. En su momento y de manera reiterada se afirmó que, en el contexto de adversidad de condiciones que planteaban las políticas públicas de entonces, la vulnerabilidad y excepcionalidad de estos casos constituía en sí misma una denuncia. Hoy, desde otros discursos, hechos y contexto, toda subsistencia de adversidad clama por acelerar los tiempos de redistribución. Pero también, desde su tozuda y renovada existencia (mientras algunas se agotan, otras surgen), es posible afirmar que en estas escuelas públicas una nueva ciudadanía está siendo posible. Quizás desde la construcción social y política de otras condiciones de posibilidad, esta ciudadanía pueda dejar de ser una alternativa que hoy convive con el sistema, para expresar tal vez un principio de ruptura. 130 NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: i Sirvent, María Teresa: Educación de Adultos: Investigación y Participación; Libros del Quirquincho, Bs.As., 1994. Ibidem, pág. 30. iii En alusión al título de la reciente película de Fernando Pino Solanas que, además, documenta el sentido de estas afirmaciones. iv De Imaz, José Luis: Los que mandan; EUDEBA, Buenos Aires, 1964. v Galeano, Eduardo: Patas arriba – La escuela del mundo al revés; Catálogos, 2004 (9ª ed.), pág. 83. vi Aliverti, Eduardo: diario Página/12, 04/05/09. vii Benedetti, Mario: Inventario; Nueva Imagen, Buenos Aires, 1993, pág. 391 (Pocos días antes de la intervención que dio lugar a este texto, se difundía en el mundo la noticia de la muerte física del poeta). viii Castoriadis, Cornelius: La institución imaginaria de la sociedad; Tusquets Editores, Buenos Aires, 1993. ix Ibidem, pág. 306. x Rancière, Jacques: El desacuerdo; Nueva Visión, Buenos Aires, 2007. xi Cantero, Germán: “La educación ciudadana desde un intento de construcción alternativa”; en Proyecto de Investigación: “Educación y ciudadanía: alternativas y resistencias a la exclusión social”, Informe Final; Cantero, G., Celman, S. y equipo; Facultad de Ciencias de la Educación, UNER, 2008, Capítulo 1. ii xii Corresponden a casos relevados en sucesivos proyectos y triangulados con otros que, en algunos tramos de este trayecto investigativo, abarcaron todas las regiones del país y, en otros, a las provincias de Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos, Río Negro y Santa Fe. Los informes finales de las investigaciones colectivas puede consultarse en el siguiente sitio web: http://biblio.fcedu.uner.edu.ar/proyectos_investigacion/Cantero_Celman/proyectos.htm xiii Cantero, Germán: “El derecho a la política comienza en otra escuela”; disertación en panel; anales del Primer Congreso Nacional de Producción y Reflexión sobre Educación, organizado por la Universidad Nacional de Río Cuarto; publicados con el título “En tiempos de adversidad: Educación Pública” y compilado por Ana Vogliotti y Marhild Cortese; 1ra. Edic. Río Cuarto, UNRC, 2004. xiv Ball, Stephen: Foucault y la educación; Morata, 2001 (cuarta reimpresión), pág. 155 y sgtes. (Foucault and education; London, 1990). xv Cantero, G., Celman, S. y equipo: Gestión escolar en condiciones adversas – Una mirada que reclama e interpela; Santillana, Buenos Aires, 2001, pág. 105 y sgtes. xvi Se puede consultar el desarrollo de este concepto en relación con la educación ciudadana en: Cantero, G., Celman, S. y equipo: “Reformas educativas y ciudadanía (aportes para pensar el contexto de una nueva ley de educación”; en Ciencia, Docencia y Tecnología, revista de la UNER, año/vol. XVII, número 033, Universidad Nacional de Entre Ríos; Concepción del Uruguay, Argentina, noviembre de 2006, páginas 13 a 45. xvii En la acepción de Gimeno Sacristán, José: El curriculum: ¿Los contenidos de la enseñanza o un análisis de la práctica? y ¿Qué son los contenidos de la enseñanza?, en Gimeno Sacristán, José y Pérez Gómez, Ángel: Comprender y transformar la enseñanza; Morata, Madrid, 1995, págs. 137 a 223. xviii Como es el caso de una de las escuelas de los campamentos del MST, que fue incluida como objeto de triangulación en la investigación personal, base del proyecto de tesis. xix Expresión tomada por analogía, hasta cierto punto isomórfica, de la relación de estructura de borde que Lacan establece entre consciente e inconsciente. xx Bruno, Lúcia: Poder e administraçāo no capitalismo contemporâneo, en Andrade Oliveira (org.):“Gestāo democrática da educaçāo”, Vozes, Petrópòlis, 1997. xxi Feinmann, José Pablo: La filosofía y el barro de la historia; Planeta, Buenos Aires, 2008, pág. 148. xxii Ibidem. xxiii Tamarit, José y otros: “El sentido común del maestro”; Miño y Dávila, Buenos Aires, 2002, pág. 175. La cita de Gramsci pertenece a su obra “El materialismo histórico y la filosofía de B. Crocce”; Edic. Juan Pablos, México, 1986, pág. 120. xxiv Cantero, G., Celman, S. y equipo; op. cit., pág. 178. xxv Tesis de doctorado en elaboración.