LA LETRA DEL DESEO

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Fundación Praxis Freudiana
LA LETRA DEL DESEO
Amelia Haydée Imbriano
El deseo como la metonimia de la falta en ser y el sueño como la metáfora del deseo.
En el escrito “La dirección de la cura y los principios de su poder” presentado en el
Coloquio Internacional de Royaumont en julio de 1958, podemos encontrar en forma
ejemplar lo que implica el “retorno a Freud”.
Lacan nos da una muestra de ello, y lo hace a través de considerar aquello que ocupa el
lugar central en la teoría de los sueños: el deseo en su estructura de insatisfecho pero como
lo que se articula, en tanto articulación a un discurso, del que señalará: “bien astuto”, tal
como lo mostró Freud . Desde él reconsiderará al sueño por su trabajo de elaboración como
hecho para el reconocimiento del deseo.
Retomará el texto freudiano en el sueño de la bella carnicera para trabajar el concepto
freudiano del sueño como realización de deseo en sus dos vertientes: el sueño cumple un
deseo y el sueño engendra un deseo.
Lacan destaca las consecuencias de la teoría de los sueños en cuanto al reconocimiento del
deseo en el sueño y al lugar que esto ocupa en la teoría psicoanalítica, en tanto que él revela
la producción del inconsciente en donde operan determinados mecanismos:
Transposición (Entstellung): es la precondición general de la función del sueño, se trata
del deslizamiento del significado bajo el significante, siempre en acción (inconsciente) en
el discurso.
Condensación (Verdichtung): es la estructura de sobreimposición de los significantes
donde toma su campo la metáfora.
Desplazamiento (Verschiebung): es ese viraje de la significación que la metonimia
demuestra y que se presenta como el medio del inconsciente más apropiado para burlar la
censura.
Así, “un sueño de castigo puede significar el deseo de lo que el castigo reprime”.
El sueño de la bella carnicera es ejemplar para mostrar los mecanismos inconscientes
(condensación y desplazamiento), dando testimonio de su estructura común: la relación del
deseo con el lenguaje que da especificidad al inconsciente freudiano, descentrando la
concepción de sujeto.
Así como Freud nos presenta la fórmula del sueño como realización de deseo, Lacan
propondrá el sueño como metáfora del deseo y metonimia de la falta en ser.
Nos recordará el Freud mismo fue quien señaló que el sueño no es el inconsciente, sino su
camino real: a través del relato, sobre el cual no habrá más que “tomarlo a la letra”, “lo más
al ras de la tierra como sea posible”.
Recordemos el sueño:
“Quiero dar una comida, pero no dispongo sino de un poco de salmón ahumado. Pienso en
salir para comprar lo necesario, pero recuerdo que es domingo y que las tiendas están
cerradas. Intento luego telefonear a algunos proveedores, y resulta que el teléfono no
funciona. De este modo, tengo que renuncia al deseo de dar una comida”.
El propio Freud pone este sueño como referencia ejemplar de las vicisitudes del deseo en la
histeria y el modo de identificación: se satisface por desplazamiento, por alusión al deseo
de otro, un deseo de la víspera (el deseo de la amiga de comer en su casa), el cual es
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sostenido en su posición por un deseo que es de otro orden (no voy a ser yo la que te
engorde y así le gustes más a mi marido). Freud ordena la producción onírica como “el
deseo de tener un deseo insatisfecho”.
Lacan nos muestra la forma por las cuales las remitencias del sueño no hacen más que
elevar el deseo a una potencia geométricamente creciente (escala geométrica: 3,6,12,24…).
Estas remitencias tienen dos dimensiones:
un deseo sustituido a un deseo. El sueño muestra que el deseo de salmón ahumado propio
de la amiga se sustituye al deseo de caviar de la paciente, lo cual constituye la sustitución
de un significante por un significante.
un deseo de deseo: un deseo significado por un deseo. El sueño muestra que el deseo de
tener un deseo insatisfecho está significado por su deseo de caviar (el deseo de caviar es su
significante)
Freud precisa lo que motiva la identificación histérica señalando que el salmón ahumado
desempeña para la amiga el mismo papel que el caviar para la paciente. Y Lacan aprovecha
este trabajo freudiano para dar evidencias de la preeminencia del significante, y del modo
de generación del significado.
Retomando cuestiones básicas de Instancia de la letra (escrito de mayo del 57), destaca las
leyes de articulación de la cadena significante:
la sustitución de un término a otro para producir el efecto de metáfora
la combinación de un término con otro para producir el efecto de metonimia
A partir de ello, se puede ordenar el trabajo de Freud de la siguiente forma:
El sueño es metáfora de deseo y la metonimia de la falta en ser.
Veamos:
•
El sueño como metáfora de deseo
Caviar es el significante del deseo de la paciente
Salmón ahumado es el significante del deseo de la amiga
Freud señala que salmón ahumado sustituye al caviar
Por lo tanto, un significante sustituye a otro significante.
Un deseo es sustituido por otro deseo.
Se cumple el efecto metafórico.
•
El sueño como metonimia de la falta en ser
Freud señala que “caviar” es el significante que muestra el deseo
insatisfecho
(recordar que le solicita a su esposo que no se lo traiga para
poder pedírselo).
El deseo de caviar, “deseo despierto”, “es un deseo de mujer colmada y que
precisamente no quiere serlo. Pues el carnicero de su marido es ducho para poner
del derecho satisfacciones que todo el mundo necesita, los puntos sobre las íes, y no
tiene pelos en la lengua para contestar a un pintor que le da coba, sabe Dios con qué
oscuro designio, sobre su jeta interesante: una rebanado de trasero de hembra, eso es
lo que a usted le hace falta, y si espera que sea yo quien se la regale, puede pasársela
por donde estoy pensando. He aquí un hombre sobre el que una mujer no debería
tener quejas….. Pero ésta es la cosa, no quiere ser satisfecha en sus únicas
verdaderas necesidades. Quiere otras gratuitas, y para estar bien segura de que lo
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son, no satisfacerlas. Por eso a la pregunta: qué es lo que desea la espiritual
carnicera?, puede contestarse: caviar. … porque el caviar, es ella también la que no
lo quiere”. Opera así la combinatoria de un deseo de deseo. El deseo insatisfecho se
desplaza (metonimia) al deseo de caviar.
Entonces, el deseo de caviar es la metonimia del deseo en tanto insatisfecho.
La metonimia es posible porque no hay ninguna significación que no remita a otra
significación. Esta metonimia muestra el poco sentido en que se manifiesta el
fundamento del deseo, pero a su vez muestra su necesariedad por la falta en ser
donde se mantiene.
Por lo tanto, de lo que se trata es que: el deseo es la metonimia de la falta en ser.
Deseo y demanda
Lacan despeja aquello que estructura al deseo: ser el falo, teniendo presente la teoría falocastración freudiana.
A partir de allí, trabaja respecto de la manifestación del deseo y sus consecuencias.
Necesitará recurrir primero a lo que implica la cadena significante: al menos dos
significantes, en donde se cumpla la principal propiedad de la estructura significante:
1. Que sea articulado (recordar ejemplo sobre los hermanos en el tren - Instancia de la
letra), lo cual implica que:
Un sujeto es lo que representa un significante para otro significante.
Un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante.
2.El significante se compone en términos de cadena significante
Por lo tanto, el sujeto es efecto de la cadena significante.
Esto implica que el sujeto, al articular la cadena significante, se constituye como falta en
ser.
Si decimos que el sujeto es un efecto, lo debemos pensar como efecto de la combinatoria
significante, por lo tanto es un efecto que abre a significaciones “competentes”: la relación
significante genera significaciones que se definen por su competencia y no por su
consistencia (no son consistentes pues son equívocos).
Por estructura, el sujeto es el efecto de la operación significante, o sea, de la cadena, de la
relación de un significante con otro significante. Es por ello que, por estructura, recibe el
complemento del Otro, es el Otro quien le presta significantes. Pero este Otro no es
completo. Este Otro en tanto que lugar de palabra también es lugar de falta en ser.
Por lo tanto, hay una consecuencia importante, el sujeto no es un sujeto sujetado a la
necesidad del viviente biótico, sino que es sujeto en tanto sujetado a los significantes del
Otro. El campo de la necesidad está perdido para el sujeto en tanto ser parlante, en tanto
habitante del lenguaje. El sujeto de la necesidad es absolutamente mítico. Cuestión
absolutamente demostrada en el hecho de que cuanto más satisfecha esté lo que podría
pensarse como necesidad en un equívoco comparativo que reduce el sujeto al individuo
viviente, más privado queda, y entonces surge el espacio para una bella carnicera que debe
fabricarse competentemente un deseo insatisfecho. El sujeto no tiene necesidades que
puedan ser satisfechas por objetos armónicos a las mismas. Por ello Freud nos remitirá al
concepto de pulsión y al objeto en su estatuto de objeto perdido desde el inicio (1905).
El sujeto está pendiente de la cadena significante. Por lo tanto, toda demanda del sujeto
implicará demanda de significantes; ésta cava un intervalo a la cuestión de la necesidad,
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deja suspendida la necesidad o en puntos suspensivos. Deja a la necesidad en un intervalo.
Allí, en esa suspensión de la necesidad, es donde el deseo se manifiesta.
El deseo se manifiesta más acá de la demanda.
Ahora podemos enunciar la noción lacaniana: “El deseo es lo que se manifiesta en el
intervalo que cada la demanda más acá de ella misma…”.
El Otro es también lugar de falta en ser en tanto que también se constituye de significantes.
Motivo por el cual solo podrá responder a la demanda del sujeto con significantes,
realizando una invención: “con lo que se llama amor, pero es también el odio y la
ignorancia”. “…Sobre todo si el Otro, que a su vez tiene sus ideas sobre sus necesidades, se
entromete, y en lugar de lo que no tiene, le atiborra con la papilla asfixiante de lo que tiene,
es decir confunde sus cuidados con el don de su amor…(este agregado es mío: lo empacha
de cuidados) …Es el niño al que alimentan con más amor el que rechaza el alimento y
juega con su rechazo como con un deseo (anorexia mental). Confines donde se capta como
en ninguna otra parte que el odio paga al amor, pero donde es la ignorancia la que no se
perdona”. Siempre existe en el sujeto un anhelo al respecto de Otro que le hubiese podido
dar lo que creía demandar. Siempre la satisfacción de necesidades funciona como engaño
respecto de la demanda de amor. Esta es una demanda de completud, de que no falte el ser,
y esta “supuesta” ignorancia del Otro es lo que no se perdona. Siempre se reprocha al Otro,
cuestión que Freud observó muy bien respecto de la relación de la niña con la madre, en
tanto ésta no le dio el falo. Y esto no vale solamente para la niña. Tomando como eje el
estudio sobre la sexualidad femenina, también Freud observó que la madre demanda a su
hijo que ocupe el lugar de su falo, que rellene su falta en ser. Esto es lo que trabajó en la
ecuación fálica que implica la premisa universal.
Dirá Lacan: “A fin de cuentas, el niño, al negarse a satisfacer la demanda de la madre, ¿no
exige acaso que la madre tenga un deseo fuera de él, porque es éste el camino que le falta
hacia el deseo?”. Es suficiente recordar al pequeño Juanito.
Este es el origen por el cual toda demanda muestra “la pasión de ser”, léase pasión por
sufrimiento y también por “empuje a”.
De las premisas presentadas se desprenden principios:
1.-El deseo está efectivamente en el sujeto por esa condición que le es impuesta por la
existencia del discurso de hacer pasar su necesidad por los desfiladeros del significante.
2.-La dialéctica de la transferencia implica la fundación de la noción de Otro con
mayúsculas, como lugar de despliegue de la palabra
3.- Animal presa del lenguaje, el deseo del hombre es el deseo del Otro. Y, esta cuestión no
se trata de la identificación primaria, o sea, no se trata de la asunción de las insignias del
Otro. Se trata de una condición fundante: “de esa condición que tiene el sujeto de encontrar
la estructura constituyente de su deseo en la misma hiancia abierta por el efecto de los
significantes en aquellos que para él vienen a representar al Otro, en cuanto su demanda
está sujeta a ellos”.
La gramática freudiana iniciada en la teoría de los sueños, descubre que el deseo se produce
en el más allá de la demanda. (O sea, el deseo se manifiesta en el más acá de la demanda y
se produce en el más allá de la demanda). Pues, la misma se trata de demanda incondicional
de la presencia y de la ausencia, y ello evoca la falta en ser bajo las tres figuras del nada
(amor, odio, ignorancia) “que constituyen el fondo de la demanda de amor, del odio que
viene a negar el ser del otro, y de lo indecible de lo que se ignora en su petición”.
El deseo se afirma como condición absoluta como resultado de:
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1.- recibe su “alma pesada de los retoños vivaces de la tendencia herida”, tendencia al falonarcisismo que implica siempre una herida narcisista,
2.- recibe un cuerpo sutil, mortificado por el significante
La pura acción del significante opaca la pasión pura por el significado. La acción del
significante hace que lo vivo convertido en signo la haga insignificante, y en ello, en este
instante, “momento de corte”, “jirón sangriento”, la vida paga con la libra de carne: la
pérdida del cuerpo completo.
En ese momento de corte (combinatoria amor-odio-ignorancia) se produce una pérdida que
hace a la construcción del significante de los significantes: el falo. Y, el deseo encuentra en
él su regulación. La función del significante fálico es en relación a la castración. Será
cuestión de la posición del sujeto al respecto de la castración cómo se modalizará la función
del falo en tanto que significante (o sea, cumpliendo con las propiedades del significante), y
esto tendrá sus consecuencias respecto de la modalidad pulsional.
“…el significante impar: ese falo cuya recepción y cuyo don son para el neurótico
igualmente imposibles, ya sea que sepa que el otro no lo tiene o bien que lo tiene, porque en
los dos casos su deseo está en otra parte: es el de serlo, y es preciso que el hombre,
masculino o femenino, acepte tenerlo y no tenerlo, a partir del descubrimiento de que no lo
es” (Apartado V, punto 19).
“La función de este significante como tal en la búsqueda del deseo es ciertamente, como
Freud lo observó, la clave de lo que hay que saber para terminar los análisis; y ningún
artificio lo sustituirá para obtener este fin”. Para los neuróticos la cuestión de un análisis
tendrá que ver con los excesos de costos que pague el sujeto por encontrar el falo, por
intentar ser el falo. Es lo que justifica la intervención de un analista.
“La importancia de preservar el lugar del deseo en la dirección de la cura necesita que se
oriente ese lugar con relación a los efectos de la demanda, únicos que se conciben
actualmente en el principio del poder de la cura”.
O sea, el poder de la cura está en relación a los efectos de la demanda. Pues, lo que viene a
marcar la respuesta del sujeto a la demanda es la posición del neurótico con respecto al
deseo. Es ello lo que sobredetermina los síntomas, sobredeterminación dada por el
estructura del lenguaje.
Se trata de una demanda radical (de raíz, y con función radical). Por intermedio de la
demanda todo el pasado se entreabre hasta el fondo de la primera infancia. “Demandar: el
sujeto no ha hecho nunca otra cosa, no ha podido vivir sino por eso, y nosotros tomamos el
relevo”(Apartado IV, punto 8). “Es por esa vía como puede realizarse la regresión
analítica…Pues la regresión no muestra otra cosa que el retorno al presente de significantes
usuales en demandas para las cuales hay prescripción”.
“Conviene recordar que es en la más antigua demanda donde se produce la identificación
primaria, la que se opera por el poder absoluto materno, a saber aquella que no suspende
del aparato significante la satisfacción de las necesidades, sino que las fragmenta, las filtra,
las modela en los desfiladeros de la estructura del significante” (Apartado IV, punto 10).
“A medida que se desarrolla un análisis, el analista tiene que vérselas sucesivamente con
todas las articulaciones de la demanda del sujeto. Pero además…no debe responder ante
ella sino de la posición de la transferencia… No hay entonces ninguna necesidad de buscar
más allá el resorte de la identificación con el analista. Puede ser muy diversa, pero será
siempre una identificación con significantes”, la identificación con los significantes de la
producción del análisis.
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BIBLIOGRAFÍA
Lacan, J. “La dirección de la cura y los principios de su poder”, apartado V (Hay que tomar
el deseo a la letra), puntos 1,2, 9, 10, 11, 12, 13,y 14. En Escritos 1. Ed. Siglo veintiuno.
Bs.As. 1971.
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