La televisión y la democracia en Chile, 1988-2008 Arturo Arriagada London School of Economics/Universidad Diego Portales [email protected] Patricio Navia New York University/Universidad Diego Portales [email protected] 30 de Noviembre, 2009 7.771 palabras Resumen Aquí analizamos el papel de la televisión en la democracia chilena desde el plebiscito de 1988 hasta el gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010). Discutimos el crecimiento y penetración de la televisión en la sociedad chilena, incluido el reciente crecimiento de la televisión por cable, a la par de la consolidación democrática experimentada desde 1988. Destacamos el papel de la televisión como el principal medio a través del cual se informan las personas. Analizamos la creciente mediatización de la política chilena. Revisamos el rol que jugó la televisión en la campaña del plebiscito de 1988, en las campañas presidenciales de 1989, 1993, 1999 y de 2005. Finalmente, analizamos el papel que juega la televisión como medio a través del cual los políticos se comunican con los electores y la opinión pública se informa respecto a las acciones del gobierno y de los políticos. 1 La televisión y la democracia en Chile, 1988-2008 La democracia chilena se ha consolidado desde el fin de la dictadura militar de Pinochet en 1990. Ya que la televisión se convirtió en el principal medio de comunicación que utilizan los chilenos durante el periodo de gobierno militar (1973-1990), el retorno de la democracia se produjo de la mano con el uso de la televisión tanto en las campañas electorales. Los gobiernos también han utilizado a la televisión como el principal medio para comunicarse con la opinión pública y los partidos crecientemente han convertido a la televisión en el principal medio para transmitir sus mensajes y promover sus agendas políticas y visiones ideológicas. La televisión ha jugado un papel central en el proceso de consolidación democrática en Chile. Desde el retorno de la democracia en 1990, los procesos de comunicación política—entendidos como el intercambio de información entre políticos, medios y ciudadanos—se han desarrollado principalmente a través de este medio de comunicación. La masificación y centralidad que ha adquirido la televisión en el país la convierten en el principal medio que conecta a los actores políticos con la ciudadanía. Ello se materializa en el activo rol que juega en procesos de deliberación pública como los debates presidenciales, las campañas electorales y la relación cotidiana entre el gobierno y los ciudadanos. Los políticos encuentran en la televisión el canal de información a través del cual pueden comunicar masivamente sus iniciativas al país. En tanto los ciudadanos obtienen de la televisión flujos de información relevantes para la toma de decisiones políticas y el monitoreo de las acciones del gobierno de turno. El sistema de medios de comunicación en Chile ha evolucionado de la mano con la consolidación de la democracia y el crecimiento económico. Así se entiende la masificación de la televisión en los hogares del país y la importancia que este medio adquiere en el tiempo, convirtiéndose en la principal fuente de información de los chilenos. La privatización del sistema de medios de comunicación masiva durante la dictadura y la implementación de un modelo económico liberal en el país permitieron que la televisión estuviera presente en la mayoría de los hogares chilenos. Esto significó una mayor oferta informativa producida por distintos canales de televisión, así como también el acceso por parte de millones de chilenos a este bien material. Al mismo tiempo, la centralidad que adquirió la televisión en la vida cotidiana de los chilenos fue de la mano con la centralidad que adquirió este medio en los procesos de deliberación pública en Chile en los últimos 20 años. Los políticos y gobernantes encontraron en la televisión el principal medio para comunicarse con millones de electores de manera efectiva. En tanto los ciudadanos vieron en este medio la posibilidad de obtener información fácilmente y así monitorear el desempeño de sus gobernantes. Este proceso de comunicación política mediatizada en democracia se inició con la franja televisiva en el plebiscito de 1988. Allí los chilenos decidieron poner fin a la dictadura y a la presencia de Augusto Pinochet en el poder. La campaña por el No a Pinochet captó el interés de millones de chilenos que salieron a votar para iniciar un gobierno democrático después de 15 años de dictadura iniciada con el golpe militar de 1973. La campaña por el No reflejó el poder de la televisión en los procesos políticos, principalmente, al ser una herramienta que motivó la participación política de millones de chilenos en dicho plebiscito. De allí en adelante, la televisión se consolidó como el principal medio de comunicación a través del cual políticos y ciudadanos se relacionan en democracia. La democracia chilena se ha consolidado a la par con la penetración de la televisión, por lo que la televisión se ha convertido en el gran medio a través del cual los políticos se comunican con la gente. En lo que sigue, analizamos el crecimiento y la penetración de la televisión en la sociedad chilena, incluido el crecimiento de la televisión por cable. De esta forma podemos observar los procesos que fomentaron la masificación de la televisión en los hogares de Chile. Luego evaluamos el papel de la televisión como el principal medio de comunicación que utilizan los chilenos y discutimos la centralidad de los noticieros en la oferta informativa de la televisión y en la dieta medial de los chilenos. En tercer lugar, analizamos la creciente mediatización de la política en Chile y el rol que ha jugado la televisión en las elecciones presidenciales entre 1988 y 2005. 2 Finalmente, analizamos el papel que juega la televisión como medio a través del cual los políticos se comunican con los electores y la opinión pública se informa respecto a las acciones del gobierno y de los políticos. La centralidad de la televisión en los hogares chilenos En los últimos 30 años la televisión pasó de ser un bien exclusivo que pocas familias lograban tener a ser un bien imprescindible en el equipamiento de los hogares chilenos. Este cambio da cuenta de la mejora en los “niveles de bienestar material” de los chilenos (Marín & Cordero, 2009). Si en 1982 sólo un 27% de las personas tenía un televisor a color en su hogar, la liberalización de la economía y las mejoras en el acceso a bienes de consumo llevaron a que 20 años después casi 9 de cada 10 chilenos tenga un televisor en su hogar. Lo mismo ocurre con el teléfono y los equipos de música que adquieren un rol central en el equipamiento medial de las personas en Chile. A diferencia del Chile anterior al golpe militar de 1973, el Chile post Pinochet está caracterizado por la penetración masiva de la televisión como el principal medio de comunicación de los chilenos con las autoridades y con la política en general. Tabla 1: Equipamiento en hogar con tecnologías de información y comunicación 1982 1992 2002 Televisor a color 27,0 54,4 89,2 Televisor B/N 51,0 15,1 Equipo de música 32,2 69,6 VHS/DVD 19,3 38,4 Teléfono fijo 11,0 23,8 53,4 Teléfono celular 1,1 53,8 Computador 22,4 Conexión a Internet 11,0 Fuente: Marín, C; Cordero, R. (2009): “Medios masivos, opinión pública y transformaciones de la democracia”. Junto con las mejoras en los niveles de bienestar material de los chilenos, el sistema de medios de comunicación en Chile sufrió una serie de transformaciones que le dieron a la televisión un rol principal en el actual escenario mediático del país. Es posible hablar de un sistema de medios antes del quiebre democrático y golpe militar de 1973 y otro después de la dictadura. El sistema de medios de comunicación pasó de estar centrado en la prensa escrita —que cubría principalmente cuestiones políticas donde los partidos políticos tenían propiedad en alguno de esos medios — a ser un sistema masivo, regido por el mercado y centrado en la televisión (Dussaillant 2005; Tironi y Sunkel 1993). En cierto modo, la democracia chilena antes de la dictadura de Pinochet utilizaba como medios de comunicación la radio y los diarios. Después de la experiencia autoritaria, y producto del desarrollo de esa tecnología, la televisión se consolidó como el principal medio de comunicación entre la política y los ciudadanos. En un contexto reciente de mayor acceso por parte de los chilenos a tecnologías de información y comunicación—incluido teléfonos celulares e Internet—la televisión sigue teniendo un rol central en sus prácticas de consumo medial. Después de las horas dedicadas a dormir, la televisión es la principal actividad no remunerada de los chilenos. Un chileno típico ve en promedio 3,1 horas diarias de televisión (Catalán, 2007). Al mismo tiempo, las prácticas de socialización que derivan de los contenidos presentados en televisión y la centralidad que esta adquiere en los hogares chilenos explican el alto consumo televisivo en el país (Silverstone, 1998; Dayan & Katz, 1994; Catalán, 2007). Al revisar la Tabla 2 observamos que el consumo de televisión abierta ha aumentado considerablemente en las últimas décadas. Si en 1970 sólo 33,8% de los chilenos veía televisión todos los días, en 2008 esa cifra alcanzó el 76%. El crecimiento que se observa en el consumo televisivo entre las décadas del ‘80 y los ‘90 se explica en parte por la masificación en el acceso a la televisión y los cambios en el sistema de medios. Paralelamente a la consolidación de la televisión abierta como el principal medio de comunicación que utilizan los chilenos, a principios de los años ‘90 comenzó la expansión de la televisión por cable. Ya en 1999 3 un 34,3% de los chilenos declaraba tener televisión por cable, mientras que en 2008 la cifra aumentó a un 38,9% (CNTV, 2008). Tabla 2. Consumo diario de distintos medios de comunicación (1970-2008) Televisión Radio Diarios Internet abierta 1970 33,8 59,4 29,4 1972 43,1 57,4 1996 83,5 73,6 19,6 1999 84,1 71,1 25,1 2002 79,4 68,3 22,4 11,6 2005 79,1 60,1 22,6 15,3 2008 76,0 55,0 22,8 26,0 Fuente: Marín, C; Cordero, R. (2009): “Medios masivos, opinión pública y transformaciones de la democracia”. Para entender la centralidad que ha adquirido la televisión en la dieta medial de los chilenos es necesario analizar la oferta informativa que los canales presentan. En la última década, la principal característica de la oferta informativa en Chile ha sido su crecimiento explosivo en función de la segmentación de públicos. Actualmente las personas ven televisión en distintos horarios y los canales han adaptado su programación a esos cambios. Si en 1997 se transmitían 3.492 horas de información, en 2006 este tipo de programas se duplicó a 6.565 horas anuales. Se entiende como contenidos informativos aquellos que aparecen en programas producidos por las áreas de prensa de los canales de televisión (noticiarios, avances, programas de reportajes, entrevistas de actualidad, políticas y otras) (Argandoña et. al, 2007). Si bien los canales de televisión han ampliado la oferta de contenido informativo en distintos horarios, es la franja comprendida entre las 9 y 10 p.m. donde se concentra el consumo televisivo de los chilenos. Más del 60% de las personas consume televisión en el horario donde los canales presentan sus noticieros centrales (CNTV, 2008). En términos de rating –medición por la cual se calcula el número de personas que sintoniza un canal a una hora determinada- los noticieros en Chile entre 1997 y 2006 promediaron 22 puntos (Argandoña et. al, 2009). En promedio los noticieros televisivos en Chile fueron vistos diariamente por alrededor de un millón de personas diariamente1. Los chilenos utilizan la televisión principalmente para informarse sobre lo que ocurre en el país. De acuerdo a la tabla 3, entre 1997 y 2005, la televisión fue el medio más utilizado por las personas con ese fin. Al mismo tiempo se observa una baja tanto en el consumo de diarios como de radio en el mismo periodo. Tabla 3. Fuentes de información más utilizadas por chilenos para saber lo que sucede en su país 1996 1999 2002 2005 TV abierta 76,7 84,8 82,3 83,8 Radio 13,0 6,3 8,2 5,9 Diarios 7,3 5,7 5,2 5,2 TV cable 1,7 2,5 2,4 1,9 Internet 0,8 1,6 Otras 1,3 0,7 0,6 1,0 Fuente: Marín, C; Cordero, R. (2009): “Medios masivos, opinión pública y transformaciones de la democracia”. Hasta aquí hemos observado que la televisión es un bien que está siempre presente en el equipamiento del hogar. También es el más utilizado para obtener información respecto de lo que ocurre en el país. La evidencia empírica caracteriza a la televisión como el medio de 1 Cada punto de rating equivale a 11.534 hogares y a 46.325 personas. Fuente: Time-Ibope. 4 comunicación más importante para los chilenos. En términos de credibilidad, la televisión también concentra los más altos niveles. En la década del ‘80 los principales canales de televisión atravesaban por una crisis de credibilidad debido a la intervención y designación por parte de la dictadura de los contenidos y los administradores y ejecutivos de esos medios. Pero esto cambió en la década de los ’90 junto con la recuperación democrática (Tironi & Sunkel, 2000). Si en 1987 la televisión era desplazada por la radio y los diarios—donde sí existían medios de oposición a la dictadura—como el medio más confiable, en 2008 un 57,9% consideró que era el medio de comunicación más confiable superando a las radios y los diarios (Marín & Cordero, 2009). En ese contexto de centralidad que adquiere la televisión en la vida de los chilenos se puede analizar el proceso de mediatización que han sufrido las campañas políticas en Chile. Al ser la televisión un medio masivo, confiable y útil para informarse, las campañas políticas comienzan a desarrollarse en la televisión. Comienza a cambiar la forma de hacer campañas desde las grandes concentraciones públicas hacia los discursos y mensajes televisivos, especialmente a contar del plebiscito de 1988 con la franja televisiva por el No (Arriagada & Navia, 2006). La mediatización de las campañas políticas en Chile El funcionamiento de las democracias depende en cierta medida de la existencia de flujos de información. En los procesos de comunicación política—a través de estos flujos informativos— los ciudadanos y gobernantes logran deliberar respecto de los asuntos públicos. Habermas (1992) caracterizó a la prensa como un actor social encargado de estructurar la discusión pública en las sociedades modernas. De esta forma, a través de los medios, se conectan las demandas ciudadanas y los intereses políticos de los gobernantes. En ese intercambio los medios de comunicación actúan como proveedores de información y como filtros de los hechos políticos en función de sus propios intereses ideológicos, políticos y económicos (Zaller, 1992). La relación entre medios, gobernantes y ciudadanos opera como una constante lucha por la visibilidad de sus respectivas demandas (Thompson, 1998). Durante las campañas electorales, la televisión adquiere un rol fundamental en los procesos de deliberación pública (Graber 2000; Graber 2001; Jamieson 1996). Al tener los candidatos tiempo y recursos limitados para comunicar sus ideas a los electores, la televisión pasa a ser el canal de interacción entre candidatos y electores (Graber, 2000; Zaller, 1991). En este contexto, el acceso a los medios de comunicación se convierte en un capital político-electoral fundamental para los candidatos. Si logran comunicar sus propuestas a través de la televisión, los candidatos pueden potenciar sus campañas y establecer lazos con su electorado. Por cierto, los medios de comunicación pueden ser vistos como filtros que distorsionan las fortalezas y debilidades de los candidatos en función de sus intereses particulares y de sus propias agendas y objetivos (Zaller 1992). Por eso, si los candidatos no son capaces de comunicar sus mensajes a través de los medios, la posibilidad de que los electores conozcan y logren evaluar sus ideas y propuestas se reduce sustancialmente. En esa lucha constante entre políticos y ciudadanos por posicionar sus respectivas agendas de demandas y propuestas, la televisión se convierte en su principal canal de comunicación. La evidencia empírica existente plantea que la televisión puede afectar el ejercicio del poder y el debate público (Iyengar & McGrady, 2007). Al mismo tiempo puede definir las agendas de discusión que son parte del debate público (Rogers & Dearing, 1997). Este medio permite que las audiencias establezcan ciertos criterios de evaluación del desempeño de actores políticos para luego atribuirles resposabilidad sobre hechos políticos específicos (Ansolabehere et. al, 1993; Iyengar & Kinders, 1987). También se le atribuye a la televisión la trivialización del debate público afectando la calidad de la democracia (Sartori, 1999). Aunque la televisión también es fundamental para motivar la participación política de los ciudadanos a través de los flujos de información que entrega y la fiscalización del aparato público (Norris, 2000). Independiente de su masividad y alcance, en campañas electorales la televisión es vista como un agente negativo a la hora de estimular la participación ciudadana y potenciar el debate público. Iyengar & Ansolabhere (1997) consideran 5 que la televisión aleja a los votantes indecisos de participar en una elección, generando incluso reacciones negativas en contra de las instituciones políticas. En esta sección analizamos la relevancia que han adquirido los medios de comunicación, principalmente la televisión, en los procesos de comunicación política en Chile. Discutimos el rol que ha desempeñado la televisión en las 5 elecciones presidenciales, incluido el plebiscito de 1988, entre 1988 y 2005. Analizamos el impacto de cada una de las campañas televisivas en los electores, así como también describimos la importancia que adquirió la televisión como fuente de información política en periodos electorales. Argumentamos que la televisión ha tenido un rol fundamental en la consolidación de la democracia. Ya que los procesos políticos asociados a la recuperación y establecimiento del régimen democrático se transmitieron por televisión, los chilenos definieron sus preferencias y fueron partícipes de esos acontecimientos a través de este medio. Al mismo tiempo, la creciente mediatización de las campañas electorales centró la atención de la ciudadanía en la televisión y así informarse respecto de los candidatos. Plebiscito de 1988 El plebiscito de 1988 tuvo como objetivo decidir entre la continuidad del gobierno militar y la convocatoria a elecciones presidenciales y parlamentarias libres (Cavallo, 1988: 431-438). El plebiscito se realizó, de acuerdo a lo previsto en la constitución de 1980 impuesta por la dictadura de Pinochet, el 5 de Octubre de 1988. Allí los chilenos debieron pronunciarse por un Sí al gobierno militar -que promovía la continuidad de Pinochet como presidente por un nuevo periodo de 8 años—o un No, que era la alternativa promovida por los partidos de oposición (Concertación de Partidos por el No) que abogaban por el retorno de la democracia y una elección presidencial abierta a fines de 1989 (Fernandois y Soto 2005). Para enfrentar la elección y difundir las propuestas de la oposición y los adherentes de Pinochet, la dictadura estableció a través de decretos la existencia de una franja gratuita televisiva de 30 minutos, transmitida diariamente por los canales de televisión durante 30 días antes del plebiscito (Tironi & Sunkel, 2000). Las franjas del Sí, a favor de Pinochet, y del No, en favor de recuperar la democracia y de elecciones libres, contaban con un bloque de 15 minutos cada uno para transmitir sus propuestas a contar de las 11:15 p.m. Ya que los medios de comunicación en Chile se mostraban hasta entonces favorables a la dictadura (Tironi & Sunkel, 1993), la franja televisiva de la oposición a Pinochet se convirtió en una oportunidad única para difundir sus propuestas masivamente y sin censura. La campaña del Sí optó por comunicar en su franja la idea de “yo o el caos”, mostrando a un Pinochet que recuperó al país del socialismo, asociando la propuesta del No a una vuelta al pasado de violencia y polarización (Hirmas, 1989). Contrario a esto, la campaña por el No presentó una propuesta optimista, cuyo objetivo no era cambiar la actitud de la opinión pública, sino más bien revertir la sensación de miedo y escepticismo existente en los chilenos en caso de una derrota de Pinochet (Tironi & Sunkel, 2000). En su afán propositivo, la campaña por el No resumió sus lecturas del país en la frase “Chile, la alegría ya viene”. Obviando que después de 15 años de régimen dictatorial y modernización económica los chilenos tenían otras aspiraciones y preferían mirar a futuro que recordar los temores del pasado, la campaña por el Sí optó por el eslogan “Chile, el marxismo ya viene”. Si bien la dictadura intencionalmente decidió que la transmisión de las franjas se realizara en un horario de baja audiencia, los programas terminaron siendo masivos, alcanzando ratings de 65 puntos (Hirmas, 1989 en Boas, 2009). En términos de contenidos—y en contra de lo que las opciones formales de los respectivos bandos pudiera indicar—la campaña por el No fue más positiva que la del Sí. Un 80,7% de los contenidos presentados en la franja por el No fueron “positivos” o “neutros”, en tanto la campaña por el Sí sólo alcanzó el 61,9% (Boas, 2009). Acorde a los altos niveles de rating que alcanzó la franja electoral en 1988, la televisión fue el principal medio que los chilenos utilizaron para informarse en el plebiscito. Un 83,5% de las personas se informó a través de la televisión y un 9,4% por la radio sobre lo que significaba la opción del Sí. En tanto, respecto del No, un 76,5% lo hizo a través de la televisión y un 14% por la radio (CEP, 1988). 6 Varios autores que atribuyen a la franja por el No el triunfo de esa opción en el plebiscito de 1988 (Méndez, 1989; Boas, 2009). De acuerdo a los datos de la Tabla 4, esa campaña fue la que logró una mayor empatía con el electorado, interpretando las aspiraciones de los chilenos. Así un 54,7% votó a favor de la opción No y sólo un 43% se inclinó por el Sí a Pinochet. El plebiscito de 1988 será recordado como un evento político-mediático donde la televisión jugó un rol central en la reconciliación nacional y la recuperación de la democracia (Tironi & Sunkel, 2000). Ya que la masificación de la televisión en los hogares de los chilenos se dio en la década de los ‘80, el plebiscito de 1988 se diferenció de las elecciones presidenciales de 1970, entre otras cosas, por la franja televisiva. Porque fue a través de la televisión donde los chilenos se enfrentaron a la posibilidad de recuperar la democracia, así como por la masificación que alcanzó la televisión en los hogares chilenos, el plebiscito de 1988 también marca el inicio de la mediatización de la política en Chile. Tabla 4. Evaluación ciudadana de las campañas televisivas del plebiscito de 1988 Campaña “Sí” Campaña “No” ¿Qué publicidad le parece a ud. que… Es más entretenida 16% 62% Le llega más a la gente 19% 60% Es más motivadora 21% 58% Es más clara, entendible 25% 57% Es más dinámica 22% 56% Es más optimista 24% 55% Es más creíble 24% 52% Es más apropiada para una campaña política 23% 47% Transmite una mejor capacidad para gobernar el 29% 43% país Fuente: Roberto Méndez, et. al, “¿Por qué ganó el No?”. En Estudios Públicos, 33, verano 1989, p. 93. Elección presidencial de 1989 La elección presidencial de 1989 fue la primera que se realizó en Chile desde la elección presidencial de Salvador Allende en 1970. En la Concertación, el liderazgo que ejerció Patricio Aylwin, líder del centrista Partido Demócrata Cristiano, en la campaña del plebiscito lo convirtió en candidato seguro para la elección presidencial de 1989. Si en la Concertación la elección del candidato evolucionó a partir del éxito de la coalición en el plebiscito de 1988, entre los partidarios de Pinochet el caso fue más complejo (Allamand 1999; Durruty 1999; Huneeus 2001). Hernán Büchi, Ministro de Hacienda de Pinochet, renunció el 3 de marzo de 1989 a su cargo para convertirse en candidato presidencial del continuismo del legado militar. Junto a ellos, se presentó el candidato independiente y entonces empresario Francisco Javier Errázuriz. La campaña presidencial de 1989, al igual que el plebiscito del año anterior, se centró en la televisión. Ya sea porque los candidatos tuvieron una activa presencia en los programas televisivos y la amplia cobertura de los noticieros, la primera elección democrática en 19 años fue seguida por los chilenos en la televisión. En tanto, la ciudadanía encontró en este medio un espacio informativo útil del acontecer de la campaña electoral. De acuerdo a los datos del gráfico 1, los debates televisivos (56,5%), los noticieros (47,8%) y las franjas electorales (46,1%) se convirtieron en las tres fuentes más informativas que consideraron los electores en dicha elección. Del total de 12 fuentes, las tres más importantes correspondieron a programas televisivos. De igual forma, la televisión fue el medio que más incidió en el voto de los chilenos. Los debates televisivos (29,1%), los noticieros (14,9%) y la franja televisiva (14,5%) fueron las fuentes de información que las personas consideraron como más decisivas en su votación (CEP, 1989). 7 La franja televisiva de la elección presidencial de 1989 fue ampliamente vista por los chilenos. Un 38% dijo verla “todos los días”, un 26,3% lo hizo “3 o 4 días por semana”, un 22,3% “1 o 2 días” y sólo un 13,3% dijo no verla nunca (CEP, 1989a). En términos de contenidos, la franja televisiva de Büchi hizo cambios respecto de lo mostrado por el comando por el Sí en 1988. Su publicidad habló del cambio y Büchi apareció como “el hombre” que lo representaba. En tanto la experiencia y organización en materia de campañas que tenía la Concertación después del plebiscito se hicieron notar en la franja televisiva. Con mensajes propositivos, como “gana la gente”, y en busca de mostrarle a los chilenos que la coalición opositora a Pinochet estaba preparada para gobernar, la franja de la Concertación mantuvo la línea del plebiscito de 1988 con Aylwin como protagonista (Tironi & Sunkel, 2000). El triunfo de Aylwin en la que fue la primera elección presidencial en Chile desde 1970 junto al activo uso de la televisión por parte de la ciudadanía, definieron la centralidad que adquirió este medio de comunicación en los procesos electorales de la democracia chilena. Gráfico 1. Fuentes más informativas utilizadas en elección presidencial de 1989 Fuente: Centro de Estudios Públicos (CEP). Diciembre, 1989b. Pregunta: De los siguientes medios, indique aquellos tres por los cuales usted se ha informado más de las campañas presidenciales. Elección presidencial de 1993 Su característica principal fue que se convirtió en la menos competitiva de las elecciones en la historia democrática del país (Navia, 2005). De los 6 candidatos que competían, las encuestas—y los resultados en la elección—dieron como ganador al representante de la Concertación, Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Las diferencias en la Concertación y la coalición de derecha para elegir a sus respectivos candidatos presidenciales fue notoria. Si la coalición gobernante realizó elecciones primarias que dieron como ganador a Frei, la falta de unidad entre los partidos de derecha derivó en una no muy convencida designación como candidato del entonces senador Arturo Alessandri (Navia, 2005; Navia & Arriagada, 2006). La baja expectación respecto de sus resultados hizo que la franja televisiva de los candidatos presidenciales no fuera tan vista como en ocasiones anteriores. Sólo 18,5% de los chilenos dijeron ver la franja “todos los días”, mientras que un 54,4% lo hizo entre “1 y 4 días” y un 27,1% no la vio (CEP, 1993a). Pero la televisión continuó siendo considerada como una fuente relevante de información durante la campaña. Al igual que en 1989, las tres fuentes principales de información para los chilenos fueron programas televisivos (noticieros, debates y franja publicitaria, en ese orden, respectivamente) (CEP, 1993b). 8 A diferencia del plebiscito de 1988 y de la elección presidencial de 1989, la de 1993 se situó en un contexto donde el sistema de medios de comunicación ya era controlado por privados. Este cambio significó que el canal de televisión estatal, Televisión Nacional de Chile (TVN), tuvo que competir con el resto de los canales por obtener financiamiento privado a través de la publicidad. Al mismo tiempo, entraron al mercado nuevos canales de televisión, Megavisión y La Red en 1990 y 1991, respectivamente, y cerraron otros medios estatales como Radio Nacional (Tironi & Sunkel, 1993; Tironi & Sunkel, 2000, Bresnahan, 2003). Estos cambios en el sistema de medios consolidaron a la televisión como el principal medio de comunicación del país, en términos de audiencias y de inversión publicitaria, así como también afectaron los contenidos ofrecidos por este medio, menos políticos y más enfocados en el entretenimiento (Tironi & Sunkel, 2000). Elección presidencial de 1999 La elección presidencial de 1999 estuvo marcada por la crisis económica, los bajos niveles de aprobación del entonces presidente Eduardo Frei, la detención del ex dictador Agusto Pinochet en Londres en octubre de 1998 y la estrecha competencia entre los candidatos presidenciales de la Concertación, Ricardo Lagos, y de la derechista Alianza por Chile, Joaquín Lavín (Navia & Arriagada, 2006; Navia & Joignant, 2000). Aunque la principal característica de esta elección fue la mediatización de las campañas como consecuencia de la profesionalización de los equipos comunicacionales de los candidatos (Tironi, 2000). El uso de los medios de comunicación, principalmente la televisión, fue la herramienta que utilizaron los candidatos para comunicar sus ideas masivamente durante la campaña. En tanto los medios, debido a la estrecha competencia entre Lagos y Lavín, cubrieron con un gran despliegue la campaña presidencial. Un ejemplo es que desde entonces los medios, principalmente la prensa escrita, comenzaron a realizar sus propias encuestas de opinión pública (Cordero, 2008). Pese a las señales de desafección frente a la política por parte de los chilenos, la televisión siguió siendo su principal medio de información sobre el acontecer nacional. De acuerdo a una encuesta nacional del PNUD, la televisión en ese entonces formaba la opinión sobre el país, en mayor medida que el diario o la radio (PNUD, 2002). La centralidad de la televisión en la vida cotidiana de los chilenos –y especialmente de los noticieros- se explica en que el 98% de las personas declaró verlos y un 65% dijo verlos completos (PNUD, 2002; CNTV, 1999). La elección presidencial de 1999 fue cubierta ampliamente por la televisión. Ya que fue la primera elección que se definió en una segunda vuelta en la historia de Chile, el 16 de Enero de 2000, entre los 10 temas más cubiertos por la televisión ese año las elecciones obtuvieron el quinto lugar (PNUD, 2002). Ahora bien, si el uso de la televisión seguía siendo fundamental como medio de información, no fue relevante en la decisión de voto de las personas. Un 60% de las personas que votaron en dicha elección consideraron que la franja televisiva no fue decisiva en su voto, en tanto un 64% no consideró importante la información de los programas políticos de radio y televisión (CEP, 2000). Es contradictorio lo que ocurrió en esta elección respecto de la relación que establecieron los candidatos, medios de comunicación y electores. Como revisamos, la televisión siguió siendo central para los chilenos a la hora de obtener información. No así al momento de definir su voto. En tanto, la televisión le dio amplia cobertura la campaña electoral y los candidatos lograron comunicar sus mensajes superando el filtro de los medios (Dussaillant, 2004). Esto último da cuenta de la profesionalización de los equipos comunicacionales de los candidatos quienes construyeron una campaña que entendió las reglas y el lenguaje televisivo. De esta forma pudieron superar el filtro de la televisión y comunicar sus mensajes exitosamente al electorado. Elección presidencial de 2005 Las inmejorables condiciones económicas en las que se encontraba el país fueron el contexto de la elección presidencial de 2005 (Navia, 2006). Aunque fue la presencia de la ex-ministra del entonces presidente Ricardo Lagos, Michelle Bachelet, la que le dio un componente novedoso a 9 dicha elección. La elección presidencial de 2005, al igual que la de 1999, fue nuevamente decidida en una segunda vuelta, cuando Bachelet logró convertirse en la primera mujer en llegar a La Moneda. Si en la primera vuelta, realizada el 11 de diciembre de 2005, Bachelet obtuvo sólo un 46% de las preferencias, en la segunda vuelta se impuso con un 53,5% de la aprobación superando al candidato de la Alianza, Sebastián Piñera quien logró un 46,5% (Navia, 2006). En dicha elección, la televisión siguió siendo el principal medio de información de los chilenos. Un 56,8% de los ciudadanos dijo ver televisión para informarse en 2005 (CNTV, 2005). Al mismo tiempo, los medios pusieron especial atención en la campaña de Bachelet. Ya sea por su condición de mujer o por su rápido crecimiento en las encuestas de opinión pública, Bachelet terminó recibiendo una cobertura distinta que el resto de los candidatos en la prensa escrita (Valenzuela & Correa, 2006). En tanto, la televisión se mantuvo al margen de los temas discutidos por los candidatos durante la campaña y priorizó una agenda propia (Porath, 2006). En la elección presidencial de 2005, ya sea por la novedad de los candidatos o por lo competitiva de la elección, la televisión mantuvo su liderazgo como la principal fuente de información de los chilenos. Al mismo tiempo, los candidatos utilizaron este medio para discutir y debatir sus propuestas frente a audiencias masivas. Un ejemplo de ello fue la cantidad de personas que siguió los tres debates televisivos organizados tanto para la primera vuelta como en el ballotage. El primer encuentro, realizado por Canal 13 en conjunto con CNN el 19 de Octubre, promedió 26,6 puntos de rating. El segundo debate se realizó el 16 de Noviembre y fue producido por cuatro canales de televisión abierta (Canal 13, Chilevisión, Televisión Nacional y Megavisión) promediando 48,1 puntos. El último debate, antes del ballotage, se realizó el 4 de Enero de 2006 y allí se enfrentaron Sebastián Piñera y Michelle Bachelet. Dicho encuentro llegó a los 49,4 puntos de rating promedio alcanzando una audiencia de más de 2 millones de personas (2.228.455). La televisión y los procesos de comunicación política en Chile Hasta aquí hemos revisado el rol central que ha desempeñado la televisión como medio de información para los chilenos. También hemos discutido respecto de la centralidad que adquiere la televisión, especialmente los noticieros y debates televisivos, durante las campañas políticas. Tanto para los candidatos como para los ciudadanos, la televisión es el medio más relevante al momento de comunicar sus ideas y para obtener información, respectivamente. Ahora bien ¿qué rol juega la televisión en los procesos de comunicación política entre los políticos, el gobierno y la ciudadanía en periodos no electorales? A partir de datos del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales, analizamos el papel que juega la televisión como medio a través del cual los gobernantes se comunican con los electores y la opinión pública se informa respecto de las acciones del gobierno y los políticos. En sociedades democráticas, los medios masivos de comunicación son responsables de acercar los asuntos públicos a las personas a través de la información que presentan (Iyengar y McGrady 2007). A su vez, los gobernantes utilizan los medios para informar de sus acciones a los ciudadanos. En 2009, un 69% de los chilenos dijo informarse diariamente por televisión de los asuntos del país. Con la misma frecuencia un 18% lo hizo a través de los diarios, un 45% escuchó radio y un 22% utilizó Internet (ICSO-UDP, 2009). En tanto la clase política utiliza principalmente la radio y la televisión para comunicarse con la ciudadanía. Una encuesta realizada a 100 miembros de la elite política en el país reveló que un 33% utilizó la radio y un 32% los noticieros televisivos para comunicarse con los ciudadanos (ICSO-UDP, 2004). En ese contexto, y dada la importancia que ha adquirido el uso de los medios para establecer vínculos con la ciudadanía, los políticos utilizan cada vez más los servicios de asesores especializados. Estos profesionales se encargan de contactar a los medios para difundir las acciones de los políticos. En 2004, un 75% de los políticos dijo utilizar los servicios de asesores comunicacionales en el quehacer político cotidiano (ICSO-UDP, 2004). Los políticos chilenos consideran que los medios de comunicación han tenido consecuencias negativas y positivas para el desarrollo de la actividad política. Un 50% de los encuestados opinó que los medios han contribuido a trivalizar la política. En cambio, un 53,4% cree que los medios colaboran en 10 transparentar el ejercicio del poder político (ICSO-UDP, 2004). De esta forma, la mediatización de los procesos de comunicación política en Chile ha ido de la mano con la profesionalización de los políticos y sus equipos a la hora de utilizar los medios para dar a conocer sus propuestas. Al ser la televisión el principal medio de comunicación que utilizan los chilenos para informarse, los gobiernos intentan construir una imagen y un discurso que se adapte al formato de ese medio. De esta forma pueden comunicar sus acciones a la ciudadanía y someterse a niveles de exposición y escrutinio público (Thompson, 2001). A través de las imágenes y la información en televisión, los ciudadanos pueden establecer criterios de evaluación de los gobiernos y atribuir responsabilidad sobre el devenir de los asuntos públicos (Iyengar & Kinders, 1987; Iyengar, 1992). En el caso de la presidenta Michelle Bachelet, sus altos índices de aprobación, por sobre el 80% en Octubre de 2009, se condicen con la credibilidad que ella genera a través de la televisión. Un 65% de los chilenos dice creerle “siempre” o la “mayoría” de las veces a la presidenta cuando la ven en pantalla, en cambio un 31% dice creerle “pocas veces” o “nunca” (ICSO-UDP, 2009). Además un 59% de aquellos que aprueban la gestión de Bachelet ven televisión “todos los días” (ICSO-UDP, 2009). En la víspera de la campaña presidencial de 2009, la televisión sigue siendo el medio principal a través del cual los chilenos se informan sobre los candidatos. Un 65% de los chilenos dijo obtener información sobre los candidatos en la televisión, mientras que un 8% lo hace a través de la radio, un 5% conversando con personas cercanas y sólo un 4% por los diarios (ICSO-UDP, 2009). Independiente del constante aumento en la penetración de Internet en los hogares chilenos, así como también de los cambios de hábitos en el consumo de televisión, este último medio sigue siendo fundamental para el desarrollo de los procesos políticos. Si después de 20 años la televisión es central para que gobernantes, políticos y la opinión pública se comuniquen e intercambien información, significa que la televisión es central para el funcionamiento de las democracias modernas. A través de este medio políticos y ciudadanos logran crear un espacio para el intercambio de ideas y estimular así los procesos de deliberación pública. Si la televisión en Chile hizo su aparición como instrumento de comunicación política en el plebiscito de 1988, 20 años después sigue siendo el medio a través del cual los chilenos se informan sobre los asuntos públicos y evalúan el desempeño de los políticos. Al mismo tiempo, los gobernantes y la clase política han encontrado en la televisión el principal canal de comunicación con los electores. Conclusión Precisamente porque la recuperación democrática se produjo a fines de los 80, cuando la televisión se consolidaba como el principal medio de comunicación en Chile, la historia de la democracia post Pinochet está profundamente ligada a la televisión. Las campañas políticas se realizan esencialmente por televisión. Los gobiernos se comunican con los electores y con la opinión pública en general a través de la televisión. Los partidos políticos buscan promover sus ideales y visiones de país a través de la televisión, cuya masiva penetración ha consolidado a esa industria como una herramienta esencial del proceso de consolidación democrática en Chile. 11 Referencias Allamand, Andrés. 1999. La Travesía del desierto. Santiago: Aguilar. Ansolabehere, S. 1993. The Media Game. American Politics in the Television Age. New York: Macmillan. 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