Centro no, moderados sí - Sociedad Chilena de Políticas Públicas

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Centro no, moderados sí
Patricio Navia La Tercera Jun. 03 , 2013
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Aunque las elecciones se ganen por el centro, la mejor forma de atraer a esos electores es evitando
caricaturizarlos como centristas. Ese grupo decisivo, cuyas preferencias ideológicas son equidistantes de los
extremos vociferantes de derecha y de izquierda que capturan la atención de la prensa y de los candidatos
presidenciales, se define más por el pragmatismo y la gradualidad que por posturas dogmáticas asociadas con
los tradicionales tercios. Porque no creen que todo esté mal, pero tampoco son autocomplacientes, los
votantes moderados quieren cambio en un contexto de continuidad.
Las encuestas permiten llegar a conclusiones distintas dependiendo de cómo se leen los datos. En su
reconocida encuesta, el CEP indaga sobre la identificación política. Hay siete opciones. En la medición de julio
de 2012, la gente se identificó de la siguiente forma: izquierda (12,4%), centroizquierda (8,7%), centro
(9,7%), centroderecha (4,5%), derecha (8,9%), independiente (47,9%) y ninguna (3,9%) -un 4% no
contestó-. Para simplificar, el CEP agrupa los valores en tres posiciones: izquierda (20,1%), centro (9,7%) y
derecha (13,4%). La debilidad del centro es producto de la forma de agrupar los datos, no de la polarización
del electorado.
Los datos del CEP muestran que una mayoría de los chilenos no se identifica con los tercios. Sólo el 44,2% de
los chilenos se identifica con la derecha, centro o izquierda. Pero eso no quiere decir que el resto de la gente
no tenga posiciones políticas. Cuando el CEP pregunta por la escala ideológica (1 es izquierda, 10 es derecha),
seis de cada 10 chilenos se identifican en la escala. De esos seis, cuatro se posicionan como moderados
(valores del 4 al 6).
Una lectura correcta de los datos confirma que el principal grupo electoral en Chile está en el centro, pero no
quiere que se le identifique como tal. Como “centro” tiene una carga política -asociada a partidos que
históricamente aspiraron a representar a ese sector- parece más adecuado usar otros conceptos que capturen
la naturaleza de moderación, gradualidad y pragmatismo de esos chilenos. Más que revolución, esos votantes
quieren reformas.
La combinación de primarias de coaliciones y votación voluntaria induce a los candidatos a buscar el voto duro
para ganar la nominación de sus partidos. Pero cuando el grueso del electorado empiece a poner atención a la
contienda -y el voto duro no sea suficiente para alcanzar la mayoría absoluta-, los candidatos buscarán
convencer al voto pragmático y gradualista de aquellos que aspiran a cambios significativos, pero que a la vez
temen perder lo que han logrado alcanzar en estas dos décadas de democracia. Esos electores de centro que
decidirán la elección pondrán atención a los candidatos que entiendan sus sueños y también sus temores. Para
enviar un mensaje que convenza al grupo que decidirá la elección presidencial, los candidatos deberán
entender que no pueden referirse a ellos como “centro”.
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