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DRAMAS RELIGIOSOS
Wenceslao Calvo (09-08-2012)
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Evangélica Pueblo Nuevo
Orígenes y primeros ejemplos
Gradual extensión de la acción
Surgimiento de objeciones; representaciones vernáculas
Producción creciente
Estilo literario; Corpus Christi
Actitud protestante antigua
La representación de la Pasión de Oberammergau
Representaciones de Navidad
Orígenes y primeros ejemplos.
El drama religioso, o la representación de sucesos recogidos en la Biblia o lecciones morales a ser extraídas de
la enseñanza religiosa, es distintivamente medieval en carácter y el origen está estrechamente relacionado con
los servicios en la Iglesia. En un período muy antiguo un efecto cuasi-dramático lo proporcionó la división del
coro en semi-coros antifonales y la respuesta de la congregación al clero, aunque no fue hasta el siglo X que
hubo algún acercamiento a la acción dramática. Luego se añadieron tropos o textos incorporados durante el
servicio, como en el introito, estando contenidos los ejemplos más antiguos en un manuscrito de Saint-Gallen de
aproximadamente el año 900. En muchos monasterios la crucifixión y resurrección fueron dramáticamente
representados desde el Viernes Santo al Domingo de Resurrección, recibiendo esta costumbre adición tras
adición, tal como una escena entre María Magdalena y Cristo, añadida en el siglo XII. En manera semejante la
antífona y el tropo cantado en Navidad dio origen a un pequeño drama, probablemente modelado sobre la obra
del Domingo de Resurrección, fechándose los tropos más antiguos de ese día desde el siglo XI; provisiones
similares se hicieron para las fiestas de los Santos Inocentes y Epifanía. Un ejemplo del pequeño drama
ejecutado en la fiesta de Epifanía es el siguiente: Tres clérigos, vestidos como reyes, vienen de los tres lados de
la iglesia y se encuentran en el altar, donde avanzan solemnemente, con una estrella pendiendo ante ellos de una
cuerda, hasta el pesebre, donde son recibidos por los sacerdotes vestidos con dalmáticas. Habiendo ofrecido sus
dones, son avisados por un ángel (un niño con ropas blancas) para escapar de la ira de Herodes, saliendo de la
Iglesia por el crucero. Una combinación de Navidad, Santos Inocentes y Epifanía se efectuaba al presentarse los
tres reyes ante Herodes en su camino a Belén, siendo la introducción de ese rey el momento de oposición que
inauguraba la auténtica vida dramática en el drama cristiano. Otro drama se desarrolló de una homilía atribuida
a Agustín en Navidad. El ataque a los judíos por su obstinada negativa a escuchar a sus propios profetas sobre
Cristo, proporcionó la oportunidad, en el siglo XI, de representar no sólo a los profetas, sino también a Virgilio
(a causa de la cuarta Égloga), Nabucodonosor y la Sibila. Las fiestas de la Anunciación, Lunes Santo y la
Ascensión eran fechas de dramas menores; mientras que la representación dramática de sucesos escatológicos,
por ejemplo, las vírgenes prudentes e insensatas, traza su origen al evangelio para el domingo vigésimo cuarto
después de Pentecostés, el último del año eclesiástico.
Gradual extensión de la acción.
En todo ello la Iglesia se propuso no sólo proporcionar un sustituto para las obras paganas y seculares, sino
también enseñar a las masas, que eran ignorantes del latín y no podían entender las lecturas de la Escritura. La
extensión gradual del texto dio creciente independencia de dicción, añadiéndose gradualmente nuevos pasajes
en prosa y verso al mosaico de pasajes de la Biblia y los cantos de la Iglesia que constituían las obras religiosas
más antiguas. La riqueza de la poesía popular latina del período es un componente en el Daniel de Hilario, el
alumno de Abelardo,
la primera
personalidad
definida en la historia del drama religioso (nacido probablemente
Escenificación
de un
drama religioso
en Inglaterra, hacia mediados del siglo XII) así como en el siglo XI Antichrist, preservado en un manuscrito del
monasterio de Tegernsee. A comienzos del siglo XII las representaciones de Pascua manifiestan una tendencia a
extender el tiempo de acción, comenzando una de principios del siglo XIII con el llamamiento de Pedro y
Andrés y aunque en su forma actual acaba abruptamente con las negociaciones entre Pilato y José sobre el
sepulcro de Cristo, evidentemente en su momento llegaba hasta la resurrección. Éste es el más antiguo ejemplo
hasta ahora conocido de la representación de la Pasión, que se convertiría en el principal asunto del drama
medieval; pero esta clase no se desarrolló de la liturgia del Viernes Santo en el mismo sentido que la
representación de Pascua de la liturgia de Pascua, al prohibir la profunda solemnidad del Viernes Santo la libre
ejecución de la imaginación dramática. El siglo XII también fue testigo del surgimiento de dramas que trataban
de los santos, aunque parecen haber sido pensados primordialmente para la escuela, ya que todos tratan de San
Nicolás, el patrón de los alumnos jóvenes, con excepción de uno, que está dedicado a Santa Catalina, la patrona
de los estudiantes más mayores.
La desviación del drama religioso de sus límites originales fue desagradable para algunos de los más rigurosos,
habiendo quejas ya en el siglo XII, cuando Gerhoh de Reichersberg y la abadesa Harrad de Landsberg atacaron
el drama como obra del diablo, objetando especialmente la segunda que, aunque las representaciones eran
laudables y útiles en su forma primaria, habían degenerado en irreligiosidad y licenciosidad. Vestir a los monjes
como guerreros, mujeres y diablos, en lugar de las representaciones simbólicas de los papeles, fue
evidentemente ofensivo y la abadesa particularmente objetó a la representación del caballo, que evidenciaba una
mayor desviación de los modelos clásicos en los elementos melodramáticos que mezclaban lo cómico y lo
trágico. La producción de representaciones en las iglesias se prohibió finalmente, aunque su objetivo parecen
haber sido las producciones indignas más que el drama religioso propiamente dicho, estando este último
expresamente exceptuado de la condenación en las decretales de Gregorio ("Decretales" libro III, título 1,
capítulo 12).
Surgimiento de objeciones; representaciones vernáculas.
Las primeras huellas del uso de la lengua vernácula en los dramas religiosos procede del siglo XII. En Alemania
se efectuó mediante una paráfrasis alemana siguiendo a la frase latina cantada y con el triunfo de la lengua
vernácula sobre el latín también llegó la supremacía gradual de las líneas habladas sobre las cantadas. El
ejemplo existente más antiguo de drama religioso vernáculo es el francés del siglo XII Adam. Varios dramas
franceses de santos se han preservado, siendo el más importante de los cuales el St. Nicholas de Jean Bodel de
Arras (c. 1200), que, como en el posterior estilo romántico, combina elementos religiosos, caballerescos e
imaginativos con una presentación burlesca y realista de la vida cotidiana. Un posterior ciclo de dramas muestra
cómo la Virgen milagrosamente interviene en tiempos de necesidad o peligro para socorrer a quienes la veneran.
Los elementos grotescos surgen en ciertas representaciones alemanas de Pascua del siglo XIV, especialmente en
las escenas donde Satanás, habiendo perdido muchas almas por el descenso de Cristo al infierno, envía a los
demonios a recuperarlas, proporcionando una oportunidad para la satisfacción de los más diversos estados del
hombre. Al mismo periodo pertenece la representación The Wise and Foolish Virgins, un drama escatológico.
No se ha preservado ningún texto de dramas religiosos en Inglaterra de los siglos XIII y XIV, aunque es cierto
que tales representaciones se realizaban; la única representación española del período es un fragmento de un
drama de Epifanía del siglo XII, que, como el francés Adam, es un ejemplo muy antiguo de drama religioso
vernáculo. En Italia los comienzos de los dramas religiosos nacionales vinieron, no de la liturgia latina, sino de
los himnos, ricos en diálogo, de los flagelantes del siglo XIII; supuestamente una vez que las fraternidades de
flagelantes se habían organizado permanentemente, a los elementos dramáticos de sus himnos se les dio una
acción teatral apropiada.
Producción creciente.
Aunque se han preservado numerosos ejemplos de drama en latín, cuyo final se puede fechar hacia el año 1200,
pocos ejemplos sobreviven de representaciones nacionales del período más antiguo (1200-1400), por lo que su
proceso de desarrollo permanece en la incertidumbre, si bien el mérito dramático de incluso la representaciones
vernáculas más antiguas es muy superior a los misterios latinos del período medieval final. En las ciudades las
representaciones se hicieron más imponentes y los repartos más amplios; en las grandes plazas se erigían
escenarios, permitiendo la localización que la acción continuara sin necesidad de cambiar el escenario; arriba
estaba el trono de Dios en el cielo, de donde los ángeles podían descender para ayudar a los buenos y al final del
escenario estaba el abismo del infierno, del que figuras de demonios grotescos constantemente salían. Ya que
tales producciones requerían un buen clima, el tiempo de presentación tendió a abandonar las épocas de
Navidad y Pascua y con frecuencia se incrementó el tiempo de acción, extendiéndose a través de toda la vida de
Cristo e incluso desde la creación hasta el día final, cubriendo el tiempo de la representación varios días. Este
aumento también supuso el aumento de la participación del laicado, aunque el clero celosamente se arrogó la
elaboración de textos y preparación de actores. Se consideraba la representación de un drama religioso algo
agradable a Dios, siendo a veces motivado como acción de gracias por la protección divina o para conjurar una
calamidad amenazadora, aunque ocasionalmente las indulgencias estuvieron asociadas a tales representaciones.
Si bien el propósito educativo, ya mencionado, se enfatizaba frecuentemente, había sólo raras alusiones a la
influencia moral en las representaciones, aunque se destacaba que los pecadores serían aterrorizados por las
torturas de los condenados o por las del purgatorio representadas en la escena. Los ciclos que trataban con los
santos a veces defendían abiertamente la veneración de sus héroes y las representaciones de la Pasión tenían
como propósito despertar una vívida identificación con la agonía de Cristo y evocar las lágrimas; aunque
también servían como excusa para suplir la necesidad de entretenimiento, adaptándose mejor el drama religioso
a ese propósito que muchas otras formas de diversión. Hay escasas huellas en la Edad Media de los modernos
escrúpulos contra la representación dramática de temas sagrados y la actitud en general hacia ellos halla su
contraparte moderna en la representación de la pasión de Oberammergau.
Escenificación de un drama religioso en la película Lutero
Estilo literario; Corpus Christi.
No sólo estaba el dramaturgo medieval escasamente dotado para el arte dramático, sino que la extensión del
tiempo y el número de papeles a su disposición le llevaba a la prolijidad y a detalles no esenciales. En la
psicología de las partes directrices y en el desarrollo de los motivos dependía principalmente de los teólogos,
especialmente de la escuela contemplativa que había ponderado tanto la Pasión. De esas fuentes se toman
prestadas escenas tan patéticas como aquella en la que la Virgen confía a Cristo al cuidado del traidor Judas y
también escenas de horror. La mayor originalidad se muestra en las escenas cómicas, aunque el ingenio era de
un grado tal que a veces hacía que el clero interviniera. Por eso, en la escena de la crucifixión, los judíos
ejecutaban una grotesca canción y baile con exageradas caricaturas de los personajes judíos contemporáneos,
compartiendo la sátira los mendigos y lisiados sobre quien los santos obraban milagros, igual que los eruditos.
Sin embargo, al criticar los dramas religiosos medievales hay que tener en cuenta que sus autores no procuraron
un estilo literario, sino sólo la conversión de la narrativa al drama de sus temas bíblicos y legendarios. Incluso
las representaciones más débiles reflejan el pensamiento de su tiempo y la uniformidad de desarrollo en varios
países igualmente encuentra su explicación en una fuente común, la literatura latina de la Iglesia, así como en
las uniformes condiciones religiosas prevalecientes en toda la cristiandad occidental.
Sin embargo, la comunicación internacional desempeñó su parte y el pueblo más consciente fue el francés,
cuyos dramas religiosos, llamados "misterios", obtuvieron su más rico y elevado desarrollo, ayudado por los
dramas de leyendas de santos, especialmente aquellas en las que su intercesión ayuda a quien los venera, siendo
esos dramas de santos específicamente denominados "representaciones de milagros." Otra forma de drama
religioso evolucionó a partir de las procesiones del Corpus Christi, fechadas desde la última parte del siglo XIII.
Aquí se hizo posible representar toda la historia del mundo, dividiéndose la representación entre las diversas
parroquias y gremios, elevándose la magnificencia del conjunto, especialmente al representarse las diferentes
escenas en lugares designados a lo largo del camino. Esta forma de drama alcanzó su cumbre en Inglaterra como
en las "York plays", no conociéndose en España hasta mucho después. Los antiguos dramas litúrgicos latinos
todavía entretenían, aunque paulatinamente declinaron hasta que desaparecieron totalmente, salvo en unos
pocos intentos de recuperarlos.
Además de la trama tomada de la Biblia y la leyenda, la Edad Media desarrolló el drama alegórico o "moral."
La idea de un conflicto entre las virtudes y los vicios no era, de hecho, nada nuevo, pero los primeros dramas
construidos sobre tales tramas proceden de las últimas décadas del siglo XIV y alcanzan su perfección sólo en el
siglo XV, especialmente en Francia, Países Bajos e Inglaterra. A esta categoría pertenece, por ejemplo el inglés
Everyman, que muestra cómo cada uno, en su acercamiento al juicio de Dios, es abandonado por parientes,
riquezas y amigos, quedando sólo las buenas obras con él. Una variante de las moralidades la proporcionó la
danza macabra, ideada supuestamente primero por un predicador, probablemente un franciscano, para ilustrar el
poder de la muerte sobre todas las clases sociales, representada cada una de ellas por un personaje
apropiadamente vestido, que sostienen un diálogo con la muerte antes de pasar a la tumba.
Actitud protestante antigua.
La difusión de la Reforma afectó naturalmente al drama religioso. Los seguidores de la antigua fe redoblaron su
celo en Francia en la producción de misterios, pero las autoridades civiles ya no eran tan favorables como en el
pasado; muchos puntos, tal como los chistes cáusticos de las escenas cómicas, eran ahora blanco del ataque
protestante; los católicos mismos, bajo la influencia literaria de la escuela de Ronsard, llegaron a estimar el
Danzapresentación
macabra de las doctrinas de
drama medieval como bárbaro y desprovisto de estilo, captándose la defectuosa
la Iglesia católica. La actitud de los calvinistas al principio no fue desfavorable al drama religioso, pero hacia
1570 la posición cambió y los sínodos de Nîmes (1572) y Figeac (1579) los condenaron. En la Suiza alemana
los protestantes se deleitaron en los dramas religiosos hasta bien avanzado el siglo XVI y Lutero, apoyado al
menos por Melanchthon, expresamente los aprobó si eran representados reverentemente y sin frivolidad. Los
numerosos dramas alemanes que se escribieron se modelaron grandemente sobre Terencio y las
representaciones latinas basadas en la Biblia, siendo el mejor ejemplo de este tipo el Acolastus de Gnapheus,
basado en la parábola del hijo pródigo, producido en 1529, siendo una traducción inglesa publicada por John
Palsgrave en 1540. El drama religioso protestante mezcló igualmente elementos polémicos en su trama, jugando
los sacerdotes de Baal del Antiguo Testamento un papel principal, a fin de atacar al clero católico. Sin embargo,
ese espíritu fue especialmente manifiesto en las moralidades de las primeras décadas del periodo de la Reforma.
Un ciclo entero de moralidades francesas representa a la fe ciega buscando ayuda en vano de un teólogo
escolástico y encontrándola sólo en el texto de la Sagrada Escritura; o la simonía y la avaricia encarcelando a la
verdad hasta que es liberada por un laico versado en la Biblia. El inglés Everyman fue protestantizado al hacer
que el héroe se salve por la fe, en lugar de por las buenas obras. A los católicos les faltaron durante un tiempo,
tanto en el drama como en lo demás, los protagonistas determinados que sus oponentes poseían, no cambiando
la situación hasta finales del siglo XVI, cuando los jesuitas comenzaron su propaganda dramática con la ayuda
de todos los refinamientos del estilo barroco. En España, a comienzos de la mitad del siglo XVI, las procesiones
del Corpus Christi asumieron la forma de moralidades rígidamente católicas en espíritu, penetradas de odio
hacia la herejía y exaltando usualmente el misterio de la transubstanciación. En el siglo siguiente, por el genio
de Calderón, obtuvieron su cumbre, y por su rico misticismo, alegorismo y dicción impresionaron incluso a la
mente protestante.
La representación de la Pasión de Oberammergau.
Aunque los dramas basados en la Biblia y leyendas de santos mantuvieron su existencia en tierras católicas e
incluso se esparcieron a países como Polonia y Croacia, gradualmente se retiraron de las ciudades a los distritos
rurales, donde todavía subsisten. El más famoso de esta clase es la pasión de Ober-Ammergau, que en su forma
original, presentada en un manuscrito de 1662, era una combinación de una Pasión de Augsburgo del siglo XV
con otra del siglo XVI del maestro cantor Sebastian Wild de Augsburgo, quien la elaboró de Cristus redivivus
del inglés Nicholas Grimald (1519–62). En 1750 la representación fue totalmente revisada, a solicitud de los
habitantes de Ober-Ammergau, por un fraile benedictino, Ferdinand Rosner, quien introdujo efectos escénicos
prestados de la escena jesuita así como arias y coros modelados de la ópera italiana. Sin embargo, la innovación
más destacada fue la representación de sucesos del Nuevo Testamento prefigurados en el Antiguo. Este motivo
se encuentra en la Edad Media sólo en la representación de la Pasión de Heidelberg (manuscrito de 1513),
donde, por ejemplo, prefigura a Jesús y la mujer de Samaria por Eliezer y Rebeca en el pozo, siendo un método
favorito en el drama jesuita, de donde Rosner lo incorporó en el de Ober-Ammergau. En la segunda mitad del
siglo XVIII el espíritu burlón de la Ilustración hizo que los gobiernos de Baviera y Austria asumieran una
posición desfavorable hacia el drama religioso, quedando prohibida la producción de representaciones de la
Pasión. Sin embargo, en 1780, tras "enmiendas" hechas por el clero de Ettal, la representación de OberAmmergau quedó exenta de la prohibición y aunque fue prohibida de nuevo en 1801, quedó oficialmente
sancionada tras 1811. Para 1850 el texto había sido de nuevo revisado y el verso del diálogo se había tornado en
prosa, aunque ahora contenía claras huellas de la influencia del sentimentalismo del siglo XVIII y de la poesía
religiosa de Klopstock.
Representaciones de Navidad.
La representaciones de Navidad, producidas incluso entre los protestantes, son menos ambiciosas. Como ya se
ha hecho notar, la Edad Media tardía es testigo de una tendencia para transferir el drama del nacimiento e
infancia de Cristo de la Navidad al verano, pero la representación de Navidad propiamente dicha todavía
sobrevivió, aunque en forma más simple; entre los alemanes la representación de Navidad está asociada
especialmente a una del siglo XV en el dialecto hessiano, presentando muchas huellas que se hicieron
tradicionales en el ciclo, tal como el carácter humorístico del anciano José y las cómicas escenas de pastores con
sus alusiones a la vida campestre contemporánea. Las escenas de los tres reyes y Herodes son a veces
reminiscencias de Entpfengnuss und Geburdt Johannis und Christi de Hans Sachs, quedando a veces
amalgamadas con la representación de Navidad, que también se combinó en ocasiones con la de Adviento, en la
que el niño Jesús procura saber si los niños han sido buenos y laboriosos.
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