30 COLMEIRO. que demuestra haber sido mal recibidas y muy criticadas las innovaciones, que pretendía introducir en la enseñanza, esperando que la opinión le sería favorable en Europa, luego que fuesen publicadas sus lecciones, lo cual no llegó á realizarse. Las siembras y las relaciones científicas del Jardín Botánico de Madrid, disminuyeron sensiblemente en este período, si bien en 1806 todavía fueron distribuidos unos cuatro mil quinientos papelitos de semillas, número del que distaron mucho los repartidos antes en 1805 y después en 1807, 1808 y 1809. En efecto, las siembras generales se sostuvieron en 1805 y 1806 lo bastante para haber pasado de cinco mil las especies, conservándose muchas de las anteriormente adquiridas y agregándose algunas procedentes de los pocos jardines extranjeros que seguían en relación con el de Madrid, é igualmente unas cuantas plantas españolas cogidas por Lagasca, Rodríguez y Clemente en sus excursiones por diversas provincias. El descenso siguió sucesivamente en 1807, 1808, 1809 y 1810, en que casi se limitaron las siembras a l a repetición de las especies anteriormente obtenidas, y en parte existentes en el establecimiento, llegando escasamente á cuatro mil en el primero de los expresados años y bajando de este número en los demás; no obstante, en 1812 excedieron de cuatro mil seiscientas las especies sembradas. La dirección de Zea limitó su influencia al sostenimiento del Jardín Botánico, dejando á los discípulos de Cavanilles, nombrados viceprofesores en 1806, y en particular á Lagasca, las minuciosas tareas científicas, y así lo acreditan los catálogos manuscritos de las siembras y la letra de las correcciones hechas después de examinadas las plantas nacidas. Terminó la dirección de Zea en 1809, y aunque el catálogo de la siembra de este año se halla corregido por Lagasca, profesor de Botánica médica desde 1807, no tardó mucho en fugarse al ejército, donde sirvió como facultativo durante la invasión francesa, habiendo rechazado las ofertas del gobierno intruso, que deseaba colocarlo al frente del Jardín Botánico de Madrid. Entretanto estuvo el establecimiento al cuidado de Boutelou, antes jardinero mayor y elevado á la categoría de profesor, cuyas relaciones con las autoridades de aquella época evitaron probablemente graves perjuicios, prestando además en la parte puramente científica útiles servicios el mismo Boutelou con el auxilio del vicepro-