Pacific Rubiales: herencia de la confianza inversionista Por Álvaro Pardo / Director Colombia Punto Medio Campañas burdas, intereses gigantescos La estrategia publicitaria de algunas compañías del sector extractivo para enfrentar las crisis causadas por la inconformidad social y ambiental, o para crear ambientes propicios a sus objetivos empresariales, genera una reacción contraria por su enfoque reactivo y artificial, y por una relación impropia con algunos medios de comunicación. Este es el caso de la intensa campaña publicitaria de Pacific Rubiales, aunque también compañías mineras, asesoradas por “especialistas” en comunicaciones, como Cerrejón S.A., Mineros S.A., y AngloGold Ashanti, han acudido a prácticas similares cuando las crisis amenazan sus proyectos o la operación, la inversión y su reputación. Sin entrar a analizar la publicidad como tal y la fatiga que causa su repetición, las preguntas que surgen son: ¿qué hay detrás de cada campaña publicitaria, qué buscan esconder, minimizar o exagerar? Podría decirse que estas preguntas son malintencionadas, pero en verdad corresponden a la naturaleza reactiva de campañas publicitarias, donde no se disimula la intención de vender un negocio aprovechando la desmemoriada opinión pública. Del infierno chavista al paraíso uribista La admiración que se profesa en Colombia por los empresarios venezolanos Ronald Pantin, José Francisco Arata, Miguel Ángel de la Campa y Serafino Iacono, esconde algunos temas que no son claros para la opinión pública y, en especial, los movimientos de la inversión canadiense que está detrás de ellos. Pantin y Arata, retirados por Chávez de la nómina de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), encontraron en el presidente Uribe un aliado inmejorable y en Colombia el paraíso que su país les negó. Sus nombres, junto a Iocono y De la Campa, aparecen en diferentes momentos de esta historia y en diferentes empresas, porque sí algo caracteriza a este grupo es su entramado complejo, el cambio permanente de su razón social, la formación de nuevas empresas, algunas de ellas establecidas en paraísos fiscales, y la incursión en nuevos sectores. Presentación en sociedad La historia de este grupo de empresarios en Colombia comienza con la empresa de carbón CoalCorp y el cambio poco ortodoxo del POT de Cartagena, por parte del Concejo Municipal, para permitir la construcción de un puerto minero en una zona de vocación turística. Esta decisión fue tan arbitraria, que el presidente Uribe tuvo que intervenir y anunció que el puerto se levantaría en otro lugar. ¿Cómo lo hicieron? Vaya uno a saber. Más adelante, los inversionistas de CoalCorp en Canadá demandaron ante la Corte Superior de Justicia de Ontario a los directivos de la compañía en Colombia (los venezolanos de marras) por enriquecimiento no justificado, transacciones inapropiadas, falta de lealtad y uso personal de recursos corporativos - aunque vale señalar que los venezolanos contrademandaron, y hasta ahí se conoce esta parte de la historiai. Sus nombres aparecen luego en la compañía Gran Colombia Gold, fusionada con la también canadiense Medoro Resources, que había comprado los intereses de Mineros Nacionales en Marmato, y que actualmente mantiene una disputa con los mineros tradicionales en el departamento de Caldas (ver artículo de Luisa Fernanda Trujillo publicado en Razón Pública el pasado 10 de junio). Las múltiples razones sociales utilizadas causan confusión a las autoridades locales y a los mineros: Compañía Minera del Caldas, Minerales Andinos de Occidente y ahora Marmato Gold, tienen a todos en ascuas. Su propósito: comprar los títulos a los pequeños mineros, expulsar mediante amparos administrativos a los informales tradicionales y extraer el oro a cielo abierto. En julio de 2009, por ofrecimiento del presidente Uribe y en presencia del ministro de Minas y Energía, Hernán Martínez, y de su ministra consejera, Claudia Jiménez, los venezolanos se hicieron a los intereses de Frontino Gold Mines, en proceso de liquidación y arrastrando un gran pasivo pensional. Aunque prometieron estabilidad, centenares de trabajadores han sido retirados de la compañíaii. La excanciller de la época, María Consuelo Araujo, se encargó después de sacar adelante el negocio en su calidad de Chief Executive Officer (CEO) de la Gran Colombia Gold. De hecho, en la actualidad los tres exfuncionarios mencionados aportan su conocimiento del sector público y sus relaciones al sector de la gran minería o a las empresas de los venezolanos. Además del oro, los venezolanos han incursionado en el carbón. Sus problemas con la minera suiza Glencore son bien conocidos, en torno al carbón de La Francia, mina que después vendieron. Actualmente adelantan proyectos en La Guajira, Cesar, Boyacá y Santander. Este grupo empresarial posee también inversiones en generación de energía, cultivos de caucho y palma de aceite, y oleoductos, pero donde descuella es en la actividad petrolera. Debe destacarse que su vertiginoso crecimiento se explica no sólo por su visión empresarial y los cuantiosos recursos de inversión que poseen, sino al “dream team” de abogados y tributaristas que lograron se archivaran investigaciones por parte de la Superintendencia de Sociedades, para que no los declarara como grupo empresarial, y de la DIAN por presunta evasión de impuestos. Salieron bien librados, pero estos temas siguen causando escozor entre especialistas. Campo Rubiales, la joya de la corona Campo Rubiales fue descubierto en 1981 por la empresa Exxon, pero debido a las características del crudo — pesado y difícil de extraer y de transportar — y ante los bajos precios, permaneció sin explotar hasta 2001, cuando el actual dueño de Avianca, Germán Efromovich, quiso incursionar en la industria del petróleo a través de Meta Petroleum. En 2007 llegaron los venezolanos con nuevas tecnologías y pusieron a producir el campo: se convirtieron en la segunda petrolera del país. Pero la velocidad para desarrollar el nuevo campo les trajo muchos dolores de cabeza: primero una reacción de los llaneros cansados del daño social, ambiental y económico de una operación acelerada, y luego las protestas de los trabajadores, especialmente de los contratistas, por las malas condiciones de trabajo y remuneración. El exceso de velocidad se explica por la necesidad de aprovechar los altos precios del mercado internacional y porque esta “joya de la corona” se les puede esfumar en cuatro años: el contrato de asociación del campo Rubiales vence en el 2016, según confirmó Ecopetrol, socio del proyecto. Preguntas prudentes Hay otros temas que simplemente pondré en medio de signos de interrogación: ¿Cuál es la relación de los venezolanos con la empresa Bolívar Gold de Venezuela? ¿Por qué el ministro de Petróleo y Minería de Venezuela, Rafael Ramírez, se retiró bruscamente de una reunión con su homólogo colombiano, el pasado 28 de mayo en Cartagena, cuando observó entre la concurrencia a los directivos de Pacific Rubiales? ¿Por qué la DIAN les esculca sus cuentas? ¿Cuál es su relación con la ex reina de belleza María Paola Mejía y con Alfonso “el turco” Hilsaca? ¿Cuál es el conflicto con Ecopetrol en el campo de Quifa? ¿Por qué han convertido los anuncios de nuevas reservas en un instrumento para mover sus acciones en las bolsas de valores? ¿Errores en la información o adulteración de las cifras de producción? ¿Serán conscientes de que muchos colombianos tienen invertidos millonarios recursos en acciones de esta compañía y que un movimiento en falso de esta intrincada organización los puede dejar en la calle? ¿Por qué antes los anuncios de Pacific Rubiales impulsaban la cotización de las acciones y ahora el efecto es neutral e incluso a la baja? ¿Es tan vulnerable la acción que el divorcio de Arata impulsa la acción a la baja? ¿Qué pasó con Alange Energy? ¿Es cierto que Pacific Rubiales considera que la Asociación Colombia de Petróleo (ACP) es un gremio débil frente al gobierno y que luego de conversaciones con la ANDI, este gremio los acogió y creó la Vicepresidencia de Hidrocarburos para presionar más duro al Gobierno? En fin, las preguntas son muchas y las respuestas escasas. El riesgo que se corre al tratar de responderlas es una demanda, como en el caso del editor de Primera Página, Héctor Mario Rodríguez, hoy acusando penalmente por divulgar supuestas irregularidades en el manejo de información de las empresas del grupo. ¿Por qué tanto alboroto publicitario? Es claro que Pacific Rubiales buscar alcanzar dos propósitos con su campaña publicitaria: -Limpiar su nombre, pues los inversionistas en Canadá y los accionistas en Colombia pueden sencillamente retirarles sus afectos y causar cuantiosas pérdidas al grupo; - Mostrarse como el amigo fiel de Colombia, para que la sociedad civil les otorgue la licencia social y el gobierno prorrogue el contrato de Rubiales, cuya terminación en el 2016 podría dejarlos sin la joya de la corona. Como están hoy las cosas, las reservas del campo Rubiales y toda la infraestructura deberán revertir a Ecopetrol en ese año. Obviamente, el interés de los venezolanos es mantener la operación en el campo y aprovechar la ventaja que les da haber arrancado primero en una región con bajo conocimiento geológico y muchas posibilidades en una región inexplorada. ¿Y es de verdad la joya de la corona? Efectivamente. Por ejemplo, en el artículo “Rumbo al Boom Petrolero” de la revista Semana, en la sección las cifras de Pacific (página 65), se dice que el costo de producción de cada barril de crudo en 2010 fue de 4,87 dólares, lo que les garantiza una utilidad de por los menos 41 dólares por cada barril extraído de Campo Rubiales. Invertir y lograr un retorno al capital es una actividad legítima, pero desde una perspectiva nacional es demasiado riesgoso apostar el futuro energético del país y millones de pesos de colombianos en acciones de una compañía que tiene temas del pasado, cuyas respuestas deberían ser claras y transparentes, en lugar de acudir a campañas publicitarias artificiosas y disonantes frente a la realidad. Pacific es Colombia, Pacific es para ti Las imágenes de las protestas de los habitantes de Puerto Gaitán y los centenares de trabajadores de las firmas contratistas de Pacific Rubiales se mantienen aún en la retina de muchas personas. Las condiciones de trabajo y la paga a los trabajadores – ridículas frente a la remuneración de los directivos de la empresa o a la comisión de éxito de la “Conchi” Araujo (975.000 dólares) — movilizaron al gobierno central y desde luego a la Policía. Los medios de comunicación desplazaron periodistas, y desde Puerto Gaitán transmitieron una de las mayores protestas recientes contra una compañía extranjera. Sin embargo el tema fue desapareciendo en la medida en que algunos medios iniciaron en diciembre sus campañas sociales y las metas de recaudo se cumplieron gracias a los aportes de esta compañía. Puerto Gaitán se convirtió en un paraíso con su festival de verano (copatrocinado por Pacific Rubiales) y la presentación de afamados artistas internacionales. Las voces de protesta de los trabajadores se silenciaron, y en su lugar otros aparecieron en las pautas publicitarias, disfrazados con uniformes relucientes, transmitiendo mensajes que suenan artificiales y que lindan con lo ridículo: Aquí, donde antes no había ni una lombriz, Pacific Rubiales…. (ver artículo sobre publicidad engañosa de Ángel Beccassino publicado en Razón Pública el pasado 10 de junio). Embriagados por los favores de esta generosa petrolera, algunos periodistas perdieron el Norte y la razón de ser de su oficio: en ocasiones fungen como sus relacionistas públicos. El pasado 22 de mayo, una importante cadena radial transmitió la siguiente entrevista al ministro de Minas y Energía, Mauricio Cárdenas: Director: — Ministro, una pregunta, ¿oficialmente su despacho ha recibido una solicitud de Pacific Rubiales sobre la extensión de su franquicia (sic), en el campo Rubiales... por unas razones técnicas y que según ellos representan perder una cantidad de miles y miles de barriles sí no se les extiende la prorroga? Ministro:— No, yo no he recibido oficialmente ninguna solicitud de prórroga del contrato de concesión… no hay en este momento un diálogo sobre esta materia” Es obvio que el afamado director radial estaba poniendo en la agenda del propio Ministerio, con un sesgo evidente, la obligación de prorrogar el contrato petrolero a Pacific Rubiales, so pena de perder miles y miles de barriles de crudo. Gran favor. Otro efecto de la arremetida publicitaria ha sido acallar las voces críticas del sector. Las nuevas protestas en Puerto Gaitán apenas se reseñan en los medios que mantienen su independencia, el país entero se convirtió en una isla informativa donde se ignora el curso de la minería y el petróleo en otras latitudes. Ahora Pacific Rubiales no aparece vinculado a los brotes de inconformidad, sino junto a la Selección Colombia, equipos de fútbol profesional, reinados de belleza, patrocinando eventos de responsabilidad social y torneos internacionales de golf; nuevas revistas nacen bajo su amparo, y hasta la vuelta a Colombia en bicicleta arrancó de Puerto Gaitán, paraíso del derroche y de la prosperidad de unos pocos. Los accionistas de Pacific Rubiales adquirieron a Cablenoticias — directamente o por intermedio de terceros —, hicieron sus vueltas para quedarse con El Tiempo y ahora se rumora que quieren incursionar en otros medios. Y cuando no es posible comprar o pautar, pues no les tiembla la mano para amenazar: para la muestra, ahí está el caso del periodista Héctor Mario Rodríguez. Ojalá esta empresa dejara de comportarse como los “Beverly ricos” — arribistas, torpes y empeñados en redorar sus falsos blasones — y se dedicaran a invertir en Colombia con verdadera responsabilidad y compromiso social, ambiental y tributario. * Director de Colombia Punto Medio. i Rodríguez, Héctor Mario. La historia no contada de la minera Coalcorp. Primera Página. ii Revista digital Kienyke. Artículo Adriana Arcila. 13 de abril de 2011 .