en la película “Gallipoli” el director Peter Weir, había quienes

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en la película “Gallipoli” el director Peter Weir, había
quienes en zonas remotas desconocían la guerra en
la que había entrado su país.
Muchos aún se pueden preguntar por qué un país
tan alejado elige luchar a favor de Gran Bretaña, antiguo garante de la opresión hacia su pueblo. Crawley
apunta que «Australia y Nueva Zelanda tenían intereses propios. Australia veía que su propia seguridad
estaría en apuros si ganaban las Potencias Centrales».
La propaganda describiendo los “horrores” alemanes
en Francia y Bélgica apoyó la teoría de la necesaria intervención que los escépticos rechazaban. Allí, aunque
parezca hoy cómico, el padre del magnate de la comunicación Rupert Murdoch fue uno de los pocos que
quebró la censura aliada.
Cien años después, los eventos de la conmemora-
ción han servido a los políticos para obtener su particular rédito y a los ciudadanos, para recordar los mitos
de Galípoli: el comandante de la Armada Real británica
Martin Dunbar-Nasmith, el inseparable burro de John
Simpson Kirkpatrick, el poderoso cabo turco Seyit y,
sobre todo, el heroísmo de Atatürk.
Oceánicos y turcos comparten ahora una fraternidad especial forjada por el horror de la guerra. Recep
prefiere dejar a un lado los asuntos más escabrosos
de la contienda y piensa en la hermandad nacida del
sufrimiento. Camina unos metros por el memorial de
Abide, se da la vuelta, mira al mar y alza su mano derecha para señalar el mar Egeo. «Allí, a lo lejos, están
nuestros hermanos de ANZAC. Ahora son los turcos
de Oceanía. Esta conquista es lo más grande que trajo
Galípoli. El resto, ya lo puedes ver en las lápidas».
El monumento Abide
Sehitleri recuerda a los
soldados otomanos
muertos durante la
batalla de Galípoli. A la
derecha, arriba,
cementerio dedicado
al 57º Regimiento
otomano y abajo,
memorial Lone Pine,
dedicado a las tropas
de Australia y Nueva
Zelanda que perdieron
la vida en esa
confrontación.
zazpika 3 3
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