a) 1. Retiro de Octubre En Octubre le pediremos a la Samaritana que nos indique dónde está el agua viva que calma la sed del congregante. (Jn 4, 4-­‐45) Preámbulos de la oración: Primer momento: PURIFICAR LA INTENCIÓN. ¿A qué voy a la oración? Voy a estar contigo. Busco un lugar donde pueda rezar en paz. Busco una posición corporal cómoda y relajada. Me tranquilizo, dejo serenar mi mente, interrumpo el proceso de pensar, me haga presente a mí mismo. Segundo momento: PRESENCIA DE DIOS Me pongo en presencia de Dios. Siento que DIOS me mira, me escucha, me conoce… me pongo en su presencia tal cual soy. Sin máscaras. Tercer Momento: ACTO DE HUMILDAD Cuarto momento: PETICIÓN. La petición será como la de la samaritana: ¡Señor, dame esa agua: así no tendré más sed! Actitud: ESCUCHO AL SEÑOR Juan 4, 1-­‐42: Diálogo de Jesús con la samaritana Dos alternativas: Leo el texto de evangelio lentamente. Me detengo donde encuentro gusto o donde encuentro algo que me inquieta. b) Rezo con el texto del “Dame de Beber” (Jesús) al “Dame de esa agua” (Samaritana) Composición de Lugar: Doble composición: Jesús sentado junto al pozo. (Jn 4, 6) Llega una mujer de Samaria a sacar agua. (Jn 4, 7) Puntos de oración Jesús se sienta cansado: San Agustín comenta: «Hay un motivo en el cansancio de Jesús... La fuerza de Cristo te ha creado, la debilidad de Cristo te ha regenerado... Con la fuerza nos ha creado, con su debilidad vino a buscarnos» (In Ioh. Ev., 15, 2) Y Benedicto XVI comentando este pasaje dice: “El cansancio de Jesús, signo de su verdadera humanidad, se puede ver como un preludio de su pasión, con la que realizó la obra de nuestra redención.” 2. La sed de Dios: “En particular, en el encuentro con la Samaritana, en el pozo, sale el tema de la «sed» de Cristo, que culmina en el grito en la cruz: «Tengo sed» (Jn 19, 28). Ciertamente esta sed, como el cansancio, tiene una base física. Pero Jesús, como dice también Agustín, «tenía sed de la fe de esa mujer» (In Ioh. Ev., 15, 11), al igual que de la fe de todos nosotros. Dios Padre lo envió para saciar nuestra sed de vida eterna, dándonos su amor, pero para hacernos este don Jesús pide nuestra fe. La omnipotencia del Amor respeta siempre la libertad del hombre; llama a su corazón y espera con paciencia su respuesta”. “Dame de Beber”: Jesús para dar primero pide. Es una continua dinámica del Señor: En las bodas de caná para darles a los novios el buen vino primero pide agua; en la multiplicación de los panes y los peces para dar de comer a tantos primero pide a los apóstoles… Jesús para darle de beber a esta mujer primero le pide que le de ella. “¡Qué pocos corazones encuentra Jesús que se entreguen a Él sin reservas, que comprendan toda la ternura de su amor infinito!” (Sta. Teresa del Niño Jesús, Carta 196 a Sor María del Sagrado Corazón) “Mientras no escuchéis a Jesús en el silencio de vuestro corazón, no podréis oírle decir en el corazón de los pobres “tengo sed”… Vosotros le faltáis cuando no os acercáis a él. Tiene sed de vosotros”. (Bta. Teresa de Calcuta. Testamento Espiritual) Cada retiro es el encuentro de 2 deseos, de dos miradas: el tuyo y el de Jesús. La sed del corazón muestra el deseo Sed del corazón humano. Sólo Cristo-­‐Dios es la fuente capaz de saciarla. Si no busco otras aguas. El pecado muestra mi deseo, pero me miro a mí mismo. Conversión: mirar a Cristo, dirigir mi deseo a él. “Porque ese mismo Dios que declara que no tiene necesidad de decirnos si tiene hambre, no vacila en mendigar un poco de agua a la Samaritana. Tenía sed… Pero al decir “Dame de beber”, lo que está pidiendo el Creador del universo era el amor de su pobre criatura. Tenía sed de amor… Sí, me doy cuenta, más que nunca, de que Jesús está sediento. Entre los discípulos del mundo, sólo encuentra ingratos…” (M. Teresa) “Para mí, es muy claro que todo en las Misioneras de la Caridad apunta a saciar la Sed de Jesús. Sus palabras, escritas en la pared de todas las capillas de las Misioneras de la Caridad, no han pasado, sino que están vivas, aquí y ahora, dichas por vosotros. ¿Creéis en ellas? Si es que sí, entenderéis y sentiréis su presencia (…) si tenéis que retener una sola cosa de esta carta, que sea esta: 3. 4. 5. 6. “tengo sed” es algo mucho más profundo que si Jesús hubiera dicho “os amo”. Mientras que no sepáis, y de manera íntima, que Jesús tiene sed de vosotras, os será imposible saber lo que él quiere ser para vosotras; ni tampoco lo que él quiere que vosotras seáis para él” (M. Teresa) Dios tiene sed. “La fuente tiene sed de ser bebida”, decía San Gregorio de Nisa. “El amor no es amado” repetía continuamente San Francisco de Asís. El símbolo del agua: Alude al sacramento del Bautismo. Dar gracias por el Don del Bautismo. Nuestra vida de congregante es hacer vida nuestro bautismo. Reactivar continuamente la gracia de Dios. “Si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber le pedirías tu a Él y él te daría agua viva”. Dos cosas nos invita a conocer: quién da y lo que da. Santa Teresa decía que Dios da como lo que es. Es el Señor, el Mesías, Dios de Dios… Conocer el don de Dios. Este don de Dios es el Espíritu Santo. “Quien renace por el agua y el Espíritu Santo, es decir, en el Bautismo, entra en una relación real con Dios, una relación filial, y puede adorarlo «en espíritu y en verdad» (Jn 4, 23.24), como revela también Jesús a la mujer samaritana.” (Benedicto XVI). Ella comienza a desear esa agua. Jesús es la fuente, de él brota la vida divina en el hombre. Lo único necesario es acercarse a Él y permanecer en El. “El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto” (Jn 15, 5). Sólo Jesús sacia la sed de amor que hay en el corazón humano: Sólo Él nos puede dar un amor infinito, ese que desea nuestro corazón. Vete y llama a tu marido. El Señor le hace descubrir sus deseos. Jesús le revela la verdad de su vida. Le muestra quien es en verdad. Lo que se esconde en su corazón. La mujer ya ha dicho que no quiere seguir en el círculo vicioso de idas y venidas del pozo. Sin embargo, Jesús la pone hacer un nuevo viaje de ida y venida, sólo que esta vez el itinerario es al contrario, el destino es su casa: “Ve, llama a tu marido y vuelve aquí” (v.16). La respuesta es breve: “no tengo marido” (v.17). Jesús le responde ampliando la información y demostrándole que él lo sabe todo: “Has tenido cinco marido y el que ahora tienes no es marido tuyo” (v.18). Al mismo tiempo reconoce la sinceridad de la mujer. De esta manera Jesús le muestra que la ida diaria al pozo es lo de menos en su vida… Jesús le muestra que ella tiene una vida de mucha soledad, muy agitada y difícil… su verdadera sed es la del autentico y verdadero amor. La mujer no está bien, ella misma lo reconoce: “no tengo marido”. Queda todavía por saber cómo va a reaccionar. 7. Adorar en espíritu y verdad. El Espíritu Santo que es el principio del nuevo nacimiento también es ahora el principio del nuevo culto, culto espiritual. (Jn 3, 5; Jn 2, 20-­‐21; Rom 1, 9) Eso es llevar una vida espiritual. 8. Reconocimiento: La mujer descubre la identidad de Jesús. Nuestro relato no está interesado en las cuestiones morales de la mujer sino en el hecho de que Jesús conoce bastante bien su realidad. La mujer queda profundamente impresionada, como ella misma dirá más adelante, este es justamente el momento que quedará en su memoria de todo el encuentro: “Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho” (v.29). La misma mujer que se burló de él cuando le dirigió la palabra, que le lanzó una ironía cuando le habló del agua viva, es la misma que ahora se admiro de Él (v.19). Ella ya venía sintiendo que se encontraba delante de alguien especial. Dado que Jesús conoce bien cómo esta su vida privada y todo lo que ha hecho, la mujer comienza también a saber quién es Él y lo llama “Profeta” (v.19). Ya no es “el Judío”, ahora es el “Profeta” aquel que ve su vida con la mirada de Dios y la interpreta. 9. Alimento de Jesús. La voluntad del Padre. Lo vemos también en las bienaventuranzas: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia. En toda la vida de Jesús se manifiesta la pasión por el Padre y por los hombres. Esa ha de ser la pasión del congregante. Los apóstoles a la suya…. ¿Le habrá traído alguien algo de comer. 10. Testimonio. La mujer ha dejado el cántaro y “corre a la ciudad” y le “anuncia a la gente”. La samaritana se convierte en apóstol que va a tocar las puertas de las casas de Sicar para predicarles lo vivido. El comportamiento de la mujer no es nuevo en el Evangelio, ella imita a los primeros discípulos que comparten con otros lo que han encontrado: “Hemos visto al Mesías” y de esa manera los atraen hacia Jesús. También la samaritana lleva a los otros a creer. El texto también subraya, el éxito de la misión de la mujer: “Salieron de la ciudad e iban a su encuentro”. Lo que empezó como una simple conversación privada, da por resultado, que todo el pueblo, a pleno mediodía, corra hacía el Jesús “Agua Viva”. Debemos exclamar, con santa Teresa de Lisieux, esa pasión por la salvación de las almas, fruto de la contemplación del Corazón de Jesús: "A partir de esta gracia sin igual, mi deseo de salvar almas fue creciendo de día en día. Me parecía oír a Jesús decirme como a la samaritana: ¡Dame de beber!" (Sta. Teresa de Lisieux, Manuscritos autobiográficos). Acabar con un COLOQUIO: hacer una revisión de nuestra vida, a la luz del texto, para ver nuestras faltas de fidelidad, de coherencia y ver dónde hemos buscado saciar nuestro corazón. EXAMEN DE LA ORACION Trato de descubrir lo que pasó en el momento de la oración… Hacer examen, luego de la oración, es escuchar para aprender…. Escuchar lo que ocurre en mi interior, porque allí habla Dios. Aprendemos a tomar distancia de los sentimientos, deseos, inclinaciones, para descubrir hacía donde nos llevan. Esto se llama DISCERNIR… Conclusión del Retiro En este retiro hemos seguido el proceso completo de la vida del congregante: primero, nos hemos acercado a Cristo, fuente de la vida, y hemos escuchado sus palabras. Luego las hemos gustado, no en la mente, sino en el corazón, para despertar los afectos de la voluntad. Y cuando se ha prendido en nosotros la llama, seremos luego los transmisores de esa Verdad, que es Cristo, difundiéndola a todos los hombres, buscando en ellos una transformación radical, ayudándoles a cambiar de vida, invitándoles personalmente a un encuentro directo con el Corazón de Jesús ardiente de amor por el Padre.