"Triste amor imposible", versión de

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(Actividad de clase: narración en prosa e interpretación personal del romance del Conde
Olinos)
TRISTE AMOR IMPOSIBLE
La reina perdió su voz una mañana de San Juan, nadie
sabía por qué. No habían vuelto a oír su voz cortante ni sus
órdenes crueles desde aquel triste día. Algunos de sus
sirvientes le habían visto llorar mientras miraba por la
ventana de su habitación.
Aún los recordaba enamorados, ella era una paloma, él un
fuerte gavilán. Él murió a medianoche y su hija al comenzar
los gallos a cantar.
-Me cegó la ira, me equivoqué. Corté la rosa blanca y el
espino albar, no los dejé vivir. Pobre hija mía a la que
llegué a matar, pobre el conde Olinos… - Se lamentaba la
reina sin consuelo hallar.
No podía borrar de su recuerdo aquel dulce momento en el
que el conde Olinos detuvo su caballo cerca del palacio y
cantó con su agradable voz para que su hija lo escuchase.
La herida se abría y el tiempo no la podía cerrar. Ella cortó
de raíz sus sueños, no los dejó juntos descansar.
Aquella mañana el sol radiante le acarició con sus rayos y
reconfortó su triste corazón. Entonces vio al gavilán
majestuoso que se posó en el alféizar de la ventana,
seguido de la garza. Su corazón pareció dejar de latir;
“¡Hija mía, perdóname!”. La vergüenza atenazó su garganta
hasta sentir que se asfixiaba. Podía hablar, sintió que la
perdonaban y juntos -la garza y el gavilán- emprendieron el
vuelo hacia el cielo infinito.
Marina García
Seconde, SIE
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