Un trozo de la historia sueca en Argentina de los 1900: nos en

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Un trozo de la historia sueca en
Argentina de los 1900: nos encontramos con Gustaf Wahren
En el año 1946 bajó a tierra en Buenos Aires un joven sueco de 20
años de edad luego de un largo viaje por mar. Llegó para reunirse con su familia, que estaba radicada en el país. Había pensado
quedarse un año para aprender el español pero los planes cambiaron y se quedó un
poco más. 70 años más tarde pude tener el privilegio de reunirme con Gustaf Wahren y tomar un café con él en la embajada sueca en Buenos Aires y escucharle relatar
sobre su larga vida como sueco en Argentina.
Texto: Jonas Bergman
Foto: Gufran Al-Nadaf
Lo primero que me impresiona
cuando me reúno con Gustaf
Wahren es su enorme vitalidad. A
pesar de sus 90 años corre todavía
con fuerza toda la energía de la vida
a través de su cuerpo. En su mirada
alerta distingo una curiosidad envidiable, una suerte de alegría genuina
frente a la vida está siempre allí. Es
un hombre lleno de experiencias y
hoy también algo de un ícono de la
colonia sueca en Buenos Aires. Una
cosa es segura: yo no soy el primero que piensa ”si sólo pudiera ser
como Gustaf cuando sea viejo…”
Hace 200 años se iniciaron las
relaciones entre Suecia y Argentina.
Gustaf Wahren es una persona que
durante su vida en gran medida
llegó a contribuir al desarrollo de
los vínculos entre los dos países.
Hace 70 años puso por primera
vez un pie en el continente sudamericano cuando luego de un largo
viaje se bajó del barco que lo trajo
cruzando el Atlántico a lo que sería
su hogar por tantos años desde
entonces. Un hombre joven, con
su servicio militar recién cumplido,
vino a la Argentina para ver a su
familia que estaba aquí desde hacía
varios años en razón del trabajo de
su padre. Este había abierto el mercado para el papel prensa sueco
en Argentina en 1932 pero había
cuidado su actividad durante mucho
tiempo desde Francia, donde nació
Gustaf Wahren. El hijo vendría luego
a encargarse de los negocios del
papel y es el rubro en el que trabajado durante la mayor parte de su
vida laboral.
Era otra Argentina y otro Buenos
Aires los que el joven sueco encontró al llegar en la segunda mitad
de la década de 1940. El país había
recibído fuertes ingresos de dinero
por su exportación de carne y
productos agrícolas durante la guerra, y el esplendor y la pompa que
caracterizaban al país a comienzos
del siglo pasado todavía se precibían
hablas bien el español. La gente es
claramente. Uno podría pensar
muy espontánea en Argentina y hay
que un alto joven sueco debería
una gran facilidad para tratar con
en ese tiempo haber despertado
los demás. Los suecos están mucho
la atención cuando paseaba por
las avenidas de Buenos Aires. Pero más ocupados, y salir de repente
con un amigo una tarde de sábado
en realidad habían mucho más
en Suecia es más difícil, generalmensuecos en Argentina durante las
décadas de los 40 y los 50 que hoy. te ya tienen planeado algo. Es de
Muchos suecos se habían quedado alguna manera más sencillo darse
en Argentina durante la guerra por tiempo en Argentina, lo cual se
la sencilla razón de que no habían siente en la vida familiar en la que
por lo general se encuentra uno
medios de regresar a su país y se
habían afincado aquí. En esa época con los demás con más frecuencia
que en Suecia. Y al mismo tiempo la
también los puestos de dirección
vida para los argentinos es conside las empresas suecas en el país
estaban ocupados por suecos, y era derablemente más delicada. Los argentinos del común tienen viviendas
también común que las empresas
exportadoras suecas enviaran a sus más precarias, es más difícil abrirse
jóvenes ejecutivos a Argentina para camino en el mercado laboral y en
practicar. Por supuesto que no era lo económico es bastante más difícil
tanto así que tropezaba con suecos vivir en Argentina. Sin embargo, él
siente que le ha sido una ventaja ser
tan pronto como salía de su casa,
sueco en Argentina. En su mayoría,
pero Gustaf se encontraba con
otros suecos en el Club Sueco y los los argentinos tienen una imagen
fines de semana solían remar juntos positiva tanto de la sociedad sueca
como de los suecos individualen el delta del Tigre. El
mente
describe todos esos años
como un tiempo divertido pero concede que al
comienzo evitó juntarse
demasiado con los suecos, pues quería aprender bien el castellano.
Fue recién después
de cinco años de su
arribo que se hizo
socio del Club Sueco.
Gustaf W
Entre tanto trabajó
ahren co
n un bue
n amigo e
en una firma argentina
n Norrkö
ping
y se relacionó más que
dado
todo con argentinos.
que muchos suecos han sido
Pero ¿qué fue lo que lo llevó a
exitosos y han contribuido al desarquedarse, qué fue lo que le atrajo? rollo de Argentina, imagen que se
¿Experimentaba acaso esa pasión
mantiene viva aún hoy.
especial por Buenos Aires, esa
misma fuerza extraña de atracción Gustaf Wahren desciende de una
que muchos jóvenes suecos hoy
familia de empresarios y se puede
dicen sentir por esta ciudad? Bueno, suponer que por ello le debe haber
según él, se trataba más que todo
sido fácil seguir los pasos de sus
de que sentía un gran afecto por la antecesores. Pero no era tan augente del país, los argentinos son
toevidente que iba a ser un hombre
siempre muy hospitalarios, te dedi- de negocios pues sus pensamientos
can tiempo y no se ríen de tí si no giraban en torno a llegar a ser un
diplomático. En ese tiempo era
costumbre escuchar los consejos
de los mayores, lo que significó
que luego de un tiempo dejó sus
sueños de diplomacia a un lado y
en su lugar invirtió en una carrera
de hombre de negocios. Durante
muchos años trabajó dentro de la
industrial del papel, entre otras, para
las empresas Holmen y Stora Kopparbergs. Pero pudo aprovechar de
sus ambiciones diplomáticas en las
negociaciones comerciales y aplicarse a crear confianza en sus clientes.
Un proceso como ese toma por
supuesto más tiempo que los negocios rápidos e inseguros y a veces
se preocupaban en Suecia de que
en Buenos
Gustaf Wahren
Aires 1962
”no hacía nada allá en Sudamérica”. Lo cual se demostró que era
una preocupación sin fundamento
cuando hoy puede mirar para atrás
a una larga y exitosa carrera. A
pesar de sus 90 años continúa aún
con varios proyectos de negocios y
permanece en la junta directiva del
Club Sueco. Y aún a pesar de que
el papel de prensa en esta época
de digitalización probablemente ya
ha visto sus mejores días él mantiene que aún hay posibilidades para
empresas suecas tanto viejas como
nuevas en el mercado argentino,
”en la medida en que el país se
arregle políticamente”. Y él sabe de
lo que habla porque ha pasado por
muchas de las grandes fluctuaciones
de la economía y la política argentinas. En relación con los negocios
era todo más sencillo al comienzo:
”a pesar del gobierno de Perón
había mucho capital en el país y por
eso mucho se hacía solo”. Durante
los años de la dictadura y luego
durante la crisis al comienzo de la
década de los 2000 era bastante
más duro. Aún así, sostiene que el
país tiene todas las condiciones
para triunfar, pero que la llave es la
política.
Su contacto con Suecia está muy
vivo. Siente nostalgia de Suecia
y viaja por lo general una vez al
año allí. Ha aprendido a manejar
las computadoras y se mantiene
informado de todo lo que pasa
leyendo periódicos suecos en
Internet; escribe mails y además ve
películas y series de televisión en
su computadora. Durante su larga
vida ha desarrollado una extensa
red de contactos compuesta de
amigos y conocidos en ambos lados
del planeta. Han pasado 28 embajadores durante su vida en Argentina
y durante la época floreciente de
la navegación tuvo a través de su
trabajo mucho contacto con las
navieras suecas. En aquella época
la descarga en el puerto tomaba
semanas así que los embarcadores
acostumbraban llevar sus palos de
golf y largarse a jugar, y él pasaba
su tiempo con ellos. La compañía
maritima Johnsonlinjen ayudaba
también a los empresarios de Suecia en el país a organizar encuentros
sociales e invitaciones a cenas para
los clientes a bordo de sus barcos.
Esto tuvo mucho éxito y era muy
apreciado por los hombres suecos de negocios en Argentina. La
naviera convidaba comida, tragos y
mesas de servicio de comida y era
en sus inicios tan generosa como
para servir hasta caviar ruso, que
se agotaba tan rápido que tuvieron
que dejar de proveer. Además él
siempre se ha preocupado por dar
la bienvenida y recibir a los suecos que llegaban de visita a Bue-
nos Aires y a lo largo de los años
muchos dignatarios suecos han
tenido el privilegio de disfrutar de
un rato en la compañía de Gustaf
Wahrens. Me cuenta que un buen
amigo sueco señaló recientemente
que él todavía era bien conocido
en Suecia, al menos cuando se trata
de los círculos de gente mayor. Una
clara expresión de esto fue cuando
él en la década de los 90 recibió
una medalla del propio rey en el
palacio de Estocolmo por su labor
en fortalecer las relaciones con
Argentina. Qué tanto Gustaf Wahren es también conocido entre las
generaciones suecas más jóvenes su
amigo lo dejó sin decir…
Pero es seguro que la generación
más joven tiene algunas cosas que
aprender de la vida de Gustaf Wahren y su historia. Nuestras tazas de
café se han vaciado durante el largo
rato de charla y justo este viernes
tiene la agenda llena. Ha acordado
un encuentro con un amigo y luego
cenará con todavía otro sueco de
visita en la ciudad. Así que se despide cortésmente y me deja con este,
su relato, un fantástico fragmento
de un tiempo pasado y un brillante
ejemplo del desarrollo de las relaciones entre Suecia y Argentina.
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