PROFECÍAS AUTOCUMPLIDAS (SELF-FULFILLING PROPHECIES) Guillermo S. Edelberg DBA Profesor Emérito [email protected] www.guillermoedelberg.com.ar Se le atribuye a Robert K. Merton (1910-2003), profesor y sociólogo que desarrollara su carrera en la universidad de Columbia, haber introducido la expresión “profecía autocumplida o autorrealizada (self-fulfilling prophecy).” Según wikipedia (www.wikipedia.org) “una profecía autocumplida es una predicción que directa o indirectamente conduce a convertirse en realidad”. Por ejemplo: si predecimos que va a escasear determinado producto alimenticio y por lo tanto muchos compramos la mayor cantidad posible de éste, el hecho de «acapararlo» contribuirá a que nuestra predicción se convierta en realidad. El profesor Merton la caracteriza de esta manera: “La profecía autocumplida es, en sus comienzos, una definición falsa de una situación conducente a un nuevo comportamiento que convierte en ‘verdadera’ la concepción inicialmente falsa. Esta validez engañosa de la profecía autocumplida perpetúa un predominio del error. El profeta citará el desarrollo de los acontecimientos como prueba que desde el principio estaba en lo cierto.” En otras palabras: una declaración profética cierta ―una profecía declarada verdadera cuando no lo es― puede influir lo suficiente sobre las personas, ya sea por miedo o confusión lógica, de modo que sus reacciones conviertan finalmente en verdadera la falsa profecía. El así llamado efecto Pigmaleón, considerado un caso especial de profecía autocumplida y conocido desde hace muchos años, es mencionado en la actualidad con cierta frecuencia en la docencia y en las actividades gerenciales. En este último caso, en relación al hecho que las expectativas de un jefe con respecto a un empleado, aun equivocadas, ejercen influencia sobre el desempeño de éste. Un artículo titulado Pymalion in Management (Pigmaleón en la Gerencia), publicado en 1969 en la Harvard Business Review, escrito por el profesor J Sterling Livingston, se convirtió en un clásico y se volvió a publicar en el número de enero de 2003 de dicha revista. Dice así: La manera como algunos gerentes tratan siempre a sus subordinados conduce a un desempeño superior. [...] La forma como los tratan se ve influida sutilmente por sus expectativas acerca de ellos: si éstas son importantes, es posible que la productividad sea excelente; si no lo son, es posible que sea pobre. [...] La evidencia disponible ha demostrado lo siguiente: a) las expectativas de los gerentes en relación a sus subordinados o la manera cómo los tratan determinan en gran parte sus desempeños y 2 sus carreras; b) un rasgo característico de los mejores gerentes es su habilidad para crear expectativas importantes de desempeño que los empleados cumplirán; c) los gerentes menos efectivos no desarrollarás expectativas similares y, en consecuencia, la productividad de sus subordinados se verá afectada; y d) los subordinados, en la mayoría de los casos, parecería que hacen lo que se espera de ellos. Además del efecto Pigmaleón se ha identificado otro, denominado Galatea, que tiene lugar cuando los subordinados tienen importantes expectativas con respecto a sí mismos y las ponen de manifiesto por medio de un desempeño destacado. Se interpreta que estas expectativas con respecto a sí mismos vinculan las importantes expectativas del gerente con el desempeño destacado de sus subordinados. En otras palabras, el efecto Galatea formaría parte del efecto Pigmaleón. También se menciona, aunque menos, el efecto Golem, el cual vendría a ser el efecto Pigmaleón en sentido contrario y sus resultados debilitantes. Es la situación en la cual el gerente tiene expectativas más bien pobres en relación a sus subordinados. Éstos lo notan y su desempeño termina siendo bajo. El profesor Livingston, en el artículo antes citado, incluyó distintas observaciones; entre otras, las siguientes: a) los gerentes difícilmente puedan esconder sus expectativas si creen que el desempeño de sus subordinados será pobre porque el mensaje se transmitirá sin que se lo propongan; b) los gerentes son más efectivos en comunicar expectativas bajas que altas con respecto a sus subordinados; c) los mejores gerentes se tienen más confianza en relación a su habilidad para desarrollar el talento de sus subordinados que el resto de los gerentes; y d) las expectativas de los gerentes ejercen su mayor influencia cuando los subordinados son personas jóvenes. Pigmaleón era, en la mitología griega, un escultor enamorado de Galatea, una hermosa estatua de mujer que había esculpido. Rezaba a los dioses para que le insuflaran vida y lo logró. George Bernard Shaw (1852-1950), basado en el mito, escribió Pygmaleon, que luego derivaría en My Fair Lady, donde el profesor Henry Higgins le enseña a Eliza Doolittle a hablar bien, además de buenos modales, y la convierte en una dama1. (Pygmalion, la primera versión cinematográfica de la obra citada, fue filmada en 1938. Fue protagonizada por Leslie Howard, un actor muy conocido en esa época, quien murió en 1943 cuando regresaba de Lisboa a Inglaterra al ser abatido su avión por los alemanes sobre el Golfo de Vizcaya en la creencia que uno de sus pasajeros era Winston Churchill.) El efecto Pigmaleón se pone en evidencia no en el caso del profesor Higgins, sino en el de otro personaje, el coronel Pickering. Los artículos que se ocupan del tema aquí tratado reproducen con frecuencia las palabras que Eliza Doolitle le dirige a este último: “La diferencia entre una dama y una florista no es su comportamiento sino la manera cómo es tratada. Siempre seré una florista para el profesor Higgins porque éste siempre me trata y me tratará como tal; pero sé que puedo ser una dama para usted porque siempre me trata y me tratará como una dama”. No todos comparten el interés del profesor Higgins o la inclinación de Eliza Doolittle. Como decía Tita Merello cuando cantaba Arrabalera2: si me gano el morfi3 diario / qué me importa el diccionario / ni el hablar con distinción. 1 Ver artículo # 76, Literatura y Management, en www.guillermoedelberg.com.ar 2 Tango, 1950. Música: Sebastián Piana. Letra: Cátulo Castillo. Morfi: comida (Academia Argentina de Letras. Diccionario del Habla de los Argentinos). 3