Michael Maier, alquimista alemán y defensor de la Orden Rosacruz Por Robin M. Thompson, F.R.C. Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. La escuela y César me han concedido tres títulos cada uno: esto es lo que me queda. Puedo vivir bien en Cristo; puedo morir, Michael Maier, Conde del Consistorio Imperial, etc., Doctor en Filosofía y Medicina, Conde Palatino Caballero Exemptus, antes Médico Imperial, etc. Michael Maier nació en Rendsburg, ducado de Holstein, en 1568. Fue un Luterano devoto, que durante su vida le prestó servicio personal al emperador del Sacro Imperio Romano. Su fama se expandió más allá de Alemania, pues era un alquimista sobresaliente y ocupó el puesto de Gran Maestro Rosacruz de Alemania y fue representante de Francis Bacon en el continente. Esta sorprendente diversidad refleja la época en la que vivió Maier. Durante el siglo XVI, la reforma protestante recorrió toda Alemania y ni el Papa en Roma, ni el emperador católico de los Habsburgo, pudieron detener ese potente movimiento. Alemania estaba dividida en numerosos principados, algunos católicos y otros protestantes. La tensión entre los bandos rivales era enorme y la polémica entre ellos era tanto política, como religiosa. El resultado de todo esto fue la devastadora Guerra de los Treinta Años, que inició en 1618. Es muy poco lo que se sabe de la infancia de Michael Maier. Sin embargo, más adelante se convirtió en un distinguido médico, que atrajo la atención del Sacro Emperador Romano, Rodolfo II. El emperador lo llamó a la corte en Praga, donde le confirió el título de “Conde” y lo convirtió en su médico personal y secretario privado. Rodolfo, que era brillante aunque algo excéntrico, era adepto a la ciencia, el arte, la astrología y la alquimia y su biblioteca era una de las mejores de Europa. Así Maier logró continuar sus investigaciones médicas y alquímicas en un entorno amigable y estimulante. Como correspondía a un verdadero renacentista con doctorados en filosofía y medicina, con intereses muy amplios en campos tan distintos como la música y las ciencias, Maier progresó en la atmósfera embriagante que le ofrecía la corte de Rodolfo. En 1611, Matías, el hermano de Rodolfo, obligó a éste último a abdicar, por lo que Maier abandonó Praga. Para entonces, Maier tenía una gran reputación como sabio alquimista, por lo que era conocido más allá de las fronteras de Alemania. En 1611 viajó a Inglaterra, en calidad de embajador a la corte de Jacobo I. Su intención era la de aprender inglés en Inglaterra y luego traducir al latín los escritos alquímicos ingleses. Es muy posible que para ese entonces ya lo hubieran admitido en la Orden Rosacruz. También es muy probable que durante su estancia en Londres haya conocido a Robert Fludd, un distinguido médico y rosacruz, y que haya colaborado con él. Ambos hombres contaban con el mismo enfoque inquisitivo que tienen los científicos, además de que tenían conocimientos sobresalientes para su época. La conexión de Maier con el floreciente movimiento Rosacruz se ha comprobado gracias a un saludo de Navidad muy elaborado, que él mismo diseñó, y que le presentó al Rey Jacobo de Inglaterra en 1611. En el manuscrito aparece un emblema central con la rosacruz, derivado de palabras en latín en color oro y rojo y rodeada de cuatro poemas en latín. Según la escritora Joscelyn Godwin, “Este pergamino es anterior a todas las obras publicadas de Maier y a los manifiestos rosacruces de 1614-1621. Desde luego que la publicación en 1614 de Fama Fraternitatis fue la precursora en toda Europa, de un interés renovado en el rosacrucismo. En su momento, Maier regresó a Alemania donde ejerció la medicina en Hesse y Magdeburg y murió en 1622. Una gran parte de la información acerca de Maier se perdió, ya que la Guerra de los Treinta Años devastó completamente Magdeburg. Cabe mencionar varios de los escritos de Maier en este artículo. En su primera publicación, Arcana Arcanissima (1614), promovió la teoría de que el conocimiento alquímico estaba oculto, o incorporado, en muchas escrituras antiguas, en jeroglíficos y símbolos y que los mitos egipcios y griegos son alegorías de la obra alquímica. Menciona a los rosacruces en Symbola Aureae Mensae, que es su obra más extensa y un amplio relato de la alquimia, basado en las doctrinas de doce alquimistas antiguos. Atalanta Fugiens, una de las obras más importantes de Maier, que cuenta con 50 emblemas y epigramas, es una presentación del proceso alquímico en forma de fugas musicales, grabados emblemáticos en cobre y discursos. En su obra Themis Aurea, junto con información médica, Maier explica las seis leyes de la fraternidad rosacruz y abunda más en la Orden. El gran sentido del humor de Maier es muy claro en su obra Jocus Severus (Una broma en serio). Se trata de un debate en el que una parvada de pájaros ataca a la química. En Ulises, su obra póstuma, Maier describe al gran héroe que regresa a casa, para encontrar el amor y descansar, luego de vivir una aventura increíble. Para Maier, Ulises simbolizaba la hombría perfecta y una sabiduría, que siempre resulta inteligente, leal y virtuosa. Notas: Maier, Michael Atalanta Fugiens, An Edition of the Fugues, Emblems and Epigrams, (Una edición de las fugas, emblemas y epigramas), traducido del latín por Joscelyn Godwin (Magnum Opus Hermetic Sourceoworks #22), (Phanes Press, Grand Rapids, Michigan, 1989), p. 207.