El alquimista como geómetrasuper! - AMORC

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El Alquimista como Geómetra
Por June Schaa, F.R.C.
Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.
¿El alquimista como geómetra? El emblema 21 de los 50 que recopiló el Dr. Michael
Maier1, apologista Rosacruz, contiene en su simbolismo compuesto secretos profundos
de la tradición occidental. Después de todo, este era el modus operandi del estudio
metafísico en el siglo XVII. Pero, ¿cómo podemos, quienes nos encontramos en el
umbral del siglo XXI, comprender lo que es en realidad un alquimista como geómetra?
Tal vez una revisión general de ciertos puntos sobresalientes, empezando con los
albores de la Alquimia, será suficiente para estimular nuestra imaginación. Como dijo
Platón: “Cuando aprendemos, en realidad estamos recordando”.
La alquimia asumió este nombre gracias a la tierra negra de Egipto, a la que
antiguamente se le conocía como Chemia. Con base en eso, tal vez erremos el tiro, por
así decirlo, si es que esperamos encontrar una descripción directa de la sabiduría
secreta en los papiros egipcios, la cual era parte del conocimiento esotérico de los
sacerdotes. Como parte de la sabiduría secreta de los sacerdotes, hay que incluir el
conocimiento de los días más importantes del año en el calendario egipcio.
Por ejemplo, los días más cortos del año (el día en que murió Osiris y el nuevo Sol inició
su curso), o el día especial del calendario anual cuando Osiris surgía en espiral o, para
mayor claridad, la verdadera edad de los ciclos de la luna y así sucesivamente. Esta
recopilación de conocimiento sacerdotal incluía los días en que se habían de celebrar
los festivales más importantes del año. Lo que es aún más importante, este
conocimiento era decisivo para los egipcios. De esa manera sabían cuando ocurrirían
las inundaciones, cuando retrocederían las aguas de las inundaciones, cuando había
que plantar la cosecha, etc.
En la actualidad, la mayoría de los filósofos alquímicos de muchas disciplinas
comprenden que la sabiduría secreta era un conocimiento de medidas universales, lo
que es arriba, es abajo; lo que es en el interior, es en el exterior; el hombre, el medidor,
el resultado del pensamiento creativo de Dios. En las escuelas de los misterios
alejandrinos, el hombre dios Osiris vino a representar a este hombre universal y
enigmáticamente, los filósofos griegos dijeron: “Hombre, conócete a ti mismo”.
Muchos de los jeroglíficos egipcios antiguos simbolizaban las verdades esotéricas, en
lugar de transmitir sólo ideas generales que podía captar con facilidad el intelecto
mundano. Por ejemplo, los templos casi siempre estaban diseñados en forma apaisada
y el símbolo real o signo de una forma apaisada era el símbolo de un templo. También
representaba la letra “M” o “Ma”. Además, representaba el Círculo ideal o la Tierra
divina y la influencia materna. El círculo con un punto en el centro y muchos otros
símbolos en forma de jeroglíficos estaban relacionados con estos misterios, así como
con las palabras que componían el lenguaje.
Durante las iniciaciones, el conocimiento secreto se impartía bajo el amparo de un
juramento estricto. En una traducción del Libro de los Muertos de Sir E. A. Wallis
Budge, se encuentra la siguiente advertencia: “...no permitirle a nadie verlo [porque]
las cosas que son secretas en el corredor de la tumba son misterios...” 2
Ptah, el primer alquimista-geómetra
La “raíz” del Logos y la Cábala
Por otra parte, el Dr. James Breasted, egiptólogo y erudito, tal vez haya revelado parte
del misterio. Después que Breasted descubrió que los jeroglíficos en la estela de
Shabaka estaban al revés, cayó en cuenta que la información proporcionada estaba
basada en un texto muy antiguo, que data más o menos 2,500 años antes del siglo VIII
de la Era Común.3 Así fue como la ciencia de la egiptología puso a la disposición de los
eruditos el Drama Memfita secreto, que es tan importante para las tradiciones verbales
de occidente.
En armonía con esta inesperada confirmación, se hizo más aparente que el dios egipcio
Ptah había pasado por una transición en su naturaleza. Ya no era sólo el dios patrono
de los artesanos de Egipto. En la tradición oral de tiempos inmemoriales había sido un
dios creador universal. Ptah fue el que creó toda la existencia. Él fue el arquitecto
supremo del universo, se originó a sí mismo, fue una causa en sí mismo. En la tradición
occidental, el concepto reemplazó paulatinamente a la imagen, para convertirse en un
concepto ontológico, que es igual a las especulaciones metafísicas más elevadas de
nuestros tiempos. Sin embargo, la imagen sigue siendo una metáfora, un puente
dinámico por el que la mente puede viajar al pasado distante.
La tradición más iluminadora es que Ptah representaba a la Mente, ubicua, sin
principio ni fin, “que hacia que toda información saliera a la luz...” Por medio del cual el
pensamiento se convierte en una realidad objetiva. Es “... la lengua que repite lo que el
corazón (mente) ha pensado”.
Aquí está el primer postulado de que la palabra hablada, las vocales que se expresan se
materializan o le dan forma al pensamiento. Un poder todo poderoso, según decían, se
alojaba en las palabras de la boca de Ptah. Su mera respiración era el poder, la esencia
de todas las cosas. Ptah era andrógino. 4 Su naturaleza bisexual estaba concebida como
polaridades duales en la Mente Universal. En esto se asemejaba al Nous, la “substancia”
binaria creativa del Cósmico. En otras palabras, Ptah representaba la fuerza de la
creación.
El pensamiento de la Mente está relacionado con la lengua o el habla, desde donde se
proyecta o emana al mundo físico como una energía ordenada, por medio de la cual
ocurren manifestaciones materiales.
Según la sabiduría secreta que se manifiesta en la tradición occidental, los atributos
antes mencionados que simbolizaba Ptah, fueron los antecedentes históricos de la
doctrina del Logos del Nuevo Testamento. “Al principio era la Palabra, y la Palabra
estaba con Dios y la Palabra era Dios”. Los pensamientos se convertían en objetos al
expresarlos. Desde luego, la antigua Cábala, con su doctrina de la entonación de vocales
sagradas, estaba inspirada en esta antigua labor de Menfis. Además, la doctrina del
Logos, que enseñaban las iglesias griegas de filosofía, principalmente que la ley y los
pensamientos de dios estaban cobijados por la palabra hablada, también debe haberse
transmitido de esta antigua fuente.
Sin embargo, el papel que jugó Ptah como Arquitecto Supremo y dios de los artesanos
no se esfumó en un pensamiento abstracto. Los pitagóricos griegos ocultaron y
revelaron al mismo tiempo los antiguos misterios en una geometría simbólica,
mostrando que todos los fenómenos naturales dependían de una sola ley inmutable,
representada en la Piedra Filosofal (la Piedra de los Filósofos de Platón) y en su forma
simbólica que es la de un cubo.
Los pitagóricos también utilizaban el cubo para representar a la tierra y como
dispositivo mnemotécnico (un dispositivo para liberar la memoria subconsciente) de la
palabra hablada. Cada uno de los cubos contiene un octaedro oculto. Las esquinas del
octaedro tocan el centro preciso de las seis caras internas del cubo. (Un octaedro tiene
seis esquinas, ocho caras y doce bordes). El octaedro era el sólido que usaban los
pitagóricos para representar el símbolo del aire o espíritu. Por lo tanto, el hecho de que
cada cubo contiene en sí mismo un octaedro perfecto, se convirtió en una
representación geométrica de la idea de que dentro de las formas externas de todas las
cosas reside el poder espiritual que todas las razas de la humanidad han llamado Vida,
Aliento o Espíritu.
Además, esta ley que está expresada en la Cábala con el número 4, le proporcionó a los
hebreos todos los misterios de su divino Tetragramatón.
Esta enseñanza divina está reflejada en los escritos del gran autor masónico Albert
Pike. En su libro Morals and Dogma 5 (Moral y Dogma), Pike escribe: “Encontrar las
bases inamovibles de la verdadera Fe religiosa, de la Verdad Filosófica y de la
transmutación Metálica, este es el secreto total de Hermes, la Piedra Filosofal. Esta
piedra es una y es múltiple; el Análisis la descompone y la Síntesis la compone. En el
análisis es un polvo, el polvo de proyección de los alquimistas; antes análisis y en
síntesis, es una piedra”.
A través de su transcripción de la obra del rosacruz francés Eliphas Levi, Albert Pike
nos informa que “Todos los maestros de la alquimia que han escrito acerca de la Gran
Obra han empleado expresiones simbólicas y figurativas. Se han visto limitados a
hacerlo y a rechazar todo lo que hay de profano en una obra que sería peligrosa para
ellos, como la entenderían bien los Adeptos al revelarles todo el mundo de analogías
que gobierna el soberano y único dogma de Hermes. Entonces, en su lenguaje, el oro y
la plata son el Rey y la Reina o el Sol y la Luna... Mercurio, el hombre-mujer...” Lo dicho
va de acuerdo con el Romance de la Rosa, el secreto de la Gran Obra, la Piedra Filosofal,
la moción perpetua o el círculo cuadrado.
El arte hermético es al mismo tiempo una religión, una filosofía y una ciencia natural.
Como religión, se trata de la de los antiguos Magos y de los Iniciados de todas las
épocas; como filosofía, podemos encontrar sus principios en la escuela de Alejandría y
las teorías de Pitágoras; como ciencia, tenemos que buscar el proceso de Paracelso,
Nicolás Flamel, Raymond Lully y del médico alquimista medieval, y apologista rosacruz
Michael Maier. Regresando a nuestro ejemplo, consideren el Emblema 21 del libro de
Maier Atalanta Fugiens, que aparece al principio del presente artículo.
El alquimista de Maier como geómetra
¿Cómo le da forma el alquimista rosacruz a la Piedra, aparte de tener en una gran
estima su nueva percepción acerca de los números, medidas y relaciones entre
cantidades? Tal vez la proporción y la media entre los extremos pueda evocar una
fascinación especial. Los primeros geómetras le daban un significado especial a la
proporción ideal que se lograba con el llamado justo medio. Esta proporción se
consideraba como la más hermosa. Sin embargo, no es tarea fácil la de encontrar la
media metafísica, porque según Aristóteles, “Encontrar el centro de un círculo no es
para todos, sino para aquél que sabe”.6
No obstante, una pista oculta de este misterio puede encontrarse en una ilustración y
un pasaje del libro titulado El Amanecer de la Astronomía, de Sir Norman Lockyer. En
una de las ilustraciones del libro de Lockyer, aparece el faraón egipcio poniendo la
primera piedra de su Templo, estirando y alineando la cuerda con la diosa Estrella
Shesheta, mientras que su mirada la dirige al Ak. 7 El simbolismo del Ak, en el aspecto
esotérico, se emplea para representar el curso medio de una estrella, permitiendo que
las cuatro esquinas del Templo se fijen con precisión por medio de los cuatro apoyos
del cielo.
Luego entonces, la ciencia de la astronomía apunta, sin que sea su intención pero de
manera sugestiva, hacia un gran secreto masónico, ya que como Pike dice de manera
misteriosa en la página 771 de Moral y Dogma: “El cuadrado, volteado hacia sí mismo, y
los movimientos circulares de cuatro ángeles iguales dando vueltas alrededor de un
punto, es la cuadratura del círculo”.
Tengo la esperanza de que en este artículo encuentren algunas ideas provocadoras que
los estimularán a llevar a cabo una mayor investigación por su cuenta, para que puedan
hacer su propia interpretación del enigmático Emblema 21 de Maier. Sin embargo,
Maier nos da las siguientes instrucciones por medio de la traducción de De Jong: “Haga
un círculo con un hombre y una mujer, de éste haga un cuadrado, después un triángulo,
haga un círculo y obtendrá la Piedra Filosofal”, 8 o como lo tradujo Manley P. Hall de
manera muy breve: “La medida del hombre según la Geometría Rosacruz”. 9
Aunque el venerable Albert Pike nos advierte que “La Piedra Filosofal, según dicen los
Maestros, no se debe exponer a la atmósfera ni a la mirada del Profano; sino
mantenerse oculta y conservada con todo cuidado en el lugar más secreto del
laboratorio y el poseedor debe llevar siempre consigo la llave del lugar donde se
guarda... ¡Qué escuche aquel que tenga oídos para escuchar!” 10 Sin embargo, en 1985,
en la página 8 de Anatomy of the Psyche (Anatomía de la psiquis), el Dr. Edinger
parafrasea esta sabiduría de los antiguos al escribir: “Un secreto que se puede contar
no es un secreto. En cierto sentido, el secreto de la psiquis está seguro porque no se
puede comunicar a quienes aún no lo han experimentado por sí mismos”.
En conclusión, los mystae modernos (iniciados del templo) son sabios si desean
contemplar más la geometría de la alquimia, recordando que Platón se refiere a ésta
como la Piedra de los Filósofos en su frase: “Hombre, conócete a ti mismo”, mientras
que los alquimistas masónicos se refieren a ésta como a su Piedra Filosofal. Por otro
lado, la Antigua y Mística Orden Rosae Crucis sabe que hay otro emblema para
representar a la Piedra Dorada de los Filósofos. ¡Ese es el cubo sin desdoblar de la
dimensión dorada que se encuentra justo en el centro de la Gran Rosa Hermética!
Notas:
1 De Jong, Helena M.E. Atalanta Fugiens, de Michael Maier; Sources of an Alchemical
Book of Emblems (Fuentes de un Libro de Alquimia de Emblemas); (Leiden, E.J. Brill,
1969) p. 371.
2 Quotations, etc., Citas, etc., de los estudios de AMORC después del Noveno Grado.
(Grado Once Núms. 40 y 55).
3 Breasted, James Henry The Dawn of Conscience [El Amanecer de la Consciencia]
(Charles Scribner’s Sons, New York, 1933), (Referencias monográficas de las páginas
31-35).
4 Hall, Manley P. Man—the Grand Symbol of the Mysteries, Essays in Occult Anatomy
[El Hombre—el Gran Símbolo de los Misterios, Ensayos de Anatomía Oculta]
(Philosopher’s Press, 1932) p. 204.
5 Pike, Albert Morals and dogma, Ancient and Accepted Rite [Moral y Dogma, Ritos
Antiguos y Aceptados] (Southern Jurisdiction, 1871) pp. 777, 733, 774, 769, 771.
6 Edinger, Edward F. Anatomy of the Psyche, Alchemical Symbolism in Psychotherapy
[Anatomía de la psiquis, Simbolismo alquímico en la psicoterapia] (Open Court Pub.
Co., La Salle, Il., 1985), pp. 197, 198.
7 Lockyer, Sir Norman The Dawn of Astronomy [El amanecer de la Astronomía]
(reimpresión MIT, 1964, [publicada originalmente en 1894], pp. 174-6
8 De Jong, op. cit., p. 371
9 Hall, op. cit., p. 371
10 Pike, op. cit, p. 777
Lecturas recomendadas:
Huntley, H.E. The Divine Proportion, A Study in Mathematical Beauty [La Proporción
Divina, estudio de la belleza matemática] (Dover Publications, New York, 1970).*
Godwin, Joscelyn, Atalanta Fugiens, An Edition of the Emblems, Fugues and Epigrams
(Atalanta Fugiens, Una edición de los emblemas, fugas y epigramas] (Phanes Press,
Grand Rapids, Michigan, 1989). *
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