V. Woolf /// Virginia Woolf: La Búsqueda de la Identidad como Mujer y como Escritora INTRODUCCIÓN El presente trabajo intentará hacer una lectura de Virginia Woolf tomando como eje la búsqueda de identidad de la mujer y su relación con la escritura. El siglo XX presenta un fuerte escenario de reflexiones estéticas y críticas. Se fortalecen mas que nunca las relaciones entre los autores a lo largo de los años, lo cual no se presenta solo en los textos literarios sino que aparece como objeto de análisis teórico en muchos ensayos de la época. Este énfasis sobre las intertextualidades puede deberse, en parte, a la crisis de identidad por la que atraviesa la época. Se produce una fuerte fragmentación de la percepción del mundo, una fragmentación de la identidad a causa de distintos fenómenos entre los que se encuentran el surgimiento del psicoanálisis, con su planteo del ser provisto de un nivel de conciencia y otro de inconciencia; y la primer guerra mundial que genera una fuerte pérdida de ilusiones, sobre todo en el hombre Así, reina el siglo una fuerte ola de desconcierto. El escritor intenta solucionar su problema de identidad a través de la imitación ( volcando su identidad faltante en el escritor elegido como "padre"), de la detracción o de la parodia ( que incluirá ambos procesos). La fuerte presencia del "yo" que caracterizaba a los románticos deja su lugar a una impersonalidad donde el escritor busca un vaciamiento del yo que le permita ser todo lo demás, intentando encontrar allí la identidad que siente prófuga. La mujer posee un problema aún mas complejo. Junto al desconcierto y la fragmentación de la percepción que comparte con el hombre posee una serie de problemas extra por su condición de mujer. Su empresa no es recuperar una identidad perdida sino buscar y forjar su verdadera y desconocida identidad. Esta búsqueda estará estrechamente ligada con la búsqueda de su lugar como escritora. La escritura será uno de los medios para llegar a encontrar su esencia pero también la búsqueda de su lugar como mujer en la sociedad facilitará el encuentro con su yo escritor. Este trabajo intentará hacer una lectura de Virginia Woolf a través de esta búsqueda de identidad como mujer y como escritora. Será muy importante tener en cuenta su marcada tendencia a establecer dualidades, pares de opuestos que sólo a través de una relación de cooperación armónica logran establecer un estado ideal y pleno. En primer lugar se analizará la visión de la mujer en tanto unidad compuesta, mujer que debe ser pensada poética y prosaicamente. Mas tarde se analizará la relación que la mujer establece con la escritura. Se analizarán las dificultades materiales e inmateriales que se le presentan teniendo en cuenta el sistema patriarcal en el que se basa la sociedad y la cultura y, por lo tanto, el material propio de este arte: el lenguaje. Por último, se expondrá la idea que Virginia Woolf presenta como Androginia, una suerte de matrimonio armónico entre los sexos. La mente andrógina es considerada el estado ideal del escritor en donde se encuentran componentes femeninos y masculinos, la proporción entre éstos determinará el sexo predominante sin que esto signifique la exclusión del otro. Aquí mismo se expondrá la forma en que Woolf extiende este concepto mas allá del sexo para transportarlo, en sus obras de ficción, a otros elementos que se suponen contrarios. I. LA MUJER COMO UNIDAD COMPUESTA Para Virginia Woolf la mujer es un ser compuesto que debe ser leído poética y prosaicamente al mismo tiempo. Ocupa un lugar central en la literatura y un lugar periférico en la realidad. Las características que lleva consigo en un plano difieren completamente de las que le corresponden en el otro. Así, según Woolf: "En el terreno de la imaginación, es de una gran importancia; en el terreno de la práctica, es completamente insignificante. Ocupa de punta a punta la poesía; está poco menos que ausente en la historia. En la ficción, domina la vida de reyes y conquistadores; en los hechos era la esclava de cualquier joven cuyos padres le forzaran a ponerse el anillo. Algunas de las palabras más inspiradas, algunos de los pensamientos más profundos en la literatura salen de sus labios; en la vida real, apenas sabía leer, 1 apenas sabía escribir, y era propiedad de su esposo". La mujer en la ficción aparece dotada de fuerte personalidad, su carácter es muchas veces superior al de los hombres y los roles que se ocupan en la vida real se ven muchas veces invertidos en la ficción. Esta imagen de la mujer poética debe ser contrastada con la mujer prosaica: la mujer golpeada, casada no por afecto sino por avaricia familiar, la mujer sin educación, sin propia opinión, sin pertenencias, sin libertad. Para darle vida, según Virginia Woolf, hay que pensar poética y prosaicamente al mismo tiempo. No obstante esto es muy difícil si se quiere pensar en la mujer del pasado. La historia no posee lugar para ella: "La mujer de clase media, sin otra cosa que inteligencia y carácter a su alcance, de ninguna manera podía haber participado en ninguno de los grandes movimientos que, juntos, conformaban la visión que del pasado tiene el historiador. Tampoco la encontraremos en ninguna colección de anécdotas. Aubrey apenas la menciona. Ella nunca escribe su propia biografía y difícilmente lleve un diario personal; sólo contamos con un puñado de cartas".2 De todas formas cabe pensar que aún si se logra reconstruir su vida real y pensarla conjuntamente con su imagen poética seguirá sin descubrirse la verdadera esencia de la mujer ya que una y otra no son más que imágenes creadas o "gobernadas" por la mente masculina. La mujer de la ficción es construcción del hombre, es una idealización, es una mujer creada y manipulada por la mente de un escritor masculino. Así cuando escribe Christina 3 Rossetti: "... tú me interpretaste / y me amaste por lo que podía o no ser..." . El amor del hombre hacia la mujer parece estar construido a través de su propia creación, de su poética y su idealización más que por lo que la mujer es en sí misma. También la mujer de la realidad es, en parte, construcción del hombre. Se encuentra inserta en un sistema patriarcal que dirige todas las esferas de su vida cotidiana, en la familia obedece al padre y al hermano, posteriormente, le dedica su vida al marido que le toca en suerte. La mujer no tiene voz propia en la literatura que la idealiza ni tiene opinión en el mundo que habita. Debe emprender una larga y compleja búsqueda de identidad para poder definirse, encontrarse, ubicarse. La literatura puede ser un camino de búsqueda pero es también un camino duro en cuanto es parte de una cultura patriarcal, gobernado por una tradición y un sistema de reglas ajenas al sexo femenino. La mujer escritora deberá afrontar una doble búsqueda: la que es propia de su condición de mujer, que la llevará a definir su lugar en la sociedad, y la que le corresponde en cuanto artista: la búsqueda de sus propias formas, de su propio manejo del lenguaje. II. LA MUJER Y LA ESCRITURA Según Virginia Woolf la mujer no ha podido escribir porque ha estado ocupada en traer hijos al mundo, si aún así decide enfrentar las difíciles circunstancias de la vida y dedicarse a la escritura, se verá obligada a enfrentarse a dificultades tanto materiales como inmateriales. Las dificultades materiales Woolf las soluciona postulando la necesidad de un cuarto propio y quinientas libras al año, así la mujer podrá tener privacidad e independencia. Mucho mas complejas son las dificultades inmateriales: por un lado la hostilidad del mundo, por otro, el uso de un material que le es ajeno y la falta de tradición. II.I- DIFICULTADES MATERIALES Según Virginia Woolf la columna vertebral del escritor es la integridad. Para alcanzar esta integridad la mente del escritor debe encontrarse libre de distracciones y presiones en el momento de creación. Esta libertad intelectual, según Woolf, está estrechamente ligada a cuestiones materiales: "La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual"4. Woolf. Introduce un problema de clase, desmiente la teoría de que el genio poético sopla donde quiere postulando que el poeta pobre no tiene ni ha tenido más chances que un perro. Y aquí vuelve a entrar la mujer ya que: "...las mujeres siempre han sido pobres, no durante doscientos años solamente, sino desde el principio de los tiempos. Las mujeres han tenido menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres, entonces, no han tenido más chances 5 que un perro de escribir poesía". Así, el primer paso en la búsqueda de la identidad, para que esa búsqueda pueda emprenderse con libertad, es la independencia económica y la privacidad, o lo que es lo mismo: un cuarto propio y quinientas libras al año. II.II- DIFICULTADES INMATERIALES "La indiferencia del mundo, que Keats, Flaubert y otros hombres de genio han hallado tan difícil de soportar era en su caso no indiferencia, sino hostilidad. El mundo no le decía a la mujer, como le decía a los hombres: "Escribe, si quieres; me da lo mismo". El mundo le decía, con una risotada: "Escribir? Para qué quieres escribir?"".6 Y esta hostilidad no viene solamente del mundo exterior. La dominación del hombre ya se encuentra en la misma conciencia de la mujer. Esta lleva en su interior la represión, las limitaciones y el sentimiento de inferioridad que el hombre sentó como bases de la vida social. Así, imaginando una joven escritora en su momento de creación, Virginia Woolf escribe: "La joven dejaría vagar su imaginación libremente por todos los arrecifes, por todas las anfractuosidades del universo sumergido en las aguas profundas del inconsciente. Entonces vino la experiencia... Su imaginación se puso en movimiento.(...) Y de pronto se produjo un estruendo, una explosión. Se produjo espuma y confusión. La imaginación había chocado con algo duro. La joven despertó de su sueño en un estado de insoportable angustia. Dicho sin imágenes: había pensado en algo, en algo referente al cuerpo y a las pasiones que se considera enfermizo si es expresado por las mujeres. Los hombres, le recomendaba la razón, se escandalizarían. La idea de lo que dirían los hombres de una mujer que dijese la verdad sobre sus pasiones la despertó de su 7 inconsciencia de artista. No podía seguir escribiendo". De la misma manera que el orden social y cultural se maneja a través de valores masculinos también el lenguaje se encuentra colmado de connotaciones propias de este mundo patriarcal. Así, sumado a esta doble represión (del mundo hacia ella y de ella hacia sí misma) la mujer escritora se encuentra trabajando con un material lleno de connotaciones, con formas y sentidos que reproducen los valores y formas de pensamiento y expresión masculinos. Según Monique Wittig esta mujer se siente 8 disociada . Por un lado tiene que emplear un lenguaje ajeno, insertarse en una cultura que no es la suya y por otro lado, al mismo tiempo, está sosteniendo una lucha que intenta romper con esa misma cultura patriarcal. Lo cierto es que la mujer escritora a menudo siente que el lenguaje es impotente para expresar sus experiencias. En Flush: "Miss Barrett exclamó cierta vez después de una mañana de trabajo intenso: "Escribir, escribir, escribir!" Quizás pensara: Después de todo, ¿lo dicen todo las palabras? ¿Pueden las palabras expresar algo? ¿No destruirán, por el contrario, los símbolos 9 demasiados sutiles para ella?" Para Virginia Woolf las experiencias femeninas difieren de las masculinas, por lo tanto necesitan formas de expresión también diferentes. Es aquí donde aparece el problema de la falta de tradición. La mujer escritora no posee tradición alguna, no tiene modelos que le sirvan de referencia, no tiene antepasados con los cuales dialogar. Si la mujer desea escribir debe forjar su propio árbol genealógico. "Sin duda, siendo la libertad y la plenitud de expresión parte esencial del arte, esa falta de tradición, esa escasez e impropiedad de instrumentos, debieron afectar enormemente 10 la obra de las mujeres". A raíz de esta falta de tradición, Virginia Woolf observa que la escritora toma dos caminos opuestos: intenta copiar exactamente las formas masculinas o se esfuerza en diferenciarse completamente de ellas llegando, en ambos casos, a un final nada feliz. "Es inútil acudir a los grandes escritores varones en busca de ayuda, por mucho que acudamos a ellos por placer (...) jamás han ayudado hasta ahora a una mujer, aunque ésta pueda haber aprendido de ellos algunos trucos y los haya adaptado para emplearlos. El peso, el ritmo y el tranco de la mente masculina son demasiado distintos de los suyos para que pueda copiar de allí nada sustancial".11 Una mujer que escribe como hombre no logra liberar lo que lleva dentro, las formas masculinas son incapaces de comunicar sus experiencias. Tampoco lo logran aquellas mujeres que intentan diferenciarse completamente de ellos. Estas mujeres escriben con rencor, con indignación. Escriben pensando en su sexo y denunciando y criticando al sexo opuesto. "Es fatal para una mujer agregarle el más mínimo acento a una queja; defender, aún con justicia, una causa; hablar conscientemente como mujer, de lo que sea. Y "fatal" no es una figura retórica; porque cualquier cosa escrita con esa predisposición consciente está condenada a morir".12 Esta conciencia de sexo provoca, según Woolf, tensión en la mente y distrae a las mujeres de sus verdadero objetivo: encontrar su verdadera esencia, su verdadera identidad. La mujer debe encontrar su estilo, su identidad como escritora. La mujer debe forjar su propia tradición, debe encontrar un estado de armonía dentro suyo para, mas tarde, poder escribir liberada de ese estado de tensión. Virginia Woolf, como feminista y como artista, intenta contribuir a la búsqueda de los valores femeninos allí donde difieren de los masculinos. Esto no significa librar una lucha entre los sexos, más bien todo lo contrario. Si bien los valores masculinos y femeninos son diferentes, la armonía sólo puede estar dada en la cooperación armónica entre ellos. Es aquí donde plantea su idea de una mente andrógina en donde se genera una reconciliación del aspecto femenino e intuitivo con el lado crítico y masculino de la mente. III. LA MENTE ANDRÓGINA Virginia Woolf propone un estado ideal del ser que llama mente andrógina. Este supone la existencia de dos sexos en la mente correspondientes a los dos sexos del cuerpo. Estos elementos no son antagónicos sino que se unen en perfecta armonía para dar lugar al verdadero estado de plenitud. En Un cuarto propio elabora un esquema del alma conjeturando que: "...en cada uno de nosotros presiden dos poderes, uno masculino y otro femenino; en el cerebro del hombre, el varón prevalece sobre la mujer, y en el cerebro de la mujer, la mujer predomina sobre el varón. El estado normal y confortable es aquel en que los dos conviven en armonía, cooperando espiritualmente. En el varón, la parte femenina de su cerebro tiene que tener influencia; y la mujer debe también tener trato con el hombre que hay en ella. Quizás a eso se refería Coleridge cuando decía que las grandes mentes son andróginas. Al producirse esa fusión es cuando la mente se fertiliza a pleno y emplea todas sus facultades. Es posible que una mente puramente masculina no pueda crear, al igual que una mente puramente femenina".13 Woolf pone como ejemplo de mente andrógina a Shakespeare ya que considera que éste tuvo el estado mental más propicio para la poesía que jamás haya existido. Si logró realmente liberar toda su obra fue gracias a su mente libre e incandescente. El siglo XX marca mas que nunca la conciencia de género y dificulta la formación de este estado ideal de androginia Los sexos se presentan como dos bandos confrontados: las mujeres modernas luchan por sus derechos, frustradas y enojadas por su limitada experiencia. Los hombres modernos han perdido sus ilusiones después de la primer guerra mundial y se sienten desafiados por la conquista feminista del derecho al voto. Así, muchos optan por escribir sólo con la parte masculina de su mente. Protestan contra la igualdad del otro sexo reafirmando su propia superioridad, sus textos están llenos de la letra "I". Las mujeres no pueden encontrar allí la fuente de vida ni las emociones que sí encontraban en los escritores que combinaban ambas partes de su mente: "No es sólo que celebran virtudes masculinas, reafirman valores masculinos y describen el mundo de los hombres, sino que la emoción que impregna esos libros es incomprensible para la mujer".14 La idea de la androginia contribuye así a la solución de los problemas de la mujer escritora al mismo tiempo que explica el por qué de la insatisfacción de las mujeres al leer la literatura de algunos escritores modernos: su escritura es unilateral, escriben sólo con su aspecto masculino. Para que el arte de la creación pueda plasmarse con plenitud absoluta se debe consumar en la mente del escritor un matrimonio de opuestos. Este matrimonio de opuestos va a manifestarse en las obras de ficción de Virginia Woolf pero ya no remitiéndose exclusivamente a lo sexual, sino también extendiéndose a otros pares de opuestos. En Flush presenta una relación muy profunda entre Miss Barrett y su perro (Flush) donde se ve desaparecer por momentos la línea divisora entre lo humano y lo animal. Flush y Miss Barrett aparecen como desdoblamientos del mismo molde, como si cada uno estuviera completando lo que le falta al otro. Aparecen distintos elementos que los hacen sentirse diferentes: ella habla, él no. Ella es una mujer; él, un perro. Más tarde la entrada en escena de Mr. Browning también genera cierto distanciamiento entre ellos. Sin embargo, ninguno de estos factores puede alterar lo que ellos sienten tan natural cuando se miran: "Se sorprendieron el uno al otro. A Mrs. Barrett le pendían a ambos lados del rostro unos tirabuzones muy densos; le relucían sus grandes ojos y su boca, grande, se sonreía. A ambos lados de la cara de Flush colgaban sus espesas y largas orejas; los ojos también los tenía grandes y brillantes, y la boca, muy ancha. Existía un cierto parecido entre ambos. Al mirarse, pensaba cada uno de ellos lo siguiente: Ahí estoy... y luego cada uno pensaba: Pero, ¡qué diferencia! (...) Ambos rostros parecían proceder del mismo molde, y haberse desdoblado después, ¿sería posible que cada uno completase lo que estaba latente en el otro? (...) Así, unidos estrechamente, e inmensamente separados, se contemplaban".15 El odio que Flush siente por Mr. Browning se transforma más tarde en amor, disolviendo también el límite entre estos dos sentimientos: "Mr. Browning era Miss. Barrett... Miss. Barrett era Mr. Browning; el amor es odio y el odio es amor"16. Así, pasa de ser su enemigo a ser su amigo al identificarlo con su ama. Hacia el final de la historia, cuando tiene lugar la muerte de Flush, aparecen dos dualidades más: la vida y la muerte; y lo móvil junto a lo inmóvil. (Mrs. Barrett ya se había casado con Mr. Browning transformándose en Mrs. Browning): "Mrs. Browning siguió leyendo. Entonces, volvió a mirar a Flush. Pero éste no la miraba ya. Se había operado en él un cambio extraordinario. "¡Flush!"- exclamó Mrs. Browning-. Pero no respondió. Había estado vivo, ahora estaba muerto. La mesa del salón- eso sí que fue raro- permaneció absolutamente inmóvil".17 Herbert Marder, al hacer un análisis de esta idea de la androginia en las obras de Virginia Woolf, escribe: "La sensación de conflicto y la búsqueda de liberación a través del matrimonio de los contrarios permanecen como factor constante, pero los dramas en sí tienen lugar en 18 diferentes niveles". Este ideal de conquistar un estado armónico a través de la reconciliación de opuestos se aplica tanto a nivel social, en la búsqueda de un equilibrio dinámico entre las dos mitades de la humanidad; como a nivel individual, la búsqueda de un equilibrio individual que genere una armonía interna. A través de la idea de androginia Virginia Woolf concilia tanto su deseo de que se produzca una regeneración social, como una regeneración individual. A través de esta utópica conquista la mujer encontraría su lugar en la sociedad tanto como su lugar en la literatura y en el arte todo. CONCLUSIÓN Virginia Woolf parte de los problemas que se establecen entre la mujer y la literatura para extenderse, desde allí, a un nivel más abarcativo: los problemas de la mujer dentro de la sociedad. Estos dos niveles se encuentran íntimamente unidos ya que la búsqueda de su identidad como escritora supone la búsqueda de su identidad en tanto individuo y en tanto integrante de una sociedad. A partir de su ideal de la mente andrógina plantea una solución que abarca cada uno de estos planos, armonía interna del individuo; armonía como escritor, ya que supone una mente sin tensiones que permite liberar la fuerza creadora; y armonía entre las dos partes de la humanidad. Este utópico ideal de la mente andrógina parte de descubrir los valores femeninos donde difieren de los masculinos para pasar posteriormente a la disolución de la conciencia de género. Si bien poseen características diferentes, éstas no son excluyentes. En esta teoría, tanto hombres como mujeres, poseen elementos de ambas naturalezas, lo único que varía es la proporción en que se encuentran. Así, podría pensarse que esta relación con el mundo que plantea Woolf no sería ya una relación con un mundo de hombres y mujeres como bandos opuestos, sino como hombres y mujeres provenientes de un mismo molde y mas tarde desdoblados. Al igual que Miss. Barrett y Flush, éstos se encontrarían "unidos estrechamente e inmensamente separados". Mariana Gaitán NOTAS 1-Woolf, Virginia, “Un cuarto propio”, Un cuarto propio y otros ensayos, pag. 61/62. Buenos Aires, A-Z Editora, 1.993. 2-Op. Cit. Pag. 63. 3-Rossetti, Christina, “Monna Innominata” (S IV). Traducción de Laura Cerrato para la cátedra de Literatura Inglesa de la UBA. Buenos Aires. 4-Woolf, Virginia, “Un cuarto propio”, Un cuarto propio y otros ensayos, pag.138. Buenos Aires, A-Z Editora, 1.993. 5-Op. Cit. 6-Woolf, Virginia, “Un cuarto propio”, Un cuarto propio y otros ensayos, pag. 72. Buenos Aires, A-Z Editora, 1.993. 7-Forrester, Viviane, Virginia Woolf: El vicio absurdo, pag. 62. España, Ultramar Editores, 1.981. 8-Op. Cit. 9-Woolf, Virginia, Flush, pag.34. Argentina, Ediciones Nuevo Siglo, 1995. 10-Woolf, Virginia, “Un cuarto propio”, Un cuarto propio y otros ensayos, pag. 101. Buenos Aires, A-Z Editora, 1.993. 11-Op. Cit. Pag. 100. 12-Op. Cit. Pag. 133/134. 13-Op. Cit. Pag. 126. 14-Op. Cit. Pag. 131. 15-Woolf, Virginia, Flush, pag. 23. Argentina, Ediciones Nuevo Siglo, 1.995. 16-Op. Cit. Pag. 58. 17-Op. Cit. Pag. 126/127. 18-Marder, Herbert, Feminismo y Arte: un estudio sobre Virginia Woolf, Tribuna Feminista, Debate Editorial Pluma BIBLIOGRAFIA Forrester, Viviane, Virginia Woolf: El vicio absurdo. España, Ultramar Editores, 1981. Marder, Herbert, Feminismo y Arte: un estudio sobre Virginia Woolf, Tribuna Feminista, Debate Editorial Pluma. Prefacio de Mary Gordon en Woolf, Virginia, A room of one’s own, New York, De. Harcourt Brace & company, 1981. Rossetti, Christina, "Monna Innominata", Traducción de Laura Cerrato para la cátedra de Literatura Inglesa de la U.B.A., Buenos Aires. Woolf, Virginia, "Un cuarto propio" en Un cuarto propio y otros ensayos. Buenos Aires, A-Z Editores, 1993. Woolf, Virginia, Flush. Argentina, Ediciones Nuevo Siglo, 1995.