el diseño de políticas de fomento para las industrias culturales

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XIV Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Salvador de Bahia, Brasil, 27 ­ 30 oct. 2009
El diseño de políticas de fomento para las industrias culturales: un desafío a la capacidad pública de articulación intersectorial
Héctor Schargorodsky
La reproducción seriada de los productos surgidos de la creación artística, su resguardo y conservación, difusión, distribución, comercialización y consumo, conforman los eslabones de la cadena productiva de las denominadas industrias culturales.
Más allá de los debates académicos sobre cuáles son los bienes y servicios que están alcanzados por ese concepto, está probado que se trata de un sector cuyo crecimiento económico en términos de aporte al producto nacional ha aumentado de manera continua en lo que va del siglo, en el mundo y en nuestra región, especialmente por su asociación con la revolución tecnológica producida en el campo de las telecomunicaciones.
Dicho crecimiento atrae cada vez más la atención de los poderes públicos, tanto en lo que se refiere a la producción de estudios e investigaciones, como a la concepción e implementación de políticas de fomento sectorial para contribuir a su desarrollo.
Para dar un panorama sobre el peso económico del sector en algunos países desarrollados, la participación de las industrias de derecho de autor dentro del Producto Bruto Interno de EE.UU. es del 12% y generan el 4% de la fuerza laboral. El aporte de las Industrias Creativas al PBI de Gran Bretaña es del 7,3% y cerca del 5% del empleo proviene de las mismas. En la Unión Europea, el crecimiento global del valor añadido del sector creativo fue del 19,7 % en 1999­2003. Su volumen de negocios ascendió a más de 654 millones de euros en 2003, lo que contribuyó al 2,6% del PIB de la Unión Europea lo que representa el 3,1% del empleo total, equivalente a 5,8 millones de puestos de trabajo1.
En la Argentina, según datos recogidos por el Sistema de Información Cultural de la Secretaría de Cultura de la Nación (SINCA), en 2007 la producción del sector cultural dirigida al mercado generó 10.700 millones de pesos al año, cifra que representa el 2,98% del PBI. Según ese organismo, la importancia de las industrias culturales en relación al PBI es mayor que los servicios básicos de energía, gas y agua, que representan el 2,8 por ciento. En la ciudad de Buenos Aires, las industrias creativas hacen un aporte significativo a la economía y el empleo de la ciudad, con un 9,1% del producto y un 9,5% del empleo registrado en 20072. Tomando la segunda perspectiva mencionada en el primer párrafo, es decir los procesos de concepción e implementación de políticas, el presente trabajo analiza sintéticamente cuatro de los principales problemas y desafíos que enfrenta el sector de las industrias culturales, se proponen además cinco ejes estratégicos que podrían sustentar el diseño de políticas específicas para el mismo y, finalmente, se 1
Datos citados en La Economía Creativa de la ciudad de Buenos Aires. Delimitación y primeras estimaciones período 2003/2007, Ministerio de Desarrollo Económico, Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Argentina
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Datos proporcionados por el Observatorio de Industrias Creativas del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. 1
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exponen algunos aspectos concretos referidos a las políticas para la cinematografía y el sector editorial en Argentina.
En cada uno de estos puntos se quiere subrayar el rol que juega la interacción entre los distintos sectores gubernamentales, dado que esta cuestión aparece como uno de los factores decisivos para que las industrias culturales puedan poner todo su potencial al servicio del desarrollo social. Veremos que esto ocurre tanto en el proceso de diseño como en la implementación de políticas.
En definitiva, el objetivo final del trabajo es mostrar que, en materia de intervención pública para fomentar las industrias culturales, la existencia y calidad de las relaciones entre las organizaciones públicas y privadas involucradas en el proceso tienen efectos directos sobre las políticas que se quieren implementar.
Industrias culturales: una aproximación conceptual a la problemática de las políticas de fomento
Estudios realizados en diversos países muestran que las llamadas industrias culturales son fuertemente generadoras de empleo calificado y de movimiento económico a través del consumo masivo de sus productos o servicios.
Al mismo tiempo, ponen en evidencia el rol insoslayable que tienen en la construcción de la identidad social, pues contribuyen directamente a fortalecer y afianzar el sentido de pertenencia a una comunidad determinada.
Sin embargo, resulta complejo realizar estudios comparativos entre realidades de países o regiones pues, por amplia y comprensiva que sea, toda conceptualización contiene un inevitable componente de arbitrariedad. En el campo de actividad que nos ocupa, las mismas industrias que algunos países califican como “culturales” otros las denominan “creativas”, y algunos también “industrias del entretenimiento”.
La diferencia de términos no es inocente: la última definición, al prescindir de todo matiz cultural ligado a valores identitarios las asimila a las demás mercancías, lo cual trae, entre otras consecuencias, fuertes controversias en el ámbito del comercio internacional.
Para la UNESCO (2006), “las industrias culturales representan sectores que conjugan creación, producción y comercialización de bienes y servicios basados en contenidos intangibles de carácter cultural, generalmente protegidos por el derecho de autor. También son denominadas en algunos países “industrias creativas” (creative industries) y conocidas en ámbitos económicos como “industrias de futuro” (sunrise industries) o, en medios tecnológicos, como “industrias de contenido” (content industries). Las industrias culturales incluyen la edición impresa y multimedia, la producción cinematográfica y audiovisual, la industria fonográfica, la artesanía y el diseño. Ciertos países extienden este concepto a la arquitectura, las artes plásticas, las artes del espectáculo, los deportes, la manufactura de instrumentos musicales, la publicidad y el turismo cultural. Las industrias culturales aportan un valor añadido a los contenidos a la vez que construyen y difunden valores culturales de 2
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interés individual y colectivo. Resultan esenciales para promover y difundir la diversidad cultural así como para democratizar el acceso a la cultura y generar altos índices de creación de empleo y riqueza”.
Si se acepta la definición anterior y se aplica al contexto argentino en su acepción más amplia, la concepción y diseño de políticas públicas específica3 para el sector de las industrias culturales enfrenta, a nuestro juicio, cuatro problemáticas centrales:
1. La ausencia del tema en la agenda gubernamental
La cuestión de las IC no suele ser abordada en las plataformas que los partidos políticos presentan a la sociedad, ni en los programas de gobierno. Algunos partidos incluyen algunos párrafos sobre "la cultura", pero sus definiciones no superan la exteriorización de buenas intenciones generales con las que resulta imposible estar en desacuerdo. Aunque estas herramientas básicas para orientar al votante se encuentran actualmente desvalorizadas, y su existencia se reduce muchas veces al cumplimiento de un requisito formal, la total ausencia del tema en esta etapa da una pauta de la importancia que se le asigna.
En el mismo sentido, no hay en Argentina planes sistemáticos elaborados para fomentar el sector de las industrias culturales en su conjunto. Esta segunda carencia implica que la temática de las industrias culturales no es abordada teniendo en cuenta una perspectiva temporal que permita planificar el desarrollo. Al no existir esta instancia, el Estado sólo puede responder a demandas puntuales mediante acciones coyunturales. Estas no suelen ir más allá de resolver dificultades en un determinado eslabón de la cadena productiva de alguna de las ramas de las IC.
Los esfuerzos realizados para incorporar las políticas culturales a la agenda gubernamental, sea esta de alcance nacional, regional o local, han obtenido hasta el momento resultados muy desparejos. En la ciudad de Buenos Aires, donde se encuentra instalada más de la mitad de las industrias culturales del país4, la propia presión del sector privado –empresas, profesionales especializados­ ha hecho que desde principios del presente siglo el gobierno haya institucionalizado ventanillas específicas para la atención del sector5 y mantenga equipos de investigación6 que monitorean permanentemente su evolución. Pero se trata de una situación excepcional favorecida por la potente actividad económica generada por estas industrias.
En otras ciudades importantes, incluyendo la mayoría de las capitales de provincia, el tema resulta relegado ante otras problemáticas más urgentes o, directamente, carece de referentes personales o institucionales que lo impulsen, por lo cual no hay demanda que se traslade hacia los respectivos gobiernos para motivarlos a incorporarlo a la agenda gubernamental.
En este contexto, puede concluirse que si no existe un sector privado que promueva la intervención del Estado, ésta no se producirá espontáneamente y, en consecuencia, la incorporación del tema a la agenda 3
Se quiere señalar que hay políticas o medidas de carácter general que también inciden fuertemente sobre el sector. Por ejemplo, la fuerte devaluación de la moneda originada en la crisis 2001­2002 significó un cambio radical para el posterior desarrollo sectorial.
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Ver datos del SINCA, Secretaría de Cultura de la Nación.
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Dirección de Industrias Creativas, Ministerio de la Producción, Gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
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Observatorio de Industrias Creativas, creado en 2003.
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pública no podrá resolverse a partir de iniciativas surgidas desde la propia jurisdicción. La solución de mayor razonabilidad y menor costo que aparece ante esta situación es la asociación interjurisdiccional. Esta puede consistir en redes regionales (interprovinciales) en las cuales la jurisdicción con mayor desarrollo preste conocimiento a las menos desarrolladas o, mediante convenios Nación­Provincias para utilizar recursos técnicos y financieros provenientes de la cooperación internacional.
2. La desigual distribución territorial de las industrias culturales
Las industrias culturales argentinas están concentradas en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. Por ejemplo, la actividad editorial localiza allí el 79% de las empresas, y el porcentaje es aún mayor en el sector cinematográfico7.
En el nivel provincial, la intervención pública en el sector de las industrias culturales es en general escasa y muy reciente, pudiéndose igualmente diferenciar entre aquellas provincias en las cuales el Estado tiene algún tipo de interés y/o intervención, de aquellas donde el tema industrias culturales no tiene ningún tipo de abordaje desde el sector público.
Entre las primeras se destacan las provincias de Buenos Aires, que tiene una Dirección de Industrias Culturales dentro del Instituto Provincial de Cultura; la provincia de Santa Fe, cuya Secretaría de Cultura tiene un Programa de Industrias Culturales; las provincias de Córdoba y Mendoza que han creado espacios de atención específicos para una u otra rama de las industrias culturales y la provincia de San Luis que ha desarrollado una agresiva política de producción cinematográfica a partir de una Ley Provincial de Fomento específica. Entre los objetivos que se proponen alcanzar las áreas de cultura de las provincias de Misiones y Chubut expresados en sus misiones y funciones, se menciona el desarrollo de las industrias culturales locales.
En el nivel de gobierno local, con la excepción ya mencionada de la ciudad de Buenos Aires, en algunas de las grandes ciudades del país –Rosario, Córdoba, Mendoza­ encontramos subsectores de industrias culturales en proceso de desarrollo (principalmente editoriales, empresas de diseño, estudios de producción audiovisual y, por supuesto, emprendimientos vinculados con la actividad artesanal) existiendo una disposición favorable de los gobiernos para atender sus demandas.
En las ciudades pequeñas y en los pueblos, a pesar del potencial expresivo de las organizaciones sociales y de los propios habitantes, por las razones expuestas en el punto 1., las políticas públicas para el sector están todavía escasamente desarrolladas o, en algunos casos, ni siquiera existen. Esta situación está en consonancia con las grandes diferencias de desarrollo económico y social que hay actualmente entre las distintas regiones del país. Equilibrar el desarrollo de las distintas provincias en este tema exigirá entonces un esfuerzo de planificación a partir de una visión abarcadora del conjunto. Esto solamente podría hacerse desde una perspectiva nacional, pero para tener mejores posibilidades de éxito en esa tarea, dado el sistema 7
Ver Getino y Schargorodsky “El cine argentino en los mercados externos. Introducción a una problemática económica y cultural”.
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federal en que está organizada la Argentina, se requiere previamente de acuerdos interjurisdiccionales que habiliten la participación de la Nación.
3. El tamaño del mercado interno y las dificultades para ganar mercados externos
Desarrollar nuevos públicos y crear mercados ­a escala local, nacional, regional e internacional­ es una cuestión estratégica. Sin públicos ni mercados, las políticas de fomento de las industrias culturales tendrán un impacto muy limitado. Sin embargo, las políticas públicas suelen soslayar muchas veces el apoyo a estos eslabones finales de la cadena productiva. Una de las razones que explican esta situación es que este tipo de acciones exige plazos de tiempo muy largos para ver sus efectos en la realidad.
Desde una perspectiva económica, el éxito de las políticas de apoyo a las industrias culturales dependerá en última instancia de la aceptación por parte del público de los productos ofrecidos. Si esos públicos no valoran y, por ende, no consumen los productos que salen de las industrias, será muy difícil que éstas consoliden en el propio mercado y, menos aún, puedan alcanzar con éxito otros mercados más alejados.
A partir de lo expuesto arriba, resulta clave que las políticas a implementar faciliten una sinergia entre la dimensión económica y la dimensión social identitaria, pues una retroalimentación entre ambas llevará a mejores resultados desde el punto de vista de la comercialización y el consumo.
Por otra parte, Argentina, como los demás países en vías en desarrollo es fundamentalmente receptora de bienes y servicios de la industria cultural producidos en los países centrales o los grandes países exportadores emergentes como China e India. Uno de los efectos de esta situación es que dificultan el dominio del propio mercado, lo cual termina por condicionar, en un efecto perverso, el acceso a los mercados internacionales. De todas formas, los casos en los cuales países periféricos han logrado acceder con su producción cultural a mercados externos muestran alguna de las siguientes características:
­ Hallazgo de un nicho de mercado no suficientemente explotado.
­ Productos de gran originalidad o de alta calidad de elaboración.
­ Productos basados sobre la obra de artistas mundialmente reconocidos.
Los mecanismos estatales de promoción comercial en el exterior pueden ser una herramienta eficaz en el proceso de apertura de mercados. Para ello deberán incluir los productos culturales entre los elementos importantes de la oferta nacional. De forma complementaria, pueden asociarse a la oferta de turismo cultural y colaborar en la definición de una “marca­país”. Este proceso, como se dijo al inicio del trabajo, requiere asociar al sector cultural con distintas agencias gubernamentales, fundamentalmente las responsables de las políticas de comercio exterior y turismo.
4. La integración del sistema universitario para producir procesos de I+D+I
En el proceso de diseño e implementación de políticas para el fomento de las industrias culturales, las actividades de Investigación, Desarrollo e Innovación tecnológica juegan un papel determinante. Como 5
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todas ellas requieren de tiempo para llegar a mostrar resultados concretos y, además, es necesaria una inversión importante para poner el proceso en movimiento y mantenerlo en el tiempo, la actuación pública es casi imprescindible. A ella debe sumarse la participación de las universidades públicas y privadas.
El interés universitario en la problemática de las industrias culturales es muy reciente en Argentina. Recién a partir de la crisis del 2001­2002 esta situación ha comenzado a revertirse, primero con la apertura de carreras de Gestión Cultural y luego con carreras de posgrado directamente centradas en la problemática de las industrias culturales.
En cuanto a la investigación, los principales equipos dedicados a la temática forman parte del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y son muy pocas las provincias que disponen de recursos humanos capacitados e interesados en las industrias culturales (por ejemplo, se conocen trabajos de la provincia de Mendoza).
La superación de esta problemática pasará entonces por atraer investigadores jóvenes, y brindarles financiamiento a partir de modelos de asociación público­privados que se propongan objetivos concretos. Esto implica, una vez más, una tarea que excede a un solo organismo o jurisdicción, sino que reclama capacidad de articulación intergubernamental e intersectorial.
Ejes estratégicos de las políticas de fomento para las industrias culturales
Las experiencias de países que cuentan con industrias culturales más desarrolladas muestran que las políticas de fomento sectorial se han construido alrededor de los siguientes ejes estratégicos: 1. Realización de un diagnóstico sectorial de las industrias culturales que permita identificar fortalezas y debilidades específicas para determinar en cuales subsectores puede ser más eficaz la intervención pública.
2. Actualización de la normativa vigente sobre industrias culturales incluyendo medidas de fomento, estímulo y promoción. Las mismas tienen especial cuenta de los avances tecnológicos.
3. Formación profesional de técnicos y profesionales en todas las ramas de las industrias culturales.
4. Fuerte presencia de productos de la industria cultural nacional en el mercado interno.
5. Desarrollo del comercio internacional de bienes y servicio producidos por las industrias culturales nacionales.
Para asegurar su eficacia, las políticas públicas que permitan llevar a la práctica los ejes mencionados necesitan, además de instrumentos normativos adecuados, presupuesto suficiente y recursos humanos capacitados para gestionarlas, tres precondiciones:
1. Contar con acuerdos explícitos entre el sector público y el sector privado, que establezcan objetivos comunes a alcanzar sobre la base de una fuerte colaboración mutua. La incorporación del sistema universitario a estos acuerdos permitiría lanzar procesos sectoriales de I+D+I.
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2. Establecer instancias de coordinación intergubernamentales. Esto implica la conformación de comités interministeriales, que permitan compartir información y contar con especialistas en las distintas temáticas que requiere la atención del sector. Además estas instancias deberían realizar el seguimiento y control de las políticas implementadas a fin de corregir eventuales desvíos. 3. Establecer alianzas interjurisdiccionales a efectos de mejorar la distribución territorial de las industrias culturales mediante una mejor aplicación de los recursos disponibles. Las condiciones anteriores presentan, en cierta medida, el deber ser de un proceso de diseño de políticas para el fomento de las industrias culturales. En la realidad, la situación en Argentina muestra diferencias importantes entre la situación de los diferentes subsectores. Una parte importante de estas diferencias se origina en la escasa atención que se le otorga al desarrollo de las relaciones intra e intergubernamentales y del Estado con el sector privado. En los ejemplos que siguen se puede apreciar el valor de estas relaciones tanto en una política con muchos años de desarrollo como en otra que está en vías de diseño. La política para la producción cinematográfica
La industria cinematográfica argentina produce desde la década del ’30 una media de 50 películas por año. Este sector cuenta con una Ley 8 con más de treinta años de vigencia ininterrumpida. La Ley creó el actual Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales (INCAA), que es el organismo público que tiene a su cargo el fomento y la regulación de la actividad cinematográfica y audiovisual.
Aunque la Ley junto con sus normas complementarias y la propia acción del INCAA están dirigidas en primer lugar a asegurar un cierto nivel de producción cinematográfica, es decir que sus efectos en los demás eslabones de la cadena de valor –distribución, comercialización y consumo­ son menores, la combinación de un marco legal y una institución ejecutiva parecen ser una forma exitosa de política pública.
La existencia de ambos ha permitido que la Argentina integre el selecto (por lo pequeño) grupo de países que cuentan con una industria cinematográfica propia.
El INCAA
La Ley establece que el INCAA está a cargo de una Presidencia (Presidente y Vicepresidente) nombrados por el/la Presidente de la Nación, y de la Asamblea Federal, órgano colegiado integrado por los responsables máximos de las áreas de cultura de cada una de las provincias. Esta participación de las provincias en la conducción de la organización constituye una de sus fortalezas más importantes. En un país federal como Argentina, el acuerdo de todas las regiones en fomentar la cinematografía ha contribuido a su estabilidad, e incluso a su supervivencia en períodos políticamente difíciles.
Ley 17.741 promulgada en 1968 y sus modificatorias. 8
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La Asamblea Federal se reúne obligatoriamente dos veces por año y de ella surgen las líneas de acción que llevará adelante la Presidencia del INCAA. En las reuniones se evalúa lo realizado en el semestre anterior. Esta interdependencia obligada nación­provincias constituye un ámbito de trabajo donde la exigencia de tareas concretas permite, al menos, disminuir situaciones conflictivas y, al menos en teoría, deberían facilitar una mejor distribución territorial de la actividad.
Al mismo tiempo, el INCAA cuenta con un Consejo Asesor donde participan los empresarios y los sindicatos del sector. Sus aportes, si bien no son vinculantes, son muy tenidos en cuenta a la hora de adoptar decisiones. La sinergia producida por el encuentro entre el aporte regional y provincial, los empresarios y sindicatos resulta evidente.
Los resultados positivos pueden verse en el nivel del empleo y en la calidad artística de la producción lo cual le ha permitido obtener premios en festivales de todo el mundo.
En relación con otros subsectores del campo audiovisual, cabe destacar la actividad de una nueva generación de empresarios que percibió las posibilidades inexplotadas que existían en la venta de formatos y contenidos para programas de televisión. Luego de posicionarse firmemente en el mercado interno, han comenzado a expandir sus actividades a otros países con resultados muy positivos. Extendiendo el esquema de políticas públicas vigente –Ley y el propio INCAA como organismo ejecutivo­ a esas actividades, el Estado podría potenciar más aún este sector creativo, impulsando el desarrollo del sector privado a nivel provincial.
Las políticas para la producción editorial
La Argentina comenzó a desarrollar su industria editorial ya a fines del siglo XIX y, en la época de oro de su producción (1950­1970), llegó a ser el principal abastecedor de libros de América Latina. Era una industria que no sólo copiaba y difundía las preferencias europeas, sino que además generaba por su propia dinámica una producción creativa propia, de alcance masivo.
En los años 60 y primera mitad de los 70, surgieron sellos independientes con catálogos de altísima calidad, que se sumaban a las propuestas más conservadoras de las grandes editoriales del exterior. El largo y trágico período que vivió la sociedad argentina producido por los sucesivos golpes militares que, entre otras calamidades, incluyeron al libro como otro enemigo a destruir, acabó prácticamente con el predominio editorial continental del país.
Ese proceso de decadencia se acentúa en la década de 1990 con la implantación de una política económica neoliberal que facilita el proceso de concentración y trasnacionalización del sector.
En síntesis, en unos treinta años se pasa de un sector fundamentalmente exportador a un sector importador, cuyos objetivos se guían exclusivamente por lógicas de mercado. Queda en pie, de aquella época, un marco normativo dirigido fundamentalmente a la protección de la propiedad intelectual9.
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ley vigente Nº11.723 y modificatorias
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¿Cómo recuperar entonces un sector industrial que, al mismo tiempo que procure ganar mercados internos y externos, se considere parte activa del sector cultural?
Existen actualmente proyectos en el nivel nacional y hay también iniciativas locales, cuya propuesta central consiste en replicar el modelo del sector cinematográfico combinando la acción normativa con un Instituto del Libro como instrumento ejecutivo. La iniciativa es resistida por algunos empresarios editoriales y apoyada por otros, sin que se encuentre hasta el momento un ámbito que los reúna para el debate, necesario para encontrar una síntesis que permita el (nuevo) despegue del sector.
Estas tensiones propias de un sector que necesita crecer para sobrevivir llevarán tarde o temprano al rediseño de políticas públicas de fomento. Cualquiera sea el modelo que se adopte para ellas, la construcción de instancias intergubernamentales e interjurisdiccionales aparece como un factor clave. Si se toman las propuestas señaladas por Moneta10 respecto del desarrollo del sector, donde, a su juicio, la finalidad de las políticas públicas sería:
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Ampliar el hábito de lectura en la población
Desarrollar un sistema de información estadística del sector editorial
Facilitar el acceso del sector editorial al crédito
Mejorar la calidad, eficiencia y rentabilidad del sector editorial
Dinamizar las exportaciones de libros argentinos
Combatir la piratería y reproducción ilegal
Mejorar el Registro de Importaciones del Sector Editorial (RISE)
Mejorar la calidad, precio y suministro del papel editorial
Aumentar la capacidad de producción y la calidad de las imprentas y encuadernadoras
Apoyar el desarrollo de cadenas de comercialización y evitar nuevos cierres de librerías
Corregir las asimetrías fiscales que afectan a la industria del libro
Fortalecer las ediciones intra regionales
Fomentar la disponibilidad de catálogos editoriales diversificados y de calidad.
Resulta evidente que, ante ese desafío, es necesaria la intervención de distintos sectores gubernamentales como educación, finanzas y sistema bancario, industria, comercio, aduanas, fiscalidad y cultura.
En definitiva, más allá de los esquemas o modelos que se quieran implementar, concebir y ejecutar políticas públicas para estimular al sector privado a desarrollar proyectos en el sector de las industrias culturales requerirá de esfuerzos coordinados tanto intergubernamentales como interjurisdiccionales, los cuales aparecen como condiciones necesarias para acometer esta tarea con posibilidades de éxito. Bibliografía
AGUADO, Amelia. “Políticas editoriales e impacto cultural en la Argentina: 1880­2000”. Disponible
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http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851­
17402006000200007&lng=es&nrm=iso 10
Ver MONETA, Carlos J., El futuro del libro en Iberoamérica.
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CUADERNOS DE POLÍTICAS CULTURALES, Indicadores Culturales 2007, Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina.
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HÉCTOR SCHARGORODSKY
Agrimensor (UM), Actor y profesor Nacional de Teatro egresado del Conservatorio Nacional “Antonio Cunill Cabanellas”. Diploma de Estudios Superiores Especializados (DESS) en Políticas Culturales (Universidad de Dijon­Francia). Integra el Cuerpo de Administradores Gubernamentales de la Nación desde 1990. Se ha especializado en la concepción, análisis y gestión de políticas culturales. Entre otras 10
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actividades ha sido Director de Industrias Culturales (Secretaría de Cultura de la Nación) y Director de Espacios INCAA (Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales). Fundador y actual Director del Observatorio Cultural de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, y Subdirector del Posgrado en Administración de Artes del Espectáculo en la misma Facultad. Ha dictado cursos de su especialidad en distintas universidades del país, de Sudamérica y de Europa. Organizó y participó como ponente en seminarios sobre gestión cultural, economía del sector cultural y administración pública en Argentina y otros países de América y Europa. Entre otras publicaciones citamos “Planificación de las políticas culturales nacionales” en la revista APORTES Nº23, 2006, “Economía de la Cultura” compilación realizada junto con Carlos M.M. Elia, FCE­UBA, 2007, “El cine argentino en los mercados externos” en colaboración con Octavio Getino, “Los mercados del espectáculo en Argentina” y “Análisis de los factores de producción en dos teatros públicos de Buenos Aires” en La Economía del Espectáculo: una comparación internacional, Gescènic, Barcelona, 2009.
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