Cíclopes Ontológicos - Escuela Internacional de Coaching

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“Dadle a un hombre un pescado y lo alimentarás por un día, enséñale a “aprender” y lo alimentarás de por vida”. Fredy Kofman.” Cı́clopes Ontológicos Por Nancy Diana Aprendiendo a Aprender El primer paso para deslizarnos en el viaje del aprendiz, es declararnos como tales. Hemos de ser rigurosos al escuchar aquí, ya que todo el mundo se declara partidario del aprendizaje, sin embargo la mayoría de las personas tiene dificultades para aprender. ¿Por qué aparecen estas dificultades, cuál o cuáles son las fuentes? Carlos Castaneda en su trabajo antropológico sobre el chamán Tolteca don Juan, presenta una interpretación acerca de esta dificultad para aprender, y la propone como un gran enemigo (del cual se desprenden muchos otros): el miedo. Fredy Kofman denomina a las fuerzas negativas que obstruyen el aprender como “enemigos del aprendizaje”. Nosotros llamaremos a estas fuerzas enemigas que pueden presentarse en nuestro camino de aprendizaje, “Cíclopes”, tal como se refería C. Kavafis en su poema Ítaca, a los monstruos-­‐dificultades, que se presentaban en nuestro camino hacia Ítaca. Estos Cíclopes, tomarán distintas formas para cada uno de nosotros, tienen la habilidad de manifestarse como “guardianes de nuestro espacio seguro” aunque en el sendero del aprendiz, lo harán como acérrimos enemigos de nuestro aprendizaje. ¿Cómo los distinguiremos? ¿Cómo sabremos cuando están presentes? ¿Cuándo están operando? Heidegger, en su libro Ser y Tiempo, señala que, podemos distinguir diversos modos de ser; por ejemplo, el modo de ser de los seres naturales, que se diferencia del modo de ser de las obras de arte, que a su vez es distinto del modo de ser de los objetos técnicos, que a su vez es distinto del modo de ser de los elementos orgánicos etc. Dentro de ellos, se encuentra, el modo de ser de los seres humanos, para el cual Heidegger inventa un neologismo: Dasein. Dentro de estos modos de ser, Heidegger encuentra una preeminencia de este modo de ser sobre los otros, en tanto que este modo comprende lo que es estar Siendo. Es decir, nuestro modo de ser no solo se limita a ser de cierta manera, sino que, se preocupa por qué significa ser. Dado que estos enemigos del aprendizaje se manifiestan como maneras particulares de ser, los llamaremos “Cíclopes ontológicos” ¿Por qué usamos en adjetivo “ontológico” para referirnos a estos enemigos del aprendizaje? La ontología es, en términos prácticos dentro de la filosofía, el estudio del Ser, y desde ahí nos referiremos en particular a aquellas barreras que aparecen, por el modo de ser que estamos siendo como seres humanos; no tanto por nuestra condición biológica, sociológica, psicológica, económica etc. Entonces podríamos decir que los Cíclopes son “siendos” que al manifestarse dificultan nuestro aprendizaje. CÍCLOPES ONTOLÓGICOS 1-­‐Inhabilidad para admitir que no sé El primer “Cíclope Ontológico” que hemos de enfrentar es el Guardián de lo que sé que no sé y no sé qué sé. Este enemigo se manifiesta en nuestra inhabilidad para admitir que no sé. Recuerdo una ocasión en mi escuela primaria en la que mi maestra me preguntó sobre algo que se suponía que debía conocer la respuesta, al no saber experimenté un calor repentino poniéndome roja sintiéndome avergonzada al tener que confesar delante de toda la clase que no sabía! Y me prometí a mi misma que eso nunca más me pasaría. Eso se transformo entonces en la fuerza que me impulso a estudiar a conocer a informarme a esforzarme, y también eso fue el origen de algo más. Cuando aprendemos, no solo aprendemos lo que aprendemos, aprendemos también el poder, la fuerza, la luz de la nueva distinción y con ella el contexto en el que lo aprendimos, su espacio emocional, sociocultural etc. Ese espacio queda inaugurado para nosotros como el espacio de lo que Ya sé, donde no hay riesgo, de exposición, solo seguridad confortable; ahora solo queda ir adaptando las nuevas informaciones al mapa que ya conozco. He construido un vasto territorio de “X” y cada “Y” que me llegue como información nueva, pasará por un filtro que también he ido tejiendo poco a poco, que la readaptará en una suave y conocida X. ¿Y qué pasa cuando me enfrento a algo nuevo? Lo veo desde lo que “ya conozco”. Así, propiamente nunca me encuentro con algo nuevo, sino sólo con adiciones, apéndices, notas a pié de pagina de lo ya conocido. Martín Heidegger lo dice con estas palabras: “habitamos en la luz de la verdad”. Pero entonces cómo aprenderé “algo nuevo” auténticamente nuevo? Los seres humanos en nuestro particular modo de ser no estamos preparados para ver lo nuevo, como nuevo, tanto individualmente como colectivamente muchas veces perdemos oportunidades porque somos esencialmente “conservadores”. Por ejemplo, la IBM se cerró en ciernes a ver lo nuevo que le proponían Chester Carlson y Otto Kornei al presentarle su invento para reproducir imágenes en un trozo de papel y abrió así una mega oportunidad para que naciera la Xerox. Es desafiando el tejido de mi viejo filtro, atravesándolo, desarrollando la habilidad de admitir que no sé cómo abriré a través de la declaración de ignorancia, el territorio fértil en el cual puedo empezar a sembrar las nuevas "Y". La ignorancia es el umbral del terreno del aprendizaje. Sólo podemos hacer el juicio de ignorancia cuando reconocemos que hay algo que aprender. La ignorancia es una condición para empezar a aprender. 2-­‐ La ceguera Este “Cíclope Ontológico” la ceguera (acerca de nuestra propia incompetencia), habita en el universo de las incertidumbres. Y aunque no es propiamente un enemigo la manera en la que nos relacionemos con el determinará su postura. Veamos, normalmente, no sabemos qué no sabemos. No sólo no estamos preparados para ver lo nuevo desde la perspectiva de lo nuevo, sino que ni siquiera percibimos los “agujeros negros“de nuestra percepción. Cuando no conocemos algo no vivimos como si tuviéramos un vacío que está esperando ser llenado. Actuamos, organizamos nuestras vidas y nos damos un sentido a nosotros mismos y al mundo a partir de las distinciones, historias y competencias que poseemos y conocemos. No de las que no poseemos. Normalmente, no tenemos la más mínima idea de la existencia de dominios del conocimiento que puedan existir y estar disponibles. Ciertamente, no tenemos idea de aquellos dominios del conocimiento que actualmente están siendo inventados. Para nosotros es imposible iniciar el camino del aprendiz sin conciencia de no-­‐
saber. El ciego no sabe que no sabe, por lo tanto se halla atrapado en la ilusión de que no tiene nada que aprender, fertilizando el terreno para la manifestación de otro Cíclope enemigo, la arrogancia. Todos tenemos espacios de ceguera en nuestra forma de existir, el enemigo aquí está en no contemplar en nuestro espacio de comprensión este momento de ceguera. En no concebir que pueda que lo que percibo, comprendo, creo, etc. no sea todo lo que existe. Y que, por tanto, descalifique, cuando desde otra manera de habitar el mundo, surja alguien que me reporte de una experiencia que no está a mi alcance. Creer que el mundo que habito es todo el mundo me sume en la arrogancia y aquí las posibilidades de aprendizaje están cerradas ya que la declaración tácita de esta es, “no tengo nada que aprender”, no tengo nada que mejorar “no hay peor ciego que el que no quiere ver” reza el refrán. La humildad abre entonces el espacio hacia el aprendizaje, ya que me permite declarar mi ignorancia, aceptar que tengo puntos de ceguera, áreas de mejora, estando en paz con ello. Estar en el terreno del aprendizaje tiene un saludable momento de escepticismo. Un momento en el que estamos dispuestos a cuestionar nuestros conocimientos, a liberarnos de nuestros supuestos actuales y a abrirnos a la posibilidad de que pudiera existir algo nuevo que aprender. Sin este momento de duda, o incertidumbre el aprendizaje no puede ocurrir. 3-­‐No puedo aprender dado quien soy (cuando me considero algo fijo) Este Cíclope se alimenta de los juicios negativos que tengo de mi mismo, este enemigo del aprendizaje limita o impide mis posibilidades de aprendizaje comportándose como un monstruo plagado de opiniones verdaderas, al acecho de mí aprender: Me digo a mi misma “Nací así, sin esa capacidad” “Soy mala para los idiomas” “Soy mala para las matemáticas” En ese o aquel dominio soy algo así como “genéticamente Incompetente” incluso “socialmente impedida”, o emocionalmente indispuesta”… En fin: dado quien soy, dado mi historia, dado mi personalidad, dado mi genero, mi edad, nivel económico, mí estado civil, mí educación escolar, la ausencia de ella, mi… mi…mi etc. etc.” El enorme Cíclope se instala como una o varias barreras del aprendizaje en los distintos dominios en los que he decidido que “no se puede aprender”: que no puedo aprender“¿Cómo se podría aprender a tener éxito en la vida? ¿Cómo se puede aprender la seducción o el liderazgo? ¿Cómo se puede aprender a ser divertida, sensual, alegre, liviana, buena coach? Un disolvente de juicios negativos será el diferenciarlos de las afirmaciones y saber que los juicios son eso, juicios, opiniones de los fenómenos las cosas el mundo, que no son fijos que pueden variar y que corresponden al mundo de las interpretaciones que como observadores construimos. 4-­‐Quiero tenerlo todo claro todo el tiempo. Este Cíclope, guardián por excelencia de mi espacio de confort, ha desarrollado una especial ansiedad por tenerlo todo claro todo el tiempo. Cualquier momento de duda confusión pregunta es evitado a toda costa, es absolutamente incómodo para él. Pretende que no aprendamos a vivir en la incertidumbre como espacio de transición para la creación, ni hablar de los momentos de oscuridad en el camino, qué horror!, eso es para él una amenaza de muerte! Quienes son presas de este enemigo harán cualquier cosa por evitar declarar sus quiebres, pretenderán que todo está bien hasta que el edificio entero se venga abajo. Como resultado de esta esclavitud querrá, conocer todos los pasos, como si de una instrucción informática se tratase, negando a toda costa los momentos de retroceso, oscuridad, los momentos de no saber cómo o qué, argumentando muchas razones por las cuales ha de “saberse” tenerse la información necesaria para cargar la memoria e ir adelante sin baches. Lo que nuestro protector enemigo ignora, es que cargar la memoria o seguir las instrucciones de un programa de ordenador puede tener claridad en cada uno de los pasos porque estos son lineales y consecutivos. Nada de esto sucede con los seres humanos, desde bebés, aprendemos en saltos, en verdaderas explosiones, cuando aprendemos a hablar, a caminar, cuando aprendemos competencias sociales, etc. Hay momentos de repetición, de retroceso, caídas y hay momentos de avance gigantesco, de saltos; hay momentos fundamentales que podemos llamar “estar sobre plano”, en que, aparentemente no avanzamos nada, y sin embargo estamos en lo profundo del aprender. Pues bien, no es extraño que quienes vivan queriendo tener todo claro todo el tiempo vivan momentos de depresión y que tengan dificultades de escuchar algo nuevo. 5-­‐No tengo Tiempo. O mejor dicho no asigno prioridad al aprendizaje. Auxilio! soy víctima de la vorágine cotidiana. El ritmo del mundo me deja sin tiempo. El mundo y el tiempo insuficiente no me dejan aprender. MMM... mi Cíclope tiene muchísimas razones excusas, historias, cuentos y peripecias para justificarlo! ¿Qué me roba el tiempo? ¿Quién me llena la agenda de cosas urgentes? ¿Dónde queda la tranquilidad, la serenidad, el ocio, el tiempo para la meditación, la reflexión? El tiempo es un espacio de aprendizaje para la asignación de prioridades, para aprender donde alojo el recurso “Tiempo”. Nuestra vida moderna está plagada de sistemas de entretención como la TV, internet, la hiperactividad, el trabajolismo, lectura excesiva, adicción a los informativos, alimento abundante para incrementar las habilidades de este Cíclope, y mantenernos adormecidos sin desarrollar la capacidad y con ello el poder de diseñar en el tiempo los espacios que requiero ,asignando al aprendizaje un sitio prioritario. 6-­‐La gravedad La gente asediada por este Cíclope, asume una actitud particular cuando cree que sabe. O cuando lo que sabe, cree que le posiciona en un status ontológico especial. Entonces su cuerpo se modifica, engolando la voz, la mirada muestra un dejo de desprecio por el ignorante, el lenguaje es rebuscado citando autores cada pocas frases. Las interpretaciones sencillas sobre cualquier asunto son despreciadas justamente por sencillas. La risa está ausente, y si se asoma es apenas una mueca rígida por un lado de la comisura de los labios. Este Cíclope me dice “la risa abunda en la boca del tonto” Este enemigo del aprendizaje ha confundido gravedad con seriedad, no sabe que algo puede ser serio y permitir el espacio para que la risa, la alegría estén presentes, sobre todo desconoce la capacidad que poseemos los seres humanos para reírnos de nosotros mismos. Quienes viven al acecho del Cíclope de la gravedad, tienen por supuesto dificultades para admitir que no saben. Ya que usan lo que saben como un adorno, un traje de etiqueta que no les permite poner su saber al servicio de los otros. 7-­‐La trivialidad Así como el anterior enemigo “pretende” seriedad sin conseguirla, este Cíclope ontológico vive en la incapacidad de hacer nada seriamente eso sí, con muy buena onda. Busca siempre complicidad para reírse de los demás, evitando así cualquier posibilidad de reírse de sí mismo. Confunde la liviandad, con minimizar los asuntos de interés ajeno, con mofarse, generando a su alrededor un ambiente de intimidación por el ridículo, que hace que los que le rodean eviten expresarse sincera y libremente. Este personaje aparece como “el buena onda” siempre tiene un comentario chistoso que ofrecer. Acerca del que pone todo su entusiasmo en lo que hace, dice: “a este lo embaucaron” del que pone su pasión por algo, dice: este es un crédulo lo engañaron, del que tiene intenciones de innovar dice: este es un pelota! Cuando el Cíclope de la trivialidad se instala, el resultado es la mediocridad ya que no hay apertura de posibilidad de aprendizaje. Las personas asediadas por él, viven una gran dosis de sufrimiento disfrazado de “buena onda”. 8-­‐Confundir aprender con tener información Hay personas que no saben mucho y que poseen una gran sabiduría. Otros mucha información y nada de maestría. Hagamos aquí una breve distinción entre “saber” y “saber hablar acerca de” Saber, comporta tener información que traducida a la vida se transforma en poder de acción. Si esto no ocurre estamos ante el Cíclope confundido que tiene la información y con ella nos insta a repetir ciertas afirmaciones y nada más, a hablar acerca de esa información sin desarrollar la capacidad de actuar. Por ejemplo mi Cíclope ha leído sobre el uso del bisturí, conoce los nombres de ciertos cortes y también de los distintos tipos de bisturí, esto lo acredita para hablar acerca del uso del bisturí, pero de ninguna manera lo habilita a la acción de utilizarlo, nadie al que le dijera Tengo la información necesaria para el uso del bisturí, permitiría que yo le practicase una cirugía. Este enemigo limita las posibilidades de aprender ya que pone el énfasis del aprendizaje en el aspecto informativo en adquirir la información, en el contenido olvidándose del contexto y prescindiendo de los demás. 9-­‐Olvidarnos del cuerpo Para lograr la transparencia que acompaña los niveles más altos de competencia, el aprendizaje debe ser integrado corporalmente. Nuestro Cíclope ontológico ha olvidado esto por completo y pretende dejar nuestro cuerpo fuera del acto de aprender creándonos dificultades insospechadas para ello. Cuando aprendemos algo nuestra biología se modifica, nuestras neuronas crean circuitos de comunicación, conocidos como Sinapsis. La sinapsis permite que el nuevo circuito a través de la práctica se vuelva más permanente, fijo, esta es la base del aprendizaje por acciones repetitivas. Lo que invalida la creencia de que en la vejez ya no se pueda aprender, dado que la repetición de circuitos neuronales y la utilización frecuente de los mismos nos mantiene vigentes como personas, apartando por ejemplo el Alzheimer. Ejercitar nuestras neuronas expande nuestras posibilidades de aprender. Todo aprendizaje involucra una alteración del cuerpo del aprendiz para desempeñar las acciones del nuevo dominio y producir la transparencia necesaria de la práctica. Las nuevas acciones deben realizarse recurrentemente hasta que el cuerpo pueda producirlas naturalmente, sin reflexión. El sistema nervioso no es el único que se modifica en nuestro proceso de aprendizaje también lo hace nuestra conducta, el cuerpo del aprendiz debe ser capaz de desempeñar acciones que no era capaz de realizar antes. Lo interesante para empezar a mirar aquí, es que cualquier cosa que hagamos, la hacemos con nuestro cuerpo. Cuando se reconoce esto, nos alejamos del supuesto que nos dice que el aprendizaje es un proceso que sólo tiene lugar en el intelecto. 10-­‐ No dar autoridad a otro para que me enseñe Un proverbio oriental enuncia “cuando el alumno está listo el maestro aparece” aquí podríamos decir, “solo cuando el alumno lo autoriza, el maestro se manifiesta” El primer paso para abrir la etapa del aprendizaje es hacer la declaración de ignorancia, declarar que no sabemos, el segundo paso será hacer la declaración de maestro, es decir encontrar en otro, la posibilidad de que me enseñe, de que yo pueda aprender algo de él. Nota que la invitación no es a “encontrar un maestro”, sino a declarar a uno como tal. Para encontrar a una persona y declararla como nuestro maestro hace falta que sepa en el dominio que pretendemos aprender, sin embargo, que una persona sepa no la convierte en maestro. Reconozcamos en esta declaración dos cuestiones importantes: la confianza y la autoridad. Miremos la distinción autoridad: La autoridad es una forma de poder. Al darle a alguien autoridad, reconocemos que esta persona, comparada con nosotros tiene una mayor capacidad de generar acción en algún dominio determinado. De esto se trata, precisamente, el poder. Es un juicio acerca de la capacidad diferencial de alguien para la acción. En nuestra cultura occidental tenemos dificultades para admitir que otro sabe y en esta negación restamos mérito a su saber, como una actitud defensiva, que no nos deje tan mal parados cuando nos comparemos con él. Aquí el enemigo del aprendizaje se manifiesta como una fuerza restrictora del poder del otro para enseñarme, incapacitándome a declarar a nadie como maestro. Una cuarta y posible cara que puede mostrarnos nuestro Cíclope ontológico es la que dice, “yo te diré cómo enseñarme” así el alumno poseído por este enemigo se entretiene en cuestionar permanentemente los métodos del maestro 11-­‐ La desconfianza Este es un cíclope que se manifiesta con dos o tres caras. La desconfianza en el maestro, la desconfianza en uno mismo como aprendiz, y la desconfianza en el proceso de aprendizaje. Cuando la relación aprendiz-­‐maestro no tiene sus fundamentos en la confianza, el proceso del aprendizaje se vuelve extremadamente difícil. Para adentrarnos en el proceso de aprender debemos aceptar a otro como maestro, aceptar sus peticiones, su guía, sus instrucciones .Hemos de declarar nuestra incompetencia en el dominio en el que queremos aprender y aceptar la competencia del otro para que me enseñe. Aprender es adentrarse en lo desconocido, es aceptar introducirnos en la acción en el dominio en el que aceptamos no ser competentes. Una forma de llegar a lo que no sabemos es confiar en el maestro, permitir que nos muestre distinciones dejarnos guiar p por el sendero del aprendiz, muchos de los pasos por este trayecto nos podrán parecer extraños, incomprensibles o sin sentido. Aprendemos confiando en él para que nos acompañe e instruya durante el camino desconocido. La cara del Cíclope que muestra la desconfianza en el proceso de aprendizaje requiere de mí un enorme gasto de energía ya que me insta a estar preguntándome constantemente acerca de los “motivos reales “de quien me enseña o del proceso mismo, del método, la forma etc. sumiéndome en una incesante sospecha acerca de “una agenda” escondida, lo que me dificulta escuchar lo que se está diciendo o proponiendo. Distinguir confianza de ingenuidad y desconfianza de prudencia es parte de nuestra tarea como aprendices para transitar en paz el proceso de aprendizaje. En el caso de la falta de confianza en mis capacidades para aprender, podemos decir a través de la voz Saint Exupéry:”Defiende tus limitaciones y por cierto, serán tuyas” Cuando no otorgamos autoridad a otro para que nos enseñe, tendemos a dar más autoridad a personas o instituciones que juzgamos que están “por encima” de nosotros, que a nuestros pares o a “mí mismo”. Así es más fácil otorgar autoridad y confianza a Google, que a mi vecino, aquí aparece un punto interesante para mirar, la confianza y autoridad que otorgue a mis pares estará determinada por la confianza que tengo en mi mismo, como decía Groucho Marx “No podría pertenecer a un club que aceptaran a gente como yo” lo que estoy diciendo es, “Los miembros de ese club no contarán con mi confianza”. Otro asunto interesante si miramos la cuestión en términos de superiores y pares es atender lo que ocurre con aquellos a los que considero “inferiores”. Por ejemplo, podría ocurrir que si soy una Psicóloga experta en adolescentes, no pueda aceptar la sugerencia o consejo de un taxista sobre un problema con mi hijo. ¿Cómo podría enseñarme algo del mundo un anciano que no conoce internet? ¿Cómo podría enseñar a un empresario occidental, nuevas habilidades para su empresa un monje Zen? ¿Cómo podría enseñarnos a la medicina occidental, las antiguas culturas indígenas de las amazonas? .Y puedes continuar tú la lista de preguntas que te apoye a develar la cara oculta de tu Cíclope… Lo cierto es que nuestras posibilidades de aprender del Mundo, de la Naturaleza, de los Otros, de la Vida se restringen insospechadamente si no nos atrevemos a confiar, a escucharlos a permitir que nos enseñen. 12-­‐La adicción a las respuestas A. Einstein decía: “Toda mi vida he intentado comprender qué es la luz. Hoy, cualquier pillete de segundo año de Física cree que tiene la respuesta.” Nuestra cultura no ha sido la de las preguntas, sino la de las respuestas, hemos sido condicionados y aleccionados en nuestra educación con premios y castigos en relación a conocer o ignorar las respuestas correctas que se nos formularan. Sin embargo Las grandes preguntas son las que guían nuestro espíritu, son las que iluminan los senderos del aprendiz. Ellas no nacen para ser respondidas, nacen para enamorarte para cultivarlas, acariciarlas, para habitar, como seres humanos en el medio de su misterio .Las preguntas que nacen desde ese espacio que aun no conozco me invitan a una danza de e terna de ceración. El Cíclope ontológico guardián de mi saber, me tiene tan entretenida en arrojar respuestas que dificulta que ocurran nuevas preguntas. 13-­‐ No estar presentes Podríamos decir que nunca estoy donde estoy. ¿Cómo podrá entonces producirse el acto de aprender si cuando ocurre yo no estoy ahí? ¿Dónde he de estar para aprender? Parece que solamente el aprender se abre en el aquí y ahora, en el estar presente, abierto. ¿Será así? Lo que parece seguro es que si no estoy en el instante en que estoy, el aprendizaje como posibilidad se cierra. ¿Dónde estoy cuándo no estoy dónde estoy? Los seres humanos tenemos la posibilidad de habitar el pasado y el futuro. También podemos habitar el presente (cuando digo habitar estoy diciendo ser y estar) 1. Podemos habitar el presente desde el pasado. Un ejemplo de este habitar el presente podría ser-­‐estar, venir desde la nostalgia de que todo tiempo pasado fue mejor, o desde la resistencia a la experiencia ,dado que una vez sufrí, voy al presente evitando repetir ese sufrimiento. 2. Podemos habitar el presente desde el futuro Estar aquí pensando el lo que debo hacer más adelante, en el tiempo en el día incluso en el próximo minuto, tengo que ir a recoger la colada, tengo que pagar el gas, luego llamaré a Mari y le contaré lo linda que es esta película. Y así mi Cíclope elabora indiscriminadamente una lista de proyecciones, y me tiene en el presente habitándolo desde el futuro, pero desde un futuro históricamente determinado. Para abrir posibilidades hacia el futuro y visionar, he de estar en el presente, habitando el presente, que es donde ocurre todo acto de creación. 3. Y podemos incluso habitar el aquí y ahora. Estar aquí y ahora, requiere estar presente, alerta, viviendo momento a momento, permitiendo que los destellos de presencia ocurran. Acciones como comer, cantar o bañarme puedo hacerlas desde presencias muy distintas. Averigua desde que presencia haces tú lo que haces, dónde estás cuando lo haces. 14-­‐Vivir en la escasez La modernidad nos ha sumido en una vorágine cultural en la que damos valor a las cosas en tanto que escasas, vivimos en un mundo de abundancia, abundancia de música, información libros, internet y continuamos produciendo valor por la escasez. Sin embargo pensamos que no hay suficiente para todos, decimos, el universo no nos provee de todo lo necesario. Esto es lo que nuestro sigiloso Cíclope ontológico nos susurra al oído, en la intentona de preservar nuestra seguridad. ¿Y si resulta que sí, que la madre tierra nos ofrece y provee todo lo necesario desde su abundancia? ¿Si fuera que nosotros traemos la escasez operando desde la avaricia, inseguridad, miedo, necesidad de preservar segura nuestra vida? Qué posibilidades de aprendizaje podrían estar disponibles en este contexto? El miedo es la emoción predominante en este espacio y donde hay miedo no florece el aprender. Algunos de los Cíclopes Ontológicos de mi lista, Temer al poder La vergüenza No reconocer mis dones Continúa tú, tu propia lista develando desde tu experiencia a los Cíclopes Ontológicos que acechan tu aprendizaje. Nunca acabamos de descubrirlos a todos, estos son solo algunos que podemos reconocer hoy y empezar a detectar si están operando en ti. Nancy Diana Referencias M. Heidegger (Ser y Tiempo) Fredy Kofman (Metamanagement) Aldo Calcagni (Artículos) Jane Crossley y F.Morgado (De fantasmas y demonios) 
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