El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos. de Gilles Lipovetsky Aclaración: Todas las citas que no tengan referencias a pie de página son del libro que es objeto de análisis en este trabajo. Nunca estuvo tan en boga como en estos tiempos el tema de la ética. Por todas partes se percibe una revitalización de los valores. En el discurso cotidiano hay ejemplos de sobra: bioética, humanismo médico, ecología, falta de moral en los empresarios, frenar la corrupción en política, falta de ética en los medios de comunicación, etc. Pero “oscilando de un extremo a otro, las sociedades contemporáneas cultivan dos discursos aparentemente contradictorios: por un lado el de la revitalización de la moral, por el otro el del precipicio de la decadencia que ilustra el aumento de la delincuencia, los guetos en los que reina la violencia, la droga y el analfabetismo, las nueva gran pobreza, la proliferación de los delitos financieros, los progresos de la corrupción en la vida política y económica”. Es decir, si bien la ética está presente en todos los discursos y mueve multitudes, en la práctica, y paradojalmente, se ve una crisis moral cada vez mayor. Hay una certeza: vivimos en una cultura individualista. Muchos explican desde aquí el tema de la crisis moral. Sin embargo no se pueden explicar por qué hay tanta preocupación por el tema ético. ¿Cómo puede ser que personas que sólo se interesan por su propio bienestar se indignen por las injusticias y reclamen prácticas solidarias?. Tal vez sea necesario “revisar los juicios que asimilan sin reserva individualismo e inmoralidad”. Luego de poner en duda este prejuicio podemos preguntarnos “¿de qué naturaleza es este resurgimiento y de qué moral habla exactamente?”. Para responder se hace imprescindible un recorrido histórico. De forma simplista podemos hablar de tres etapas. La primera, de tipo religiosa, con normas morales tradicionales dictadas por un Ser Superior, Absoluto. La segunda, moderna y laical, pone en crisis ese sistema religioso pero no cambia en lo esencial. En vez de absolutizar a un dios, absolutiza el Deber. Este tipo de ética, por ejemplo la kantiana, es rigorista y categórica. Lo que producen es la secularización de la ética religiosa; “las obligaciones superiores hacia Dios no han sido sino transferidas a la esfera humana profana”. En cambio, en la actualidad encontramos una ruptura con el surgimiento de las sociedades posmoralistas. Es “una sociedad que repudia la retórica del deber austero, integral, maniqueo y, paralelamente, corona los derechos individuales de la autonomía, al deseo, a la felicidad... sólo otorga crédito a las normas indoloras de la vida ética... ética elegida que no ordena ningún sacrificio mayor, ningún arrancarse de sí mismo”. Sin embargo este dominio de la lógica posmoralista no genera una tolerancia permisiva sino todo lo contrario. Se da “el desarrollo paralelo de dos maneras antitéticas de remitirse a los valores, dos modos contradictorios... Por un lado, una lógica ligera y dialogada, liberal y pragmática referida a la construcción graduada de los límites, que define umbrales, integra criterios múltiples, instituye derogaciones y excepciones. Por la otra, disposiciones maniqueas, lógicas estrictamente binarias, argumentaciones más doctrinales que realistas, más preocupadas por las muestras de rigorismo que por los progresos humanistas, por la represión que por la prevención”. Para poner ejemplos de esta situación argentina, aclarando que es una caricatura más que un paralelo exacto, es el debate actual entre garantistas (Zaffaroni, “políticas de seguridad kirchneristas”) y rigoristas (Bloomberg, Ruckauf, etc.). “El posdeber contribuye, a su nivel, a fragmentar, a hacer duales las democracias, produciendo al mismo tiempo que la normalización y la anomia, más integración y más exclusión, más autovigilancia higienista y más autodestrucción, más horror a la violencia y más trivialización de la delincuencia, más cocooning y más sin techo”. Por última, podemos pensar también que hay una “acentuación de dos lógicas antinómicas del individualismo. Por un lado, el individualismo unido a las reglas morales, a la equidad, al futuro; por el otro, el individualismo de cada uno para él mismo...; o sea, en términos éticos, individualismo responsable contra individualismo irresponsable”. Aquí se Javier E. Giangreco juega el futuro de nuestras sociedades: poder superar el individualismo irresponsable dando paso a la responsabilidad , redefiniendo condiciones políticas, sociales, empresariales, educacionales, etc. No se necesitan buenas intenciones sino efectivas aplicaciones. Se propone una opción por las éticas inteligentes y aplicadas, donde importe más el resultado en beneficio del hombre que las intenciones puras. Es decir, “mejor acciones <interesadas> pero capaces de mejorar la suerte de los hombres que buenas voluntades incompetentes”. Hace unos días me decía un legislador de la Ciudad de Buenos Aires: yo tengo buenas intenciones, pero con eso sólo acá adentro no basta. Tengo que lograr que a los demás les parezca conveniente o les deje algún beneficio para que me aprueben la ley. De última, no hago nada malo y logro legislar para el bien de la gente. “Elogio de la razón que por cierto no tiene la ambición de crear corazones puros ¿pero de qué otro medio disponemos para corregir las injusticias del mundo, para construir un mundo social menos inhumano, más responsable?. Aportes para la comprensión y ampliación de sentido Sólo se puede hablar de Posmodernidad en relación a la modernidad. Pos (post) nos indica un después. El moderno tiene al Progreso como ideal de la unidad ideológica. La razón gobierna las acciones humanas y las encamina hacia la perfección. La ciencia es sinónimo de verdad absoluta y la moral de deber. En la actualidad, el hombre posmoderno ha hecho entrar en crisis todo el credo modernista. Gianni Vattimo afirma que la Posmodernidad puede interpretarse como el fin o la caída de la Modernidad, o como su consecuencia. Por otro lado, para Lyotard la Posmodernidad no es otra cosa que la caída de los metarrelatos, aquellos grandes mitos que eran el fundamento del obrar, querer y ser del hombre moderno. La explicación de cómo aparece la edad, según este autor, es que “...el saber cambia de estatuto al mismo tiempo que las sociedades entran en la llamada edad posindustrial y las culturas en la edad posmoderna”1. Otrora “Dios era fundamento de fundamentos. Luego fue marginado. Después desplazado. Después ignorado. Y, finalmente, desechado”2. El hombre no cree en Dios, pero tampoco lo refuta; solamente lo ignora. “Hubo tiempos en que Dios habitaba con normalidad en la cultura occidental. Hoy Dios es un ausente. Y lo más llamativo es que no se nota. No se lo hecha de menos a este huésped, que era lo necesario y fundamental para la vida de otros hombres en otras épocas… lo que abunda es la indiferencia… En las nuevas generaciones se da el tipo de joven sin preguntas… En fin, abunda el hombre arreligioso… actualmente lo sobrenatural, entendido como una realidad plena de sentido, está ausente o muy alejado del horizonte de la vida de muchas personas –muy probablemente de la mayoría- que parecen administrarse muy bien sin ellos”3. En la actualidad vemos que “una sociedad y una economía basadas en el uso intensivo de conocimientos producen simultáneamente fenómenos de más igualdad y de más desigualdad, de mayor homogeneidad y de mayor diferenciación” 4. La mayor diferenciación la vemos en que “las transformaciones en la organización del trabajo están provocando no sólo el aumento en los niveles de desigualdad, sino la aparición de un nuevo fenómeno social: la exclusión de la participación en el ciclo productivo” 5. Estamos viviendo una transición entre una sociedad vertical basada en relaciones de explotación, y una sociedad horizontal donde lo importante no es tanto la jerarquía como la distancia con respecto al centro de la sociedad. Explotador y explotado se encontraban dentro del mismo sistema; el excluido está fuera. El explotado es tan necesario como el explotador para mantener el sistema; el excluido, no. “Mientras que la explotación es un conflicto, la exclusión es una ruptura”6. 1 Sociedades capitalistas avanzadas, desarrolladas en la posguerra (a partir de la década del ´50). Lyotard, J., La condición posmoderna. Buenos Aires, REI, 1989. Pág. 13. 2 Barylko, J., . La Filosofía, Buenos Aires, Planeta, 1998. Pág. 284. Vattimo, G. y otros, En torno a la posmodernidad. Anthropos, Colombia, 1994. Pág. 77. 4 Tedesco, J. C, Educar en la sociedad del conocimiento. Argentina, FCE, 2000. Pág. 15. 5 Idem, pág. 18. 6 Ibidem, pág. 20. 3 Javier E. Giangreco