DEONTOLOGIA PRACTICA (VII) Miguel Albertí Amengual Presidente de la Comisión Deontológica. La venia. Según el diccionario de la Real Academia Española, “venia”, en su segunda acepción, se define como licencia o permiso pedido para ejecutar algo. Tradicionalmente se ha venido utilizando el término “venia” para referirse en el foro al procedimiento de sustitución o sucesión de un abogado por otro en la defensa de un asunto, hallándose en la actualidad esencialmente regulado en los arts. 26 del Estatuto General de la Abogacía Española y 9 del Código Deontológico, así como también en el art. 24 de los Estatutos del ICAIB, precepto éste cuya aplicación está en parte suspendida por Acuerdo de la Junta de Gobierno de fecha 23 de marzo de 2012, concretamente en sus apartados 2 al 5. La naturaleza jurídica de la venia reside en ser un mecanismo de delimitación en el tiempo de los derechos, obligaciones y responsabilidades derivados de la asunción de un caso en un determinado periodo, lo que se articula a través de un gesto que puede considerarse como de deferencia y consideración al compañero en aras a preservar no sólo la dignidad de la profesión (evitando proyectar la imagen de una sustitución por demérito del letrado sustituido o por competencia desleal), sino también la propia eficacia de la defensa en el caso concreto, ambas dos consideradas como bienes jurídicos protegidos por la norma. Ignoro el porqué, pero se suceden numerosas consultas en relación con el instituto analizado de las que se pone de manifiesto que, en el subconsciente colectivo de una parte de los compañeros, se está en la creencia, por otra parte errónea, de que todavía resultan de aplicación algunos aspectos de la venia ya superados por la normativa actualmente en vigor. Así, y con el ánimo de ayudar a una mayor clarificación, con carácter general debe señalarse que, en el actual tratamiento de la venia y como consecuencia de la aplicación de los principios constitucionales y de la legislación sobre libre competencia, se dota de total preeminencia a la libertad de elección de abogado por parte del justiciable frente a cualesquiera otros intereses o valores en juego, por muy loables que sean. Y, con carácter específico, es menester resaltar como elementos básicos los siguientes: a) Es obligatoria su solicitud, sea el asunto judicial o extrajudicial, excepción hecha de que exista previa renuncia fehaciente por parte del anterior letrado, en cuyo caso huelga hablar ya de venia. Dicha obligatoriedad, y con mayor motivo por el mandato público que representan, abarca sin excepción aquellos supuestos en los que el abogado a sustituir venga designado por el Turno de Oficio. b) Tal solicitud debe efectuarse previamente a cualquier actuación (salvo urgencia a justificar), por escrito (como requisito formal “ad probationem”) y con carácter receptivo. Señalar que, en caso de imposibilidad inicial de localizar al letrado a sustituir para realizar tal comunicación (v.g., por estar ilocalizable con correo electrónico no operativo) y ser precisa la adopción de medidas urgentes en interés del cliente, esta circunstancia deberá simplemente comunicarse al Decano. c) La venia no puede denegarse ni condicionarse en modo alguno (v.g., con cobro de honorarios). Por ello resulta indiferente la respuesta que pueda ofrecer el letrado sustituido, entendiéndose otorgada incluso en el caso de que no conteste a la petición efectuada, sin perjuicio de que ello pueda constituir una infracción de la obligación de atender inmediatamente las comunicaciones de otros abogados establecida en el art. 12 del Código Deontológico. Por consiguiente, no existe ya la denominada “venia decanal”, entendida como concesión colegial sustitutoria en caso de denegación o simple silencio, lo que no es óbice para poder seguir solicitando la intervención del Decano y de la Junta de Gobierno en aquellos casos en que los compañeros tengan alguna duda o, simplemente, quieran confirmar su correcto proceder. Tampoco se nos puede exigir por los Tribunales la acreditación formal de su otorgamiento, sino -y aún siendo ello discutible al tratarse de una cuestión estrictamente colegial- sólo del hecho de haberse solicitado debidamente, sin que se constituya en requisito de procedibilidad con efectos reflejos sobre el proceso. d) El abogado sustituido tiene la obligación de facilitar a quien le sustituya toda la información, documentación y colaboración para garantizar el derecho de defensa de quien fue su cliente, pudiendo constituir el incumplimiento de dicha obligación una infracción autónoma de los deberes que, en relación con el cliente o con los compañeros, establece nuestra normativa. e) En cuanto a los honorarios devengados, señala la normativa que el abogado sustituido tiene el derecho a reclamar los honorarios que le correspondan como consecuencia de su intervención profesional y el que le sucede deberá colaborar diligentemente para que el cliente atienda dicha solicitud, sin perjuicio de las discrepancias legítimas que pudieran surgir. Esta colaboración diligente, despojada que ha sido la venia de cualquier condicionante mercantilista, se limita simplemente a que el abogado que sucede viene obligado a trasladar a su cliente la concreta petición del compañero sustituido, dando cuenta a éste del resultado de su gestión dentro de un plazo razonable; y en el caso de disentimiento sobre dichos honorarios, deberá resolverse sin más la cuestión en el procedimiento que corresponda. Por último, el art. 85 d) del Estatuto General de la Abogacía Española tipifica como grave la infracción de lo dispuesto sobre la venia en su art. 26. No obstante, como norma general, en atención a los bienes jurídicos protegidos y a la luz del principio de proporcionalidad, la Junta de Gobierno viene estimando como leves tales infracciones, salvo que concurran especiales circunstancias que aconsejasen su calificación como graves (v.g., por causarse un grave perjuicio al justiciable). Adendas: - Art. 26.2 “En la misma instancia”; ¿asunto o instancia procesal?. Inversión carga prueba solicitud. Honorarios sustituto T.O. Calificación 9.6 C.D.