VINO DE JEREZ, SEÑOR JUEZ — Explíquese, sargento… ¿Se reafirma en su declaración? — Vino de Jerez, señoría, sin ninguna duda. Yo estaba allí cuando llegó y puedo dar fe de ello. Y aseguro también que no vino como cualquier otro, no señor. Porque vaya donde vaya, él siempre se deja notar. Usted ya me entiende… Es de los que caen bien. ¡Eso se lo puede preguntar a cualquiera! — ¡No intente conversar conmigo y limítese a contestar a la pregunta! — ¡Ea! Ya se lo estoy diciendo, señoría. Vino de Jerez… Eso sí. No vino solo. — Le recuerdo, sargento, que antes no había mencionado eso, y le recuerdo también que está bajo juramento... A ver en qué quedamos, ¿vino de Jerez o no? — Mire, señoría… Por respeto a este tricornio, no me haría falta estar bajo juramento para reafirmarme en lo dicho. Vino de Jerez… Pero vino también una del pueblo que llaman la Manzanilla, y uno de nombre raro que no sé si es holandés o inglés… — ¿Se está refiriendo a ese que llaman Brandy? — ¡Ese mismo!... ¡El Brandy! — Bien. En tal caso, pueden comenzar las fiestas del pueblo… ¡Se levanta la sesión! Salvador Díaz Martínez