Caso clínico Adicción a las Relaciones y Codependencia en Mujeres

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Gandolfo S. Psicologia.com. 2011; 15:7.
http://hdl.handle.net/10401/3150
Caso clínico
Adicción a las Relaciones y Codependencia en Mujeres
Relationship Addiction and Codependency in Women
Susana Gandolfo1*
Resumen
En esta comunicación se recoge tanto el proceso de implantación del sistema de gestión, como
las principales innovaciones que ha supuesto el mismo, visto a cuatro años desde su
implantación. En este trabajo se comunica la experiencia con intervenciones psicoterapéuticas
focalizadas en 8 pacientes del sexo femenino cuyas edades oscilan entre los 40 y 50 años, cuyo
motivo de consulta fue durante el climaterio por sintomatología depresiva, angustia, y
relaciones de pareja fracasadas.
Poseen características comunes como el haber sido víctimas de abuso o abandono por parte de
sus figuras parentales, la presencia de antecedentes de alcoholismo y adicciones en la familia de
origen. Otro elemento común es el ser portadoras de conductas adictivas: consumo de
psicofármacos, comida, tabaquismo y/o compras compulsivas La gran mayoría habían cursado
procesos terapéuticos anteriores.
Ya en las primeras sesiones surgieron elementos para plantear el diagnóstico de codependencia
y dependencia a las relaciones. Son mujeres adictas a las relaciones amorosas, o de pareja,
dañinas que repiten este modelo vincular en los ámbitos familiar, social y laboral.
Como corolario de la experiencia aportada por este trabajo de años, y más allá de los buenos
resultados obtenidos, consideramos que el grupo de autoayuda sería un recurso complementario
muy útil en una etapa final o avanzada del proceso psicoterapéutico.
Recibido: 25/11/10 - Aceptado: 08/01/11– Publicado: 06/05/11
* Correspondencia: [email protected]
1 Licenciada en Psicología, Universidad de la República, (UDELAR).
Psicologia.com – ISSN: 1137-8492
© 2011 Gandolfo S.
1
Gandolfo S.Psicologia.com. 2011; 15:7.
http://hdl.handle.net/10401/3150
1. Introducción. Conceptos básicos de codependencia y adicción a las relaciones
En este trabajo se comunica la experiencia con intervenciones psicoterapéuticas focalizadas en 8
pacientes del sexo femenino, cuyas edades oscilan entre los 40 y 60 años, que consultan
durante el climaterio por angustia, depresión, ansiedad y relaciones de pareja fracasadas.
1.1. Uno de los conceptos básicos que manejaremos en este trabajo es el de codependencia.
Se comienza a utilizar en los años setenta para describir a una persona (familiar, amigo o
voluntario) que tiene una relación directa e íntima con un alcohólico o adicto a drogas y que de
alguna manera le facilita el hecho de continuar con la adicción. Melody Beattie los define como
“aquellas personas cuyas vidas se habían vuelto disfuncionales como resultado de vivir en una
relación de compromiso con un alcohólico”.1
Recientemente este término se ha generalizado a familiares de personas con otras dependencias,
enfermedades crónicas sean psiquiátricas u orgánicas (esclerosis múltiple, insuficiencia renal,
trastornos alimentarios, etc.). Según Coddou y Chadwick, (2001) es condición necesaria que el
trastorno o la enfermedad de la otra persona sea crónico y que lleve asociada la “esperanza” de
que pueda ser curada.
También se ha definido la codependencia como una patología del vínculo que se
manifiesta por la excesiva tendencia a encargarse o a asumir las responsabilidades de otros.
Incluso el concepto de codependencia se ha utilizado para describir un patrón exagerado de
dependencia que hace llegar al individuo hasta la negligencia de sí mismo y el debilitamiento de
su propia identidad. (Gómez, Bolaños y Rivero, 2000).
1.2. El codependiente es quien se dedica a acompañar, cuidar, “salvar” al drogodependiente
involucrándose de forma obsesiva en sus problemas y situaciones de vida conflictivas,
sufriendo, frustrándose ante las repetidas recaídas y fracasos, llegando a adquirir características
y conductas similares a las del propio adicto.
Es así que el codependiente pierde el control de su propia vida y de sus límites, invirtiendo
toda su energía en el adicto, desequilibrando su existir en las áreas personal, familiar, laboral y
social e involucrándose hasta el punto de vivir por y para el adicto.
1.3. Es a fines de los 70 que se habla de la codependencia como una adicción en si
misma. En 1975 Stanton Peele escribe “Amor y Adicción” y en 1980 Robin Norwoood publica
“Mujeres que Aman demasiado”. Posteriormente numerosos autores comienzan a referirse a las
adicciones como una única entidad sean estas adicciones químicas o a sustancias o adicciones
sociales, sin sustancia, o relacionales.
Se ha señalado que hay dependencias relacionales con entidad propia como las
denominadas dependencias emocionales: adicción al amor (Norwood, 1985), interdependencia,
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Beattie, Melody, “Ya no seas codependiente”, Centro VivirLibre.com, www.vivirlibre.org,
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dependencia afectiva y adicción a las relaciones a las cuales nos referiremos a continuación
ya que las mujeres adictas a las relaciones son motivo de este trabajo. 2
Trabajos recientes sobre el tema, entre ellos los de John Bowlby, vinculan la adicción a las
relaciones con la interacción temprana entre el niño y la figura de apego lo que puede
determinar la aparición del conflicto en el vínculo. El niño siente que si se preocupa por su
madre es correspondido y si no se preocupa y no le sirve puede ser abandonado o rechazado.
Tiene un miedo constante a la separación de la madre, protesta enormemente cuando se aleja y
se aferra a ella de una manera excesiva.
El niño siente una particular debilidad centrada en la necesidad de protección lo que le hace
buscar la compañía de la madre. También percibe el desinterés o desapego de la madre e intenta
obtener su aprobación sometiéndose, halagándola y satisfaciéndola por todos sus medios. El
niño permanece entonces en un continuo estado de alerta a las señales que le informan sobre los
gustos de la madre, dada la tan temida separación y desprotección.
El estado de inseguridad, ansiedad o zozobra de un niño o adulto está determinado, en gran
medida, por la accesibilidad o capacidad de respuesta afectiva de su principal figura de afecto.
Los adictos a las relaciones insisten en repetir las mismas conductas ineficaces que
utilizaron cuando eran niños para sentirse aceptados, queridos o importantes y mediante esas
conductas buscan aliviar el dolor y la pena por sentirse abandonados. Sin embargo,
paradójicamente las conductas adictos a las relaciones perpetúan los sentimientos de
dependencia.
Este vínculo dependiente que establece en su adultez el adicto a las relaciones está colocado en
la preocupación por lo que el otro piensa, en el miedo a la pérdida de la relación, sintiendo y
vivenciando la culpa y siempre tratando de reparar. La mujer adicta a las relaciones percibe
un mundo “peligroso”, entre la necesidad de proteger y el temor a ser abandonado, anticipando
la excesiva separación y sobre todo la pérdida de amor.
1.4. Aunque en principio la adicción a las relaciones no es un fenómeno específico
atribuible a las mujeres, puede que los condicionamientos sociales y culturales hayan
determinado una alta prevalencia de este problema en ellas Se ha afirmado, que aunque los
hombres pueden ser en teoría dependientes, se hace referencia fundamentalmente a una
patología de la mujer3. Al mismo tiempo se debe descartar como patológicos los
comportamientos asociados a cualidades de la mujer como son el cuidar y proteger a los demás
(hijos, parejas o esposos con adicciones, enfermos crónicos) lo que puede ser considerado como
una respuesta o actitud de una persona sana hacia otra que se encuentra enferma. De las
mujeres se espera en general que sean dulces, sumisas, dependientes, sacrificadas, pacientes,
maternales, abnegadas, dóciles, aceptadoras, dispuestas a hacer cosas por los demás, a postergar
sus necesidades, etc.
Por lo tanto la adicción a las relaciones funciona como un patrón vincular disfuncional
caracterizado en el adulto por la actitud obsesiva y compulsiva, el excesivo control y una
tendencia a asumir las responsabilidades de otras personas con quienes se tiene una relación
emocional significativa.
Los principales síntomas de las mujeres adictas a las relaciones son:
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Mansilla, Fernando, “Un enfoque de la codependencia”, www.psiquiatria.com
Mansilla, Fernando, “Un enfoque de la codependencia”, www.psiquiatria.com
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•
Necesidad de tener el control sobre el otro. Según Diana García “en especial respecto
del varón-pareja para comprenderlo más, para compartir amistades y experiencias,
para no dejarlo solo, para complacerlo, etc.”.
•
Baja autoestima y sensación de escasa autoeficacia. Se sienten víctimas porque
sacrifican su propia felicidad. Carolina (40 años) dice: “Es como que todo el tiempo
necesito que me quieran, me siento poco querible, tan desastre… que me gratifica y me
alivia que de algún modo alguien me pueda querer…es diferente lo que razono y lo que
siento…lo que siento de mi es que soy poco valorada y me quieren porque me
sobrevaloran…construyo una ficción….el disfrute de la vida no lo merezco siempre me
parece normal que disfruten los demás yo como espectadora y no protagonista……”.
•
Autoconcepto y autoimagen negativos negativo María (51 años) relata: “…me gustaría
sentirlo de otra forma pero la realidad es que no lo merezco”.
•
Dificultad para poner límites En cuanto a los límites Beatriz (58 años) refiere: “yo creo
que falle en no haber sido mas fuerte con los limites, no tengo muchos no…me cuesta
tanto poner limites que a veces ni yo se donde están los limites lo que hice es como que
me fui olvidando y no fue fácil…es como el parto te vas olvidando lo superas y te
olvidas….no me gusta enfrentar a la gente me da miedo que quede rencor el dolor de
perder afectos…”
•
Represión de emociones. Una de las pacientes Laura (60 años) dice: “Mis afectos no me
hacen ser independiente, a mi nieto le pongo límites y no se enoja…con mi hijo no
puedo, se enoja y me duele, me da miedo que se ponga violento, más violento y que no
me deje ver a mi nieto, soy dependiente….”. “Las veces que me hizo mal, las
borracheras, tener que bancarle el cargo importante e influyente de el”.
•
Hacer propios los problemas del otro. Ana (57 años) dice: “Conmigo no soy buena, a mi
no me afecta para nada darle todo a otra persona y quedarme yo sin nada…. Lo que
yo hago es poner en el freezer lo que yo siento y atender al otro es como postergar el
dolor que me viene”
•
Negación o minimización del problema como mecanismo de defensa al cual se agrega la
evitación y el bloqueo afectivo. La dependencia afectiva y la dificultad para decir NO o
exigir condiciones, así como el miedo a la soledad y a la pérdida afectiva, lleva a muchas
mujeres a tolerar, disimular y minimizar el chantaje emocional, abusos o violencia por
parte de una pareja. “Tengo miedo, tengo terror de decirle que no tome mas alcohol,
miedo a que se vaya, a separarnos, y que me deje….” (Laura, 60 años).
•
Incapacidad para pedir ayuda puede llevar a las mujeres a ocultar su sintomatología o
bien a no solicitar tratamiento para no ser estigmatizadas como “adictas” o “locas”.
Clarisa, (57 años) “….de disfrutar me da vergüenza me van a juzgar estoy pendiente de
lo que digan los demás siento que no encuentro mi lugar y claro que me da rabia la
gente a los 50 años tiene el lugar “
•
Ideas obsesivas y conductas compulsivas”, son hiperresponsables, tienen dificultad para
la diversión y la gratificación personal y son severas con su autocrítica. “me tomo todo
demasiado en serio”….quiero cambiar las cosas, y deshacerme de otras…. de ser
superresponsable de esa responsabilidad total!!! Quiero ser solamente responsable,
del montón. Antes me costaba dejar de trabajar sentía que no tenia derecho a
descansar y divertirme. Hay cosas en mi que han cambiado, no rápidamente, me costo
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muchísimo, siempre la obligación. Este año trabaje muchísimo menos, como un 50%
menos…!!!”
•
Miedo a ser abandonada, a la soledad o al rechazo. Alicia (54 años) dice: “A mi me dan
temor los cambios me tensionan el “se va” es otro más que me deja… siento que se
aproxima una nueva etapa en mi vida siento “miedo” no me gusta estar sola, vivir sola
dejo de derivar el enfoque en los otros y pensar en mi, ahora toca el encuentro
conmigo misma……..tengo miedo a abandonarme, la justificación de mi existencia está
en los demás y no en mi….”
•
Consumo de psicofármacos o alcohol en las mujeres de mediana edad, para sobrellevar
condiciones de vida displacenteras. “….
Las características psicopatológicas de la adicción a las relaciones son la negación, obsesión,
compulsión y pérdida de control. (Lyles de Reagan, 2001).
1.5. Estas consideraciones iniciales permiten inferir que la inclusión del género resulta
fundamental para poder abordar el tema mujer adicciones y codependencia, desde una
perspectiva que pueda dar cuenta de su especificidad e importancia.
Entiendo por “género”, la producción cultural que atribuye diferentes roles y conductas
esperadas a las personas según su sexo biológico4.
En el caso de las mujeres adictas a las relaciones se da de manera exagerada esta
tendencia a sostener y cuidar los vínculos como extensión del rol materno mientras que los
varones en esa situación en general rehúyen o delegan el cuidado y acompañamiento en otros
familiares que son en general otras mujeres. Las mujeres adictas a las relaciones suelen
ser mujeres que desde muy chicas ocuparon roles inadecuados para su edad y se hicieron cargo
de sus hermanos o padres. Lo que hacen es elegir a alguien para cuidar y proteger como
hubieran querido que hicieran con ellas. La prematura adultización tuvo como consecuencia la
hiperesponsabilidad que presentan.
La identidad de género no es natural ni inmutable, sino cambiante y determinada por el
hecho de vivir e incorporar, desde el nacimiento y a través de la socialización, las experiencias,
ritos o costumbres que la sociedad considera apropiadas y valoradas para los varones y las
mujeres.
2. Crisis de la mitad de la vida en la mujer
La crisis de la mitad de la vida es un proceso que afecta a las mujeres, para éstas es un período
de la vida particularmente difícil, ya que se producen importantes cambios neuroendócrinos que
ocasionan un desequilibrio de sus procesos biológicos y que obligan a su organismo a la
readaptación de todas sus funciones al ingresar a la fase no reproductiva de su ciclo biológico.
Los cambios biológicos y psicosociales que acompañan al climaterio y la menopausia
modifican el estado de bienestar de alrededor del 60 % de las mujeres.
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García, Diana, “Las Mujeres y las Drogas Nuevos escenarios de la dependencia”, www.programacambio.org
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2.1. La Menopausia es una fase natural de la vida de la mujer, que para la mayoría de ellas
comienza silenciosamente alrededor de los cuarenta y cinco años, cuando el ciclo menstrual
empieza a ser menos regular.
La menopausia (del griego mens, que significa "mensualmente", y pausi, que significa "cese") se
define como el cese permanente de la menstruación y tiene correlaciones fisiológicas. Es un paso
dentro de un proceso lento y largo de envejecimiento reproductivo. María, (51 años) dice:
“Tengo malestares en la rodilla el aparato digestivo, me van atener que recauchutar, es hora
de ocuparme de mi misma. Estoy despreocupada de mi misma……..me siento vacía y sola…
2.2. El climaterio es una etapa en la vida de la mujer que se prolonga durante años, antes y
después de la menopausia, como consecuencia del agotamiento ovárico, caracterizada por la
aparición de signos y síntomas asociados a una disminución en la producción de estrógenos. Es
un período de involución acompañado de una serie de manifestaciones físicas y emocionales
relacionados con cambios biológicos y sociales.
Los signos y síntomas del climaterio comienzan durante una ventana de tiempo variable
llamada pre-menopausia, consecuencia del inicio de fluctuaciones en las concentraciones
estrogénicas. Los síntomas más comunes son sofocos, sudores, palpitaciones, vértigos, mareos y
dolores de cabeza. Pueden presentarse síntomas de tipo psicosomático. María (51 años) dice:
“hoy me levanté con jaqueca, ya me tomé 4 migraperifar y no me calmaron…desde que discutí
con Miguel y me destrató estoy mal del estómago” Algunas mujeres experimentan emociones
ambivalentes, irritabilidad y una declinación en la intensidad emocional que afectan, en
diversos grados las relaciones familiares e interpersonales de la mujer. Se pueden ver cambios
en la vida sexual, como disminución de la libido, dispareunia y anorgasmia.
La satisfacción personal puede adquirir en la mujer de mediana edad una expresión particular
pues en ese momento suele replantearse el sentido de la vida, revisar los valores propios y los de
las personas significativas. Frecuentemente se cuestiona los logros en las diferentes esferas de
realización personal y valora sus aciertos y errores. Este es un proceso de revalorización de la
propia vida, que algunos autores denominan segunda crisis de identidad.
Por otra parte es a esta edad que se afrontan diversos problemas socio-biológicos como vejez o
muerte de los padres, preocupaciones relativas a la viudez, jubilación y salud, así como cambios
físicos propios del envejecimiento que se van operando, con sus inevitables consecuencias en el
estilo de vida. Clarisa (57 años) “Estuve muy comprometida con mi carrera di concursos y
aproveche todas las oportunidades de estudiar y trabajar….”demasiado”…no se si valió la
pena tanto concurso tanta cosa… y me da rabia cansarme me despierto cansada, hago lo
mismo que cuando tenia 30 años los horarios son los mismos…me hubiera dedicado mas a mi
hijo….”
A esto se añade, que es justamente la mujer de mediana edad, la que generalmente asume la
atención de los ancianos, de los hijos -solas o con sus parejas- y de los nietos; suele
responsabilizarse además de la administración económica del hogar, y del desempeño de tareas
domésticas que requieren esfuerzo físico, todo lo cual contribuye a aumentar la vulnerabilidad
de la mujer en esta etapa de la vida lo que puede favorecer la aparición de sentimientos de
impotencia, baja autoestima, frustración de las aspiraciones y de la satisfacción personal. Laura
(60 años) dice:”Hace 31 años que estoy divorciada alguna vez tuve algo con hombres pero
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esporádicamente….después de los 50 años me daba lo mismo estar con un hombre que mirar
Showmatch….”
3. Clínica
"Tratar de recuperarse sin fe es como subir una
montaña empinada hacia atrás y con tacones altos"
Me referiré a la experiencia clínica recabada durante el proceso terapéutico de ocho pacientes
del sexo femenino cuyas edades oscilan entre los 40 y los 58 años de edad, seis de ellas
divorciadas (incluso más de una vez), una viuda y otra soltera, todas en actividad laboral y de
nivel educativo universitario y terciario. La mayoría de ellas habían cursado procesos
terapéuticos anteriores en otra etapa de sus vidas, por lo tanto esta sería una segunda
oportunidad de realizar cambios en sus vidas.
Ya en las primeras sesiones surgieron elementos para plantear el diagnóstico de
codependencia y dependencia a las relaciones. Son mujeres adictas a las relaciones
amorosas o de pareja dañinas que repiten este modelo vincular en los ámbitos familiar, social y
laboral.
En la historia de estas ocho pacientes y coincidiendo con las características clínicas de las
mujeres adictas a las relaciones descritas por diferentes autores encontramos:
1.
Carencias afectivas tempranas que implicaron abandono físico o emocional por
parte de sus figuras parentales. Esto genera un apego inseguro Beatriz (58) “Yo siento
que mi madre me juzga, tengo todo esto de dependiente ante los argumentos de mi
madre siento ira, ella se cierra a la discusión, no habilita para decir algo diferente”.
2. Haber sido víctimas de abuso sexual, físico y psicológico. María (51 años) “Hay
algo que me da miedo y que me deja paralizada: me acuerdo de la escena yo tenia 10 u
11 años y estaba en la casa de mi abuela el, mi tío, me llamó que me acercara ya a esa
edad me manoseaba…de ahí salta a mi memoria que fue a los 15 años que caí en sus
redes…tengo rabia y pena repulsión y odio, vergüenza si, eso me acompaña desde el
primer episodio de manoseo y el sexo todo eso me hace sentir culpable y llena de
vergüenza…”
3. Antecedentes de alcoholismo y adicciones en la familia de origen.
4. Presencia de otras conductas adictivas: consumo de psicofármacos, comida,
tabaquismo, compras compulsivas.
5.
Conductas de autosacrificio y sentimientos de culpa con una tendencia a
hacerse cargo del cuidado del otro con la creencia de no hacer nunca lo suficiente
(autoestima). “Cuando me pregunto sobre el sentido de la vida: luchar, desde mi
adolescencia para acá luchar…disfrutar me da vergüenza.” “Tendría que cuidarme
soy diabética no hago la dieta y hace años que no me controlo mi salud, no voy al
dentista”.
6. Dificultad para poner límites. No reconocimiento de las propias necesidades. Laura
(60 años) dice: “yo creo que fallé en no haber sido mas fuerte con los límites, no tengo
muchos no…me cuesta tanto poner límites que a veces ni yo se donde están los límites
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lo que hice es como que me fui olvidando y no fue fácil…es como el parto te vas
olvidando lo superas y te olvidas…”
7.
Represión de las emociones propias con tal de complacer y agradar a otros. La
elevada tolerancia al dolor o sufrimiento emocional les impiden expresar sus emociones.
Carolina (40 años) dice: tenia ganas de decirle, sacarme las ganas de decirle todo lo
que no le dije. …..no me gusta enfrentar a la gente me da miedo que quede rencor, el
dolor de perder afectos …
8. Miedo al abandono y la soledad. Alicia (54 años) dice: “no le puse límites a mi hija
ahora va a cumplir 18 años y yo me quedo sola… me da menos bolilla tengo miedo que
me abandone, será que me tengo que acostumbrar…ella no me necesita como
antes…me he dado cuenta que me cuesta poder disfrutar de mi soledad, estoy vacía y
tengo miedo”. Ana (57 años) dice “mi hija me tiene abandonada yo como madre es la
única que me quedo… todos mis hijos están encaminados me siento vacía y sola”.
9. Baja autoestima que surge como consecuencia de la interacción y retroalimentación
de todos los factores anteriormente mencionados, lo que se vincula con el concepto de
autoestima que implica estar dispuestos a ser conscientes de que somos capaces de ser
competentes para enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida y de que somos
merecedores de felicidad. (Branden)5. La autoestima es autoconfianza interrelacion con
el mundo y con el otro enfrentando desafíos y riesgos adecuados.
4. Abordaje
“La manera mas segura de volvernos locos es
involucrarnos en los asuntos de los demás
y la manera más rápida de volver a estar sanos y felices
es atender nuestros propios asuntos”.
Melody Beattie”
Con estas pacientes he utilizado intervenciones basadas en la Psicoterapia Focalizada y con
elementos tomados del modelo integrador de Jorge Catello Blasco que considera 6
dimensiones: biológica, psicodinámica, interpersonal, afectiva, cognitiva y conductual,
centrándome principalmente en las mas afectadas en cada caso y con preferencia en las áreas
psicodinámica, interpersonal y afectiva. Las pacientes tienen un rol activo que implica brindarle
toda la información del trastorno que padecen y como voy a intervenir haciéndola participe de
todo el proceso de forma activa y con cierto control de de su situación.
En el proceso ha sido fundamental la reconstrucción su identidad dañada a través del fomento
de la autoestima, reconocimiento de sentimientos y emociones, (“darse cuenta”) potenciación de
habilidades relacionales, fortalecimiento del autoconcepto positivo y asertividad. El objetivo
sería “…fortalecer la autoestima del dependiente emocional y reestructurar sus pautas
disfuncionales de interacción”6, promoviendo actitudes, opciones y comportamientos libres y
auténticos.
Lic. Cristina Meyrialle, Curso “Codependencia y Vínculos adictivos”, Universidad Maimónides, Bs. Aires Argentina,
Agosto, Setiembre, Octubre y Noviembre 2010.
5
Castelló Blasco, Jorge, “Dependencia emocional. Características y Tratamiento” Psicología Alianza Editorial,
Barcelona, 2010
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Este abordaje está basado en un enfoque pluralista, no doctrinario y empírico. La actitud del
terapeuta es activa y no pasiva ni neutral; y la relación terapéutica no es una relación de
amistad, ni es analizada como una manifestación de la transferencia. El rol del terapeuta es
activo, de apoyo y poniéndose al lado del paciente. Importa la estrategia y no tanto las técnicas,
por lo que cabe la posibilidad de utilizar todas las técnicas que sirvan para resignificar el pasado,
modificar el presente y construir alternativas futuras y esperanzadoras. Es aquí donde mi
formación en el terreno de las adicciones es utilizada con las pacientes.
La estrategia implica un contrato o compromiso terapéutico explícito. Desde el inicio se
intenta relacionar la codependencia con el contexto, revisando ordenadamente los vínculos
interpersonales presentes y pasados, ya que la codependencia y la adicción a las relaciones es un
estilo de vida y un patrón o manera de vincularse con el otro y con el mundo.
• Reconocer la existencia de un problema, y de las emociones negativas o perturbadoras que
experimentan y les impiden dejar la relación insatisfactoria. Se exploran los sentimientos
asociados a la codependencia, tanto positivos como negativos y se analizan las ventajas y
desventajas de esa relación.
• Desprenderse emocionalmente de los problemas de los demás, entender que no hay motivo,
aunque si miedo, a ser abandonado.
• Responder con acciones y no únicamente con preocupación, renunciando al rol de víctima y
al sentimiento de culpa (los adictos a las relaciones suelen sentirse responsables últimos de la
adicción o del problema del otro).
• Centrar la atención y la energía asumiendo la responsabilidad de su propia vida y no en la del
otro. Se abordan las relaciones alteradas porque pueden encontrarse situaciones interpersonales
en las que se den expectativas no recíprocas. Se renegocian las diferencias en su relación con el
otro.
• Salir del contexto o medio familiar, lo que implica recobrar la libertad de formar nuevos
vínculos sociales sanos: amigos, trabajo, voluntariado u otros y realizar cambios activamente.
Implica también explorar las posibilidades de un nuevo rol más autónomo y desarrollar nuevas
habilidades para el desempeño del mismo.
Finalmente se trata explícitamente la finalización de la relación terapéutica, se reconoce que
este final es un periodo de separación y despedida. Se refuerzan los sentimientos de
independencia del paciente y su capacidad de estar dispuesto a abandonar y a ser abandonado.
5. Conclusiones
“Dios, Concédeme la serenidad
para aceptar las cosas que no puedo cambiar.
Valor para cambiar las que puedo.
Y sabiduría, para reconocer la diferencia”.
Oración de la Serenidad
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Por efecto de los condicionantes tanto educativos como socioculturales que han acompañado y
aún acompañan a la variable género, la mujer más allá de los comportamientos adictivos
propios de todos los seres humanos agrega una conflictiva peculiar y propia que es la de la
codependencia en general y la dependencia o adicción a las relaciones en particular.
Como conclusión de nuestro trabajo psicoterapéutico con una población de ocho pacientes del
sexo femenino comunicamos que:
•
Hallamos coincidencias con el perfil clínico y psicopatológico descrito en la bibliografía
internacional y en los trabajos mas recientes.
•
Una vez realizado el diagnóstico correspondiente planteamos y realizamos un abordaje
psicoterapéutico basado en la Psicoterapia Focalizada similar a la que se utiliza en los
tratamientos para las adicciones (sean estas con o sin sustancias). Supervisamos el
mismo durante todo el proceso terapéutico.
Obtuvimos como resultados una evolución que podríamos calificar como muy satisfactoria en
todos los casos. Puntualmente se lograron:
1. Cambios en las conductas interpersonales especialmente la ruptura de la relación con parejas
tóxicas.
2. Logros personales como mejora en la autoestima y la autoimagen incluidos los cuidados
personales (en salud y estéticos), Retroceso de la sintomatología psicosomática.
3. Abandono de otras conductas adictivas como el tabaquismo, las adicciones al trabajo y las
compras.
4. Mejor manejo de las emociones sobre todo en lo que tiene que ver con la expresión de los
sentimientos, la resolución de duelos pendientes (figuras parentales, parejas anteriores), y del
vínculo con los hijos en cuanto a su independencia y adultez.
5. Algunas lograron desarrollar nueva actividades laborales o ascensos en las que ya tenían,
presentarse a concursos, etc. (mejor manejo de los miedos y la autoestima, incremento de la
asertividad).
6. Fue importante en la últimas etapas del proceso terapéutico la realización y concreción de
proyectos para la etapa vital del climaterio asumiendo sin miedos o culpa la responsabilidad de
su propia vida. Esto implicó en algunos casos el incremento o la creación de nuevos vínculos y
actividades sociales.
7. En esta etapa final del tratamiento proponemos la integración a grupos de autoayuda y
soporte social, complemento invalorable en una etapa avanzada del proceso psicoterapéutico.
Como conclusión de nuestro trabajo y sabiendo que la comunicación se fomenta mediante el
grupo terapéutico y que esto sirve para reparar matrices o patrones intrapsíquicos e
interpersonales dañados por la adicción es que proponemos que los grupos de autoayuda
y soporte social conformen una parte del tratamiento de mujeres con adicción a
las relaciones.
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Referencias
Beattie, Melody, “Ya no seas codependiente”, Centro VivirLibre.com, www.vivirlibre.org, México.
Bowbly, John. “Attachment and loss”. Hogarty Press. London. 1969.
Castelló Blasco, Jorge, “Dependencia emocional. Características y Tratamiento” Psicología Alianza Editorial,
Barcelona, 2010
Castelló Blasco, J. “Análisis del concepto "dependencia emocional", Congreso Virtual de Psiquiatría 1 de Febrero - 15
de Marzo 2000: http://www.psiquiatria.com/congreso/mesas/mesa6/conferencias/6_ci_a.htm.
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S.A., 2009
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Gandolfo S.Psicologia.com. 2011; 15:7.
http://hdl.handle.net/10401/3150
Trabajo seleccionado para su publicación en la revista Psicologia.com, de entre los presentados al XII
Congreso Virtual de Psiquiatría Interpsiquis 2011.
Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver):
Gandolfo S. Adicción a las Relaciones y Codependencia en Mujeres. Psicologia.com [Internet].
2011 [citado 05 May 2011];15:7. Disponible en: http://hdl.handle.net/10401/3150
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