cuya autoridad, en opinión de dicho socio, podía aclarar las du

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A C T A S D E L A SOCIEDAD
ESPAÑOLA
cuya autoridad, en opinión de dicho socio, podía aclarar las dudas en el asunto, y más teniendo en cuenta que el maestro del
Dante estuvo de embajador de los florentinos en la corte de
D. Alonso el Sabio y conoció nuestro país, si alguna vez se averiguase que el artículo Z E Ü V R E constaba en el texto original
francés de Brunetto ó en la compilación latina que hizo con anterioridad á éste, cosa bastante difícil, pues los que se conocen
en lengua francesa, y las versiones italianas y las españolas,
han sufrido alteraciones de mucha nota, aumentando ó suprimiendo pasajes, especialmente en la parte que atañe á la historia natural, traductores y copistas. El señor Espada dijo haber
examinado y compulsado el códice francés del Tesoro, existente
en la biblioteca del Escorial, escrito á principios del siglo xv,
y sin género de duda, diferente del original, con ocho castellanos, uno de en tiempo de D. Sancho el IV, monarca que lo
ordenó ó mandó escribir (léase traducir y arreglar) á Alfonso de
Paredes, y ha encontrado que en todos ellos falta el capítulo de
la Zebra; advirtiendo que le consta con entera certidumbre que
la versión primitiva castellana se hizo directamente del francés,
lo cual está de acuerdo con la historia bibliográfica del curiosísimo Tesoro, que no registra textos italianos hasta mucho después del tiempo en que se hizo la traducción en nuestra patria,
y que el códice francés del Escorial no pudo ser el original de
la traducción española: primero, porque es más moderno que
casi todos los castellanos; y segundo, porque difiere bastante
de cualquiera de éstos.
El señor Bolívar manifestó que en la ley X X I I I , título xxvm
de la partida ni, se enumera entre las bestias salvajes que pueden hallarse en estado de domesticidad, las zebras: «Esso mesmo
dezimos de los ciemos, é de los gamos, é de las zebras, é de las
otras bestias saluajes que los ornes ouiessen á criar en sus
casas: cá luego que se tornan á la selua, é non usan del uenir
á casa, ó al lugar de dó su dueño las tenia, pierde el señorío de
ellas.»
El señor Pérez Arcas dijo que parece confirmar la opinión
del señor Espada el que los sitios llamados cetreros, son todos
quebrados y ásperos, que son los que prefieren las cabras monteses; pero que en el Arte cisoria del marqués de Villena, cuyo
códice ha compulsado en la biblioteca del Escorial, al enumerar
los cuadrúpedos que podían servirse en la mesa del rey, habla
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