Semana de Acción Mundial por la Educación en Uruguay: “¡Es un derecho, hagámoslo derecho! ¡Educación para niñas y mujeres ya!” 2 al 8 de mayo de 2011 HISTORIAS COMPARTIDAS Liceo Nº 2 de Colonia Abby Abby es una joven de 19 años que trabajaba haciendo artesanías. Ella, cuando era niña, vivía con sus padres y sus ocho hermanos en una humilde casita, en un barrio muy pobre de Colonia del Sacramento. Su familia era muy pobre. Su madre estaba enferma entonces Abby, en vez de ir a estudiar tenía que salir con sus hermanos a pedir comida. En una de sus salidas, pasó por una escuela y pensó “Ojalá pudiera ir a la escuela”. Al otro día pasó nuevamente y así en la semana. Por pasar tanto se hizo amiga de una chica, Natalia, ella era muy divertida y además era una chica muy popular. Una vez Natalia le pidió que la acompañe. Abby le fue contando su historia poco a poco, su amiga se sensibilizó con la trágica historia y se comprometió a ayudarla enseñándole lo que ella aprendía en la escuela. Todos los días, después que Natalia salía de la Escuela, Abby iba a su casa a aprender a leer y a escribir. Pero cuando su madre se enteró que ella estaba descuidando las tareas de la casa, la castigó y le prohibió ir a la casa de Natalia. Abby se puso muy triste y no entendía por qué no podía estudiar si eso le daría a ella y a su familia un mejor futuro. Después de eso los padres de Natalia se enteraron sobre lo que pasó en la casa de Abby y decidieron ir a hablar con los padres de la chica para convencerlos de que ella vaya a estudiar, pero éstos se negaron, limitando de esta forma el futuro de su hija. **** Un niño pobre En un barrio muy humilde, en una vieja y pequeña cabaña, vivía una familia grande. Era la madre, el padre y cinco hermanos, dos varones de tres años y de cinco años, y tres niñas de once meses, de siete y de once años. Los padres trabajaban todo el día: el padre en un campo y la madre era cocinera de un hogar, pero la plata apenas les alcanzaba para la comida, y los gastos habituales, como las velas, ya que no tenían energía eléctrica. La chica de once años se llamaba Lupe y faltaba mucho al liceo, porque tenía que cuidar a sus hermanas, repitió dos años por faltas y enfermedades, y porque en muchos casos tenían que salir a una esquina a pedir plata si querían comer. Esta es la historia de una chica de apenas once años que tiene que quedarse sin la educación correspondiente para poder mantener a sus hermanos, ella necesitaría de la ayuda de todos para cumplir su sueño y para tener un trabajo digno cuando sea más grande.