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“MAMÁ, QUIERO SER FÍSICA”
Las cosas cotidianas, aquellas a las que nos enfrentamos cada día son las más
fascinantes y hacen que te preguntes continuamente el cómo y el por qué de todo. Abres el
frigorífico y te encuentras todo frío y en perfecta condiciones, ¿cómo se genera ese frío? De
repente suena el teléfono, lo cojo y una voz sale de ella. Enciendes la TV y ves imágenes
procedentes de lugares lejanos, ¿cómo funciona? y sobre todo ¿cómo se le ocurrió a alguien
esos magníficos inventos que antes eran impensables? Cuando te pones enfermo, hay miles de
formas de diagnósticos para identificar tu mal, como por ejemplo: TAC, rayos X,
electrocardiograma, análisis de sangre, etc. y gran variedad de tratamientos, medicamentos
que alivian los síntomas. Mirando al cielo nocturno (retrato del pasado) observamos imágenes
de estrellas de hace millones de años y, que incluso ya podrían haber dejado de existir. Miles
de preguntas irrumpen mi mente sobre el funcionamiento de las cosas y sobre pequeñas y
grandes curiosidades. ¿Cómo viajar a través del tiempo? o ¿cómo ver el otro lado del
universo?, ¿sería posible algún día superar la velocidad de la luz? o ¿es un límite insuperable?,
¿es posible teletransporte?, ¿cómo funciona nuestro cerebro?,…
Un día mientras caminaba concentrada en mis pensamientos, encontré una caja
cerrada muy colorida. En uno de sus frontales un pequeño panel con la palabra escrita
“password” y un teclado. Aquel pequeño objeto captó mi curiosidad y atención, ¿qué habría
dentro? ¿Cómo podría abrirla? La resolución a la segunda pregunta permitiría averiguar lo
primero. Pero ¿qué clave tenía que poner? Me quedé sentada cara a cara con ese desafío
dándole vueltas al problema y continuamente probaba combinaciones de números y letras
aleatorio, nombres de ciudades, comida,… nada. No sucedía nada. Hice un último intento
desesperado marcando mis iníciales y fecha de nacimiento. Esa idea que al principio me
parecía absurda funcionó. No se veía absolutamente nada, pero empecé a ver cómo la luz era
absorbida como un barco atrapado en un remolino sin posibilidad de retorno y una fuerza
inmensa tiraba de mí hasta que fui empujada a su interior. La luz procedente del sol se
enganchaba a mi alrededor, y empezaba a ver de forma extraña como el efecto ojo de pez que
utilizamos en las cámaras. Cuanto más caía, el efecto más se intensificaba. La inmensa fuerza
con la que era atraída provocaba que mi cuerpo se estirase hasta ser como una cuerda larga y
delgada. Pensaba que no iba a salir de esta.
De pronto, aparecí en un lugar extraño y desconocido para mí, después de comprobar
que estaba como si nada hubiese ocurrido, las preguntas que me formulaba iban siendo
respondidas y me fueron mostrado unas pinceladas de las ramas de la física: cinemática,
dinámica, gravitación universal, movimiento armónico simple, ondas, campo
electromagnético,… Un campo que abarca desde lo más grande, galaxias, estrellas, planetas,…
hasta lo más pequeño, el mundo microscopio, la física cuántica, que se rigen por leyes y
normas diferentes a la del mundo macroscópico como los entrelazamientos cuánticos.
Como consecuencia de este viaje alucinante descubrí mi gran vocación: ESTUDIAR
FÍSICA. Ahora me doy cuenta que estoy al comienzo de un camino impresionante, tratar de
desentrañar los misterios del Universo. Para ello tengo que dedicarme a estudiar, investigar e
intentar participar en grandes proyectos como los que se desarrolla en el CERN, el MIT, el CSIC
y otras instituciones de las ciencias físicas. En definitiva, yo de mayor quiero ser científica,
dedicarme al mundo de la ciencia. CONCRETAMENTE QUIERO SER FÍSICA.
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