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Capítulo Ocho
E MPLEO , D ESEMPLEO Y S ALARIOS
Al asumir el equilibrio, podemos incluso ir tan lejos como
para abstraernos de los empresarios y simplemente
considerar que, en un cierto modo, los servicios
productivos se están intercambiando directamente los unos
por los otros.
-
Leon Walras, Elementos de Economía Pura (1874)
Está claro que los productos no pueden salir al mercado y
hacer intercambios por su propia cuenta. Por lo tanto,
tenemos que recurrir a sus … dueños … quienes no
deben… apropiarse del producto del otro, y entregar el
suyo propio, excepto por las vías del mutuo acuerdo.
-
Karl Marx, Capital, I (1867)
El primer epígrafe es de Walras (1954:225), el segundo es de Marx (1967:84).
Empleo, Desempleo y Salarios |2
EN LA MAÑANA DEL 5 de enero, 1914, un mecánico virtualmente desconocido
convertido en productor de automóviles, llamado Henry Ford, conmocionó a sus
colegas y competidores al anunciar que él pagaría a sus trabajadores un mínimo de cinco
dólares por una jornada de ocho horas, acortando de esta manera la jornada laboral y
aumentando en más del doble la tarifa de pago por hora para la vasta mayoría de sus
empleados. 1 Ford no estaba respondiendo a una provisión insuficiente de trabajo: un
reportero que llegaba esa mañana para la conferencia de prensa en la cual se haría el
anuncio observó una fila de varios cientos de trabajadores que buscaban empleo. En las
semanas que siguieron al anuncio, la fila fuera de los portones aumentó a más de doce
mil, casi tantos como los que trabajaban adentro. Asombrosamente, las ganancias
aumentaron, respaldadas por un aumento de más del doble en el rendimiento por hora
de trabajo de producción. Ford iba a convertirse en una palabra familiar en todo el
mundo, y Fordismo en un enfoque peculiarmente americano a las relaciones de trabajo.
Para aquellos empleados con suerte, quienes habían estado en el lugar correcto en
el momento correcto, los hechos fundamentales de la vida laboral dentro de la planta
cambiaron hasta ser irreconocibles. La fuerza laboral de Ford había promediado los
13.623 empleados el año anterior. Durante el curso de ese año, 50.448 empleados habían
salido de la empresa, la mayoría había renunciado; 8.490 habían sido despedidos. Al año
siguiente del anuncio, el empleo había crecido en un tercio, pero el número de quienes
renunciaban había disminuido a un décimo de su nivel anterior, y solamente veintisiete
empleados habían sido despedidos. Está claro que cambios de esta magnitud no se
pueden explicar por variaciones cíclicas de la oferta y la demanda en el mercado de
trabajo local. Parece poco probable que Ford haya doblado el salario para atraer a
mejores trabajadores o para retener a aquéllos en quienes la compañía había invertido en
un costoso entrenamiento; un superintendente Ford se jactó de que “dos días son . . .
suficiente tiempo para convertir en un moldeador de panales de primera clase a un
hombre que nunca en su vida había visto una banca de moldurado.” Saber exactamente
por qué Ford había hecho esto sigue siendo un misterio. Más importante aún, el éxito de
su juego es un rompecabezas, pues no es consistente con la visión Walrasiana de que la
maximización de los beneficios implica que uno les pague a sus empleados un salario
igual a su precio de oferta (su siguiente mejor alternativa).
1
Este recuento se basa en Raff (1988).
3|Microeconomía
En el marco neoclásico, los servicios productivos literalmente no se intercambian
directamente los unos por los otros como lo sugiriera Walras en los Elementos. Pero su
extravagancia no esta tan lejos de la realidad: una empresa es simplemente un conjunto
de producción factible dado por las tecnologías disponibles, presidida por un gerente. El
gerente selecciona la mezcla de insumos y producción que maximicen la riqueza del
dueño, comprando insumos y vendiendo la producción en los mercados a precios
determinados exógenamente. Es fácil ver por qué la jornada a cinco dólares de Ford no
iba a tener sentido en este modelo.
Existen tres ingredientes básicos de un modelo más adecuado. El primero es el
discernimiento de Ronald Coase (1992:717), que se menciona al cierre del capítulo 7, el
cual dice que “lo que negociamos en el mercado no son, como los economistas a
menudo suponen, entidades físicas sino los derechos para realizar ciertas acciones.” El
segundo ingrediente es la trivialidad de Marx, de que el intercambio exige que los
propietarios de los servicios productivos interactúen cara a cara. El tercer ingrediente es
el descubrimiento que hiciera Henry Ford, de que los empleados pueden reciprocar una
buena paga con un gran esfuerzo de trabajo.
Marx fue el primero en recalcar el hecho de que el contrato de empleo no se
relacionaba con cosas tales como la cantidad o la calidad del trabajo realizado; más bien,
el contrato especificaba las horas durante las cuales el empleado acordaba someterse a la
autoridad del empleador. De acuerdo con Marx (1973:275), el suministro actual de
esfuerzos del empleado al proceso de producción no se aseguraba mediante un contrato
sino que más bien era una “apropiación de trabajo por capital” que “solamente por un
uso erróneo podía. . . haber sido denominado como algún tipo de intercambio.”
Anticipándose a Ford (por no mencionar los desarrollos en la teoría económica a finales
del siglo veinte), Marx (1967:544) señaló que un aumento en el salario pudiese reducir el
costo del trabajo. Al igual que Marx, Coase puso de relieve el rol central de la autoridad
en las relaciones contractuales de la empresa: “[o]bsérvese el carácter del contrato que
con el cual se compromete un factor al que se le emplea en una empresa. . . . [E]l
factor . . . acuerda obedecer las instrucciones del empresario a cambio de una cierta
Empleo, Desempleo y Salarios |4
remuneración.” De hecho, Coase (1937:387, 389) definió a la empresa por su estructura
política:
Si un trabajador cambia del departamento Y al departamento X, él no va debido a un
cambio en el precio sino porque se le ha ordenado hacerlo… la marca distintiva de la
empresa es la supresión del mecanismo de precios.
Coase buscó entender por qué existen en sí las empresas y qué es lo que determina
el alcance de lo que él llamaba (prestando la frase de Dennis Robertson) estas “islas de
poder consciente en este océano de cooperación inconsciente.”
Herbert Simon (1951) propuso el primer modelo de empresa en conformidad con
estas líneas. Él representó el contrato de empleo como un intercambio en el cual los
empleados transfieren la autoridad sobre sus tareas y trabajos al empleador a cambio de
un salario. Simon subrayó la ventaja de este arreglo para el empleador en vista de la
inevitable incertidumbre sobre las tareas que se requerirían a lo largo del curso del
contrato y, por lo tanto, el alto costo de llegar a un acuerdo sobre una especificación
contractual completa de las actividades a ser llevadas a cabo. Yo me referiré al enfoque
que estos disímiles autores iniciaron como el modelo Marx-Coase-Simon de relaciones
laborales. Una característica de la interacción empleador-empleado en este enfoque es
que las preferencias sociales – especialmente los motivos de reciprocidad y justicia –
juegan una parte importante en la determinación de los resultados.
LA RELACIÓN DE EMPLEO
El modelo de mercado laboral y la relación de trabajo a seguir es una variante de lo que
se pudiera denominar la regulación de esfuerzos o el modelo de disciplina de trabajo que se basa
en la renovación contingente. (Explicaré más adelante por qué pienso que la denominación
común de “modelo de salario de eficiencia” es engañosa).
El Problema. No se puede contratar el esfuerzo de trabajo ya que el empleador
conoce la información que se relaciona con el esfuerzo de un empleado en el mejor de
los casos de manera muy imperfecta y ésta no es verificable (no es admisible en un
tribunal). Incluso si la información fuese verificable, un contrato para pagarle a un
5|Microeconomía
empleado de acuerdo a una señal de esfuerzo muy ruidosa expondría al trabajador a un
nivel de riesgo subjetivamente muy costoso. Y aún así, el esfuerzo de trabajo es un
argumento en la función de producción del empleador. Se pudiera evitar el problema si
la persona quien hace el trabajo, como Robinson Crusoe, fuese también el demandante
residual del resultado emergente, como sería el caso si fuese factible implementar
contratos óptimos para la producción en equipo del tipo como el que se modeló en el
capítulo 4. Pero, por los motivos allí explicados, este tipo de contrato también expondría
al empleado a un nivel de riesgo inaceptable. Niveles de producción individuales también
harían del trabajador un demandante residual sobre sus esfuerzos, pero las economías de
escala generalmente hacen que la producción en equipo sea una necesidad. (Para capturar
estas economías de escala asuma que involucrarse en la producción a cualquier nivel
requiere de una unidad de capital, y que este requerimiento hace que la producción
individual no sea rentable).
Sea e ∈ [0, 1] sea el esfuerzo por hora de trabajo (pudiera simplemente ser la
fracción de la hora durante cual el trabajador “trabaja” contrario a “no trabaja”). La
producción por período es
y = y(he) + ε
con
y’ > 0
y con y’’ < 0
(8.1)
donde h es el número de “horas” contratadas al trabajador (asumiendo sea sólo una
“hora” por trabajador, por lo que h también es el número de trabajadores idénticos
contratados), y ε es un término de error con media cero. El resultado se puede contratar,
pero los niveles de rendimiento de trabajadores particulares no se pueden deducir de los
niveles de producción debido a la naturaleza de producción en equipo y al término
aleatorio en la función de producción.
Lo que sigue resume la interacción empleador – empleado. El principal (el
empleador) conoce el máximo esfuerzo que realizará el agente (el trabajador), e(w, m; z),
dado un nivel de salario w y un nivel de monitoreo m, con una posición de reserva z del
trabajador la cual se determina exógenamente (los argumentos de una función a la
derecha del punto y coma son exógenos). Al inicio de un período, el empleador
selecciona (con el objeto de maximizar los beneficios) y anuncia: una probabilidad de
Empleo, Desempleo y Salarios |6
terminación t(e, m) ∈ [0, 1] donde te < 0 y tm > 0 sobre los rangos económicamente
relevantes; un nivel de salario, w; y un nivel de monitoreo por hora de trabajo contratado
m. Los insumos, tanto de salario como de monitoreo, se miden en las mismas unidades
desde producción por período. Luego del anuncio del empleador en cuanto a su
estrategia para incentivar los niveles de esfuerzo, y por lo tanto con conocimiento de ello,
el trabajador selecciona un nivel de esfuerzo e con el objeto de maximizar el valor
presente de su utilidad vitalicia. Al final del período se le paga al trabajador y éste
experimenta la utilidad en la cual incurre como resultado del esfuerzo que realiza y el
salario que recibe, y se le renueva o se le termina el empleo, esto último ocurre con una
probabilidad t(e, m). Si al trabajador lo despiden del empleo (o le terminan el contrato),
éste obtiene el valor presente de su utilidad vitalicia igual a z y se le reemplaza con un
trabajador idéntico proveniente de un grupo de desempleados. Si el trabajador conserva
el trabajo, esta misma interacción se llevará a cabo nuevamente durante el siguiente
período; por lo tanto, la interacción es estacionaria (o sea, no varía en el tiempo).
El esquema de terminación t(e, m) es crucial para el funcionamiento del modelo.
Un esquema simplificado de terminación se podría basar en la idea de que durante
cualquier período existe una probabilidad, η(m), de que el empleador “vea” al trabajador,
en cuyo caso el empleador sabrá con certeza si el trabajador está o no trabajando.
Supongamos que si no hay monitoreo el empleador no ve al trabajador, por lo tanto η(0)
= 0, y que η´ > 0. Esto daría un esquema de terminación t = η(m)(1 – e), de donde se
puede apreciar que t(0, η(m)) = η(m) y t(e, η(0)) = 0. Lo que es esencial para el modelo es
que, para los niveles positivos de monitoreo, un aumento de esfuerzo reduce la
probabilidad de terminación: te = – η(m). De manera similar, un aumento en el
monitoreo aumenta el efecto marginal de trabajar más duro para evitar la terminación de
empleo: tem = - η´(m).
La Mejor Respuesta del Trabajador. La función de utilidad por período del trabajador
es
u = u(w, e)
(8.2)
7|Microeconomía
donde uw ≥ 0 y ue ≤ 0 sobre los rangos económicamente relevantes. Esto no significa que
los empleados preferirían no ofrecer esfuerzo alguno, sino más bien que cualquier
resultado para el cual ue > 0 no puede ser una asignación de equilibrio, pues en este caso
el empleado pudiera unilateralmente implementar un nivel de esfuerzo más alto, con lo
cual aumentarían tanto las utilidades del empleador como su propio beneficio. El
trabajador varía e para maximizar el valor presente de su utilidad esperada a lo largo de
un horizonte infinito, dada una tasa de preferencia intertemporal i:
,
–
(8.3a)
o utilizando el supuesto de estacionariedad y reorganizando términos:
,
–
(8.3b)
donde el primer término del lado derecho de la expresión reorganizada es la renta de
ejecución que se introdujo en el capítulo anterior; en este caso, también se denomina una
renta de empleo. Por lo tanto, tenemos: valor presente del trabajo = renta de empleo + posición de
reserva. Dado este objetivo, el trabajador selecciona e con el objeto de establecer que
ve = 0
(8.4)
ue = te(v – z)
(8.5)
lo cual requiere que:
Por lo tanto, el trabajador escogerá el nivel de esfuerzo que iguale el costo marginal del
esfuerzo al beneficio marginal del esfuerzo. Si comenzamos desde un nivel bajo de e, el
trabajador debería aumentar el esfuerzo hasta que la desutilidad marginal del esfuerzo
apenas compense la ganancia marginal en el valor presente de utilidad ocasionado por la
reducción asociada en la probabilidad de terminación. Las arriba mencionadas
condiciones de primer orden (8.4 ó 8.5) definen la función de mejor respuesta del
trabajador, la cual se muestra en la figura 8.1.
Empleo, Desempleo y Salarios |8
El siguiente ejemplo puede dar claridad sobre la función de mejor respuesta.
Consideremos una persona para quien el salario es un “bien” y el trabajo es un “mal”
cuya desutilidad depende no solamente del nivel de esfuerzo sino también de qué tan
justa es la recompensa. Supongamos que la función de utilidad del empleado es
–
/
–
donde a es una constante positiva y w f es una norma de salario exógena llamada “salario
justo”. La desutilidad del esfuerzo representada por el segundo término aumenta en el
esfuerzo (a una tasa creciente). Obsérvese también que es decreciente en el salario
relativo al salario justo, lo que indica que el trabajo duro que se recompensa más
justamente es menos oneroso que un esfuerzo menor a un salario que se considera no es
justo. La motivación subyacente puede reflejar una variante de la función de preferencia
recíproca que se introdujo en el capítulo 3: el empleado puede tomar la oferta de salario
como un indicativo del tipo de empleador y experimentar una menor desutilidad en el
esfuerzo al trabajar duro para un jefe generoso o justo.
9|Microeconomía
FIGURA 8.1 La función de mejor respuesta del empleado y la oferta óptima del
empleador. El punto a, a saber, una oferta de salario de w * y una respuesta de
esfuerzo de e *, cumplen, conjuntamente, las condiciones de primer orden de los
problemas de optimización del empleado y del empleador. El nivel óptimo de
monitoreo es m *, cuya determinación no se muestra aquí (véase la figura 8.3). El
punto b es uno de los óptimos de Pareto que conforman el locus de contrato
eficiente (que no se muestra aquí). El área sombreada son los resultados que son
Pareto superiores a a. La pendiente de la línea ab es e */(w* + m *).
Supongamos que el empleador pueda, sin costo, observar al trabajador, pero la
información no es verificable por lo que, como antes, e es no contratable, no hay
monitoreo, y la función de terminación es simplemente t = 1 – e. La función de utilidad
mencionada arriba implica que, para un salario finito, la desutilidad del esfuerzo se hace
infinita a medida que e se acerca a 1, por lo que el empleado no escogerá e = 1 y, como
resultado, sabemos que t > 0. Asumamos que la posición de reserva del empleado se
normaliza a cero y que la tasa de preferencia intertemporal también es cero (esta
simplificación nos da una expresión matemática de forma cerrada para la función de
mejor respuesta pero, obviamente, no es realista). Entonces, reescribiendo 8.3b, tenemos
que
,
–
/
–
–
y porque te = – 1, podemos escribir la ecuación (8.5) para este caso como
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 10
/
–
/
–
–
–
esta función de mejor respuesta se puede escribir como una expresión explícita del
esfuerzo del empleado (simplemente reorganizando los términos) como
1
Como era de esperarse, el nivel de esfuerzo es creciente y cóncavo en el salario, y
decreciente en el nivel de salario justo. Podría ser instructivo para el lector derivar la
misma función de mejor respuesta cuando se asumen preferencias convencionales (sin el
motivo de equidad) tan sólo con eliminar el término (w f /w) de la función de utilidad.
Una comparación de las dos funciones de mejor respuesta muestra la importancia de las
preferencias sociales.
Antes de continuar, es necesario hacer cuatro comentarios. Primero, debemos
confirmar que la amenaza de despido implícita en el anuncio ex-ante de la función t(e, m)
es creíble (es decir, será de interés para el empleador el llevarla a cabo ex-post – una vez
que un trabajador perezoso haya sido detectado). ¿Por qué despediría un empleador a un
trabajador solamente para contratar a otro trabajador idéntico? Asumamos que los
empleados observan los niveles de esfuerzo el uno del otro y que cualquier terminación
(del contrato) es de conocimiento común, entonces, si no se castigan los actos de falta o
evasión de trabajo con un despido, los empleados cesarían de creer en el anuncio de
terminación t(e, m). Por lo tanto, es necesario despedir a los trabajadores que evaden el
trabajo para sustentar la creencia de que la función de terminación es realmente vigente.2
En segundo lugar, en un tratamiento más completo, el esquema t(e, m) (no solamente m)
sería diseñado por el empleador (si se despide o no a un trabajador puede depender, por
2 El supuesto de que el juego es de conocimiento común y es estacionario significa que los trabajadores
creerán que t(e, m) es vigente en cualquier caso. Sin embargo, al modelar un proceso dinámico mediante el
cual los trabajadores aprenden la función de terminación como resultado de las terminaciones observadas
agregaría una complicación substancial y poca claridad.
11 | M i c r o e c o n o m í a
ejemplo, del costo que implique reclutar y entrenar a un reemplazo), pero hacer esto
complica el modelo sin agregar mucha luz.
Tercero, el problema de optimización del horizonte infinito es simplemente una
forma de obtener una función de mejor respuesta a partir del comportamiento del
empleado; no es necesario describir el proceso de pensamiento del empleado. Puede que
el empleado esté siguiendo una norma de trabajo (dictando un nivel dado de esfuerzo)
que se desarrolla mediante el proceso de la actualización con base en la remuneración o
pago que se describe en los capítulos 2 y 7. La ecuación 8.5 (la función de mejor
respuesta) da la norma de trabajo que maximiza los pagos y por lo tanto la tendencia será
adoptarla.
En cuarto lugar, uno podría preguntar ¿cómo es que el empleador conoce las
funciones de mejor respuesta de los empleados? Así como el empleado pudiera llegar a
una función de la mejor respuesta mediante métodos de prueba y error (con
actualizaciones basadas en los pagos), el empleador puede llegar a obtener una
estimación de las funciones de mejor respuesta variando la estrategia de disciplina laboral
y observando los efectos sobre la producción total. Naturalmente, existen muchas
circunstancias bajo las cuales este proceso de aprendizaje pudiera ser ineficiente o estar
sesgado, pero asumiré que el empleador llega a una estimación exacta (recuerden:
conocer la función de mejor respuesta no es lo mismo que ser capaz de escribir un
contrato en e ya que e no es verificable).
Maximización de Beneficios. El empleador, quien se enfrenta a un mercado
competitivo para su producto en el cual el precio dado es 1, varía m, w y h para
maximizar los beneficios esperados (asumimos que el empleador es neutral al riesgo).
π = y(he(w, m; z)) – (w + m)h
(8.7)
Las condiciones de primer orden para un máximo son,
πh = y’ e – (w + m) = 0
(8.7a)
πw = y’ hew – h = 0
(8.7b)
πm = y’ hem – h = 0
(8.7c)
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 12
de las cuales podemos observar que la maximización de beneficios requiere que
(8.8a)
(8.8b)
La primera condición requiere que el nivel promedio de esfuerzo por cada dólar gastado
en trabajo sea igual al impacto marginal de las variaciones tanto en gastos de salario
como en gastos de monitoreo. Esta es la llamada condición de Solow (debido a Robert
Solow, quien fué el primero en derivar dicha condición) extendida para incluir monitoreo
como un insumo. La otra condición de primer orden es análoga a la condición familiar
para una maximización de beneficios, y es que el salario sea igual al producto marginal
del trabajo. Al ser endógeno el esfuerzo, esta condición requiere que la productividad
marginal del esfuerzo sea igual al costo de una unidad de esfuerzo (incluyendo el costo de
monitoreo). Expresado equivalentemente como y´ e* = w* + m*, las condiciones de
primer orden requieren que la productividad marginal del tiempo de trabajo (evaluado a
los niveles que determina la condición de Solow) sea igual al costo por hora de una hora
de trabajo, como se muestra en la figura 8.2.
13 | M i c r o e c o n o m í a
Horas de Trabajo, h
FIGURA 8.2 El nivel óptimo de contratación de la empresa. Obsérvese que: w*, m*,
h*, y e* son la solución a las condiciones de primer orden en el texto.
Debido a que h no aparece en la función de mejor respuesta del trabajador, se
puede describir el proceso de maximización de beneficios de manera secuencial, como
sigue: primero, el empleador resuelve el problema de disciplina laboral, y selecciona m y
w para satisfacer la ecuación (8.8a). Luego, substituyendo e* y w* de la ecuación (8.8a) en
la ecuación (8.8b), determina cuántas horas de trabajo debe contratar. Finalmente,
substituyendo e*, w*, m*, y h* en la ecuación (8.7), determina si este plan de producción
es suficientemente rentable como para llevarlo a cabo, dados los usos alternativos que
tiene el capital requerido.
A objeto de ilustrar el contrato de equilibrio, regresemos al ejemplo de arriba.
Recordemos que m = 0. Utilizando la función de mejor respuesta (8.6), se establecerá el
salario de tal manera que satisfaga la ecuación (8.8a) o
/
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 14
obteniendo el nivel de salario óptimo w* como
w* = (6aw f) 1/2
Si a = 1 y si w f = 6, entonces ofrecer el salario justo es óptimo para el empleador. La
respuesta del esfuerzo óptimo del empleado a la oferta del salario óptimo del empleador
se encuentra substituyendo este valor de w* en la ecuación (8.6), lo que da como
resultado e* = 2/3. No obstante, si w f = 24, el salario que maximiza el beneficio es la
mitad del salario justo. Para salarios justos menores a 6, resulta óptimo para el empleador
exceder la norma del salario justo.
Elección de la Tecnología. Consideremos ahora una función de producción más
general con un insumo diferente al trabajo de y(k, E), donde k es el insumo no laboral
por período, E = he es el insumo total de esfuerzo y, como antes, la función es creciente
y cóncava en sus argumentos. Supongamos que las variaciones en k están asociadas con
arreglos espaciales que están en desacuerdo y otras medidas del proceso de producción
que afectan la facilidad para monitorear el proceso de trabajo. Por ejemplo, procesos
altamente intensivos en capital, tales como las líneas de ensamblaje de las cuales Henry
Ford fue pionero, puedan funcionar “al paso de las máquinas,” facilitan en mayor grado
la identificación de los trabajadores que hacen un nivel de esfuerzo bajo. Para reflejar
este hecho, la función de terminación es ahora t = t(e, m, k); un ejemplo pudiera ser t =
η(m, k)(1 – e), donde η(m, k) es la probabilidad de que se detecte a un empleado que no
está trabajando. Como antes, η(.) es creciente en m. Si η es creciente en k (como lo
sugiere el ejemplo de la línea de ensamblaje), entonces t ek < 0; debido a que una
tecnología más intensiva en k facilita el proceso de monitoreo, se aumenta el efecto
(negativo) del esfuerzo sobre la probabilidad de terminación. En este caso podemos
decir que el proceso de producción k-intensivo es más “transparente” desde el punto de
vista del monitor y que un proceso menos k-intensivo es más “oscuro.” Casos contrarios
también existen. Lo importante no es el signo de t ek sino el hecho de que la elección de la
tecnología en general afectará de alguna manera la facilidad de monitoreo, a saber t ek ≠ 0.
15 | M i c r o e c o n o m í a
¿Cuál será el efecto de las variaciones en k sobre la función de mejor respuesta del
empleado? Si utilizamos la nueva función de terminación y si diferenciamos totalmente la
ecuación (8.5) con respecto a k y e, tenemos que
lo que, al utilizar la condición de segundo orden para el problema de maximización del
empleado, nos muestra que de / dk toma el signo de – t ek. Por lo tanto, si las tecnologías
k- intensivas son más transparentes, aumentos en k desplazan hacia arriba la función de
mejor respuesta (al aumentar el beneficio marginal del empleado al aumentar su
esfuerzo). Este efecto se reflejará en la elección del nivel de k que maximiza los
beneficios. Si dejamos que ρ sea el precio de alquiler por período de una unidad de k, y
si diferenciamos parcialmente la función de beneficios (al utilizar la función aumentada
de producción) con respecto a k, tenemos ahora la siguiente condición adicional de
primer orden:
(8.7 d)
Por lo tanto, la elección del insumo k no igualará el precio de alquiler del componente de
entrada k a su productividad marginal sino a su productividad marginal más su efecto
sobre el suministro de esfuerzo multiplicado por la productividad marginal del esfuerzo.
La presencia de este “efecto de la disciplina de trabajo” sobre la elección de tecnología
significa que, en general, no se tiene que
donde μ = (w + m) / e es el costo de una unidad de esfuerzo. Como resultado, la tasa
marginal de substitución en la producción (la pendiente de una isocuanta) no será igual
factoría relación de precios de los factores en equilibrio competitivo. La razón es que los
factores de producción son valorados no solamente por su contribución a la producción
sino también por sus efectos sobre el ambiente de disciplina laboral. (El monitoreo es un
caso puro de tal insumo, pues no aparece en absoluto en la función de producción).
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 16
Durante el resto del capítulo, por motivos de simplicidad, ignoraré el componente no
laboral, k.
CARACTERÍSTICAS DE LA TRANSACCIÓN DE EQUILIBRIO
Los valores de e, h, e, y m que satisfacen las ecuaciones (8.5) y (8.8) constituyen la
transacción de equilibrio, a saber, una mejor respuesta mutua por parte del empleador y
del empleado. Obsérvense cinco cosas en cuanto al equilibrio.
Primero, los trabajadores generalmente enfrentan restricciones de cantidad. En
general, la restricción de participación no obliga (no se cumple con igualdad), es decir, v*
> z. Esto implica que el mercado laboral no se vacía: trabajadores idénticos que reciben z
preferirían estar empleados y recibir v pero no son capaces de conseguirlo. Aquellos
trabajadores incapaces de hacer una transacción que les permita obtener v están limitados
por la cantidad, incapaces de comprar o vender tanto como quisieran a los términos de
intercambio existentes.
Segundo, el intercambio resultante (e*, w*) es Pareto ineficiente. Este debe ser el caso
ya que, a estos valores, las condiciones de primer orden del empleador y del empleado
requieren que
ve = 0
pero π e > 0
y
(8.9)
vw > 0
pero π w = 0;
y, por lo tanto, existen algunos valores (Δe, Δw) (suficientemente pequeños) tales que
v(e* + Δe, w* + Δw) > v(e*, w*)
y
π(e* + Δe, w* + Δw, . . .) > π(e*, w*)
17 | M i c r o e c o n o m í a
Por lo tanto, existe un pequeño aumento en el esfuerzo que acompañado por un
pequeño aumento en el salario sería consistente con un mejoramiento en el sentido de
Pareto. Dado que el empleador ha escogido no solamente w sino también m para
maximizar los beneficios, una demostración análoga muestra que una leve disminución
en el monitoreo y un leve aumento en el esfuerzo también implican un mejoramiento en
el sentido de Pareto.3
Tercero, trabajo no productivo así como otros insumos no productivos serán
contratados en un equilibrio competitivo. Un ejemplo de factores de producción no
productivos son aquellos que se utilizan para monitorear a los trabajadores. Estos inputs
no aparecen en la función de producción pero son contratados por la empresa para
maximizar beneficios pues ellos contribuyen en forma alternativa con el cumplimiento
de los objetivos de la empresa. Sabemos que factores de producción puramente no
productivos serán contratados porque m = 0, t e = 0 (sin monitoreo, el trabajar más duro
no altera la probabilidad de terminación) por lo que e(w, 0; z) = e (el nivel de esfuerzo de
reserva es escogido). Si asumimos que e = e los beneficios no se maximizan, lo cual
implica que m* > 0, el nivel óptimo de monitoreo debe ser positivo.
Cuarto, el equilibrio competitivo es técnicamente ineficiente: existe una asignación
alternativa en la cual se obtiene el mismo nivel de producción utilizando menos de un
insumo y no más de cualquiera otro (esto define la ineficiencia técnica). Suponga que al
empleador se le exigiera (por parte de una Entidad omnipotente) que eleve el salario en
Δw y se le instruyera disminuir el nivel de monitoreo en una cantidad Δm, justo lo
suficiente para restaurar el nivel de esfuerzo al nivel de equilibrio, entonces,
e(w*, m*; z) = e(w* + Δw, m* - Δm; z)
(8.10)
Si la Entidad también estipula que las horas de trabajo continúen siendo las
mismas, la producción se mantendrá inalterada. Pero se ha disminuido uno de los
3
Al enfoque de disciplina laboral se le denomina, a veces, el modelo del “salario de eficiencia” ya que
Leibenstein (1957) y otros contribuyentes tempranos a esta literatura sugirieron que para tomar en cuenta
los efectos de nutrición, esfuerzo variable y similares, se debería medir el trabajo en “unidades de eficiencia”
y no en horas. La costumbre no cambió pero es un término erróneo ya que (en contraste al modelo
Walrasiano) los equilibrios que describe el modelo son técnicamente ineficientes (ver más abajo) y Pareto
ineficientes.
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 18
componentes, el monitoreo: la reducción en el monitoreo, dada por Δm, libera recursos
que pueden ser utilizados productivamente. Por lo tanto, el equilibrio competitivo (w*,
w*, m*, h*) es técnicamente ineficiente en el sentido estándar que se definió
anteriormente. Este caso se ilustra en la figura 8.3.
Las razones para la ineficiencia son instructivas. Las estrategias de ejecución
combinan típicamente el monitoreo (que tiene un costo de oportunidad social ya que
utiliza recursos con usos alternativos, por ejemplo, el trabajo del monitor, o los recursos
que se requieren para producir el equipo de vigilancia) con una renta de ejecución, en
este caso v – z (que es una transferencia pura y, en consecuencia, no implica un costo de
oportunidad social). Por lo tanto, y dado que tanto el monitoreo como el salario implican
un costo para el empleador, mientras que solamente el monitoreo es socialmente costoso,
tenemos un caso estándar en el cual los costos marginales privados son diferentes a los
costos marginales sociales, produciendo como resultado, una típica falla de mercado. Por
lo tanto, desde un punto de vista de eficiencia social, las estrategias de disciplina laboral
que se determinan de manera competitiva hacen un uso generalmente exagerado del
monitoreo y sub-utilizan las rentas de ejecución. Más zanahorias y menos garrote
podrían influir sobre una mejora técnica eficiente. Obsérvese que si se asocian
tecnologías más intensivas en capital con procesos más transparente de producción
(como en el ejemplo anterior), la misma demostración es válida para los bienes de
capital: se podrían hacer mejoras en técnicas eficientes (con respecto a la transacción de
equilibrio competitivo) elevando los salarios y disminuyendo el consumo de capital.
19 | M i c r o e c o n o m í a
Curva de isoesfuerzo
FIGURA 8.3 El nivel de monitoreo de maximización de beneficios es técnicamente
ineficiente.
Quinto; la transacción de equilibrio también se caracterizará por comodidades en el
lugar de trabajo que son subóptimas en el sentido de Pareto, tales como un horario flexible, un
ambiente de trabajo respetuoso y seguro, y similares. En el modelo Walrasiano estándar,
el empleador está limitado por la decisión de suministro laboral de los trabajadores
(restricción de participación) y, por tal razón, el empleador se ve motivado a proveer
comodidades en el lugar de trabajo como una manera de disminuir los costos de trabajo:
un trabajo cuyo ambiente laboral sea más amable para el trabajador puede atraer
potenciales empleados con salarios más bajos. Dado que la restricción de participación es
la propia utilidad del trabajador en la siguiente mejor alternativa que tenga a disposición,
el empleador maximizará los beneficios evaluando la importancia de las comodidades en
el lugar de trabajo (en relación con otros argumentos de la función de utilidad del
trabajador) exactamente como lo hace el trabajador. ¿Se tiene este mismo resultado
cuando el esfuerzo no es contratable? Ya veremos que no se tiene.
Supongamos que la función de utilidad del empleado se amplía para incluir una
medida de las comodidades de trabajo que se ofrecen (por hora de trabajo), α
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 20
u = (w, α, e)
con uα > 0 sobre el rango relevante, y que una unidad de las comodidades que el
empleador debe proveer cuesta p por hora de trabajo contratada. Entonces tenemos un
nuevo valor presente del trabajo v(e, w, α, z), así como una nueva función de mejor
respuesta e(w, m, α, z) y una condición adicional de primer orden para el empleador
π α = y´he α – hp = 0
(8.7e)
Esta condición requiere que el ingreso marginal producto de las comodidades (el primer
término) sea igual al costo marginal (y promedio) de proveer dichas comodidades. Es
claro que el empleador tendrá en cuenta, en alguna medida, las preferencias de los
trabajadores sebre loas comodidades laborales ya que e α > 0; el tener un trabajo más
amigable motivará al trabajador a realizar un mayor esfuerzo (el valor del trabajo para el
trabajador será ahora mayor).
¿Tendrá el empleador en cuenta lo suficientemente las preferencias del empleado? La
respuesta es no. Las comodidades en el lugar de trabajo no se diferencian de los salarios
en este modelo; éstas son valoradas por el trabajador pero para el empleador son
costosas de proveer. Ya hemos visto que la oferta que hace el empleador para maximizar
sus beneficios (w*, e*) será Pareto inferior a alguna otra combinación de e y w
caracterizada por pequeños aumentos en ambos. El mismo razonamiento aplica para las
condiciones de trabajo: porque en el punto de equilibrio competitivo (e*, w*, α*, m*)
πα = 0
y
vα>0
(8.11)
ve = 0
y
πe > 0
(8.12)
por lo que una leve mejoría en las comodidades en el lugar de trabajo, acompañada de un
pequeño aumento en el esfuerzo, inducirán una mejora en el sentido de Pareto.
¿Qué es lo que explica la diferencia entre el tratamiento Walrasiano y el
tratamiento post-Walrasiano? En el primero, la restricción de participación es activa (se
21 | M i c r o e c o n o m í a
cumple con igualdad), por lo que en equilibrio, el locus de isobeneficios de la empresa es
tangente al locus de indiferencia de los trabajadores, lo que da como resultado un
contrato de trabajo óptimo en el sentido de Pareto. En el segundo caso, la restricción de
participación no es activa (se cumple con desigualdad) y, en su lugar, la empresa es
retringida por la función de mejor respuesta del empleado. Dado que la función de mejor
respuesta no coincide con la restricción de participación, el segundo equilibrio no es un
óptimo de Pareto.
EL MERCADO DE TRABAJO EN EQUILIBRIO GENERAL
La relación de empleo en una empresa está inmersa en un sistema de mercado
compuesto por muchas de estas empresas y otros actores. Para estudiar esto,
supongamos que existe un número suficientemente grande de empresas idénticas que
utilizan trabajo como se mencionó anteriormente y que los mercados relevantes son
perfectamente competitivos en el sentido de que no existen barreras para entrar o salir.
Si los beneficios de la empresa (ingresos netos menos el costo de oportunidad del
capital) son positivos habrá incentivos para que nuevas empresas entren;
si los
beneficios son negativos, éstos inducen a las empresas a salirse del mercado. Por lo tanto,
el número de empresas en equilibrio se determina mediante las condiciones de primer
orden arriba mencionadas y la condición de cero beneficios:
π = y(he(w, m, z)) – (w + m)h – δ = 0
(8.13)
donde δ es el costo dado por período de insumos fijos (la unidad de capital) y h, e, m, w
satisfacen las condiciones de primer orden arriba mencionadas. Obsérvese que z, (la
única variable en la ecuación 8.13 a parte de δ que no se determina por las condiciones
de primer orden mencionadas anteriormente), es ahora endógena. ¿Cómo se determina
z?
La Posición de Reserva del Trabajador. Para algunos valores de e y de w, v (e, w) = z, por
lo que el trabajador es indiferente entre su trabajo – o sea, proveer un esfuerzo e y recibir
un salario w – y su siguiente mejor alternativa, a saber z. La restricción de participación
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 22
del trabajador se satisface como una igualdad. Podemos ver, de la ecuación (8.5), que en
este caso se tiene que obtener u e = 0 (el nivel de esfuerzo escogido cuando la renta del
empleo es cero es aquél para el cual la desutilidad del trabajo es cero). Por lo tanto la
utilidad de la transacción (e, w) es el equivalente por período de z; ó u(e, w) = iz. El nivel
de trabajo e es por lo tanto la cantidad de trabajo por hora que un trabajador escogería
para llevar a cabo en ausencia de cualquier estrategia de incentivos por parte del
empleador.
Pero, ¿qué es z? Ya que se asume que el trabajo es idéntico, el salario esperado por
el trabajador en un empleo alternativo debe ser igual al salario en su trabajo actual, por lo
que el costo de ser despedido es la reducción en el bienestar experimentado durante la
temporada que dure desempleado. Un trabajador despedido pasará el siguiente período
sin empleo, y recibirá un beneficio de desempleo (u otras transferencias que reemplacen
el ingreso) igual a b mientras no realiza ningún trabajo (y presumiblemente iniciará la
búsqueda de un trabajo). Por lo tanto, el desempleado experimenta una utilidad por
período dada por u(b, 0) que puede reflejar la utilidad del ocio, el estigma social de no
tener trabajo, y similares. Al final de cada período existe una probabilidad λ de que el
trabajador desempleado encuentre trabajo y con ello salga del grupo de desempleados;
Así, la duración esperada de estar desempleado es 1 /λ. Por lo tanto,
,
,
Esta es la posición de reserva definida de la misma forma que el valor presente del
trabajo. Vemos que dz/dλ > 0 si v – z > 0, lo que requiere que iv – u(b, 0) > 0. Esto
significa que un aumento en la probabilidad de dejar el grupo de desempleados mejora la
posición de reserva del trabajador, siempre y cuando los beneficios por período de tener
un trabajo (iv) excedan los beneficios por período de no tener un empleo (u(b, 0)).
23 | M i c r o e c o n o m í a
Estática Comparativa. Recordemos que (w + m)/e = μ es el costo de una unidad de
esfuerzo. Debido a que un aumento en la posición de reserva del empleado desplaza su
función de mejor respuesta hacia la derecha, se puede mostrar fácilmente que dμ / dz >
0, lo que significa que el costo por unidad de esfuerzo varía con z, como era de esperarse.
Como consecuencia, los beneficios también varían inversamente con z, a saber dπ /dz <
0.
En equilibrio general competitivo la posición de reserva del trabajador (z) debe ser
tal que los niveles de e, m, h, y w, escogidos por las empresas y los trabajadores para
maximizar los beneficios y las utilidades satisfagan la condición de cero beneficios. Es la
entrada y salida de empresas motivada por beneficios positivos o negativos y los efectos
agregados de empleo resultantes los que hacen que este nivel de equilibrio sea z. El
proceso es el siguiente. Con n empresas que producen, donde cada una de ellas utiliza h
tal y como es definida por las condición de primer orden (8.7), el empleo total H es
definido por nh = H, donde yo normalizo el suministro de trabajo a unidad, por lo que
H es la tasa de empleo agregado. La probabilidad de salir del grupo de desempleados
varía con el nivel de empleo, por lo que
λ = λ(H, . . . )
con λ´ > 0
de donde sabemos, dado (dx /dλ > 0), que
z = z(H, . . . )
con z´ > 0
por lo que la posición de reserva del trabajador mejora cuando aumenta la tasa de
empleo, como era de esperarse. Supongamos ahora que el número de empresas es tal
que π > 0, lo que motiva la entrada de empresas adicionales. El empleo adicional
resultante eleva H, lo que eleva z, y a su vez eleva el costo por unidad de esfuerzo. La
entrada de empresas continúa hasta que la ecuación (8.13) se cumpla, con lo cual se
determina el nivel agregado de empleo de equilibrio H así como z(H).4
4
El equilibrio existirá siempre y cuando sean posibles beneficios positivos cuando H = 0 y los beneficios
sean negativos si la demanda es igual a la oferta de trabajo, una condición suficiente para esto es que z(1) >
y(h) – δ. Ya que π(H) es monotónica, el equilibrio es único.
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 24
MEJORAS PARETIANAS NEGOCIADAS
Si mejoras en el sentido de Pareto son técnicamente factibles con respecto al equilibrio
competitivo (los puntos en la lente sombreada de la figura 8.1), ¿Por qué no se realizan?
¿Por qué el trabajador y el empleador no llegan a un acuerdo sobre un nivel levemente
más alto tanto de salario como de esfuerzo? ¿O por qué no llegan a un acuerdo sobre
una mejora en las comodidades del trabajo, como un horario flexible, y un mayor nivel
de esfuerzo? La respuesta es que un acuerdo así no se puede hacer cumplir. El salario y
las horas son contratables, pero el nivel de esfuerzo no lo es. Tales acuerdos son
técnicamente factibles pero no son factibles desde el punto del comportamiento de los
agentes dada la estructura de información del problema y las instituciones que definen la
interacción. Por lo tanto, el hecho de que e*, w*, m*, h* sea ineficiente en el sentido de
Pareto no nos dice si dicha ineficiencia se puede eliminar o atenuar la ineficiencia con
contratos alternativos factibles u otros arreglos institucionales. Si el trabajador fuera el
único empleado, entonces la propiedad de los activos de la empresa podría transferirse al
trabajador quien, como un productor autoempleado y demandante residual del flujo de
ingresos que resultan de sus esfuerzos, se podría dispensar de la necesidad de monitoreo.
Como veremos en el capítulo 9, los beneficios de la elección óptima de esfuerzo en
ausencia de monitoreo cuando el trabajador es el mismo propietario pudieran ser
suficientes como para pagar al antiguo empleador un retorno fijo sobre los activos,
suficiente para compensarle por la pérdida de dichos activos. Pero incluso en ausencia de
economías de escala que permiten esta solución tipo Robinson Crusoe, la misma no sería
factible si el empleado fuera adverso al riesgo o estuviera limitado en el crédito, como
veremos en el capítulo 9. En estos casos, el trabajador pudiera preferir continuar
trabajando bajo los contratos descritos anteriormente en lugar de ser un trabajadorpropietario, incluso si se le otorgaran los activos.
Consideremos otra posible solución institucional. Supongamos que el equipo de
trabajo está organizado como un sindicato y puede negociar con el empleador. Debido a
que los miembros del equipo de trabajo son idénticos, el sindicato simplemente
implementa las decisiones unánimes de sus miembros. Más aún, suponga que la
información de los miembros del equipo de trabajo sobre las otras acciones de trabajo
que ellos mismos realizan les permite utilizar el monitoreo de sus propios compañeros
25 | M i c r o e c o n o m í a
para implementar un nivel común de esfuerzo de trabajo. Esto significa que la
transacción ya no está restringida por las funciones individuales de mejor respuesta de
los trabajadores. Los resultados de equilibrio pueden entonces incluir pares {w, e} por
encima de la función de mejor respuesta si un acuerdo entre el sindicado y el empleador
puede ser garantizado. Asumamos que el resto de la interacción tal y como se describó
anteriormente permanece inalterada. En particular, la función de terminación del
empleador sigue vigente y el empleador determina el nivel de empleo en la forma usual, a
saber, igualando el ingreso marginal producto del esfuerzo con su costo efectivo.
Naturalmente el sindicato puede negociar sobre los tipos de monitoreo, la función de
terminación, y el nivel de empleo, pero el introducir estas complicaciones no iluminaría
el punto principal en lo que sigue.
Al caer en cuenta de la posibilidad de una mejora en el sentido de Pareto con
respecto al equilibrio competitivo {w*, e*}, tanto el empleador como el trabajador
prometen ofrecer respectivamente {w
+
> w*} y {e
+
> e*}, donde {w +, e +} es una
mejora en el sentido de Pareto con respecto a {w*, e*}, el equilibrio no cooperativo de
Nash descrito anteriormente. Dicha mejora puede ser cualquier pareja {w +, e +} en la
lente de mejoras en el sentido de Pareto de la figura 8.1. Las dos partes están por lo tanto
comprometidas en una interacción de negociaciones en la cual el conjunto de
negociación es la totalidad de la lente de mejoras en el sentido de Pareto y la frontera de
negociación es el locus de contratos eficientes. La posición de reserva en este problema
de negociación no es que el empleador y el equipo de trabajo se rehúsen a negociar del
todo, sino más bien que ellos negocien en el nivel Pareto-inferior no cooperativo de {w*,
e*}. El problema de la negociación, con pagos por un período, se ilustra en la figura 8.4.
Si se pudiera establecer un acuerdo vinculante para implementar las dos ofertas w +y
e + entonces esperaríamos que un resultado como {w +, e +} fuese bastante común, al
menos en aquellas situaciones en las que los empleados pueden participar en el
monitoreo de los compañeros y negociar colectivamente con sus empleadores. No
obstante, un acuerdo como {w +, e +} podría ser imposible de lograr a través de un
acuerdo vinculante. Por ejemplo, si existen otros factores no observables que afecten el
resultado de la producción, el empleador no puede detectar violaciones a lo acordado
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 26
sobre los niveles de esfuerzo al observar el nivel agregado de producto , lo cual
generalmente sucede.
Si no se puede hacer un contrato vinculante para ejecutar el acuerdo, el empleador y
el sindicato podrían implementar un resultado Pareto-superior adoptando estrategias de
cooperación condicional (un buen ejemplo de la ley del Talión): cada uno implementa la
parte que le corresponde en la transacción que genera una mejora en el sentido de Pareto
{w +, e +} siempre y cuando el otro haga lo mismo pero deja de hacerlo, pasando al
resultado Pareto inferior {w*, e*} si el otro incumple. Aunque estas estrategias suenen un
poco abstractas, a menudo se observan variantes de las mismas. No es extraño que los
sindicatos amenacen con “trabajar de acuerdo con el reglamento” – a saber, acometer
solamente las tareas que son requeridas explícitamente por contrato, mientras que los
empleadores a menudo condicionan pagos de salarios más altos a cambios en las reglas
de trabajo que implementen niveles de esfuerzo más altos.
27 | M i c r o e c o n o m í a
Utilidad del
empleador,
π(e,w)
Curva de contratos eficientes
●
●
π(e*,w+), u(e*,w+)
Utilidad del trabajador, u(e,w)
FIGURA 8.4 El problema de negociación del empleador y del sindicato: los
pagos por período. Nota: El conjunto de negociación es el área limitada por los
pagos de la interacción no cooperativa y el locus de contratos eficientes. Si las
estrategias disponibles fueran w + (sin restricción) y w * para el empleador, y fueran
e + (sin restricción) y e * para el empleado, el juego es un dilema de los prisioneros.
El punto a es el equilibrio del juego no cooperativo (que corresponde con el
punto a en la figura 8.1) mientras que el punto b es un punto sobre el locus de
contratos eficientes (que corresponde con el punto b en la figura 8.1).
Supongamos que el conjunto de acciones para cada uno está restringido a solamente
{e*, e +} para el sindicato y a {w*, w +} para el empleador y sus conjuntos de estrategias
son jugar incondicionalmente los valores de equilibrio no cooperativo, o las estrategias
de cooperación condicional (la ley del Talión) descritas anteriormente. Pudiera haber
muchas otras estrategias pero estos conjuntos truncados de estrategias son suficientes
para mostrar lo que me interesa. Usando la notación anterior, los valores presentes de los
pagos esperados de los dos negociadores aparecen en la tabla 8.1. Consideremos el pago
esperado para el sindicato de adoptar incondicionalmente e* si la empresa ha ofrecido el
pago condicional w +. En el primer período, cada uno de los trabajadores obtiene la
utilidad por período de recibir un alto pago por poco trabajo u(e*, w+) y posteriormente
es despedido con probabilidad t(e*), recibiendo como resultado su posición de reserva z,
y permanece con probabilidad (1 - t(e*)), pero de ahí en adelante recibe los pagos
correspondientes al equilibrio no cooperativo (porque la empresa deja de cooperar en
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 28
respuesta a la acción e* del sindicato). El resto de los pagos pueden ser interpretados en
forma similar (tabla 8.1).
TABLA 8.1
Valor presente de los pagos esperados en el juego repetido de negociación
Empleador
Sindicato
Sabemos que v + > v *, por lo que para un i suficientemente bajo se puede
demostrar fácilmente que la acción e+ puede ser la mejor respuesta a w + la acción en el
contrato condicional. La ganancia de un período para el empleado, hecha posible por el
resultado del alto pago que recibe por hacer poco esfuerzo {e *, w +} es más que
compensada por la diferencia entre v + y v * (así como por la mayor probabilidad de que
un miembro del sindicato que juegue e * sea despedido al final del primer período y, por
lo tanto, reciba z.) De manera similar, para un i suficientemente bajo, el w+ será la mejor
respuesta a e + la acción en el contrato condicional. Por lo tanto, el resultado {w +, e +} se
puede implementar bajo ciertas condiciones. Naturalmente, si la ganancia obtenida en un
periodo por no cooperar (abandonar el acuerdo), es lo suficientemente grande, o si la
probabilidad de mantener el trabajo lo suficientemente pequeña, o la tasa de preferencia
por el tiempo suficientemente grande, no se podrá implementar el resultado cooperativo
como un equilibrio de Nash.
29 | M i c r o e c o n o m í a
Esta estructura – la mejora negociada a partir de una interacción no cooperativa
hasta un resultado cooperativo que sea Pareto superior – captura hechos empíricos
importantes en cuanto a las relaciones de trabajo. A menudo uno encuentra lugares de
trabajo cooperativos y no cooperativos (y a menudo muy conflictivos) no solamente
dentro de la misma industria sino incluso en diferentes unidades de producción de una
misma empresa.5 Típicamente, es más probable que las grandes empresas con fuerzas de
trabajo sindicalizadas implementen la solución cooperativa. Los mercados laborales en
dichas firmas son denominados como el mercado laboral primario, caracterizado por
empleos de largo plazo, carreras de promoción bien definidas, despidos infrecuentes por
justa causa, y repartición de ganancias debido a la cooperación entre los trabajadores y
los dueños. Otros sectores de la economía (caracterizados a menudo por empleos
inseguros, ascensos o carreras de promoción cortas, y salarios bajos) implementan la
solución no cooperativa y conforman el mercado laboral secundario. Estas diferencias se
ilustran en el ejemplo de negociación que se presentó anteriormente mediante t(e +) < t(e
*) y las ganancias compartidas provenientes de la cooperación π
+
> π* y v
+
> v*.
Obsérvese que, de acuerdo con esta interpretación, una forma pura del modelo de
disciplina laboral aplica para el mercado laboral secundario, mientras que un modelo
híbrido –de mejora negociada a partir de resultados ineficientes propios de la solución
no cooperativa– describe mejor el mercado laboral primario.6
¿Cómo podría la estructura de una economía afectar la viabilidad del resultado
cooperativo? Obsérvese que la probabilidad de terminación tiene el mismo efecto sobre
la viabilidad del resultado cooperativo como lo tiene la tasa de preferencia por el tiempo.
Si la probabilidad de ser despedido es alta (t es grande) será difícil sostener el resultado
cooperativo como un equilibrio. Consideremos una función de terminación más realista
en la cual la probabilidad de pérdida del trabajo es la suma de la probabilidad de
terminación por una justa causa, t(e), y la probabilidad τ de terminación por otras razones
(fluctuaciones en la demanda o reubicación de la empresa, por ejemplo). El modificar la
5
El mismo modelo es ampliamente aplicable a otros tipos de situaciones de colaboracion, tales como los
matrimonios (Lundberg y Pollak 1993), en las cuales también se observan resultados cooperativos y no
cooperativos.
6
Una interpretación alternativa que ofrecen Bulow y Summers (1986) sostiene que los altos salarios del
mercado laboral primario se explican por el hecho de que el modelo del “salario de eficiencia” aplica aquí
pero no en el mercado laboral secundario que se caracteriza por vaciarse con salarios bajos. No obstante,
su interpretación parece dudosa dados los altos niveles de desempleo involuntario entre grupos
demográficos que típicamente buscan trabajo en el mercado laboral secundario.
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 30
tabla de pagos para tener en cuenta las terminaciones que no son por justa causa
requeriría agregar una τ a t(e) dondequiera que ésta última aparezca en la tabla 8.1. Queda
entonces claro que altos niveles de terminaciones que no son por una justa causa hacen
que sea más difícil de sostener el resultado cooperativo. Por lo tanto, es más probable
que mejoras en el sentido de Pareto basadas en negociaciones con respecto a los niveles
esfuerzo-salario se puedan sostener ahí donde coexisten dos instituciones: los sindicatos
de trabajo con la capacidad de negociar con los empleados e implementar el monitoreo
entre los compañeros, por un lado, y políticas macroeconómicas que suavicen la
volatilidad de las fluctuaciones de la demanda agregada, por el otro. Esto es un ejemplo
de lo que se denomina complementariedad institucional, una situación en la cual los efectos
benéficos de una institución aumentan en presencia de la otra. (En el capítulo final me
referiré nuevamente a las complementariedades institucionales). En lugares donde las
complementariedades institucionales son fuertes esperaríamos ver la coexistencia tanto
de
negociaciones
colectivas
efectivas
como
de
una
efectiva
estabilización
macroeconómica o la ausencia de ambos.
¿POR QUÉ LAS EMPRESAS NO VENDEN TRABAJOS?
Es probable que existiera una forma más simple de lograr no solamente una mejora en el
sentido de
Pareto con respecto al resultado no cooperativo sino también de
implementar un resultado Pareto eficiente. El resultado clave en la demostración anterior
de la ineficiencia en el sentido de Pareto es que la restricción de participación del
trabajador no es activa (no se tiene con igualdad) y, por tal motivo, el trabajador recibe lo
que yo he denominado una renta de ejecución. ¿Pero, por qué debería ser así? ¿Acaso el
empleador pasó por alto la oportunidad de aumentar sus beneficios? ¿No podría una
empresa, la cual observa que el trabajador recibe un aumento substancial en el valor
presente de su utilidad vitalicia esperada cuando tiene un trabajo asegurado, simplemente
cobrar una tasa por garantizarle el trabajo (Carmichael 1985)? Si la empresa explotara
esta oportunidad, el trabajador podría entonces pagarle a la empresa una suma inicial de
v* - z* y, por tanto, habiendo pagado la tasa por el trabajo, sería simplemente indiferente
si toma el trabajo pero, más importante aún, no sería indiferente ante la posibilidad de
perderlo. Consideremos cómo puede funcionar esto.
31 | M i c r o e c o n o m í a
La tasa por trabajo a ser considerada es una transferencia no retornable que se
realiza una sola vez, la cual es requerida por el empleador como condición para
garantizar el empleo (esto a veces se denomina erróneamente una fianza). Asumamos
que la riqueza total del trabajador es v + К donde, igual que antes, v es el valor del trabajo
y К es “la riqueza adicional”. Dado que el trabajador financia la tasa por trabajo con
recursos provenientes de К, la tasa simplemente reduce la riqueza del trabajador. Asumo
que esto no tiene efecto marginal alguno sobre el comportamiento del trabajador. Por
esta razón, la función de mejor respuesta del trabajador e(w) no se ve afectada. Asumiré
que el trabajador se ve efectivamente restringido (por consideraciones de procedimiento
o reputación) de ser oportunista y adoptar una función de despido para aprovecharse de
la tasa que recibe y aumentar el nivel de las nuevas contrataciones. El costo del
trabajador por reducir sus otras riquezas en un dólar es equivalente a la reducción en un
dólar de la riqueza v. Ya que h es el número de trabajadores contratados, también es el
número de tasas de trabajo recibidos por la empresa. Para simplificar la exposición, me
he abstraído completamente del monitoreo (el nivel de esfuerzo e es conocido pr el
empleador pero no es verificable).
El empleador varía h, w, y B para maximizar
π = y(he(w)) – hw + iBh
(8.14)
sujeto a
v(e(w), w – iB) ≥ z
donde i es la tasa de retorno, B es la magnitud de la tasa, y v(.) es el valor presente ex-ante
del trabajo con una tasa B. El término w – iB es el salario neto, teniendo en cuenta el
costo de oportunidad que representa para el empleado el privarse de los retornos que
obtendría por iB sobre su riqueza.
El Lagrangiano asociado al problema de optimización esta dado por
r = y(he(w)) – hw + iBh + γ{v(e(w), w – iB) - z}
con las condiciones de primer orden:
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 32
r w = y’he’ – h + γ(v w + v e e’ ) = 0
(8.15a)
r h = y’e – w + iB = 0
(8.15b)
r B =ih – i γv w = 0
(8.15c)
rγ = v – z = 0
(8.15d)
De (8.15b) podemos determinar el nivel de empleo como aquél que iguala el
producto marginal del esfuerzo y’ con el costo de una hora de trabajo (w – iB) por unidad
de esfuerzo realizado por hora, o el costo de una unidad de esfuerzo, o
–
’
(8.16)
De la función Lagrangiana, podemos interpretar fácilmente a γ como el precio sombra
de la restricción de participación y, esto es, dado (8.15c),
γ
(8.17)
La ecuación (8.17) da el efecto sobre los beneficios de un cambio en la posición de
reserva del trabajador, a saber, el aumento de salario necesario para satisfacer la
restricción de participación del trabajador (1 /v w) veces el nivel de empleo. También
podemos ver que para niveles positivos de empleo y de no saciedad (v w > 0) γ > 0, por lo
que la restricción de participación es activa.
Eliminando h de (8.15a) y sustituyendo en el valor de γ tenemos que
´ ´
1
1
lo cual, reorganizando términos, da
´
Combinando las ecuaciones (8.16) y (8.18) tenemos que
(8.18)
33 | M i c r o e c o n o m í a
(8.19)
lo cual requiere que el costo de una unidad de esfuerzo para la empresa (el lado izquierdo
de 8.19) sea igual al (negativo de) la tasa marginal de substitución entre salarios y
esfuerzo en el locus de iso-valores-presentes del trabajador (el lado derecho).
El problema y su solución se pueden interpretar de la siguiente manera. En la
figura 8.5, permitamos que el eje horizontal represente el salario recibido por el
trabajador, w, así como el costo salarial en el que incurre el empleador, w – iB. El
empleador identifica el locus iso-v para el cual v = z (porque sabe que la restricción de
participación estará activa). A lo largo de este locus existe algún punto (a) que maximiza
la pendiente de un rayo desde el origen o e/(w –iB) con lo cual se satisface la ecuación
(8.19). Este punto, que está fuera de la función de mejor respuesta del trabajador,
naturalmente no se puede obtener directamente: el ofrecer el salario w* - iB* no
motivaría al trabajador para que suministre el nivel de esfuerzo e*. La tasa de salario se
determina entonces como aquella que es suficiente para motivar al trabajador para que
suministre el nivel de esfuerzo e*. Y el nivel de la tasa de empleo es aquel que
implementa el punto a, satisfaciendo la restricción de participación con igualdad.
Habiendo determinado w, B, y e, se determina h*, mediante la ecuación (8.15b).
Posteriormente, el empleador verifica para si en el equilibrio podría ser de mayor
beneficio el no contratar trabajo y /o si el trabajador está satisfecho. Si ninguno de ellos
es el caso, se mantiene el supuesto de que la restricción de participación es activa y se ha
identificado correctamente el máximo beneficio.
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 34
Esfuerzo
v(e, w)=z
a
e*
e(w; z)
e
w
w* - iB*
w*
Salario
FIGURA 8.5 Las tasas óptimas que se pagan por el trabajo vacían el mercado
laboral e implementan un óptimo de Pareto. El empleador identifica el punto a
como la solución que maximiza e/w, el esfuerzo extraído del empleado por unidad
de costo. Para implementar este resultado, el empleador ofrece el salario de w* (a lo
cual el empleado responde con e*) con una tasa por trabajo de B*.
El equilibrio con las tasas de trabajo óptimas es abismalmente diferente al del caso
anterior. Primero, dado que la restricción de participación es activa, el trabajador es
indiferente entre tomar o no el trabajo. El mercado laboral por lo tanto se vacía; no hay
trabajadores que hayan sido empleados involuntariamente. Este resultado resalta una
importante limitación de buscar vaciar el mercado laboral como objetivo de política: si
los trabajos son suficientemente poco atractivos puede que no haya un exceso en de
demanda. Segundo, mientas que las rentas ex-ante (antes de aceptar el trabajo) son cero,
las rentas ex-post son en realidad mayores a aquéllas del caso en el que no se paga la tasa
de empleo (para un z dado, el salario óptimo es mayor, ya que se establece no solamente
para motivar el esfuerzo sino también para incrementar el valor de la tasa que puede ser
extraída del potencial trabajador). Tercero, la riqueza del trabajador se reduce y
aumentan los beneficios del empleador. En equilibrio general, el efecto sería aumentar el
número de empresas y el nivel de empleo (hasta que z haya subido lo suficiente para
restaurar la condición de cero beneficios).
35 | M i c r o e c o n o m í a
Este modelo parece predecir que los tasas por trabajo llegarían a ser comunes (y
substanciales) y que, como resultado, el desempleo involuntario sería algo raro. Sin
embargo, son pocas las empresas que les cobran una suma inicial por trabajar a sus
trabajadores y, mientras existan substitutos para estos tasas de trabajo, tal como un
período inicial de prueba con un salario bajo, serán realmente raros y de una magnitud
remotamente cercana a la que haría que el trabajador fuera indiferente entre aceptar o no
un trabajo.7
¿Significa esto que los empleadores simplemente no toman ventaja de una
oportunidad que les pueda rendir beneficios? Es algo similar a encontrar en la calle un
billete de 500 dólares, no es que nunca pase algo así, es solo que parece poco probable.
¿Por qué entonces no sucede? Decir que los potenciales empleados no tienen mucho
dinero para pagar una tasa por el trabajo no es una respuesta convincente, ya que la
riqueza limitada de un trabajador simplemente restringe las sumas que se podrían cobrar,
pero no refuta la lógica del argumento, el cual seguiría prediciendo tasas óptimas y por
ello vaciando los mercados laborales. Una explicación más convincente es que
motivaciones positivas del empleado hacia el empleador son importantes para inducir un
trabajo de alta calidad y altos niveles de esfuerzo, y el empleador tiene en cuenta estas
motivaciones positivas a la hora de manejar la negociación más difícil posible. Hay dos
tipos de evidencia que respaldan esta interpretación.
La primera, que los empleadores son reacios a recortar los salarios durante
períodos de alto desempleo, aparentemente por razones de moral y motivación de los
empleados. Truman Bewley (1999) trató de entender la reticencia de los empleadores a
recortar los salarios en épocas de recesión y así tomar ventaja de la posición de reserva
más baja de los empleados que implica dichos momentos. Sus extensas entrevistas
mostraron que los empleadores le temen al efecto que las reducciones de salario tienen
sobre la moral de los empleados. La razón por la cual los empleadores se abstienen de
recortar los salarios durante una recesión se puede aplicar con igual o mayor fuerza al
7
En los Estados Unidos, los trabajos que pagan rentas altas típicamente las ofrecen a los principiantes así
como a los trabajadores titulares (experimentados), lo que pone en duda la interpretación de los salarios
iniciales más bajos como tasas implícitas de trabajo. Las tasas implícitas de trabajo adoptan formas no
monetarias, como cuando un empleador asegura un respaldo político de un potencial trabajador o exige
favores sexuales.
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 36
hecho de que la mayoría no cobra nada por los trabajos, incluso si las rentas asociadas a
los trabajos son substanciales.
Segundo, como vimos en el capítulo anterior, experimentos de mercados laborales
muestran que las personas típicamente exhiben preferencias fuertemente recíprocas, y
proveen altos niveles de esfuerzo en respuesta a las ofertas del “empleador” que se
consideran son generosas (Fehr, Kirchsteiger, y Riedl 1998). Donde las tasas por trabajo
estaban entre las posibles estrategias de los empleadores,, los sujetos experimentales las
abandonaron ya que los beneficios caían como resultado de la respuesta negativa de los
“empleados”.
Otra de las razones por las cuales las tasas de trabajo no son comunes podría ser
porque el empleado potencial no confía en que los efectos de reputación o de debido
proceso puedan ser suficientes para evitar que los empleadores despidan a los
trabajadores sin justa causa para aumentar el número de tasas por trabajo cobradas.
El hecho de que el pago de tasas por trabajo no sean común se toma a veces como
un indicativo de que el modelo de disciplina laboral mencionado arriba es de poca
relevancia empírica, pero la evidencia mostrada anteriormente sugiere que, cuando el
modelo se amplía para incluir los tipos de preferencias sociales descritos en el capítulo 3,
el modelo es consistente con el hecho de que cobrar tasas por trabajo raro. La
interpretación más plausible es que una oferta de trabajo que genere una renta de trabajo
ex post puede ser considerada por un empleado como una señal de generosidad del
empleador (si no viene acompañada del cobro de la tasa por trabajo) o simplemente
como una estrategia para maximizar beneficios (si viene acompañada del cobro de la tasa
por trabajo). Por lo tanto, cobrar una tasa por trabajar afecta las creencias del empleado
en cuanto a las intenciones (o tipo) del empleador y el empleado responde de acuerdo a
ello. Esta interpretación resalta la importancia que tienen las consideraciones de equidad
y moral al establecer un salario, y motiva la designación de un empleo como una especie
de intercambio de regalos (Akerlof 1982).
37 | M i c r o e c o n o m í a
DISCIPLINA LABORAL E INCENTIVOS: EVIDENCIA
Ya que existen muchos modelos plausibles de mercados laborales que han modificado
los supuestos convencionales del modelo Walrasiano, debo explicar porqué me
concentré en una clase particular de modelos. La razón principal es que el modelo de
disciplina laboral basado en la renovación contingente es consistente con un número de
hechos no controversiales sobre el funcionamiento de la economía (mientras que el
modelo convencional no lo es).
El primero de ellos es la existencia de rentas substanciales de empleo en la mayoría
de los trabajos. Uno no puede capturar los aspectos relacionados con los ingresos de
estas rentas al comparar los niveles de ingreso de aquellos con y sin trabajo, ya que estos
grupos difieren entre sí en muchos aspectos adicionales al simple status de empleo. La
medida que teóricamente es más apropiada es la típica pérdida de los beneficios y
ganancias del empleado por causa de una racha de desempleo exógenamente inducida,
como la que pudiera existir debido al cierre de una planta. Henry Farber (2003:2), quien
resumió la considerable literatura que existe sobre este tema, concluyó que los
“trabajadores despedidos sufren períodos substanciales de desempleo y las ganancias en
los empleos que tienen luego de haber sido despedidos son substancialmente menores
que las ganancias que obtenían antes de haber sido despedidos.” Este recuento siguió
siendo cierto incluso durante el período de fuerte demanda laboral de los años 1990s. El
costo de la pérdida de trabajo en los Estados Unidos (una estimación del valor actual (v –
z) utilizando un índice de preferencia de tiempo del 10 por ciento) puede estar entre la
mitad y una-y-medio veces los ingresos anuales, dependiendo de la duración en el
cargo.8
En términos subjetivos, las rentas pueden ser considerablemente mayores debido
al estigma social y otras incomodidades que se asocian con estar sin trabajo. Un número
de estudios han documentado la pérdida de bienestar subjetivo (medido a través de una
serie de encuestas) que se asocia con la pérdida de un trabajo o el estar sin trabajo. Uno
de los estudios (Winkelmann y Winkelmann 1998), utilizando datos de panel que permite
hacer comparaciones de la misma persona en diferentes condiciones de empleo,
8
Esta aproximación se basa en cálculos donde se utilizan las estimaciones de Farber. Ver también Burda y
Mertens (2001).
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 38
descubrió que el efecto subjetivo de estar sin trabajo en sí era mucho mayor que el costo
subjetivo de la pérdida de ingresos asociada.9 Puede haber muchos trabajos en los cuales
los empleados son indiferentes entre continuar empleados o ser despedidos, tal y como
lo predice el modelo Walrasiano, pero la evidencia que indica que la mayoría de los
empleados tienen una fuerte preferencia a seguir estando empleados es abrumadora.
Segundo, los salarios reales tienden a variar con el nivel de empleo (Bowles 1991,
Blanchflower y Oswald 1994), como lo predice el modelo de regulación de esfuerzo. (En
el modelo Walrasiano convencional, para un capital dado, el empleo adicional debe
disminuir el producto marginal del trabajo y, en consecuencia, el salario).
Tercero, los empleadores dedican substanciales recursos en personal así como en
otros recursos para monitorear los niveles de esfuerzo de sus empleados, gastos que
serían inconsistentes con la maximización de beneficios si los niveles de esfuerzo fuesen
invariantes o estuviesen sujetos a un contrato que puede se pueda hacer cumplir sin
costo alguno.
Cuarto, los niveles de esfuerzo en el trabajo parecieran ser bastante variables y
raramente sujetos a contrato. Mientras que el pago basado en grupos es una práctica
común, el pago por pieza individual es extremadamente raro fuera de la industria del
vestido y del calzado (Petersen 1992). Más aún, cuando el sistema de pago para los
instaladores de vidrios de automóviles en los Estados Unidos cambió de salarios por
hora a tarifas por pieza, el rendimiento por trabajador aumentó en un quinto (Lazear
1996). De manera similar, los plantadores de árboles en Columbia Británica, que fueron
asignados aleatoriamente para recibir una compensación por pieza, hicieron un trabajo
20 por ciento mejor que aquéllos a quienes se les había asignado aleatoriamente un
salario fijo (Shearer 2001). Estas mayores respuestas ante mejoras en los incentivos
sugieren que los empleados ejercen un control substancial sobre su esfuerzo de trabajo.
En un estudio de granjeros quienes trabajaban bajo una variedad de contratos, se
9
Blanchflower y Oswald (1994) estimaron en 60.000 dólares el ingreso adicional que se necesitaba para
compensar el estar sin trabajo, pero dado que esto se basa en una comparación entre aquellos con y sin
trabajo, condicional en un gran número de medidas demográficas y otras medidas, se puede estar
sobreestimando el costo subjetivo de la pérdida de trabajo (el estar sin trabajo puede ser una de las muchas
razones por las cuales los desempleados no son felices y es más probable que las personas
hereditariamente infelices sean personas que no tienen trabajo).
39 | M i c r o e c o n o m í a
hallaron incluso efectos mayores de incentivos por esfuerzo sobre la productividad.
Laffont y Matoussi (1995) encontraron que la productividad de los Tunecinos que
trabajaban como mano de obra contratada era la mitad de la productividad de aquéllos
quienes trabajaban y eran los propios demandantes residuales (trabajo en familia). Más
aún, las personas eran 50 por ciento más productivas cuando trabajaban bajo contratos
de renta fija (y, en consecuencia, eran los únicos demandantes residuales sobre los
resultados de su esfuerzo) que cuando trabajaban bajo los incentivos disgregados del
esfuerzo cuando se trabaja en aparcería. En un estudio inusual, por el uso de datos
longitudinales, en Filipinas se observó que:
[L]os trabajadores evidentemente suministran un mayor esfuerzo bajo un esquema de
tarifa de pago por pieza o al trabajar en su propia granja en comparación con el
empleo de salario por tiempo, como se refleja en el hecho de que ellos gastan
aproximadamente un 10% más de su masa corporal, neto de consumo de calorías,
cuando trabajan bajo el esquema de la tarifa de pago por pieza que en sus propias
tierras. . . . [E]l mismo trabajador consume 23% (16%) por ciento más calorías por
día cuando se encuentra empleado bajo un esquema de tarifa de pago por pieza
(empleo en su propia granja) que cuando trabaja a cambio de un salario por tiempo.
(Foster y Rosenzweig 1994:214).
Un estudio realizado en el Reino Unido, con observaciones individuales de las
actividades de los empleados, reveló que el esfuerzo de trabajo respondía fuertemente a
las condiciones macroeconómicas, tal y como se podría esperar con base en el modelo
de regulación de esfuerzo, mayores niveles de desempleo motivaron una mayor
intensidad en el trabajo (Schor 1988). Un estudio en los Estados Unidos utilizando
series de tiempo encontró que la productividad laboral variaba fuertemente con el monto
de las rentas de empleo, condicional en los movimientos en la relación capital-trabajo, el
nivel de utilización de capacidad, y otras variables estándar en trabajos econométricos
sobre la productividad (Bowles, Gordon y Weisskopf 1983). Otras evidencias sugieren
que estos efectos del modelo de disciplina laboral son más fuertes en el mercado laboral
secundario que en el mercado primario sindicalizado, y más fuertes aún en países donde
los sindicatos de trabajo son más débiles.
La baja frecuencia de despidos por justa causa no es evidencia en contra de los
modelos de disciplina laboral, pues una estrategia efectiva de disciplina podría resultar en
la ausencia de despidos (como en Shapiro y Stiglitz 1984). Es más, incluso si la
terminación por justa causa no hace parte explícitamente de la estrategia de disciplina
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 40
laboral del empleador – como sucede en los mercados de trabajo primarios de muchas
economías de Europa – las evaluaciones que el empleador haga de los esfuerzos del
trabajador se utilizan ampliamente para la elección de promociones o retiros, lo que
reproduce efectivamente los efectos de terminación por justa causa como un incentivo al
trabajo duro.
Algunos de estos hechos se pueden explicar por otros modelos de empleo como
los de renta compartida o transacciones de activos específicos que se introducirán en el
capítulo 10. Sospecho que un entendimiento adecuado de los mercados de trabajo y las
relaciones de empleo podrá requerir de enfoques híbridos incluyendo otros modelos no
Walrasianos que no se desarrollan aquí. Muchos de los hechos que se presentan más
adelante son consistentes con más de uno de estos modelos.
CONCLUSIÓN
El estímulo para gran parte del nuevo trabajo teórico sobre los mercados de trabajo vino
de la insatisfacción con los aspectos microeconómicos de modelos macroeconómicos de
empleo y desempleo agregado. Los macroeconomistas sobresalieron entre los primeros
innovadores. Los modelos basados en contratos incompletos de esfuerzo u otros
aspectos del intercambio laboral explicaron cómo un equilibrio competitivo podría
exhibir desempleo involuntario, acortando así el vacío entre la teoría estándar y la
observación empírica.
Durante el proceso, las teorías estándar del mercado laboral y de la empresa se
transformaron substancialmente. Robert Solow (1990) resume la dirección del cambio en
el título de su libro El Mercado de Trabajo como Institución Social, y Arthur Okun (1981)
capturó el nuevo rol clave de la confianza y otras preferencias sociales al acuñar el
término “el invisible apretón de manos”. La importancia de los motivos de reciprocidad
y otras preferencias sociales para explicar por qué las empresas no venden los trabajos
resalta la futilidad de simplemente introducir contratos incompletos como única
modificación en un modelo Walrasiano. Los experimentos resumidos en la penúltima
41 | M i c r o e c o n o m í a
sección del capítulo anterior sugieren que la no completitud contractual aumenta el rol
de las preferencias sociales en la determinación de los resultados de equilibrio.
Son tres las implicaciones de las nuevas teorías que han recibido menos atención.
La primera ya se había mencionado en la discusión de la elección que hace la empresa de
los insumos de capital cuando el esfuerzo de trabajo no puede ser contratado. Si la
dificultad para monitorear el esfuerzo en el trabajo difiere a lo largo de las tecnologías, la
elección de la tecnología se verá influenciada por la naturaleza del problema de disciplina
laboral. Por lo tanto, aspectos del ambiente de la disciplina laboral tales como las normas
existentes, si los trabajadores despedidos tienen o no acceso a un seguro de desempleo, y
otras influencias sobre la elección de esfuerzo por parte del trabajador, afectarán la
rentabilidad de las tecnologías alternativas. Esta visión contrasta con el modelo estándar
en el cual la elección de tecnología responde a la escasez de factores reflejada en los
precios de los mismos. Esto también levanta dudas acerca de si la existencia de
instituciones – la empresa convencional, por ejemplo – puede ser explicada por los
requerimientos de tecnologías exógenamente dadas. Una visión más plausible es que las
tecnologías y las instituciones evolucionan conjuntamente, y que cada una influye en el
desarrollo de la otra.
He aquí un ejemplo. Cuando las empresas de camiones en los Estados Unidos
instalaron computadores en las cabinas durante los años 1980s, éstas mejoraron
ampliamente su capacidad para monitorear las acciones de los conductores (Baker y
Hubbard 2000). Los dispositivos para registrar los viajes proveyeron a la compañía con
información verificable sobre la velocidad, tiempo ocioso, y demás detalles sobre la
operación del camión sobre los cuales había conflicto de intereses entre el conductor y la
compañía. Por ejemplo, el costo de operar los camiones (que pagaba la compañía) era
creciente y convexo en la velocidad del camión; los conductores preferían conducir a una
velocidad mayor a la que minimizaba los costos y así tomarse descansos más largos. Los
conductores que eran dueños de sus camiones eran demandantes residuales sobre sus
ingresos, menos los costos, y en consecuencia internalizaban los costos de combustible y
depreciación, lo cual resultó en ahorros significativos. Por tal razón, antes de que se
introdujeran los dispositivos para registrar los viajes, los dueños-operadores tuvieron
éxito al competir con las flotillas de las compañías en aquellos trayectos para los cuales
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 42
los conflictos de interés entre los conductores y las compañías eran particularmente
fuertes.
Cuando se utilizaron los dispositivos para registrar los viajes, las compañías
pudieron escribir contratos basados en la velocidad a la cual se manejaba el camión y
proveer a los conductores con otros incentivos para actuar de acuerdo con los intereses
de la compañía. A diferencia de otros computadores instalados en el vehículo (sistemas
electrónicos de gestión de vehículos, o EVMSs por sus siglas en inglés), los dispositivos
para registrar los viajes no proveyeron una mejoría en la coordinación entre los
camioneros y los despachadores, ya que la información quedaba a disposición de la
compañía solamente cuando el trayecto era completado. La única función de los
dispositivos para registrar los viajes era la de mejorar la contractibilidad de aspectos
referentes a los comportamientos de los conductores sobre los cuales había un conflicto
de interés entre los conductores y la compañía. Al mejorar las oportunidades
contractuales de las compañías, los dispositivos para registrar los viajes tuvieron dos
efectos. Primero, conllevaron a una disminución significativa en la participación de
mercado de los dueños-operadores. Segundo, los conductores en los camiones
equipados con dispositivos para registrar los viajes manejaban más despacio. En
contraste, la capacidad de los EVMSs para mejorar la coordinación entre los conductores
y los despachadores bajó los costos pero no tuvo efecto especial alguno sobre la
distribución de contratos o de propiedad en la industria.
En este caso, se escogió una tecnología porque aumentaba el conjunto de
contractos factibles de manera tal que mejoraban los beneficios. Si las tecnologías son
endógenas en este sentido, se hace difícil dar una definición precisa al término costos de
transacción. En el modelo que se desarrolló arriba queda claro que los costos de
monitoreo son costos de transacción. Sin embargo, la ecuación (8.7d) muestra que la
predisposición a pagar por parte de la empresa para utilizar el insumo k se explica por la
contribución que este insumo hace tanto a la producción como a la disciplina laboral.
¿Los costos de utilizar el bien k son costos de transacción? De ser así, ¿qué fracción del
costo del insumo k debe ser asignada a costos de transacción y cuál a los costos de
producción? Los costos de los dispositivos para registrar los viajes instalados en los
camiones fueron casi totalmente costos de transacción. Pero ¿qué hay de los demás
43 | M i c r o e c o n o m í a
EVMSs los cuales, al igual que los dispositivos para registrar los viajes, permitieron
contratos con incentivos más fuertes para los conductores y también mejoraron en gran
medida la coordinación? La misma ambigüedad surge con respecto al salario. Hemos
visto que un aumento de salario acompañado por una disminución en el monitoreo
podría sustentar el mismo nivel de esfuerzo laboral. Parecería extraño llamar la
disminución en el monitoreo una disminución en los costos de transacción dado que el
costo total de contratación de trabajo ha aumentado. En consecuencia, ¿son los salarios
también costos de transacción? Estas ambigüedades en cuanto al significado del término
parecen ineludibles y explican por qué hago poco uso aquí del esquema de costos de
transacción.
Una segunda implicación de los nuevos modelos de mercado de trabajo es que,
debido a que la relación de empleo persiste a lo largo de muchos años, el lugar de trabajo
es un ambiente cultural donde evolucionan las preferencias y las creencias de los
empleados. A este respecto, los lugares de trabajo no se diferencian de las escuelas o de
los vecindarios, pues ejercen influencia acerca de quién conoce a quién, para hacer qué, y
cuáles recompensas se asocian con cuáles comportamientos. Un ejemplo empírico
sugerirá la importancia de estos efectos. A lo largo de un período de tres décadas, Melvin
Kohn y sus colaboradores estudiaron la relación entre el cargo que tenemos en la
estructura de autoridad de nuestro lugar de trabajo – dado como opuesto a tomar
órdenes – y la valoración individual de auto orientación e independencia en sus hijos, así
como la flexibilidad intelectual propia y la auto supervisión personal. Ellos llegaron a la
conclusión que “la experiencia de la autodirección ocupacional tiene un efecto profundo
sobre los valores, la orientación y el funcionamiento cognitivo de las personas.”10 Su
estudio en colaboración con Japón, los Estados Unidos y Polonia (Kohn, Naoi,
Schoenbach, Schooler y Slomczynski 1990) rindieron hallazgos consistentes a lo largo de
diferentes culturas: las personas que ejercen la auto orientación en el trabajo también
valoran más la auto orientación en otras extensiones de su vida (incluyendo la crianza de
los hijos y actividades de ocio) y son menos probables de exhibir fatalismo, desconfianza
y auto súplica. Kohn y sus coautores (1983:142) razonan que “la estructura social afecta
el funcionamiento sicológico individual principalmente al afectar las condiciones de las
10
Ver Kohn (1969), Kohn, Naoi, Schoenbach, Schooler y Slomczynski (1990), Kohn y Schooler (1983), y
Kohn (1990). La cita es de la página 967 del trabajo escrito en coautoría en 1990. Los estudios tienen en
cuenta la posibilidad de que la personalidad esté afectando la estructura de trabajo y no al contrario.
E m p l e o , D e s e m p l e o y S a l a r i o s | 44
propias vidas de las personas.” Kohn concluye, “La explicación simple que cuenta para
virtualmente todo lo que sabemos sobre los efectos del trabajo en la personalidad. . . es
que los procesos son directos: aprender del trabajo y expandir esas lecciones a las
realidades fuera del trabajo” (Kohn 1990:59).
Ya que las dimensiones de personalidad mencionadas por Kohn son parte de las
preferencias de los individuos que explican cómo ellos crían a sus hijos, en cuál tipo de
actividades de ocio participan, y similares, esto constituye una evidencia fuerte de que las
preferencias son endógenas en relación con la organización del lugar de trabajo.
Una tercera implicación es que las normas de salarios justos, ética de trabajo y
demás preferencias sociales no son exógenas sino más bien evolucionan bajo la
influencia de los salarios, esfuerzo en el trabajo y condiciones laborales actuales así como
otras influencias externas al lugar de trabajo. Una discrepancia substancial entre la
norma de salarios y el salario de equilibrio, por ejemplo, puede resultar en el desgaste de
la norma o en una acción colectiva exitosa por parte de los empleados para mejorar su
situación.
No sabemos qué es lo que Henry Ford tenía en mente cuando anunció la jornada
de trabajo a cinco dólares. El hecho de que el rendimiento por hora del trabajador haya
aumentado en más del doble con posterioridad al aumento de salario sugiere que el
esfuerzo de los trabajadores aumentó substancialmente. (Ford aumentó el nivel de
supervisión junto con el salario, por lo que no quedó duda de que disminuyó la
probabilidad de tolerar trabajadores que perdieran tiempo durante su trabajo.) No
sabemos si el aumento en el esfuerzo de los trabajadores fue una respuesta a la zanahoria
de la supuesta generosidad de Ford (con lo que disminuye la desutilidad del esfuerzo, por
ejemplo, en el lado izquierdo de la ecuación (8.5)) o al garrote que implica una
supervisión más cercana y un aumento en las rentas de empleo (que aumenta en el lado
derecho de la ecuación (8.5)).11
11
Raff (1988) cree que el aumento en el componente de supervisión no es consistente con el modelo de
disciplina laboral, pero parece que él asume (improbablemente) que la supervisión y el salario son
substitutos más que complementos en la estrategia de disciplina laboral, contrario al razonamiento que se
presenta aquí.
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