La desaparición de Eleanor Rigby

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Crítica Cinematográfica
Martín Marqués Gutiérrez
crítico cinematográfico
Título
La desaparición
de Eleanor Rigby
Director
Ned Benson
Producción
Estados Unidos
2014
Género
Drama
Metraje
119 Minutos
Calificación
Fecha
Sábado
Conviene antes de nada aclarar que esta película es en realidad la refundición de otras dos, un artefacto salido del meticuloso trabajo de remontaje de dos cintas que fueron concebidas para su exhibición
por separado. Tomando como punto argumental la ruptura de un matrimonio a raíz de un dramático
suceso, se rodaron dos cintas por separado: una que retrataba la historia contada desde el punto de
vista de "Ella" (con un metraje de 100 minutos), y otra que hacía lo propio desde el punto de vista de
"Él" (con un metraje de 90 minutos.). Un ambicioso proyecto expuesto bajo el esquema de díptico -con
desorbitado minutaje global-, que si bien presentaba el atractivo de ser una propuesta innovadora con
cierto ademán de ejercicio de estilo, también implicaba la enorme dificultad de programarlo de forma
coherente dentro del circuito comercial. Cuando el proyecto inicial -el díptico- pasó con éxito por diversos festivales, cayó en manos de los hermanos Bob y Harvey Weinstein -viejos zorros desde los inolvidables tiempos de la Miramax-, que de distribución entienden un rato, y vieron que la única posibilidad
de exhibición -con la consiguiente rentabilización económica- pasaba por sacrificar la idea original,
dándole la forma definitiva de un relato unitario mediante un proceso de acoplamiento de imágenes.
Consecuentemente el resultado final muestra un mix remontado que ha supuesto la mutilación de 90
minutos de metraje, muchísimo material de descarte que nunca sabremos cómo incidía realmente en
la historia primigenia tal y como fue concebida. No obstante lo anterior, debe de quedar muy claro que
las imágenes que vemos en pantalla muestran un trabajo de hilado impecable, sin que se aprecie quebranto alguno en el flujo conceptual del relato, lo que demuestra la solvencia de la montadora Kristina Boden, que si fue capaz de darle forma definitiva a la estupenda pero enrevesada Atrapado por su
pasado (Brian De Palmas, 1993), es y será capaz de solventar convenientemente cualquier reto que
llegue a su mesa de montaje. Eleanor Rigby (Jessica Chastain, 1977) decide suicidarse arrojándose desde el puente de Manhattan. Un trágico acontecimiento familiar le ha distanciado de su esposo Conor
Ludlow (James McAvoy, 1979), al que abandona después de siete años de matrimonio. Salvada del fracasado intento se refugia en casa de sus padres, Julian (William Hurt, 1950), catedrático de Psicología,
y Mary (Isabelle Hupert, 1953), concertista de violín retirada de los escenarios y permanentemente pegada a una copa de chardonnay. Eleanor decide regresar a su antiguas clases en la universidad para
retomar una tesina inacabada, encontrando la complicidad de una profesora, Friedman (Viola Davis,
1965), que enseguida será la confidente que le ayudará a trazar el camino a seguir. Paralelamente,
Conor ve como se esfuman sus posibilidades de futuro en el modesto restaurante que regenta, situación que le obliga a acercarse a su padre, Spencer (Ciarán Hinds, 1953), con el que siempre ha mantenido un tenso distanciamiento... Después de una exigua carrera de tres cortos rodados en siete años,
Ned Benson (Nueva York, EEUU, 1977) acomete su primer largometraje adaptando un guión propio que
manifiesta un evidente sentido de la narración, sobre una emocionante historia de idas y venidas donde los silencios y los enigmas forman parte indisoluble del lenguaje. A través de esta pareja malograda que no rompe nunca su amor pese a la distancia, Benson esboza la vacilante tentativa de recomposición del pasado sobre los dolorosos cimientos del infortunio. Por un lado una mujer lastrada que escapa de la realidad regresando a su dormitorio de soltera, presidido curiosamente por un cartel de la
película Un hombre y una mujer (1966), a mi entender todo un gesto apasionado del director a la
historia que Claude Lelouch forjó sobre el amor surgido en los efluvios de la adversidad. Y por otro lado un hombre abandonado que no ceja en la recuperación de un tiempo feliz sin saber muy bien si es
víctima también de la tragedia o por el contrario el desencadenante involuntario de un recorrido que
no contempla marcha atrás. Arbitrando conductas y respuestas fácilmente identificables por su carácter universal, Benson explora una indisimulada estética indie mediante el uso de una fotografía bifurcada en dos estelas de color: una de marrones suaves y beiges para la "parte femenina" de la cinta, y
otra a base de azules pálidos y grises para el "lado masculino". Un esmerado duelo cromático que no
incomoda en absoluto, pero que delata al mismo tiempo el díptico original de la filmación. Apoteosis
actoral de todo el conjunto sin excepción, donde destaca la pareja protagonista con una Chastain que
ya nos tiene acostumbrados a su justo dominio del personaje, y un McAvoy que se manifiesta como un
gran actor dramático. Sin olvidar a una soberbia Viola Davis que nos da una lección de interpretación
en la entreñable escena donde se come una hamburguesa. Sencillamente genial. Hay una escena al
principio de la cinta rodada en la calle que deja en segundo plano una fachada grafiteada donde se
puede leer la siguiente leyenda: "El amor no se añora en segundos, se añora en kilómetros" . Para
mí ahí radica todo el poso de esta sincera y conmovedora película, un hermoso e íntimo alegato de
amor y pena sustentado en la distancia.

Excelente
04 de Octubre de 2014
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