97 LATERCERA Sábado 19 de julio de 2014 4 COLUMNA Cualquiera puede ser artista A lgunos fenómenos y personajes se entienden mejor por oposición a otros. Es el caso del artista Joseph Beuys, a quien hoy es difícil comprender si no tenemos claro quién es y qué significó su polo opuesto: Andy Warhol. Cada uno en su perímetro de acción, el estadounidense a nivel angloamericano y el alemán en un radio continentaleuropeo, fueron ampliamente populares. A ambos les interesó la relación entre vida y arte, ambos buscaron bajar al arte de su pedestal y situarlo a la altura que tiene cualquier objeto cotidiano pedestre. La línea de Warhol fue principalmente comercial, con sus cuadros en serie de las sopas Campbell y sus retratos de celebridades como Elizabeth Taylor, mientras que Beuys se acercó al mundo más político y social, de forma real y sólida. Si el primero dijo que cualquiera podía tener sus 15 minutos de fama, el alemán fue más allá para determinar que Christian Viveros-Fauné Curador y crítico de arte en The Village Voice “cualquiera puede ser artista”. No era sólo palabrería. A Beuys le interesaba tanto la dimensión pedagógica del arte como actuar de chamán, y sus performances pueden ser leídas como verdaderos rituales: como cuando en 1974 se encerró por tres días con un coyote, o mucho antes, en 1965, cuando cargando a un conejo muerto ingresó a una galería de arte en Düsseldorf y le explicó al animal los secretos del arte contemporáneo y de su propia obra. Años más tarde, Beuys crearía la Universidad Libre Internacional y cofundaría el Partido Verde en la RFA: para él no existía división entre vida y arte. Sus obras fueron realizadas con miras a un cambio social y, al revés, sus incursiones políticas fueron extensiones orgánicas de sus prácticas artísticas. Con una habilidad natural para transformar objetos cotidianos en piezas de arte, Beuys llegó a criticar el “modelo de Duchamp” por su falta de mensaje. El elegía el impacto de lo absurdo y del objeto inesperado, para desafiar la simple noción del sentido común o las convencionalidades apolíticas del arte. De hecho, mucho más que Warhol o Duchamp, la obra de Beuys tuvo una cercanía casi telepática con la producción latinoamericana de grupos como el CADA, en Chile, o Tucumán Arde, en Argentina, que vieron en el arte una herramienta política. La historia del arte es cíclica, y aunque hasta ahora el mercado le ha dado el favor a Warhol, la crisis política y económica de hoy hará reflotar a Beuys como el hombre que mejor cuestionó la relación entre arte y sociedad.b