65 BERZOSA_65 BERZOSA.qxd 11/02/16 12:48 Página 65 LA ECONOMÍA DESDE MI OBSERVATORIO Por Carlos Berzosa* Nubes negras se aproximan peligrosamente mo a la renta de los ahorradores. Todo ello afecta a las decisiones de inversión futura y al consumo. Hay que tener en cuenta que si los títulos cotizados suben en exceso y no tienen un respaldo en el valor real de las empresas la burbuja estallará antes o después. Este estallido tiene consecuencias muy negativas que necesariamente se trasladan a la economía real. Lo que está sucediendo es un reflejo de que la marcha de la economía no va bien. Esto es evidente por lo que voy a argumentar pero no sin antes señalar que estos mercados son muy volátiles y miedosos. A veces una falsa alarma puede hacer salir a muchos inversores de determinadas Bolsas, así como si se observa que algunos de los grandes inician la espantada y se van hacia otro lugar se provoca el efecto huida de los demás. Se busca refugio en medio de la tormenta. No se está, no obstante, ante falsas alarmas, sino que los datos existentes indican que lo que está sucediendo es el temor a la evolución económica, que no presenta un horizonte claro y con luz, sino lleno de nubarrones negros que pueden hacer estallar una gran tormenta o, tal vez, una tormenta menor sin graves consecuencias, pero que siempre supondrá daños. La crisis de Brasil, la desaceleración del crecimiento en China, la caída del precio del petróleo, la débil y tambaleante recuperación de las economías de la Unión Europea (UE), los rumores acerca de la solvencia de un gran banco como el Deutsche Bank y la burbuja financiera, explican en gran parte lo que está pasando. La evolución de la coyuntura muestra que no se ha salido aún de la crisis y que muchos analistas, gobiernos e instituciones internacionales han confundido la salida de la crisis con el fin de la recesión. La crisis no se EUROPA PRESS E l batacazo que se está viviendo en las Bolsas mundiales ha hecho entrar en pánico a los inversores y pueden ser el anuncio de una nueva recesión. Hay datos más que suficientes para preocuparse sobre la evolución inmediata que pueda tener la economía mundial. Los mercados bursátiles pueden ser el reflejo de lo que está sucediendo en la economía real, aunque no se perciba, como también puede ser un anticipo de lo que nos espera. Los mercados bursátiles y la economía real no siempre están sincronizados y las caídas que se dan en las Bolsas no tienen necesariamente que trasladarse a la economía productiva, al igual que las Bolsas pueden caer sin que por ello afecte al conjunto de la economía. Esto es así porque los mercados monetarios y financieros tienen un alto componente especulativo en los que se crean burbujas que pueden estallar en cualquier momento. El capitalismo de casino no tiene por qué afectar a los agentes que no están dentro de este juego. No se puede olvidar que la mayoría de las empresas no cotizan en Bolsa, al igual que muchos ciudadanos que no tienen acciones o fondos de inversión. Sin embargo, hay interdependencias y unos mercados pueden tener una cierta autonomía en relación a otros pero nunca la independencia total. Resulta indudable que si cae la Bolsa no solamente se ven afectadas las empresas que cotizan, así como el conjunto de los inversores en sus diferentes modalidades, sino muchos pequeños y medianos ahorradores que han depositado en los intermediarios la confianza para lograr un beneficio. De manera que una caída de los títulos afecta al valor de las empresas, co- Si cae la Bolsa no solamente se ven afectadas las empresas que cotizan, así como el conjunto de los inversores en sus diferentes modalidades, sino muchos pequeños y medianos ahorradores que han depositado en los intermediarios la confianza para lograr un beneficio puede dar por finalizada fundamentalmente porque la resolución de algunos problemas ha creado otros. Lo que se está produciendo es lo que ha sucedido en otras crisis estructurales como la de los treinta y setenta habidas en el siglo XX: ciclos dentro de la crisis. Si se estudian estas dos crisis se observa que no siempre hubo ciclos depresivos, sino que estos vinieron acompañados de leves mejorías. En el primer caso, fue la Segunda Guerra Mundial la que supuso la salida de la crisis pero con elevadísimos costes humanos y materiales. En el segundo caso, tras el choque que se produjo en 1974-1975 hubo una leve recuperación para luego caer en otra fases recesiva desde 1979 hasta 1982/85. Las políticas de austeridad combinadas con una política monetaria laxa ha generado la burbuja financiera, que puede estallar. Los tipos de interés cercanos a cero, o que ahora tienden a ser negativos, han favorecido una gran expansión monetaria que ha servido para que los bancos saneen sus balances infectados de muchos créditos y títulos basura, pero no para dar créditos en un momento de graves dificultades económicas para bastantes empresas y economías domésticas. A su vez, los bancos obtenían el dinero muy barato y, aparte de lo dicho, lo usaban para comprar deuda pública que les proporcionaba una rentabilidad muy superior a la del coste del dinero. Los bancos ganan pero la gran mayoría pierde, pues no solamente no se tiene acceso al crédito, sino que la renta disponible descendía. Los recortes en el gasto público han tenido elevados costes sociales y han contribuido a deprimir más la demanda. La crisis está lejos de ser resuelta. ● *Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense. nº 1142. 15–21 de febrero de 2016 65