El Cinturón de Hierro se ensancha en Larrabetzu

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El Cinturón de Hierro se ensancha en Larrabetzu
La asociación Karraderan trabaja en los montes de la zona para recuperar vestigios de lo ocurrido durante el asedio de los fascistas
en la guerra civil
Un reportaje de Jokin Victoria de Lecea - Domingo, 6 de Septiembre de 2015 - Actualizado a las 06:05h
Roberto Bertol sale de una cueva artificial (Pablo Viñas)
Las zonas cercanas a Larrabetzu están llenas de historia. Las trincheras surcan las faldas de los montes como si
se trataran de cicatrices, heridas de una época oscura y llena de muerte, en la que la Guerra Civil transformó
completamente la orografía vasca y tuvo un gran impacto en la localidad larrabetzuarra, uno de los puntos
claves del Cinturón de Hierro. Búnkeres, cuevas, materiales utilizados en la guerra... están escondidos por el
lugar, tapados por la naturaleza, que nunca para de avanzar, ocultando lo que ocurrió durante la batalla. Con
la intención de que todo esto no quede en el olvido, la asociación Karraderan, en colaboración con Aranzadi,
el Ayuntamiento de Larrabetzu y el Gobierno vasco, trabaja para poder sacar a la luz todo esto y hasta ahora
su dura labor ha tenido resultado, llegando a encontrar desde balas hasta los restos humanos que se hallaron
el pasado mes de agosto en Mendata y que pudieron pertenecer a Pedro Uriguen Pereda, de Amorebieta,
gudari del batallón de Otxandiano.
Larrabetzu es una de las partes más importantes dentro de la historia del Cinturón de Hierro. El sistema de
fortificación ideado por el Gobierno vasco y compuesto por una red de trincheras, túneles y búnkeres que
ocupaban toda la costa y los montes cercanos a Bilbao, estaba destinado a proteger a la capital vizcaina del
asedio de los fascistas. Sin embargo, pese a los esfuerzos económicos y los recursos invertidos, las tropas
dirigidas por el general Mola consiguieron romper el cerco en Gaztelumendi, monte situado en Larrabetzu y la
zona más débil del frente de defensa. Años más tarde, los restos de esa cruel batalla se mantienen enterrados
a escasos metros bajo tierra y ahora, gracias a Karraderan la gente tiene más detalles de lo que ocurrió. Una
zona marcada por la guerra y diferente al resto. “No hay nada de estas características en ninguna parte de
Euskal Herria. Las cuevas, las galerías... son una exageración. Cada día que salimos al monte a buscar,
volvemos encontrando alguna cosa nueva”, explica Roberto Bertol, presidente de la asociación.
Inicio inesperado La iniciativa de Karraderan comenzó casi de casualidad. La asociación nació con el propósito
de hacer una carrera de montaña, una prueba que fuera diferente al resto y para ello usaron el reclamo del
Cinturón de Hierro. Pero a la hora de hacer el circuito empezaron a encontrarse cosas inesperadas. Pequeños
tesoros de la historia. “Iker Amarika me llamó un día para hacer una carrera de monte y ahora mira dónde
estamos, la que hemos liado”, afirma Bertol. Estos descubrimientos fueron la semilla de una idea que ha
movilizado a todo el pueblo: diseñar dos circuitos para que la gente pueda conocer mejor la zona. El primero
de ellos de dos kilómetros y destinado a las personas que vengan con niños o que sean mayores, mientras,
también están elaborando otro de nueve en el que se puede ver la zona con más profundidad. “Nuestra idea
es limpiar los recorridos y señalizarlos bien para que el que esté interesado pueda acudir a conocer mejor la
zona y lo que ocurrió aquí”, detalla el presidente de la asociación larrabetzuarra. Ahora, con la carrera
asentada, celebrará su tercera edición el próximo 12 de marzo, los esfuerzos de los trabajadores de este
proyecto están centrados en preparar el terreno y seguir con una búsqueda que no para de sorprenderles: “La
primera vez que venimos a ver el circuito fue impresionante. Nos encontramos el primer día con veinte balas,
eso para nosotros era acojonante. Acto seguido, al de tres días, una hebilla de gudari. Luego, sacamos un
cráneo, un plato y un cubo. Entonces fue cuando decidimos llamar a Aranzadi al ver que todo esto empezaba
a ser algo muy serio”.
Ayuda de baserritarras Con todo, para Karraderan es muy importante tener el apoyo de los baserritarras de la
zona y por eso no trabajan sin tener la aprobación de los propietarios de los terrenos. “El trato con la gente de
aquí ha sido muy bueno. Son terrenos particulares que están abandonados y muchos no nos ponen
problemas, todo lo contrario. Pero también hay gente muy cerrada, que no quiere que venga nadie y no se
puede hacer nada”, declara Bertol. Una colaboración entre los vecinos que la asociación quiere agradecer con
las herramientas que ellos tienen disponibles: “Nosotros no queremos que nos den y nada más. Como
agradecimiento les ofrecemos nuestra ayuda para lo que haga falta: desbrozar, arreglar alguna valla, si tienen
problemas con el ganado... ahí estaremos”. Todo ello para el beneficio de Larrabetzu, para lograr “riqueza”,
un proyecto del pueblo para el pueblo. “Hasta ahora la respuesta del público ha sido muy buena, la gente nos
está animando y quieren participar, pero ha sido todo muy rápido. Desde Karraderan hemos abierto la puerta
y ahora lo que queremos es contar con la ayuda del pueblo, de toda la gente y de todos los partidos políticos.
Unir a todo el mundo”, añade Bertol.
La tarea sobre el terreno de Karraderan y Aranzadi no ha sido sencilla. Muchas horas de trabajo en
condiciones desfavorables, desde tardes calurosas con el sol pegando sin parar, hasta temporales de nieve
azotando el monte. “Estamos doce en el grupo. Son gente joven, pero muy preparada. Están motivadísimos
porque desde el primer momento han entendido cual es la idea y han invertido mucho tiempo en este
proyecto; con los sacrificios que conlleva, porque al final todos tenemos nuestro trabajo y familia”, relata
Bertol. Una expedición que hasta ahora nadie había llevado a cabo debido a les heridas causadas por la
guerra, demasiado recientes en la memoria. “Es entendible ya que la gente ha vivido una época muy dura en
Euskal Herria. Aun así, aquí hay mucho sentimiento por lo que pasó en estas montañas y el pueblo ve este
proyecto como algo importante”, apostilla el presidente de Karraderan, que busca hacer de Larrabetzu un
lugar importante dentro de la memoria histórica y que lo ocurrido no caiga en el olvido. Por eso, cada semana
Karraderan saldrá al monte en busca de nuevos vestigios y pruebas de un tiempo oscuro al que le quieren dar
luz.
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