Prueba un Bocado

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Revista The Quest Jul.-Ago. 2007
Prueba un Bocado
Betty Bland
Presidenta Nacional
Aquellos que crecieron con la tradición
Bíblica de Adán y Eva han oído a menudo que
nacieron pecadores debido a las acciones de
Eva. Ella probó un bocado del fruto del Árbol
del Conocimiento del Bien y del Mal, y luego
convenció a Adán de que hiciera lo mismo—a
instancias de la serpiente, claro—. Vista
alegóricamente, la historia puede hablar de
cuando la humanidad llegó a una edad en que la
perspicacia intelectual (la sabiduría de la
serpiente) había alcanzado un nivel tal como
para que aquélla fuera capaz de dar cuenta por
sus actos, es decir, a esa etapa en la que uno se
torna auto-responsable y capaz de comprender
la diferencia entre lo correcto y lo erróneo.
Desde ese punto en nuestro desarrollo, los
humanos hemos tenido la tendencia a hacer
pobres elecciones, para luego decir: “¡El diablo
me hizo hacerlo!” Cuando las cosas salen mal
no queremos pensar que pudimos haber hecho
algo que causara el problema. Preferimos
señalar con el dedo del reproche en cualquier
dirección
menos
en
la
nuestra.
Y
verdaderamente, pareciera que desde el
nacimiento estamos atrapados en una corriente
de circunstancias que nos moldea de una manera
que tiende a hacernos repetir los mismos errores
una y otra vez. Atrapados en los rasgos de
nuestra personalidad y en la angustia de las
circunstancias, negamos la existencia del libre
albedrío, uno de nuestros más grandes dones, y
la herramienta por medio de la cual podemos
empezar nuestro viaje espiritual de retorno hacia
la fuente de nuestro ser.
Decimos que estamos inextricablemente
atrapados en un cenagal de eventos
predestinados. El destino nos lo ha tenido
preparado desde principio, por lo que ahora
simplemente continuaremos de la misma
manera, teniendo la esperanza de que algo
externo a nosotros va a intervenir. Visto desde
la perspectiva de la ciega y luchadora
personalidad, hay cierta verdad en ese punto de
vista. Sin embargo, en todo momento tenemos
la libertad de alcanzar lo más profundo de
nuestro ser, donde moran la voluntad, el
propósito y la compasión. En un momento como
ese todo cambia, y podemos tener una vislumbre
de las posibilidades, en lugar de las
limitaciones. Madame Blavatsky escribió
respecto al libre albedrío en relación con la
astrología, pero sus palabras se aplican
igualmente a la astrología, al hado o la
predestinación.
Sostengo además que la astrología, siendo un
cálculo de las influencias planetarias sobre un
individuo, es meramente una ciencia de las
tendencias. En otras palabras, las influencias en
sí mismas son tales como para predisponer al
individuo a adoptar una línea de acción
pronosticada. Sin embargo el hombre, habiendo
sido dotado con lo que se denomina libre
albedrío—pero que yo prefiero llamar la latente
'fuerza de voluntad' o 'fuerza del alma'—puede
desarrollarlo en tal magnitud que puede llegar a
oponerse a las influencias planetarias con éxito,
y superar lo que popularmente se conoce como
destino. Las predicciones astrológicas se
materializan únicamente cuando el individuo es
pasivo, o su fuerza de voluntad es débil y
subdesarrollada, o está en vías de desarrollo, y
trabaja en la dirección de las influencias
planetarias. Por eso se dice que cuando una
persona que posee desarrollada la necesaria
cantidad de fuerza de voluntad, es iniciada en los
misterios del ocultismo, pasa a estar más allá del
límite de las predicciones astrológicas.
(Collected Works, Vol. 6, 327)
Cada uno de nosotros empieza esta vida
con una combinación única de circunstancias,
tendencias y talentos. Cualesquiera que sean,
podemos sacar lo mejor de ellos e incluso
elevarnos por sobre ellos. Podemos convertirlos
en oportunidades para aprender, servir e incluso
disfrutar, pero únicamente cambiando nuestras
actitudes y enfrentando directamente las cosas
que tememos o nos desagradan, ejerciendo
nuestra fuerza de voluntad.
Si esto es verdad, ¿por qué a menudo nos
sentimos tan atrapados como si no hubiera
manera alguna de cambiar algo? Quizás nuestra
propia timidez, o temor, es nuestro más grande
carcelero. El libre albedrío está disponible sólo
para el intrépido. Como la autora y disertante
americana Marianne Williamson dijo: "Nuestro
miedo más profundo no es que somos
inadecuados. Nuestro miedo más profundo es
que somos poderosos más allá de toda medida.
Es nuestra Luz, no nuestra Oscuridad, lo que
más nos asusta." Tenemos un potencial tan
vasto que, en nuestros momentos de voluntad
débil, temblamos incluso de considerarlo. En
lugar de echarse atrás con sentimientos de
insuficiencia o de no estar a la altura de las
circunstancias, reclama tu poder de ser todo lo
que puedes ser. Dirige tus energías hacia los
poderes del amor y la vida; sé creativo para ver
una oportunidad en cada desafío o fracaso.
Asume la responsabilidad con valentía, y
observa cómo tu vida comenzará a dar un giro;
quizás lentamente, al principio, pero ciertamente
lo hará.
Y así como tu vida cambia, también lo
hace el resto del mundo, de a pequeños pasos. Y
los pequeños pasos de cada uno de nosotros
hacia la totalidad transformarán al mundo.
Como le dijo Galadriel a Frodo, en la trilogía de
El Señor de los Anillos: "Incluso la persona más
pequeña puede cambiar el curso del futuro. Ése
es tu trabajo. Nadie lo puede hacer por ti" (El
Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo,
película, 2001).
Cada uno de nosotros es responsable de
nuestro propio libre albedrío para incorporar a
nuestra comprensión y juicio el fruto del Árbol
del Conocimiento del Bien y del Mal, de modo
que podamos reclamar su poder. Toma un gran
bocado y luego escucha la sabiduría del ser
interno, y atrévete a seguirlo hasta donde te
lleve. Al hacerlo, reclamarás la verdad del libre
albedrío por ti mismo y comenzarás a recrear la
idílica naturaleza del Jardín del Edén original,
en el mundo a nuestro alrededor. Es posible ir
en esa dirección si muchos de nosotros
reconocemos nuestro precioso derecho de
nacimiento, el de la responsabilidad personal.
Usado sabiamente, tal poder transformará el
mundo. Está disponible para la elección de cada
uno de nosotros.
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