Cuidando a los que cuidan - Área de Acción Comunitaria

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Cuidando a los que cuidan
Por Jorge Galli
Julio 2013.
“Quiero que me cuiden”
“No me están cuidando”
“Siento que me descuidaron”
Estas expresiones se escuchan con frecuencia en ámbitos laborales,
eclesiales, familiares y aún en las relaciones de pareja.
La necesidad de ser cuidados se corresponde con la capacidad de cuidar.
Cuando esta ésta falla, nos sentimos desamparados.
En esta presentación nos proponemos hacer una reflexión sobre el cuidado,
como una de las dimensiones que mejor definen al ser humano y como una
vocación que algunas personas asumen como misión de vida.
1. El cuidado
El cuidado es un atributo constitutivo del ser humano. Hace a la esencia del ser
humano. Si bien entre casi todos lo animales se observan expresiones de
cuidado, entre los humanos, el cuidado es constitutivo del psiquismo. Somos
seres necesitados de cuidado. Si no nos cuidan perecemos.
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Etimológicamente, cuidado viene del latín COERA y se usaba en un
contexto de relaciones humanas de amor y de amistad. Cura quería
expresar la actitud de cuidado, desvelo, preocupación por el otro. El
sacerdote o pastor es el que se dedicaba a la “cura de almas”, como una
forma de acompañamiento, de cuidado del otro.
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Los filósofos dicen que el cuidado posee una dimensión ontológica, lo
que quiere decir que penetra en la constitución del ser humano.
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Los psicólogos hablan de la teoría del apego. En 1958 J. Bowlby
postula: El ser humano desarrolla desde sus comienzos una intensa
vinculación hacia una única persona (figura de apego) vinculación que,
una vez establecida, se mantiene constante. Los experimentos de
Harlow con monos mostraban la preferencia de los monitos a los
peluches que a los robots que proveían alimentos.

Hay algo en los seres humanos que no se encuentran en las máquinas.
Algo que surge a través de millones de años del proceso evolutivo
cuando emergen los mamíferos: el sentimiento, la capacidad de
emocionarse, de envolverse, de afectar y sentirse afectado. Si
programáramos una computadora que tenga todas las respuestas,
todas la soluciones a nuestro problemas, y que haciendo clik, nos diera
el remedio exacto… aún asi, moriríamos. Porque le falta el pathos. Le
falta el sentimiento, que es el que da el cuidado. El pathos fue antes que
1
el logos. Por eso una computadora no puede cuidarnos, tiene mucho
logos, pero cero pathos. Una computadora no tiene capacidad de
empatía.

La gran dolencia de nuestro tiempo no es la falta de información sino la
falta de cuidado que producen soledad y el desamparo. Rollo May,
(psicólogo norteamericano) atento al drama de nuestra cultura moderna
dice: “Nuestra situación es la siguiente: en la actual situación de
episodios racionalistas y técnicos, perdemos de vista al ser humano.
Necesitamos volver humildemente al simple cuidado. Creo que solo el
cuidado nos permite resistir al cinismo de nuestro tiempo”. Me pregunto
si en nuestras iglesias no está pasando lo mismo. Hemos perdido de
vista el simple cuidado, el cuidado de unos por otros.

Leonardo Boff lo dice así “Importa colocar en todo el cuidado. Eso
significa concederle el derecho de ciudadanía a nuestra capacidad de
sentir al otro., tener compasión con los que sufren, obedecer más a la
lógica del corazón, de la cordialidad, que a la lógica de la conquista y del
uso utilitarista de las cosas”
2. El cuidado a otros.
El cuidado de unos hacia otros es inherente a todos los seres humanos, pero
hay personas que sienten una vocación, un llamado, una misión de vida en el
cuidado de otros. Estas personas, llamadas a cuidar, se capacitan, y asumen el
cuidado por otros, como una profesión. Son las llamadas profesiones
reparatorias. Enfermeras, médicos, trabajdores sociales, acompañantes
terapéuticos, pastores. Profesiones que son llamados a asumir los dolores de
otros. También podemos llamarlas profesiones vicarias, porque toman el
lugar de sufrimiento junto al otro o por el otro.
Ahora bien, estas nobles profesiones, tienen un riesgo: numerosas
investigaciones han demostrado que las profesiones reparatorias, es decir
aquellas que trabajan con la restauración de la salud física, emocional o
espiritual de los demás, suelen caer en el mismo problema que intentan
solucionar: la enfermedad. Estos profesionales suelen estar de tal forma
identificados con su papel que arriesgan su propia salud.
En un estudio realizado por Enfoque a la Familia sobre la salud del
pastor se difundió la siguiente información:
 El 75 % pasa por una crisis en su ministerio
 El 45 % experimentó una sensación de derrota que los llevó a
dejar temporalmente el ministerio
 El 90 % piensa que no tiene suficiente preparación para enfrentar
el ministerio
 El 52 % piensa que el ministerio pastoral es insalubre
 El 66 % se siente presionado por sus congregaciones
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 El 28 % cree que su sueldo es inadecuado
 El 58 % de las esposas tiene un trabajo fuera de la casa.
 El 81 % cree que el tiempo que pasa con su familia es
insuficiente.
 El 70 % considera que no tienen a nadie como amigo cercano
 El 55 % no tienen nadie con quien hablar de sus tentaciones
El mismo estudio identificó que las causas de mayor desgaste pastoral son:
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La política eclesiástica
La escasez financiera
Las relaciones difíciles con los líderes
La relación con el Consejo Directivo
Las altas expectativas de las iglesias
Los que tenemos el llamado a trabajar en el cuidado de otros, deberíamos
tener muy en cuenta las primera señales de alarma que nos avisan sobre los
riesgos que estamos corriendo:
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Pérdida de gozo y sentido de gratitud (espíritu)
Mal humor (relaciones)
Somatizaciones (cuerpo)
Cinismo
Burnout: una nueva patología que debe darse a conocer para que no se
extienda como una epidemia entre todos los que trabajan en el cuidado de
otras personas: maestros-médicos-líderes. Algunos síntomas de esta afección
son:
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Astenia y agitación al mismo tiempo (tics nerviosos, temblor de manos);
palpitaciones; taquicardia y pinchazos en el pecho.
Aumento de la tensión arterial; dolores musculares, sobre todo en la
zona lumbar; cefaleas; problemas digestivos
Trastornos del sueño e inapetencia sexual.
Al reflexionar sobre esta enfermedad surge la pregunta ¿deberíamos
considerar insalubre la tarea del cuidado pastoral de la personas? De ninguna
manera.
¿Qué es lo que lleva a los profesionales del cuidado del otro a caer en estados
de agotamiento crónico? ¿Qué es lo que hace que un líder, pastor, diaconisa,
misionera, o todos aquellos que tienen funciones ejecutivas en la iglesia,
entren en una crisis por la sola razón de su trabajo, de su ministerio?
Debemos conceder que la tarea del cuidador es compleja:
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Es con personas
Está en la vidriera
Es cambiante
En una época de transición
Es difícil complacer a todos
“Si es muy joven, le falta experiencia; Si su pelo es canoso, es muy
viejo. Si tiene más de” “tres niños, tiene muchos; Si no tiene ninguno,
está dando mal ejemplo.”
“Si habla con notas, sus sermones son enlatados y secos. Si habla de
improviso, no es” “profundo.”
“Si es atento con los pobres, está tratando de impresionar a la
congregación; Si con los” “ricos, está tratando de ser un aristócrata.” “Si
usa muchas ilustraciones, descuida la Biblia; Si no las usa lo suficiente,
no se hace” “claro.”
“Si condena el mal, es caprichoso; Si no lo hace, es por conveniencia.”
“Si predica por una hora, es vano y pomposo; Si menos, es haragán.”
“Si predica la verdad, ofende a muchos; Si no, es hipócrita.”
“Si se descuida en agradar a todo el mundo, está hiriendo a la iglesia; Si
agrada a todos,” “no tiene convicciones.”
“Si predica acerca de los diezmos, es amante del dinero; Si no, se
descuida del desarrollo” “de la gente.”
“Si predica todo el tiempo, la gente se cansa de oír a un mismo hombre;
Si invita a” “predicadores visitantes, está esquivando la responsabilidad.”
Todas estas razones son muy válidas para explicar porque muchos
nuestros líderes cristianos caen en un estado de agotamiento.
de
Pero, debemos admitir que no es la única razón, ni la principal. Necesitamos
asumir que el mayor desafío de nuestro trabajo ministerial no viene del trabajo
en si, ni de la complejidad de la tarea, ni de los problema de las personas. La
principal causa por la que nos “quemamos” Viene de nosotros mismos.
No me miren así por ser morena,
el sol ha bronceado mi piel.
Mis hermanos se enojaron conmigo;
me obligaron a cuidar de sus viñedos,
por eso no pude cuidarme a mí misma, mi propio viñedo. (Cantares
1:6)
3. El cuidado a nosotros mismos (Hechos 20:28)
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Cuiden de ustedes mismos y de todo el rebaño sobre cual el Espíritu Santo
los coloco como obispos, para pastorear la iglesia de Dios, que el compro con
su propia sangre. 29
Al despedirse de los ancianos de Efeso, el apóstol Pablo comienza su sermón
de despedida exhortando a “cuidarse a si mismos”
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Algunos de los criterios que pueden ayudar al cuidador a cuidarse a si mismo
son:
Reconocer su finitud. El pastor debe saber que no pasa de ser un ser
humano. Cuando no tiene respeto para su dimensión humana, el cuerpo se
cansa, el alma se agota y el espíritu pierde la alegría de servir. Algunos
pastores deben recordar que ser pastor y ser humano no son incompatibles. El
Apóstol Pablo nos recuerda que “tenemos este tesoro en vasijas de barro para
que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros” (2 Corintios
4:7). Dios ha dispuesto que nadie que ejerce el ministerio de la predicación, la
enseñanza y del cuidado “tenga un concepto de si más alto que el que debe
tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación según la medida de la
fe que Dios le ha dado” (Romanos 12:3).
Lothar Hoch1: la primera condición para ser pastores y pastoras,
diáconos y diaconisas, misioneros y misioneras, profesores o catequistas de la
iglesia de Cristo es asumir nuestra condición humana, como seres frágiles y
carentes. Quien encuentra que, al convertirse a Cristo recibir el don de Espíritu
Santo se deja de ser persona humana se está engañando a sí mismo porque
está queriendo sobrepasar los limites que el Creador le impuso. Cuando, por
una concepción errónea o pretenciosa de lo que significa ser pastor, dejamos
de confrontarnos con nuestra propia debilidad y nuestras sombras, la tendencia
es de que no sabremos entender las imperfecciones y las sombras de los otros.
Muchos tienen miedo de oír en profundidad los dolores de las otras personas
porque nunca oirán ni se confrontarán en profundidad con sus propios dolores
y sus propios miedos. Nadie es capaz de acoger en la otra persona aquello que
no acogió dentro de sí mismo. Nadie escucha en la otra persona aquello que
no aprendió a oír dentro de si mismo.
Quien no conoce su propia humanidad no tolera la del otro. Por otro
lado, basta que un ministro de la iglesia se conozca razonablemente bien para
que se torne humilde, para que sea tardo en juzgar a otros y cauteloso en
considerarse un modelo para los demás. Ahora, el Espíritu Santo no solo nos
capacita para la osadía de ejercer el ministerio. Él, igualmente, nos capacita
para asumir nuestra flaqueza. Solo cuando permitimos que el amor de Dios, a
través de la acción del Espíritu Santo, revele la dimensión de nuestra miseria
humana, nosotros entenderemos el misterio de la gracia de Dios y de la
justificación por la gracia que penetra en los poros oscuros de nuestra
existencia. Este es el sentido dialéctico de la afirmación del Apóstol Pablo
cuando dice: “Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2da. Corintios 12:
10).2
Pedir que nos cuiden. Otro criterio para cuidarnos a nosotros mismos
es pedir o otros que nos cuiden. El trabajo solitario nos hace vulnerables a una
salud frágil y quebrantada. Hay diferentes razones por la cuales escapamos a
pedir el cuidado de otros:
1
Conferencias Carnaham, 2009. ISEDET.
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Consideramos las cosas del área personal y familiar como irrelevantes
para nuestro ministerio.
Tenemos dificultad para hablar de nuestros problemas con nuestros
colegas — o por miedo de no ser comprendidos o por falta de confianza
entre unos y otros.
Experimentemos a nuestros colegas más como competidores que como
hermanos en Cristo.
Tenemos dificultades para hablar de nuestros problemas con los
miembros de un equipo porque eso podría manchar nuestra imagen
delante de nuestra comunidad.
Tenemos dificultad para hablar de nuestros problemas con la dirección
de nuestras iglesias porque no estamos seguros de ser bien
comprendidos.
4. El cuidado de Dios
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Dios invita a descansar (Marcos 6:30)
30
Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que
habían hecho, y lo que habían enseñado. 31 El les dijo: Venid vosotros aparte a
un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y
venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer. 32 Y se fueron solos
en una barca a un lugar desierto.
Después de la exitosa gira misionera, los apóstoles se reportan a Jesús para
informarle sobre los resultados. (Nada más satisfactorio para un vendedor que
reportar el cumplimiento de objetivos a su jefe). Parece que Jesús no presta
mucha atención al informe. Le importa más el obrero que la obra. En un gesto
de delicadeza imprevisto, les dice “Vamos a descansar”.

Dios nos invita a disfrutar (Eclesiatés 3: 1-15)
9 ¿Qué saca el trabajador de aquello en que se afana? 10 He visto la tarea que
Dios ha dado a los hijos de los hombres para que en ella se ocupen. 11 El ha
hecho todo apropiado a su tiempo. También ha puesto la eternidad en sus
corazones, sin embargo el hombre no descubre la obra que Dios ha hecho
desde el principio y hasta el fin. 12 Sé que no hay nada mejor para ellos que
regocijarse y hacer el bien en su vida; 13 además, que todo hombre que coma
y beba y vea lo bueno en todo su trabajo, eso es don de Dios
Permitirse el placer. Los cristianos, y en particular los pastores tienen
ciertas resistencias a la experiencia placentera. Pareciera el peso de los
principios del puritanismo anglosajón, terminó por arrancarnos los buenos
oficios que puede ofrecer a la salud, experimentar el placer como un don de
Dios. Fuimos creados como seres sensuales. Tenemos cinco sentidos que nos
permiten disfrutar de una buena comida, de una grata melodía, de un bello
paisaje, den una suave caricia. ¿Será que Dios nos dio los sentidos para que
reprimamos las sensaciones placenteras? El placer tiene una función
reparatoria de nuestro desgaste diario y renovador de nuestras energías
agotadas. El famoso happy hour es algo más que una estrategia marketinera
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para atraer gente a los bares después del horario de oficina. Es una respuesta
a la necesidad de relajarnos y estar con amigos en una charla distendida sin
más obligación que pasar un buen rato.
Los que pasan días y meses lidiando con las cargas ajenas, necesitan
experimentar el placer en cuerpo, espíritu y mente de un tiempo de solaz.
Puede ser tomar un helado en la plaza, escuchar una buena música, compartir
una rica comida, asistir a una exposición de cuadros, o ir a pescar. No importe
que, importa relajarnos, complacernos y reconocer los “mimos de Dios” a
través de las cosas bellas y placenteras que la vida nos regala.
Conclusión.
El cuidado es parte constitutiva del ser humano. Somos seres que necesitan
cuidado y que damos cuidado. Sin el cuidado dejaríamos de existir como
comunidad, familia, y como humanos.
Hay personas que sienten vocación por cuidar de otros, por compartir la carga
de otros y asumir los dolores de otros. Son las profesiones reparatorias o las
profesiones vicarias. La humanidad les debe mucho a estos profesionales.
Los que trabajamos en profesiones vicarias estamos en un dilema: somos
llamados a asumir los dolores de otros, pero tenemos dificultades en asumir los
propios. Si descuidamos el cuidado de nosotros o si no permitimos que otros
nos cuiden, terminaremos por ser incapaces de cuidar de otros. Erich Fromm
decía que el amor al otro y el amor a si mismo no son excluyentes, sino que se
complementan.
Es urgente que eduquemos a la iglesia a cuidar a sus líderes. Es urgente que
los ministros comencemos a cambiar alguna cosa referida a la forma en que
cuidamos a los demás. Es urgente que aprendamos a cuidar de los otros sin
negarnos a cuidar de nosotros mismos.
Estudio de caso: Elías, el profeta fundido
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¿Qué síntomas presenta y que diagnóstico haríamos?
¿Cuales son las causas de su estado?
¿Qué tratamiento le ofrece Dios?
Preguntas para reflexionar y aplicar
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¿Cuales son algunas formas de cuidar de si mismo que deberían ser
practicadas a nivel individual?
¿Cuales son algunas formas de cuidar que la iglesia debería ofrecerle a
los que cuidan?
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