Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) ENSEÑAR LITERATURA Por Andrés Amorós Nacido en 1941, es profesor de Litera­ tura en la Universidad Complutense y crítico titererto y teatral. Autor de libros introductorios a la literatura, la novela contemporánea y las subliteraturas, en­ tre otros. Especialista en Ramón Pérez de Ayala, ha publicado ediciones críticas de varias de sus obras. Fue director de Actividades Culturales de la Fundación Juan March de 1914 a 1980. Enseñar literatura, hoy: ¿para qué? ¿Cómo? Todavía posible? No espere el lector que yo pretenda dar con suficiente a estas preguntas, pero conviene quizá, tenerl telón de fondo básico para las divagaciones -per arbitrarias- que a uno se le pueden ocurrir. Antes todo, la respuesta de Pero Grullo: se puede ens ratura. De hecho, la enseñan miles de profesores a alumnos, hoy, en el mundo entero. Que lo hagan bien, desastrosamente, ésa es otra cuestión. En cualquier parece que esta materia vaya a desaparecer de los planes dio, en la enseñanza oficial, ni de los cursos o conferen organizan, con mayor flexibilidad, las instituciones privadas Se suele hablar de la crisis de la enseñanza de la liter • BAJO la rúbrica de «Ensayo» el Boletín Informativo de la Fundación Juan M cada mes la colaboración original y exclusiva de un especialista sobre un aspecto general. Anteriormente fueron objeto de estos ensayos temas relativos a la Ciencia, el Arte, la Historia, la Prensa, la Biología, la Psicología, la Energía y Europa. El te llado actualmente es el de la Literatura. En números anteriores se han publicado: Literatura e ideotogis; por Francisco Catedrático de Lengua YLiteratura Españolas de la Universidad Complutense; LBn por José Maria Martlnez Cachero, Catedrático de Literatura Española de la Un Oviedo ; Tresmodelosde supr8Dacionalidad, por Claudio Guillen, Catedrático de L Comparada en la Universidad de Harvard ; Lectura ingenua y disección crítica d litersrio: la oovete; por Francisco Ayala, novelista, ensayista y critico literario; E 3 Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) antes, de la crisis de la literatura. No faltan síntomas d desde luego, pero prefiero usar aquí, una vez más, el que aprendí en una obra de Ernesto Sábato, dando la frase: no crisis de la literatura sino literatura de la cri tra crisis. Podríamos decir, también: no crisis de la e la literatura, sino enseñar literatura en un momento literatura y la enseñanza están en crisis. Obviamen significa agonía -salvo en el sentido unamuniano, ta y puede dar lugar a un nuevo desarrollo: al salir de u dad, cuando éramos chicos, habíamos crecido. Se suele decir también, con grandes lamentacio juventud, hoy en día, no se interesa por la literatura. afirmaciones,' tan generales, no permite una discusión namos de la feria cada uno según nos ha ido en el ñado Literatura desde Primer Curso del antiguo Bachi Quinto de Facultad; es decir, aproximadamente, a alu once a veintitrés años. Sólo en casos muy aislados he desinterés radical por la literatura. Lo que sí he v veces es el desinterés ante un determinado curso de ante la forma de explicarla de un profesor concreto. Recordemos un dato objetivo, indiscutible: al cre secciones dentro de la Facultad de Filosofia y Letras plutense, la sección de Literatura ha sido -junto con y Psicología- la que, para bien o para mal, ha atraíd número a los alumnos. Esto demuestra claramente -m que la literatura forma parte del mundo de sus interese Va unido todo esto, por supuesto, al problema de -o debe- enseñar literatura contemporánea. [Cu ~ espacialidad en la novela, por Ricardo GulI6n, Profesor en el Departam Románicas de la Universidad de Chicago; Litenltrua e HisWria Comemp Carlos Mainer, Profesor de Literatura Española en la Universidad de Z ña-extrl1lljero: UD matrimonio de conveniencia, por Domingo Pérez-Minik, literario; Litenltrua e Historia de la Literatura, por Francisco Rico, Catedrát Hispánicas Medievales de la Universidad Autónoma de Barcelona; Prcax1e socialde laposlgUerra espaíIola en la anteguerra y guerra civil, por Guillermo y director del Departamento de Literatura Española de la Universidad de coloquialy luersuu»; por Manuel Seco Reymundo, miembro de la Real Acad director de su Seminario de Lexicografla; La b'tenltrua infantil en la aCluab Bravo Villasante, escritora y crítica literaria; La poesía española actual, p de la Concha, Catedrático de Literatura Española de la Universidad Litersturs -y periodismo, por Lorenzo Gem ís, Doctor en Derecho y prof de la Informaci6n y El romancero, hoy, por Diego Catalán. Director del sitario "Seminario Menéndez Pídal». 4 Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) hemos oído las quejas de los jóvenes de que, en sus c Literatura Española, no se ha pasado de Bécquer o de la ción del noventa y ocho! Y lo más tremendo es que, en casos, tenían razón. A nosotros nos tocó también , como esa experiencia. De acuerdo con ella, la Literatura (o la o la filosofia) se convertía en algo así como un panteón bres ilustres que había forzosamente que admirar y que conexión tenían con nuestras experiencias actuales. El jov se sentía empujado a repetir frases tópicas de un manu leer de verdad, como una experiencia vital, y de las más das y enriquecedoras. Los errores provocan reacciones contrarias, muchas v el adanismo de muchos jóvenes actuales que sólo se inter Vargas Llosa o Miguel Hernández, sin querer saber nada vantes o del Poema del Cid. Desde un punto de vista científico, existe algún m historia de la literatura francesa «a rebours», que parte de para llegar a 10 más antiguo; lo cual, por otra parte, acorde con la experiencia lectora de la mayoría, que no zan leyendo a Esquilo para continuar con Sófocles y lu Eurípides. Ya hubo alguna voz española (por ejemplo, la llermo de Torre) que defendió también este criterio para país, pero eso supondría, entre otras cosas, una revisión a los planes de estudio de historia y filosofia. La literatura contemporánea se ha ido abriendo camin cuestionarios oficiales. Eso ha significado, ante todo, la de las mentes más conservadoras, política o estéti Recuerdo la protesta de una personalidad oficial cuand fue incluido en el cuestionario de Bachillerato por una de la que yo formaba parte. Por otro lado, eso obliga a facilitar al profesor y al los medios de trabajo necesarios: ediciones anotadas, m libros de divulgación. Con el estado de nuestras biblio quién se le puede pedir que estudie en serio la contemporánea? En la Universidad, el problema va unido a la titulac mesurada de cátedras y cursos. Todavía hoyes frecuente de «Historia de la Literatura Española de los siglos X XX», y he conocido plazas de «Historia de la Lengua Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) Literatura española y sus relaciones con la Univers puede dominar, de verdad, un campo tan amplio? U serio, de cualquier parte del mundo, se moriría de r Nos guste o no, la especialización es un hecho inev queremos reducir las clases a retóricas charlas de juegos Como decía Strawinsky, el que no aprecia el tiempo no aprecia, en realidad, el arte de ninguna é mos las aristas polémicas de la frase y vayamos a lo la literatura como una experiencia viva. Prestar atenci se está escribiendo hoy en nuestro país, a lo que refle lidad de los jóvenes. Escuchar can atención la voz d tros actuales (Cela, Delibes, Buera, Torrente...), pe por supuesto" la de los más polémicos, como Umbr Gala y Francisco Nieva. (Y, por supuesto, escuchar voces de Cortázar y Rulfo, de Gimferrer y Carlos Casa Claro que lo esencial no es la fecha de los libros, tud del lector ante ellos. El ideal sería que nuestros cualquier nivel educativo, se enfrentaran con el texto vivo, no como una ruina venerable; como una expe puede ser decisiva en su manera de enfrentarse a lo cotidianos; como una voz humana que debe ser discu mente, no aceptada con sumisión; como algo, en fin mejor sentido de la palabra, proporciona placer. En -nuestra experiencia de profesores lo confirma- pu viva una lectura del Lszstillo de Tormes que la de u novela contemporánea. Para lograrlo será preciso, me parece, que la lectu por el profesor no se quede en asépticas descripciones sino que ponga el texto en conexión con la experien y estética de su autor y su lector. Para mostrar, Pedro Salinas, «the pastness of the present» y «the pr the past»: es decir, la permanente vitalidad de la au literaria. Si la literatura es historia, desde luego que sí se pu y aprender, como cualquier disciplina científica. En por muchas novedades que se quieran introducir, no la vigencia absoluta de los métodos tradicionales de l del historicismo, como se prefiera. Ante todo, de la bibliografía, base necesaria p 6 Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) creamos descubrir el Mediterráneo. Vale eso, por supuest para la literatura clásica como para la contemporánea. damento rigurosamente bibliográfico permitió a don Rodríguez Moñino mostrar la distancia que existe, en la española de los Siglos de Oro, entre la construcción crit auténtica realidad blstorice. La bibliografia es un terreno dificil y aparentement pero absolutamente necesario. Como dice Montesinos prólogo a su Galdós /- no basta con romper unos pa para hacer un buen trabajo erudito y bibliográfico. Desde el terreno que me es más familiar, el de la l contemporánea, quiero insistir también en la importanci investigación bibliográfica. A varios grandes maestros he o hoyes más fácil encontrar una primera edición de un t nuestro Siglo de Oro que algunas de nuestro siglo. Junto a esto, quiero subrayar la importancia de la fija los textos -clásicos o contemporáneos, igual da- en e cuidadosamente preparadas. Resulta muy fácil, por desgra sin saberlo, estemos leyendo cosas que el autor no escrib revés, no leyendo algunas de las más esenciales que él pus texto. Conozco el caso de muchas llamadas obras comple ni son completas de verdad ni poseen la mínima solvencia. El análisis de los manuscritos puede aportar datos d (Insisto en que hablo también de la literatura contemporán ejemplo muy claro: se suele aludir al descuido estilís Baroja, a su escaso interés por los problemas del est embargo, una ojeada a sus manuscritos basta para atenuar esta opinión. En el manuscrito que poseo de su novela Madrid en la revolución, por ejemplo, son numerosísi correcciones realizadas, en cada página, de puño y letra Pío. Como se ve, y es lo que más me interesa subrayar, teorías más o menos brillantes, avaladas hasta por el tes del propio autor, se desvanecen o moderan mucho ante tica puramente textual. Hasta un crítico tan poco «tradicional» como Roland proclama que «las adquisiciones del positivismo, hasta en gencias, son irreversibles: hoy en día nadie, sea cual sea la fia que adopte, pensará en discutir la utilidad de la erudi 7 Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) interés de las precisiones históricas, las ventajas de un de las circunstancias literarias...», Pensando en la historia de la literatura como di versitaria, me parece indispensable insistir en la ense métodos y saberes instrumentales, desde buscar una hasta realizar la ficha de un libro o artículo, hacer u Todo esto, sin duda, no resultará muy atractivo para aficionados a la literatura, pero es absolutamente ne queremos quedamos en la categoría de puros «dilettant Todo esto tendrá una traducción inmediata en e tesis y tesinas. Creo que la proliferación de este tipo está llevando a un desconcierto y una inutilidad muchos casos. Mucho más útil que repetir lugares co la religiosidad de Unamuno o la melancolía de Anton será editar correctamente un texto que lo necesite o a el riquísimo y fértil campo de los periódicos y revistas. Todo esto y mucho más debe ocuparnos -repitora es historia. Para mí lo es, sin duda alguna, pero tam tica. Este es -dicho con toda sencilIez- un problem la solución que le demos dependerá toda la enseñanza d Para muchos autores, lo característico del objet estar vivo, actuante, producir emoción, a diferencia d ha pasado definitivamente. Según eso, llega a produ sión entre una escuela predominantemente «estét «histórica». Reaccionando contra los excesos del positivismo, Croce rechaza los viejos conceptos de historia litera como acumulación de materiales eruditos o como e una realidad social o nacional reflejada en una tradic de documentos artísticos. En vez de todo eso, concib arte como un acto espiritual creador, original y pers importa, sobre todo, definir y valorar su carácter pro ferible, dejando a un lado todo lo que sea «filología», Avanzando por ese camino se llega a posiciones como la de Michel Dragomirescu -en su obra La littémture-« Recordaré sólo el título del primer c impotencia del método histórico para el estudio cie literatura». y el del siguiente: «La literatura cons ciencia, prescindiendo del método histórico». 8 Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) En la práctica, cualquiera de las dos tendencias puede cir a la caricatura. Tan absurdo es considerar a Lope de margen de su tiempo (la sociedad española, el estado de escena, los antecedentes, la propia biografia...) como conv historias de la literatura en guías de teléfonos o en mauso nos de tumbas que a nadie interesan. Suscribo totalmente satas palabras de Gonzalo Sobejano: «La historia liter general, no debe excluir ni soslayar a muchos autores qu mos secundarios, mediocres o malogrados, ya que en esconde a menudo, bajo el valor relativo de tales o cuale la clave de un proceso, el por qué de una determinada ev La historia de la literatura puede ser principalmente lite principalmente historia. Está bien que hayan abundado y a los estetas de la historia literaria; ellos, entre otras cosas, h lado lo precario de tanto dómine Cotarelo o bachiller de Pero está bien, está mejor que haya críticos para qu belleza es comprensible en la razón de su haber existid entonces (y de su seguir existiendo así y ahora) antes qu forma absoluta o eterna de su ser», Junto a todo eso, no cabe olvidar que se trata, tam educar la sensibilidad literaria de los alumnos. En definitiv sensibilidad personal del profesor la que ha de iluminar c samente a la de los alumnos. Desde ese punto de vista, memente que la literatura debe ser presentada en sus con con las otras artes: pintura, música, cine... No comprend un profesor de literatura puede mostrarse insensible conexiones. El estudio de la literatura, ¿puede llegar a ser una cien parece que es ésta una cuestión clave, que divide a las es métodos. Por supuesto que sí puede serlo por el rigor métodos empleados, por la seriedad con que se preparan camente los textos, se cotejan variantes, se analiza la len estabelcen conexiones históricas. Pero ésta es, en realidad, previa al juicio crítico. En cuanto a éste, parece indudable cabe pedirle el grado de certidumbre que corresponde a cias de la naturaleza. De todos modos, hoy, el formalism dero, en esto, de la anterior «Líteraturwissenchaft») sí llegar al nivel plenamente científico, del mismo modo intentó la estilística. 4) Colección Ensayos.Fundación Juan March(Madrid) Personalmente, soy bastante escéptico en este pu que se haga y se diga por el rigor en la manera de parecerá excelente; pero, en definitiva, hay que conta sonalidad del crítico, con su intuición subjetiva. M pues, a una estética basada en la experiencia artística que sea posible. No creemos hoy en la existencia de unas norma «a priori», sobre la belleza de las obras. Desde Baud menos, es ya un tópico hablar de la «belleza mode Grullo nos dice que existen muchos tipos distintos de rias, dentro de las que poseen una innegable calidad eso coinciden desde Menéndez Pelayo (<<no traigo u priori' que se empeñe en aplicar a todo, aunque lo resistan») hasta los formalistas rusos: «el método h para acomodarse al objeto». La crítica es siempre una ción» (Charles du Bos), un «ojo vivo» (Starobinski) por tanteos sucesivos, los objetos que contempla. La experiencia estética, tal como la entiende Gaét «la experiencia cotidiana de cualquiera que viva ver en contacto con las obras de arte». En el terreno lite tanto, todo se reduce a leer. La actividad del profesor de literatura no puede alguno si no es vocacional. Somos profesionales que la vida realizando un trabajo, pero, sobre todo, somo las que nos gusta la literatura, que creemos en la im los libros. Todo se resume, así pues, en leer, en incit alumnos a que lean y tratar de ayudarles para que l lo más perfectamente posible. Todos nos remitimos, en definitiva, a nuestra exp sonal, a lo que hemos vivido: en los años de form personalidad, tan esenciales como algunas experiencia sido, para mí, algunos libros que he leído con ferv cierta medida, me han marcado para siempre. El p -más o menos- de hoy esconde al niño que mundo a la vez que los libros, al adolescente que se leyendo novelas y oyendos discos. Hemos sentido el lectura y tratamos de comunicarlo a los demás: eso definitiva. 10