Catolicosenlinea2000 Lección 14: La restauración judía y la época Persa “Ahora bien, así habla el Señor de los ejércitos: ¡Consideren la situación en que se encuentran! Ustedes han sembrado mucho, pero han cosechado poco; han comido, pero no se han saciado; han bebido, pero no han apagado su sed; se han vestido, pero no se han abrigado; y el asalariado ha puesto su jornal en saco roto. Suban a la montaña traigan madera y reconstruyan la Casa; yo la aceptaré gustoso y manifestaré mi gloria, dice el Señor” (Ag. 1, 5-8) El año 539, Ciro, rey de los persas y de los medos, conquista Babilonia. El año siguiente, el 538, autoriza mediante un decreto el regreso de los judíos deportados a su patria. Sin embargo, muchos judíos se quedaron en Babilonia, donde formaron en adelante una colonia numerosa. Para los que regresaron a Palestina, el entusiasmo inicial dejó paso muy pronto a la decepción. Las ciudades estaban devastadas. La tierra estaba ocupada por extranjeros hostiles a los recién llegados. Estaban en concreto los colonos implantados en el país después de la caída de Samaría. Aunque se habían sometido al Dios de los judíos, éstos se mantenían a distancia de aquellos nuevos samaritanos a los que consideraban como gente radicalmente distinta y religiosamente impura; aquello suscitaba su hostilidad. Habían creído en una realización rápida y total de las promesas proféticas, pero la realidad era mucho más complicada. Vacilaban incluso en emprender la reconstrucción de Jerusalén y del templo. Intervienen entonces tres profetas. I.- El profeta Ageo Hacia el año 520, Ageo invita a sus compatriotas a poner las cosas en su punto. No cabe duda de que las dificultades se deben a una situación económica desastrosa: el país acaba de conocer un largo período de sequía. Mas no es eso lo más grave. Los más ricos se levantan hermosas mansiones, pero han abandonado la empresa esencial, la reconstrucción del templo en el que Dios haría de nuevo sensible su presencia en medio de los suyos. ~1~ Lección 14: la restauración judía y la época Persa Este libro, muy corto, puede leerse de una vez. II.- El profeta Zacarías (Za. 1-8) El punto de partida del mensaje de Zacarías es la situación política del momento. El imperio persa parece estar firmemente establecido. Por tanto, no hay nada que permita esperar conseguir esa independencia soñada. Zorobabel, el alto comisario nombrado por la potencia de ocupación, es ciertamente un descendiente de David, pero su poder es muy limitado. Josué, el sumo sacerdote, no refleja en nada el antiguo poder sacerdotal. Con sus visiones, Zacarías muestra cómo esta triste realidad no es más que la otra cara de un mundo distinto, mucho más real. Se va a manifestar la verdad profunda. Las tinieblas se van a disipar. Poeta «surrealista», el profeta señala cómo la cólera de Dios va a abatirse sobre los malvados y cómo Jerusalén va a verse exaltada. Desde ahora, Dios concede todo su valor al sacerdocio encargado de mantener la pureza del pueblo elegido. Zacarías anuncia igualmente la venida próxima del germen, ese mesías gracias al cual el Señor se hará de nuevo presente en su templo. De este libro, algo difícil, se leerá sobre todo 1, 8-16; 3; 8. III.- Un profeta desconocido completa el libro de Isaías (c. 56-66) Marchando contra corriente de todos los derrotistas, un profeta anónimo, cuyos escritos se incorporarán al libro de Isaías, intenta devolver la confianza a las personas desilusionadas. Recuerda que lo que impide la salvación es el pecado. Por tanto, hay que emprender de nuevo la lucha contra la idolatría y contra la injusticia. Dios va a hacer que surja pronto un mundo nuevo. En efecto, es un Padre que no deja de perdonar. Manifiesta su absoluta fidelidad al pueblo que escogió una vez para siempre. El profeta plantea además el difícil problema de la actitud que adoptar con los extranjeros. Aunque sigue anunciando la destrucción de las naciones paganas, obstinadas en el mal, invita a la nación judía a acoger en el templo a los paganos convertidos a la verdadera religión. Dios llegará incluso a escoger sacerdotes de entre ellos. Léase especialmente: ~2~ Catolicosenlinea2000 La llamada a la conversión (Is. 58-59). El anuncio de la salvación final (Is. 60-62; 66, 5-16). La meditación sobre la historia de Israel (Is. 63, 7-64, 11). La promesa a los extranjeros (Is. 56, 1-9). El Cilindro de Ciro (hacia el año 538 a. C.). Este documento cuneiforme, de arcilla, confirma la historia bíblica. Ciro, rey de Persia, vencedor de Babilonia, cuenta cómo devolvió a su patria a las poblaciones deportadas que encontró. Indica además que les concedió libertad de culto. El año 515 se reconstruye el templo. Dos judíos, convertidos en altos funcionarios de la corte persa, proseguirán la obra de restauración. Gozando de influencia política, Nehemías vuelve a Palestina (entre los años 445 y 433). Es un constructor. A pesar de la oposición de los samaritanos, hace reconstruir las murallas de Jerusalén. A pesar de las dificultades que encuentra entre los mismos jerosolimitanos, poco preocupados del bien común, lleva a cabo este trabajo que habrá de ofrecer la seguridad a la ciudad. Hacia el año 398, el rey Artajerjes quiere organizar Palestina en contra de Egipto que empieza a constituir una amenaza contra Persia. Envía a Esdras a Jerusalén con la misión de poner orden en el país. Esdras restaura solemnemente la Torá, que se convierte en la ley judía oficial. ~3~ Lección 14: la restauración judía y la época Persa Es un momento importante para el judaísmo, al que da su forma definitiva de comunidad religiosa centrada en la meditación de la palabra de Dios. Durante varios decenios, Israel vivirá en paz bajo la administración persa. “Sí, como a una esposa abandonada y afligida te ha llamado el Señor: “¿Acaso se puede despreciar a la esposa de la juventud?”, dice el Señor. Por un breve instante te dejé abandonada, pero con gran ternura te uniré conmigo; en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el Señor. Me sucederá como en los días de Noé, cuando juré que las aguas de Noé no inundarían de nuevo la tierra: así he jurado no irritarme más contra ti ni amenazarte nunca más. Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor, que se compadeció de ti” (Is. 54, 6-10) ~4~