La crónica de un peso convertible a dólar

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Política
La Plata, domingo 1º de abril de 2001
DIEZ AÑOS DE HABER ENTRADO EN VIGENCIA
La crónica de un peso convertible a dólar
La autoría de la iniciativa. Una tesis doctoral que sirvió de base al plan. Las condiciones para establecerla. Las discusiones en el equipo de Cavallo
¿Quién es el verdadero padre de la
convertibilidad? ¿Menem o Cavallo?
La discusión se dio en medio de celos
mutuos entre el entonces presidente
Carlos Menem y su ministro de Economía, Domingo Cavallo. Sin embargo ninguno de ellos es el ideólogo del
plan que sacó a la Argentina de las hiperinflaciones.
La historia comenzó cuando Horacio Tomás Liendo (h), hijo del ex
ministro del Interior durante la dictadura militar, presentó su tesis doctoral “Emergencia Económica y derecho administrativo”.
Liendo recuerda en su trabajo la crisis de 1890 y la importancia de la convertibilidad como solución al problema. Se había presentado con el plan
en donde una caja de conversión sería
la solución a las graves crisis económicas. El 6 de febrero, el Plan Austral,
del Gobierno de Raúl Alfonsín, había
quedado sepultado en una corrida
cambiaria.
Ya ganadas las elecciones, y previo a
su asunción, Menem se reunió con
Cavallo ¿El objeto? Mingo quería ser
el Ministro de Economía. Y durante
ese encuentro el ahora ex presidente
se enteró por primera vez del Plan de
Convertibilidad.
Sin embargo, Menem se inclinó por
un acuerdo con el grupo Bunge y
Born, que llevó al Palacio de Hacienda primero a Miguel Roig y luego de
su muerte, a Néstor Rapanelli.
Cavallo estaba tan convencido de
que Menem lo elegiría que había formado su propio equipo de trabajo.
Convocó a Horacio Liendo, Ricardo
López Murphy y a Juan José Llach al
elenco que luego lo acompañaría.
Las ganas de Cavallo de integrar el
Gabinete de Menem se tradujo en intensas gestiones que dieron sus resultados: el ahora superministro se haría
Convertibilidad x 3. Liendo fue el mentor, Cavallo la puso en práctica y Menem le dio respaldo político
cargo de la Cancillería.
Una vez enterado de la designación
le pidió a Guido Di Tella que se hiciera cargo de su equipo económico al
que ya se le habían sumado Elías Salama, experto en regulación monetaria y financiera, y Raúl Sanguinatti,
amigo personal de Mingo. Luego envió a Di Tella junto a Aldo Dadone al
departamento de Roig, en San Martín
y Córdoba. Por más que no fuera el
Ministro, Cavallo quería imponer el
plan ideado por Liendo.
El proyecto contenía 31 ítems y
apuntaba a ir a la convertibilidad casi
sin reservas que la respaldaran. Había
que emitir australes (la moneda de la
época) por 4.000 millones de dólares
que serían respadados por solamente
1.500 millones de dólares en oro.
El resto de las divisas necesarias se
obtendrían mediante un impuesto a
las exportaciones.
Constituía un plan muy arriesgado
y que necesitaba de un dólar a un precio muy alto. Entonces la idea fue rechazada por Bunge y Born. No era para menos, sobre todo porque en esa
época el tesoro tenía sólo 118 millones de dólares, los ingresos fiscales
eran por 800 millones y los gastos llegaban a 2.000 millones.
Corría diciembre de 1989 y el país
se incendiaba. La economía nacional
agonizaba. Rapanelli, el hombre de
Bunge y Born, abandonó el barco antes que se hundiera. Pero Menem se
inclinó por colocar a uno de sus hombres de mayor confianza en el quinto
piso del Palacio de Hacienda y el rio-
jano Erman González, que estaba en
el Ministerio de Salud y Acción Social,
tomó el mando de Economía.
Por el despacho de Erman González
las propuestas eran varias. Casi todas
descabelladas. Cavallo le acercó la
idea del Plan Bonex que consistía en
la expropiación de los plazos fijos por
un Bono Externo (Bonex 89) que
vencería en 1999.
El Plan Bonex desgastó a González
y el escándalo del Swiftgate terminó
con su permanencia en Economía.
Entonces, a Menem no le quedó otra
que poner a Cavallo como nuevo Ministro de Economía.
Así, Mingo se encontró con un panorama distinto. La incautación de
los depósitos había dejado reservas
por casi 5.000 millones de dólares y se
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había logrado el equilibrio fiscal. Sobre estos cimientos Cavallo construiría la Ley de Convertibilidad.
Apenas asumió, implementó un sistema de cambio a través de bandas.
Calculó las reservas y la base monetaria. El dólar había llegado a 10.000
australes, cifra que fue tomada como
límite superior. El límite inferior se
había establecido en 9.900 australes.
Fue el 16 de marzo de 1991 cuando
Cavallo le comunicó a Liendo que su
tesis doctoral sería puesta en práctica.
La primera discusión entre ambos
fue decidir cuál iba a ser el precio del
dólar. Liendo era partidario de llevarlo más arriba, pero Cavallo quería que
siguiera en 10.000 australes.
La segunda discusión giró en torno
a la nueva moneda. Liendo quería empezar con un flamante signo monetario, pero Cavallo quería dejarlo para
más adelante.
La tercera discusión fue en torno a la
circulación de ambas monedas. Liendo no estaba tan seguro de la libre circulación del austral junto con el dólar.
Cavallo deseaba que los dos signos
convivieran en libertad.
En las tres diferencias se impuso la
opinión de Cavallo. Pero Liendo tuvo
su revancha: logró convencer a Mingo
de prohibir la indexación en vez de
que se indexara por el precio del dólar.
Cavallo le encargó a Liendo, que ya
era director en el Central, que redactara la Ley de Convertibilidad. Y el 18
de marzo el Ministro dio el guiño.
El martes 19 Menem firmó la ley,
que 20 entró al Congreso de la Nación
por el Senado. El 22 se votó la ley y tuvo media sanción y el 27 fue finalmente aprobada.
A sólo horas se dictaron los decretos
de reglamentación y de libertad
cambiaria. Y el 1º de abril los argentinos ya se regían por la convertibilidad.
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