Crisis económica argentina

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TALLER Nº 2 DE ECONOMIA
CRISIS ECONOMICA ARGENTINA
Alumno
:
Programa
:
Magister en Administración de Empresas
Docente
:
03 de Diciembre del 2001
Fecha
:
• Por qué se inició
Los países latinoamericanos, y muy en particular los sudamericanos, han tenido décadas de malas políticas
macroeconómicas, caracterizadas por altas tasas de inflación y déficit de balanza de pagos, cuyo origen final
debe buscarse en el mal manejo del presupuesto estatal. El incremento del gasto público y los déficit
presupuestarios han sido una constante en el siglo que terminó. Estos comienzan a financiarse con tributos,
pero rápidamente se recurre a la emisión del Banco Central. Esta opción no está disponible en Argentina, pues
su sistema de caja de convertibilidad sólo permite crear dinero con respaldo de dólares norteamericanos. En
este cuadro, los déficit públicos se financian con endeudamiento interno y externo, lo que hace subir las tasas
de interés, a la vez que el riesgo país. Este con frecuencia se hace crítico, reduciéndose la calificación
soberana. Es lo que ha ocurrido con Argentina, donde la revisión a la baja refleja las proyecciones de que la
deuda del Gobierno no se limitará al 50% del producto y que, incluso, si se congela el gasto federal y
provincial, las autoridades no lograrán el equilibrio fiscal hasta el 2005, y no en el 2003, como estaba previsto.
Los principales responsables de la inestabilidad son los gobiernos, que incrementan el gasto de manera
sistemática. Esta es una constante en la región, y así como los requerimientos de financiamiento bruto del
gobierno argentino son 24 mil 500 millones de dólares − 7,7 por ciento del producto− , los del brasileño son
mayores, alcanzando a 23 por ciento del PGB en 2001. Chile no tiene este problema desde la gran reforma
fiscal de 1976, cuando las finanzas públicas se equilibraron a un elevado costo. Desde entonces, el gasto
público se manejó con moderación, hasta los últimos años del gobierno anterior, en que reapareció el déficit,
que ahora se pretende anular en los próximos dos años.
Dentro de este contexto, el Gobierno del Presidente Fernando de la Rúa enfrentó, a pocos meses de asumir el
gobierno, una crisis de proporciones en la que se mezclan diversos factores económicos mencionados
anteriormente y políticos, que ha originado protestas, manifestaciones, huelgas y críticas cada vez más
punzantes.
La decadencia argentina
El inicio de la declinación de la economía argentina suele ser establecido en el segundo lustro de los años 70
durante, cuando emergió hegemónico el sector financiero como cabeza de un sistema más vasto de actividades
especulativas que fue dejando en un segundo plano a los sectores productivos principalmente la industria.
Entre 1976 y 1981 esta última apenas creció un 2 % en términos reales mientras el sector financiero lo hizo en
casi 150 %, ese fenómeno formó parte periférica de un movimiento global iniciado con el shock petrolero de
1973−74 cuando se fueron generando crecientes excedentes financieros (en esa época eran los famosos
"petrodólares") que no podían ser absorbidos por la economía real, el capitalismo global ingresaba en una
etapa de sobreproducción crónica que con altibajos ha persistido hasta hoy.
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En Argentina el nacimiento de la hegemonía financiera−mafiosa aparece desde el punto de vista interno como
resultado del agotamiento y descomposición del proceso de industrialización subdesarrollada (evidente desde
fines de los años 60) cuya más alta expresión política había sido el peronismo en su primera experiencia de
gobierno (1945−55). Dicho proceso nunca había podido superar el viejo esquema agroexportador con el que
coexistió de manera inestable, confusa; dependía para funcionar de las divisas de las exportaciones
provenientes del sector rural lo que marcaba una debilidad estratégica fundamental en su inserción
internacional. Ello prosiguió hasta mediados de los 70 a través de una interminable sucesión de golpes,
contragolpes, asociaciones intersectoriales en los que participaban las transnacionales que iban ocupando
posiciones, los acreedores externos (liderados por el FMI), los industriales mas o menos "nacionales", los
intereses de la alta burguesía rural y comercial, los sindicatos, etc., bajo la apariencia de un eterno "empate"
donde nadie conseguía vencer.
En realidad se producía poco a poco la subordinación imperialista del aparato económico argentino (por
medio de la deudas externa, las inversiones extranjeras, el debilitamiento comercial) convergente con la
concentración de ingresos y la degradación del Estado.
Dicho movimiento general de retroceso debilitaba, quebraba una tras otra las zonas de protección económicas,
institucionales y sociales envenenando, pudriendo al capitalismo local en su conjunto. En 1976 se produjo un
gran salto cualitativo marcado por la avalancha especulativa, la caída salarial, la apertura importadora salvaje
coincidente desde nuestra especificidad periférica con el proceso global de hegemonía financiera, aportando al
mismo una degeneración sangrienta original.
El fenómeno culminó en los años 90. Podríamos dividir a ese período en tres etapas: durante la primera, hasta
1994, se produjo la desnacionalización de las empresas públicas y de la mayor parte de las privadas
nacionales, los fondos ingresados por dichas operaciones sumado a un flujo significativo de narcodólares y
otras corrientes financieras ilegales facilitaron la expansión del consumo en las clases altas y medias
combinada con una ola de importaciones resultado de la apertura comercial. Creció el PIB aunque el
ministerio de economía bajo la dirección de Cavallo infló las cifras pero también creció la desocupación y la
precarización laboral, la pobreza y la indigencia. Se estableció un sistema de saqueo a gran escala controlado
por un reducido núcleo de empresas y redes financieras básicamente extranjeras sobre la base de
superganancias originadas en tasas de interés astronómicas, altas tarifas de servicios públicos, etc.,
concentrando ingresos, evadiendo fondos al exterior. El "plan de convertibilidad" fue el instrumento decisivo
de ese esquema: congeló la paridad cambiaría sobrevaluando la moneda local, dio vía libre a las
importaciones y a las operaciones financieras.
En el segundo semestre de 1994 el sistema ya mostraba signos de deterioro, se desaceleraba la recaudación
fiscal, aumentaba la desocupación en numerosos sectores y también la voracidad de los grupos financieros que
presionaban cada vez mas a un Estado declinante en busca de nuevos negocios (rebajas tributarias,
apropiación de aportes previsionales, etc.). La crisis mexicana fue el detonante externo de un panorama
nacional donde se multiplicaban los signos de degradación.
Se abrió entonces una segunda etapa expresión del fin del auge neoliberal. La recesión de 1995 pudo ser
superada solo por dos años pero a costa del incesante aumento del endeudamiento externo, en un movimiento
condenado a agotarse, durante ese tramo aparecieron las primeras protestas populares significativas, Cavallo
se alejó del gobierno, comenzó el deterioro de la popularidad de Menem. La crisis asiática de 1997 estrechó
considerablemente los márgenes financieros internacionales de un régimen que se reproducía gracias a los
créditos externos. A partir de allí fue evidente la contradicción entre el crecimiento económico general y la
presencia de un poder capitalista depredador que devoraba porciones crecientes del Ingreso Nacional.
La tercera etapa se inició en 1998 cuando se instaló la recesión no como un acontecimiento pasajero (así lo
anunciaban los voceros oficiales) sino como un fenómeno durable, estructural. La superdeuda externa
acumulada unida a un mercado interno bloqueado por la concentración de ingresos no dejaban mayores
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posibilidades a la expansión productiva, las succiones combinadas de la usura internacional y de los grupos
económicos localizados en el país fueron debilitando, paralizando a la víctima.
Ese momento que se prolongó hasta el 2001, empalmó con una coyuntura mundial marcada por el repliegue
hacia el centro desarrollado occidental de fondos especulativos provenientes de la periferia sacudida por una
sucesión de turbulencias (prolongación hasta hoy de la inestabilidad en Asia del Este, el derrumbe ruso de
1998, la crisis brasileña de 1999, etc.) a lo que se agregaba la persistencia del estancamiento japonés (segunda
potencia económica mundial). El enrarecimiento del clima financiero y comercial global dificultaba,
encarecía, la obtención de nuevos préstamos en especial para Argentina: superendeudada, estancada y con
fuerte déficit fiscal.
El círculo vicioso del neoliberalismo agotado se potenció, cortarlo o reducirlo hubiera sido relativamente
sencillo desde el punto de vista "técnico", habría bastado con renegociar los pagos de los intereses de la deuda
y detener las transferencias de aportes previsionales a las AFJP (principales causas del déficit fiscal y en
consecuencia del endeudamiento externo) y también terminar con el esquema de la convertibilidad
recuperando la soberanía cambiaría y el libre ejercicio nacional de la política fiscal y monetaria, pero ello era
imposible dentro del sistema, del capitalismo absolutamente dominado por una trama de intereses parasitarios.
En consecuencia se impusieron los ajustes que achicaban el Estado y bajaban salarios y otros ingresos de las
clases medias y bajas orquestando transferencias hacia los acreedores externos y los grupos económicos
dominantes locales, la secuencia comenzó con Menem terminal y siguió con de la Rua. Continuó la recesión
aplastando la recaudación fiscal y engendrando mas demanda estatal de préstamos internacionales.
Pero a lo largo de los años 2001 y 2002 la situación se agravó, la contracción económica interna acorraló a
vastos sectores sociales e importantes grupos de empresas (incluidas algunas extranjeras) comenzaban a sufrir
el impacto de las caídas en sus ventas y volúmenes de ganancias mientras el endeudamiento externo
amenazaba convertirse en cesación de pagos, así los señalaban con cada vez mayor frecuencia consultoras y
publicaciones internacionales.
Por encima de este panorama local Estados Unidos agotaba su prosperidad, comenzó la caída bursátil y hacia
el final del año 2000, era evidente la desaceleración del consumo interno y la caída de beneficios empresarios.
Japón decayó aun más y Europa Occidental comenzó a revisar a la baja sus pronósticos de crecimiento para el
año 2001, el conjunto de la periferia (en especial América Latina) no podía esperar nada bueno en el futuro
próximo.
Hacia fines del 2000 la crisis argentina dio un nuevo salto cualitativo, la cesación de pagos externos (el
"default") se puso a la orden del día, el gobierno y el FMI trataron de frenarla con un salvataje financiero en
torno al cual el primero lanzó una campaña publicitaria anunciando la instalación de un "blindaje" valuado en
cerca de 40 mil millones de dólares que aseguraba estabilidad y crecimiento por un largo período. La
información era falsa, la cifra real era aproximadamente la cuarta parte del anuncio y consistía en una línea de
crédito de emergencia otorgada principalmente por el FMI y que ayudaba al gobierno a sobrevivir durante un
trimestre como máximo.
• Cuántos años de déficit fiscal
En medio de un panorama mundial sombrío, Argentina cumple su tercer año de recesión con el difícil reto de
salir de su estancamiento mediante una inevitable profundización en las políticas ortodoxas.
La tercera economía latinoamericana necesita demostrar al mundo que puede ganar de nuevo "credibilidad",
para lo que debe cumplir con el anunciado recorte del gasto público, frenar el endeudamiento y mejorar su
competitividad, señalaron a EFE varios analistas.
La recesión que amarga la vida de los argentinos comenzó en el segundo semestre de 1998 (algunos precisan
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que a partir de octubre), aunque el economista Marcelo Lascano advierte que las "bases del sistema" habían
empezado a tambalearse en 1995.
Por entonces, se "agotaban" los recursos obtenidos en las privatizaciones y el Gobierno cometió la
"terquedad" de no flexibilizar la paridad entre el peso y el dólar, dijo Lascano.
Como un signo de la profundidad de la crisis, el gobierno de Fernando de la Rúa, que asumió el poder en
diciembre de 1999, tuvo que corregir las previsiones de crecimiento de este año, que puede terminar con una
caída del 1,4 por ciento, y algunos expertos dan "por perdida" la primera mitad del 2002.
La actual recesión llegó de la mano de las crisis de México en 1995, Asia en 1997 y Brasil en 1999. En los
últimos meses, la depreciación del real brasileño por parte del principal socio comercial de Argentina ha
empeorado la situación.
Argentina no puso freno en los años noventa al creciente endeudamiento externo y sufrió frecuentes
"sospechas de insolvencia", lo que redujo el ingreso de capitales externos, sostiene Ernesto Gaba, del
departamento de Investigación del BBVA−Banco Francés.
"El país se endeudaba pensando que la economía mundial estaba en alza. Durante 1996 y 1997 (cuando caían
los precios de las exportaciones) siguió creciendo sobre la base de su endeudamiento", sostiene, por su parte,
Carlos Abalo, asesor del Ministerio de Economía.
México y Brasil pudieron combatir con más fortuna sus respectivas crisis, en el primer caso por tener su
comercio atado a Estados Unidos, que además estaba en un buen momento económico.
Y tal como hizo Brasil, México pudo enfrentar la crisis con la política cambiaría, lo que en Argentina resulta
casi imposible, porque su moneda está ligada al dólar.
En la recesión, los sectores más perjudicados han sido el de la inversión de bienes de capital y, en menor
medida, la construcción. La industria agroalimentaria también ha sufrido, en parte porque no pasó por un
proceso de reconversión.
Además, los expertos consultados consideran que en el proceso de caída en picada del país no ayudaron las
"peleas internas" en la coalición gobernante, que "pusieron en duda la credibilidad" de Argentina.
Esto es importante porque en el proceso de recuperación de la confianza, y toda vez que el mundo "ha cerrado
la financiación para Argentina", se necesita del consenso político para aplicar el ajuste en las cuentas públicas
y las medidas de mejora de las exportaciones y la recaudación tributaria, dicen los analistas.
Algunos sostienen que el ministro de Economía, Domingo Cavallo, artífice de la paridad cambiaría en 1991,
tendría que haber atacado con "más premura" el exceso del gasto público, y añaden que es muy optimista la
previsión de crecimiento del 6 por ciento que anunció el funcionario para el 2002.
"En un mundo en el que no hay crédito uno no puede gastar más de lo que ingresa", dijo el economista
Orlando Ferreres al resumir el parecer de muchos, que consideran que el Gobierno "perdió tiempo" en tomar
medidas efectivas.
Varios analistas coinciden en que será "difícil" cumplir este año con la ley de "déficit cero", que establece que
el Estado no puede gastar por encima de lo que ingresa y que es necesaria para que las empresas puedan
acceder a créditos con mejores tasas de interés.
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"El problema de Argentina es sobre todo interno. Ha jugado finalmente la carta del déficit cero y debe cumplir
lo que prometió", dijo el economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas
(FIEL), Daniel Artana.
Aunque algunos defienden la necesidad de eliminar la paridad del peso y el dólar que tan eficazmente terminó
con la hiperinflación, son más los que aconsejan no modificar el tipo de cambio o únicamente flexibilizarlo
para el comercio exterior, como decidió el Gobierno en junio pasado.
Un abandono de la paridad "implicaría una quiebra generalizada por la imposibilidad de las familias y
empresas de honrar sus pagos", aseguró Juan Arranz, economista jefe del Banco Río, filial del grupo español
Santander Central Hispano.
En el plano fiscal el objetivo inicial fue bajar el déficit del gobierno nacional a los niveles acordados con el
FMI, aproximadamente 6.500 millones de pesos anuales. Las metas de gasto y déficit comprometidas para el
primer semestre se habían sobrecumplido. No obstante, el corte del crédito operado a principios de julio
obligó a establecer la regla de déficit cero. Esto, a su vez, hace imprescindible nuevos avances en materia de
reforma del Estado y lucha contra la evasión impositiva y el contrabando y a la vez impredecible cuanto
tiempo tomará esta medida pera encontrar una solución a este tema.
• Por qué se produjo este déficit
El déficit fiscal, se produjo porque los gastos de operación del Estado más el pago de los intereses de sus
deudas fueron superior a sus ingresos de cualquier tipo. Esto implicó a que se tomará nueva deuda para cubrir
los vencimientos del capital o principal de la deuda ya emitida. Es decir, para las amortizaciones. Con esta
medida el déficit debería mantenerse constante ya que hasta ahora lo que causó el aumento es que el Gobierno
toma préstamos para pagar los vencimientos de amortizaciones y también para cubrir el déficit fiscal.
Sin embargo, la falta de financiamiento no quiere decir que haya una cesación de pagos, el Estado consiguió
fondos para cubrir casi todos sus vencimientos, primero con el blindaje y luego con el megacanje. Pero tiene
que pagar los vencimientos de las letras del Tesoro (Letes), para lo cual coloca nuevas Letes, que le están
resultando demasiado caras.
Las provincias deficitarias no encuentran financiamiento para sus desbalances, de modo que si no los reducen
terminarán por no poder cumplir con sus compromisos puntualmente.
Esta situación no es la primera vez que se presenta en Argentina, en 1992 y 1993 ya hubo una política de un
déficit cero. El sistema previsional tuvo superávit, que destinó en parte a rescatar anticipadamente títulos
Bocon en manos de jubilados. Pero entonces jugaron un importante papel los fuertes ingresos obtenidos por
privatizaciones.
Según los números oficiales sólo tienen sus cuentas equilibradas o con superávit la Ciudad de Buenos Aires,
San Luis y Santiago del Estero. Esta última, sin embargo, cuenta con un deuda relativamente importante.
Las cifras oficiales previeron un rojo de 6.500 millones de dólares en el sector público nacional. Los datos
oficiales señalan que en las provincias −tal como estaban las cosas antes de los acuerdos de la semana última−
el rojo rondaría los US$ 3.000 millones. El Gobierno dice que en el primer semestre cumplió las previsiones,
de modo que el rojo de la Nación no debe haber superado los 4.939 millones de dólares. De manera tal que el
rojo y el gasto del Estado nacional deberían reducirse en US$ 1.500 millones para terminar el ejercicio anual
en equilibrio.
Típicamente en estos casos, los gastos que se recortan son las partidas que se pueden reducir sin generar
costos por incumplimiento. Se pueden rebajar partidas para reformas edilicias, mantenimiento y compras de
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equipamiento y útiles o insumos.
Se trata, en muchos casos, de hacer que las jurisdicciones dejen para el próximo ejercicio gastos que tenían
programados para éste.
Cuadro comparativo del Déficit público, de los meses de Mayo del 2000 y 2001:
• Qué consecuencias tiene para el país
Desde 1998, la economía entró en un proceso de recesión y la situación fiscal empeoró. La fuerza del dólar
provocó importantes presiones deflacionistas que, al contrario de lo que sucedió en los primeros años de la
convertibilidad, no se vieron compensadas por un crecimiento de la productividad. La cadena de crisis
internacionales (Asia, Rusia y Brasil) aumentó los gastos financieros del Gobierno argentino.
El impacto de las crisis deflacionistas internacionales comenzó a minar la fiscalidad. Los ingresos se
hundieron incrementando también el desequilibrio del sector público. Todo esto aumentó la gravedad y la
duración de la recesión, así como la preocupación respecto a la solvencia fiscal, objetivo fundamental de la
política económica de los comienzos de la Presidencia de Fernando de la Rúa. En el año 2000, el gasto
público disminuyó 3.000 millones de dólares.
El gobierno argentino, reconoce que para dotar de un marco adecuado al crecimiento económico hay que
reducir la vulnerabilidad respecto a las crisis monetarias internacionales. Para controlar los efectos
macroeconómicos y los rebrotes de los precios debidos a los bailes del tipo de cambio del dólar, el Gobierno
argentino propuso mejorar y reforzar la convertibilidad incorporando incluso el euro a su propia base
monetaria. El fin, establecer, de esta forma, un tipo de cambio que sea una media entre el dólar y el euro. Esta
modificación será operativa apenas alcance la paridad la relación euro−dólar.
La convertibilidad ampliada permite conservar las características fundamentales del régimen monetario actual.
Es decir, reservas internacionales fuertes que sean garantía de la moneda, limitaciones rígidas a la política
monetaria y libertad de elección de divisas en las transacciones económicas. Además, de esta forma, se reduce
la volatibilidad del tipo de cambio y la necesidad de correcciones deflacionistas e inflacionistas frente a las
crisis monetarias internacionales.
• Qué significa que el riesgo país alcance más de 3.000 puntos
El comportamiento de los últimos tiempos en materia política y económica puede ser seguido fielmente a
través de la evolución del denominado riesgo país. En general, se entiende por tasa de riesgo país a la sobre
tasa que pagan los bonos locales por encima de la que remuneran títulos similares del Tesoro estadounidense.
En noviembre último, cuando se había instalado la percepción de que la economía argentina marchaba hacia
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la cesación de pagos de la deuda publica, este indicador alcanza un nivel récord del 9,7 % anual. Al
anunciarse la obtención de una ayuda financiera especial a nivel internacional denominada blindaje, que
alejaba el peligro de incumplimiento de los compromisos, sumado ello a una baja de la tasa de interés
estadounidense, se inicia un proceso de descenso del riesgo país, que alcanza un mínimo de 6,5 % hacia fines
de enero. El enrarecimiento del clima externo a raíz de la crisis financiera de Turquía, país al que también se
había otorgado un blindaje y las vicisitudes en torno a las autoridades del Banco Central, ayudaron a agravar
la situación. Con este panorama, y ante la creciente percepción de que la economía no entraba en un camino
de reactivación productiva, la sobre tasa comenzó un derrotero ascendente hasta alcanzar 8,1 % en momentos
en que se produce la renuncia de las autoridades económicas.
A partir de allí, comienza una etapa de fuerte volatilidad de la tasa de riesgo país, ante las distintas versiones
acerca del nuevo equipo económico y las medidas que adoptaría. Cabe señalar que de todas formas el riesgo
país siguió básicamente durante lo que va del año la tendencia del riesgo correspondiente al conjunto de las
economías emergentes.
Perspectivas
La evolución de la prima de riesgo país dependerá no solo del comportamiento de variables endógenas, sino
también y en gran medida de las decisiones de los inversores internacionales en cuanto a optar o no por
posiciones mas conservadoras en desmedro de la exposición en mercados emergentes, dependiendo esto en
cierto modo de la evolución de las tasas de interés en Estados Unidos. El inestable cuadro financiero
internacional agrega una cuota mas de incertidumbre a la próxima evolución de los variables locales
La tasa excesiva que los mercados imponen a Argentina, surge de la apreciación de los Operadores y de
quienes compran o serian compradores potenciales de títulos. En estos influye también la nota que ponen al
país las calificadoras de riesgo (Standard and Poor's Moody's y otras), que efectúan un análisis técnico de cada
caso. Consideran básicamente la capacidad de pago de los intereses por parte de un país. Es distinta la
situación de un país que paga con nuevo endeudamiento , que de uno que paga los intereses con recursos
corrientes. No se considera el repago de la deuda publica misma, ya que es norma que los Estados solo pagan
sin colocar nuevos títulos, o sea que la disminuyan, cuando excepcionalmente se dan situaciones de superávit.
En algún momento no tan lejano el estado deberá ahorrar . Las agencias también consideran la voluntad de
pago que tiene cada país. Este es un factor más difícil de medir, que surge del comportamiento de cada nación
en el pasado. En esto Argentina deja mucho que desear, ya que en la década del 80 dejo de pagar intereses
sobre la deuda publica, y en otras ocasiones ya había hecho lo mismo. Además este país tiene un largo
historial de un Estado con incumplimientos contractuales, violaciones de la ley y una permanente actitud de
deudor tramposo en juicios contra el estado.
Ante este nuevo alza récord del riesgo país argentino, debido a la desconfianza de los inversionistas en el
nuevo plan impulsado por el gobierno argentino, el ministro de Economía, Domingo Cavallo, aseguró que
"nadie debe esperar que se abandone la convertibilidad en el país", y explicó la necesidad de que se reduzcan
los intereses de la deuda "porque si no el país no podrá crecer".
Con el propósito de detallar los alcances del paquete de medidas impulsado por las autoridades, y calmar, de
paso, a los mercados, Cavallo insiste en que "no hay riesgo de devaluación".
Agregó que el país apela a la sensatez de sus ciudadanos y también de los inversionistas extranjeros. El
ministro señaló que el país necesita menores tasas en los títulos para crecer, "aunque es necesario crecer para
poder pagar las tasas nuevas, de un máximo de 7%".
Cavallo apuesta a canjear, de manera voluntaria, bonos que hoy pagan tasas de 11%, entregando a cambio
nueva deuda que rendirá a una tasa fija del 7% anual o variable de 3 puntos sobre la tasa promedio de
Londres. Los acreedores de dichas deudas podrán intercambiar bonos o transformar los viejos títulos por
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créditos.
En el caso de que se entreguen papeles que vencen hasta 2003, los acreedores deberán aceptar mayores plazos
de vencimiento.
En ambos casos, se explicó, la nueva deuda estará garantizada por los impuestos de la coparticipación federal
que le corresponden al gobierno central.
Para animar a los acreedores, las autoridades aceptan que, si por alguna razón dejara de pagar los nuevos
bonos, los tenedores tendrán derecho a reclamar el pago de las deudas según las condiciones originales de los
papeles entregados.
• Por qué disminuyó el riesgo país una vez que liberaron a Carlos Menem
Mientras el ex Presidente de Argentina, Carlos Menem, estuvo detenido, el apoyo político que recibió fue
escaso. Pero las lealtades en política van y vienen. Y un Menem en libertad vale mucho
Por ahora, su capital es que el actual mandatario trasandino, Fernando de la Rúa, lo necesita para la
gobernabilidad, porque sin un acuerdo con la oposición peronista el Gobierno está liquidado.
Se sabe que lo primero que hará Menem será tratar de recuperar poder dentro del Partido Peronista, cuyo
actual líder, Eduardo Duhalde, mantiene tensas relaciones con el Estado. Es cierto que Menem atacó
duramente al mandato de la Rúa apenas salió en libertad, pero él es un animal político, sabe cuándo atacar y
cuándo negociar.
De la Rúa sabe que si Menem se recupera políticamente, tendrá que negociar con él para evitar terminar como
Raúl Alfonsín, quien tuvo que entregar el Gobierno, porque no pudo imponer una gobernabilidad.
Por lo tanto, hoy en Argentina puede pasar cualquier cosa: el empleo volvió a caer, y en octubre hubo 90 mil
empleos menos que en el mismo mes del año 2000, según el propio Ministro del Trabajo. Sumado al alto
riesgo país, que con la liberación de Menem disminuyó levemente, porque el gran tema en Argentina es la
desconfianza: no se le cree a la economía nacional, ni a las instituciones ni al Presidente.
Es prematuro saber hoy con cuánto apoyo político cuenta Carlos Menem, y si así es capaz de cambiar el
escenario político argentino, pero el clima está tan enrarecido que no se puede descartar la posibilidad de que
el ex mandatario, uno de los políticos más atípicos e imprevisibles de Latinoamérica pueda, tal vez, recuperar
liderazgo.
• Cómo puede Argentina salir de esta crisis
Generar una redistribución de ingresos que permita recuperar dinamismo al consumo como factor de
crecimiento del nivel de actividad y de las inversiones.
Solucionar la distorsión de precios relativos que deteriora al sector productor de bienes transables
(exportaciones y sustitución de importaciones) y que impide generar las divisas suficientes para afrontar
nuestras obligaciones externas.
Asimismo, se deben reducir los compromisos por pagos de intereses del endeudamiento externo y por
remisión de utilidades al exterior.
Revalorizar el empresariado nacional y la vocación de los emprendedores.
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Ser productor, crear riqueza, expandir las empresas es una tarea que requiere aptitudes específicas que no son
justamente patrimonio de especuladores de corto plazo.
Recobrar un sistema financiero que se vincule con la producción y el consumo. Un sistema financiero no
puede ser solvente en tanto no le preste al sector productivo. Esta supuesta solvencia se traduce en depresión
económica.
Recuperar el sentido común en materia del pensamiento económico predominante. Es claro que la teoría del
piloto automático y del riesgo país, la flexibilización laboral, la baja de salarios, los aumentos de impuestos, la
apertura ingenua y la política de responder sumisamente a los supuestos deseos de los mercados, lejos de
llevar a Argentina al Primer Mundo se ha depositado en el actual presente.
Argentina debe recobrar la simpleza en las reglas de juego de la economía, proponiéndo como objetivos de
política económica la existencia de rentabilidad para la inversión productiva, con mayor participación del
salario en el ingreso nacional y con una integración regional que resguarde intereses estratégicos en empleo y
producción nacional.
La mayoría de los analistas estima que Argentina resolverá su problema a partir de una ayuda financiera que
llegaría a 20 mil millones de dólares. La operación crediticia está encabezada por el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial y el BID, y está condicionada a un extenso programa de reformas
económicas, que busca recobrar la confianza de los inversionistas extranjeros. Las autoridades vecinas han
asumido un compromiso de reformas estructurales importantes, pero políticamente difíciles de hacer, en que
destacan la desregulación de los seguros de salud, una formulación austera del presupuesto anual, acuerdos
con los gobiernos provinciales para limitar el gasto primario y la abolición del sistema estatal de pensiones.
Esto deberá hacerse en un ambiente de elevado desempleo, ingresos reales reducidos, fuerte oposición a las
reformas propuestas, una disputa política que hará difícil realizar los cambios estructurales y una falta de
liderazgo que muchos les endosan a las autoridades políticas y económicas.
• Qué consecuencias a traído para Chile esta crisis
El alza unilateral de aranceles, una de las medidas impulsadas por el ministro de economía argentino,
Domingo Cavallo, con objeto de salir de la crisis económica en que se encuentra el vecino país.
En este sentido, el plan Cavallo incluye disposiciones como la de bajar a cero el gravamen para los bienes de
capital, aumentar hasta 30% los aranceles a bienes específicos e incrementar a 35% las tarifas arancelarias
para bienes finales o de consumo.
Sin duda, la medida golpea fuertemente a Chile, puesto que los productos manufacturados, que en su gran
mayoría son bienes de consumo final, van preferentemente a mercados cercanos como el argentino.
El aumento arancelario afecta a una amplia variedad de bienes provenientes de nuestro país: en el rubro de
alimentos, los productos que verán subir sus gravámenes serán la carne de cerdo, los productos lácteos,
conservas de pescado, chocolates, conservas de fruta, mermeladas, jugos y pastas de fruta, vinos, champañas y
licores, entre otros. En el sector de las manufacturas, los afectados serán los calzados, los artículos de cuero,
vestuario, libros y cuadernos, juguetes, electrodomésticos y bicicletas.
Ante esto, el Presidente Ricardo Lagos se entrevistó con el ministro de Relaciones Exteriores del país
trasandino, Alberto Rodríguez, quien se mostró dispuesto a estudiar la posibilidad de compensar a Chile por el
alza arancelaria de 35% que decretó el gobierno de de la Rúa.
• Otros que desee agregar.
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Economía y política
Sería incorrecto reducir la decadencia argentina a su aspecto económico, nos enfrentamos a una totalidad
donde se entrelazan factores culturales, políticos, económicos, sociales, institucionales, conformando un
conjunto que desde su especificidad subdesarrollada, periférica, integra un espacio mas vasto: el capitalismo
global, que luego de varias décadas de financierización ha entrado en una crisis profunda. Pero hace algo mas
de un cuarto de siglo en nuestro país se agotaba el proceso industrial integrador, la movilidad social empezaba
a enfriarse, esto se manifestó también como crisis del peronismo que luego de ampliar sus bases sociales hacia
las capas medias se orientaba hacia la izquierda en un proceso de radicalización que lo empujaba mas allá de
sus fronteras culturales tradicionales. El fenómeno fue abortado por la dirigencia conservadora y en primer
lugar por el propio Perón que en sus últimos meses de vida intentó desesperadamente erradicar, desplazar lo
que él visualizaba como peligro "comunista". El derrocamiento del gobierno de Cámpora, la masacre de
Ezeiza, la imposición de funcionarios y dirigentes reaccionarios, las primeras agresiones de grupos terroristas
parapoliciales (que derivaron mas tarde en la "triple A") constituyeron el legado terminal de un jefe histórico
ante el final de su ciclo que no quería por nada del mundo ir mas allá del país burgués. Tampoco falto a la cita
el radicalismo, cuyo dirigente máximo Ricardo Balbín alentaba las primeras represiones con anatemas contra
las revueltas obreras y juveniles a las que calificaba de "guerrilla industrial" y cuando llegó el régimen militar
lo nutrió con funcionarios que ocuparon desde intendencias hasta embajadas. El nacimiento de la hegemonía
financiera fue también la señal del comienzo de la agonía de los grandes partidos nacionales que se prolongó
en las dos últimas décadas del siglo XX. Ellos habían expresado en distintos momentos históricos tendencias
profundas hacia la integración social del capitalismo en su etapa agroexportadora cuando la acumulación de
riquezas la hizo posible y en su etapa industrial dependiente del mercado popular de consumo. El radicalismo
en el primer caso y el peronismo en el segundo encarnaron esa voluntad democratizante pero imponiéndole
claras barreras ideológicas conservadoras, ello les otorgó sentido de la realidad inmediata, eficacia y
legitimidad mientras el sistema se ampliaba o preservaba amplios espacios de progreso social, de
mejoramiento de una amplia variedad de grupos de bajos y medianos ingresos. Pero cuando el subdesarrollo
sepultó su vieja "prosperidad", entró en decadencia, restringió su base social, hipertrofió sus rasgos elitistas y
parasitarios esas culturas políticas burguesas basadas en el ascenso y la negociación social quedaron sin
fundamento. Los discursos tradicionales se alejaron de la nueva realidad, los dirigentes se adaptaron a la
novedad neoliberal poniéndose al servicio del poder económico, de sus exigencias cotidianas abiertamente
antipopulares. Los años 80 pero sobre todo los 90 mostraron esa tendencia que terminó ahora en el inicio del
siglo XXI por desacreditar completamente no solo a los políticos radicales y peronistas sino también al
"progresismo" encarnado principalmente por el Frepaso cuyo fracaso señala la inviabilidad de una tentativa
(que probablemente no será la última) de coexistencia entre un mínimo de moral pública y solidaridad social
con la dinámica del capitalismo concreto, marginalizador, fundado en el pillaje.
Prestamo del FMI
El Gobierno argentino está trabajando sobre una hipótesis de una ayuda adicional solicitada al Fondo
Monetario Internacional (FMI).
Los fondos "serán para dar más certidumbre y solidez al sistema financiero", dijo la Casa de Gobierno.
Argentina sufrió una pérdida de reservas monetarias de casi 13.000 millones de dólares desde marzo, en tanto
que los depósitos bancarios cayeron casi 6.000 millones desde que se agudizó en julio la crisis de confianza y
la ola especulativa contra los bonos argentinos. El país está encuadrado dentro de un crédito stand by de unos
13.400 millones de dólares otorgados por el FMI, en el marco del megapréstamo, pero la desconfianza lo está
obligando a reforzar su sistema de reaseguros contra corridas.
Por decreto, limitan a 250 dólares por semana el retiro de efectivo de los bancos y autorizan a dolarizar
los depósitos
A partir del 03/12/01 se podrán retirar no más de 250 dólares por semana en efectivo de las entidades
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financieras, y estarán prohibidas las transferencias de divisas al extranjero "con excepción de las que
correspondan a operaciones de comercio exterior o al pago de gastos o débitos emitidos en el país".
Además, los titulares de cuentas podrán solicitar a las entidades convertir las colocaciones en pesos a dólar, a
la relación prevista en la ley de convertibilidad, es decir, con una paridad uno a uno.
Así lo establece el decreto que será publicado en el Boletín Oficial.
La medida regirá hasta que se completen las operaciones previstas en el canje de la deuda, estimadas entre 60
y 90 días por fuentes del mercado.
"Es previsible que continúe existiendo una marcada volatilidad en las cotizaciones de los valores públicos,
afectando el nivel de las tasas de interés", evaluó el Gobierno en los fundamentos del decreto que trascendió
de fuentes oficiales.
La norma señala que mientras se completa el canje "se puede generar inestabilidad en el nivel de los depósitos
en el sistema financiero, que ponga en riesgo su intangibilidad.
"Ello ya se ha manifestado por la caída en el nivel total de los depósitos ocurrida desde febrero del corriente
año, que produjo la suba abrupta de las tasas de interés, tanto para las operaciones en moneda nacional como
en moneda extranjera, debido a la incertidumbre propia de estos casos", sostiene el decreto.
El decreto dispone que las entidades sujetas a la norma de la Superintendencia de Entidades Financieras y
Cambiarias del Banco Central (bancos y financieras) "no podrán realizar operaciones activas denominadas en
pesos, ni intervenir en el mercado de futuros u opciones de monedas extranjeras, ni arbitrar directa o
indirectamente con activos a plazo en pesos".
"Las operaciones vigentes podrán convertirse a dólares de los Estados Unidos con relación a la Ley de
Convertibilidad con el consentimiento del deudor", afirmó el texto, y señaló que "no se podrán ofrecer tasas
superiores a los depósitos en pesos".
Las entidades bancarias tampoco "podrán cobrar comisión alguna por la conversión de los pesos que reciban
para realizar cualquier tipo de transacción, depósito, pago o transferencia por dólares".
"El Banco Central puede disminuir estas restricciones cuando los saldos de depósitos totales del sistema
financiero aumenten respecto de los niveles al cierre del día 30 de septiembre de 2001 y las tasas de interés a
las que se realicen las diferentes transacciones", precisa el decreto.
El decreto indica que "los depósitos a la vista o a plazo, las transferencias entre entidaddes financieras, las
renovaciones, débitos en cuenta, los libramientos o acreditaciones de cheques, uso de tarjetas de crédito o
débito, y en general cualquier tipo de operatoria bancaria que no implique disminución de fondos en el
sistema financiero, son intangibles.
Durante la vigencia de estas medidas "las entidades no podrán obstaculizar la transferencia o disposición de
los fondos entre cuentas, cualquiera que fuere la entidad receptora de los mismos, ni percibir comisión alguna
por la transferencia electrónica de fondos entre ellas que se realicen por cuenta y orden".
"Los deudores que se encuentren en situación 3 de conformidad a la normativa del Banco Central deberán
requerir la previa conformidad de la entidad acreedora para la realización de las operaciones de cancelación
previstas en los artículos 30 inciso a) y 39 del Decreto 1387/01"; y la misma posibilidad tendrán los deudores
en situación 1 y 2, siempre que cuenten con la previa conformidad de la entidad acreedora", señaló el texto.
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El decreto prohibió, además, "la exportación de billetes y monedas extranjeras, salvo que se realicen a través
de entidades sujetas a la Superintendencia de Entidades Financieras y Cambiarias y previamente autorizadas
por el Banco Central o sean inferiores a 1.000 dólares o su equivalente en otras monedas, al tipo vendedor".
"El Banco Central será la autoridad de aplicación, pudiendo dictar las normas necesarias para asegurar que
todos los habitantes del país puedan usar y disponer de sus activos financieros abriendo cajas de ahorro y
tarjetas de débito, regulando las condiciones y el costo máximo al que las entidades respectivas estarán
obligadas a prestar el servicio", indicó.
En los fundamentos del decreto se especificó que "las operaciones a plazo realizadas en moneda nacional han
sufrido subas adicionales de intereses, pese a la seguridad que brinda la ley de converibilidad".
"Esa inestabilidad induce a las entidades financieras a suspender el otorgamiento de nuevos préstamos y a
solicitar la cancelación de los ya acordados, poniendo en grave riesgo el funcionamiento de la cadena de
pagos", precisó.
También puntualizó que la falta de recursos financieros "obliga por su parte a las empresas a contraer sus
operaciones y actividades, disminuyendo el nivel de empleo".
En ese sentido, se explicó que "ello afecta negativamente el nivel de actividad económica", lo que repercutió
"en los niveles de reacudación, de los que depende enteramente el funcionamiento del Estado nacional y los
estados provinciales".
"Resulta conveniente adoptar las medidas de emergencia apropiadas por el corto tiempo que duren las
operaciones mencionadas, para evitar que la continuidad de esta situación afecte en mayor medida la marcha
de la economía, dando las seguridades necesarias tanto respecto al valor de los activos financieros, como
sobre su liquidez, conservación e intangibilidad", se añadió.
No obstante, en la norma se enfatizó que "el dinero bancario se utiliza en la actualidad para realizar todo tipo
de operaciones", por lo que es obligatorio "para todas las transcciones superiores a los mil pesos".
"Para evitar la disminución de los depósitos totales del sistema financiero, no es jurídicamente posible ni
económicamente conveniente afectar la intangibilidad de los activos bancarios por parte de sus titulares",
remarcó.
A pesar de esto, los fundamentos del decreto aclararon que "en situaciones como la presente puede restringirse
por un breve período su uso y goce, limitando exclusivamente ciertos retiros en efectivo y algunas
transferencias de fondos al exterior, que de ningún modo afectan el funcionamiento de la economía".
Al respecto, puntualizó que en la actualidad "la tecnología provee los medios necesarios para que los
mercados puedan valerse perfectamente de transferencias entre cuentas de la misma u otra entidad del sistema,
permitiendo a sus titulares la total disposición de su propiedad dentro del país o para realizar operaciones con
el exterior, en estos casos sujeto a la pertinente autorización de la autoridad monetaria".
"Ello eliminará el riesgo de que se produzca una crisis financiera sistemática que pueda perjudicar a los
ahorristas protegido inequívocamente por la ley 25.466 y a la economía nacional toda", se destacó.
Además, se puso de relieve que, adicionalmente, "la medida impulsará una mayor utilización del dinero
bancario lo que contribuirá significativamente a recuperar el volumen de la recaudación tributaria".
Finalmente, se agregó que el Poder Ejecutivo "tiene facultades para establecer prohibiciones a las
exportaciones de conformidad al Código Aduanero, que conviene aplicar en este momento en lo referido a los
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billetes y monedas extranjeras, durante el tiempo en que ello se estima necesario".
Bilbliografía:
http://www.eurosur.org/rebelion/economia
http://www.analitica.com.
http://www.lanacion.com.ar
http://www.ambitoweb.com/Diario/Economia/riesgopais.asp
http://www.mecon.gov.ar
http://www.emol.com.
http://www.canaltrece.com
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