Te Odio por favor quiereme

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PATOLOGÍA BORDERLINE.
“TE ODIO, POR FAVOR, QUIÉREME”
La Agresividad en los trastornos borderline
RESUMEN
Este trabajo es un intento sintético para mostrar nuestra comprensión de la identidad en las
personas con trastorno borderline, el papel que juega la agresividad en la construcción de su
identidad y en su modo de relacionarse. Los sentimientos que le ligan a la vida, el odio, la
envidia y la necesidad voraz e insaciable de amor. Nos hemos guiado esencialmente por las
ideas de Kernberg que hemos complementado con nuestra propia teoría interpersonal,
apoyada en nuestra experiencia clínica. Hemos concluido con algunas sugerencias sobre el
modo de hacer psicodrama de una forma no agresiva ni con los pacientes ni con el terapeuta,
sin olvidar la enorme dificultad que conlleva este tipo de tratamientos.
PALABRAS CLAVE: Agresividad, Sexualidad, Trastornos Borderline, Psicodrama.
INTRODUCCIÓN
En un trabajo anterior publicado en la Revista Brasileira de Psicodrama Teodoro Herranz
(HERRANZ, T. 1996) realizaba un intento de organización en el que proponía una reflexión
de cómo manejar las emociones en pacientes que se colocaban en una hipotética escala desde
la patología narcisista, a la patología borderline. De aquel artículo lo que más nos llamó la
atención fue una frase en la que se recogía que las personas con esta patología “nunca
pudieron, ni jugando, ser dioses para nadie”. Ese “para nadie, ni jugando” nos hacía pensar en
otro modo de comprender las vivencias de estas personas, que en muchas ocasiones, ni con la
fantasía se protegían. Más tarde nos detuvimos para mirar cómo se agarraban de la mano con
la agresividad pidiendo amor y como, a la misma vez, utilizaban la agresividad para destruir
todo aquello que necesitaban. Esta petición llena de contradicción, la forma de utilizar la
agresividad a modo de relacionarse con los demás y sobretodo la curiosa colocación a la
inversa, es decir, el poner el amor al servicio de la agresividad, fue el motivo fundamental por
el cual surgió este artículo.
Tal y como sugirió por primera vez Kernberg (1967), en las personalidades fronterizas se
observan reiteradamente tendencias agresivas y autoagresivas de extraordinaria intensidad
vinculadas con tempranas imágenes de sí mismo y de los demás. Más allá del origen de esta
agresividad, ya sea por causas genéticas o ambientales debidas a graves frustraciones
tempranas, se descubre que da lugar a una ira y un odio que causan una atención especial,
además de los problemas añadidos, como la tendencia a la escisión y a las conductas
autodestructivas.
Junto a las ideas de Kernberg, en nuestro trabajo hemos podido ver que estas personas han
sufrido una infancia tremendamente desgarradora, envuelta en continuos dobles vínculos. Son
Personas caóticas, no preservan sus estructuras internas de identidad. Existe una falta de
cohesión interna, “te odio, por favor, quiéreme”. En esta frase, lo paranoide es la petición que
muestra una necesidad enorme de cariño, están atrapados en un doble mensaje, son un gigante
y un enano al mismo tiempo, confusos por indiferenciados, no tienen la posibilidad de hacer
otra cosa que luchar por intentar reconocerse y el odio que desprenden y que sienten, es un
odio que les ata y les impide diferenciarse (Herranz, T.1996). Odio abrumador, que se palpa,
que se siente, odio que no saben diferenciar del amor, el odio con el que piden cariño “ Te
odio, por favor, quiéreme”.
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II. IDENTIDAD/AGRESIVIDAD Y ENVIDIA
A partir de las ideas mostradas intentamos acercarnos a su vivencia de la agresividad.
Kernberg (1994) sostiene que debajo del odio manifestado en este tipo de pacientes está la
agresividad y su consiguiente destrucción del otro o de sí mismo, pero en el fondo, ese otro es
necesitado y deseado y su destrucción es igualmente necesaria y deseada. Cuando ese odio
está mantenido en el tiempo y está instalado de una forma estable, crónica, siempre refleja el
mal manejo de la agresividad , ese odio expresa la psicopatología de la agresividad.(
Kernberg, 1994). Entiendo desde el Psicodrama, así como desde otros modos de hacer en
psicoterapia, que la incapacidad de relacionarse con las personas significativas del entorno, es
decir, personas consideradas para los pacientes borderline como fuentes potenciales de
atención y protección, con las que no pueden establecer una relación que no sea desde la
idealización, si la relación es gratificante, o devaluarlas si la relación no lo es, es un aspecto
fundamental a tener en cuenta y a tratar puesto que estas personas sienten la necesidad de
destruir todo intento de compromiso emocional, toda relación íntima.
Otro sentimiento que aparece en estos trastornos es la envidia, envidia hacia los demás
significativos, que conlleva un elemento destructivo del otro y de todo lo bueno que pudiera
surgir en la relación con el otro. Existe una identificación con la persona originalmente odiada
y necesitada que no es más que su propio odio y agresividad reflejado en el otro. La expresión
de la agresividad surge porque necesitan del otro. La frase completada sería, “Te odio porque
te necesito”, “ Te envidio porque te valoro”. Y la envidia impide que el sujeto se nutra del
otro, aprenda del otro y por supuesto no puede disfrutar del otro.
Luego la pregunta más funcional que nos hacemos es ¿De qué se protegen?. Se protegen de
una relación de cariño donde el otro pasaría a ser indispensable y tendría que destruirlo. Por
eso lanzan mensajes de odio y rechazo, porque huyen del miedo a ser queridos. La
agresividad que sostiene en el odio puede ser protectora frente al afecto o frente a la presencia
del afecto que señala la ausencia. No pueden sentir que el otro es necesario para ellos porque
sólo están llenos de necesidad, por eso cuando muestran el odio desde una postura en la que
se creen Dios, debemos entender que es su modo de pedir que les quieran(Herranz,T. 1994).
Se protegen de su propia destrucción, de ahí todos los miedos paranoides hacia el otro y hacia
toda posibilidad de establecer un vínculo emocional.
Otra de las cuestiones que te planteas es el porqué mantener un vínculo con otro al que odias,
¿Qué sentido puede tener esto?. La organización de las formas de relación no sólo de
establecen a través del amor sino que también los estados afectivos como la ira, el odio, en
último término la agresividad, también son formas de organización. No han tenido figuras
“suficientemente buenas” en las que apoyarse, no han internalizado una imagen buena del
otro, no han tenido experiencias y sentimientos suficientemente buenos. La única forma de
relacionarse y organizarse que han aprendido ha sido a través del odio, odio que expresa la
carencia afectiva de la que han sido objeto y la parálisis en el desarrollo que han sufrido a
causa de ello.
III. RELACIONES PRIMARIAS
Kernberg sostiene que el apego intenso a la madre frustradora es el origen último de la
transformación de la ira en odio La destrucción de ese objeto malo pretende restaurar
mágicamente al objeto idealizado, bueno, pero el proceso conduce a la destrucción de la
capacidad del sí-mismo de relacionarse con el otro. La posición teórica de Kernberg nos dice
que el proceso interno que ha utilizado para sobrevivir a una pauta relacional materna
destructiva es la destrucción del otro, para restituir una fantasía idealizada de relación plena y
satisfactoria. Entonces los borderline se identifican tanto con el si-mismo que sufre como con
el otro sádico y la agresión en la relación lo abarca todo, se traga al propio sujeto. ( Kernberg
,1994). La identificación con una madre que traiciona abre caminos a una destrucción
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vengativa de todas las formas de relación y de todo intento de vínculo. La descarga
indiscriminada de una agresividad que se dirige hacia fuera y contra uno mismo, hace pensar
en una falta de desarrollo sano de las normas relacionales por un lado (superyo sano); y el
colocar el amor al servicio de la agresividad hace que se obtenga una sensación de poder con
su destructividad difusa, una sensación triunfante de autonomía y de ausencia de necesidad de
otros. Se observan esfuerzos evidentes por destruir el amor y el mantener cualquier tipo de
compromiso emocional, de relación, de gratitud y compasión, en ellos mismos y en los
demás.
En nuestra experiencia clínica, la función materna en los borderline siempre ha estado
cargada de un componente confusional, el doble mensaje ha encubierto el rechazo. En otras,
ha disimulado las descargas intermitentes de envidia, rivalidad y destructividad de la madre.
Pero ese patrón que mostraría una relación de dos, hemos visto que en otros pacientes se
distribuyen la confusión entre los diferentes miembros de la familia, y nos hemos encontrado
una madre ambivalente, y negligente, pero la carga persecutoria la ha recibido del padre. Por
lo que la trama mantiene los elementos confusionales, pero atrapa la vida del sujeto en sus
relaciones de forma global.
IV. AGRESIVIDAD Y SEXUALIDAD
Kernberg (1967) cuando nos transmite la vivencia de la sexualidad de estos pacientes, nos
dice que las relaciones sexuales se viven como aterradoras, peligrosas y destructivas, con falta
de capacidad y con sentimientos prohibitivos contra el sexo en la que se ponen de manifiesto
tendencias masoquistas graves. Las idealizaciones que se establecen con la persona a la que
aman son también exageradas y están marcadas por funciones defensivas contra la rabia, son
idealizaciones frágiles y exageradas junto con etapas de fácil desvalorización. El rol central
en la excitación erótica lo adquiere la agresividad. Transforman las relaciones dependientes
en agresivamente destructivas. El intento por integrar la agresión en la excitación sexual
como parte del reclutamiento al servicio del amor, tiene su principio en el punto del espectro
que ocupa el paciente límite común. La escisión de sí mismo y de los demás de forma
alternante, dentro del caos, le protege de la invasión y el control totales por la agresividad
intolerable. A modo de pequeña ilustración clínica, sirva la anécdota de una paciente que
cuando sentía placer en sus relaciones íntimas, agredía con rabia y sadismo al otro, según nos
decía porque no era posible aceptar que el otro tuviera el poder de producirle placer.
Desde nuestro modo de sentir y compartir el Psicodrama, la agresividad debe estar al servicio
del amor y de cualquier actividad sexual, es un componente esencial de toda sexualidad que
enriquece la experiencia sexual y el amor. En circunstancias “normales”, la agresividad se
coloca al servicio del sexo y el amor, enriquece la vida amorosa, no obstante, en
circunstancias extremadamente patológicas, la agresividad puede reclutar el sexo, el amor y
ponerlos al servicio de propósitos destructivos, del dolor y del sufrimiento. Tanto en hombres
como en mujeres, si las alteraciones en las vivencias sexuales son múltiples y la organización
de la personalidad es claramente límite, el pronóstico general del tratamiento depende de la
intensidad o severidad de la agresividad, de la medida en la que se mantiene el
funcionamiento superyoico, del modo en que existe acceso a la moral convencional, y de la
presencia o ausencia de una organización narcisista, es decir, de la integración de un si-mismo
patológico grandioso.
V. COMO LUCHAN CONTRA SÍ MISMOS: DEFENSAS DE LA PATOLOGÍA
BORDERLINE.
Las personas con patología borderline utilizan principalmente defensas de escisión y de bajo
nivel como la idealización primitiva y la identificación proyectiva fundamentalmente,
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también la negación, la omnipotencia y la devaluación. La escisión actúa de tal manera que
concibes el mundo en base a dos polos opuestos extremos, desde fantasías omnipotentes hasta
la ruina y catástrofe. Esta oscilación se da de forma muy rápida, tienen giros repentinos y
completos de todos los sentimientos y conceptuaciones sobre una persona en particular. Por
eso la oscilación tan extrema entre aspectos contradictorios de sí mismo. Bajo los
sentimientos de inseguridad, autocrítica e inferioridad, se observa muchas veces tendencias
omnipotentes y grandiosas que suelen expresarse como un firme convencimiento inconsciente
de que tienen derecho a ser tratados de una forma especial. Son maniobras defensivas contra
los sentimientos de necesidad y temor hacia los demás. La superficialidad de los vínculos
emocionales tienen fines defensivos. Por un lado refleja la incapacidad de unir el amor con la
agresividad y por otro el concomitante carácter estrecho, rígido y primitivo de sus
disposiciones afectivas. También está directamente relacionado con su incapacidad para sentir
culpa y preocupación y la imposibilidad de interesarse por otros.
El esfuerzo con fines defensivos que realizan para alejarse de todo compromiso afectivo
demasiado hondo lo realizan por no provocar la actuación del temor a ser atacados por el otro
con el fin de evitar temores paranoides vinculados con la proyección de imagen agresivas de
sí mismo y de los otros. Las imágenes de si mismo y la de los otros de origen agresivo y las
imágenes de si-mismo y de los demás totalmente buenas y defensivamente idealizadas son tan
intensas en este tipo de pacientes que su integración se hace imposible. Conciliar imágenes de
sí mismo y de los otros, unas cargadas de amor y otras de odio, desencadenaría un monto
intolerable de ansiedad y culpa, debido al peligro que ello encerraría para las relaciones con
los objetos buenos internos y externos; se produce por lo tanto una activa separación de
carácter defensivo entre las imágenes contradictorias de sí mismo y de los objetos; en otras
palabras, la disociación o escisión primitiva se convierte en la principal operación de defensa.
Los pacientes fronterizos tienen fuertes tendencias a la proyección. Colocan la agresividad y
todas las cualidades negativas que uno piensa y siente de sí mismo, en el otro, y la otra
persona, que es importante para él y a la que inconscientemente no quiere perder, siente la
necesidad de controlarlo, ya que ahora les teme debido a lo que proyecta en el otro y así
impedir que le hagan daño. Es decir, lo que me hace daño lo coloco en el otro, mantengo una
relación cercana y lo controlo porque lo temo. Por lo que un borderline es una contradicción;
quiere y no quiere al mismo tiempo. El sólo provoca el amor y el odio. Están atrapados en
dobles vínculos.
Están llenos de mensajes contradictorios, el cariño está encubierto de rabia, sienten hostilidad.
La forma de pedir cariño es agrediendo, “te odio pero quiéreme” “Te odio, por favor, no me
abandones”. De nuevo, la frase correctamente construida sería “ Yo te odio porque te amo”
(ya que no se puede odiar a alguien que no es importante para uno); “ Por favor, no me
abandones porque te necesito” (Sólo se necesita a alguien que es importante).
VI. MODOS DE VIVIR LA RELACIÓN TERAPEÚTICA
La psicoterapia se vive muy intensamente, tienes la sensación de que te va a vapulear. Al
terapeuta suele colocarlo en el papel de enemigo. La típica reacción transferencial de estos
pacientes es el intenso temor y la desconfianza que inspira el terapeuta, lo viven como un
ataque. El paciente le atribuye al terapeuta su propio odio y sadismo y llama la atención el
vínculo tan intenso y dependiente con el terapeuta y a la vez el rechazo de depender de él, si
no lo rechaza, tiene la fantasía de que el terapeuta le someterá al mismo odio y rechazo de
explotación y persecución. Se van alternando los dos roles: el de perseguidor y el de víctima y
los combina con el terapeuta. Se identifica con ambos roles mientras que proyecta el
complementario sobre el terapeuta. Y detrás de la envestida por el odio existe una búsqueda
de una madre ideal. (Kernberg, 1967). El paciente borderline en tanto que empatiza con la
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fuerte agresividad proyectada, trata de controlar al terapeuta de manera sádica y arrolladora.
El paciente puede ser consciente de su propia hostilidad pero siente que no hace más que
responder a la propia agresividad del terapeuta, lo cual justifica su agresividad. El riesgo que
encierra la intensa agresividad expresada por el paciente en la situación transferencialcontratransferencial es tal que hay que tener cuidado con los círculos viciosos en los que el
paciente proyecta su agresividad en el terapeuta y reintroyecta o le devuelve imágenes de éste
gravemente distorsionadas por la acción de los derivados de impulsos agresivos proyectados,
perpetuando así la primitiva relación con los demás y consigo mismo patológica. El terapeuta,
además de la función de contención y la gran carga de agresividad que recibe, tiene que ser
cauto y tener cuidado puesto que es fácil caer en un proceso regresivo. Esto haría que el
terapeuta se guiara por los impulsos del paciente, perdiendo los límites yoicos o adoptando
una conducta hiperrígida. Puede caer en una posición masoquista donde acepta todo lo que le
dice y hace el paciente o adoptar una postura narcisista de trato con el paciente de tal forma
que desvaloriza al paciente y lo desprecia. Las idealizaciones protegen al terapeuta de la
proyección que el paciente hace en él de su propia agresividad y como gratificación de las
necesidades narcisísticas. Mediante este proceso el paciente proyecta en el terapeuta una
primitiva representación “totalmente buena” de sí mismo y del otro, en tanto que busca
impedir que esta imagen “buena” sea contaminada por sus malas representaciones de sí
mismo y de los demás. Debajo de esa idealización se oculta la rabia, por lo que existen
temores paranoides y primitivos, tendencias agresivas más o menos directas que van a colocar
en el terapeuta.
Las dramatizaciones hay que manejarlas especialmente. Son pacientes que pueden oscilar,
entre la máxima distancia afectiva, a una implicación que les pueda colocar en una situación
confusional, por eso hay que estar atento, y siempre, dejándose llevar por la prudencia, parar
y conversar cuantas veces sea necesario. Las escenas internas no desaparecen, por lo tanto, no
hay ningún riesgo de que no se puedan cerrar las dramatizaciones inacabadas en otra ocasión
(Herranz, 1999).También hay que poner especial énfasis en la contención afectiva y el
cuidado afectivo que se muestra a estos pacientes, puesto que cualquier desatención lo viven
como un abandono. El proceso de cambio durante la terapia la entiendo desde la relación
paciente-terapeuta, de tal modo que el manejar los procesos télicos, transferenciales y
contratransferenciales es esencial para el cambio, y sobretodo, sosteniéndolo desde un
“saberles querer”. Es un proceso en el que tienen que intentar reconocerse y quitarse la
armadura del odio. El odio es organizador en la patología borderline y la experiencia afectiva
de sentirse querido es disruptiva. (HERRANZ, 1999) Por último voy a finalizar con una frase
que recogimos de la Revista Brasileira de Psicodrama (HERRANZ, 1996) que me gustó
mucho, creo que define muy bien como estas personas se sienten atrapadas emocionalmente,
en la contradicción, en el lenguaje. . No puedo decir nada porque lo tengo todo, aunque estoy
absolutamente vacía.
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Ars Medica
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CASTILLO, T. (1999) Psicoterapia Psicodramática individual. Bilbao, Ed. Desclée De
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