ANTÍFONA, ANTIFINARIO Viene de la palabra griega «anti-fone», sonido o canto contrario, algo que se responde: designada al principio un estilo de salmodia en el que dos coros alternan en su rezo o canto, estilo llamado por tanto «antífonas». Luego se ha llamado antífona a otras realidades. En la Eucaristía los cantos de entrada, ofertorio y comunión se llaman también en el Misal «antífonas». Lo mismo sucede en Completas con el canto mariano final. Pero sobre todo se da este nombre a las breves frases que dicen o cantan antes y después de los salmos, en el Oficio divino. A veces estas frases están tomadas del mismo salmo, destacando así alguna idea más oportuna para el tiempo o la fiesta; otras veces son pensamientos bíblicos o del evangelio, que así dan color cristiano al rezo del salmo; mientras que otras son frases que aluden a la teología de la fiesta o a las características del santo que se celebra. En la oración de la comunidad cristiana las antífonas han gozado siempre de aprecio, sobre todo cuando se cantan, y han mostrado una eficacia notable para hacer más viva la participación del pueblo en el rezo de los salmos. «Las antífonas ayudan a poner de manifiesto el género literario del salmo, lo transforman en oración personal, iluminan mejor alguna frase digna de atención y que pudiera pasar inadvertida, proporcionan a un determinado salmo cierta tonalidad peculiar según las diversas circunstancias; más aun, siempre que se excluyan acomodaciones chocantes, contribuyen en gran medida a poner de manifiesto la interpretación tipológica o festiva, y pueden hacer agradable y variada la recitación de los salmos» (IGLH 113). Para darnos cuenta de la riqueza teológica y espiritual que pueden suponer las antífonas para el rezo del pueblo de Dios, basta recordar las antífonas «O» del final de Adviento («Oh Sabiduría… oh llave…»), o las que celebrando se hace presente hoy y aquí para nosotros. El Antifonario («Antiphonarium» o «Antiphonale») es un libro litúrgico que contiene, no solo las antífonas del Oficio, sino también otros cantos de la Misa, para uso del cantor o del coro. Los Antifonarios más antiguos, del siglo IX, los edito J.R. Hesbert en Bruselas, 1935 («Antiphonale Missarum Sextuplex»). En la liturgia hispánico-mozárabe tenemos uno de los mejores ejemplares que se nos conservan de aquellos siglos, el magnífico «Antiphonarium» de León.