Un Fundamento Firma

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Un Fundamento Firma
Wade E Taylor
Nuestra vida debe ser establecida y permanecer sobre un fundamento firme. Este
“fundamento” es nuestro tiempo diario de adoración y oración el cual fluye de lo
profundo de nuestro ser hacia el Señor. Lo importante no es la cantidad de tiempo que
dediquemos en adoración y en oración sino la calidad de este tiempo.
Porque todo aquél que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que
llama se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide
pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una
serpiente? Pues si vosotros, siendo malos sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿Cuánto mas vuestro Padre que está en los cielos dará
buenas cosas a los que se lo pidan? Mateo 7: 7-11
Hay tres palabras claves en este pasaje: pedir, buscar y llamar. El desarrollo de cada
una de estas produce un resultado muy diferente.
Pedid y os será dado. Nos será dado lo que pedimos. Si pedimos pan, el Señor no nos
dará una piedra. Si pedimos un pescado, Él no nos dará una serpiente. Podemos confiar
en que el Señor responderá adecuadamente a nuestra petición.
Durante 1953, yo estaba orando para recibir el Bautismo en el Espíritu Santo. Un
ministro me había dicho que me iban a pasar cosas terribles si yo pedía esto, por tanto
estaba orando con duda y temor. El Señor me dio el pasaje que mencioné
anteriormente. Entonces comencé a orar “Señor te estoy pidiendo el Bautismo, Tú
dijiste que no me darás una piedra o una serpiente.” Repetí esto vez tras vez, hasta que
de pronto fui sumergido en el Espíritu Santo y fui lleno con Su vida y Su poder.
Para recibir lo que pedimos debemos estar de acuerdo con la voluntad del Señor la cual
vamos a conocer mientras dedicamos tiempo de calidad en Su presencia. Durante ese
tiempo vamos a recibir en nuestro ser la fe que luego nos permitirá pedir en confianza,
sabiendo lo que vamos a recibir.
“Buscar” es algo que va más allá de pedir para recibir algo. “Buscad, y hallaréis.” Buscar
tiene que ver con un descubrimiento espiritual cuando progresamos en nuestro
conocimiento del Señor como una persona. Cuando pedimos procuramos obtener la
provisión de alguna cosa que deseamos o necesitamos. Cuando buscamos lo que
hacemos es pedir al Señor que se revele a sí mismo a nosotros. En ambos casos vamos a
recibir lo que deseamos pero con un resultado muy diferente.
“Llamar” es algo distinto de pedir y de buscar. “Al que llama se le abrirá.” Aquí no
recibimos algo sino que nos es abierta una entrada a un nuevo plano espiritual que se
abre ante nosotros. “Llamar” se refiere a la persistencia en intercesión que conducirá a
la apertura o nacimiento de un plano espiritual mucho más alto, también se refiere a
una puerta que se abre y que antes estaba cerrada.
Podemos decir “Voy a orar ahora” pero no podemos decir, “Ahora voy a interceder.” La
oración se inicia en aquel que va a orar. La intercesión se inicia en el Espíritu Santo y
nosotros respondemos a esa iniciativa. La intercesión es muy costosa porque debemos
responder cuando este llamado interior profundo de intercesión nace dentro de
nosotros. No podemos decir; “Estoy muy ocupado ahora, responderé más tarde.”
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“Pedir” libera nuestra fe, pero la intercesión es un proceso a veces doloroso que resulta
en un parto. Este parto de intercesión es muy diferente a la acción de pedir y buscar.
Hace algunos años un hombre joven me habló muy emocionado acerca de su nuevo
carro y lo describió en detalle. Cuando yo le pedí si podía ver su carro me dijo que aún
no lo tenía pero que estaba “hablando” a la existencia. Esto no funcionará, pero hay un
proceso escritural que funcionará. “Pedir” en sí mismo no es suficiente, debo “buscar” al
Señor para que Él se mueva activamente en mi favor y entonces debo “interceder” para
que esto venga a ser una realidad.
“Llamad y se os abrirá.” Esto es un camino, o un proceso que estará disponible y que
comenzará a abrirse ante nosotros. A menudo podemos no entender esta carga, pero en
el tiempo y a la manera del Señor nos llegará a ser claro.
Muchos años atrás estuve sintiendo una carga con respecto a una necesidad urgente y
tuve una visión. Yo comencé a buscar al Señor para saber lo que debería hacer en
relación con esa carga pero fue imposible. Más tarde se forjó en mi interior una
intercesión para desarrollar esta visión. El Señor respondió a esta intercesión en una
manera que nunca había imaginado y la visión se hizo realidad.
El “fundamento” en nuestras vidas esto es, la actitud y la intención de nuestro corazón,
debe ser correctas para que las cosas pasen. El Señor puede dedicar años tratando con
ciertas cosas que tenemos antes de que Él pueda impartir la fe necesaria para traer a la
realidad aquellas cosas por las que estamos pidiendo.
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre lo haré, para que el
Padre sea glorificado en el Hijo.” Juan 14:13
La necesidad y la visión que yo había recibido vinieron a ser muy reales. Yo habría
podido recitar al Señor el versículo antes citado y haber dicho: “En el nombre de Jesús,
yo recibo el cumplimiento de esta visión porque Tú has dicho que nos darás todo lo que
pidamos en tu nombre y yo he pedido en Tu nombre.” La clave es pedir en “Su nombre”
lo cual significa que pedimos en la “autoridad” que Él nos ha dado. Sólo Él puede
darnos esta autoridad y cuando la recibimos se convierte en “fe creativa” que producirá
un resultado.
Hay dos aspectos relacionados con la expresión “En su nombre.” La primera tiene que
ver con la realidad de Su nombre. La segunda tiene que ver con la autoridad que reside
en ese nombre.
A comienzo de 1950 yo recibí una agencia de seguros. El hombre quien me cedió este
negocio me entregó un “poder de abogado” para firmar las pólizas en su nombre hasta
que yo obtuviese la licencia para firmarlas en mi nombre. Yo podía firmar en su nombre
y tenía autoridad porque él la había delegado en mí. Yo habría podido usarla mal pero él
había puesto su confianza en mí.
La Escritura dice que “la fe es por el oír y el oír, por la palabra de Dios.” Esto es, yo he
recibido una palabra específica del Señor que me da autoridad para pedir. Cuando actúo
sobre esa palabra, voy a recibir. Yo no he podido encontrar una Escritura como esa.
Debe ser una palabra específica que he recibido del Señor.
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“Con Cristo estoy juntamente crucificado. Y ya no vivo yo más Cristo vive en
mí y lo que ahora vivo en la carne lo vivo en la fe del Hijos de Dios el cual me
amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20
Este pasaje habla de una sumisión completa de mi vida para que se convierta en la
expresión de la vida de Jesús. Fue por esto que Pablo pudo decir: “Sed imitadores de mí,
como yo de Cristo.” Pablo fue de modo tal uno con el Señor, que la voluntad del Señor se
convirtió en Su voluntad. Entonces la fe del Señor pudo operar en la vida del apóstol y
sus oraciones fueron contestadas porque eran las propias oraciones del Señor
expresadas a través de Pablo.
“La Fe viene por el oír.” Mi parte es creer y actuar sobre lo que estoy oyendo. La fe es un
don que viene de lo alto. Yo no puedo tener fe pero puedo vivir por la fe del hijo de Dios.
El mejor ejemplo de esto lo podemos ver cuando Jesús caminó sobre el agua. Cuando
Pedro vio al Señor, Él le dijo: Señor manda que yo vaya a ti sobre las aguas; Jesús le
respondió, “Ven.” Pedro comenzó a caminar hacia Jesús, no sobre el agua sino sobre la
palabra que había recibido: “Ven.” La palabra de fe se había convertido en sustancia y
Pedro caminó sobre esa palabra. Tan pronto como él vio el agua comenzó a hundirse.
“Pedir” entonces tiene que ver con recibir fe acorde con la voluntad del Señor. “Buscar”
nos llevará a una relación con el Señor que nos permitirá conocer Su corazón y Su
voluntad. “Llamar” tiene que ver con desatar el cumplimiento de los más altos
propósitos de Dios.
Que cada una de esas experiencias adecuadamente usadas tenga una parte en nuestra
experiencia de vida.
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