La filosofía del conocimiento y las nuevas tendencias epistemológicas Autora: Carmen Duarte de García INTRODUCCIÓN El estudio y análisis del conocimiento, particularmente en lo que respecta a su origen, ha sido motivo, durante siglos y hasta nuestros días de notables controversias entre los epistemólogos de las diferentes épocas, quienes con sus respectivos puntos de vista, han generado lo que suele llamarse “corrientes epistemológicas” específicas; a veces con posiciones extremas y diametralmente opuestas unas a otras y a veces con tendencias conciliatorias donde se fusionan complementariamente los criterios de teorías contrarias. Ese intento de analizar aspectos relacionados con el conocimiento y las reflexiones sobre la manera de obtener un conocimiento seguro y defendible ante una comunidad científica, equivale a hacer filosofía de la ciencia es decir, a enfrentarse a los problemas epistemológicos del conocimiento. En tal razón, este artículo tiene como objetivo realizar un breve recorrido por la historia del pensamiento filosófico y la evolución epistemológica del conocimiento hasta tocar asintóticamente las tendencias epistemológicas emergentes, por cuanto resulta imposible comprender las tendencias del siglo XXI sin considerar sus antecedentes en el tiempo, es por ello que este documento se inicia con un breve acercamiento a la filosofía del conocimiento desde las tres vertientes teóricas desde donde la muestra Hessen,J (s/f), después se reseña la evolución histórica epistemológica del conocimiento desde el “empirismo clásico”, es decir, aquel pensamiento que de manera no organizada y asistemática, se sugiere en la Grecia del siglo V a. de J.C. con los llamados maestros del saber o sofistas y después en la cultura greco romana de los siglos IV y III a. de J.C. con los estoicos y epicúreos, hasta llegar a las teorías emergentes epistemológicas de la actualidad. Cabe destacar que, las ideas expuestas en este escrito, tienen un sentido hipotético, conjetural, de planteamientos que pueden ser discutidos, criticados y evaluados, dentro de una función didáctico-aplicativa que pueda servir de humilde aporte para el mejoramiento de los procesos investigativos en educación superior, especialmente en diplomados, maestrías, especializaciones doctorados y otros. Historia del Pensamiento Filosófico y la Filosofía del Conocimiento Por considerarse la teoría del conocimiento una disciplina filosófica, se debe extraer de las diferentes definiciones elaboradas por los filósofos a lo largo de la historia, una concepción que debe elaborarse de la representación general que las personas cultas tienen de ella. Dilthey (citado por Hessen, J. (Ob cit), apunta en este sentido, que "Lo primero que debemos intentar es descubrir un contenido objetivo común en todos aquellos sistemas, a la vista de los cuales se forma la representación general de la filosofía''. Sin duda que esos sistemas han existido y la humanidad los ha considerado productos filosóficos del espíritu, pues ha visto en ellos la esencia misma de la filosofía. Tales sistemas, según el autor precitado, son los de Platón y Aristóteles, Descartes y Leibniz, Kant y Hegel, ya que sus pensamientos convergen en ciertos rasgos esenciales comunes, a pesar de todas las diferencias que presentan, por eso encontramos en todos ellos una tendencia a la universalidad, una orientación hacia la totalidad de los objetos. La filosofía se presenta, según esto, en Sócrates, y todavía más en Platón, como una autorreflexión del espíritu sobre sus supremos valores teóricos y prácticos, sobre los valores de lo verdadero, lo bueno y lo bello. Posteriormente en la época pos aristotélica, la filosofía continúa la vía de la reflexión del espíritu, con los estoicos y los epicúreos. Más tarde la filosofía se convierte en “La maestra de la vida, la inventora de las leyes, la guía de toda virtud, es decir, una filosofía de la vida. En la edad moderna, regresa nuevamente la concepción aristotélica. Los sistemas de Descartes, Spinoza y Leibniz revelan todos las mismas direcciones hacia el conocimiento del mundo objetivo, y la filosofía se presenta como una concepción del universo. Con Kant, también revive la concepción platónica sobre la autorreflexión y auto concepción del espíritu. También en Kant se presenta, pues, la filosofía como una reflexión universal del espíritu sobre sí mismo, como una reflexión del hombre culto sobre su conducta valorativa. En el siglo XIX, revive nuevamente la concepción aristotélica, pero ahora fundamentada en las ideas de la filosofía del idealismo alemán, que exhibe un carácter formal y metodológico disminuyendo la hegemonía de la concepción Kantiana, para luego llegar a una filosofía de la intuición, como la de Bergson y la moderna fenomenología representada por Husserl y Scheler. Este breve recorrido histórico por la evolución total del pensamiento filosófico ha conducido a la determinación de otros dos elementos en el concepto esencial de la filosofía. Uno de estos elementos es la "concepción del yo", y el otro es la "concepción del universo". El primer elemento se dirige al microcosmos, que se refiere al objeto al que se dirige la filosofía, en ese caso se tendrá una concepción del yo. El segundo elemento es el orientado hacia el macrocosmos, en este sentido y filosóficamente se obtendrá una concepción del universo. Los dos elementos son esenciales filosóficamente y ambos aunque parecieran antagónicos, constituyen la razón de ser de la filosofía. Así se puede observar que La historia de la filosofía se presenta finalmente como un movimiento pendular o de vaivén entre unos pensamientos y otros, principalmente entre los dos elementos nombrados anteriormente. Finalmente, con base a los escritos de Hessen, J. (Ob. Cit), y otros autores mencionados, se puede llegar a una concepción esencial de esta disciplina, al señalar que la filosofía es un intento del espíritu humano para llegar a una concepción del universo mediante la autorreflexión sobre sus funciones valorativas teóricas y prácticas (el yo), para lo cual dirige el conocimiento filosófico a la totalidad de la realidad con lo que se diferencia del pensamiento científico que se dirige a parcelas o segmentos de la realidad. Vertientes teóricas de la Filosofía Con la visión en la concepción esencial expuesta, se puede abordar la división de la filosofía como la presenta Hessen,J. (s/f), según la cual la esfera total de la filosofía se divide en tres partes o disciplinas: teoría de la ciencia, teoría de los valores y concepción del universo. La filosofía es, en primer término, una autorreflexión del espíritu sobre su conducta valorativa teórica y práctica. Como reflexión sobre la conducta teórica, sobre lo que llamamos ciencia, la filosofía es teoría del conocimiento científico, teoría de la ciencia. En segundo lugar, la reflexión sobre la conducta práctica del espíritu, sobre lo que llamamos valores en sentido estricto, la filosofía es teoría de los valores. Y en tercer lugar, la reflexión del espíritu sobre sí mismo (el yo) no es un fin autónomo, sino un medio y un camino para llegar a una concepción del universo. El Recorrido Histórico Epistemológico Los sofistas, estoicos y epicúreos de los primeros siglos a de J.C., generalizaron la idea de Ciencia, a la que le llamaban “Episteme”, que se contraponía a la opinión “Doxa” u opinión popular. La filosofía se consideraba como la síntesis y el ordenamiento de toda la episteme. Esta idea permaneció en hegemonía hasta la edad media cuando surge la Teología como reina de las ciencias. Más tarde durante los siglos XV, XVI y XVII, se produce la “Revolución Científica” con el sistema Copernicano de astronomía representada por la introducción al heliocentrismo, dejando atrás al geocentrismo tolemáico, lo cual constituyó un cambio consecuencias. La teoría epistemológico y paradigmático de incalculables copernicana, pone de manifiesto, que si bien los sentidos observan determinados fenómenos, es la razón la que aporta la explicación única al fenómeno en cuestión (teoría racionalista), esta episteme duró hasta la presentación de los trabajos de Newton. En opinión de Sandín, Ma. (2003), “Este es un período de numerosos descubrimientos que reorientaron el pensamiento y configuraron en gran medida la visión del mundo que se posee en la actualidad” (p.3). Así mismo, Hessen, J. (ob.cit) indica que el desarrollo sistemático del empirismo es obra de la edad moderna, y en especial de la filosofía inglesa de los siglos XVII y XVIII. Su verdadero fundador es John Locke (1632-1704), quien opinaba que el alma es un papel blanco, que la experiencia cubre poco a poco con los trazos de su escritura. Hay una experiencia externa (sensación) y una experiencia interna (reflexión). Los contenidos de la experiencia son ideas simples o complejas, no obstante, Locke señalaba que existen verdades que son completamente independientes de la experiencia, (como ocurre con las verdades de la matemática) y, por tanto universalmente válidas. De tal manera que este filósofo escapa al principio empirista, admitiendo verdades a priori. Más adelante, David Hume (1711- 1776), continúa los pasos de Locke y divide las ideas (perceptions) en impresiones e ideas, así estos dos filósofos coinciden en sus apreciaciones sobre el origen del conocimiento relativas a que las ideas proceden de las percepciones y que la conciencia cognoscente saca sus contenidos de la experiencia, igual que Locke, Hume acepta verdades a priori. Posteriormente, en el siglo XVII, la experiencia como fuente de conocimiento, adquirió gran énfasis, con Francis Bacon y Galileo Galilei, como generadores del nuevo método distinto del filosófico, que unía el experimento empírico al cálculo matemático, es el método inductivo de descubrimiento de la verdad, basado en la observación empírica, el análisis de los datos observados, en la inferencia para llegar a la hipótesis y en la comprobación de las mismas a través del experimento. Este período fue rico en debates sobre el método científico y el conocimiento científico es fiable porque es conocimiento objetivamente probado. Según Sandín Ma. (2003), René Descartes (1596-1650), es uno de los fundadores de la epistemología moderna que sostiene que “La razón lo explica todo”. Posteriormente con Immanuel Kant, finaliza el realismo ingenuo que supone que las cosas son como se suponen. Con Kant, surge el criticismo. Esa etapa crítica de Kant y Descartes, deja después paso a la filosofía idealista romántica, de autores alemanes como: Fichte, Schelling y Hegel. A partir de éste último la filosofía se dispersa en gran diversidad de corrientes y escuelas entre ellas: el existencialismo y la fenomenología. Posteriormente, en el siglo XVIII, con el establecimiento de las academias, las sociedades comenzaron a desempeñar un papel determinante en la popularización de la ciencia dentro de grupos poblacionales más amplios, con el ingreso que se dio a finales del siglo XVII en las aulas universitarias. Se organizan conferencias científicas, donde se combinaban tanto la comprobación de las teorías como su utilidad en la vida práctica. En el siglo XIX surge la figura de Auguste Comte (1798-1857), quien introduce el enfoque positivista de la ciencia, cuyos supuestos recogidos por el denominado círculo de Viena, para el cual la verificabilidad, pasa a ser el criterio para distinguir las ciencias empíricas de otros tipos de saber. Esta concepción tuvo gran influencia en casi todo el siglo XX. En esta época uno de los filósofos más destacados es Karl R. Popper con sus tesis sobre el realismo crítico, que dan origen al falsacionismo, el cual admite que la observación está guiada por la teoría, y señala que las teorías verdaderas sólo se alcanzan cuando se han superado intentos de falsación. Posterior a Popper, aparece Thomas Kuhn, y con él la polémica discusión sobre “Paradigmas”. Es en esta época en la que surgieron una gran variedad de discursos científicos, sustentados en una pluralidad de posiciones epistemológicas y nuevas perspectivas de investigación que se engloban bajo el término “Paradigma”, el cual es concebido por Kuhn (citado por Sandín, Ma. 2003) como el conjunto de “realizaciones científicas universalmente reconocidas, que durante cierto tiempo proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica”. Más recientemente, Moreno (citado por Hurtado y Toro 1998), definen el término paradigma como “Las distintas formas en que se despliega la episteme”, y los mismos Hurtado y Toro precitados, afirman que los paradigmas nos muestran la diversidad de las formas de conocer de una época y cada uno de ellos constituye un modo común fuera del cual no es posible conocer. Sin embargo, la concepción Kuhnniana tiene relevancia, por cuanto postulaba que las nociones positivistas de conocimiento, objetividad y verdad presentan un modelo de investigación que no se ajusta a la realidad histórica de la ciencia, y por ello son irrelevantes y faltas de realismo. Con Kuhn se sustituyen los modelos de explicación lógicos por los socio-históricos, se supera la visión lineal y acumulativa del progreso del conocimiento científico. El saber científico ya no es trascendental, es decir, ahistórico, abstracto y absoluto, sino más bien histórico, relativo y dependiente del contexto. Imre Lakatos y Larry Laudan continúan las ideas de Kuhn que a la vez es seguido por Feyerabend. Lakatos introduce la concepción de que la demarcación entre ciencia y no ciencia, está en el progreso teórico y empírico que la ciencia genera, ante lo cual Echeverría (citado por Sandín, Ma. 2003), expone: Las unidades básicas para el análisis epistemológico ya no son las teorías, ni mucho menos su confrontación con la experiencia, sino las sucesiones de teorías, es decir, los programas de investigación científica (…) hay que estudiar la ciencia en función de estos nuevos criterios, localizando en cada momento los programas de investigación progresivos que engendran nuevos conocimientos y distinguiéndolos de los regresivos (p. 9). Por su parte, Larry Laudan seguidor de Kuhn, se centra en los análisis epistemológicos y metodológicos en el progreso y no en la razón. Después Wittgenstein asigna una visión pragmática del lenguaje en los enunciados científicos y más adelante, Reichenbach, miembro del Círculo de Viena, defendió el abordaje de la ciencia desde la perspectiva del contexto de justificación y descubrimiento (lo esencial son los resultados finales de la investigación científica), el contexto de descubrimiento no es para él objeto de reflexión epistemológica. Las Nuevas Tendencias Epistemológicas Tomando en cuenta lo expuesto anteriormente, en este breve recorrido por la filosofía y la historia epistemológica, en el que los cambios estructurales, en cada época, han ocasionado la aparición de una nueva episteme para completar los cuatro paradigmas epistemológicos sobre el origen del pensamiento, esa nueva episteme, continuando con la ideas de Kuhn, se refiere a la manera de concebir la ciencia y el conocimiento científico, los cuales lógicamente evolucionan con los paradigmas. De allí, que las primeras concepciones sobre el origen del conocimiento, la ciencia y el método científico centradas en lo objetivo, lo cuantitativo y lo absoluto, estaban caracterizadas por lo que expone Martínez, A. (1999): racionalidad formal, cuantificación, objetividad, sistematicidad, generalidad, falibilidad y verificabilidad. En esas primeras fases de los cambios en las concepciones epistemológicas, no se distinguió claramente entre el conocimiento científico del no científico, ante lo cual Gibbsons y otros (citados por Sandín, Ma. 2003), apuntan: En las culturas occidentales, participar en la producción no científica del conocimiento equivale a excluirse a sí mismo de lo aceptable, de modo que existe actualmente un sentido característico de aislamiento social asociado con la participación en una actividad no científica (p. 19). Estos autores llaman a esta primera etapa en la producción de conocimientos inspirada en la física empírica y en la matemática Newtoniana: la cual se orientó hacia un paradigma de investigación cuantitativo “Modo 1” (perspectiva objetivista), en contraste con el “Modo 2” (perspectiva subjetivista), que surge en la actualidad y que consiste en un conjunto de prácticas cognitivas y sociales en las ciencias naturales, sociales, humanidades. Al respecto, Echeverría (citado por Sandín, Ma. 2003), expresa: que la evolución de la filosofía del conocimiento en el siglo XX ha traído consigo la crisis de las tesis de la concepción heredada de la ciencia (Carnap, Reichenbach, Popper, Nagel, Hempel entre otros). Por otra parte, la historiografía de la ciencia (a partir de Kuhn) y la nueva sociología de la ciencia, ha puesto una serie de puntos críticos en los estudios actuales entre ellos: El cambio principal afecta al propio concepto de teoría científica e incluso de conocimiento científico. “La ciencia es algo más que un pensamiento e ideas; en esencia, es una actividad o acción modificadora o transformadora de la realidad o del mundo”; La reflexión y los estudios sobre la ciencia deben ir más allá de una filosofía del conocimiento científico, para pasar a ser una filosofía práctica que estudia a la ciencia en su contexto social; Han entrado en crisis dos de los grandes postulados de la epistemología de la ciencia: La búsqueda de demarcación entre ciencia y no ciencia, y la distinción que introdujo Reichenbach entre contexto de descubrimiento y de justificación; Se desintegra la dicotomía entre teoría y observación. Las observaciones son construcciones humanas; La escuela constructivista de los años ochenta, considera que el conocimiento científico es fabricado o construido, no descubierto, En consideración a estos punto críticos, surge la revolución tecno científica de la segunda mitad del siglo XX, la cual ha generado disciplinas, tendencias e ideas que se agrupan en lo que se ha llamado estudios sobre ciencia y tecnología, más recientemente orientadas hacia los estudios sobre: Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS). Dentro de esta misma idea, Padrón, J. (2007), indica: “El externalismo o la influencia de factores socio-contextuales en los procesos científicos, la necesidad de inclusión del sujeto y de los actores en los procesos de búsqueda y la interacción sujeto-objeto, es lo que dio origen a las nuevas epistemologías del conocimiento”. Tomando como referencia este periodo de transición en la evolución epistemológica del pensamiento científico, es importante acotar que la transformación paradigmática en todos los ámbitos y específicamente en el que concierne al educativo, investigativo, tecnológico también ha contribuido al resurgimiento de nuevas tendencias epistemológicas basadas en la racionalidad dialógica que traen consigo métodos de investigación los cuales por sus características se han constituido en la llamada modalidad cualitativa de investigación, de la cual Padrón, J. (Ob.cit), indica que: La “investigación cualitativa” en general y, en particular, numerosas corrientes menores, que van desde la “investigación-acción” y la “observación participante”, pasando por la “etnometodología” y la “etnografía”, hasta la “investigación militante” y la “investigación comprometida”, etc. En todo caso, con este cuarto paradigma se visualiza el enfoque empirista-idealista, el de la ‘ciencia de los objetos vivibles’, ‘sentibles’ o ‘experienciables’. A este tipo novedoso de epistemología la llama el autor precitado, epistemología contextualista o contextualizada, debido a que los procesos científicos son fuertemente dependiente del contexto y se esfuerza en explicar la ciencia, la tecnología y la investigación en dependencia de factores contextuales tales como las intenciones y presuposiciones del grupo académico dentro del que ellas tienen lugar, los estándares socioculturales locales, las creencias y relaciones interpersonales. Esta corriente epistemológica acepta una verdad externa construida por actores sociales, pero a la vez admite que esa verdad es pura ilusión porque el conocimiento obtenido es defectuoso, ¿ante lo cual propone?. A esta tendencia se suman otras citadas por Padrón, J. (2007) que se ubican en el marco neopositivista del Circulo de Viena como: La epistemología de la percepción relacionada con el enfoque empirista-realista, epistemología probabilística o Bayesiana proveniente del siglo XVIII de Thomás Bayes, el cual justifica la inducción; la epistemología testimonial, la cual declara que el testimonio es una fuente de información tan fundamental como lo es la percepción individual, la memoria individual y la inferencia individual. La epistemología evolucionista y naturalista cuya tesis en un principio fue la de adaptación y últimamente dedicada al estudio de la evolución del pensamiento desde el punto de vista ontogenético/ filogenético del ser. También está la epistemología cognitiva que tiene estrecha relación con la evolucionista y naturalista. Las corrientes epistemológicas mencionadas anteriormente se refieren al estudio del pensamiento científico específicamente, sin embargo, existen otras que se orientan hacia el estudio del conocimiento humano globalmente entendido, de las cuales se pueden mencionar: la epistemología de la virtud, de la moral, de la religión, la epistemología reformada entre otras. Estas nuevas modalidades o Neotendencias epistemológicas surgieron del cruce de las principales corrientes mencionadas a lo largo de este escrito, generándose así , al sistematizar esos enfoques epistemológicos, dos variables: una de tipo gnoseológico, referido a las convicciones acerca de la fuente del conocimiento, simplificada en dos valores: empirismo / racionalismo. La otra es de tipo ontológico, referida a las convicciones acerca de las relaciones del sujeto con la realidad, simplificada también en dos valores: idealismo / realismo. El cruce de esas variables como lo apunta Padrón, J. (2007), nos lleva tentativamente a cuatro Enfoques Epistemológicos: el enfoque empirista-realista (mediciones, experimentaciones, inducción controlada…), el enfoque empirista-idealista (etnografía, diseños de convivencia, inducción reflexiva…), el enfoque racionalista-realista (abstracciones, sistemas lógico-matemáticos, deducción controlada…) y el enfoque racionalista-idealista (interpretaciones libres, lenguajes amplios, argumentación reflexiva…) Cabe resaltar que, como consecuencia, dentro del racionalismo-realista surge la introducción del elemento socio-histórico en el análisis de la ciencia. Lo que Reichembach, en los años del empirismo lógico, había planteado como la diferencia entre “contexto de descubrimiento” y “contexto de justificación”, más la imposibilidad de que la epistemología considerara el primero de esos contextos, se revierte ahora, recibiendo importancia los aspectos culturales e históricos. En esta línea de ideas, Sonntang y otros (citados por Hurtado y Toro 1998), exponen: “En América Latina, es inaplazable una apertura a la creatividad y al compromiso histórico de la ciencia y del investigador, ya que nuestra realidad, nuestros problemas, no sólo exigen ser estudiados, sino resueltos” (P. 22). Lo que significa que esas nuevas tendencias epistemológicas no sólo requieren ser integradas y sistematizadas al proceso de construcción de conocimientos, parte clave de la investigación, sino que son absolutamente necesarias para que aplicadas a la investigación social proporcionen las respuestas adecuadas a la problemática del contexto social, lo cual no fue posible con los paradigmas del modo 1, enunciados por Gibbsons y otros (citados por Sandín, Ma. 2003). En este orden, Schrôdinger (citado por Martínez, M. 2000), acota al respecto: que la ciencia actual nos ha conducido por un callejón sin salida y que “la actitud científica ha de ser reconstruida, que la ciencia ha de rehacerse de nuevo”, y esto es así porque mientras más de prisa avance el conocimiento y con él (porque marchan a la par), la ciencia, más de prisa alcanzará sus límites definitivos e inevitables, como lo interroga Martínez, M. (2000), ¿stamos ante el fin de la ciencia? entendida en su sentido clásico. Limitaciones para la aplicación del nuevo paradigma cualitativo Ante la versión anterior, y pese a la necesidad sentida de la implementación urgente de las nuevas tendencias epistemológicas antes reseñadas, es pertinente indicar que en la fase de implementación del paradigma cualitativo de investigación como motor de las nuevas tendencias epistemológicas, se han presentado limitaciones que han impedido que éste se consolide definitivamente. Con relación a esos límites o piedras de tranca, está el expuesto por Martínez (1996): quien señala al obstáculo epistemológico consistente en que el investigador se resista a aceptar la subjetividad como centro de este tipo de investigación social por estar anclado en el paradigma de la objetividad, cuando pretenda interpretar y dar explicación de la realidad que lo circunda y de los fenómenos que percibe como coinvestigador. Conclusiones Una vez revisada y analizada la historia del pensamiento filosófico y la evolución paradigmática epistemológica epocal, se han podido conocer las causas del surgimiento de las nuevas formas de pensamiento y una nueva episteme en las concepciones del origen del conocimiento. Asimismo, esta revisión ha servido para identificar las nuevas tendencias o perspectivas epistemológicas que pretenden implantarse en el mundo del conocimiento, las cuales como se ha visto a lo largo de la historia, constituye nuestro legado filosófico que se remonta a la antigua Grecia y representan una serie de retos y desafíos que le permitirán a los epistemólogos, investigadores, educadores entre otros interesados en el tema, transformar el paradigma imperante, ampliar sus horizontes y perspectivas hacia la interpretación de la acción humana para adentrarse en el estudio del campo socioeducativo e implementar definitivamente el nuevo paradigma emergente en investigación social. Por otra parte y a manera de recomendación, se sugiere que los estudiantes de postgrados, diplomados, investigadores y epistemólogos del conocimiento, internalicen de una vez por todas lo que indica Padrón, J. (2007) y que se considera completamente de acuerdo con nuevas tendencias epistemológicas postmodernas como es que “Las discusiones y decisiones en materia de ciencia se resuelven sólo en la epistemología teóricamente entendida, asociada a la historia de las investigaciones empíricas, y no en los seminarios, manuales y textos de metodología de la investigación”. Esto significa que en estudios superiores debe considerarse el fundamento epistemológico como eje primordial en el plano investigativo, por cuanto la investigación es considerada un recurso esencial para la producción de conocimientos, lo cual es clave fundamental para el crecimiento y desarrollo de los países, así como para la emancipación de los colectivos sociales, y esto sólo se puede lograr si se analizan los nexos entre los contenidos epistemológicos, la investigación universitaria y la problemática social. BIBLIOGRAFÍA Hessen, J. (s/f). Teoría del conocimiento. Traducción de José Gaos. Instituto Latinoamericano de Ciencia y Artes (ILCA). (Material en línea recomendado para el diplomado en investigación de la UPEL San Cristóbal por el Dr. Víctor Díaz Quero). Hurtado y Toro (1998). Paradigmas y métodos de investigación en tiempos de cambio. 2da edición. Episteme Consultores Asociados C.A. Venezuela. Martínez, M. (1996). Comportamiento Humano: Nuevos métodos de investigación. 2da Edición. México: Trillas ____________ (2000). El Futuro de la Ciencia. Ensayo en (Educación y Ciencias humanas), Revista de la UNESR. Decanato de postgrado. Año VIII. No. 14. Padrón, J. (2007). Tendencias epistemológicas de la investigación científica en el siglo XXI. Universisdad de Chile. Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Caracas. En Paddron.entretemas.com/Tendencias/TendenciasRecientesEpistemologia_ Padron.pdf – Sandín, Ma. (2003). Investigación cualitativa en educación: Fundamentos y tradiciones. S.A.U. Madrid: McGraw Hill Interamericana de España S.A.U.