Las cuentas pendientes de la ganadería bovina.

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Las cuentas pendientes de
la ganadería bovina.
De a poco comienza a notarse en el funcionamiento de la
cadena el efecto que producen los cambios impuestos en
las políticas ganaderas a partir de la nueva gestión de
gobierno. Especialmente aquellas que tienen que ver con
los negocios relacionados con las exportaciones de carne
bovina, pero también y fundamentalmente al cambio de
expectativas que las mismas generan en nuestro sector. El
efecto inmediato de algunas de las medidas puestas en
ejecución puede observarse en algunos precios indicativos
de actividades específicas, como por ejemplo los novillos
salidos de feed lot bajo el protocolo de la cuota 481 cuyo
valor ronda hoy los $30/kg vivo (bastante por encima del
novillo del mercado doméstico), y entre 1,85 y 1,90 si se lo
expresa en U$S/kg vivo, valor mucho más competitivo que
los 2,83 U$S/kg vivo que informábamos en los primeros
días de Diciembre. De la misma forma se puede observar
también el distanciamiento que poco a poco se comienza a
notar en las cotizaciones de terneros con destino a
invernada dependiendo si estos son “trazados” o “no
trazados”.
No obstante lo comentado en el párrafo anterior, la cadena
de valor de la carne bovina lejos está de comportarse como
una cadena eficiente desde el punto de vista del valor que
la misma genera a lo largo de todos sus eslabones. Existen
(de larga data) problemas irresueltos que juegan en
detrimento de la generación de valor y afectan la
competitividad de la misma.
No es nuestra intención, al menos en este artículo, hacer
un análisis pormenorizado de las referidas problemáticas,
ya que muchas de ellas han sido tratadas en numerosos
artículos de opinión o estudios de la cadena a lo largo de
los años. Ahora, lo que nos proponemos es mencionar una
lista de carácter enunciativa de las cuestiones que, a
nuestro criterio son más relevantes, y que habrá que, sin
prisa pero sin pausa, ir generando condiciones para
modificarlas, al menos si la cadena de la carne pretende
posicionarse como referente y de forma competitiva en el
mercado global.
Si comenzamos el análisis en el sentido que avanza la
producción y nos posicionamos en el subsector
correspondiente a la producción primaria, se observa
claramente la incapacidad que ha tenido este eslabón para
mejorar su productividad con el correr de los años. La
producción de carne medida en relación a la cantidad de
cabezas en el stock se encuentra estancada hace años en
torno a 55 kg/cabeza (del stock total). Esta producción está
definida por el peso medio de faena, el cual está varios
kilos por debajo de nuestros competidores (actualmente en
224 kg/res), y por la eficiencia reproductiva de los rodeos
nacionales que promedian históricamente una relación
ternero vaca del 60%. Este último número difiere mucho
entre regiones, y a pesar de ser “mejorable” se encuentra
por encima de la media de la región. La principal causa
en la dificultad de mejorar éste índice se constituye en un
deficiente manejo nutricional y sanitario del rodeo. La
adopción de la tecnología necesaria para mejorar éstos
resultados ha sido escasa a lo largo del tiempo habiendo
varias hipótesis que intentan explicar ésta condición, que
van desde aspectos culturales y clara reticencia al cambio,
hasta la falta de períodos prolongados de crecimiento
sostenido del negocio ganadero que permitió mostrar el
impacto económico que las tecnologías disponibles tienen
en el mismo. Por último, la caída del stock ganadero
ocurrido entre los años 2008 y 2009, ha generado un
quiebre estructural en la oferta de carne bovina,
dificultando un proceso de ampliación de la demanda
(aumento de exportaciones), que solo podrá ser abordado
con una recomposición del rodeo general, significando esto
último necesariamente una contracción importante de la
oferta de carne al menos en el corto plazo.
Respecto del subsector de la industria, se observa que
este también opera con la dificultad de no haber podido
sortear una serie de problemas estructurales irresueltos
(aunque no han faltado intentos por resolverlos). El
principal inconveniente que afronta este eslabón de la
cadena radica en la conjunción de tres aspectos principales
que interactúan entre si: a) el sobredimensionamiento de la
matriz frigorífica nacional repartido en un entramado de
plantas de faena de mediana y baja escala que genera
importantes deseconomías de escala; b) la inadecuada
captación de valor de los subproductos de faena (muy asociado a
los problemas de escala y capacidad ociosa del punto a); y
c) la competencia desleal que se genera a partir del doble
standard sanitario que rige para las diferentes
habilitaciones, con diferentes cargas impositivas asociadas
a las mismas y el ineficaz control sobre las obligaciones
tributarias y previsionales que imperan sobre el subsector.
Estos tres grandes temas que por supuesto actúan de
forma asociada incidiendo uno sobre otro, determinan el
marco para las múltiples formas de funcionamiento del
sector industrial, dificultando muchas veces su
ordenamiento y modernización.
Sobre la comercialización también existen cuestiones que
son de larga data y requieren algún tipo de tratamiento por
parte de la cadena de valor. La imposibilidad de obtener
garantías referidas al cobro de las transacciones realizadas
por el productor, redunda en incrementos de costos
comerciales ante la generalmente necesaria participación
de intermediarios que se constituyen en “garantes” de las
operaciones comerciales entre vendedores y compradores,
asumiendo el riesgo financiero y comercial del pago de las
operaciones. A su vez la asimetría en la información
disponible para cada uno de los eslabones de la cadena,
distorsiona las operaciones comerciales. Actualmente,
reconocemos cierto avances liderados desde el Estado en
pos de acercar toda la información a los interesados en
forma transparente y confiable, desde indicadores de
precios, canales de comercialización, rendimientos de
faena a través del romaneo electrónico y hasta una
modernización del sistema de tipificación que sirva a toda
la cadena, incluyendo al consumidor y hasta al mercado de
exportación.
Por último cabe mencionar la necesidad de mejorar en dos
aspectos no menos importantes que los antes
mencionados: el acceso a los mercados externos y la
articulación de todos los eslabones de la cadena. Respecto
del primero, se ha venido avanzado puntualmente sobre el
acceso de nuestras carnes al circuito del NAFTA,
puntualmente EEUU y Canadá, aunque también queda
pendiente avanzar hacia mercados asiáticos de alto valor
que hoy siguen cerrados por cuestiones sanitarias.
También resulta importante mejorar las condiciones
arancelarias de entrada a los mismos, para esto es
necesario coordinar las estrategias con articulación público
privada.
La última mención refiere a la necesidad de construir una
cadena que actúe articuladamente entre todos sus
eslabones, con una eficiente coordinación del sector
privado con el sector público. Que logre diseñar una
estrategia país para la ganadería Argentina involucrando a
todos los sectores que la componen creando canales
institucionales para la discusión sectorial, y permitiendo
generar consensos y capital social.
Nota de “Decisiòn Ganadera” de fecha 07-03-2016
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