Tercer Cuadro Fundación de la Misión Jesuita en Mocorito

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Tercer Cuadro
Fundación de la Misión Jesuita en Mocorito, Encomiendas
En el año de 1594 se funda, por el padre jesuita Gonzalo de Tapia y su
sucesor, Juan Bautista de Velasco, la misión en Mocorito. Los
expedicionarios, acompañados por sacerdotes, avanzan rumbo al norte
siguiendo la costa y llegan por fin a un lugar donde existe un poblado
bastante grande. Ahí fundan la misión de San Miguel de Culiacán.
Luego de cierto tiempo y después que hubieron cimentado la misión, estos
aventureros continúan al norte, hacia las montañas, donde redescubren el
río Mocorito el cuál estaba habitado por indígenas pacíficos. Viendo lo
agradable de la región y de sus habitantes, deciden formar aquí una nueva
misión a la que llaman “La conservación de San Pablo de Mocorito”.
Los frailes o clérigos que estuvieron en la región fueron los jesuitas; ellos
eran los que enseñaban las normas y la moral cristiana a los españoles y
convertían a los nativos bautizándolos en la religión católica. Regían todos
los eventos religiosos, organizaban la construcción de iglesias y misiones;
en general administraban la economía de la región.
Fue Sebastián de Évora el primer encomendero que llegó a esta región,
tocándole “por merito a los servicios prestados a su majestad en la
conquista de Tenochtitlán” la encomienda del área y es quien le da nombre
de región de Évora, pues éste fue el nombre que le impuso al río Mocorito.
El señor de Évora ayudado por los jesuitas, organiza la misión de una forma
que permita el desarrollo económico y una paz relativa lo que hace a la
gente tener una vida mejor.
Las familias indígenas crecen y, aunque siguen siendo esclavas, ya reciben
un trato un poco mejor: pueden moverse o cambiar de lugar, hacen
amistad con gentes de otras razas y costumbres; algunos emparientan con
ellos formándose una mezcla que ya no es española ni indígena sino
mestiza: los actuales mexicanos. Ellos, a pesar de que no tenían tierras ni
riquezas propias, deben sobrevivir, así que los emplean como peones,
capataces y arrieros; otros como artesanos y albañiles. Tienen esta facilidad
pues hablan tanto las lenguas indígenas como el español. En fin, una nueva
raza habita la región.
Nueva época, de bienestar. La gente cultivaba lo que les habían enseñado
sus antepasados: maíz, fríjol, calabazas, frutos y lo que podían cazar.
Además de criar ganado y sembrar los nuevos productos que les trajeron
los españoles.
En la Nueva España, la sociedad colonial se estanca, hay corrupción y
pillaje, los títulos nobiliarios y los puestos de gobiernos se pueden comprar
y se utilizan para enriquecimiento personal. Los encomenderos obligan a los
indígenas y mestizos a trabajar para producir más, la economía crece muy
lentamente, cada vez hay más pobres y la gente padece hambre, los abusos
de los caciques españoles y los impuestos generan además de mendigos y
callejeros, una gran cantidad de asaltantes y bandoleros que asolan la
región. A pesar de todos los problemas, la Nueva España es un lugar muy
rico. Los criollos, que son los españoles nacidos en México, están
disgustados por los tejemanejes de la colonia española que los deja sin
títulos nobiliarios y sin cargos públicos.
Cuarto Cuadro
La guerra de Independencia y las invasiones extranjeras
Es una nación formada principalmente por indígenas y mestizos que son
gobernados por una minoría blanca compuesta por dos grupos: los criollos y
los españoles peninsulares. Los criollos se sienten dueños de esta tierra,
tienen un fuerte orgullo nacional, se llaman así mismos mexicanos y su
único deseo es expulsar de México, su tierra, a los españoles que nacieron
en España pues se sienten explotados por el Imperio Español que ahora es
débil pues ha sido invadido por Napoleón Bonaparte. Por otro lado, las
colonias inglesas de Norteamérica se independizarán de Europa y los
jesuitas son retirados de todas las misiones en México dejándolas
abandonadas y a merced de los crueles encomenderos.
La inconformidad de los criollos, el retiro de los jesuitas de las misiones y
los levantamientos de los indígenas y mestizos contra el mal trato de los
encomenderos son las semillas para que inicie la independencia de México.
Todo esto está representado en la figura fantasmal que entre llamaradas
rojas sostiene una guadaña, representando, además de la muerte, el
hambre y la guerra. Con la mano izquierda levantada va soltando unos
granos de maíz ensangrentados que caen sobre la sombría imagen de una
mujer que mira a lo lejos el campo de batalla, sembrado de cadáveres.
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