PÚBLICO AU 152/04 Índice AI: AMR 51/064/2004 Pena de muerte / preocupación jurídica 21 de abril de 2004 EE. UU. (Texas) James Lee Clark, blanco, de 34 años de edad Está previsto que James Clark sea ejecutado en Texas el 27 de abril. Fue condenado a muerte en mayo de 1994 por la violación y asesinato de Shari Catherine Crews, de 17 años de edad, cometido en junio de 1993. La fecha de ejecución de James Clark ya se había fijado anteriormente, en noviembre de 2002, pero la Corte de Apelaciones en lo Penal de Texas la suspendió tras presentarse un recurso que alegaba que Clark sufría retraso mental. En junio de 2002, en la causa Atkins vs. Virginia, la Corte Suprema de Estados Unidos había resuelto que la ejecución de personas que sufrieran retraso mental era inconstitucional, ya que había surgido un "consenso nacional" en contra de ella. La Corte no estableció una definición de "retraso", pero sí señaló las definiciones utilizadas por la Asociación Estadounidense sobre el Retraso Mental y por la Asociación Psiquiátrica Estadounidense. Según esas definiciones, existe retraso mental cuando se presentan varias características: por lo general, se considera que un cociente intelectual inferior a 70-75 indica retraso si va acompañado de limitaciones en dos o más áreas de adaptación como la comunicación, la capacidad de cuidar de sí mismo, el trabajo y el funcionamiento en la comunidad. Además, el retraso debe haberse manifestado antes de los 18 años de edad. La resolución Atkins subrayaba que "no todas las personas que afirman ser retrasadas mentales están tan discapacitadas como para entrar en la categoría de delincuentes con retraso mental sobre la que existe un consenso nacional". La Corte dejó en manos de los estados individuales el determinar cómo aplicar esta resolución. Tras suspenderse la ejecución, el caso de James Clark fue remitido al tribunal que lo juzgó para que resolviera sobre la alegación de retraso mental. Tras una evaluación realizada en abril de 2003, el doctor George Denkowski, psicólogo clínico contratado por el estado, concluyó que James Clark efectivamente sufría retraso: le calculó un cociente intelectual de 65 y concluyó que reunía los déficits de adaptación establecidos. Éste era el quinto caso posterior a la resolución Atkins en el que participaba el doctor George Denkowski; en otro de estos casos había concluido que el acusado sufría retraso mental, y en los otros tres había llegado a la conclusión de que los acusados no sufrían ese grado de discapacidad. George Denkowski concluyó que Robert Smith sufría retraso mental, con un cociente de 63, y el fiscal del condado de Harris aceptó su diagnóstico, citando la experiencia de Denkowski. La condena de muerte de Smith fue conmutada por el gobernador Rick Perry en marzo de 2003, de acuerdo con una recomendación de la Junta de Indultos y Libertad Condicional. En el caso de James Clark, la fiscalía del condado de Denton no aceptó la conclusión de George Denkowski sobre el retraso. En vez de eso, contrató a otro psicólogo, el doctor Thomas Allen, que concluyó que James Clark no sufría retraso mental y que estaba fingiendo para evitar ser ejecutado. La defensa encargó una evaluación al doctor Denis Keyes, experto de renombre nacional cuyos estudios se encontraban entre los citados por la Corte Suprema de Estados Unidos en su resolución Atkins. El doctor Keyes concluyó que James Clark sufría retraso (con un cociente intelectual de 68). Además, observó que el doctor Denkowski gozaba de reconocimiento nacional por su trabajo en el ámbito de la psicología y el retraso mental, y declaró que sus conclusiones sobre el caso de James Clark eran "creíbles y correctas". Por el contrario, manifestó que el doctor Allen “no llevó a cabo pruebas estandarizadas (imprescindibles para establecer un diagnóstico y para descartar un diagnóstico) [y] no ha trabajado sobre el retraso mental ni ha llevado a cabo absolutamente ninguna investigación sobre este tema". Ni el doctor Keyes ni el doctor Denkowski concluyeron que James Clark hubiera fingido su retraso mental durante sus evaluaciones, algo que estos expertos examinaron específicamente. En agosto y septiembre de 2003 se celebró una vista de tres días durante la cual estuvo presente James Clark: encadenado, esposado y con un cinturón paralizante de electrochoque. Cuando su abogado pidió que se le quitara el cinturón, la juez se negó, delegando la cuestión en el sheriff del condado y declarando simplemente que "esa decisión no me corresponde". En noviembre de 2003, la juez admitió las conclusiones del doctor Allen, rechazando las del doctor Keyes y el doctor Denkowski. Sugirió que James Clark estaba fingiendo para evitar ser ejecutado, y concluyó que el acusado "no entra en la clasificación de delincuentes con retraso mental, exentos de la pena de muerte en virtud de la resolución Atkins”. Afirmó que el cociente intelectual de 74 que se le había calculado a Clark en 1983 mientras estaba bajo custodia como menor era "el indicador más fiable" de su nivel intelectual real, ya que entonces no estaba intentando manipularlo. La Corte de Apelaciones en lo Penal de Texas confirmó las conclusiones de la juez el 3 de marzo de 2004. En el juicio original de James Clark, sus abogados hicieron unos esfuerzos mínimos por convencer al jurado de que no lo condenara a muerte. No citaron a ningún testigo atenuante, y no presentaron al jurado ningún dato sobre el difícil pasado de Clark, incluido el hecho de que sus dos padres lo abandonaron antes de que cumpliera los 15 años. INFORMACIÓN GENERAL Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todos los casos. Cada condena de muerte constituye una afrenta a la dignidad humana, y cada ejecución es un síntoma de la cultura de la violencia. La pena de muerte amplía el sufrimiento de la familia de la víctima de asesinato para hacerlo extensivo a la familia del condenado. Además, entraña el peligro insalvable de cometer un error irreparable. La arbitrariedad es el resultado inevitable del proceso seguido para decidir quiénes "merecen" morir por sus crímenes. Sólo una minúscula proporción de todos los condenados por asesinato en Estados Unidos son ejecutados; el proceso de selección de la pena capital se caracteriza por la incoherencia y la discriminación. Las normas internacionales establecen que los Estados deben prohibir la ejecución de personas con retraso mental, y Amnistía Internacional recibió con satisfacción la resolución Atkins. Sin embargo, el hecho de que la Corte Suprema dejara en manos de los estados la manera de aplicar la resolución ha dado lugar a nuevas incoherencias en la imposición de la pena de muerte. Por ejemplo, el 19 de abril de 2004, en Illinois, un juez prohibió a la fiscalía que pidiera la pena de muerte contra Randall Jarrett porque a éste se le había calculado un cociente intelectual de 75 (y a pesar de que en un examen posterior se le calculó un cociente de 85). Por el contrario, la juez del caso de James Clark se basó en una valoración de un cociente intelectual de 74 para dar luz verde a la ejecución. Las distintas respuestas de dos fiscales de condado de Texas a las conclusiones de su propio experto, el doctor George Denkowski, en el caso de Robert Smith y en el de James Clark, suscitan serias dudas sobre si el criterio de la fiscalía inyectará una nueva arbitrariedad en los procesos posteriores a la causa Atkins, una arbitrariedad que se sumará a la que ya existe en las fases iniciales del proceso de aplicación de la pena capital, cuando se toma la decisión sobre si pedir la pena de muerte. Amnistía Internacional considera que la abolición es la única solución a los fallos inherentes de la pena de muerte. Actualmente, 117 países son abolicionistas en la ley o en la práctica. En contra de esta tendencia, en Estados Unidos se han llevado a cabo 908 ejecuciones desde que se reanudaron los homicidios judiciales en 1977. Texas ha sido responsable de 321 de esas ejecuciones. ACCIONES RECOMENDADAS: Envíen llamamientos para que lleguen lo antes posible, en inglés o en su propio idioma, utilizando sus propias palabras: - manifestando su apoyo a la familia de Shari Catherine Crews y explicando que no pretenden disculpar la manera en que murió ni negar el sufrimiento que su muerte ha causado; - subrayando que dos expertos, uno de ellos contratado por el estado, han concluido que James Clark sufre retraso mental y debe quedar exento de la ejecución, en virtud de la resolución de Atkins vs. Virginia; - aplaudiendo la respuesta del estado ante el caso de Robert Smith, y expresando preocupación porque la respuesta en el caso de James Clark se contradice con la anterior y suscita serias cuestiones sobre la arbitrariedad; - expresando preocupación porque no se presentaron al jurado las pruebas atenuantes disponibles; - pidiendo el indulto para James Clark. LLAMAMIENTOS A: (Nota: En todos sus llamamientos, incluyan el número de recluso de James Clark: #999095) Presidenta de la Junta de Indultos y Libertad Condicional Rissie Owens, Presiding Officer, Board of Pardons and Paroles, 1300 11th St., Suite 520, P.O. Box 599, Huntsville, TX 77342-0599, EE. UU. Telegramas: Presiding Officer, Board of Pardons and Paroles, Huntsville, Texas, EE. UU. Fax: +1 936 291 8367, Tratamiento: Dear Ms Owens / Estimada Sra. Owens Gobernador de Texas Governor Rick Perry, Office of the Governor, PO Box 12428, Austin, Texas 78711-2428, EE. UU. Telegramas: Governor Rick Perry, Austin, Texas, EE. UU. Fax: +1 512 463 1849, Correo-E. (a través de la página web: http://www.governor.state.tx.us/contact#contactinfo Tratamiento: Dear Governor / Señor Gobernador COPIA A: los representantes diplomáticos de Estados Unidos acreditados en su país. También pueden enviar cartas breves (de menos de 250 palabras) a: Viewpoints, c/o Houston Chronicle, P.O. Box 4260, Houston, Texas 77210, EE. UU. Fax: +1 713 362 3575 Correo-E.: [email protected] ENVÍEN SUS LLAMAMIENTOS INMEDIATAMENTE. Todos los llamamientos deben llegar antes del 27 de abril de 2004.