EMBARGADO 10 DE SEPTIEMBRE 00:01 (MEX) Resumen para medios del informe Justicia fiscal para reducir la desigualdad en Latinoamérica y el Caribe Septiembre 2014 Sistemas fiscales de Latinoamérica y el Caribe: otro reflejo de la desigualdad. Informe de Oxfam evidencia la omisión de los gobiernos de la región para implementar políticas fiscales justas que no sólo beneficien a las élites, sino a toda la ciudadanía. Los gobiernos de Latinoamérica y el Caribe desaprovechan los sistemas fiscales para invertir de forma efectiva en programas de protección social y de desarrollo para su ciudadanía. Mientras tanto, las reglas del juego tributario favorecen a las élites políticas y económicas, deteriorando la democracia y dificultando aún más la reducción de la desigualdad. Actualmente la recaudación tributaria en Latinoamérica y el Caribe es baja en relación con su potencial y no se corresponde con las inmensas necesidades sociales, que podrían ser cubiertas por inversión pública de los Estados. La permisividad a los altos índices de evasión y elusión fiscal de las empresas y multinacionales recarga a las personas de bajos ingresos y a las clases medias, generando que las finanzas públicas reflejen un modelo social y económico inequitativo que perpetúa la concentración del poder y las discriminaciones. En este informe, Oxfam analiza los obstáculos existentes para tener sistemas fiscales más justos en Latinoamérica y el Caribe y hace 10 recomendaciones para que los gobiernos lleven a cabo reformas valientes, que pongan alto a la influencia de las élites e instauren políticas fiscales que ayuden a reducir las desigualdades enquistadas en la región. A pesar del crecimiento económico y de la reducción de la pobreza y la desigualdad que ha experimentado Latinoamérica y el Caribe (LAC) durante la última década, ésta sigue siendo la región más desigual del mundo. Sin embargo, los gobiernos no utilizan el potencial que podrían tener sus sistemas fiscales –articulados junto con otras políticas públicas- para combatir las desigualdades de forma directa. Prueba de este hecho es que mientras los países de la OCDE reducen la desigualdad de ingresos (Índice de Gini) a través de la recaudación de impuestos y el gasto social en más de un 35%, los sistemas fiscales de LAC solo reducen la desigualdad en menos de un 10%, según datos de la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe (CEPAL) (Ver gráfico a continuación). 1 Es importante recordar que el sistema fiscal está compuesto por el sistema tributario que recauda y cobra de la ciudadanía y las empresas para proveer de ingresos al Estado y el sistema presupuestario en el cual se decide en qué y cómo gastar estos ingresos para proveer bienes y servicios a la ciudadanía. Pero ¿por qué los sistemas fiscales en LAC no enfrentan suficientemente la desigualdad? Son varias las razones. A continuación se profundiza en los factores que representan los mayores obstáculos en la instauración de sistemas fiscales justos en América Latina y el Caribe. Baja e insostenible recaudación Uno de los principales problemas de los sistemas fiscales de LAC es que no recaudan lo suficiente. En general, se recauda menos del potencial que tiene la región según su PIB. Un buen dato que ilustra este hecho es que sólo con los recursos públicos que se hubieran podido recaudar en el periodo 2007-2009, en un conjunto de países de LAC según la tendencia internacional1, se hubieran podido triplicar los presupuestos de salud de esos países en el mismo período, de acuerdo al Banco Interamericano de Desarrollo. Muchos gobiernos utilizan la deuda para compensar este déficit de ingresos y cumplir con sus compromisos. Al final es la ciudadanía quien paga estos préstamos pagando más impuestos, o enfrentando la reducción de recursos para desarrollar políticas sociales que los beneficien. 1 El Salvador, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Panamá, Costa Rica, Haití y México. 2 Por otro lado, los presupuestos públicos de muchos países de la región dependen en gran medida de ingresos derivados de la explotación de recursos naturales poco predecibles y social y medioambientalmente insostenibles. Trinidad y Tobago es el país de LAC que muestra el mayor grado de dependencia fiscal respecto de los recursos naturales, con una participación relativa de 46% de los ingresos totales durante el trienio 2009-2011. Le siguen Venezuela con 40% de dependencia, Ecuador (35%), México (33%), Bolivia (30%), Chile (17%), Colombia (16%), Argentina (14%) y Perú (9%). Esta dependencia suele promover la pereza de los sistemas fiscales al desmotivar los intentos para aumentar los ingresos públicos a través de la recaudación de impuestos directos. Los gobiernos en LAC promueven las exenciones a la explotación de recursos naturales para evitar el costo político y electoral de imponer nuevas contribuciones en detrimento de las oportunidades para las siguientes generaciones, que se deterioran junto al medioambiente de los países. Alta dependencia de los impuestos al consumo, exenciones a la medida e injusticia tributaria. Los impuestos directos sobre la renta y las utilidades tienen una gran capacidad de redistribuir la riqueza, pero no son los preferidos por los gobiernos en la región. En 2010, representaron en promedio sólo el 26% de la recaudación en LAC, frente al 33% en países de la OCDE. En respuesta, más de la mitad de la recaudación de impuestos en Latinoamérica y el Caribe proviene de gravar el consumo. Los impuestos al consumo no discriminan entre el aporte que hacen los ricos o los pobres, ya que todos pagamos la misma proporción cada vez que realizamos una compra. Esta realidad hace que las personas de bajos ingresos aporten más con respecto a su ingreso que lo que aportan las personas más ricas, limitando así el potencial del sistema tributario para redistribuir la riqueza. El IVA, el principal impuesto al consumo es el único impuesto cuyas tasas nominales promedio han subido en la región en la última década, al contrario de las tasas promedio de impuestos sobre la renta y la riqueza, hecho que refuerza la injusticia de los sistemas tributarios. En Brasil, cifras de 2008 indican que la carga tributaria que soportaron los hogares que ganaron más de 30 salarios mínimos al mes ascendió a 29% del ingreso familiar, mientras que los hogares que ganaron menos de dos salarios mínimos soportaron un 53,9% de carga en impuestos. Estas cifras reflejan el gran peso que tienen los impuestos al consumo, sobre todo para quienes ganan menos y por tanto dedican casi todo su ingreso a consumir. Incluso hay estudios que demuestran que los avances que se han logrado gracias a programas de protección social del estado, se revierten debido al impacto que tienen los impuestos al consumo sobre las finanzas de los más pobres. A pesar de recibir ayudas a través de programas de protección social del Estado, las personas con menores ingresos no mejoran su situación de vulnerabilidad y desigualdad. En Bolivia el índice de Gini (que mide la desigualdad) se reduce en un 2% cuando se aplican las ayudas estatales a través de transferencias directas, pero cuando se añade el efecto de los impuestos al consumo esta reducción baja a tan solo el 0,5%. Además de la baja presión tributaria, la escasa aportación de los impuestos directos (a la riqueza) se explica en parte por las exoneraciones e incentivos fiscales para promover inversión nacional y sobre todo extranjera, y por la nula o baja tributación de las rentas del 3 capital financiero e inmobiliario. Esto conlleva a que lo poco que se recauda por impuestos a la renta personal en LAC, la mayor parte provenga de los asalariados de clase media. En Brasil, Colombia, Guatemala y Venezuela los ingresos por salarios tienen tasas efectivas de impuestos que son el doble de las tasas que efectivamente pagan las ganancias del sector empresarial. Un claro ejemplo de esta situación es Nicaragua donde cerca del 30% de la población vive en indigencia. En 2010 se dejaron de recaudar alrededor de 500 millones de dólares debido a incentivos fiscales; más que el presupuesto de salud de ese año. Incentivos fiscales que beneficiaron, entre otros, a las empresas más rentables del país. Pareciera que los sistemas fiscales de LAC han sido diseñados a la medida de la élite económica y política de la región que tiene una gran capacidad de influencia sobre los sistemas legislativos de los países. Evasión y elusión fiscal En Latinoamérica y el Caribe, la evasión y elusión fiscal son elevadas, y están concentradas principalmente en el impuesto a la renta personal y de las empresas. Un estudio de 2010 sobre estimaciones de evasión del impuesto sobre la renta en países de LAC encuentra niveles de evasión que oscilan entre un 46% (México) y un 65% (Ecuador) en el caso de las empresas y entre un 33% (Perú) y 70% (Guatemala) en el caso de las personas físicas. Los gobiernos de LAC suelen promover inversiones que generan beneficios para las empresas y entidades privadas (a través de las exenciones y facilidades fiscales). Estas exenciones refuerzan el poder de las élites y el costo lo terminan asumiendo los sectores vulnerables de la población que más necesitan de bienes y servicios públicos bien dotados y financiados con recursos públicos que no alcanzan. A pesar de un esfuerzo notable por una mayor profesionalización de las administraciones tributarias, la pobre cultura tributaria (que en muchos casos responde a la falta de credibilidad en la gestión gubernamental), la debilidad de los sistemas de control internos y la impunidad de los delitos fiscales juegan en contra de la efectividad de las instancias encargadas de la recaudación de impuestos en la región. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, solo tres de cada 100 contribuyentes están sujetos a alguna fiscalización de sus declaraciones de impuestos y tan solo se procesan tres sentencias por delito tributario por año en promedio en cada país latinoamericano. Es fundamental señalar que también existen serios déficits en la arquitectura del sistema fiscal internacional que favorecen las prácticas de algunas grandes corporaciones y multimillonarios, que se aprovechan de las debilidades del sistema para reducir considerablemente su contribución fiscal. De acuerdo a un informe de 2012 de Tax Justice Network, Brasil, México, Venezuela y Argentina se encuentran en la lista de las 20 naciones que más dinero poseen en paraísos fiscales. Es así como la recaudación que podría generarse por gravar solo un 3,5% de 4 los recursos estimados que los ricos latinoamericanos esconden en paraísos fiscales sería más que suficiente para que 32 millones de latinoamericanos salieran de la pobreza. Es decir, todas las personas que viven en pobreza en Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador y Perú juntos. Los paraísos fiscales son un claro incentivo a la evasión y elusión fiscal y el auténtico agujero negro de las finanzas públicas que no sólo merman la capacidad recaudatoria de los países de la región, sino que reducen el margen de maniobra para avanzar sobre políticas progresivas. Más allá de la baja o nula tributación que aplican, el problema esencial de estas jurisdicciones radica en su falta de transparencia, las facilidades para la constitución de empresas fachada, junto con la falta de cooperación fiscal e intercambio de información entre las administraciones tributarias (en parte gracias al secreto bancario). Inversión en políticas públicas contra la desigualdad Romper la cadena de la desigualdad implica impulsar la movilidad social, es decir generar iguales oportunidades para la población haciendo que todos podamos conseguir un futuro mejor independientemente de nuestro género, etnia, color o lugar y familia de nacimiento. Es necesario garantizar que tanto los impuestos como el gasto público contribuyen a disminuir las desventajas con las que muchos llegan al mundo. La década del 2000 hasta 2010 representa un punto de inflexión en la historia reciente de las políticas sociales en LAC. Particularmente importantes han sido los programas de protección social no contributivos de amplia cobertura, así como los programas de transferencias condicionadas de efectivo y más recientemente los programas de pensiones no contributivas. Existen controversias respecto al grado de impacto de dichos instrumentos, pero la relación entre los menores niveles de pobreza monetaria extrema y estos programas es indiscutible. Sin embargo, menor ha sido el esfuerzo de los gobiernos para mejorar las políticas sociales y combatir las desigualdades más afianzadas y construir ciudadanía y no clientela electoral. Parte de la explicación se basa en que estos programas de transferencias públicas se han hecho a costa del esfuerzo que los estados deberían hacer para mejorar y/o crear servicios públicos de calidad para la ciudadanía, como la salud y educación. Incluso las políticas fiscales progresivas, si no ayudan a romper las condiciones estructurales que reproducen la exclusión pueden favorecer a los pobres en el corto plazo pero se transforman en acomodaticias y poco eficientes en el mediano y largo plazo. Es necesario desarrollar también políticas fiscales de fomento de oportunidades económicas para estos sectores, especialmente que impulsen la formalización de los trabajadores pobres y para las mujeres quienes en muchas ocasiones ejercen labores de cuidado no remuneradas y por tanto carentes de beneficios de protección social e invisibles para la economía y por ende, incapaces de recibir incentivos provenientes de los sistemas fiscales. De otro lado, en LAC el nivel de transparencia sobre los asuntos fiscales y las entidades encargadas de estos, así como los mecanismos de participación ciudadana en las políticas fiscales, aún dejan mucho que desear. Es difícil exigir a la población y al sector privado que aporten cuando no sienten confianza de que sus recursos serán bien utilizados para el bienestar colectivo. De acuerdo al Índice de Percepción de la corrupción (2013) que elabora anualmente la organización Transparencia Internacional, países como Haití, Venezuela, Paraguay, Honduras, Nicaragua, Guatemala y República Dominicana se encuentran entre los países con los niveles más elevados de percepción de la corrupción. Esto implica la falta de 5 confianza en los Estados poniendo en cuestionamiento de su deber en la lucha contra la desigualdad y reduciendo la cultura tributaria. Es necesario reducir los despilfarros y el uso del gasto público con propósitos partidarios que derivan en episodios de clientelismo y corrupción. En 2012 el gobierno del presidente Leonel Fernández dejó en República Dominicana un agujero de casi 3500 millones de euros, más de un 8% del PIB, en concepto de gasto no aprobado por la Ley de Presupuesto en un año electoral. La disponibilidad del gasto público para satisfacer objetivos de combate de la desigualdad y pobreza sigue viéndose muy amenazada por estos flagelos y otras ineficiencias en buena parte de los países de LAC Recomendaciones de Oxfam En LAC queda mucho por hacer para que las finanzas públicas sean un instrumento en la construcción de sociedades más equitativas y por lo tanto más cohesionadas. Por estas razones exigimos a nuestros gobiernos que tengan la voluntad política para utilizar todo el potencial de la fiscalidad para reducir las desigualdades, garantizar los derechos de las mayorías representando sus intereses y no los de unos pocos elegidos. Estas son nuestras recomendaciones: 1. Políticas públicas contra la desigualdad para cumplir con la función redistributiva del Estado a través de los presupuestos públicos. Es decir, gasto público suficiente y estable para financiar servicios sociales básicos de calidad y bien dirigidos, así como mecanismos de protección social robustos. 2. Quien más tiene, ha de contribuir más. Incrementar el rol de los sistemas tributarios como instrumentos redistributivos de la riqueza de un país, recaudar más no tiene que suponer aumentar el esfuerzo fiscal de las clases medias y los más pobres. 3. En coordinación con otras políticas públicas, la política fiscal debe promover la diversificación económica y el desarrollo de actividades ecológicamente responsables y generadoras de empleos de calidad. 4. Los beneficios fiscales deben ser excepcionales eliminando aquéllos que no tienen impactos sociales positivos claros. 5. Combatir la extrema concentración de activos productivos como la tierra, impulsando la pequeña agricultura y el desarrollo productivo de las PYMES. Deben eliminarse diversos instrumentos para la promoción irrestricta del modelo extractivista o la extrema concentración de recursos y activos productivos como la tierra. 6. Impulsar la formalización progresiva y justa de empresas y trabajadores/as informales. Generar beneficios fiscales que favorezcan la formalización progresiva de los emprendimientos y de las trabajadoras y trabajadores pobres que son invisibles para el Estado. Es indispensable que los aportes de estos sectores sean de manera acorde con sus capacidades de pago. La formalización no debe ser un prerrequisito para la satisfacción de los derechos como la salud, educación y la protección social de los trabajadores y trabajadoras. 7. "Tolerancia cero" al fraude fiscal, incluyendo medidas que pongan freno a la impunidad de los evasores. Es imprescindible garantizar una cooperación y coordinación fiscal efectiva entre países, y seguir fortalecimiento las capacidades de fiscalización de los gobiernos. 8. Los privilegios y la opacidad de los paraísos fiscales deben desaparecer. La falta de transparencia del sistema financiero global y el abuso de las empresas multinacionales en particular, no solo merman la capacidad recaudatoria de los países de la región sino que reducen el margen de maniobra para avanzar sobre políticas progresivas. 6 9. Contribuir a desmantelar visiones discriminatorias que mantienen -por condición de raza o sexo- a significativos sectores de la población ajenos a verdaderas oportunidades de superación. En particular, debe ahondarse en el estudio de los impactos de los sistemas fiscales que refuerzan los roles tradicionales de las mujeres en la sociedad y que se convierten en claros escollos para su superación al profundizar las brechas de género. 10. Contribuir a la desconcentración del poder político en las sociedades de la región. Y en este sentido es clave que un sistema fiscal justo se apoye en una participación ciudadana efectiva que represente los intereses de los grupos históricamente desfavorecidos, sobre la base de un marco de transparencia y rendición de cuentas responsable de los gobiernos hacia todos los niveles. Descargue el informe completo Justicia Fiscal para reducir la desigualdad en Latinoamérica y el Caribe en http://oxf.am/LdP Para entrevistas y mayor información: Tania Escamilla // [email protected] // +52 1 55 41813147. Oxfam www.oxfam.org Oxfam es una confederación internacional de 17 organizaciones que trabajan juntas en 92 países: Oxfam America (www.oxfamamerica.org), Oxfam Australia (www.oxfam.org.au), Oxfam-in-Belgium (www.oxfamsol.be), Oxfam Canada (www.oxfam.ca), Oxfam France (www.oxfamfrance.org), Oxfam German (www.oxfam.de), Oxfam GB (www.oxfam.org.uk), Oxfam Hong Kong (www.oxfam.org.hk), Oxfam India (www.oxfamindia.org), Intermon Oxfam (www.intermonoxfam.org), Oxfam Ireland (www.oxfamireland.org), Oxfam Italy (www.oxfamitalia.org), Oxfam Japan (www.oxfam.jp), Oxfam Mexico (www.oxfammexico.org) Oxfam New Zealand (www.oxfam.org.nz) Oxfam Novib (www.oxfamnovib.nl), Oxfam Quebec (www.oxfam.qc.ca) 7