Prevalencia del síndrome de piernas inquietas en las consultas de

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ORIGINAL
Prevalencia del síndrome de piernas inquietas
en las consultas de atención primaria
T. Pérez-Romero a, A. Comas-Fuentes a,b, M. Debán-Fernández a,
J.P. González-Nuevo Quiñones a, J. Maujo-Fernández a
PREVALENCIA DEL SÍNDROME DE PIERNAS INQUIETAS EN LAS CONSULTAS DE ATENCIÓN PRIMARIA
Resumen. Introducción. El síndrome de piernas inquietas (SPI) es un trastorno neurológico común, infradiagnosticado y tratable, que se asocia casi siempre con problemas de sueño. Nos planteamos estudiar su prevalencia en nuestro medio. Pacientes y métodos. Estudio descriptivo transversal desarrollado en un centro de atención primaria. 283 pacientes mayores de 50
años que consultaron por cualquier motivo fueron encuestados sobre cumplimiento de los criterios diagnósticos establecidos
internacionalmente en 1995 por el Grupo Internacional para el Estudio del SPI. Resultados. La prevalencia hallada fue del
11,6% (IC 95%: 7,9-15,3%). Un 73,5% fueron mujeres y un 26,5%, hombres (razón casi de 3 a 1). Sólo un 15% refieren repercusión importante en su calidad de vida, por lo que estimamos el SPI clínicamente relevante en un 1,9%. Por regresión logística sólo la frecuentación elevada, la somnolencia diurna y precisar hipnóticos para dormir, se asoció al SPI. Conclusiones.
La prevalencia de SPI hallada en pacientes mayores de 50 años en nuestro medio es elevada, un 11,6%; un 1,9% si nos ceñimos al clínicamente relevante. Debe descartarse especialmente en mujeres, pacientes frecuentadores o con trastornos del sueño en tratamiento con hipnóticos. [REV NEUROL 2007; 44: 647-51]
Palabras clave. Atención primaria. Prevalencia. Síndrome de piernas inquietas.
INTRODUCCIÓN
El síndrome de piernas inquietas (SPI) es un trastorno neurológico común que comprende unas formas idiopáticas, de origen
genético o desconocido, y otras asociadas a múltiples causas no
bien definidas. Infradiagnosticado y tratable, se asocia casi siempre con problemas del sueño [1,2].
Los pacientes con SPI sienten una necesidad irresistible de
mover las piernas, unida normalmente a sensaciones desagradables, que empeoran durante la inactividad y suelen interferir en
el descanso nocturno. No es muy conocida la existencia de unos
criterios diagnósticos bien definidos establecidos en 1995 por el
‘Grupo internacional para el estudio del SPI’ y revisados posteriormente en año 2003 [3,4].
Su prevalencia varía de unos estudios a otros, con un amplio
intervalo entre el 0,1 y el 15%, según los datos de una revisión
de los 18 estudios que utilizan los criterios diagnósticos internacionalmente aceptados. Estas diferencias son explicables, aparte de por razones geográficas o de edad y género, por las diferencias metodológicas entre los diferentes estudios [5]. Son escasos los datos epidemiológicos disponibles en España, entre los
que destacan una submuestra del estudio REST (Restless Legs
Syndrome Epidemiology, Symptoms, and Treatment), que encuentra una prevalencia del 5,5% [6].
La importancia clínica de esta patología se debe al deterioro
en la calidad de vida (CV) que genera. Los síntomas empeoran en
las horas de descanso nocturno, por lo que la privación crónica
de sueño, y el efecto que esto produce en la concentración durante el día, pueden afectar a la capacidad de trabajo, a la capaAceptado tras revisión externa: 14.05.07.
a
Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud de Otero. Servicio de
Salud del Principado de Asturias. b Departamento de Medicina Preventiva.
Facultad de Medicina. Universidad de Oviedo. Oviedo, Asturias, España.
Correspondencia: Dr. Ángel Comas Fuentes. Centro de Salud de Otero. Otero, s/n. E-33008 Oviedo (Asturias). E-mail: [email protected]
© 2007, REVISTA DE NEUROLOGÍA
REV NEUROL 2007; 44 (11): 647-651
cidad de participar en actividades sociales y al ocio. Asimismo,
puede causar en estos pacientes cambios de humor que repercuten en sus relaciones personales.
Nos planteamos como objetivo principal conocer la prevalencia de SPI en las consultas de Atención Primaria (AP) de
nuestro medio en personas mayores de 50 años, y como objetivo secundario describir el SPI en términos de frecuencia de los
síntomas y de su repercusión en la CV.
PACIENTES Y MÉTODOS
Tipo de estudio y emplazamiento
Estudio descriptivo transversal sobre los pacientes que acuden a consulta en
el Centro de Salud de Otero (centro semiurbano, docente, situado en Oviedo, que atiende a 25.000 personas).
Población que se estudia
Incluimos a aquellos pacientes mayores de 50 años que solicitaron consulta
por cualquier motivo, excluyendo desplazados, patologías agudas graves,
terminales, pacientes que se negaron a participar y pacientes con deterioro
cognitivo.
Muestra
Calculada para una población con un 10% de prevalencia estimada, con un
error del 3,5%, un nivel de confianza del 95% y un 10% de pérdidas, fue de
283 pacientes.
Variables
– Variables sociodemográficas habituales (edad, sexo, historia clínica).
– Índice de masa corporal (IMC).
– Frecuentación en el último año.
– Tabaquismo (fumador actual, ex-fumador o nunca fumador).
– Seguimiento por AP o especializada (Reumatología, Cirugía Vascular o
Neurología).
– Presencia de diabetes, artritis reumatoide, síndrome de apnea obstructiva
del sueño, anemia en los últimos 5 años, hipotiroidismo, o antecedentes
de amiloidosis en la familia.
– Calidad del sueño (estableciendo cinco categorías: 1. ‘Duermo bien’; 2.
‘Duermo mal, pero nunca consulté ni tomé ningún producto’; 3. ‘Duermo
mal y me automedico o recurro a productos de parafarmacia’: 4. ‘Duer-
647
T. PÉREZ-ROMERO, ET AL
Tabla I. Criterios esenciales y de apoyo para el diagnóstico de síndrome
de piernas inquietas.
Tabla II. Descripción de las características de la muestra estudiada. En los
datos cuantitativos se indica media y, entre paréntesis, desviación estándar; en los cualitativos, porcentaje, y entre paréntesis, número absoluto.
Criterios esenciales a
Edad (años)
Un fuerte deseo de mover las piernas, normalmente junto
con sensaciones desagradables o incómodas en las piernas
Los síntomas comienzan o empeoran durante períodos
de descanso o de inactividad, como estar tumbado o sentado
64,5 (10,1)
2
Índice de masa corporal (kg/m )
28,3 (4,6)
Número de consultas en el último año
15,7 (14,7)
Género
Las sensaciones desagradables o la urgencia de mover las piernas
son parcial o totalmente aliviadas por movimientos como caminar,
flexionar y estirar las piernas, etc., al menos mientras dura la actividad
Las sensaciones desagradables o la urgencia de mover las piernas
son peores al final de la tarde o en la noche que durante el día,
o sólo ocurren al final de la tarde o en la noche
Criterios de apoyo
Respuesta positiva al tratamiento dopaminérgico
Movimientos límbicos periódicos despierto o dormido
Historia familiar positiva de síndrome de piernas inquietas
sugestiva de un modelo de herencia autosómico dominante
a
Los cuatro criterios esenciales deben cumplirse para un diagnóstico de certeza.
Hombre
40,7 (105)
Mujer
59,3 (153)
Tabaquismo
Sí
10,1 (26)
No
59,5 (153)
Ex-fumador
30,4 (78)
Seguimiento por atención especializada
Sí
11,6 (30)
No
88,4 (228)
Diabetes
mo mal, he consultado por este motivo a mi médico, pero no he tomado
medicación alguna o sólo algún día de forma esporádica’; 5. ‘Uso fármacos hipnóticos o benzodiacepinas para dormir, o los he usado anteriormente varios días seguidos en los últimos 5 años’).
– Uso de antidepresivos, benzodiacepinas y neurolépticos en los últimos
5 años.
– Presencia de somnolencia diurna.
– Criterios de SPI (Tabla I).
A los pacientes que cumplían los cuatro criterios esenciales se les interrogaba sobre:
– Gravedad en función de la frecuencia con la que presentan los síntomas
(1. Muy grave, 6-7 días a la semana; 2. Grave, 4-5 días a la semana; 3.
Moderado, 2-3 días a la semana; 4. Leve, un día a la semana; 5. Ocasional, menos de una vez por semana).
– Partes del cuerpo afectadas (las piernas u otras partes).
– Edad de inicio de los síntomas.
– Repercusión de estas sensaciones en la CV del paciente laboral y/o relaciones personales (1. Muy importante; 2. Algo importante; 3. No sé, neutral; 4. Poco importante; 5. Nada importante).
Intervención
Utilizamos un cuestionario de elaboración propia, previamente comprobada
su comprensibilidad con una submuestra de pacientes, que pasamos a todos
los pacientes que constituyeron la muestra, tras su consentimiento verbal.
Los datos fueron introducidos en una base de datos y procesados con el paquete estadístico SPSS.
Sí
21,8 (56)
No
78,2 (201)
Artritis reumatoide
Sí
1,2 (3)
No
98,8 (254)
Anemia
Sí
6,2 (16)
No
93,8 (241)
Hipotiroidismo
Sí
4,7 (12)
No
95,3 (245)
Uso de fármacos antidepresivos
Sí
27,7 (71)
No
72,3 (185)
Uso de benzodiacepinas
Sí
50,0 (128)
No
50,0 (128)
Análisis
Se obtuvo la prevalencia de SPI con su intervalo de confianza (IC) del 95%.
Se compararon bivariantemente las variables estudiadas en los pacientes
con y sin diagnóstico de SPI mediante la prueba de chi al cuadrado para los
datos cualitativos y la t de Student para los cuantitativos. Mediante análisis
multivariante por regresión logística se estudió qué variables se asociaban a
la presencia del SPI. Se describen las características específicas (gravedad,
repercusión en la CV, etc.) de los pacientes con SPI.
RESULTADOS
Hemos estudiado finalmente 258 pacientes con una edad media de 64,5 años
y un 59,3% de mujeres. La media de consultas en el centro de salud fue de
15,7 consultas/año. El 50% tomaba benzodiacepinas y un 27,7% antidepresivos. Tan sólo un 10,1% eran fumadores activos y sólo un 11,6% estaba en
648
Presencia de somnolencia diurna
Sí
15,6 (40)
No
84,4 (217)
seguimiento por atención especializada. Otras características de la muestra
se recogen en la tabla II.
El porcentaje hallado de pacientes con criterios de SPI fue de un 11,6%
(IC 95%: 7,9-15,3%).
En la tabla III se hace una comparación de los pacientes que presentan
SPI con respecto a aquellos que no muestran síntomas. Destaca la mayor
frecuentación de los pacientes con SPI, 26,41 consultas/año frente a 14,1
REV NEUROL 2007; 44 (11): 647-651
SÍNDROME DE PIERNAS INQUIETAS
Tabla III. Comparación entre los pacientes que presentan, o no, síndrome
de piernas inquietas (SPI). En los datos cuantitativos se indica media y,
entre paréntesis, desviación estándar; en los cualitativos, porcentaje, y
entre paréntesis, número absoluto.
No SPI
p
63,4 ( 9,3)
64,5 (10,1)
0,559
Índice de masa corporal (kg/m )
29,7 (4,4)
28,1 (4,6)
Consultas en el último año
26,41 (27,1)
14,1 (10,9)
Sí SPI
Edad
2
Total
Sí SPI
No SPI
Duermo bien
45,9 (118)
20,6 (7)
49,8 (111)
0,520
Mal, nunca consulté
12,1 (31)
8,8 (3)
12,6 (28)
0,014
Mal, me automedico
6,6 (17)
8,8 (3)
6,3 (14)
Consulté alguna vez
7,0 (18)
8,8 (3)
6,7 (15)
28,4 (73)
52,9 (18)
24,7 (55)
Sexo
Hombre
26,5 (9)
Tabla IV. Comparación de la calidad del sueño entre los pacientes que
presentan, o no, síndrome de piernas inquietas (SPI). En los datos cuantitativos se indica media y, entre paréntesis, desviación estándar; en los
cualitativos porcentaje y, entre paréntesis, número absoluto.
42,9 (96)
Mal, uso fármacos
p
0,006
0,070
Mujer
73,5 (25)
57,1 (128)
Tabaco
Sí
5,9 (2)
10,8 (24)
No
73,5 (25)
57,4 (128)
Ex-fumador
20,6 (7)
31,8 (71)
0,200
Seguimiento por atención especializada
Sí
11,8 (4)
11,6 (26)
No
88,2 (30)
88,4 (198)
Sí
32,4 (11)
20,2 (45)
No
67,6 (23)
79,8 (178)
Sí
5,9 (2)
0,4 (1)
No
94,1 (32)
99,6 (222)
Sí
11,8 (4)
5,4 (12)
No
88,2 (30)
94,6 (211)
Sí
5,9 (2)
4,5 (10)
No
94,1 (32)
95,5 (213)
Sí
47,1 (16)
24,8 (55)
No
52,9 (18)
75,2 (167)
Sí
70,6 (24)
46,8 (104)
No
29,4 (10)
53,2 (118)
Sí
35,3 (12)
12,6 (28)
No
64,7 (22)
87,4 (195)
0,979
Diabetes
0,109
Artritis reumatoide
En la tabla IV se compara la calidad del sueño entre los pacientes que
cumplen o no criterios de SPI. Afirman dormir bien un total de 45,9% (118
pacientes); de entre ellos, 7 pacientes tenían SPI y 111 pacientes no. Aquellos que tomaban fármacos de manera habitual, el 52,9% presentaban el
SPI, frente al 24,7% que no cumplen criterios.
En la tabla V se presenta el análisis multivariante, donde se puede observar que solamente existe asociación significativa con la presencia SPI para
la somnolencia diurna, la dificultad para dormir y la mayor frecuentación en
las consultas de AP.
Los pacientes con SPI refieren haber empezado con los síntomas a los
55,9 años –desviación estándar (DE): 7,9–, lo que supone una antigüedad
de los síntomas de 5,7 años (DE: 5,2). Un 15,2% presentan los síntomas 6-7
días/semana; el 21,2%, 4-5 días/semana; el 36,4%, 2-3 días/semana; el 12,1%,
1 día/semana y el 15,2%, menos de un día a la semana. Respecto a la repercusión en su CV es ‘muy importante’ el 15,2%, ‘algo importante’ el 24,2%,
‘neutrales/no saben’ el 6,1%, ‘poco importante’ el 21,2%, y ‘nada importante’ el 33,3%. La prevalencia de SPI en función de estos aspectos y utilizando los criterios del estudio REST [6] se recoge en la tabla VI.
0,047
Anemia
0,151
Hipotiroidismo
0,719
Uso de antidepresivos
0,007
Uso de benzodiacepinas
0,010
Somnolencia diurna
0,001
consultas/año de los que no tienen SPI. Es mayor el porcentaje de mujeres
con SPI (73,5%), frente a los hombres (26,5%). También es llamativo el
mayor empleo de benzodiacepinas por parte de los que cumplen criterios de
SPI; así, un 70,6% de los pacientes que cumplen criterios toman benzodiacepinas, frente a un 46,8% de los que no cumplen criterios.
REV NEUROL 2007; 44 (11): 647-651
DISCUSIÓN
La prevalencia hallada para SPI, siguiendo los criterios diagnósticos clínicos establecidos, fue de 11,6% (IC 95%: 7,9-15,3%),
similar a la obtenida en estudios previos como en el REST, que
halló una prevalencia de 11,1% en una población de pacientes
de diferentes países que consultaban por cualquier motivo en
AP [6]; aunque hay que señalar que en este estudio España era
el país con menor prevalencia, un 5,5%.
El estudio REST en población general encontró una prevalencia menor, un 7,6% [7]. En EE. UU. se halló una prevalencia
del 9,4% [8], mientras otro estudio llevado a cabo en Alemania
también encontró una prevalencia similar, del 9,8% en pacientes
entre 65 y 83 años [9]. En este último se halló una razón mujer/hombre en cuanto a prevalencia de 2 a 1 [10], mientras que
en nuestro estudio, de los pacientes que cumplieron criterios
para SPI, un 73,5% fueron mujeres y un 26,5% hombres, una
relación casi de 3 a 1. En todos los estudios la prevalencia es superior entre las mujeres que entre los hombres. En dos trabajos
diferentes en Suecia, 5,8% de los hombres y 11,4% de las mujeres cumplían criterios de SPI [11,12]. En Francia, un estudio
con población general encontró una prevalencia del 8,5%, también con una razón mujer/hombre de 2 a 1 [13].
Si bien lo que se conoce sobre este síndrome establece que
su prevalencia aumenta con la edad [14], en nuestro estudio la
media de edad de aquellos que cumplieron criterios (63,4 años),
resulta similar a la de aquellos que no los cumplían (64,5 años).
También en el estudio realizado en Francia la prevalencia aumentaba hasta los 64 años, disminuyendo posteriormente en ambos sexos [13].
649
T. PÉREZ-ROMERO, ET AL
Según estudios previos, y debido a la Tabla V. Análisis multivariante por regresión logística utilizando como variable dependiente la precomplejidad para establecer un adecuado sencia de síndrome de piernas inquietas (SPI) (0 = no SPI).
diagnóstico, parece ser frecuente la conCoeficiente
DE
p
OR
IC 95% para la OR
fusión con otras patologías. En el estudio
–0,030
0,023
0,193
0,971
0,928-1,015
REST, en aquellos en los que no se llegó a Edad
un diagnóstico del síndrome, los síntomas Sexo (0 = hombre)
0,545
0,517
0,291
1,725
0,627-4,747
que padecían se atribuyeron erróneamen0,044
0,046
0,336
1,045
0,955-1,145
te a enfermedades reumáticas o trastornos IMC
circulatorios [6]. En nuestro estudio, tan Tabaco (0 = sí)
0,187
0,425
0,660
1,205
0,524-2,772
sólo un 11,6% (un total de 30 pacientes)
–0,030
0,498
0,951
0,970
0,365-2,576
estaba en seguimiento por servicios de Diabetes (0 = sí)
atención especializada; y de estos últi- Anemia (0 = sí)
0,261
0,818
0,750
1,298
0,261-6,456
mos, tan sólo 4 pacientes cumplían crite–2,156
1,673
0,197
0,116
0,004-3,072
rios de SPI; por tanto, no hemos encontra- Artritis reumatoide (0 = sí)
do una mayor asociación en pacientes con Hipotiroidismo (0 = Sí)
0,328
0,916
0,720
1,388
0,231-8,356
SPI y seguimiento por otros servicios.
Sueño
0,295
En cuanto a la frecuentación de los
a
pacientes, aquellos que cumplían criterios Sueño 1 (0 = bien)
0,301
0,804
0,708
1,352
0,280-6,536
de SPI acudían significativamente más a
b
Sueño 2 (0 = bien)
0,982
0,849
0,247
2,671
0,506-14,106
menudo, con una media de 26,41 consulc
1,446
0,865
0,094
4,248
0,780-23,134
tas/año frente a 14,1 los pacientes sin SPI. Sueño 3 (0 = bien)
Posteriormente, tras realizar el análisis Sueño 4 d (0 = bien)
1,572
0,755
0,037
4,817
1,098-21,139
multivariante, estableciendo como varia0,332
0,661
0,615
1,394
0,382-5,089
ble dependiente la presencia de SPI, con- Benzodiacepinas (0 = sí)
firmamos la asociación entre padecer SPI Somnolencia diurna (0 = sí)
–1,356
0,497
0,006
0,258
0,097-0,682
y una mayor frecuentación al centro de
0,026
0,534
0,961
1,026
0,360-2,924
salud. Estos resultados nos llevan a pen- Antidepresivos (0 = sí)
sar que los pacientes con SPI acuden más Frecuentación
0,044
0,017
0,009
1,045
1,011-1,080
a consulta, bien porque tengan una mayor
e
0,612
0,780
0,432
1,845
0,400-8,503
patología asociada, como se recoge en Seguimiento (0 = sí)
otros estudios [11] –hipótesis poco proba- Constante
–0,280
4,957
0,955
0,756
ble, ya que en nuestro análisis se controIMC: índice de masa corporal; IC: intervalo de confianza; OR: odds ratio; DE: desviación estándar. a ‘Duermo
laba la presencia de las patologías asocia- mal, nunca consulté’ frente a ‘duermo bien’; b ‘Duermo mal, me automedico’ frente a ‘duermo bien’; c ‘Duertratamiento fijo’ frente a ‘duermo bien’; d ‘Tomo hipnóticos o los he tomado’
das más importantes–, o bien, como se mo mal, consulté, no hago
frente a ‘duermo bien’; e Seguimiento por otra especialidad: Cirugía Vascular, Neurología o Reumatología.
estableció en el estudio REST, por la dificultad de llegar a un diagnóstico correcto;
ya que en dicho estudio un 81% de pa- Tabla VI. Prevalencia global del síndrome de piernas inquietas (SPI) en función de su frecuencia
cientes consultaron sobre sus síntomas, semanal y de su repercusión en la calidad de vida (CV).
pero tan sólo el 8,3% recibió un diagnósPrevalencia (%)
IC 95%
tico correcto de SPI, con la consecuencia
11,6
7,9-15,3
de una mayor demanda de consulta por SPI total
parte de los pacientes, ya que no recibie- Por frecuencia
1 o más días/semana
10,6
6,9-14,3
ron un tratamiento adecuado [6].
2 o más días/semana
9,1
5,6-12,6
En cuanto a la calidad del sueño,
afirmaban dormir bien un 45,9% de los
4 o más días/semana
4,6
2,1-7,1
entrevistados. El resto afirmaban tener
6 o más días/semana
1,9
0,3-3,5
problemas para dormir. Entre los pacientes que cumplían criterios de SPI, un ele- Por repercusión en CV
Muy importante
1,9
0,3-3,5
vado porcentaje, el 52,9% estaba en traAlgo y muy importante
4,9
2,3-7,5
tamiento con fármacos hipnóticos. Al interrogar a los pacientes acerca de la preImpacto moderado o grave en
4,2
1,8-6,6
CV y más de 2 días/semana a
sencia de somnolencia diurna, un 35,3%
de los pacientes que cumplían criterios de a Criterios del estudio REST (Restless Legs Syndrome Epidemiology, Symptoms, and Treatment) [6] para
SPI la presentaban, frente a un 12,6% de seleccionar a los pacientes que podrían requerir tratamiento médico. IC: intervalo de confianza.
los que no cumplían criterios. Después
de realizar el análisis multivariante, encontramos asociación entre presencia de SPI con la somnolen- ración en el sueño en pacientes que consultan en AP en Europa
cia diurna y utilizar o haber utilizado hipnóticos. Estos datos y EE. UU. [6].
Al estudiar la gravedad del síndrome en función de la freconfirman los resultados del estudio REST, donde un 68,6% de
los pacientes presentaban trastornos de sueño, por lo que su- cuencia de aparición de los síntomas, y refiriéndonos a la poblagieren que el SPI es una de las causas más importantes de alte- ción total, la prevalencia de SPI muy grave (6-7 días semana)
650
REV NEUROL 2007; 44 (11): 647-651
SÍNDROME DE PIERNAS INQUIETAS
fue del 1,9%, porcentaje que coincide con el de pacientes que
consideran que les afecta de manera importante a su CV. Estas
cifras se corresponden con otros estudios que estiman una prevalencia del 2,7% para el SPI clínicamente relevante [7]. Si
aplicamos los criterios, más amplios, del estudio REST [6]
–consideran a todos los pacientes que refieren ‘algún’ y ‘muy
importante’ impacto en su CV y que presentan síntomas al menos dos veces por semana como portadores de un SPI clínicamente relevante– obtenemos un 4,2%, cifras superiores al 1,9%
encontrado en dicho estudio en nuestro país.
En cuanto a las limitaciones, hay que señalar, en primer
lugar, que al comparar los datos debe tenerse en cuenta que
nuestro estudio se realizó en población mayor de 50 años, en la
que la prevalencia de SPI es mayor, ya que ésta teóricamente
aumenta con la edad. Precisamente este hecho, recogido en la
mayoría de los estudios previos, junto con el predominio de los
pacientes de mayor edad en nuestras consultas, fue lo que nos
hizo enfocar nuestra investigación en ese subgrupo de población. La mayor prevalencia esperada hacía disminuir la muestra
necesaria y aumentaba la posibilidad del estudio, pero debe tenerse en cuenta al valorar los resultados.
Cabe mencionar también entre las limitaciones la dificultad
para llegar a un diagnóstico claro, ya que para los pacientes es
complicado describir las sensaciones y el dolor asociados a este
síndrome. Cuando hablan con su médico, gran parte de los pa-
cientes centran sus comentarios en la incapacidad para dormir,
sin llegar a describir las molestias que sienten en sus miembros.
Por último, los cuestionarios eran presentados por los médicos habituales de los pacientes que conocían el objeto del estudio; sin embargo, a los pacientes, para pedirles su consentimiento, sólo se les explicaba que se trataba de un cuestionario sobre
el sueño y trastornos asociados. A pesar de ello, no podemos
descartar un sesgo de complacencia en las respuestas que sobreestime la prevalencia.
En conclusión, la prevalencia de SPI hallada en pacientes mayores de 50 años en nuestro medio es elevada, un 11,6%; cifra
similar a la encontrada en otros países. La gravedad es variable,
siendo sólo un 1,9% los que refieren SPI con repercusión importante en su CV. Los pacientes afectados por este síndrome
tienen más trastornos del sueño, que incluyen la necesidad de
utilizar fármacos hipnóticos y la somnolencia diurna, y además
acuden con mayor frecuencia a las consultas de AP. El número,
1,9%, sólo relativamente pequeño, de pacientes con SPI ‘relevante’ probablemente desaconseje un cribado generalizado; pero en pacientes hiperfrecuentadores y con trastornos del sueño,
incluyendo tanto la somnolencia diurna como precisar hipnóticos, debe ser un diagnóstico a considerar. Hacen falta más estudios y concienciación, tanto en la sociedad como en los sanitarios, para llegar a un diagnóstico y tratamiento eficaz del SPI.
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PREVALENCE OF RESTLESS LEGS SYNDROME AT THE OFFICE IN PRIMARY HEALTH CARE
Summary. Introduction. Restless legs syndrome (RLS) is a usual neurologic disorder, often undiagnosed and treatable, usually
associated with sleep disturbance. Our goal was to study prevalence of RLS in our practice. Patients and methods. Descriptive,
cross-sectional study, in a Primary care center. 283 patients 50 years old or older, which come to the office for any reason,
were evaluated with a questionnaire about the four essential criteria stated by the international RLS study group in 1995.
Results. Prevalence of RLS was 11,6% (95% CI: 7,9-15,3%). 73.5% were women and 26,5% men (ratio 3:1). Only 15%
reported major repercussion in their quality of life, them we estimated that RLS clinically significant is present in 1,9% of our
patients. By means of logistic regression only high number of consults at the office, daily sleepiness and use of hypnotics were
associated to RLS. Conclusions. Prevalence of RLS in more than 50 years old patients is high: 11,6% but 1,9% of medically
significant RLS. Must be suspected specially in women, frequent consultants or with sleep disorders in treatment with
hypnotics. [REV NEUROL 2007; 44: 647-51]
Key words. Prevalence. Primary health care. Restless legs syndrome.
REV NEUROL 2007; 44 (11): 647-651
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