Dice mi abuelita que en luna llena engordas… Mitos, sospechas y realidades de la obesidad Artículo desarrollado por investigadores del Departamento de Ciencias de la Nutrición, Pediatría y Medicina y Centro de para la Investigación de la Obesidad de la de Escuela de Salud Pública de la Universidad de Alabama en Birmingham; el Centro OPUS del Departamento de Nutrición, Actividad Física y Deportes de la Universidad de Copenhagen, Dinamarca; el Departamento de Estudios sobre el Desarrollo Familiar y Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Pennsylvania; el Centro Pennington para la investigación bio-­‐médica de Baton Rouge, LA; el Centro para la Investigación de la Actividad Física Infantil y el Departamento de Ciencias de la Actividad Física de la Arnold School de Salud Pública de la Universidad de Carolina del Sur, Columbia; el Departamento de Pediatría y Epidemiología y Programa de Graduados en Gastronomía, Artes Culinarias y Estudios de Enología del Centro de Ciencias Médica de la Nutrición del Centro de Investigación de la Obesidad Cuantitativa de la Universidad Estatal Montclair NJ, publicada originalmente en The New England Journal of Medicine en Junio de 2013. Que si la dieta de sólo comer arroz en una semana, que si el efecto del rebote, que si hay que desayunar como rey, comer como príncipe y cenar como mendigo, que si el jabón que reduce de tallas en cuestión de minutos. Muchas de las creencias acerca de la obesidad persisten sobretodo por la ausencia de evidencia científica al respecto. Aunque también habrá que aceptar que en el ser humano es hasta cierto punto una normal desarrollar tendencia a dejarnos llevar por la ilusión, a pesar de tener la evidencia científica en nuestras narices, de esa forma los mitos se van perpetuando entre todos nosotros consolidándose en eso que se conoce como leyenda urbana. Como leyenda urbana que se cuenta a manera de ponerle sabor a una conversación es hasta gracioso e interesante. Pero no siempre es así, motivos pueden ser muchos, pero lo cierto es que mucha gente pasa de la leyenda urbana a los actos, y sin más asesoramiento que las instrucciones de la amiga que supuestamente bajó 2 kilos en una semana, se empiezan dietas milagrosas poniendo en riesgo al propio organismo, dónde lo más probable es que además de que no se vean los resultados esperados, se ocasione un desbalance nutritivo, terminando por visitar al médico por un padecimiento más grave que el simple hecho de bajar unas cuantas tallas. No sólo eso: cuándo el público, los medios de comunicación, instituciones gubernamentales, e incluso científicos y académicos llegan tan sólo a mencionar algunas propuestas que carecen de demostración científica, se generan cadenas de desinformación que pueden provocar mensajes de salud publica ineficaces, inútiles o peligrosas, además de que se derrocharían grandes sumas de dinero provenientes del erario público sin que se vean resultados reales, en este caso, una disminución de sobrepeso y /u obesidad en la población. A partir de los cientos de rumores populares que circulan de boca en boca a lo largo del continente respecto a la obesidad y lo propenso de mucha gente a llevarlos a cabo sin asesoría especializada, un grupo de científicos de prestigiadas universidades y centros de investigación especializados en nutrición o ciencias de la salud y el deporte se propuso la ardua tarea de desmentirlos o porque no, comprobarlos, desde rigurosas experimentaciones científica. Este artículo pretende revisar algunas de las creencias más comunes acerca de la obesidad, pero que obviamente no son apoyadas por alguna evidencia científica contundente. Hemos reunido un cúmulo de las creencias respecto a la obesidad más frecuentes y se han divididos en tres categorías: mitos, sospechas y realidades, dependiendo de su evidencia científica, donde los mitos son todas aquellas creencias populares pero carentes de evidencia científica sustancial; las sospechas como creencias populares que a pesar de tener una lógica científica convincente no es suficiente para considerarla como una realidad, y finalmente las realidades, hechos respaldados por pruebas científicas suficientes como para considerase empíricamente como una realidad probada. Mitos (o lo que es lo mismo, falso): 1. “Pequeños y constantes cambios en los hábitos de comer (sobre todo en el consumo excesivo de alimentos calóricos) y el ejercicio, producirán grandes cambios a largo plazo que se verán reflejados en una baja de peso”: muy sencillo, pequeños cambios, pequeños resultados. En cualquier caso, los cambios tendrían que ser graduales. 2. "Lo más importante al momento de tomar la decisión de bajar de peso es establecer metas realistas, de lo contrario los pacientes se sienten frustrados y renuncian": ¿Qué es realista? ¿Bajar los kilos que por salud son necesarios, ¿Bonita figura? El sólo hecho de la meta como un objetivo aislado es un mal planteamiento, como si al llegar al peso deseado se pueda volver a ciertos malos hábitos alimenticios. 3. “La pérdida de muchos kilogramos de peso en periodos cortos de tiempo se asocia con lo que popularmente se le conoce como efecto rebote, en unos cuantos meses se puede subir el doble de lo que se perdió; lo ideal es perder peso de forma lenta y gradual": Es una idea que estuvo asociada a las dietas bajas en calorías popularizadas en la década de los 60, pero hoy día no puede ser determinante. 4. "Es importante hacer una evaluación psicológica del momento en que se toma la decisión de hacer una dieta para bajar de peso con el fin de ayudar a los pacientes que solicitan tratamiento para bajar de peso". 5. "La lactancia materna tiene un efecto protector contra la obesidad". 6. "La actividad física sexual quema entre 100 a 300 kilocalorías por persona": lamentablemente esto es mayoritariamente falso, la evidencia científica señala que para quemar tal cantidad de kilocalorías se necesitaría una hora de sexo, no dudamos que haya uno que semental capaz de durar tanto y alguien que le siga el paso. Pero de acuerdo con pruebas científicas, el promedio de una relación sexual con la actividad física requerida para quemar calorías es de 6 minutos, dónde sólo se queman 21 kilocalorías. Pero tampoco queremos que esto se tome como un desmotivador. Al contrario, bien puede ser un reto: a tener más sexo! Sospechas 1. "Desayunar bien para evitar las entrecomidas es un gran protector contra la obesidad ": Al parecer, saltarse el desayuno supuestamente lleva a comer en exceso durante el día pero aún faltas pruebas para demostrarlo. 2. "La etapa de la primera infancia es el período en el que se puede hacer del ejercicio y el comer saludablemente hábitos que alimenticios influyen en nuestro metabolismo y acumulación de peso durante toda la vida": dependiendo de muchos factores individuales, esto puede ser cierto, pero de nuevo, no en todas las personas. 3. “Si Comes más frutas y verduras verás en una pérdida real de peso, además prevenir un aumento del mismo, independientemente de que se haga cualquier otro cambio en el comportamiento cotidiano o del propio entorno": hay lógica en esto, al comer más frutas y verduras, una persona puede satisfacer sus episodios de hambre y evitar ingerir otros alimentos de más densidad calórica. Esto evidentemente tendrá un impacto en el peso. 4. "Subir y bajar de peso, casi como en una montaña rusa, se asocia a un mayor riesgo de mortalidad..." estudios observacionales han demostrado que las tasas de mortalidad son más bajas entre las personas que mantienen un peso estable a diferencia de aquellos con frecuentes etapas de inestabilidad. 5. "Los bocadillos contribuyen a un aumento de peso y obesidad": muy sencillo ¿bocadillos de fruta o bocadillos de comida procesada, como un pastelito? La respuesta es obvia. 6. "El medio ambiente que nos rodea, en términos de espacios públicos para la recreación física, influye en la obesidad": definitivamente, las características urbanas de un entorno pueden promover o inhibir los deseos de actividad física. Realidades 1. Aunque los factores genéticos juegan un papel importante, tenemos que subrayar una y otra vez que la herencia genética no tiene por qué significar destinos Hay muchas formas para modificarlo. 2. Las dietas (sobre todo cuándo estas son planeadas como una reducción de ingesta 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. calórica) pueden reducir de manera muy eficaz los kilogramos de peso, pero hay que entender que no se trata de estar a dieta toda la vida. A largo plazo no es una buena recomendación. Independientemente del peso corporal o la pérdida del mismo, un mayor nivel de ejercicio mejora las condiciones de salud para bien y en general, desde aspectos físicos hasta un estado psicológico y emocional más sano. La actividad física realizada en prolongadas sesiones de tiempo, definitivamente son eficientes en el largo plazo, sobretodo en niños. Por los que los programas de prevención de obesidad pensados desde los sistemas de salud pública deberían contemplara pero con esta intensidad. La continuación de las estrategia que promueven la pérdida de peso promueve al mismo tiempo el mantenimiento de un peso bajo o saludable, es decir, habría que transmitir el mensaje a la población que cualquier técnica saludable que te haga perder peso, si te funciona, tienes que seguir haciéndolo a manera de hábito. Los niños con sobrepeso tienen que ser insertados en programas dónde se involucre a los padres de familia de tal forma que se promueva en el hogar el hábito de perder peso y después mantenerlo. Empezar a sustituir alimentos (sobretodo aquellos de altos contenidos calóricos) por otros que emulen su sabor sin representar una sobrecarga calórica puede ayudar mucho a bajar de peso. Está demostrado que muchos productos etiquetados como light son altamente seguros. Algunos complementos farmacéuticos pueden ayudar a algunos pacientes en sus proyecto de pérdida de peso, desde luego, bajo una rigurosa supervisión médica y nutriológica. En pacientes seleccionados bajo estrictos protocolos médicos, la cirugía bariátrica puede ser una solución correcta a la obesidad y prevención de algún tipo de diabetes.