El ángel de la Guarda de Sierra Espuña Hace mucho tiempo, vivía en Sierra Espuña una anciana que cuidaba de los animales y regaba las plantas de la montaña, era el ángel de la guarda de la sierra y solo podía ser vista por los niños que tienen el corazón puro. Un día de primavera, un matrimonio junto con su hija pequeña llamada Amanda, estaban haciendo senderismo por Sierra Espuña. Amanda estaba ensimismada observando a cada paso que daba todo lo que iba encontrando, hasta que de repente, vio a una ardilla de color marrón claro que saltaba de pino en pino y decidió ir tras ella. Tras un largo rato, Amanda perdió de vista a la ardilla y mirando hacia atrás comprobó que sus padres ya no estaban y se encontraba sola. Se puso nerviosa, agitada y con lágrimas en los ojos comenzó a llamarlos. Al no recibir respuesta, la pequeña Amanda continuó caminando por la montaña hasta que llegó a un prado precioso en el que había una casita de madera, toda ella adornada con muchas flores que irradiaban una luz de color azul y blanca. Amanda, al ver la casita se fue ya un poco más tranquila y acercándose a la puerta toco varias veces y como nadie le contestaba, giro el pomo y cuál fue su sorpresa, ¡la puerta estaba abierta!. Entrando se encontró con algunos animales y entre ellos había un jabalí que se abalanzo hacia ella, la pobre Amanda al verlo se quedó paralizada y abriendo la boca pegó un fuerte grito asustándolo. Entonces Amanda salió corriendo de la casita, y al girar la cabeza para ver si la perseguía se golpeó contra uno de los pinos cayéndose. Al levantarse del suelo, oyó una voz que decía: “¿Querida niña estás bien?” Ella asustada miró alrededor sin saber muy bien de donde procedía esa vocecilla. De pronto apareció una anciana muy bella delante de sus ojos. Amanda se quedo sin respiración al comprobar que el cuerpo de la anciana era traslúcido. Ella acercándose a Amanda le alargo la mano para tranquilizarla, una vez serena fueron juntas hacia la casita de la anciana, donde ésta le dio algo de comer y de beber. La niña le preguntó porque vivía con tantos animales, a lo que ella le respondió: “Porque me gusta mucho la naturaleza, los animales y las plantas”. Pero era mucho trabajo para ella el tener que estar pendiente de todo lo que sucedía en la sierra, y necesitaba ayuda. Tras pasar un buen rato hablando, Amanda llegó a la conclusión de que tendría que haber alguien que realizara el trabajo que su amiga, “el ángel de la sierra”, hacia gratuitamente. En ese instante llamaron a la puerta y allí se encontraban los padres de Amanda. Ella al verlos salto de la silla en la que estaba sentada y corrió a darles un fuerte abrazo a ambos. Amanda les contó lo que le había ocurrido en su ausencia, los padres le dijeron que eso no era posible, que probablemente lo había soñado debido al golpe que se había dado contra el pino. Pero la niña muy tozuda siguió insistiendo de la necesidad de que algunas personas se encargasen del cuidado de la sierra. Ante la insistencia de su hija y viendo que llevaba razón, decidieron todos juntos ir al ayuntamiento de su municipio y proponérselo al concejal de Medio Ambiente. A partir de ese momento surgió la figura del guardia forestal (el ayudante del ángel de la sierra). Desde entonces Amanda sabía que su amiga podía dedicarse con más tranquilidad a otras muchas necesidades. FIN Autora: Isabel María García Cánovas, 11 años Colegio Gines Díaz San Cristobal / Alhama de Murcia