Cuatro, cuadro, cuadrado, cuadrícula Palabras clave: Le Corbusier, composición, cuadrado, cuadrícula, orientación Desde el punto de vista formal y material, suelen distinguirse dos grandes etapas en la obra arquitectónica de Le Corbusier: antes y después de la II Guerra Mundial, estética del ingeniero frente a estética brutalista; una pérdida de confianza en la tecnología parece subyacer en la fractura. A los volúmenes ligeros, pero frágiles, que responden a los cinco principios para una ‘Nueva Arquitectura’ (1926), le suceden sólidos graves que, en su masa de hormigón visto, parecen inspirarse en los resistentes búnkeres Paul Virilio vería como arqueología (1958), ruinas de la primera arquitectura moderna. Aunque pudiera tratarse de dos concepciones distantes de arquitectura, en realidad, ambas etapas responden a una única trayectoria y pensamiento que se sustenta sobre una misma base geométrica que sirve de composición a casi todas sus obras. Un vistazo sintético a la última década de producción del maestro (1956-65), por lo que respecta a sus obras de dimensión pública, revela que la mayoría de sus proyectos responden a una planta de cuadrado. El Palacio de Congresos de Estrasburgo (1964), el Centro de Arte de Frankfurt (1963), el Carpenter Center de Cambridge (1961), la Asamblea de Chandigarh (1961), la iglesia de Firminy-Vert (1961), el Museo de Tokyo (1957) o el claustro del Convento de la Tourette (1957) (por enumerar los proyectos y obras donde resulta más evidente) presentan sus plantas definidas por un cuadrado. Cuadrado que es atravesado por una cuadrícula neutra de pilares, aparentemente. Esta relación es ampliable en un viaje de vuelta, hacia atrás. De este modo la lista de arquitecturas de uso público se ampliaría con el Museo en Ahmedabad (1951), Los pabellones de Francia en Lieja y San Francisco (1939) o el Museo de crecimiento ilimitado (1931) y el Museo Mundial (1929), aunque aquí el cuadrado sirva de base para definir la espiral del desarrollo y del recorrido. Plantas a idéntica escala de La Tourette (1957), del Carpenter Center (1961) y del Palcio de Estrasburgo (1964) Podría pensarse que esta pauta de composición basada en el cuadrado es un recurso reservado para la obra pública de gran escala. Sin embargo, una mirada con detenimiento a su producción de viviendas, villas y casas particulares nos revela que esta presencia se vuelve una constante, con independencia del tamaño y del número de plantas. Sin pretender agotar la lista, en esta figurarían: la casa del Hombre en Zurich (1961), el palacio del gobernador de Chandigarh (1951), el Cabanon en Cap Marti (1951), la casa Curruchet en La Plata (1949), la villa Savoie en Poissy (1928) o la casa de un Artista (1922), cuyos cuadrados subyacen independientemente de la materia, sea ésta hormigón, hierro o madera. Esta relación, que vuelve sobre los orígenes, debe partir de la casa Schowb en La Chaux-de-Fonds (1916) y en la maison Dom-ino (1914) ya que los pilares de ambas definen un cuadrado en su perímetro o en su módulo de la retícula de soportes. Puede que en el principio (para cada ocasión y en el tiempo también), para Le Corbusier, todo partiese de un cuadrado ordenador que, por un lado, definiría el lienzo del cuadro de cada composición (en planta, alzado y sección) y, por otro, se haría eco de los cuatro puntos cardinales. Esta comunicación, pues, procederá a analizar gráficamente algunos de los proyectos enumerados intentando descubrir las relaciones que puedan existir entre el patrón del cuadrado y la retícula de pilares que contienen. Cuadrícula que le acompaña durante toda su trayectoria profesional. Plantas, a idéntica escala y ampliadas (x2 y x6), de la casa Schowb (1916), de la villa Savoie (1928) y del Cabanon (1951)