Rezagada con respecto de la mayoría de las naciones occidentales, España se separa
igualmente de aquellas otras que no han iniciado su industrialización hasta muy entrada
la centuria actual. […] Mi argumentación ha puesto un énfasis especial en el fracaso de
las dos desamortizaciones –la del suelo y la del subsuelo- que malograron las bases
naturales, agrícola y minera, en que debía haberse asentado la revolución industrial, en
el sentido clásico de la expresión. […] los apuros de la Hacienda, perpetuados por los
vicios del sistema político y culpables de bastardear las leyes desamortizadoras, de
restringir el mercado de capitales para la industria, de imponer una infraestructura (red
ferroviaria) inadecuada. […]
El problema básico consistió en la inadaptación del sistema político y social a las
nuevas realidades económicas planteadas después de la pérdida de posesiones
continentales de América. […] Para desarrollarse, la industria decimonónica debiera
haber contado con un mercado interior en estado de formación avanzado. Este mercado
hubiera exigido, a su vez, un cierto grado de división del trabajo. Al fallar ambas
condiciones, cada sector hubo de desenvolverse por su cuenta, sin llegar a componer,
entre todos, una verdadera economía nacional [..] estancamiento del sector energético y
tradicionalismo del sector agrario, incapaces de darse recíprocamente la mano que uno y
otros necesitaban.
Jordi Nadal El fracaso de la Revolución industrial en España, (1814-191),
Barcelona 1977
Páginas 226 a 229