Conclusiones

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Conclusiones
Las amenazas naturales, combinadas con la situación social, económica y ambiental de los países
de América Latina y el Caribe, han producido
desastres de devastadoras consecuencias. Las
pérdidas de vidas humanas, infraestructura económica, social y oportunidades de progreso desaparecidas han sido muy elevadas y profundizan
los problemas socia les y las dificultades en el
proceso de desarrollo.
pues son las que gozan de visibilidad pública y
respaldo financiero. Las acciones de prevención y
mitigación enfrentan serias limitaciones, pues los
recursos de ayuda post-desastre para la reconstrucción, provenientes de fuentes externas, han
actuado, en muchos casos, como un desincentivo
para la inversión en la reducción del riesgo.
Debe quedar claro que la gestión del riesgo sólo
será viable si converge el fortalecimiento de las
acciones en el ámbito local y por medio de la participación vinculada del sector productivo privado
y las organiz aciones de la sociedad civil. Por ello,
se hace necesario establecer una política apoyada
en una visión moderna de la gestión del riesgo y
crear, no una entidad, sino un “sistema” interinstitucional integrado por organismos ya existentes.
Su labor es evitar la duplicidad u omisión de esfuerzos, las que comúnmente se presentan a causa
de la visión actual fragmentada.
La gestión del riesgo, como esfuerzo anticipado
para reducir las pérdidas en el futuro, se define
como el proceso de identificación, análisis y cuantificación de las vías adecuadas para emprender
acciones preventivas, correctivas y reductivas.
Una vez que se ha producido un desastre y el país
decide destinar recursos a la gestión del riesgo,
pueden surgir problemas porque las prioridades
cambian sin que las medidas de reconstrucción
hayan sido totalmente completadas. Puede ocurrir
que los recursos comprometidos sean insuficientes
para reponer las pé rdidas o realizar las inversiones
preventivas y evitar la reconstrucción de la vulnerabilidad.
El BID tiene la capacidad de ofrecer financiamiento para la prevención, mitigación o respuesta,
según las circunstancias económicas y niveles de
exposición a las amenazas en cada país (Anexos 1
y 2). Además, puede apoyar el establecimiento de
mercados de transferencia del riesgo y, mediante
el financiamiento de estudios básicos, los países
pueden abordar los aspectos fundamentales para
identificar las causas del riesgo y las medidas para
reducirlo, proteger la infraestructura y la capacidad productiva.
Este documento ha intentado explicar las razones
y motivos que inspiran la aplicación de una lista
de preguntas de verificación (checklist), cuyo
objeto es introducir la gestión del riesgo dentro el
ciclo de proye ctos financiados por el Banco, con
fundamento en los instrumentos disponibles (políticas y normas en los procesos operativos). El fin
último es contribuir a la promoción de un modelo
de planific ación para el desarrollo de los países con
visión preventiva y fomentar la incorporación de la
gestión del riesgo, dentro de la planificación territorial, sectorial, ambiental y socioeconómica.
Es por esta razón que el documento ha pretendido
mostrar una lista de criterios y referencias para la
verificación de los elementos básicos sobre la
gestión del riesgo que se deben considerar en los
proyectos de inversión del Banco. No obstante, la
intención no ha sido crear una guía obligatoria ni
forzar la implantación de criterios para el diseño
de los proyectos, sino más bien gestar una serie de
procesos y prácticas útiles para las operaciones
dentro el ciclo de proyectos del Banco.
La incorporación de acciones proactivas del manejo de desastres en las inversiones no ha sido una
práctica común en América Latina. En la región,
los incentivos han sido débiles, pues la información sobre las amenazas naturales y los factores de
vulnerabilidad ha sido escasa y deficiente para la
prevención. Las políticas vigentes dan énfasis casi
sólo a las actividades de preparación y respuesta,
Los proyectos financiados por el Banco deben ser
diseñados, especialmente en los pa íses altamente
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vulnerables, de tal manera que sean suficientemente resistentes a las amenazas. Fundamentalmente se busca: (a) minimizar los daños y pérdidas físicas en los proyectos actuales del Banco en
áreas peligrosas; (b) adoptar medidas apropiadas a
fin de reducir el riesgo; (c) asegurar el resultado
de cada proyecto; y (d) incorporar la gestión del
riesgo en el diseño y ejecución de préstamos sectoria les: vivienda, infraestructura, energía, salud,
agua, saneamiento y desarrollo agropecuario, etc.
cación de las preguntas deberán integrarse ta mbién a las secciones de “Impacto Ambiental y
Social” y “Riesgos” del Informe de Proyecto.
Asimismo, deben aplicarse los instrumentos operativos apropiados del Banco, para contribuir con
la gestión del riesgo en los proyectos.
Dado que el paradigma predominante en América
Latina y el Caribe ha consistido en responder a las
emergencias y los desastres, en vez de prevenirlos
o mitigarlos mediante la intervención de los factores que crean o agudizan la vulnerabilidad, la
gestión integral del riesgo y el uso del checklist
cumplirá un papel fundamental. Las medidas de
prevención y mitigación, que forman parte de la
gestión del riesgo junto con las medidas de protección financiera, deben ser coordinadas y consensuadas entre los sectores público y privado,
con una participación activa de los actores locales.
Siguiendo las recomendaciones de la evaluación
de la política actual de desastres del BID (documento OP-704), el Banco deberá incorporar la
orientación en elementos y procedimientos que
permitan un seguimiento apropiado y la evaluación de las inversiones, a fin de asegurar un mejor
aprendizaje derivado de los proyectos. Esto incluirá indicadores para evaluar los resultados de la
gestión del riesgo, los Informes de Seguimiento y
Desempeño de Proyectos (ISDP), las evaluaciones
ex-post (BID, 2004) y otros documentos administrativos relevantes.
Es esencial, por lo tanto, que los países con niveles de vulnerabilidad significativos desarrollen sus
estrategias, programas y planes. Estos deben ser
coherentes con los criterios de reducción del rie sgo, con la participación de los ministerios sectoriales, finanzas y planificación, los gobiernos
locales, el sector empresarial y la sociedad.
El checklist se aplicará especialmente durante la
fase de preparación de los proyectos, pero los
resultados se reflejarán a lo largo todo su ciclo:
marco lógico, reglamento operativo, sistema de
seguimiento gerencial por resultados e impactos y
en las evaluaciones (medio término, final y expost). Durante la fase inicial es posible que no
todas las preguntas puedan ser respondidas para el
documento conceptual de proyecto (DC), pero sí
lo deberán ser para el informe de proyecto (IP). El
checklist será aplicado por el equipo de proyecto
con la conducción de su líder. Es imprescindible
integrar a los profesionales responsables del desarrollo de los proyectos financiados por el Banco
en los países prestatarios y un especialista de la
Representación en el país prestatario desde el
inicio de la formulación del proyecto y durante el
proceso de respuesta a las preguntas. Para contar
con la suficiente información requerida, el equipo
podrá utilizar diferentes fuentes de información,
consultorías, talleres, consultas al gobierno y beneficiarios del proyecto. Los resultados de la apli-
Adicionalmente, y con el objeto de preparar adecuadamente las actividades de atención a los desastres, también es imprescindible estructurar
previamente la respuesta a las emergencias. La
provisión de mecanismos efectivos de protección
financiera ex-ante facilitará la disponibilidad de
fondos para atender las emergencias, reduciendo
así la carga financiera de la rehabilitación y la
reconstrucción que deben soportar los aparatos
gubernamentales y las poblaciones afectadas.
Es de esperar que este documento sea beneficioso
para los profesionales del Banco, como referencia
para incorporar la gestión del riesgo en sus proyectos y para que su aplicación estimule la discusión y la práctica de esta actividad en América
Latina y el Caribe.
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